viernes, 20 de marzo de 2015

EL TRIO DE DOS: CAPITULO 66

Queridos blogueros/as: ¿Os habéis dado cuenta como pasan las semanas? con las bromas, entre pitos y flautas, vamos por lo menos por la 66 y eso sin contar algunas, como las del verano, que me las he saltado tan ricamente, pero bueno, lo mejor es que lo podamos contar. Señal que la vida sigue y eso es lo mas importante.
Como siempre, tengo que reconocer que no me acuerdo cual era, en su momento, el motivo de cada capítulo, pero éste ha debido ser un poco como de preparación al parto, como esas ecografías que hacen ahora a las embarazadas y un poco nos van sacando de dudas, en este caso, sobre lo que va ocurriendo o por lo menos a mí me lo parece. Otra vez aparece el tal Alvaro Cuesta y eso que ya han pasado unos años y el tío pesado insiste, no se sabe muy bien para que, las cosas del amor deben de ser así, ¡digo yo! pero con todo el tiempo que ha pasado se podía haber buscado una novia y dejarse de darle la tabarra a la pobre Mamen que está tan ricamente con su marido. En fín, paciencia que todo se andará pero este final mas parece una novela rosa que lo que yo quería que era una novela negra, pero bueno se verá porque en cada capítulo algo cambia y de los siguientes no me acuerdo ni de que van.
Hasta la próxima semana. Ser felices a pesar de podemos, porque seguro que si nos empeñamos, si que podemos, pero solo con el pensamiento porque en las urnas eso ya es otra cosa.
Un abrazo
Tino Belascoaín
 (con acento en la ín para disgusto de los navarros que dicen que es sin acento.)

CAPITULO 66.- 

Desde el cuarto de estar oyó como alguien abría la puerta de la calle y al segundo un hola de Fernando que saludaba alegremente a todo el que pudiera oirle.
-      ¿Hay alguien en casa?
-      Si – contestó Mamen dejando las agujas de calcetar con las que estaba haciendo una chaqueta a la niña de su amiga Piluca que había nacido hacía unos meses, a la vez que se retiraba las gafas que solamente utilizaba de manera puntual - ¿Qué tal ha ido el día?
-      Bien – Fernando le dio un beso mientras se quitaba la chaqueta y se aflojaba el nudo de la corbata – el despacho sigue como siempre y tú ¿dónde has estado?
-      Por la mañana estuve de compras con Mari Carmen, comimos en una cafetería y luego me fui a casa de Bárbara que hoy tocaba partida de bridge y a las siete y pico me vine para aquí.
-      ¿Tienes algún plan para el sábado?
-      En principio no ¿por qué?
-      Todavía no lo se seguro, pero me da la impresión que nos va a invitar a comer Mariano Improba.
-      ¿El de Burgos?
-      Si – Fernando se sirvió en una copa un cantidad escasa de whisky – tiene un negocio a la vista y quiere que le asesore desde el punto de vista legal
-      ¿Y para eso tengo que ir yo?
-      ¡Que quieres que te diga! Para eso no, pero a mi me gustaría que me acompañaras porque irme solo hasta Burgos no es algo que me apetezca especialmente, pero bueno si no quieres tampoco se va a caer el mundo lo único es que entonces en lugar de ir en coche me iría en tren.
-      ¿Tu quieres que vaya?
-      Pues claro – Fernando bebió un poco de whisky – eso me llevará un par de horas y luego nos podemos comer un buen cordero
-      ¿Solos o con ese pesado?
-      Mamen, por favor, si no quieres ir, di que no y ya está
-      Me parece que te lo estoy diciendo bien claro
-      Bueno, venga vamos a hablar de otra cosa que no tengo ganas de ponerme de malhumor.
Mamen abrió el HOLA por las páginas referentes a bodas de familias conocidas y se lo enseñó a su marido
-¿Has visto? Se ha casado la hija de Julio y Maria Sanjuan
- ¿Esta es la que estaba en Francia?
-  Yo creo que si
-  Es muy guapa ¿verdad?
-  Tiene a quien salir
-  Eso también es verdad porque la madre de joven era una mujer bandera.
-  ¿Tu saliste una temporada con ella?
-  Si, pero no duró nada – Fernando la recordaba como algo muy pasajero – se conoce que ella buscaba algo mejor.
-  Ya – Mamen continuó hojeando la revista mientras que su marido, como todas las noches se enfrascaba en el crucigrama del ABC y ya no levantaba la vista hasta que lo terminaba. Casi sin levantar la vista del periódico Fernando comentó:
-  ¿Sabes quien me ha llamado hoy por la tarde al despacho?
-  ¿Quién?
-  No se si te acordarás de él, un tal Alvaro Cuesta
Mamen de manera casi automática escondió su rostro detrás de la revista que estaba leyendo y tratando de mantener la calma preguntó:
-      Si, hombre, si era uno de los Médicos de la UVI que te atendió cuando el infarto y ¿qué quería?
-      Eso me gustaría a mi saber – contestó Fernando sin quitar la vista del periódico mientras escribía la tercera horizontal correspondiente a capital de una provincia catalana – me ha tenido un buen rato al teléfono y al final no me he enterado. Eso si que quiere hablar conmigo para un asunto que puede  ser muy interesante, pero no me ha querido decir qué
A Mamen un color le iba y otro le venía haciendo que las hojas de la revista tras la que se escondía cambiaran casi de color. Hacía muy pocos días que había hablado con él y se temió lo peor.
-  Y al final ¿en que habéis quedado?
-  Que me llamaría la semana que viene y que te diera recuerdos de su parte.  El caso es que no tengo ni idea quien es, pero él parecía acordarse muy bien.
-  Yo si que se quien es – Mamen intentaba mantener la tranquilidad – porque era el que me informaba casi todos los días de tu evolución y le estoy muy agradecida porque gracias a él también podía estar mas tiempo contigo en la UVI.
-  Ya- Fernando seguía con el bolígrafo en la mano dándole vueltas a la siete vertical que era algo como calofate, califote, calafate, eso es calafate población argentina – lo curioso es que él se acuerda perfectamente de mi y hace ya un montón de años.
Mamen dejó la revista a un lado, se acercó por detrás a su marido que seguía enfrascado en el crucigrama, le rodeó con los brazos y después de darle un beso en la nuca le dijo de una manera insinuante:
-      Es lógico que se acuerde porque tú eras un enfermo muy especial
Fernando se agarró a los brazos de su mujer y la apretó con fuerza
-      ¿Cuánto de especial?
-      Todo y tu lo sabes
-      Bueno, bueno, esto se pone interesante, pero teniendo en cuenta que llevamos treinta y tantos años casados lo primero cenar y después ya veremos.
-      ¡Que materialista eres! Para un día que te hago proposiciones me sales con eso de ¿qué hay para cenar? Solo falta que me digas cariño y ya haces la faena completa.
-      Si quieres que te diga la verdad, me apetece mucho mas tu proposición que el resto, pero lo que pasa es que el hombre es un animal que necesita comer y si no lo hace se muere
-      Ya, ya, menuda cara

