viernes, 29 de junio de 2018

ASI FUE Y ASI PASO : CAPITULOS 8 Y 9




CAPITULO 8.-

Desde la entrevista en la sede de mi seguro de responsabilidad civil con los Abogados que se hicieron cargo de mi defensa hasta que me volvieron a avisar no pasaron un mes, si no casi dos meses y medio. En este tiempo, vi un paciente en la consulta al que rechacé nada más entrar porque me confesó que se quería operar de la nariz porque todo el mundo le miraba por la calle, la novia le había dejado y no encontraba trabajo. Es más, desde niño todo el pueblo le llamaba “el narizotas”, ahora ya tenía casi cuarenta años y ya estaba bien. Se había decidido por la cirugía y ya era el cuarto cirujano plástico al que visitaba por que los tres anteriores lo habían mandado previamente al psiquiatra, ¡lo que me faltaba, como si yo estuviera loco! y esperaba que yo no hiciera lo mismo. Traté de explicarle las razones por las cuales yo entendía que no se debía operar, pero no las entendió y salió de la consulta dando un sonoro portazo.
La segunda paciente venía porque quería hacerse una liposucción de tobillos porque se miraba al espejo y se notaba que su problema fundamental era esa deformidad que le producía un importante complejo. La paciente pesaba cerca de cien Kilos y no perdí el tiempo en explicarle casi nada, la mandé directamente a un Endocrinólogo y le dije que cuando pesara sesenta Kilos, que por su edad eran los que le correspondían, que volviera y valoraríamos la posibilidad de hacer algo, pero que en ese momento no estaba indicada ningún tipo de actuación quirúrgica y mucho menos sobre los tobillos y la última paciente tenía una gigantomastia, unas mamas enormes que le llegaban hasta la cintura y que estaba dispuesta a operarse con la condición que le garantizase que las cicatrices no se iban a notar y no solo eso si no que se lo diera por escrito porque si no se cumplía ya me avisaba que iría a los Tribunales. Estaría en la consulta tres minutos exagerando y así habían pasado profesionalmente los dos meses y medio.

Todos los días, al comenzar la mañana, pensaba en cuando recibiría la carta para saber que pasaba con la demanda de la señora de las mamas. El trayecto entre mi casa y la consulta lo hacía sistemáticamente andando, para que gastar en transporte público si tenía tiempo de sobra porque un día y otro la hoja de citaciones estaba vacía, y tenía minutos y minutos para ponerme en disposición de recibir la noticia, pero ese día llegó, me anunciaban que el Juez, con el ánimo de saber si tenía que continuar con la querella o archivarla, quería tener una conversación conmigo acompañado de un Letrado de mi confianza y en presencia de los Abogados de la parte contraria. No decía en ningún sitio si también estaría la demandante por lo que supuse que no. Hablé por teléfono con Eduardo, mi Abogado y me comentó que no era necesario que nos viéramos antes porque conocía perfectamente el caso y lo único, si me apetecía, era quedar en una cafetería enfrente del Juzgado el día de la cita, faltaban mas o menos diez días, y charlar un rato y por supuesto acompañarme al despacho de su Señoría para comparecer como posible imputado. Así quedamos y debo reconocer que fueron los peores diez días de mi vida. Si, ya se que soy un exagerado, que me adelanto a los acontecimientos, que me organizo mis propias batallas, ya lo se y si no lo supiera Carmen se encargaba de recordármelo. Todo lo que se quiera decir en mi contra lo puedo aceptar, incluso que soy un gilipollas por pagar la segunda cirugía, ya lo se, pero uno es así y ya no voy a cambiar. En cualquier caso, ya me veía en la cárcel de Alcalá Meco condenado a unos cuantos años privado de libertad por haber sido tan negligente que, eso si de manera involuntaria, casi acabo con la vida de Doña María José Dominguez. Otros días, según hubiera dormido mas o menos siempre el sueño basado en la cantidad de Lexatines que había consumido previamente, veía la situación como mas optimista, el Juez era absolutamente comprensivo con mi manera de reaccionar, me declaraba por supuesto inocente y no solo me concedía la libertad, faltaría mas, sino que encima me felicitaba por la excelente actuación profesional y algún día el principio de la conversación con su señoría era tal y como me lo había imaginado, pero la coletilla final era que, no había ninguna intención por mi parte de hacer daño a la paciente, pero la realidad es que se lo había hecho, efectivamente una complicación no muy frecuente, pero había ocurrido y aunque los 600.000 € de indemnización le parecían una exageración, si que me condenaba a indemnizar a la paciente con 60.000 €, lo cual todavía me encendía mas porque si su Señoría estaba de acuerdo con toda mi argumentación ¿porqué tenía que abonar nada? Y lo que es peor, como mis Abogados no estaban dispuestos a abonar cantidad alguna, proponían la celebración de juicio por lo penal y que los peritos dieran su opinión sobre el caso y en base a ello dictar una sentencia en la seguridad que ganaríamos nosotros, yo saldría absuelto y ellos no pagaban los 60.000 €.
Estas y mil situaciones mas pasaban por mi cabeza llenando todos los minutos del día y muchas noches y así, iba a decir que sin darme cuenta, pero no es verdad, dándome perfecta cuenta llegó el día en que tenía que comparecer ante el Señor Juez.

Eran las ocho y media de la mañana, la cafetería enfrente de los Juzgados de la Plaza de Castilla estaba llena hasta la bandera. La barra era un desfile continuo de cafés con leche acompañados de la correspondiente bollería y en ocasiones grupos de churros o porras se acumulaban en los platos. Las mesas del fondo estaban ocupadas por gente igual que yo, una parte con caras de auténtico terror y los Abogados con carteras atiborradas de papeles por todas partes se sentaban enfrente y trataban de rebajar la tensión contando historias de juicios anteriores en los que todo había salido a pedir de boca. Carmen y yo entramos y enseguida advertimos la presencia de Eduardo y su inseparable Sonia que parecían repasar la defensa que pretendían hacer. Dejaron a un lado los papeles y nos tomamos un café con parsimonia porque según Eduardo que venía de allí, el Señor Juez se retrasaría mas o menos una hora porque tenía que asistir previamente a otro juicio. Hablamos de todo un poco, nos reímos con algunos chistes de Abogados que contaba con cierta gracia Sonia y por fin llegó el momento.

Tuve que pasar dos veces por el aro de seguridad que había en la puerta de los Juzgados porque no me di cuenta que me había puesto un pasador de corbata, la verdad es que no me lo ponía nunca, y se encendía una lucecita verde con lo que el Guardia Civil que controlaba me hacía volver a pasar por el Scanner hasta que comprobó que el pitido era por el pasador. Me hizo ponerlo en la bandeja con el resto de mis cosas, pasé el control sin problemas y a continuación subimos a la cuarta planta.

