Tenía razón que esto de mandar un capítulo cada vez, te hace olvidar el global de la novela y si eso te pasa a ti, imagínate lo que me pasará mi que soy el que la ha escrito y no me acuerdo de nada. Eso también tiene una lectura positiva y es que no se que pinta aquí una pareja de Medina del Campo en un gabinete de fertilización en Barcelona, pero no queda mal ¿verdad?
Por otra parte, lo de mandar mas de un capítulo cada semana no es muy buena idea porque seguro que me pillaría el toro y se me acabaría la producción porque como os comentaba hace mucho que casi no escribo la segunda parte de esta novela que según la empecé, me parece que quedará como muy bien y como muy moderna porque se ser así como romántica pasará a ser novela negra total, pero bueno todo se andará.
La guitarras de fondo y Los Panchos cantando aquello de "si te dicen que me vieron muy borracho, orgullosamente diles que es por ti, porque yo tendré el valor de no negarlo, gritaré que por tu amor me estoy matando y diré que por tus besos me perdí " ¿No os doy envidia? pues ánimo, año nuevo vida nueva, todo el mundo a disfrutar con estas pequeñas cosas que son las que tenemos mas a mano
Hasta la próxima
Un abrazo
Tino Belas
CAPITULO 17.-
Estuvieron casi una semana
en la ciudad mediterránea. Los primeros días fueron de puro turismo y ahora,
con el paso de los años, se daba cuenta que todo había una estratagema para
acudir a la consulta drel Dr. Turió. Paseaban por las Ramblas cogidos de la mano
como dos enamorados, montaron en la noria gigante de la Plaza de Colón, subieron al
teleférico de Montjuich, compraron un periquito en la Rambla de Las Flores y
hasta estuvieron un día en el Liceo donde presenciaron una representación de
Aida. El espectáculo maravilloso y la obra un coñazo de padre y muy señor mío.
Mucho mejor la zarzuela y encima es de casa, ¿ que mas se puede pedir?
Uno de los días Eulogio la
propuso dar de andar hasta el puerto olímpico y después de ver Barcelona desde el mar, se tomaron una
escalivada y su marido le ofreció pasar por la Sagrada Familia
para ver como iban las obras. Trini no terminaba de ver para qué tanto paseo y
aunque miraba mucho, veía poco y ya le estaba empezando a apetecer volverse
para el pueblo con su gente y con sus paisajes que, aunque diferentes, le
resultaban como mas familiares y sus sentimientos se llenaban antes de paz y
tranquilidad; Barcelona para los catalanes que yo me quedo con Medina y su
castillo.
En esas estaba, cuando un
cartel amarillo la sacó de sus pensamientos. Estaba colgado a lo largo de un
enorme balcón y con grandes letras negras anunciaba la consulta del Dr. Turió
Especialista en Ginecología por la Universidad de Nueva York y con consulta de
fertilidad abierta de 10 a
1 y de 4 a
6 con primera exploración gratuita.
- ¿Entramos?
Eulogio miró a su mujer
con la ilusión reflejada en su rostro y ella no tardó en contestarle con un sí
rotundo, sabiendo como sabía, que para su marido era un tema primordial.
La entrada era espaciosa
con unos sillones que recordaban a los del Casino de Medina, una señorita muy
puesta los recibió con un amplísima sonrisa que a pesar de ser algo forzada
inspiraba confianza.
- Buenos días. Soy Montse, ¿puedo ayudarles?
Eulogio se adelantó a las
posibles preguntas y casi sin respirar y como si hubiera llegado al final de
una etapa del Tour de Francia, se lanzó como una moto:
- Seguro que sí Señorita. Mire Usted, mi mujer
y yo llevamos ya siete años casados y pasábamos por aquí y como Trini no tiene
hijos, hemos pensado ¿qué perdemos si entramos y preguntamos que puede ocurrir para que no se quede
embarazada? Y aquí estamos.
- Muy bien señor. Si son ustedes tan amables me
acompañan y haremos primero una breve historia clínica antes de pasar a ver al
Dr. Turió, ¿de acuerdo?
- Como usted mande, señorita.
Aurelio y Trini pasaron a
una sala con varios sillones de diferentes colores, precedidos por Montse quien
les indicó donde debían esperar y con un hasta pronto desapareció por detrás de
una de las cortinas.
- ¿Qué te parece?
- Está muy bien, aunque debes de asegurarte que
la primera consulta es gratis porque esto tiene una pinta de caro que no veas.