Alvaro Cuesta colgó el teléfono y se quedó un rato con la mente como en blanco. Permanecía sentado en el sillón de su pequeño apartamento cercano al Hospital, la guardia del día anterior había sido bastante movida y lo único que le apetecía era cerrar los ojos y dormir, sobre todo después de haber hablado con Fernando Altozano y dejar para la próxima semana la entrevista que había imaginado desde hacía tantos años y que la había aparcado en un rincón de su cerebro pero que ahora volvía a asomar después de haber hablado con Mamen aunque solo fuera por teléfono.
-      Parece mentira como se puede querer tanto a una persona a pesar de no verla durante años y años - pensó – pero eso es lo que me pasa a mi. No me hubiera gustado que se hubiera convertido en una obsesión, pero así ha sido y así hay que aceptarlo y tampoco me imaginaba que llegaría a ésta situación pero tengo que hablar con su marido porque si le hago la vida imposible, la relación de pareja seguro que se tiene que deteriorar y por ahí espero volver a tener alguna oportunidad, de lo contrario no se que va a ser de mi vida ahora que, por fin, Mamen  ha aparecido.
El apartamento se fue oscureciendo como si una nube negra lo envolviera y Alvaro se durmió profundamente. No soñó o por lo menos si lo hizo no se acordaba y solamente se despertó cuando el timbre del teléfono sonó insistentemente. Primero movió el brazo derecho desplazándolo alrededor de la pequeña mesa que estaba al lado del sillón, a continuación se estiró todo lo largo que era en el sofá donde había estado placidamente dormido y por fin localizó el aurícular y con voz pastosa preguntó:
-      ¿Dígame?
-      ¿Alvaro?
Fue oir la A de Alvaro y ya sabía que era Mamen la que llamaba. Se despertó como si le hubieran echado un cubo de agua fría sobre la cabeza, se sentó en el sillón y esbozó una sonrisa:
-      Parece ser que mi estrategia ha dado resultado ¿verdad, mi amor? – contestó con una voz suave
Mamen había llamado sin pensar y era tal su enfado que estaba dispuesta a dejar resuelto ese asunto lo antes posible
-      Alvaro deja en paz a mi marido o de lo contrario te voy a poner una denuncia por acoso que acabas en la cárcel ¿te has enterado?  Que no te lo tenga que volver a repetir – dicho lo cual colgó sin dejar ni un solo segundo que su interlocutor tuviera tiempo para responder.

El Forense Nicolás Lopez García y el Inspector Santos Cuadros habían quedado para comer en el bar “Carmina” situado a escaso metros de la Comisaría, lugar habitual de descanso de los policías a la hora del almuerzo. Era un bar pequeño con una barra imitando a latón entrando a mano derecha, donde se ubicaba la máquina de café y cuatro grifos con cervezas de distintas graduaciones. Las copas estaban situadas en una especie de hierro circular de color blanco por encima de las cabezas de los clientes y presidiendo estaba Carmina, la dueña, una mujer de mediana edad, cántabra, de manos enormes, cabello corto, morena, atractiva pero mas por su simpatía que por sus facciones, amiga de todos los que entraban por la puerta y solícita para atender a sus muchos clientes. A la hora de mas lío, la ayudaban dos camareras que hacían las delicias de los comensales, la mayoría policías fuera de servicio en esas horas del mediodía, una cubana con todos los atributos de las mujeres del Caribe y otra ucraniana, todo lo contrario que su compañera, cuerpo pequeño, ojos azules que te traspasaban y una manera de hablar en la que se mezclaban palabras de su país con otras en un castellano aprendido en muy pocos meses. Las dos sabían todo de la mayoría de los que se sentaban a las mesas y normalmente les llamaban por sus nombres, excepto a las que ellas consideraban como de mas edad, a los que respetuosamente trataban de usted, aunque su actitud era igual de insinuante que para el resto de jóvenes que llenaban el local.
El Inspector, como siempre, estaba sentado dando la espalda a la pared, en un mesa para dos que le había indicado Carmina y mirando directamente a la puerta de entrada. El Forense sentado enfrente parecía no terminar nunca de darle explicaciones. Habían tomado primero una sopa de fideos y ya estaba saboreando una merluza a la gallega que en su plato de barro estaba para chuparse los dedos. La verdad es que en Carmina se comía francamente bien y si no te salías del menú, la cantidad a pagar era mínima
El Inspector levantó la mano y solicitó dos cafés cortados y dos chupitos de hierbas
-      Ya te digo – el Forense se incorporó un poco hacia delante – yo me inclino porque alguien la mató y casi inmediatamente la trasladó a la sierra y allí la tiró a la cuneta para que pareciera un atropello, pero esa pobre chica, para mi que fue envenenada o algo parecido
-      ¿Signos de violencia?
-      Ni el mas mínimo arañazo
-      O sea que conocía a su agresor
-      Eso lo dices tú como Policía porque yo no lo puedo afirmar.
-      Hombre – Santos le miró a los ojos - ¿tú conoces a alguien que lo vayan a matar y no intente, por lo menos, agarrarse a su agresor?
-      Eso es lo habitual siempre y cuando estés consciente, pero si estás, mas o menos dormido, no estás en situación de reaccionar.
-      Y ¿no has visto nada en la autopsia?
-      No - Nicolás Lopez García se bebió el chupito de hierbas de un solo trago – y el que lo hizo sabía lo que se traía entre manos porque no hay ni una sola huella
-      Todo con guantes
-      Si y como muy aséptico – El Médico Forense miró a su amigo a través del cristal del pequeño vaso vacío – parecía como si la chica estuviera conforme con su suerte
-      ¿Y eso?
-      No se, la expresión de su cara es de absoluta tranquilidad y eso es lo que mas me llama la atención. Por no tener no tiene ni la mas mínima señal de sufrimiento.
-      ¿Cómo si estuviera anestesiada? – preguntó el Inspector
-      Si, pero tampoco – Nicolás Lopez García volvió a adoptar una postura como de no saber por donde empezar -  porque los gases anestésicos dejan unas secuelas en los pulmones que se ven a simple vista
-      ¿Los has mandado a analizar?
-      Si, claro, por supuesto, pero no va a salir nada
-      ¿Y entonces?
-      Pues eso digo yo – una pausa volvió mas interesante su afirmación – este es el típico asesinato que por nuestra parte va a ser muy difícil de aportar pruebas
-      Bueno, hombre tampoco te pongas así – el Inspector Cuadros, le apretó el antebrazo a su amigo – en peores plazas hemos toreado y hasta ahora hemos resuelto todos los casos
-      Excepto el del ruso ¿te acuerdas?
-      Bueno, bueno, ten paciencia porque lo mismo te doy una sorpresa un día de estos
-      ¿No me digas que después de casi tres años tienes alguna prueba?
-      Es posible – Santos Cuadros apuró lentamente su café cortado – hace unos días detuvimos a uno buscado por la Interpol por un asunto de drogas  y tiene toda la pinta que fue el que acabó con la vida de su compatriota
-      O sea que ¿ya lo ha confesado?
-      Bueno ha empezado a contarnos cosas y todo parece indicar que vamos por el buen camino.
-      Eso es lo que llaman por ahí la insistencia en la investigación – sonrió el Forense
-      Todos los casos están ahí hasta que se resuelven y si tienes paciencia, antes o después se encuentra una solución.
-      En fin. Santos, lo siento no poder quedarme mas tiempo, pero tengo un montón de informes para hacer y he quedado en el Instituto a las cuatro
-      ¿Tienes coche?
-      No
-      Si quieres te llevo y seguimos charlando por el camino
-      Por mi, encantado.
-      ¿Vamos?
-      Pero déjame pagar a mi
-      Ni hablar – el Inspector pidió la cuenta – te recuerdo que estás en mi territorio, cuando estemos en el Juzgado te tocará a ti.