En una sala bastante amplia nos distribuíamos varios grupos y Eduardo me señaló a un par de señores que, según me comentó, tenía pinta de ser los Abogados de la parte contraria. No se si serían Abuelo y nieto pero lo parecían, el de mas edad, vestía un traje azul oscuro que le quedaba un poco grande, un pelo blanco tirando a largo con una calva en el centro que le hacía parecer mas un fraile que otra cosa, camisa blanca con corbata negra, zapatos negros de cordones, la inseparable cartera de la  mayoría de los Abogados con pinta de haber estado presente en cientos de juicios con una clara pérdida de brillo en la zona próxima al asa y un aspecto que, en principio, inspiraba confianza.

El contrapunto lo constituía el que parecía su nieto, no mas de veinticinco años, chaqueta gris, camisa con una especie de puntos de distintos colores que hacían como pequeños rombos, corbata de un color como blanco matado con el nudo a medio hacer, pantalones beis que desentonaban claramente como si al levantarse hubiese echado mano a lo primero que se encontró en el armario, zapatos marrones como puntiagudos y para completar tan desagradable panorama unos calcetines blancos. Su cara podía ser la de cualquier componente de “los Beatles” con una media sonrisa que no invitaba a nada bueno y una melena que le caía sobre los hombros. Los que en teoría podían ser los Abogados defensores debieron de ver algo realmente gracioso en un periódico que tenían en la mano porque una gran sonrisa se perfiló en la cara del mayor, mientras que el joven se secaba los ojos rebosantes de lágrimas con un pañuelo de dudoso color blanco.

Aproximadamente a los veinte minutos o media hora, una señorita de agradable presencia nos indicó que pasáramos que el Juez estaba a punto de llegar. Carmen permaneció en la sala de espera, dándome un beso en la mejilla y deseándome suerte.

Efectivamente los que habíamos visto antes eran los Abogados de García Corominas, así se presentaron y cuando entre ellos comenzaban una charla informal, apareció Su Señoría elegantemente vestido y con una toga que imponía bastante, mas o menos como las batas blancas o los pijamas verdes de los cirujanos en el antequirófano. Nos pusimos de pié.

-          Buenos días – el Juez paseó su mirada por las cinco personas que estábamos ante él – Ustedes supongo que son D. Eduardo García y Doña Sonia Gallego Abogados ¿es así? – preguntó fijando por un segundo su mirada en Sonia que iba elegantemente vestida
-         Si Señoría – contestaron los dos a la vez
-         Y ustedes son D. Carlos Gomez y D. Gervasio Diaz Abogados de la acusación particular ¿estoy en lo cierto?
-         Si, Señoría.
-          Bien – el Juez me miró con cara que yo entendí como tranquilizadora – entonces usted es el Doctor D. Andrés Cubiles Sanchez, Cirujano Plástico ¿verdad?
-         Si  – contesté después de tragar saliva – Señoría.
-         Bien – el Juez se colocó lentamente unas gafas de concha que le colgaban de una cadena, se tomó un par de minutos leyendo no mas de tres folios que tenía sobre la mesa, a continuación se volvió a retirar las gafas y mirando directamente a los ojos a los demandantes comentó – Naturalmente ustedes se ratifican en su demanda ¿no es así?
-         Por supuesto Señoría – contestó el Abogado de mas edad.
-         Y ustedes lógicamente mantienen sus alegatos encaminados a la defensa del Doctor ¿no?
-         Si Señoría – contestó mi Abogado.
-         De acuerdo – el Juez D. Iñigo Carrión Durán volvió a revisar los papeles dándome la oportunidad de mirarle detenidamente. Era un hombre joven, alto, rubio, bien peinado, con unas gafas de concha de color azul que se anclaban en su pecho a través de un delgado cordón de color amarillo. La toga se notaba que no era de esas que se acumulan en un cuarto sino que era personal y completamente nueva, mediana estatura y con pinta de haber sido un estudiante constante hasta conseguir llegar a su verdadera vocación que no era otra que la de Juez. Las manos con las que sujetaba los tres o cuatro folios que eran el objeto de la demanda estaban bien cuidadas con las uñas impecablemente tratadas y el conjunto no imponía tanto como yo creía. Posiblemente también influía el que la noche anterior y en la tranquilidad del dormitorio me había hecho mi propia composición de lugar. El despacho era completamente diferente a como me lo había imaginado, no había cientos de papeles por el medio ni las sillas eran tan de colegio como las tenía grabadas en mi mente, al revés, era un despacho como muy moderno, muebles claros con la bandera de España presidiendo toda la estancia acompañada de la bandera de la Comunidad de Madrid y en la mesa solamente una carpeta y un marco con una foto del Rey entregando al Señor Juez lo que sería supongo que su diploma el día que consiguió el cargo que actualmente ocupa. Era un despacho que sorprendía por la enorme cantidad de luz que entraba por unos amplios ventanales. No se porqué, pero al Juez me lo había imaginado como mucho mas viejo, con la toga vieja y llena de brillos secuelas de los muchos años en activo y sin embargo era un hombre joven con el que te podrías encontrar cenando en cualquier restaurante de moda o jugando al paddel con un grupo de amigos. - He leído la demanda con detenimiento y hay dos preguntas que quiero hacerle. Es mi obligación recordarle que de acuerdo con nuestro Código Penal Usted puede negarse a contestar porque está en su perfecto derecho. A continuación le harán las preguntas que estimen oportunas tanto los Abogados de la parte denunciante como sus propios Abogados y el caso quedará visto para pasara a juicio oral o dictaré la sentencia que considere oportuna ¿de acuerdo?. Pueden sentarse.

 Los seis presentes ante el Juez tomamos asiento frente al Señor Juez que lo hizo igualmente al otro lado de la mesa

-         Según todos los escritos Usted operó en la fecha que se indica a la denunciante poniéndole unas prótesis de mama que, en principio fueron bien y que al cabo de unos diez, doce días se produjo una infección en una de las mamas intervenidas y hubo necesidad de operarla una segunda vez para retirar la prótesis de la mama infectada sustituyéndola por otra. Mi primera pregunta es la siguiente: ¿son frecuentes este tipo de complicaciones en éstas cirugías?

-         A mi nunca me había pasado pero según las diferentes estadísticas que he consultado y dependiendo del tipo de prótesis, del lugar de su implantación y algunas causas mas, las infecciones de mayor o menor importancia se producen entre un dos y un tres por cien de los casos, aunque no todas esas infecciones suponen la necesidad de una segunda intervención quirúrgica – contesté bastante nervioso.

-         Por lo que me dice, parece que no es una complicación frecuente.

-         Ya le digo que a mi nunca me había ocurrido.