- No te preocupes, mujer, que nosotros somos de
pueblo, pero no tontos y veremos lo que nos dice el Doctor y si nos gusta entonces decidimos lo mejor ¿te parece?
- Muy bien, ya sabes que lo que tú hagas está
bien hecho.
Como media hora duró la
espera y en ese tiempo pasaron por la sala diferentes personas que hablaban
como avergonzadas y sobre todo las señoras casi no levantaban los ojos de
suelo.
El despacho del Doctor
Turió no desentonaba con el resto de la consulta. Era amplio, con un
enorme ventanal por el que entraba una
luz que iluminaba toda la estancia, su mesa era de caoba con zonas de un
guateado verde, el sillón destacaba por su altura, mientras que los de los
pacientes eran de estos funcionales a la par que elegantes. Una librería de
madera atestada de libros constituía la pared derecha del despacho y en la
izquierda una balda a media altura era la que soportaba infinidad de fotos del
Doctor en actos tan diversos como su jura de bandera o la medalla de la Diputació que le fué
entregada por “el Honorable” en base a los méritos contraídos durante los
treinta y nueve años que estuvo al frente de la Ginecología del barrio
de Sans en el cinturón industrial de la ciudad. El titulo de Especialista que
presidía la pared, había sido otorgado hacía cuarenta años.
El Dr. Turió los recibió
amablemente, levantándose de la mesa y dándoles la mano afectuosamente.
A primera vista era un
hombre mayor, alto, de pelo cano muy bien peinado, barba blanca recortada y
porte autoritario. Vestía un elegante traje de “tweed” en colores tostados al
que se le unía una corbata de rayas y un chaleco que le impedía la presencia de
una incipiente linea de la felicidad.
Con un gesto de su mano
derecha les invitó a sentarse y mirando directamente a la cara de Trini preguntó con una voz muy bien
modulada:
- ¿Por quien empiezo?
Eulogio se adelantó en la respuesta y decididamente afirmó:
- Si le parece empiece por ella que es la que
está más preocupada.
El Dr. no apartó sus ojos
de ella
- Parece que a su marido le preocupa menos ¿es
así?
- ¡Qué va Doctor! Eso es lo que dice, pero no
es verdad. El que está realmente empeñado es él y por eso estamos aquí. Si por
mí fuera, todavía estaríamos en el pueblo.
EL Doctor jugaba con un
pequeño abrecartas de plata - ¿De donde son ustedes?.
- De un pueblo de la provincia de Valladolid
que se llama Medina del Campo, ¿lo conoce?
- Hombre, Medina del Campo, claro que lo
conozco. Mi mujer hizo allí hace ya muchos años lo que entonces se llamaba el
Servicio Social y estuvo casi tres meses en el Castillo de la Mota.
Es un pueblo muy bonito.
Hace muchisimo tiempo que no voy, pero lo recuerdo con mucho cariño. Por
cierto, ¿sigue existiendo un kiosko de churros pegado al río, justo antes de
pasar el puente?
Si, - contestó Trini- lo
que pasa es que ahora no hay casi nadie porque la carretera ya no pasa por el
pueblo.
- ¡Ah, si! No sabía, o sea que han salido
ganado porque atravesar Medina era un buen lío.
- Si, eso es verdad.
- Bueno, vayamos al grano – D. Francés Turió y
Tardabella se levantó de su amplio sillón y tomando de la mano a Trini le
indicó que se desvistiera detrás de un biombo de color crema y que se tumbara
en la camilla que tenía a su izquierda.
Mientras tanto, trató de
entablar una pequeña conversación con Eulogio que trataba de mantenerse
tranquilo, aunque la procesión iba por dentro.
- Me dijo usted que se llamaba Eulogio ¿verdad?
- Si, Doctor, Eulogio Perez Olivares para
servirle.
- Bueno, bueno – El Dr. Turió volvió a coger
entre sus dedos el abrecartas que le acompañaba siempre que hablaba con algún
paciente – Cuénteme cual es su preocupación ¿le parece?
- Si – Eulogio se movió inquieto en la silla y
se retorcía las manos con un nerviosismo que no pasó desapercibido a los ojos
atentos del ginecólogo – llevamos siete años casados y no tenemos descendencia
y estamos algo preocupados porque la
Trini se va haciendo mayor y para cuando nos queramos dar
cuenta ya habremos perdido el tren y por eso estamos aquí. Queremos que nos
aconseje y si está en su mano que le ponga un tratamiento y a ver que pasa.
- ¿Y porqué cree que le tengo que poner un
tratamiento a ella? ¿no puede ser usted el culpable de que su mujer no se quede
embarazada?