sábado, 14 de marzo de 2015

EL TRIO DE DOS: CAPITULO 65

Queridos blogueros/as: Hoy, por fin, tengo mas tiempo y pretendo contaros un poco mis planes de futuro aunque llevo unos días que estamos mas tiempo en el mortuorio que en mi casa y encima gente, (aquí no voy a poner quienes son porque todavía soy de los antiguos y esto del internet me da un poco de miedo) pero han sido muertes inesperadas y eso es como mas traumático, pero que le vamos a hacer, es ley de vida. 
Aunque os parezca mentira, y si no os lo parece que os lo parezca, hoy después de un montón de años he leído completos los capítulos que faltan y ¡que queréis que os diga! si por mi fuera, cambiaría el final porque queda un poco como así, pero pensándolo fríamente y precisamente porque ha pasado el tiempo, no lo voy a hacer. Se queda como está y al que no le guste que lo cambie, pero que no cunda el pánico porque hoy vais a leer el capítulo 65 y todavía tenemos hasta el capitulo 71 que es la tercera parte porque pensaba seguir con estos dos, Mamen y Fernando en plan abuelillos pero tampoco conviene abusar y un pequeño paseo por la tercera edad no viene mal, pero no mucho porque al final esto se va a convertir en el cuento de nunca acabar y ya estoy con otras cosas, o sea que en el capítulo 71 todos para casa y a descansar que, como decían los padres de entonces, ya se está haciendo muy de noche.
Yo creo que hoy, bueno mi opinión no cuenta porque lo acabo de leer, pero creo que ya podéis haceros una idea de por donde va la cosa. Yo creo que si, aunque todavía queda tela por cortar. 
No estoy seguro, pero creo que ya os conté que estoy metido en dos proyectos de novelas que se como empezaron pero no tengo ni idea como acabarán. Una a la que por cierto no la he vuelto a hacer ni caso es de un gallego de Galicia que monta un bar y los parroquianos van contando historias y justo ahora, en estos días, me ha dado por pensar que podía seguir con esos temas. Lo malo es que me tengo que volver a leer lo escrito hasta ahora porque me acuerdo de muy poco. ¡Triste vida la de los escritores aficionado como yo que nos pasamos el día releyendo lo escrito porque pasan meses entre un capítulo y otro, pero es lo que hay. 
El otro intento de novela, porque tampoco uno es Cervantes, es la historia de un Cirujano Plástico venido a menos, es raro pero alguno habrá y ya lo he metido en algunos líos pero creo que al final no le va a quedar mas remedio que emigrar y estoy pensando que lo haga de celador y vea a sus colegas de Inglaterra o de donde lo mande, los vea desde fuera. Todavía no lo tengo muy claro, pero eso es, mas o menos, lo que estoy pensando ¡Que lo sepáis! 
Bueno, una cosa es que tenga tiempo y otra es que os cuente mi vida. Por cierto, eso si que lo tengo que retomar, "Las memorias de un tío normal" pero reconozco que me da mas pereza y eso de escribir de uno es muuuuuucho mas complicado.
Ser felices o por lo menos intentarlo. Seguro que "podemos"
Un abrazo y a leer que hoy si que tenéis tarea
Faustino Belascoaín
 P.D.- Ya no me acuerdo cual era mi nombre de guerra pero a partir de ahora va a ser éste que para eso uno se va haciendo mayor.



CAPITULO 65.-

El Dr. Lopez García se quitó los guantes lentamente y los introdujo en un cubo de basura del que previamente había levantado la tapa apretando con el pié un pequeño pedal, a continuación se lavó las manos cuidadosamente como si de un rito se tratase y así comenzó por enjabonarse primero la muñeca derecha, luego la izquierda y pasó a los dedos, uno a uno empezando por ambos dedos gordos. Llevaba muchos años haciendo lo mismo y no se imaginaba hacerlo de otra manera. A continuación se secó con unas pequeñas toallas de papel empezando igualmente por ambos dedos pulgares y terminando en ambas muñecas. Antes de salir de la sala de autopsias, con sus apuntes en la mano derecha, echó un último vistazo al cadáver examinado apreciando que el cuerpo de aquella chica  continuaba exactamente igual que cuando la llevaron unos días antes. Estaba envuelta en la sábana original y por fuera no se apreciaban ningún signo de violencia. La expresión de su cara continuaba siendo de una tranquilidad pasmosa y se podría decir que para el Dr. Lopez García, a pesar de su mas que probada experiencia en el campo de la Medicina Legal, aquel caso era un misterio difícil de resolver. A primera vista, todos los órganos examinados estaban rigurosamente sanos y tendría que esperar a los resultados de los análisis toxicológicos para llegar a una conclusión meditada y basada en argumentos sólidos. Sabía que su informe sería minuciosamente examinado por los fiscales y  por eso salía de la sala con un montón de notas que le permitieran hacer un informe forense perfectamente razonado y sin dejar cabos sueltos para evitar en caso que hubiera alguna reclamación tener que rectificar.
- Que tal Doctor – Miguel, el celador de toda la vida del Instituto Anatómico Forense, abrió la puerta de la sala de autopsias con el fin de acompañar al Dr. Lopez García hasta el pequeño despacho en el que todos los forenses pasaban horas y horas pasando al ordenador los datos encontrados en los cadáveres-  ¿qué tal? ¿qué le parece este caso?
- No me gusta – el forense contestó lacónicamente – no se por qué, pero no me gusta
-  Parece ser que se trata de un atropello.
-  Eso seguro que no – contestó el Dr. Lopez García.
-  ¿Un asesinato?
-  No lo se – el forense entró en el pequeño despacho – esperemos a los informes toxicológicos y podremos opinar con mas exactitud.
-  Muy bien, Don Nicolás. No le molesto mas.
-  Casi se lo agradezco porque tengo muchas notas y me va a llevar un par de horas ponerlas todas en orden. Por cierto – el Dr. Lopez García miró a Miguel – ¿quien lleva este caso?
-  El caso lo lleva el Inspector Cuadros, pero con la familia ha venido un subinspector joven que creo que se llama Luis García.
- Muy bien, muchas gracias. Voy a intentar hablar con el Inspector.
Nicolás Lopez García descolgó el teléfono y marcó el número del Inspector Santos Cuadros. Unos pocos tonos e inmediatamente la voz de su amigo Santos sonó a través del teléfono
-      ¿Dígame?
-      Buenos días Santos, soy Nicolás ¿te molesto?
-      Tú nunca molestas Nico ya lo sabes
-      Gracias – El Dr. Lopez García revisó sus notas rápidamente – te llamo para contarte lo que hay hasta ahora de una chica que han traído hace unos días. Creo que se llamaba Ana Segura
-      Si, algo se de ese caso, aunque lo lleva el Subinspector García.
-      ¿Prefieres que se lo cuente a él?
-      No, no – El Inspector Cuadros tomó un cuaderno de anillas con tapas azules y de un pequeño vaso sacó un bolígrafo – cuéntame que tomo nota
-      Lo primero es que en ningún caso es un atropello
-      ¿Seguro?
-      Absolutamente seguro – afirmó con rotundidad el Médico Forense.
-      ¿Entonces?
-      En principio se trata de un asesinato, pero todavía, hasta que no reciba el resultado de las muestras, no te lo puedo confirmar.
-      Ya – El Inspector Cuadros mordió el bolígrafo con un gesto repetido en miles de ocasiones - ¿Hacemos algo o esperamos?
-      Ahí no quiero opinar porque vosotros sois los policías, pero lo que es seguro es que no es un atropello.
-      Agradezco mucho tu llamada y creo que lo mejor es que empecemos a buscar testigos ¿te parece?
-      Yo creo que si
-      Muy bien –El Inspector Cuadros volvió a repasar sus notas – en cuanto sepas algo mas me llamas ¿de acuerdo?
-      Faltaría mas – El Dr. Lopez García colgó el teléfono y comenzó a redactar un informe preliminar. Al cabo de una media hora grabó lo escrito y abandonó el despacho. Al pasar por la puerta se despidió de los dos Policías Nacionales que permanecían en una garita desde la que controlaban la entrada o salida de cualquier vehículo y se encaminó a su domicilio.