-         Bien – el Juez escribió durante un minuto en su ordenador y a continuación levantando la vista por encima de la pantalla, ajustándose previamente unas pequeñas gafas de concha,  preguntó:

-          ¿Es cierto, como dice la parte denunciante que Usted corrió con todos los gastos de la segunda cirugía y si es así me podría decir los motivos por lo que lo hizo?

-         Es verdad – contesté mirando al suelo tratando de contener mi cólera – ya se que me equivoqué y seguro que si me volviera a ocurrir no lo volvería a hacer pero me pareció, mejor dicho la enferma me lo dijo, que estaba pasando por una situación personal y económica delicada y por eso lo hice.

-         Bien – el Señor Juez volvió a hacer algunas anotaciones en su ordenador y consultando un folio que estaba a su derecha invitó a los Abogados D. Carlos Gomez y D. Gervasio Diaz a iniciar su interrogatorio. Lentamente se puso de pié el de mas edad, D. Carlos Gomez y preguntó

-         Buenos días: Se supone que Usted es miembro de la Sociedad Española de Cirugía Plástica ¿no?

-         Si señor - le contesté

-         Entonces sabrá o debería de saber que la Cirugía Estética es considerada como una cirugía de resultados

-         Si, pero no exenta de complicaciones.

-         No me interrumpa por favor – el Abogado sacó una hoja del bolsillo derecho de su chaqueta y la consultó con parsimonia – como le decía, se considera una cirugía de resultados por lo tanto si no se consiguen esos resultados estará conmigo en que los pacientes deben ser indemnizados

-         Y usted estará de acuerdo conmigo en que en el caso de la paciente que nos ocupa el resultado, al final ha sido bueno – contesté alzando un poco la voz

Por primera vez intervino el otro Abogado continuando con los mismos argumentos de su colega

-          Aun suponiendo que tuviera razón que no es el caso, de todas las maneras no parece lógico que una operación de aplicación de una prótesis de silicona en ambas mamas, al fin y al cabo una cirugía menor, tenga casi seis meses de tiempo de recuperación y deje a la paciente con unas secuelas que le impiden hacer una vida normal.

-         En primer lugar si Usted considera la cirugía de reconstrucción mamaria como una cirugía menor es que no tiene ni idea, cosa que por otra parte es normal porque Usted es Abogado y no Cirujano, pero no creo que ningún Cirujano Plástico competente le pueda decir a Usted – en mi cara se empezaba a notar mi tremendo malestar por sus palabras – que es una cirugía menor y en segundo lugar yo he tenido oportunidad de revisar a la paciente cuando fue dada de alta y estaba perfectamente bien, naturalmente con sus cicatrices de las que por cierto fue avisada y lo firmó que mejorarían con el tiempo, pero que, en cualquier caso, siempre las tendría.

-         ¿Seguro que Usted avisó a nuestra clienta que después de operada no iba a poder hacer vida normal? – me preguntó el Abogado joven con una prepotencia insultante tanto por la chulería en la forma como en el fondo

-         Es imposible que avise a su clienta, para mi una paciente – esto último lo dije recalcando mis palabras – de una cosa que prácticamente nunca ocurre y que en el caso que nos ocupa es absolutamente falso.

-         Entonces Usted no admite el informe del Médico Forense que obra en nuestro poder que refiere que la paciente, además de unas importantes cicatrices que alteran su imagen corporal,  no puede hacer las labores normales de cualquier ama de casa  ¿no es cierto Señor Doctor? – él insistía en su manera chulesca de hacer las preguntas

-         Si el informe dice eso, cosa que dudo, naturalmente que no.

-         Es un informe dictado por un Perito – contestó sibilinamente

-         Que seguro que no es Cirujano Plástico

-          Con permiso de su Señoría – viendo el camino por el que discurría el interrogatorio y suponiendo que las preguntas que vendrían mas adelante seguro que iban a ser todavía mas agresivas, tomó la palabra mi Abogado Defensor tratando de mantener la calma y controlar la situación – lo que nuestro cliente quiere decir es que efectivamente pueden surgir complicaciones, como en cualquier cirugía pero si se solucionan con los medios adecuados las secuelas son mas o menos las mismas que si no hubieran surgido ¿no es así Doctor?

-         Si, es así – contesté algo mas tranquilo, aunque sabía que todavía no habíamos llegado al centro del problema y como si de un descenso de un río se tratase era consciente que estábamos en las primeras estribaciones y que el ritmo de la corriente y el caudal iría aumentando.

-         Como puede comprobar Señoría – el Abogado joven insistía en sus malas formas – los Cirujanos no son conscientes de los daños que provocan en los pacientes y como bien ha dicho el Doctor Cubiles es lo mismo que una cirugía se resuelva en una semana que en seis meses

-         Yo no he dicho eso – contesté esta vez si que alzando la voz.

El Juez interrumpió nuestro juego de preguntas y respuestas tratando de controlar la situación

-          Dr. Cubiles, le ruego por favor que contesté únicamente a las preguntas que se le formulen y en cuanto a Usted Abogado – consultó el folio próximo al ordenador – D. Gervasio Diaz procure no extralimitarse en su agresividad, de lo contrario me verá obligado a llamarle al orden. Continúe con sus preguntas por favor.

Para evitar males mayores y a mi me pareció que consciente de la forma bastante incómoda de preguntar, el Abogado D. Carlos Gomez tomó de nuevo la palabra y comenzó disculpando a su colega

-          Perdone Doctor si las preguntas le pueden resultar incómodas en cuyo caso le reitero nuestras disculpas, pero también tiene que entender que nosotros somos Abogados de una paciente que Usted ha operado y que nos transmite que no está conforme con el resultado y nuestra obligación es preguntarle porqué la operación no salió bien, simplemente esa es la pregunta

-         La Medicina y la Cirugía no son ciencias exactas y las infecciones se pueden producir por múltiples factores. Muchos de ellos previsibles y otros no. En este caso se produjo una infección que posiblemente comenzó en la piel y posteriormente se profundizó y ante la imposibilidad de detenerla con tratamiento antibiótico, hubo necesidad de retirar la prótesis derecha sin la seguridad de ser esa la causa de la permanencia de la infección pero si para evitar mayores factores de riesgo.

-         Le felicito por su explicación Doctor – el Abogado de mayor edad de todos los presentes parecía dominar la situación – pero si eso es así y yo no tengo porqué dudarlo lo que no entiendo es porqué corrió Usted con todos los gastos. No lo entiendo – la expresión de su cara iba tornándose mas dura – y la única explicación que a cualquier persona normal se le ocurre es que Usted se consideraba culpable por alguna razón que desconocemos y pagando todo trataba de evitar la denuncia ¿No le parece una manera de pensar razonable?

