Queridos blogueros/as: Ni mucho menos me he olvidado de mandar el capítulo correspondiente a la semana anterior, lo que pasa es que el ordenador desde donde os estoy escribiendo ha estado en la UVI y hoy le han dado el alta recomendándole reposo, vida tranquila y ya se verá la evolución.
En vista de eso aprovecho para mandaros dos capítulos y no escribo mas porque, no se, no se, pero para mi que tiene un poco de fatiga y no merece la pena hacerle trabajar mas,
Ser felices, si podéis y hasta la próxima semana que supongo que este chisme se estará recuperando
Un abrazo
Tino Belascoain.
CAPITULO 56.-
Yo seguía sin ver la
posibilidad de desaparecer de casa dos o tres días sin levantar sospechas hasta
que me comentaste que te ibas a Lourdes con la Cruz Roja, como todos los años.
Sabía que iba a ser una semana, tenía tiempo para preparar alguna excursión
interesante y en ello estaba cuando en la misma agencia de viajes estaba Ana
localizando algún lugar para pasar cuatro días sola, a ser posible sin ver a
nadie. ¿Fue casualidad? ¿el destino? Yo que se. Disimuladamente me puse lo mas
cerca posible y le estaba explicando a la de la agencia que la había echado del
trabajo, que la habían hecho la puñeta casi sin avisarla con tiempo para
buscarse otro empleo y que buscaba un hotel alejado del mundanal ruido, no muy
caro y en el que no hubiera nadie conocido para tumbarse al sol y olvidarse de
todo. La pobre empleada le aseguraba que el hotel que ella le ofertaba estaba
lejos de los circuitos tradicionales y que lógicamente no se encontraría a
nadie conocido, pero que eso nadie se lo podía asegurar.
En la vida se me hubiera
ocurrido iniciar lo que se había roto unos años atrás, no sé lo que me pasó, no
tengo ni idea, pero me pareció que volvía a tener posibilidades con aquella
chica y eso que ella ni me había visto, pero no sé porqué pensé que si me la
encontraba en la playa sería fácil conquistarla y así, casi como por
casualidad, saqué un billete de avión para Jerez y a los pocos días estaba en
Zahara de los Atunes, en un hotel al final de una playa interminable. Solo
tenía que esperar la oportunidad de coincidir con ella y ver lo que pasaba.
Contigo ningún problema ni
ninguna mentira que contar, estabas en Lourdes acompañando enfermos y los niños organizados con la abuela. El
plan parecía perfecto. Pensando estaba en todos esos detalles cuando no muy
lejos de la terraza donde estaba leyendo el periódico, una chica joven y bien
parecida, ¿seguro que era Ana? Claro, ¿quien iba ser si nó,? instalaba sus
reales en una toalla de vistosos colores que colocó cuidadosamente en la blanca
arena de la playa. Se tumbó cuan larga era, se caló un sombrero de ala ancha y
con una gafas de sol se dispuso a tomar el sol. Desde la terraza, con el whisky
en la mano pensé, ¿me acerco y le digo
simplemente hola cómo estás o espero a que vuelva de la playa? ¿cuál será su
reacción? Todavía estás a tiempo de darte media vuelta y no meterte en líos, me
dice una voz desde lo mas profundo, Mamen en Lourdes y tú por ahí golfeando ¿no
te parece que ya eres bastante mayorcito para gilipolleces? ¿vas a tirar por la
borda veinte años de convivencia por una
chiquilla que no es mas que tú ex secretaria? Y si fuera tu hija ¿qué
pensarías? Un hombre hecho y derecho buscando aventuras ¿no te da vergüenza?
