viernes, 30 de enero de 2015

EL TRIO DE DOS: CAPITULO 59

 Queridos blogueros/as: Lo primero que quiero deciros, antes que se me olvide, es que si alguien no cree en los milagros que hable conmigo y le convenzo fácilmente. Este chisme, me refiero a mi viejo ordenador portátil HA RESUCITADO y sin necesidad que venga Jesucristo y diga aquello de "levántate y anda" nada, nada, ha empezado a funcionar sin que nadie le ayude, bueno tampoco hay que exagerar, supongo que mi fe también habrá tenido algo que ver, pero la realidad, fácil de comprobar, es que anda ¿por qué? ni idea. En fin, esperemos que no sea la mejoría de la muerte porque todavía queda Trio de Dos para algunos capítulos mas.

También quiero deciros que éste es el último capítulo de la primera parte y la segunda que os la empezaré a mandar a partir de la semana que viene la escribí este verano, por eso digo que todavía queda.

Como siempre espero vuestros comentarios.
Ser lo mas felices que podáis y hasta la próxima. 
Un abrazo
Tino Belas.

P.D.- Que conste en acta que la bloguera número uno, nos ha invitado a un lacón con grelos que estaba tan impresionante que mismamente parecía que lo estábamos tomando en el mejor restaurante de Galicia. Muchas gracias y que el año que viene se repita.  