En ese momento, bueno posiblemente no solamente en ese momento, me di cuenta de los difícil que es dedicarse a este tipo de cirugía porque ser buena persona no es políticamente correcto. No se puede ser buena gente porque el resto lo entiende de una forma que es completamente distinta a como lo entendí yo. Vi a Pepa muy agobiada, por lo que me dijo que no tenía dinero, se acababa de separar del marido y encima aparecía una infección en una mama. Por supuesto que sabía que yo no tenía nada que ver, bueno tenía que ver porque la había operado yo, pero nada mas. Las cosas se habían hecho de una manera reglada, sin cometer ni un solo error y fue de esos días en que uno sale de quirófano satisfecho porque aunque la gente no lo sepa o si lo sabe no lo quiere reconocer, los Cirujanos también hacemos las cosas mal, claro que si, si no seríamos dioses y de esos por la calle circulan pocos y ya no digo que hagamos las cosas mal conscientemente, no, eso no, pero hay días que las cirugías se dan peor y eso es así. Ya se que muchos Cirujanos no pensaran igual que yo y doy por hecho que ningún Juez estará de acuerdo con lo que afirmo, pero es así. No se si los problemas de la calle son la causa, si es que ese día te levantas con el pié izquierdo, si es que el estado de ánimo influye, no lo se, pero lo que nadie me puede discutir es que unos días las cirugías van mejor que otros y eso que el Cirujano es el mismo, los ayudantes igual, la instrumentista no ha cambiado ni de peinado, el anestesista es el de todos los días, la clínica está en la misma calle y hasta el quirófano está en la misma planta, pero las cosas salen diferente ¿por qué? yo no lo se, pero en mi opinión es así.

En el caso de Pepa yo entendía, ya se que no debería de entenderlo así, pero uno es como es, entendía que efectivamente por mi culpa tenía que sufrir una segunda intervención, perdón, por mi culpa no porque yo lo había tratado de hacer lo mejor posible, pero por mi actuación, por la cirugía, porque ese día había tocado infección o por lo que fuera el caso es que tenerse que operar una segunda vez era una auténtica faena y como yo no podía minimizar su sufrimiento, no podía evitar las noches que a buen seguro pasaría sin dormir pensando en tener que volver a un quirófano, como tampoco podía asegurarla que quitándole la prótesis se acababan los problemas, yo estaba seguro que si, pero ¿se lo podía asegurar? lo normal era que si, pero ¿y si se volvía a infectar? En fin, que pensando en  todas esas cosas fue por lo que le dije que corría con todos los gastos. En aquella época yo tenía dinero, si fuera ahora aunque quisiera no se lo podría pagar, sabía que para ella era un tremendo sacrificio y a mi la verdad es que no me costaba prácticamente nada entre las rebajas de unos y otros y lo hice. No tengo ninguna otra explicación y si el Señor Juez cree oportuno que eso es un delito lo pagaré y ya está, pero vuelvo a repetir que uno es como es y aunque parezca mentira ojalá no cambie, aunque pensándolo fríamente tendré que cambiar. No me gustará ser de otra manera, pero inevitablemente tengo que cambiar porque esta manera de andar por el campo de la cirugía no lo entiende nadie, pero que le vamos a hacer. Lo peor es que así me ha ido. Tampoco creo que tenga que exagerar, porque por pagar una recambio de prótesis no estoy en la situación en la que me encuentro, pero lo que es indiscutible es que desde entonces no levanto cabeza y me voy, si, me tengo que ir de este país. No tengo mayor interés, pero no me queda mas remedio.

No tengo ni idea si todo esto lo dije en voz alta o fueron pensamientos íntimos, no me acuerdo, ni de las caras de todos los presentes en el despacho del Señor Juez, tampoco se si éstos argumentos les convencieron o no, no lo se, de verdad que no me acuerdo, pero de lo que si me acuerdo como si estuviera ocurriendo en este mismo momento es la voz, yo creo que emocionada, pero tampoco estoy seguro, que decía:

-          Se levanta la sesión. Listo para sentencia.




















CAPITULO 9.-

La consulta va de mal en peor y no tengo mas remedio que buscar fuera de Madrid porque aquí me da la impresión que ya he agotado todas las vías para encontrar un trabajo como ayudante de algún cirujano. ¿Mi matrimonio va bien? Si, mas o menos, desde luego mucho peor que hace un año, bueno pero eso es normal porque tengo que reconocer que no hay quien me aguante, menos mal que Carmen es una santa porque si no ya me habría separado y lo peor es que soy absolutamente consciente que el único culpable soy yo, bueno yo y lo mal que me van las cosas, pero yo. Si porque últimamente ando por la vida como si estuviera mal con el mundo, todo me parece mal y he llegado a un punto en que cuando vuelvo a casa cada noche nadie se atreve a preguntarme que tal me ha ido porque la contestación suele ser absolutamente incorrecta por  mi parte, pero es que no hay derecho lo que me está pasando, no hay derecho porque lo mas gracioso es que sigo siendo el mismo con muchísimo peor humor, por supuesto, pero sigo siendo yo, supongo que operaré igual que hace un año, no creo que eso se olvide así como así y sin embargo no veo un puñetero paciente. Es cierto que la campaña que emprendió en su día la famosa paciente de las mamas, la tal Pepi tuvo mucho que ver. Encima de indemnizarla con 18.000 € por decisión judicial aunque no hubo juicio después de la entrevista con el Juez, pero los Abogados debieron de llegar a un acuerdo y los que me defendían me convencieron que era la mejor solución para mi aunque me pareciera y me seguía pareciendo la mayor injusticia del mundo. Encima que está fenomenal, que no pagó nada, en mala hora se me ocurrió pero es la verdad, encima de todo eso le tuve que dar una indemnización y por si fuera poco la paciente, por no llamarla de otra manera, se fue por media España de plató en plató de televisión diciendo que le había hundido la vida, que la cirugía había sido un desastre y de ahí el resultado, que si no le había hecho ni puñetero caso, etc…etc y yo viéndola sabiendo que el resultado era francamente bueno y la muy ……, mejor no digo lo que pienso, no enseñando ni una sola de las cicatrices residuales porque estaban fenomenal, pero eso si, no entendía como después de lo sucedido con ella como era posible que yo siguiera operando, desgraciando la vida a otras que como ella habían confiado en mí y no se cuantas barbaridades mas y encima, según mis Abogados, era mejor dejar que la situación se tranquilizara y dejara pasar el tiempo porque si la denunciaba podía ocurrir que el Juez de turno le volviera a dar la razón. Además, la paciente no se cortaba un pelo y decía con nombre y apellidos el Cirujano que la había operado, que era yo naturalmente y con tanta entrevista tanto ella como yo fuimos super conocidos en todo el país y mucho mas en la zona de Madrid donde tenía mi consulta y la conclusión final es que en la consulta no entraba absolutamente nadie. En fin, prefiero dejar ese tema porque, como siga dándole vueltas y vueltas lo único que voy a conseguir es que me de un infarto cualquier día y ya era lo que me faltaba.