Imagínate la escena: te vas a la cama con ella y se acabó, una risas y tan
amigos, pero y si se enamora ¿qué pasa? Llamándote a todas horas y ya no
tendrías que buscar una excusa para un día sino que todos los días tendrías que
mentir y Mamen, naturalmente se daría cuenta ¿te merece la pena? Pero por otra
parte ¿no te apetece meterte en la cama con una chavalita jovencita? Estoy
seguro que conmigo va a sentir un placer que no lo habrá experimentado con
ningún otro, ¿estás seguro? Hombre, seguro no, pero la experiencia siempre es
un grado, al fin y al cabo, no soy de esos niñatos de ahora que llegan, lo
hacen como los gatos y adiós que si te he visto no me acuerdo. No, yo soy un
señor y las cosas hay que hacerlas bien, un período de preparación, una buena
cena en un sitio elegante, un regalo, detalles y al final a la cama, pero como
resultado de una atracción mutua, no así, de cualquier manera, no y ¿ porqué
estoy tan seguro que llegaremos a esa relación? Lo mismo estoy haciendo el
tonto y ella se aprovecha y al final ni cama ni nada, solo faltaba, entonces si
que me encontraría mal y vaya corte
Bueno, pero eso es imposible, sería la primera que no cae con mis artes
de seducción ¿la primera? No, la primera no, pero una de las pocas y encima,
eso es imposible ¿cómo no va a caer? Tiene pocos años, pero un desparpajo que
para sí lo quisieran muchas de cincuenta. Todas y muchas más preguntas pasaban
por la cabeza de Fernando y cada minuto que pasaba era mas dubitativo. Afloraba
también su formación religiosa y aunque hacía bastantes años que no ejercía
como católico, aquella época de militante activo, también estaba presente y le
mostraba a una mujer como la suya entregada a sus hijos y pendiente de todos
sus deseos. Era verdad que desde su enfermedad las relaciones entre ambos
habían mejorado sustancialmente y Mamen se mostraba mucho mas interesada en las
cosas de su marido, trataba de opinar sobre asuntos del despacho y aunque sin
conocimientos de leyes, estaba dotada de un sentido común que le permitía
resolverlos con bastante facilidad.
Ahora le venía a la
memoria el caso del Juez Alfarinas, que había sido juzgado por malversación de
fondos y que gracias a su actuación, no
había sido condenado. El hombre le estaba eternamente agradecido y no sabía que
había sido ella la que aportó elementos suficiente como para crear tan serias
dudas en la Juez de Instrucción que ordenó el sobreseimiento del expediente. En
el último año su relación había sido mayor que en todos los anteriores y había
descubierto cosas que le habían dejado asombrado y sobre todo sentía no
haberlas descubierto antes. Mamen tenía una enorme capacidad de escuchar y
claro él no había tenido esa oportunidad porque para que alguien escuche es
necesario que alguien hable y en aquella pareja, sobre todo hasta su
enfermedad, había habido una falta de diálogo muy importante, fundamentalmente
porque para hablar es condición “sine qua non” disponer de tiempo y eso era una
constante en su vida, siempre estaba pensando en su tiempo libre, pero nunca
disponía de él. Los fines de semana había que pensar en los asuntos del
despacho y los días normales resolverlos y así era materialmente imposible
entablar un diálogo medianamente serio con nadie y menos con Mamen que lo
primero que planteaba eran los temas de los niños. ¡Dichosos niños! Él los
quería, pero a su manera y a las horas que le venían bien. Si lloraban por la
noche, Mamen era la encargada de acunarlos, porque naturalmente al día
siguiente él tenía que trabajar, si en el colegio les comentaban que cualquiera
iba mal en esta o en otra materia, ella era la encargada de resolverlo,
concertar cita con el profesor de turno, buscar alguna clase particular y mil
asuntos del día más que trataba de contárselos cuando Fernando llegaba a casa y
claro, casi nunca era el momento. Ella se quejaba que los niños eran de los dos
y él que se preocupara ella que para eso estaba en casa. La conciencia de
Fernando volvió a las andadas y de nuevo se planteaba lo injusto que había sido
con su mujer, con eso que no trabajaba en otro sitio era la chica de los
recados, la mandaba al banco, a la compra, al pediatra, al dentista con los
niños, a recogerlos al colegio, a estudiar con ellos, a hablar con los
profesores. Eso si, como pagaba todos los gastos, tenía derecho de pernada y autoridad para decidir
cuando y como se hablaba de esos temas. Mamen se había hecho a su forma y pensó
¿hay una forma de egoísmo mayor? ¿se había hecho o él con su manera de ser la
había hecho así? Era como si un profesor quisiera que sus alumnos fueran todos
iguales que él, ¿no sería mejor que fueran infinitamente superiores?
Ana se levantó de la
toalla en la que había permanecido tumbada durante todo ese tiempo y con una
pequeña carrera se metió en el agua. A los pocos segundos, apareció con el pelo
mojado, la piel llena de juventud, las manos en jarras y se quedó quieta en el agua
mirando hacia el horizonte.
Fernando dejó atrás todas
las preguntas, abandonó sus creencias y sin asumir las consecuencias de su
actitud, se lanzó de cabeza en la primera ola y apareció al lado de su ex
secretaria
- Hola ¿está buena?
