CAPITULO 19.-
- ¿ Que tal Fernando? Hacía unos días que no te
veía con esto del Concierto con España estoy siempre muy ocupado y llego a casa
a las mil y una ¿cómo van esos exámenes?
- Bien, muy bien – Fernando observaba a su
padre que con un batín escocés y una copa de coñac en la mano parecía tenderle
lazos de unión para que se abriera a él y le contara de todo y por su orden –
Hoy hemos tenido uno de Geografía e Historia y creo que me ha salido bastante
bien.
- Así me gusta, que se note que eres un
Altozano y lleves el apellido con orgullo para honra de la familia – D.
Fernando Altozano padre se entretuvo unos segundos en arreglarse el pañuelo que
hacía las veces de corbata y después con gestos estudiados se paseó alrededor
de su hijo sorbiendo pausadamente el coñac que estaba depositado en la copa de
balón que sostenía con su mano derecha – tengo que confesarte que estamos tu
madre y yo muy contentos con tu comportamiento en el colegio y eso que al
principio teníamos nuestras dudas que con tanto cambio te influyera
negativamente, pero está claro que no ha sido así de lo cual nos alegramos
porque tu futuro depende de ti y si te sacrificas ahora, ya verás como la
carrera la haces sin problemas porque la base es lo mas importante. Por cierto,
¿sigues pensando en hacer Derecho?
- Si, aunque últimamente estoy dándole vueltas
y a lo mejor me decido por Filosofía y
Letras porque así vamos juntos a clase Benito y yo.
- Bueno, el que lo tiene que decidir eres tú y
todavía te quedan algunos años, pero piensa que si haces Derecho yo te puedo
ayudar e incluso te podría recomendar para que te especialices con algún amigo
mío. En cambio con Filosofía es mas difícil, pero, en fin, tiempo tienes para
decidir lo que mas te guste, pero nunca hagas las cosas por otros porque lo
mismo Benito decide cambiar de carrera y ¿tú que haces?
- Papá, que cosas tienes ¿como me va a dejar
plantado si somos íntimos?
- Mira, hijo – D. Fernando le pasó la mano por
los hombros – la vida da muchas vueltas y desgraciadamente las cosas no son
siempre como uno quisiera y a lo mejor cambia de opinión o incluso no cambia
pero por las razones que sean tiene que hacer otra cosa y tú ¿qué?
- Pues la verdad es que nunca lo había pensado,
porque Benito y yo estamos siempre juntos y eso no pasará porque Benito sin mí
en un examen seguro que lo suspenderían porque copia como un enano.
- ¿Cómo es eso?
- Pues así, en todos los exámenes, desde hace
seis meses que nos conocemos, primero lo hago yo y luego se lo paso y él
escribe lo que le da tiempo que, casi siempre, es todo o la mayoría y así va
aprobando.
- Ya – el padre le miró directamente a los ojos
- ¿y tú crees que haces bien?
- Claro que hago bien ¿ tú no harías igual?
- Mira Fernando, ahora
tienes catorce años y todo te parece solidaridad, compañerismo y todo eso, pero
con el tiempo, y siento ser tan pesimista, te darás cuenta que la vida es otra
cosa, que los tiempos que nos han tocado vivir son muy difíciles y que cada uno
se tiene que buscar la vida sin contar con los demás y mira que a mí me cae
bien Benito, pero creo que le estás perjudicando porque ¿no te das cuenta que
le estás haciendo un vago? ¿para que va a estudiar si tú le pasas el examen?
- Es que dice que se sienta todos los días pero
que no le entran las lecciones.
- Ya, eso dicen todos los que no cogen un
libro.
- Pero es verdad – Fernando hijo no aceptaba la
teoría de su padre y defendía a su amigo con el ardor de sus catorce años –
muchas veces nos quedamos en el estudio del colegio y yo le veo que no levanta
la cabeza del libro.