CAPITULO 59.-
Mientras se dirigía al cuarto donde había dejado el bolso, Mamen tuvo una visión de todo lo sucedido desde que coincidió por última vez con Alvaro Cuesta y claro que se acordaba ¡faltaría mas! Su vida, desde entonces, había dado un cambio radical y fué todo producto de la casualidad. La proposición de Fernando de irse a vivir durante dos años a Lisboa había surgido por la buenas y sin que el abogado de reconocido prestigio supiera absolutamente nada de las aventuras de su mujer.
El traslado a Lisboa fue casi de un día para otro y el motivo de no decírselo a nadie fue la carta que recibió Fernando Altozano de la organización terrorista ETA en la que le invitaba a colaborar por la independencia del pueblo vasco con cincuenta millones de pesetas que pasarían a cobrar los primeros días de cada mes durante cinco meses, nada mas y nada menos que cinco millones al mes y todo porque su gabinete de Abogados había participado en la negociación colectiva de unos astilleros de Bilbao que Fernando ni siquiera se había enterado. La carta contenía una serie de datos que demostraban conocer perfectamente, no solo el domicilio sino los hábitos de Fernando y finalizaba con las amenazas pertinentes a su mujer y a sus  hijos con nombres y apellidos y hasta el domicilio del colegio al que asistían diariamente.
Fernando habló con su mujer y decidieron lo que en ese momento les pareció mas oportuno y no era otra cosa que suspender precipitadamente toda actividad laboral en el despacho, cerrarlo y desaparecer por una temporada. Ambos hablaron con sus familias para explicarles la situación y quedaron en que para no comprometerles les llamarían mas adelante, pero sin especificar desde donde. Pensaron en Marbella, Lugo, donde Fernando tenía unos parientes, Londres, París y finalmente se decidieron por Lisboa porque allí vivía una prima de Mamen que a buen seguro les orientaría sobre zonas donde alquilar una casa por un año, colegios etc….etc.
Dicho y hecho, Fernando no dijo nada a nadie y Mamen trató en vano de ponerse en contacto con Alvaro, pero no lo consiguió. Le llamó en repetidas ocasiones, en su casa no contestaba nadie y en el Hospital le decían que su horario era de ocho a tres y que a esas horas nunca estaba a no ser que estuviera de guardia que no era el caso. Pensó que ya le llamaría desde Lisboa y así pasaron, hasta este momento, casi tres años. En todo ese tiempo solamente una vez trató de localizarlo otra vez y todavía no entendía el porqué. Fué con motivo de un viaje de Fernando para resolver algún tema con Hacienda. Fueron solo unas horas en Madrid, pero las suficientes para que a Mamen le diera tiempo a darse una vuelta por el Hospital y preguntar por su viejo amigo. Le contaría la verdad y seguro que lo entendería ¿lo entendería? Bueno, lo tendría que entender porque era mas claro que el agua, ante una amenaza como la que se había producido, parecía lógico poner tierra de por medio y no decir nada a nadie, pero ¿no podía haberle llamado por teléfono?. Sus pensamientos fueron interrumpidos por una secretaría de aspecto no muy aseada
-      Perdón ¿preguntaba por mí? 
-      ¿Usted es la secretaría de Cardiología?
-      Si
-      Lo siento pero no la conozco porque cuando mi marido estuvo aquí ingresado había otra que se llamaba Conchita ¿la conoce?
-      No, pero lo que dice tuvo que ser hace tiempo porque yo ya llevo en el Servicio casi dos años.
-      Si, claro hace bastante mas.
-      Bien, perdone pero tengo que hacer un montón de informes y no puedo quedarme a charlar con usted, ¿preguntaba por el Dr Cuesta?
-      Si, hace años que no le veo y me gustaría saludarle.
-      Pues lo siento, pero hoy no va poder verle porque están todos en un Congreso en Lisboa.
-      ¿En Lisboa?
-      Si se fueron el miércoles y vuelven el Domingo creo.
-      Ya – Mamen se quedó con una sensación como de desconcierto.
-      ¿Quiere que le deje algún recado?
-      No, gracias, era solo por saludarle, pero si no está ya vendré otro día. Muchas gracias.
-      De nada – la secretaría volvió a sus quehaceres habituales al mismo tiempo que Mamen abandonaba el hospital. Mientras el ascensor descendía lentamente las imágenes de su casi un mes en la cabecera de la cama de Fernando le pasaban a toda velocidad y en todas, como si se tratase de un carrete velado, las imágenes se superponían con las del Dr. Cuesta con su bata blanca y su permanente sonrisa. Hacía tiempo que no tenía esos pensamientos, pero el hospital, el ascensor, el hall y todos los pasillos le recordaban aquella época pasada, fueron días muy duros, Fernando con el infarto y un humor de perros, ella acompañada, pero sola y los niños en casa al mando de una chica nueva. ¡Menudo panorama! Lo único que le alegraba las mañanas eran las pasadas de visita de los Médicos que iban seguidas de una charla, mas o menos breve, con el Dr Cuesta quien le hacía olvidar los desaires de su marido y ya ni contar los días que tenía guardia, entonces las charlas eran interminables, una veces con Fernando delante y otras en su pequeño despacho. Hablaban de lo divino y de lo humano, mas de lo segundo que de lo primero, porque Alvaro Cuesta desde el primer día dejó muy claro que era agnóstico porque la vida le había llevado a esa conclusión y aunque ella nunca había tratado de convencerle, si que en alguna ocasión se había planteado ese debate y había pocos argumentos para rebatirle. Se acordaba de una de las tardes en que, sin que ninguno de los dos lo plantease, salió el tema de la justicia divina a relucir. Alvaro lo tenía absolutamente claro