Ana no pudo disimular su
sorpresa
- ¿Eres tú?
- Claro ¿quién voy a ser si no?
- Pero, ¿qué haces aquí?
Fernando puso cara de niño
bueno
- ¿Qué pasa? ¿no me puedo bañar en una playa
pública?
- Pero ¿cómo me has encontrado?
- Casualidades de la vida, debe ser que el
destino …….
- Si, el destino – Ana se volvió a mirar otra
vez hacia el horizonte – seguro que ha sido algún conocido común que te ha dicho que estaba aquí.
Fernando sonrió
- No te lo vas a creer, pero estoy pasando una
racha mala con mi mujer y he decidido
buscar un hotel para pasar unos días alejado del mundanal ruido, no muy caro y
en el que pudiera tumbarme al sol y olvidarme de todo.
- ¡Que cara tienes!
CAPITULO 57.-
Las conversaciones con el
Dr Cuevas se fueron haciendo mas y mas frecuentes y los temas se repetían de
manera habitual, aunque el beso del polideportivo hacía acto de presencia de
vez en cuando aunque no de manera clara, pero estaba como flotando en el
ambiente. Alvaro lo recordaba como el inicio de algo más, pero Mamen se
resistía hasta el día en que se le escapó que se podía ir casi una semana a
Lourdes y aquello fue la cerilla que encendió un bosque dispuesto a sufrir el
mayor incendio de su historia.
- Mamen,
decídete porque esa es nuestra oportunidad. Tu marido no tiene porqué enterarse
de nada y nosotros podemos disfrutar de unos días para nosotros.
- No
sé, de verdad que no sé que hacer, Alvaro.
- Pues
yo te lo digo, lo que tienes que hacer es dejarme a mí que yo lo organizo y
serán unos días maravillosos. Que prefiere la señora ¿España o el extranjero?
- No
lo sé. - Mamen se abrazó a Alvaro con emoción y algo de miedo. Estaban en el
parking del mayor centro de ocio de Madrid y era consciente que la situación se
iba agravando día a día. Las relaciones con su marido eran como siempre. Se
veían cada vez menos minutos al día con lo cual soportarse era bastante fácil,
no hablaban prácticamente nada y así no había que dar ninguna explicación y la
cama era un elemento para dormir y no para unir. Total un matrimonio normal de
puertas para fuera y una pareja sin futuro de puertas para dentro. Como en
muchas ocasiones, el único punto de unión eran los hijos y los que hacían dudar a Mamen. Sin embargo y a favor
estaba que Mamen se encontraba a gusto con Alvaro Cuesta, la trataba con una
delicadeza extrema y la hacía disfrutar de la vida. Para él todo era bonito, si
que era verdad que sus principios eran discutibles, pero a su lado los días
pasaban a toda velocidad. Disfrutaba con casi todo, se reía de todo y su vida
era fácil. No tenía ninguna atadura, disponía de dinero y tiempo libre y
conocía infinidad de lugares donde parecía que estabas en otro planeta. Su amor
por la naturaleza le hacía salir al aire libre y su conocimiento de los pájaros
le hacía estar mas tiempo mirando al cielo que a los coches que le rodeaban en
los atascos de fin de semana. Mamen solo salía últimamente entre semana. Los sábados y los Domingos los dedicaba
enteramente a sus hijos y la mayoría de ellos en compañía de Fernando. Salían a
comer sistemáticamente y por la tarde iban a algún parque para que los niños
corrieran. En ese tiempo, Fernando se hizo un lector empedernido y en cualquier
sitio sacaba el libro y leía con fruición. Estaban al lado en el
correspondiente chiringuito, pero no eran dos. Ella intentaba sacar temas de
conversación interesantes, pero el no entraba al trapo bajo ningún concepto. De
vez en cuando, levantaba los ojos del libro y recorría con su vista los
alrededores de la mesa durante unos segundos y a continuación volvía a
enfrascarse en la lectura.
- Fernando,
no sería mejor que te fueras a casa. Seguro que estarás mas cómodo ¿no te
parece?
- Tienes
razón, me parece suficiente que estés tú con los niños y yo, total, para
hacerte compañía casi me voy que tengo un montón de asuntos del despacho que
tengo que resolver antes del lunes. Hasta luego.