- Mira Fernando, no lo defiendas porque no
tiene defensa. Tontos por la gracia de Dios hay muy pocos y la mayoría son unos
vagos de tomo y lomo, pero bueno, allá tú. Si quieres seguir engañándote y
sobre todo engañándose él a si mismo, seguir igual, allá vosotros, pero creo
que sería mejor que te cambiaran de sitio en clase y tu amigo sacara las notas
que se merezca dependiendo de lo que estudie.
- Ya, pero no puedo - Fernando se levantó de la
silla y se acercó a su padre - ¿sabes lo que me dijo una vez?
D. Fernando miró a su hijo
con cariño tratando de ponerse en su edad y en su mentalidad y admirándole por
ser tan buena gente.
- Pues me dijo que desde que me había conocido
su vida había cambiado porque hasta entonces se llevaba muy mal con su padre y
desde que sacaba buenas notas se había vuelto como mas simpático y ya no le
amenazaba con llevarlo de veraneo con la novia y la madre de la novia que
fijate que plan.
- Pues peor me lo pones, Fernando, porque ahora
si que es casi una obligación para ti el dejarle solo en un examen, porque se
está construyendo un castillo en el aire y cualquier día se derrumba y tú serás
uno de los culpables.
- ¿Yo? Jo Papá, vaya día que llevas. Solo
faltaba que encima que le soplo todos los exámenes fuera el culpable de algo.
- Si,hijo, si. A ti te parece que no pero yo
como padre tengo la obligación de decírtelo, porque se puede hacer feliz a
alguien, pero nunca a base de mentiras. Fijate que tu postura me parece
sensacional y demuestras que tienes un gran fondo, pero sigo pensando que estás
equivocado y Benito mucho mas que tú. Desgraciadamente en la vida hay
evaluaciones todos los días y tu amigo se va a pegar una buena bofetada el día
que se quede solo y por eso es por lo que te digo que cuanto antes mejor. Pero,
te repito que tu postura me parece magnífica.
- Ya, Papá, todo ese rollo me parece muy bien,
pero ¿qué puedo hacer? – La expresión del niño que se iba haciendo hombre era
triste y en sus ojos se adivinaba una súplica que fue inmediatamente captada
por su padre – Benito se ha acostumbrado a ponerse a mi lado y no se como
decirle que no.
- Te comprendo muy bien y estoy de acuerdo que
el tema no es fácil de resolver, pero cuanto antes sea, mejor. Una fórmula
podría ser que para el próximo examen estuvieras enfermo o que llegaras tarde.
En fin, no lo sé, pero algo tienes que hacer.
El timbre del teléfono
interrumpió la conversación y según le iban dando las noticias a D. Fernando,
este iba cambiando de color y en sus ojos se adivinaba una expresión sombría
que se iba acentuando con el paso de los minutos.
Fernando veía a su padre
como un ídolo y viéndole pegado al teléfono se lo imaginaba hablando con alguna
autoridad española que le transmitía malas noticias. Al principio se mantenía
distante, pero poco a poco se fue metiendo en la conversación
- ¿Y que podemos hacer nosotros desde aquí?
- ………….
- Eso es una barbaridad, tenemos que buscar
otra excusa porque esa no se la va a creer nadie.
- ……………
-
Pero no digas tonterías, Manolo, ¿cómo le voy a decir yo a los
periodistas que han fallecido diecinueve compatriotas en una manifestación
pacífica? ¿no te das cuenta que eso es imposible?
-
…………………
-
Bueno, está bien – Fernando Altozano se aflojó el nudo de la corbata –
no, no, si no hay ningún problema, yo convoco una rueda de prensa y les explico
lo que ha pasado, pero tendré que dejar una puerta abierta por si el conflicto
se generaliza y tenemos un auténtico caos. En fin, mantenme informado porque
cualquiera sabe lo que puede pasar.
El Encargado de Comercio
de la delegación española en Londres, se sentó en el sillón y cerró los ojos.
Fernando, el hijo le miraba con preocupación en espera de noticias pero su
padre parecía sumido en una profunda reflexión.