El Inspector Cuadros apagó la televisión que permanecía puesta prácticamente todo el tiempo que estaba en su pequeño apartamento del Centro de Madrid. Casi sin darse cuenta, su primer movimiento al entrar en su casa era poner la televisión. No la miraba, pero el sonido le hacía sentirse acompañado. Santos Cuadros se había vuelto un hombre solitario, la muerte de su mujer le había llevado a esa situación y a pesar del tiempo transcurrido no se hacía a la idea. Tenía que ser así y así era, pero no lo asimilaba. Pasaba muchas horas solo y menos mal que, a pesar de habérselo propuesto en varias ocasiones, no había abandonado su trabajo como Inspector de Policía porque sin querer o quizá queriéndolo su trabajo lo mantenía ocupado, al menos todas las mañanas y algunas tardes. Siempre se quedaba a comer en la Comisaría y después de un café y algunos minutos de charla volvía  a su casa. Allí se dedicaba a leer y aunque trataba de olvidarse de su trabajo, su pasión por las novelas policíacas no le permitía olvidarse del todo.

Una vez que colgó el teléfono despidiéndose de su amigo Nicolás, cerró el libro que tenía entre manos, una historia aterradora ocurrida en algún lugar de la vieja Irlanda allá por el siglo XVII y trató de recordar lo que habían comentado sobre el caso de Ana Segura. Lo lógico es que fuera el Subinspector García el que continuase con la investigación pero llevaba varios días pensando en algo que le hiciera tener su mente ocupada y aquello era otra oportunidad para mantenerse entretenido. El caso de Ana Segura le había llamado la atención desde el primer momento y no sabía porqué, pero los policías, sobre todo si tenían cierta edad, adquirían un sexto sentido que les ponía en situación de alerta en determinados casos y éste era uno de ellos. Lo que le parecía mentira era que el Subinspector García no se hubiera dado cuenta que no era un atropello porque eso era lo primero que se explicaba en la Academia de Policía. El atropello necesariamente llevaba implícito una serie de marcas en la víctima que eran prácticamente iguales en todos los casos y por eso para los forenses era muy fácil afirmarlo.

Las cuatro fotos que presentó el Subinspector era muy demostrativas y no debería ser el Jefe el que lo sacara de dudas, al fin y al cabo, la misión del maestro no es corregir sin mas, si no que su labor debería ir encaminada hacia que el alumno pensase por si mismo y llegara a sus propias conclusiones, aunque para el Inspector Jefe estaba claro que su subordinado había elegido el camino equivocado, pero era cuestión de tiempo que se diera cuenta de su error. El Jefe, como tal, tenía que tener paciencia y para eso Santos Cuadros podría ser hermano del Santo Job. Lo había demostrado en múltiples ocasiones y de hecho entre los propios miembros de la Policía gozaba de un merecido prestigio precisamente por eso. La mayoría de los casos que había llevado desde que ingresó en el Cuerpo los había resuelto gracias a su enorme capacidad de saber esperar, dar tiempo al tiempo repetía con frecuencia y las pistas aparecían como por arte de magia.   

-      Espero que no te moleste, pero he decidido que este caso lo llevaré yo personalmente.

El Subinspector Luis García no se molestó, para qué si el Inspector Cuadros era el Jefe y los demás una fieles servidores de la patria, no merecía la pena enfadarse por nada, el Jefe se quedaba con los casos que le parecían mas interesantes y tan amigos. Es mas, no solo le parecía bien si no que incluso pensaba que era lo mejor porque después de una temporada trabajando con él, era consciente que para esa soledad que sentía desde la muerte de su mujer le venía muy bien un caso como éste, aunque nada mas comenzar las investigaciones ya se habían puesto de manifiesto las primeras diferencias que el Subinspector García admitía consciente que era lo mejor para su formación.

-      ¿ No está de acuerdo como lo estamos llevando?
-      En absoluto – Santos Cuadros se levantó del sillón en el que estaba cómodamente instalado – no solo me parece que hasta ahora lo estáis llevando bien si no que estoy seguro que si continuáis por el mismo camino acabaréis resolviéndolo satisfactoriamente, pero me parece que es un caso para dedicarle horas, vosotros no andáis muy sobrados de tiempo y por eso y solo por eso lo llevaré yo
-      ¿Necesita ayuda?
-      De momento no, muchas gracias. Mas adelante si les necesito ya les avisaré, pero por ahora iré yo personalmente a hablar con su familia.
-      De acuerdo – Luis García le entregó el pequeño dossier en el que estaban todas las pruebas recopiladas hasta ese momento – si necesita algo mas, no dude en pedírmelo.
-      Muchas gracias Luis.

Santos Cuadros examinó con lupa las diferentes fotos, el informe de la Guardia Civil, las primeras conclusiones de su unidad de Policía y a continuación descolgó el teléfono y se puso en contacto, a través de Dolores su secretaria de toda la vida, con el Jefe de la Policía Nacional en Medina del Campo y concertó una cita para el día siguiente por la mañana. La llegada a su casa fue, mas o menos, como la de todos los días, aunque esta vez no encendió la tele, si no que conectó el ordenador, buscó en spotyfive  música chill out que tenía la virtud de relajarle, llenó el salón con esos sonidos, desconectó los motores de su cerebro y se quedó profundamente dormido.