Como la situación no solo no mejoraba si no que se mantenía inalterable, un día se me ocurrió ponerme en contacto con un prestigioso Cirujano Plástico, muy conocido en Barcelona y lo primero que me dice es que para ejercer allí desde que dominan la ciudad los nacionalistas de un tripartito, me tendría que colegiar en Barcelona pagando 18.000€ a la Generalitat de los cuales el 10% tiene que ser en negro, tengo que tener nivel 4 de catalán, tener un piso de mi propiedad en Barcelona y después de todo eso un Comité llamado de Extranjería valorará si reúno los requisitos para ejercer y en caso de una resolución a mi favor, tendría que abonar el 40% de mis ingresos a un invento parecido a una caja para los pobres catalanes, no para el resto de personas de otros puntos de España o emigrantes de todas las procedencias, por aquello de que los ricos son los que tienen que sostener a los mas desfavorecidos.  Está claro, lo que quieren es que no vaya, pues muy bien que les vayan dando y ojalá les den la independencia, pero de verdad no eso de ahora de estado asociado o no se que historias y se mueran de  hambre. Ya está bien de tanto llorar. Si no quieren ser españoles que se vayan y tan amigos porque yo no tengo ni idea quien pierde mas o quien pierde menos pero lo que si que se es que la mayoría de la población, naturalmente no catalanes, está, mejor dicho, estamos hartos de tantos años de oir que el estado central les roba, que si ellos se merecen un estatuto a su medida y mil razonamientos mas que por lo que se ve no convencen ni a los propios catalanes porque cuando votan, nunca sale mayoría absoluta que lógicamente sería una condición imprescindible como para darles la independencia y se conviertan en los Paisos Cataláns y seguro que si lo consiguieran pedirían después Albacete y hasta Ceuta y Melilla porque si se les van haciendo concesiones ¿por qué no pedir eso e incluso parte de Marruecos y un trozo de Francia? ¡Que mas da!. Lo mas importante para mi era, en definitiva, que en Barcelona no encontraría ningún puesto de trabajo.

Segundo intento, esta vez en Albacete y Murcia. Las cantidades a pagar son menos, aproximadamente, 6000€, pero no se necesita ningún nivel de castellano, se supone que eso lo has aprendido desde la cuna y sobre todo no tienes que pasar por ningún comité de extranjería, pero es obligatorio tener residencia en ambos sitios, eso si, la casa no hace falta que sea de tu propiedad, con que sea alquilada les llega. Por supuesto colegiarme en cualquiera de las dos provincias, alquilar una consulta y a esperar.

Tercer y último intento en Avila donde no me exigen fianza alguna, tampoco tienes que tener tu domicilio habitual allí, pero solamente podría realizar Cirugía Reconstructiva, en ningún caso estética porque esa ya la hace uno que es el hijo del Presidente de la Diputación y por lo tanto, no necesitan mas Cirujanos Estéticos.

Así como la experiencia de Cáritas no pudo ser mejor operando sin cobrar a pacientes de lo más agradecido, mis visitas por provincias buscando trabajo de lo que sabía hacer, se convirtieron en un auténtico calvario. Procuraba quedar primero para no hacer el viaje sin más y luego no poder entrevistarme con nadie y a pesar de todo en más de una ocasión y en más de dos, no me recibieron sin darse cuenta que me había hecho bastante kilómetros hasta llegar a su ciudad. Procuraba ir en el coche de Carmen, bueno en el único coche que teníamos porque el Mercedes lo tuve que vender, en las cuestas abajo ponía punto muerto para gastar la menor cantidad posible de gasolina, comía algún bocadillo por ahí y si me daba tiempo volvía a dormir a casa. Fueron un par de meses que no se los deseo ni a mi peor enemigo. Nada de trabajo, Carmen cada día más preocupada, las niñas nerviosas y yo con una depresión de la que no sabía como salir.

Todavía un intento desesperado mas en la Embajada de Suecia pero al explicar que no domino el sueco, no me dejan ni sentarse y me explican que como se me ocurra ir sin permiso de trabajo a los diez días estoy de vuelta en casita.

Al final y como sin mayor interés me presenté en la Embajada Inglesa, de casualidad porque iba por la calle rumiando mis penas y se me ocurrió pasar a preguntar, total no tenía nada que perder  y  curiosamente no me pusieron muchas pegas, lo único es que su Colegio de Médicos, el inglés, una vez que valorase mi curriculum, me autorizase a ejercer. Había hecho tantas entrevistas que ya me daba igual. Yo creía que sabía inglés, para eso había estado en Inglaterra en varias ocasiones, pero cuando hablé con la Jefa de Negociado me di cuenta que tenía mucho que mejorar. Me entendía, algo es algo, pero se partía de risa con mis expresiones. Era una chica más joven que yo, tendría treinta años o a lo mejor alguno menos, con cara de inglesa de esas de libro pero que resultaba  atractiva. Era rubia, delgada, con una mirada profunda de esas que gusta hablar con ella porque sabes que va directa y no se anda con rodeos y encima muy simpática.  Para lo que estaba acostumbrado fue una charla entretenida, respetuosa y parece que después de contarle todas mis penas me dio algunas esperanzas o por lo menos yo lo entendí así. En un español que para mi quisiera que fuera igual mi inglés, me confesaba:

-           ¿Cómo me dijiste que te llamabas?
-         Andrés, ¿y tu?
-         Belinda
-         Muy bien  – me miraba a través de unos ojos claros perfectamente perfilados con un lápiz azul – me encantaría ayudarte pero creo que de momento no hay nada parecido a lo que tu necesitas, pero bueno ten esperanza porque aquí recibimos cada dos por tres ofertas de trabajo y para Médicos mas, pero si te parece me dejas tu curriculum y dentro de unos días nos vemos y te puedo responder con algo más concreto. Ahora mismo que yo sepa no hay nada, pero puede ocurrir que mañana aparezca alguna cosa. Es imposible saberlo
-         No sabes cuanto te lo agradezco porque ya no se donde recurrir.
-         No, no –hizo un gesto con la mano – no me agradezcas nada porque posiblemente no te pueda ofrecer nada interesante.
-         Bueno – contesté mientras me levantaba – por lo menos me has atendido,  me has escuchado y eso para para mí ya es bastante.
-         Entonces ¿me llamas el lunes?
-         ¿A estas horas te parece bien?
-         Perfecto. Hasta el lunes y anímate que te veo muy deprimido
-         ¿No te parece que tengo muchas razones para estarlo?
-         Posiblemente si, pero tienes que luchar. Como decís vosotros, metiendo la cabeza debajo del ala no vas a resolver nada
-         Tienes razón, pero ¿que quieres que haga?
-         No lo se, pero por lo menos animar esa cara que parece que en vez de venir a solicitar trabajo, parece que vienes a un funeral
-         Ya, pero es la cara que se me ha quedado
-         Animate y llámame el lunes. Espero que tengamos algo
-         Muchas gracias y hasta el lunes
-         Adiós.