- ¿Qué pasa, Papá?
- Nada, hijo, nada. Son cosas difíciles de
entender y más para un niño de tu edad, pero las dictaduras tienen esas maneras
de actuar y así pasa lo que pasa. Uno puede intentar mantener la autoridad,
pero no a base de palo y tentetieso porque así no vamos a ninguna parte.
- ¿Pero es verdad que han muerto diecinueve
personas?
- Si, sí, hijo mío. Parece ser que los
trabajadores del metal organizaron alguna huelga, la policía ha acudido con
prontitud y ha actuado con dureza y como consecuencia de ello, diecinueve
personas han resultado muertas, dos policías y diecisiete manifestantes.
- Jo, Papá, parece imposible lo que me cuentas.
Yo he visto aquí montones de líos en las calles y la policía utiliza porras y
cosas así, pero nunca los he visto con pistolas.
- El problema es que el sistema político es
diferente en Inglaterra que en España y lo que aquí se entiende como una
protesta contra alguna forma de explotación del trabajador y la gente lo dice
tranquilamente en la calle, en España
todo se entiende de manera diferente y un poco por culpa de los
Sindicatos y otro poco por culpa del gobierno que, enseguida cree que lo van a
derrocar, el caso es que así no se puede seguir. En todas partes existen unos
derechos de los trabajadores y se quiera o no, no queda más remedio que ir
modernizando todas las estructuras del estado porque de lo contrario nos las
van a dar todas en el mismo carrillo.
- Papá, pues que lo hagan pronto porque sinó
habrá otra guerra ¿no?
- Espero que no, porque ya se cometieron
bastantes barbaridades como para volver a nuevos enfrentamientos entre nosotros
y eso que en nuestra familia tuvimos suerte y pudimos salir de España antes de
todo el follón, pero fíjate, por ejemplo, tu amigo Benito. Para esa familia si
que la guerra fue una ruptura total
porque no solo mataron a muchos de sus miembros, sinó que encima tuvieron que
salir con lo puesto y empezar una nueva vida aquí y eso sí que es difícil.
- La verdad es que a los mayores no hay quien
os entienda. Primero se organiza una guerra que a nadie le pareció bien y por
lo que me cuentas para lo único que sirvió es para que unos cuantos vivieran
mejor y otros tuvieran que emigrar casi con lo puesto y en nada, en muy pocos
años, las cosas se ponen igual y se plantean las mismas soluciones que no
valieron hace ese tiempo. Lo siento, Papá pero no te entiendo.
- Hijo mío, sin darte cuenta acabas de hacer un
tratado de filosofía política y tienes toda la razón, pero, desgraciadamente,
en la vida no todo es tan claro como a ti te parece. Hay muchos intereses
comerciales, alianzas entre países y un montón de circunstancias que a tu edad
son difíciles de entender, pero ya verás como irás aprendiendo y con el tiempo,
te repito que desgraciadamente, pensarás igual que yo y ahora perdóname porque
tengo que redactar un informe que mañana tengo que entregar en la Embajada. Luego te
veo.
Fernando se retiró a su
habitación y tumbado en la cama soñó con un país en que la gente viviera en
paz, repartiéndose las ganancias entre todos y resolviendo los problemas
mediante asambleas a mano alzada y que
el Presidente era uno más y que hasta muchos días comía en las casas de los que
le habían votado y se contaban mutuamente sus problemas. Al poco, un sopor
comenzó a invadirle lentamente y se quedó placidamente dormido.
¡¡Hay que ver!! Lo que hay que hacer para educar a los hijos, y nunca se acaba. Cada edad tiene su truco y todas son importantes. Muy buena la conversación de padre e hijo.
ResponderEliminarHasta la próxima.
Un abrazo
Educar a Fernando no es muy complicado; es una joya de chico; otra cosa es el pobre Benito. Está perdido y sólo se entiende con Fernando. Muy bonito este capítulo.
ResponderEliminarBss y hasta el próximo