¿Le contará Fernando su aventura? y Mamen ¿le contará la suya? Supongo que los próximos capítulos que ya serán en el 2015 saldremos de dudas porque ahora me voy a Cedeira a pasar el Fin de Año o sea que lo paséis lo mejor posible, comer por lo menos doce uvas que con esto de la crisis lo mismo tocamos a seis y que seáis felices o por lo menos intentarlo.
¡Ah se me olvidaba! ¿os acordáis que hace poco os conté algo de una nueva novela que empecé hace poco de un Cirujano Plástico que tenía que emigrar y no se que? bueno pues me parece un rollo y he decidido que voy a escribir otra cosa, pero que conste y ya os lo enseñaré que el principio queda como muy bien, pero se acabó. Parezco el tal Fernando. En fin, continuaremos el año que viene
FELIZ 2015
Un abrazo
Tino Belascoain
CAPITULO 54.-
Mamen recordaba sus
primeras entrevistas con Alvaro Cuesta, el Médico de la UVI. Desde el primer
momento, le pareció un hombre interesante y sobre todo muy buena persona,
parecía como que era capaz de ponerse en el lado de la familia del paciente, lo
que no hacía casi ningún Médico, entendía que fueras pesada y que todos los
días preguntases lo mismo y siempre tenía una sonrisa a flor de piel como una
brisa de aire fresco en un lugar donde las alegrías se contaban con los dedos
de una mano. Son de esas situaciones que se notan en la que se establece una
especie de relación desde el primer minuto. Una atracción mutua que no se
expresa con palabras, pero que se adivina en los gestos y en la manera de
explicar la situación del paciente. En ningún caso existe interés personal,
pero si una persona te cae bien, el trato es diferente, no es que sea mejor,
pero es diferente, como con mas interés, dedicándole algún minuto mas, pequeños
detalles que hacen que la estancia en la
UVI se haga mas llevadera. Con la intuición femenina
habitual, Mamen se dio perfecta cuenta que la miraba con curiosidad y que su
entrada en el pequeño despacho le había producido una impresión favorable,
claro que ella lo entendía viendo lo que había en el pasillo, gente con mala
pinta, algunos gitanos que alteraban la tranquilidad del lugar con sus gritos y
lamentos, personas de la España
real, trabajadores normales y corrientes que veían alteradas sus vidas por una
enfermedad que los mantenía ingresados en un Hospital de la Seguridad Social.
Sus problemas serían los que fueren, pero en nada parecidos a los de Mamen o a
los del Dr, Cuesta. Estos se movían en una escala social diferente y enseguida
fueron conscientes de ello. Egoistamente a Mamen le venía muy bien, porque la
información era privilegiada y cuando era mas consciente de todo aquello es
cuando no estaba de guardia. Las tardes se hacían interminables y solo a última
hora y ya con el cambio de turno, alguna enfermera le explicaba que Fernando
estaba razonablemente bien, pero no era
igual. Aquellos cafés en el despacho del Cardiólogo de Guardia, las charlas
sobre cientos de temas, los ratos agradables interrumpidos por alguna llamada
desde la Urgencia ,
se iban haciendo norma y hasta algún Domingo el Dr Alvaro Cuesta se acercaba
hasta el Hospital con la excusa de hacer algún trabajo o de revisar alguna
historia clínica y departía con ella amigablemente. La verdad es que Mamen se
encontraba a gusto en su compañía y aun después de abandonar el Hospital, se
veían con alguna frecuencia. Nunca quedaban, pero ambos sabían que, por lo
menos un par de días a la semana, a la hora del café, coincidían en Goya 43, una
conocida cafetería situada en el centro de
Madrid. Ella salía de compras y él se hacía el encontradizo como si no
supieran ninguno de los dos que los jueves a las siete y media estaban en la
cafeteria. Al principio, las conversaciones siempre giraban alrededor de
Fernando y de su infarto, pero con el paso de las semanas, los temas personales
se iban abriendo camino y los problemas afloraban a la superficie como si de
una consulta de un psicólogo se tratase, aunque con intercambio de
especialistas, uno días era él el psicólogo, la mayoría, y otros ella. Ambos con bastante sentido común
trataban de ayudarse mutuamente. La relación se iba haciendo cada vez mas
estrecha y en ocasiones las visitas se veían complementadas con interminables
llamadas telefónicas que el D. Cuevas le hacía desde el Hospital y siempre en
horario de trabajo en el que habitualmente Fernando estaba fuera de casa. En
ningún caso pensaron que aquello terminaría en algo concreto. Estaban a gusto y
era suficiente, pero curiosamente ninguno de los dos contaba a sus respectivas
parejas aquellos encuentros y sin darle mayor importancia, no se lo contaban
porque no, pero tampoco tenían ningún sentimiento de culpabilidad. Para Alvaro, Mamen era una madre de familia,
con dinero, con un fondo de profundo respeto a su marido, pero aburrida de la
vida que llevaba. Todos los días lo mismo, repetía con frecuencia, mientras él
insistía en que la convivencia tenía que ser difícil, sobre todo con alguien a
quien ves muy pocas horas al día.