El día había amanecido frío, con un viento que circulaba por las llanuras de Castilla León  como si quisiera tumbar los esbozos del trigo que llenarían de alegría los campos cuando llegara la próxima primavera. El coche oficial del Inspector Cuadros, con Jesús su chofer de toda la vida, avanzaba a velocidad moderada con el fin de llegar a Medina del Campo a la hora convenida pero, como siempre, tendría que tomarse algo en cualquier bar porque todavía faltaba una hora para la cita.
La cafetería Lasuen, situada en la plaza Mayor de Medina del Campo, estaba prácticamente vacía, el camarero preparaba platos con porras para cuando llegaran los clientes habituales. Santos Cuadros y Jesús estaban sentados en una mesa del fondo, de cara a la puerta como era norma habitual de los policías con cierto prestigio, saboreaban un humeante café con leche. Siempre que viajaban intentaban desayunar porras, en su defecto churros  y hoy no iba a ser diferente. Desde que se había levantado hacía ya casi dos horas y media, Santos no dejaba de pensar en como se desarrollaría la entrevista con la madre de una chica joven que había sido encontrado muerta en extrañas circunstancias. Si ya era difícil asumir una muerte anunciada como la de su mujer, se tendría que ver en una situación parecida para poder saber como reaccionaría. La madre sería una mujer con ganas de colaborar o sería de esas que echaba la culpa del crimen a la policía como sucedía en muchas ocasiones o quizás estaría sintiéndose culpable por no haber controlado mas a su hija. Estas reacciones que fuera de contexto parecerían irracionales, desgraciadamente era bastante mas frecuentes de lo que parecía y Santos, mientras disfrutaba del magnífico café ¿por qué en las provincias el café siempre era mejor que en la capital? las repasaba mentalmente. Jesús el chofer, le miraba con el rabillo del ojo mientras daba  buena cuenta de su ración de porras, dos y una mas que había devorado para, según decía, evitar que su Jefe tomara mas de la cuenta y a la vuelta se arrepintiera de tanta comida.

La entrada en casa de la madre de Ana Segura fue mejor de lo que había pensado. Una vez que sonó el timbre de la puerta de una casa con amplio portal, escaleras de madera, grandes y enorme descansillo, el ruido de una cerradura abriéndose, un ojo que divisaba a los visitantes a través de una amplia mirilla, otro cerrojo que se abría y al final la puerta se abrió dejando asomar la presencia de una mujer mayor, ¿tendría setenta años? Vestida rigurosamente de negro con una blusa blanca que hacía destacar el luto del resto de su indumentaria. Como todo detalle llevaba un collar de perlas que daba una discreta vuelta a través de un cuello con algunas arrugas que se continuaban con las que surcaban su cara y parecían concentrarse en una boca de labios finos. Los ojos, a pesar del tiempo transcurrido, continuaban inundados por una profunda tristeza y parecía que en cualquier momento iban a llenar de lágrimas sus mejillas. El pelo blanco muy bien cuidado comenzaba en una frente amplia, despejada y terminaba en un discreto moño en la nuca sujeto con una pequeña pinza de color marrón. Doña María se hizo a un lado para permitir la entrada de los policias. Ya conocía a uno de ellos, el de Medina del Campo y lo saludó dandole una mano suave y a continuación saludó al Inspector Cuadros

-      ¿Usted es el que viene de Madrid? – le preguntó mirándole fijamente a los ojos
-      Si Señora, permítame que se lo presente – intervino el policía de Medina del Campo – El Inspector Jefe de Homicidios Don Santos Cuadros, la señora María García madre de Ana Segura
-      Encantado Señora – Santos besó la mano de Doña María mientras le mantenía la mirada. Me gusta, si, me gusta, tiene muy buena pinta y seguro que va a colaborar. A su vez Doña María repasaba rápidamente la imagen de Santos: creo que nos vamos a entender, tiene una mirada limpia y directa lo que, en principio, me gusta, en fin, ya veremos.

Doña María precedía a los dos policías por un pasillo largo flanqueado por diferentes puertas por la que se accedía a varios dormitorios, la cocina en la que había una señora se supone que preparando la comida, dos cuartos de baño, uno de ellos muy grande con el suelo de azulejos blancos y negros y los complementos en madera con un espejo bastante grande y por fin un enorme cuarto que albergaba el cuarto de estar propiamente dicho y un salón comedor con una gran mesa de madera tallada en un tono mas bien oscuro y diez sillas tapizadas en un terciopelo verde. En el centro de la mesa un centro de plata que semejaba una enorme gallo sobre un pequeño mantel de encaje blanco. Como decoración complementaria del comedor una enorme tapiz con escenas de caza llenaba la pared del fondo acompañado por dos apliques, también de plata, que a modo de antorchas sostenían dos velas que terminaban en sendas bombillas que contribuían a iluminar esa zona junto con una lámpara de diseño situada encima de la enorme mesa.

El cuarto de estar, separado del comedor por unas puertas correderas que se encontraban abiertas, era muy grande pero como muy acogedor. Una mesa camilla de, por lo menos un metro de ancha ocupaba el centro con unas faldas verdosas que hacían juego con la tapicería de las sillas del comedor rodeada de varios sillones todos tapizados con lonetas de colores discretos que contribuían a darle a todo el conjunto un aire como de familia bien avenida que era en realidad lo que siempre había pretendido Doña María y que lo había conseguido no sin esfuerzo, pero lo había conseguido.
La propietaria de la casa invitó a los presentes a tomar asiento y en ese momento, el Policía de Medina del Campo aprovechó para dejarlos solos porque, según explicó mientras se despedía, tenía mucho trabajo y la investigación se haría con mas confianza si la entrevista se realizara con los dos solos y con un si me disculpan me voy, aunque si necesitan lo que sea estaré en la Comisaría.
Doña María ofreció un café al Inspector quien lo rechazó mientras organizaba unos papeles sobre la mesa.

-      Si le parece vamos directamente a las preguntas y quiero decirle que cualquier cosa, aunque le parezca que no tiene ningún interés, me la diga y ya valoraremos en un futuro si es nos vale para la investigación o no, pero usted cuente hasta el último detalle ¿de acuerdo?
-      Por supuesto porque me gustaría saber quien ha matado a mi hija
-      Eso es lo mas importante y ese es el motivo que yo esté aquí.
-      Creo que le voy a poder ayudar muy poco porque desde que me anunciaron su muerte hacía por lo menos tres semanas que no la veía.
-      ¿Y eso?
-      Ya sabe, en invierno para mí se hacía muy difícil ir y esos meses Ana no se podía desplazar porque parece ser que tenía mucho trabajo y tenía que terminarlo en casa los fines de semana
-      ¿Dónde trabajaba?
-      Últimamente había conseguido una plaza como secretaria de dirección en el ministerio de Agricultura y trabajaba como secretaría de alguien que debía ser como la mano derecha del Ministro o algo parecido
-      ¿En el gabinete del propio Ministro?
-      No me haga mucho caso, pero creo que si.
-      Y antes ¿me puede decir donde había trabajado?
-      ¡Que cosas me pregunta!  si hubieras conocido a mi hija. Era un torbellino y no se paraba ante nada. Yo creo que trabajó de todo, como secretaria, en una lavandería, como encargada de una tienda y hasta en una residencia para extranjeros porque sabía un poco de inglés ¿sabe usted?
-      ¿Cuánto tiempo llevaba en Madrid?
-      Doce años y  bien que su padre y yo le dijimos que no se viniera a la capital, pero ya sabe usted como es la gente joven, quería conocer mundo y mire para lo que le ha valido.
-      Ya – el Inspector continuaba tomando notas - ¿vivía sola?
         -   Si
-      ¿Desde que se fué?
-      Al principio, cuando llegó vivió durante una temporada, en una habitación alquilada en una casa cerca de la Glorieta de Bilbao, pero en cuanto tuvo un poco de dinero se alquiló un piso y si, si que vivía sola y eso que siempre me decía que me quedara con ella
-      ¿Y usted nunca se quedó?
-      No porque yo tengo mas hijos y mi vida está en Medina del Campo- Claro que si llego a saber esto …….
        -    Hasta ahora lo único que sabemos es que apareció en una cuneta, cerca de Navacerrada                         simulando un atropello que no fue, eso seguro
-      ¿Quiere decir que pudo haber sido asesinada en otro sitio y luego la llevaron allí?  ¿puede ser eso?
-      Puede ser, pero todavía es muy pronto para comunicarles nada.  Precisamente por eso, tenemos que interrogar a todos sus amigos, a la gente con la que trabajaba y a todos los que nos puedan aportar pistas para lograr saber que es lo que ha pasado
-      ¿Y me ira informando?
-      En principio, todo está bajo secreto de sumario pero yo personalmente estaré siempre en contacto con usted y que por supuesto todo lo que vayamos investigando se lo iré comentando para que este al tanto de todo.
-      Muchas gracias- Doña María ya no lloraba, posiblemente no le quedaban lágrimas, pero su cara reflejaba el fatal momento  por el que estaba pasando.
-      Si no le importa continuamos ¿le parece?
              