Viendo como se alejaba por
el corredor del parque, Mamen se preguntaba como sería la situación si en lugar
de Fernando, el acompañante fuera Alvaro, seguro que sería absolutamente
diferente y mirarían a los niños con ilusión, les acompañarían en los distintos
juegos y estarían integrados con ellos, no como ahora que ellos jugaban a diez
metros y la distancia era como si estuviera el océano Atlántico entre medias.
Desde que Alvaro le propuso pasar unos días en Cuenca, Mamen estaba como de
malhumor, saltaba por cualquier cosa y las discusiones eran el pan nuestro de
cada día. Fernando era consciente de la situación, pero no sabía como hacer
para arreglarla e incluso en muchas ocasiones le venía bien que todo se
desarrollara como hasta entonces porque así justificaba sus continuas ausencias
de aquello que de hogar solo tenía el nombre. Incluso un día en el transcurso
de una de las múltiples discusiones
llegó a plantearla que estaba deseando que se fuera a Lourdes para que le
dejara en paz y eso fué la gota que desbordó el vaso de su paciencia. A los
cinco minutos de oir aquellas palabras, Mamen confirmó a Alvaro que estaba dispuesta. Casi con la
misma rapidez el ilusionado cardiólogo se acercó a una agencia de viajes y
encargó una habitación en un pequeño hotel de solo seis habitaciones situado en
las Casas Colgantes de Cuenca en donde había estado en otras ocasiones con
algún liguecillo inesperado. Las habitaciones eran cómodas, con un pequeño
saloncito en el que se disfrutaba de los productos típicos de la huerta
conquense si preferían que su encuentro fuera absolutamente secreto, en
definitiva, un lugar perfecto para amantes de fin de semana.
Mamen y Alvaro se
encontraban con sendos gin- tonics sentados en la terraza de su habitación. El
día tocaba a su fin, la ciudad de Cuenca se extendía a sus piés, el puente
colgante abría sus brazos para acoger a algunas parejas que parecían bailar al
son del movimiento de las tablas, el sol se unía a crear un ambiente propicio
para el amor, mientras que las hojas de los árboles estaban en disposición de
abandonar las pobladas ramas en cuanto el otoño anunciara su llegada para lo
que faltaban muy pocos días. Dos aves, que según Alvaro eran dos ratoneros, se
hacían la corte mientras surcaban el cielo azul y con sus constantes giros
parecían iniciar una maniobra de acercamiento que terminaría en alguna de las
pequeñas cuevas en los alto de las hoces donde a modo de manchas se distribuían
por sus paredes
- El
mundo animal es así, Dios los cría y ellos se juntan. ¿Existe amor entre
ellos?- Alvaro no perdía de vista a las dos aves voladoras
- ¿Tu
crees que lo hay? – Mamen tampoco perdía detalle de aquella corte amorosa en el
cielo.
- Yo
creo que no. Existe una atracción física, algo que parece que los acerca y
ellos no ponen ningún impedimento para que sea así, pero no significa que
exista amor. Para mí amor es otra cosa. Se empieza igual, eso sí, pero se termina de manera
diferente. Yo no creo en el amor como tal – Alvaro desvió su mirada y la fijó
en Mamen que daba vueltas a su gin-tonic con una pequeña barrita de plástico en
la que iba insertada en su parte superior el escudo de la ciudad y el nombre
del hotel en llamativas letras doradas – Lo siento pero lo que digo no debe ser
nada romántico, pero no creo en el flechazo así por la buenas. Por ejemplo, tú
y yo ¿crees que hubo un momento en el que nos dimos cuenta que podíamos llegar
a la situación actual? ¿un día determinado?
- Hombre,
nuestro caso es algo diferente, piensa en como nos conocimos, Fernando en la
UVI, fueron momentos muy difíciles y para flechazos estaba yo
- Pues
eso es lo que digo. A mí el primer día que te informé me pareciste una mujer
muy atractiva, de las que se ven muy poco por los hospitales y enseguida se
estableció entre nosotros una especie de complicidad, pero si después no
hubiéramos seguido viéndonos, de nada hubiera servido esa primera oportunidad –
Alvaro se levantó y la
abrazó con todas sus fuerzas. Mamen, por primera vez desde hacía casi dos días,
se sintió incómoda. Era una situación nueva que suplía a unos días de vivir la
vida de manera diferente, en la que el tiempo se pasaba volando, los episodios
de cama le habían supuesto descubrir un mundo nuevo, el placer había llegado a
extremos inimaginables y todo había sido maravilloso. Alvaro se había
descubierto como un amante extraordinario, con una educación y un tacto
exquisitos y siempre tratando de evitar el pasado. Con frecuencia repetía que
había que vivir el presente y mañana se verá.