Un día antes del que habíamos quedado recibí una llamada de teléfono de la Embajada Inglesa y Belinda, con la que hablé me comunicó que había una plaza para un Médico formado, que supiera inglés en un hospital de Londres. No tenía mucha más información, el sueldo era normal, por supuesto muchísimo mejor que en España pero lo importante era tener algo y desde allí, utilizar ese hospital como trampolín para encontrar algo mejor. Acababa de recibir el ofrecimiento esa misma mañana y me llamaba porque si me interesaba no se lo decía a nadie más y la plaza lógicamente era para mí. No dejé pasar ni un segundo y le contesté que me plantaba en Londres esa misma tarde si hacía falta.

-          No, hombre no – me contestó riéndose – que nosotros somos ingleses y hacemos las cosas bien.  Te mando la solicitud por correo electrónico y tú ya te pones en contacto con el Hospital y que te cuenten todo lo que quieras saber y si me permites un consejo yo preguntaría por el tema del alojamiento que posiblemente en Londres sea lo más caro, pero no te hagas ilusiones porque cuando no lo pone en la convocatoria lo habitual es que no ofrezcan nada de nada, pero pregúntalo por si acaso.
-         Belinda – estaba tan emocionado que se me saltaban las lágrimas y no sabía como agradecerle lo que estaba haciendo por mi – de verdad que te estoy superagradecido, no se si saldrá o no pero muchísimas gracias porque te has tomado interés y eso, para mi, es lo mas importante.
-         No exageres Andrés – yo no la veía pero suponía que se estaba ruborizando – al fin y al cabo yo lo único que hago es mi trabajo.
-         Bueno, bueno pero de todas las maneras muchísimas gracias
-         Solamente una pregunta Andrés – hubo un segundo de silencio entre ambos - ¿vas a ir solo o con la familia?
-         De momento solo, mas adelante ya veremos como evoluciona todo y si pudiera me gustaría que fueran mi mujer y mis dos hijas, pero de momento iré solo
-         Muy bien – otro segundo de intriga – eso facilita mucho las cosas
-         ¿Por qué?
-         Porque es mucho más fácil encontrar alojamiento para una sola persona que para toda una familia y por supuesto muchísimo más barato.
-         Claro, eso es lógico. Por cierto aprovechando que voy teniendo más confianza contigo, ¿te puedo pedir otro favor?
-         Tu dirás
-         ¿Podrías conseguirme la dirección de alguien que tenga sitio para mi en Londres?
-         La verdad es que ahora mismo no se de nadie, pero hay una página en Internet donde posiblemente puedas encontrar algo. No lo se
-         Nada, nada Belinda, no te preocupes que bastante favor me has hecho. Muchísimas gracias y en un minuto te mando el curriculum
-         Muy bien. Espero que el trabajo sea de tu agrado y seas feliz con tu nueva situación. Un beso
-         Muchas gracias – En el mismo momento en que dejó de sonar el teléfono pegué tal grito que Carmen, que estaba en la cocina vino corriendo creyendo que me había pasado algo y le di un abrazo tan fuerte mientras le contaba toda la conversación que un poco mas y le rompo un par de costillas.
-         Ya sabes que me alegro muchísimo por ti, pero espera a saber la oferta no vaya a ser que no sea lo que esperas
-         Ya verás como ésta vez sí que es la buena.


Como era de esperar llegó el momento de emigrar. Nunca pensé que llegaría. Tenía la esperanza, no sé porqué pero la tenía, que en el último segundo las cosas se arreglarían, no sabía como pero en mi fuero interno albergaba esa secreta esperanza, pero cada vez quedaban menos minutos. El clic de la maleta al cerrarla fue semejante al que supongo que sentirán los ingresados en el corredor de la muerte cuando les cierran por última  vez la puerta de la celda. Todo cambia de una manera absolutamente radical y  hay que afrontar esa situación nueva. Se acabó la esperanza, menos mal que las niñas estaban en el colegio. El beso de buenas noches de hace unas horas fue para ellas como demasiado fuerte y aunque me miraban con expresión como de no entender lo que estaba pasando, en el fondo ahora creo que algo se temían, pero si fue así desde luego no lo demostraron y solo me faltaba despedirme de Carmen. Después de muchas discusiones había logrado convencerla para que no me acompañara al Aeropuerto, nunca me han gustado las despedidas  y menos ésta que me imaginaba que sería por algunos meses. Sabía que iba a llorar, ¡que le voy a hacer! cada uno es como es y prefería hacerlo en casa que delante de todo el mundo. Carmen trataba de mantenerse serena, pero en sus ojos se notaba la intensidad del momento. Nos fundimos en un abrazo y lo único que hicimos fue llorar con lágrimas de rabia, de furia, de cabreo, de mala leche por la situación a la que nos habíamos visto abocados, de impotencia por no haber sabido buscar una solución mejor, de tristeza por tener que separarnos. Eran tantas las sensaciones que era difícil definirlas con palabras.  Es verdad que ambos sabíamos que Skipe es un instrumento maravilloso para parecer que estaríamos más cercanos, pero la distancia es la distancia y mas entre nosotros que desde que nos habíamos casado yo creo que no iba ni a comprar a la tienda de la esquina sin su compañía. De acuerdo que Londres está ahí al lado como me decían todos mis amigos y familiares, pero yo sabía que aquello era un cambio definitivo en mi vida. Si que hablaría con Carmen y con las niñas todos los días, como no, pero no es lo mismo. Tenía mucho miedo a la soledad, al fin y al cabo hacía muchos años que compartía mi vida con ellas y aunque la idea era estar muy poco tiempo solo y enseguida juntarnos fuera como fuera, una cosa es lo que se piensa y otra muy distinta es que los planes salgan como uno quiere. Ojalá fuera así, pero al menos de momento la cosa era muy distinta. Iba de prueba a un Hospital cerca de Londres, con un sueldo que  me garantizaba vivir, por supuesto sin ningún lujo y compartiendo piso con otra gente, pero que me permitiría poder moverme en la capital inglesa e intentar primero hacer el trabajo para el que me habían contratado y con el tiempo ir buscando alguna cosa mejor.

 Conseguí una habitación individual a través de Internet en un piso compartido y parecía que mis futuros compañeros eran gente seria y más o menos de mi edad lo cual me parecía importante.