              Doña María asintió ligeramente
-      Sería muy interesante si se acordase de algún amigo a amiga y donde le podríamos localizar.
-       Mire – Doña María buscó en el bolso una pequeña agenda – si quiere le doy el número de teléfono de Laura, su mejor amiga y seguro que ella sabe mas de su vida que yo
-      Muchas gracias. – El Inspector Cuadros, después de anotar el número de teléfono de Laura ¿cómo sería? ¿colaboraría? ¿se acordaría de muchas cosas que le ayudaran a resolver este caso? Lentamente cerró la pequeña carpeta donde iba anotando todo lo que Doña María le contaba y se dispuso a escuchar.
-      Perdone – la mujer se movió inquieta – pero no se ni por donde empezar.
-      Yo la ayudo, no se preocupe – El Inspector Cuadros cruzó las piernas - ¿como era Ana?
-      La mejor persona que Usted se pueda encontrar. No es porque sea mi hija, pero como Ana había muy pocas – Doña María cerró los ojos recordando – es verdad que de niña era un poco trasto y siempre quería tener su independencia, pero en cuanto aparecía el mas mínimo problema, allí estaba ella. No era muy habladora, eso no, pero a mi me parece que era simpática.
-      ¿Por qué se fue de casa?
-      Ya le digo que era muy independiente y desde siempre le gustaba correr la calle, pero en un pueblo, ya sabe Usted como es la vida en estos sitios, iba y venía a casa de sus amigas pero por la calle siempre la veían unos y otros y para ella que siempre estaba controlada y ya sabe Usted como es la juventud, El pueblo enseguida se le hizo pequeño y aunque su padre y yo intentamos convencerla, nunca lo conseguimos y casi de un día para otro decidió que se iba para Madrid y para allá que se fue
-      Tuvo que ser muy duro para ustedes ¿verdad?
-      Ya se lo puede Usted imaginar y yo todavía lo llevaba mal pero mi marido – Doña María comenzó a llorar con unas lágrimas que salían de lo mas profundo de su alma – yo creo que el pobre sabía lo que iba a pasar y por eso le puso infinidad de pegas, pero ella insistía e insistía y ….
-      ¿Usted iba a verla con frecuencia?
-      Bueno, iba cuando podía, al principio mas porque me parecía que estaba muy sola, pero enseguida encontró un trabajo en un bufete de un Abogado y se cambió a un pequeño apartamento y paraba poco en casa
-      ¿Tenía mucho trabajo?
-      No le puedo decir, mire Usted, pero ella decía que si, pero que era joven y eso era lo que necesitaba
-      ¿Ana no venía por aquí?
-      Muy poco, esa es la verdad
-      ¿Por culpa de algún novio que tenía en Madrid?
-      Que yo sepa no, no venía porque no tenía tiempo o por lo menos eso nos decía por teléfono
-      O sea que no venía pero Usted estaba al tanto de su vida, mas o menos ¿no?
-      Si, eso si - Doña María esbozó una pequeña sonrisa recordando tantos minutos agarrada al teléfono – si no llamaba ella, la llamaba yo y raro era el día que no hablábamos.
-      ¿Pero tendría amigos?
-      Eso si
-      ¿De Medina del Campo?
-      Algunos si, pero la mayoría eran de otros sitios.
-      En ocasiones las compañías llevan a la gente joven por caminos que los padres nunca desean – El Inspector Cuadros trataba de decir las cosas con el máximo tacto para no herir la susceptibilidad de su madre y mucho mas después de la desgracia ocurrida - ¿sabe Usted si tenía relación con alguien que estuviera en el mundo de la droga?
-      Seguro que no, porque desde muy pequeñas su padre les explicaba los peligros de tomar cualquier cosa y si en el pueblo nunca la tomó ¿le parecería lógico que las tomara en Madrid?
-      Tiene razón, pero ya sabe lo que pasa
-      No – insistía Doña María – por ese lado pierda cuidado, seguro que no.
-      ¿Sabe si debía dinero a alguien?
-      No creo porque ganaba un buen sueldo y mas para una persona sola
-      En fin Doña María si le parece lo dejamos por hoy – El Inspector Cuadros se levantó y le tendió la mano a su interlocutora -  Dentro de una semana vuelvo y seguimos la charla ¿le parece?
-      Aquí estaré - Doña María le apretó con fuerza la mano que le tendía - ¿cree que le ha valido de algo la conversación de hoy?
-      Tenga la completa seguridad que ha valido y mucho.


domingo, 8 de marzo de 2015

EL TRIO DE DOS: CAPITULO 64

Queridos blogueros/as: Acabo de llegar de Málaga y como la obligación es la obligación aquí os mando el capítulo de esta semana que no os lo puedo comentar porque todavía no lo he leído pero estoy bastante cansado, o sea que hoy toca leer sin mayor preámbulo.
Ser felices, si es que podemos o a pesar de los mismos
Un abrazo
Tino Belascoaín