- ¿Pocas horas al día? – Mamen se reía, aunque
maldita la gracia que tenía aquella situación – hay días que llega cuando estoy
durmiendo y casi no nos damos ni las buenas noches.
- ¿Y tú porqué se lo consientes?
- ¿ Y que quieres que haga?
- Yo que sé – Alvaro en esos casos se mostraba
bastante crítico y no dejaba mucho margen para la discusión – Bueno, si que lo
sé, mandándolo a freir puñetas y buscándote la vida de otra manera. Piensa que
todo esto pasa muy deprisa y que en cuanto te quieras dar cuenta estás en el
hoyo.
- Alvaro no seas pesado – Mamen bebió un poco
de té – siempre que sale este tema me cuentas la misma historia y ya te lo he
dicho muchas veces, no estoy de acuerdo con la vida que llevo, no me gusta, me
aburro, me parece que soy un cero a la izquierda para Fernando, pero las cosas
no son así, tengo unos hijos a los que quiero con locura e incluso a Fernando,
a pesar de todo, también le quiero, aunque no se si se lo merece, pero no se
puede coger la puerta así como así y ahí te quedas y encima, tú no cuentas que
yo no tengo ninguna carrera y de algo tendría que vivir.
- No se, a lo mejor lo que digo es una
barbaridad, pero una mujer como tú no se merece no ser feliz y creo que tienes
derecho a planteárselo y entre los dos buscar la solución.
- Pero, si no hay manera de estar juntos mas de
cinco minutos. Siempre está ocupado y en cuanto pretendes hablar o está muy
cansado o mañana nos vemos o te cuenta cualquier historia, pero se escabulle
como gato panza arriba
- ¿ Y seguro que no tiene por ahí otra?
- ¡Que va! ¿a que hora? Hubo una temporada que
lo pensé, pero analizando sus agendas era imposible. No, él está a gusto así.
Está educado para trabajar y lo demás es complementario en su vida. Es triste
pero hasta yo soy un objeto en relación con su trabajo. Tiene las camisas
limpias, los trajes planchados, los zapatos limpios ¿qué mas puede pedir?
- Bueno, pero eso no es así porque eso mismo lo
haría una asistenta por horas
- Hombre, Alvaro, no me valores tan poco –
Mamen se alisó el pelo con su mano derecha – al fin y la cabo soy la madre de
sus hijos.
- Si, pero por lo que me cuentas, efectivamente
le has llenado, o mejor dicho, te has llenado de hijos, pero tampoco les hace
mucho caso
- Si, si que les hace, lo que pasa es que no
los ve y así es difícil disfrutar de los niños y además ahí si que no se le
puede poner ni un pero, les compra todo lo que piden y soy yo la que tiene que
cortar, porque si por él fuera no les dejaba de conceder ni un solo capricho.
- Bueno, yo, afortunadamente para mí, no tengo
hijos, pero lo bonito es jugar con ellos, verlos crecer, enseñarles a montar en
bicicleta y esas cosas ¿no?
- Al fin y al cabo eso es de lo que estamos
hablando, lo de menos es tenerlos, sino educarlos y eso es cosa de dos y en mi
caso es solo de una que soy yo
- Ya – Alvaro llamó al camarero - ¿quieres
tomar algo más?
- No, hoy tengo un poco de prisa
- Bien, nos trae la cuenta.
Alvaro y Mamen se
levantaron y se despidieron hasta otro día con un beso en la mejilla, pero los dos sabían que ese día sería el
viernes a las seis y media y hoy estaban a martes.