- ¿Yo? Venga Doctor, ¿está usted hablando en
serio? ¿qué me ve pinta de maricón? Hombre, Doctor, usted no me conoce, pero si
supiera como he sido hasta hace unos años, seguro que no me haría esta
pregunta.
- Creo que no me entiende, o a lo mejor no me
quiere entender, pero en ningún caso estoy dudando de su hombría porque no se
trata de eso y además no soy quien para juzgar actitudes, sinó que, a veces, y
le repito que no es un problema de hombría, los espermatozoides del futuro
padre no se desarrollan normales y aunque llegan al lugar donde deben fecundar
al óvulo, no lo consiguen por muchos motivos y en ese caso, no es que alguien
sea el culpable o no que yo creo que en cuestiones de pareja no hay vencedores
ni vencidos, si no que hay una causa que se puede tratar. Otras veces son
cuestiones de índole psíquica, como por ejemplo problemas de pareja, de hacer
las cosas con prisa y sin pensar en el otro y un montón de posibilidades que
iremos viendo, pero, de momento lo más importante y lo que hacemos en esta
primera visita es una exploración ginecológica de la paciente, una revisión de
los órganos genitales de la pareja por si aparecen algunas anomalías de tipo
físico y finalmente un análisis de semen para descartar, en primer lugar,
cualquier defecto físico que impida el desarrollo de una normal fecundación. En
el caso que no exista nada en esta primera consulta, entonces pasaríamos a
realizar un estudio psicológico de ambos y si todo fuera negativo, les
indicaríamos la posibilidad de entrar a formar parte de un programa de
fertilización in vitro.
Como ve, es un estudio
completo que nos llevará varias consultas, pero que si ustedes siguen todas
nuestras indicaciones les podemos garantizar que en un plazo no mayor de dos
años, su mujer estará disfrutando de su maravilloso bebé.
- Perdone, Doctor, pero, aunque quizás no sea
el momento, ¿cuánto costaría todo el tratamiento suponiendo que llegáramos al
final y mi mujer se sometiera a una fertilización in vitro?
- Eso le haríamos un presupuesto detallado,
pero la mayoría de las parejas no necesitan llegar al final y con un buen
tratamiento seguido al pié de la letra, se quedan embarazadas en un plazo no
superior a un año o año y medio.
- Ya, perdone la pregunta – Eulogio se movió
inquieto en la silla – pero somos gente modesta y no tenemos mucho dinero.
El Doctor se levantó y
atravesó el espacio entre su mesa y el biombo que separaba la camilla de
ginecología en donde ya se encontraba la Trini en posición acompañada de una enfermera con
uniforme blanco inmaculado.
- Vamos a ver como está una castellana de pura
zepa.
El Dr. Turió se colocó un
guante de látex y con mano experta exploró las intimidades de su paciente sin
advertir ninguna anormalidad en las paredes vaginales ni en el fondo de saco
del útero, no apercibiéndose de nada que impidiese la posibilidad de un
embarazo.
- Doña Trinidad: tengo que decirle que no veo
nada de particular para que no pueda quedarse embarazada por lo que lo mas
probable es que exista alguna alteración, que ya valoraremos, en los
espermatozoides de su marido y esa sea la causa de no llegar a fertilizar. En
cualquier caso, eso lo sabremos dentro de unos días. Ya puede vestirse.
Cuando Eulogio y Trini
finalizaron su entrevista, dieron un paseo y se sentaron en una terraza de las
ramblas donde el ambiente comenzaba a hacer acto de presencia y conversaron
sobre lo que le había parecido a cada
uno. Para Eulogio era un Médico sacacuartos, con mucha labia, que los había
encaminado hacia la fertilización in vitro, cuando él sabía positivamente que
el problema no estaba ahí. No podía admitir que fuera él el causante de todo
aquel lío y esperaría con impaciencia el resultado de los análisis. A pesar de
la consulta, seguía en sus trece que la culpa era de la Trini que, por razones que
no era capaz de adivinar, no tenía ninguna intención de quedarse embarazada y
nada ni nadie le haría apearse del burro. Si una no quiere, pues no se queda y
se acabó lo que se daba. Lo último que le faltaba por oir era que un medicucho
de tres al cuarto le dijera que él era impotente. Si, si, que se lo pregunte a la Floren si valía o no valía
para eso de la fecundación. Pero, en fín, ese es un tema que mas valía dejarlo
como estaba porque aunque él estaba convencido que el niño era suyo, fueron
muchos los que dijeron que era igual que Simón, el hijo del ebanista que había
aparecido en el pueblo despues de casi tres años aprendiendo el oficio en
Barcelona, aunque para otros, el chico era igual a D. Jesús que fue ayudante de
farmacia y que todavía tenía alguna relación con algunas de su quinta.