CAPITULO 64.-


El Merdeces 500 de un mas que pulido azul marino, circulaba por la carretera de La Coruña a una velocidad moderada. El chofer con su uniforme planchado recientemente no se despistaba ni un solo segundo. Miraba al frente, a los laterales a través de dos amplios espejos retrovisores y de paso no perdía de vista el cuadro de mandos para no pasar en ningún momento de los 120 kms por hora que ordenaba la Dirección General de Tráfico. A aquellas horas eran muy pocos los vehículos que abandonaban la capital de España. A través del espejo retrovisor central, el chofer, llevaba nada mas y nada menos que veintinueve años al servicio de la familia Altozano, observó como había pasado el tiempo para todos, Para él por supuesto, pero eso era lógico porque para después de afeitarse solo usaba varon Dandy, no conocía los masajes y nunca había pisado un gabinete de belleza, pero sus jefes iban, por lo menos una vez a la semana y a ella todavía, pero él no sabía porque se gastaba el dinero y seguro que sería una buena pasta, porque D. Fernando Altozano había pasado de ser un un hombre alto atractivo, con un pelo primorosamente echado hacia atrás a un señor mayor, eso si, elegante porque eso no se pierde, pero un señor mayor, esta vez muy elegante con su chaqué negro con corbata Burdeos pero para algo venía de ser el padrino en la boda de su primera hija. Sin embargo, la señora no parecía que hubieran pasado los años por ella, al revés. Tenía un cutis impresionante, esta vez iba perfectamente maquillada, el pelo tirando a blanco no la hacía mucho mas mayor porque lo entremezclaba con otros de color rubio y en todo se notaba que se trataba de una mujer que había conseguido una estabilidad en su vida.
Fernando Altozano se aflojó el nudo de la corbata y volvió a apoyar su mano derecha en la de su mujer
-      ¿Qué te ha parecido todo?
-      Para mí mejor imposible- respondió Mamen con gesto cansado – la novia guapísima
-      Eso no tiene ningún mérito porque sale a su madre – le interrumpió su marido
-      Bueno, pero puede ser igual que yo y llevar un traje que le siente mal, pero la verdad es que Blanca ha sabido darle un toque que le hacía muy bonito.
-      El coro precioso – terció Fernando – sobre todo me encantó el Angelus, el solo de violín durante la Consagración y algo de Vivaldi que tocaron durante la Comunión
-      Si, estuvimos dudando entre la primavera de Vivaldi o una sonata de Mozart y al final, Luis fue el que decidió
-      No sabía que al novio le gustara la música
-      Yo tampoco lo sabía, pero en la elección de la música ahí si que lo tenía claro.
-      Y el Padre Huidobro muy bien
-      Si, la verdad es que si – Mamen recordaba muchas charlas del matrimonio con él- está un poco viejo pero ha hecho una homilía muy próxima, como muy familiar y en veinte minutos ha hecho un repaso de nuestras vidas que a mi me ha dejado un poco sorprendida.
-      Bueno, tampoco hay que darle tanto mérito porque nos conoce desde antes de nuestra boda.
-      Ya, pero pudo haber hecho el típico discurso de todas las bodas y sin embargo se nota que se lo ha preparado.

El coche penetró lentamente por la amplia avenida que continuaba hasta la entrada de su chalet en la lujosa Urbanización de La Florida. Un camino de piedra atravesaba una pradera con un césped tan cuidado que parecía un green de un campo de golf, pasaba cerca del pabellón de caza donde se acumulaban los numerosos trofeos de caza obtenidos en los últimos años junto con las copas, diplomas y placas conseguidas en los diferentes campos de golf de España y del extranjero. Todos estaban alrededor de una amplia barbacoa con una chimenea rodeada de unos sillones de cuadros, todo muy inglés. Pasada la piscina, cubierta en invierno por unas planchas transparentes, se encontraba la casa. Había sido la antigua casa del Embajador inglés en Madrid, allá por los años cuarenta y tanto Fernando como Mamen habían puesto todo su empeño y su dinero para conseguir un ambiente que no desentonara con aquella época y así todavía conservaban como oro en paño la biblioteca con cerca de doce mil volúmenes, el cuarto llamado de fumadores con una colección de cajas de puros que era la envidia de todos los visitantes y hasta el cuarto de juegos donde no faltaba la vieja mesa de billar y a un lado la mesa de juego con su tablero de ajedrez incluido. La cocina y los dormitorios eran modernos a la vez que funcionales y todo había sido diseñado por ellos dos con la ayuda de Corina Alvarez Cienfuegos Bohórquez, una de las mas conocidas interiorista de aquella época.

Fernando y Mamen se bajaron del Mercedes y el chofer lo condujo hasta el amplio aparcamiento cubierto que estaba situado a un lado de la amplia rotonda. Aun quedaban por detrás, unos cuatro mil  metros cuadrados de jardín alrededor de una pista de tenis donde Fernando jugaba todos los sábados con unos amigos.
El matrimonio permaneció unos minutos observando todo aquello como hacían cada vez que iban a entrar en su casa. Se había convertido en un ritual y  cada uno tenía unos minutos para pensar como habían llegado hasta allí. Es verdad que hacía muchos años, pero aquel dichoso infarto fue el principio de aquel pequeño imperio. El hecho de tener que dejar algunos asuntos de menor importancia permitió que Fernando hiciera amistad con un grupo inversor mejicano que le nombró como su representante en Europa y con el uno por cien de sus inversiones consiguió una enorme fortuna que le permitía codearse con lo mejor de la Sociedad Europea y pasar largas temporadas en París, Londres y Nueva York. Al principio Fernando tuvo sus devaneos con unas y con otras y Mamen no le iba a la zaga, hasta que un día se sentaron, se bebieron una buena botella de vino de Oporto y aunque no llegaron a tanto como a confesarse todas sus infidelidades, si que pusieron encima de la mesa algunas de ellas y llegaron a la conclusión que aquello había sido una época y decidieron hacer borrón y cuenta nueva y tanto él como ella se hicieron la firme promesa de permanecer mas unidos que nunca y ese era el motivo por el que, desde hacía años, viajaban siempre juntos y la verdad es que les iba muy bien. El dedicado a su trabajo, trabajando muchas menos horas que al principio y sacándole mucho mas partido a sus gestiones y ella dedicada a labores humanitarias que le aportaban una tranquilidad que nunca antes había encontrado. Su ONG se dedicaba fundamentalmente a la instalación de escuelas en países africanos y sobre todo a su mantenimiento. Solamente llevaba seis o siete años dedicada a ello y ya tenía cerca de seiscientos niños internos a los que había que aprovisionarlos de todo, desde ropa hasta material escolar pasando por artículos de limpieza, camas, mantas…… etc. Los principios había sido muy duros, pero ahora ya todo marchaba sobre ruedas y lo único que necesitaban era un poco de organización y sobre todo dinero. Para ello Mamem muchos sábados organizaba en su casa partidas de cartas y diferentes juegos entre las altas damas de la sociedad madrileña y sutilmente las convencía para que se hicieran colaboradoras con lo que, no les garantizaba, pero casi podía asegurarlas un sitio en el cielo porque ya se sabe que Dios te dará el ciento por uno y todo aquello que des por las gentes necesitadas es como si me lo dieras a mi y así entre rezos, buenas intenciones y algún retiro con el Padre Huidobro, tenía casi cuatrocientas colaboradoras y las instituciones africanas se iban manteniendo.
Quedaba muy lejos aquella época en que tuvo su corta relación con el Dr. Cuesta, el Médico de la UVI donde estuvo Fernando y todavía, cuando lo recordaba, no era capaz de saber como había sido posible. Le parecía como un sueño y sin embargo la realidad estaba ahí y no era fácil olvidarla. Como católica practicante le había contado todas sus cuitas al Padre Huidobro quien la había absuelto en una confesión absolutamente sincera con un propósito de la enmienda como nunca y casi habían pasado diez años desde entonces y todavía eran muchas las noches, cuando la oscuridad inunda todo menos los cerebros despiertos, que pensaba contárselo a Fernando en contra de la opinión de su Director Espiritual que opinaba que esas cosas era mejor que permanecieran en el interior del confesionario
-      No le des vueltas, Mamen – le repetía cada vez que tenían oportunidad de estar solos unos minutos – los hombres y menos Fernando toleran muy mal la infidelidad femenina. Ellos pueden andar por ahí de picos pardos que no pasa nada y hasta la propia conciencia lo admite como algo normal, pero que su mujer se vaya con otro, eso si que no y no te vendría mal que tienes una calidad de vida y unos hijos que necesitan la aportación monetaria de su padre y si vas todavía mas lejos – el Padre Huidobro la miraba con ternura- muchas de los logros que has obtenido en Africa proceden del trabajo de tu marido y no creo que merezca la pena jugártela por nada. Además, Dios ya te ha perdonado y eso es lo mas importante. Tu alma vuelve a estar limpia como el primer día y para que quieres colocar nubarrones en el cielo de tu matrimonio. No entiendes que si se lo cuentas a Fernando lo único que vas a generar es una desconfianza en la relación de pareja. Afortunadamente el tiempo pasa mas deprisa de lo que parece y poco a poco esa imagen de infidelidad irá desapareciendo de tus pensamientos