Ese mañana estaba llegando
y Mamen sintió una profunda tristeza, pensaba que lo que estaba haciendo no
estaba bien y las imágenes de sus hijos en su casa con Fernando tratando de
entretenerlos, como se organizarían y mil situaciones mas, pasaban por su
cabeza mientras los brazos de Alvaro la estrechaban cada vez con mas fuerza
como si fueran conscientes de lo que estaba ocurriendo. Con el tacto que había
demostrado en esos días, el abrazo fue haciéndose mas suave y pasados unos
segundos se enfrentaron a la realidad
- ¿Quieres
irte?
- Si
- Te
acuerdas de la familia ¿a que si?
- Claro,
parece que no, pero ya son dos días sin ver a los niños y estoy preocupada.
- Es
lógico, pero no debería ser así porque ¿tú no estás en Lourdes cuidando enfermos?
- No
me lo recuerdes Alvaro, por favor porque sabes que estoy hecha un lío, por una parte estoy a gusto y creo que te
lo he demostrado, pero también sabes, porque lo hemos hablado, que nunca pensé
que a mí me pasase una situación similar y
por eso te digo que estoy hecha un lío y ni siquiera sé muy bien lo que
digo, pero lo que si sé es que ahora quiero irme a casa.
- ¿Ya?
- Si,
lo siento, pero si que me gustaría irme ya.
- No
se hable más, recogemos todo y en un par de horas estamos en Madrid ¿te parece
bien?
- Si.
Entre los dos hicieron las
maletas y después de pagar se introdujeron en el coche de Alvaro en dirección a
la capital. Intercambiaron muy pocas palabras durante el viaje y solo a unos pocos metros de la casa de Mamen dejaron
expresar sus sentimientos. Para él habían sido dos días inovidables y esperaba
que esa situación se repitiera en un futuro. No quería nada más, no esperaba
nada mas. Le parecía que se había comportado como ella esperaba y estaba
dispuesto a repetir la experiencia si ella quería, aunque por la forma de
acabarse no estaba seguro si se repetiría o no. A pesar de los días
transcurridos en una intimidad permanente, no había sido capaz de descifrar la
personalidad de Mamen. Todavía no estaba seguro si era una mujer que sabía lo
que quería o simplemente, como una especie de represalia hacia su marido, se
había acostado con él. En el fondo le daba lo mismo, él había disfrutado y no
quería mayores complicaciones. Con su orgullo habitual pensaba que si la
situación continuase se acabaría enamorando de él y hasta ahí si que no quería
llegar. Salir, echarse unas risas y algo mas muy bien, pero de vivir juntos o
casarse de eso nada, monada. El estaba muy bien como estaba y no quería variar
su forma de vida. En ningún caso se sentía culpable de nada y en el fondo
estaba contento que esa situación terminase. Cada mochuelo a su olivo, pensó.
Mamen por su parte ardía
en deseos de ver a su familia. Alvaro se había comportado muy bien, de eso no
había ninguna duda, pero no era Fernando. Si que en la cama era un auténtico
experto, pero le faltaba algo y para ella estaba muy claro. Lo que faltaba era
amor. Quizás Fernando se había olvidado habitualmente, pero en determinados
momentos salía a relucir y todo cambiaba. Por otro lado su experiencia como
amante creía que no había sido del todo mala, aunque al principio tuvo sus
vacilaciones porque nunca había estado con otro hombre y Alvaro se percató
enseguida, pero la verdad es que se lo había puesto muy fácil y había
respondido con el mismo ardor, pero por dentro Mamen sentía que lo estaba haciendo
mal, que su lugar no estaba en aquella cama, que su vida tenia que discurrir
por otros derroteros y que lo mejor era confesarse, pero con auténtico sentido
de la rectificación y volver a ser lo que nunca debió abandonar.
En estos pensamientos
estaba cuando el brazo del Médico la rodeó
- Hemos
llegado - La voz de Alvaro le llegaba como lejana – espero que nos volvamos a
ver pronto y acuérdate que vienes de Lourdes.
- Muy
bien, seguiré tus consejos – Mamen le besó fugazmente en los labios, abrió la
puerta del coche y se encaminó a su casa sin volver la vista atrás- Hasta
siempre Alvaro. Nunca te olvidaré pero mi vida tiene que estar en otro sitio.