En fin, que él sabía
muchas cosas que no le podía contar a la Trini , pero que eran verdad y ya vería como el
análisis saldría normal.
Mientras tanto Trini
observaba a los transeúntes y su mirada vagaba entre la multitud que discurría
ante sus ojos. Era viernes por la tarde y la gente salía a disfrutar de los
últimos coletazos de la primavera. Los militares, vestidos con sus uniformes de
color marrón, gruesas botas y gorra ladeada, hacían la corte a impecables
doncellas vestidas con uniformes azules y cofias blancas en la cabeza que
empujaban cochecitos de niños en los que se adivinaban recien nacidos de la
buena sociedad catalana que eran sobrepasados por sabanitas de finos encajes.
Los señores paseaban
arriba y abajo con sus trajes de marca retirando a cada paso los sombreros que
cubrían sus canosas cabezas para saludar a elegantes señoras que solas, si eran
mayores, o con la carabina correspondiente se cruzaban en su camino.
Por el rabillo del ojo,
Trini observó a su marido y con la perspicacia propia de su sexo y los años de
convivencia, se dio cuenta que su Eulogio estaba preocupado y hasta bastante
enfadado. Bebió un pequeño sorbo de un refresco con abundante hielo y le cogió
la mano como en sus mejores tiempos.
- Eulogio, ¿qué te pasa? No me dirás ahora que
estás preocupado por lo que nos ha dicho el Doctor ¿verdad? Yo creo que en tan
poco tiempo es imposible diagnosticar nada y lo único es que lo tiene bien
montado para ganar dinero porque, ¡fijate! Ya estamos citados para dentro de un
mes, y esa consulta seguro que ya no es gratis. No te preocupes, hombre, que ya
verás como todo se arregla y no nos va a hacer falta ni venir. ¿Qué te parece
si hacemos un primer intento? Ahora ya sabemos que ninguno tenemos nada y con
un poco de suerte, me quedo embarazada de una vez y se te acaban los problemas?
Venga, vamos a la pensión.
Pagaron la cuenta y ya en
la pensión se fundieron en uno solo, con una pasión inusitada y con lo que se
disiparon muchos malentendidos. Curiosamente, todo lo sucedido en aquella
tarde, dio sus frutos a los nueve meses.
Un sonido estremecedor
hizo vibrar la carreta en la que Trini se encontraba disfrutando de unos
recuerdos que, con el tiempo se iban haciendo, como más borrosos, pero que
gustaba de recordarlos. Un balón había hecho diana en una especie de frasco de
medio metro de alto que colgaba de la puerta posterior de la carreta y que
contenía unos cuantos litros de vino que iban a ser consumidos en la cena. El
impacto había sido de tal magnitud que el botellón había salido por los aires y
se había ido a estampar contra las rocas que bordeaban el camino. De las
carretas vecinas salieron varios hombres que gritaban a los chavales que
corrían despavoridos. Tú, el de los pantalones grises, corre, corre que te he
visto y se que eres el hijo de la
Encarna y tú el de la
gorra azul, no se como te llamas, pero ya te cazaré, porque me he quedado con
tu cara. Valiente pandilla de gamberros, a quien se le ocurre ponerse a jugar
al futbol al lado de una carreta.
Trini se asomó por la trampilla
y entre la oleada de calor y el olor a vino derramado, estuvo a punto de
desmayarse, pero se sujetó firme a la travesera y mantuvo el equilibrio. Habían
pasado tan solo unos segundos desde el incidente, pero los suficientes para que
no se viera ninguno de los agresores que, raudos como centellas, habían acudido
a refugiarse en un pinar cercano en donde estaban dispuestos a resistir para
evitar la reprimenda de los padres. Algunos ya hacían acto de presencia y
amenazaban a los pequeños con no salir de casa en un mes castigados por lo que
habían hecho.
Muy buenos los prolegómenos del capítulo.
ResponderEliminarTambién me han gustado los razonamientos de los de Medina en la consulta del ginecólogo de Barcelona.
Total, que empezamos bien el año.
A todos Feliz Año 2014
Un abrazo
Empezamos el año con el bloguero muy inspirado y con un embarazo. ¿Se puede pedir más?. El 2014 promete y mucho. Tino ha decidido echar el resto !!!!!
ResponderEliminarFeliz 2014 y bss