Mamen no necesitaba ser convencida, realmente ya lo estaba y mucho mas después de tanto tiempo, pero su relación con Fernando había cambiado tanto en los últimos años que le molestaba que en su pasado hubiera un episodio como aquel que era como una mancha en un traje de novia recién estrenado, pero así había sido y así lo tenía que aceptar y era una pena que justo aquella noche en la que todo había salido a pedir de boca, justo en aquella noche el recuerdo del Dr. Cuesta le viniera a su memoria. Fue como una nube fugaz en su cerebro consecuencia de tantos días de tensión con los preparativos de la boda. Fue un segundo o quizás menos pero que la dejó desvelada durante horas. Hacía mucho tiempo, tanto que casi no se acordaba, que Alvaro Cuesta había desaparecido de su mente y justo tuvo que aparecer aquella noche. ¡que mala suerte! Y encima en el momento que Fernando le estaba declarando por enésima vez su amor. Parece mentira que con mi manera de pensar pudiera acabar en la cama con aquel Médico y sin embargo así fue. Esta idea que había estado saltando por su imaginación como si fuera un juego de esos de las maquinitas de los bares que la bola sube y baja y va golpeando en distintos timbres, esa circunstancia de su vida que creía superada apareció de nuevo en la oscuridad de la noche como un recuerdo nítido. Es verdad que habían pasado muchos años, pero todavía tenía en su cabeza como una imagen grabada a fuego, aquel primer día en el hotel de Cuenca donde realmente perdió la cabeza. De acuerdo que las circunstancias eran las que eran y su matrimonio estaba al borde del abismo y encima con el agravante de no poder decírselo a su marido porque como bien decía el Padre Huidobro, ahórrale sufrimientos y evita situaciones complicadas porque los hombres, en general no entienden de infidelidades y casi nunca las perdonan. De todas maneras cualquier día se lo digo y me quedo tranquila de una vez, pero ahora imposible, ni se me pasa por la cabeza, justo ahora que nos estamos transmitiendo nuestro amor ¿cómo se lo voy a decir? imposible, lo malo es que así llevo no se cuantos años y nunca veo es el momento oportuno. Lo mejor es que intente dormir porque de lo contrario esta noche va a ser muy pero que muy larga.
El día amaneció nublado, Mamen se movió en la cama y se dio cuenta que su marido ya no estaba. Si es que eso de tomar pastillas para dormir en mi caso es una exageración porque me deja dormida dos días. Al levantarse una cuartilla estaba colocada en el espejo del baño en la que Fernando le explicaba que tenía que resolver unos asuntos en la oficina y volvería a comer. Mamen desayunó despacio y otra vez le pareció que estaba sentada en la terraza del hotel de Cuenca. ¡Otra vez no, por favor! No se como lo tengo que hacer, pero me tengo que olvidar, como sea, pero lo tengo que conseguir. Una llamada de teléfono interrumpió sus pensamientos. Descolgó y le pareció que el corazón se le paralizaba
-      Buenos días – una voz jovial la saludaba desde el otro lado de la línea telefónica
-      ¿Alvaro?
-      Lo sabía, estabas pensando en mi ¿me equivoco? – El Dr. Cuesta parecía mucho mas próximo
-      ¿Se puede saber como te has enterado de mi teléfono?
-      Te olvidas que tenemos amigos comunes
-      Después de tantos años ¿ahora se te ocurre llamarme?
-      Ya se que no te lo vas a creer, pero éste mismo número que he marcado hoy lo he marcado miles de veces en estos años y nunca he tenido el valor de dejarlo sonar ni un solo tono
-      ¿Y hoy porqué es distinto?
-      No lo se, Mamen, no lo se – un silencio inundó el auricular- pero necesito verte
-      Tú no estás bien de la cabeza. Lo que pasó entre nosotros fue una historia que ojalá no hubiera ocurrido nunca – Mamen sabía que debía de colgar, pero algo se lo impedía – creí que ya te habías olvidado de todo y sin embargo…..
-      Tú tampoco lo has olvidado. No me mientas.
Un nuevo silencio se introdujo en la habitación como si la niebla hubiera hecho desaparecer el sol que iluminaba últimamente el matrimonio de Fernando  y Mamen. La pareja estaba disfrutando de una etapa muy feliz y seguro que ahora no ocurriría lo de entonces, pero Mamen no sabía como decirle que aquello fue lo que fue y nada mas porque notaba en la voz de su interlocutor una emoción profunda que le impedía cortar de raíz la conversación.
-      ¿Tan importante te consideras como para creerte que después de tanto tiempo sigo pensando en ti? querido Alvaro, la vida da muchas vueltas y afortunadamente la mía volvió a ser la que nunca debió desviarse de su camino. Es cierto que eran otras circunstancias, pero todo ha vuelto a su ser y soy muy feliz con mi marido y con mis hijos y lo mejor es que no me vuelvas a llamar nunca mas ¿entendido?
-      Mamen, por favor, no me cuelgues, por favor – Alvaro tenía que decirle muchas cosas pero no sabía ni por donde empezar – déjame que te diga que desde la última vez que nos vimos no he parado ni un minuto de pensar en ti. Ya te digo que he tenido en la mano el teléfono miles de veces y no se porqué pero en el último segundo siempre colgaba.
-      Ya y tu esperas que me lo crea ¿no?
-      Te lo juro por lo que mas quieras que es la verdad y ahora que, por fin oigo tu voz no me puedes colgar y dejarme así por las buenas
-      ¡Como que no puedo! pero tú ¿quien te crees que eres en mi vida? Lo siento pero aquellos días los tengo totalmente superados y te he olvidado
-      No me lo creo
-      Pues no se porqué – Mamen no quería continuar con aquella conversación para evitarle la mas mínima posibilidad de volver a las andadas – soy muy feliz y no necesito nada.
-      ¿Y sin embargo hoy estabas pensando en mi?
-      Eso lo dices tú
-      Y tu sabes que es la verdad
-      Mira, Alvaro, voy a colgar porque es una tontería seguir hablando. Olvídame de una vez, te lo pido por favor y no me vuelvas a molestar.
-      Lo siento, pero es imposible – la voz de Alvaro se volvió suplicante – ya te digo que en todos estos años no he dejado de pensar en ti y ahora no me puedes dejar así como así.
-      Alvaro, perdona pero voy a colgar y no vuelvas a llamar
-      Pero ……………………
Un clic seco y rotundo produjo una íntima satisfacción en Mamen porque había logrado superar una situación que podría volver a crearle múltiples problemas de conciencia, mientras que para el Dr. Cuesta fue un mazazo en su ya maltrecho cerebro lo que provocó un acceso de ira y un te vas a enterar mientras colgaba lentamente el teléfono de su despacho en la UVI del hospital.