Un beso intenso pero fugaz y al taxi que me esperaba en la puerta desde hacía por lo menos diez minutos. El viaje hasta el aeropuerto fue rápido y en nada estaba paseando por las tiendas libres de impuestos una vez pasados el control de pasaportes y de equipaje. Iba con tiempo suficiente, pero siempre que viajaba prefería que fuera así porque eso de llegar al avión con el tiempo justo debe ser, y digo debe ser porque a mí nunca me había ocurrido, una sensación muy agobiante. Me gustaba llegar tranquilamente, facturar y tomarme un café sin agobios, eso sí, siempre en compañía de Carmen y esta vez no tenía la necesidad de pasearme por las tiendas para que me comentase lo barato que era ese perfume, o mil cosas que según ella no las vendían en España.

Vuelo de Iberia con destino Londres puerta 36. Ahora si que si, ya no había esperanzas de nada, tocaba empezar otra vida y rezar para que fuera mejor. Me senté en mi asiento después de colocar en la bandeja de encima mi gabardina y un maletín con cuatro cosas y cerré los ojos esperando el comienzo del vuelo y por mi cabeza pasaron, como si fueran diapositivas, millones de imágenes de mi vida anterior, pero de una manera desordenada, lo mismo veía a una de mis hijas recién nacida que a Carmen recogiendo el instrumental después de una cirugía rutinaria, el cuarto de estar de mi casa con la tele al fondo o aquel viaje con motivo de un congreso que hicimos Carmen y yo a la República Dominicana o recuerdos de mi época en el Hospital. Todo pasaba como muy deprisa, pero, al final, siempre terminaba en el despacho del Juez. Era una imagen que permanecía fija en mi cerebro como si fuera la causa de todas mis desgracias cuando yo sabía que no era así. Si que podría ser el principio del final de esa primera etapa de mi vida, pero en ningún caso tenía que ser perjudicial para mí. Posiblemente sí que fuera como la traca final de una serie de problemas ocurridos pero  antes habían explotado multitud de petardos en forma de situaciones que cada día se iban haciendo más y más negativas. El recuerdo de la consulta completamente vacía, un día sí y otro también, pesaba como una losa y hacía que mi frustración fuera en aumento. Eran tantas las emociones que se agolpaban en mi cerebro y tanto el stress pasado que me quedé completamente dormido.

Un pequeño golpe en mi brazo izquierdo hizo que me despertara y a través de la ventanilla puede apreciar la presencia de la ciudad de Londres. Estaba prácticamente llegando a mi destino y mi vecino de asiento sonreía

-          Perdone que le despierte, pero le veo tan profundamente dormido que he preferido avisarle que en cinco minutos aterrizamos en Londres
-         Se lo agradezco, porque efectivamente me había quedado dormido como un tronco.

En el control de pasaportes tuve necesidad de enseñar mi contrato de trabajo lo que provocó una sonrisa de complicidad del funcionario quien me lo devolvió deseándome una buena estancia en Inglaterra. Ya desde el primer momento me di cuenta que mi inglés dejaba mucho que desear pero suficiente para entender, más o menos, lo que me decía y precisamente para perfeccionarlo y comenzar desde el primer minuto, decidí coger el metro hasta el centro. Anduve unos pocos metros, la lluvia era persistente pero no muy intensa pero si lo suficiente como para darme cuenta que el tráfico en Londres era por lo menos igual, si no peor, que el de Madrid y ya me hubiera gustado dar un paseo por el centro de la ciudad, pero era una misión imposible y encima llevaba una maleta, el pequeño maletín y la gabardina, solo me faltaba el paraguas.

Afortunadamente el piso donde me alojaría estaba muy cerca de una estación de metro y en pocos minutos estaba llamando a la puerta. El portal no estaba mal, una escalera al fondo daba entrada a los diferentes pisos y a un amplio ascensor. El descansillo de la escalera del cuarto piso era igualmente amplio y cuatro puertas lo delimitaban. Yo iba a la puerta cuatro y al llamar pude darme cuenta que alguien me estaba observando a través de una amplia mirilla de latón dorado. Después de unos segundos, la puerta se abrió y apareció un hombre, más o menos de mi edad, vestido con pantalones de pana, un jersey de cuello vuelto y unos mocasines marrones quien en un correctísimo español me recibió con una amplia sonrisa:

-          Supongo que tú eres Andrés Cubiles ¿me equivoco?
-         No, no te equivocas – le contesté –
-         Muy bien – me dejó pasar ayudándome con la maleta – considérate como en tu casa. Perdona que no me he presentado. Mi nombre es Javier Cardama y voy a ser uno de tus compañeros de piso.
-         Encantado – respondí mientras avanzábamos por un largo pasillo en el que se alineaban diferentes puertas.
-         Si te parece te enseño tu habitación, te organizas un poco la ropa y luego charlamos, aunque las condiciones creo que ya las sabes ¿no?
-         Si – me indicó cual era la puerta de mi cuarto – por Internet me comuniqué con Alvaro Cortés y mas o menos me explicó todo, pero bueno, me parece bien. Me gustaría darme una ducha, hacerme un poco a la idea que estoy aquí y después si quieres nos vamos a tomar algo por ahí.
-         Tenemos tres cuartos de baño y cinco dormitorios, tres individuales y dos compartidos. En total, ahora mismo vivimos siete y tenemos una señora que viene tres días a la semana y se encarga un poco de mantener la casa mas o menos limpia, pero bueno, dúchate y luego hablamos ¿de acuerdo? Cuando estés preparado me llamas a aquella puerta que es la de mi habitación y seguimos charlando.
-          
Empujé la puerta de mi cuarto y enseguida me di cuenta que, casi con toda seguridad, iba a estar bien. Era una habitación normal de tamaño, desde luego para uno estaba muy bien y  mas para mi que iba con la idea de hacer mas guardias que nadie para traerme cuanto antes a la familia,  una cama al fondo rodeada por una amplia estantería de madera de color gris, una mesa con un cajón central grande y tres laterales algo mas pequeños, una ventana delimitada por una cortina blanca por la que entraba la escasa luz que en ese momento iluminaba la capital inglesa y un armario amplio con un espejo en la parte interior de una de las puertas, una barra para colgar a un lado y una fila de cajones al otro con dos espacios pequeños en la parte inferior que supuse que sería para los zapatos. En las paredes de un blanco inmaculado solamente dos marcos con dos fotos, una con motivos de caza y otro con una especie de galeón que surcaba un mar de intenso color azul. Una luz en el techo cubierta con una especie de pantalla que parecía de un papel como satinado y un flexo a la izquierda de la mesa completaban la decoración. Una puerta daba a un cuarto de baño normal. No serían los azulejos que yo pondría en mi casa, pero estaba limpio y bastante nuevo. Ese sería mi cuarto de baño porque en el contrato era una de las condiciones. Dejé la maleta encima de la cama y me senté en una de las dos sillas de las que disponía. Bueno, ya estoy aquí y tengo que ser fuerte. Si, ya lo se, tampoco es para ponerse así. Tengo casi cuarenta años y vengo con un contrato de trabajo ¿eso es motivo para estar triste? Por supuesto que no pensaría cualquier persona pero en mi situación era diferente porque desde hacía unos años iba para abajo a una velocidad de vértigo. Hasta entonces tenía que reconocer que había tenido una vida cómoda, con una capacidad adquisitiva bastante mejor que muchos de mi generación , pero la vida da muchas vueltas y la realidad es que estaba en la situación que estaba y no había mas remedio que sacar adelante a mi familia fuera como fuera  y eso  lo mas importante. Unos meses y enseguida me buscaré una casa y podrán venir Carmen y las niñas con lo cual todo será mucho mas fácil. Hombre de momento es lógico que esté triste y para que te voy a engañar tengo unas ganas de llorar que no se si me voy a poder aguantar, pero es lo que hay. En fin, voy a intentar poner en orden un poco todas mis cosas y me voy a dar una ducha fría para empezar lo mejor posible. Poco a poco fui sacando de la maleta todo su contenido, dos chaquetas , varias camisas blancas, dos trajes, dos pantalones vaqueros, alguna camisa de cuadros, cuatro jerseys y varios calzoncillos al igual que seis o siete pares de calcetines. Tres pares de zapatos y tres corbatas completaban mi ajuar para ese tiempo que presumía corto. Una bolsa de aseo y dos toallas al igual que unas zapatillas de paño serían mis compañeras hasta el cuarto de baño. La ducha era razonablemente buena, el agua tremendamente fría pero me vino muy bien para aclarar mis ideas y después de derramar algunas lágrimas, afeitarme con tranquilidad y darme una buen loción de una crema para después del afeitado, me puse unos vaqueros con una camisa de cuadros azules y blancos, un jersey de lana y unos zapatos para la lluvia, llamé a la puerta que me había indicado mi ya  compañero Javier Cardama que en ese momento estaba ante su ordenador tratando de ver su correo electrónico. Al oír mi llamada se levantó y me invitó a entrar aunque menos de un minuto porque enseguida me acompañó a ver el resto de la casa y tengo que reconocer que me gustó, no solo la casa si no también el único compañero de piso que hasta ese momento conocía. Según me dijo era de Zaragoza aunque llevaba varios años danzando por ahí, soltero desde hacía cuatro  años, aunque antes estuvo casado con una suiza que lo dejó por un griego que conoció en el banco donde ambos trabajaban en Manchester, sin hijos, informático de profesión aunque realmente lo que dominaba era la bolsa y por eso tenía un buen puesto en una empresa de inversiones. Alguna vez había pensado en irse a vivir solo, incluso en una ocasión hacía por lo menos año y medio lo había intentado pero se volvió porque no era capaz de superar la tensión de llegar a su apartamento y no tener con quien comentar los sucesos del día a día y a los dos meses se volvió a este piso donde se encontraba francamente bien y rodeado de muy buena gente. Javier era un excelente conversador, seguro que si, pero no paraba de hablar y hablar. A mi me pareció muy bien porque así solo me tenía que limitar a escucharle y mientras hablaba sin parar me fue enseñando el resto de la casa. El piso estaba muy bien,  los techos un poco altos pero al tratarse de una vivienda antigua y en el centro de Londres era natural que fuera así.  Además de los dormitorios, que lógicamente no me los enseñó, el piso tenía un amplio salón comedor y una cocina no muy grande pero con lo necesario para que si alguien quería cocinar pudiera hacerlo sin problemas

-          No es mi caso – Javier sonreía casi permanentemente – porque como todos los días en mi trabajo y por la noche tomo un sándwich o salimos a tomar algo por ahí y mejor para todos porque a mi eso de la cocina no se me da nada bien, entre otras cosas porque no me gusta y encima en esta casa tenemos la suerte de tener como compañero, además de los otros que ya te los iré presentado, a Ignacio Soroa que como buen vasco cocina de miedo y casi todos los fines de semana hace unos platos exquisitos para todo el que quiera.
-         Yo, desde luego, no se ni freir un huevo, pero vengo dispuesto a colaborar en lo que sea aunque me imagino que comeré y posiblemente también cene todos los días en el Hospital.
-           Me dijiste que eras Médico ¿no?
-         Si.
-         No sabía que los Médicos también tenías que buscaros trabajo por ahí – Javier hacía sus razonamientos mientras se calzaba unas gruesas botas y se abrigaba con un jersey y un plumas - ¿nos vamos? Si te parece tomamos algo en nuestro pub habitual y seguimos hablando.
-         Por mi no hay ningún inconveniente, aunque tengo que llamar a mi mujer para decirle que he llegado bien.
-         Es natural, pero te recuerdo que aquí ahora son las seis de la tarde.
-         Ya eso es otra de las muchas cosas a las que me tendré que acostumbrar.
-         Si, pero eso no es problema, en cuatro días ya estarás adaptado.

En la calle hacía un frío espantoso y una lluvia fina de la que todo el mundo dice que es la típica en Londres, no muy importante pero si lo suficiente para llegar calado hasta el pub donde mi compañero de piso me había dicho que tomaríamos algo.

-          Ya hemos llegado
-         Muy bien – contesté a la vez que empujaba una puerta con unos cristales de diferentes colores, pero  lo suficientemente oscuros como para no dejar ver el interior. Dentro hacía calor, tampoco mucho pero lo justo para dejar los anoraks en un perchero. Paraguas no llevábamos ninguno de los dos
-         Para que – Javier ya estaba buscando una mesa donde tomar algo – aquí si llueve te mojas quieras o no porque no llueve para abajo como en todas partes, no, aquí llueve como de lado y entre eso y un poco de viento la mojadura está asegurada, pero bueno, esto es Londres y hay que aceptarlo, otra cosa diferente si esto te pasa en Sevilla.
-         Tienes razón.

Nos sentamos en una mesa que nos indicó el camarero con una seña desde la barra. Estaba situada al fondo, era para cuatro, pero para Javier no había problemas porque enseguida aparecerían otros españoles y se completaban los comensales. De momento estábamos los dos solos. El pub estaba como a tres manzanas de nuestra casa, mas o menos quince, veinte minutos andando, era acogedor, muy inglés con los típicos grifos esos de whisky, ginebra, tónica etc a un lado de la barra, supuse que tendría que ver algo con el equipo de futbol del barrio porque estaba lleno de fotos de diferentes jugadores, una bandera, distintas bufandas y hasta una especie de trompeta de esas que utilizan los forofos para animar. Tenía poca luz en conjunto, pero cada mesa tenía su propia lámpara lo que permitía comer con la suficiente iluminación. La calle estaba desierta y a través de la ventana se veían una hilera de casas típicas inglesas de dos plantas con una puerta después de ascender dos o tres peldaños. La verdad es que la zona tenía buena pinta y lo único era saber si desde allí hasta el Hospital había una buena comunicación porque si no y por lo que había visto en un mapa, estaba bastante lejos.