-  ¡Pero que justicia divina ni que niño muerto! Como se nota que no eres Médico, tú no has vivido un hospital y yo llevo treinta años viendo cosas y hay muchas que no hay derecho. No hay derecho y no le des vueltas. Ese Dios en el que tú crees y yo no, es imposible que sea justo cuando ves, como he visto yo y no una ni dos sino muchas veces, niños de ocho y diez años sufriendo dolores terribles, padeciendo enfermedades que los van consumiendo poco a poco, madres que se mueren al parir y dejan un panorama desolador, hombres jóvenes, casi niños, que se matan todos los fines de semana, infartos que destrozan una familia en una abrir y cerrar de ojos
-  ¡ Que me vas a contar a mí! Mil veces he pensado que sería de mi vida si Fernando se hubiera muerto el día que le dió el ataque ¿qué habría pasado?
-  Bueno, según tu teoría, serías una viuda feliz porque se cumplió la voluntad de Dios y al fin y al cabo, la vida es un don que Dios te lo da y te lo quita cuando le da la gana. ¿no es así?
-  Pero ¿cómo dices semejantes barbaridades? Yo creo en un Dios determinado que valora la vida en lo que es, es decir, un grano de arena comparado con la inmensidad del desierto, pero eso no quita que si me hubiera quedado sola estuviera bailando sevillanas. No exageres.
-  Pues yo no entiendo porqué no las bailáis ¿no será que no os lo creéis? Si para vosotros la vida es como un grano de arena en el desierto ¿no has dicho eso? Entonces deberíais celebrar la muerte como un acontecimiento de enorme alegría porque ese trance os permite volver con vuestro Dios y disfrutar de la vida eterna ¿no es así?
-  Es así, pero con matices – Mamen se acordaba de algunas reflexiones que sobre esos temas se habían tratado en la última reunión que tuvieron con Monseñor Escrivá de Balaguer cuando estuvieron en la inauguración de un nuevo templo en Las Matas, una población cercana a Madrid y en la que, con ese motivo se habían reunido un fin de semana, un centenar de simpatizantes del Opus – en muchas ocasiones, uno es libre de escoger el día de su muerte
-  ¿Cómo? – Alvaro se removió inquieto en la silla de su despacho - no me irás a decir que el Opus propone la eutanasia activa porque entonces sí que se me han roto los esquemas.
-  No, hombre no, ¿quién ha dicho semejante barbaridad? Lo que digo es que si tu quieres te matas cuando te de la gana ¿o no?
-  ¡Ah! Tu dices que te tiras por una ventana ¿es eso lo que dices?
-  Si – Mamen afirmaba lo que afirmaba con absoluta firmeza – eso si quieres lo puedes hacer, pero ¿a cuantos Católicos has visto tú suicidarse?
-  No tengo ni idea – Alvaro la miró fijamente – entre otras cosas porque no se cuantos Católicos hay en este país y no me vengas con historias porque tú tampoco lo sabes
-  ¿ Como que no? Claro que lo sé. Según la última encuesta de población, nada menos que veinticinco millones.
-  ¡Venga ya, Mamen, no digas tonterias!
-  Eso no lo digo yo ¿eh? Lo dice el ABC en un editorial que vino el Domingo pasado.
-  Pero vamos a ver si nos centramos porque esto es de locos. Tu teoría es que en España hay veinticinco millones de Católicos ¿es así?
-  Si.
-  Bueno, pues eso no te lo crees ni tú.
-  ¿Porqué no me lo voy a creer?
-  Porque no.
-  Razon de peso, ¡porque no!. Yo lo he leído en algún sitio, pero tú no te lo crees y ya está.
-  Pero ¿no te das cuenta que si hubiera veinticinco millones de Católicos el mundo sería de otra manera? Lo que ocurre y es la teoría que yo defiendo es que gente que va a Misa los Domingos sois bastantes, pero católicos convencidos creo que se pueden contar con los dedos de las manos y a lo mejor me sobra una mano.
-  ¡Que exagerado eres!
-  ¿Exagerado? Ya, eso me dicen todas, pero tengo mas razón que un santo porque estarás de acuerdo conmigo en que a un Católico de los que yo digo, se le debería de notar hasta por la calle ¿o no? Y sin embargo, “haberlos hailos” que dicen en Galicia, pero yo no se donde están
- ¿Sabes porqué te pasa eso? Porque tú por la calle no vas mirando, llevas los ojos abiertos, pero no miras porque si nó, verías gente que ayuda a cruzar a los ciegos, que tratan con cariño a sus perros, que llevan a los ancianos del brazo, etc..etc. y todos esos son buena gente que, afortunadamente, todavía hay por el mundo
S- Ya – interumpió Alvaro – pero no todos son Católicos o es que ¿para ser buena gente hay que ser Católico?
-  Claro que no, pero si eres creyente mejor
-  Lo siento, pero mañana continuamos si quieres, pero hoy me tengo que ir que tengo una reunión de Cardiólogos Agnósticos y como siga así, voy a llegar tarde

-  ¡ Qué tonto eres!

viernes, 23 de enero de 2015

EL TRIO DE DOS: CAPITULO 58

  Queridos blogueros/as: Lo primero y antes que se me olvide es pedir perdón a una de mis fieles seguidoras, no hace decir quien porque solo tengo una seguidora y un seguidor o sea que sobran mayores pistas, porque con éste preámbulo puede que le pase como a mi cuando hablan mal de algún Médico y siempre suponiendo que quien lo dice tenga razón, eso se da por descontado, pero a mi me molesta y por eso el que avisa no es traidor.
He estado a punto de empezar con eso de Rogad a Dios en caridad por el alma de D. ........., porque ayer este p.... chisme no se quiso encender con lo cual yo inmediatamente y con el ojo clínico que me ha caracterizado siempre pensé (que le voy a hacer uno de vez en cuando también piensa) este c....... va y se muere sin dejarme copiar el capítulo de esta semana y lo que es peor, a partir de ahora ¿como voy a mandar los siguientes sin el blog está en el interior del muerto ¡Que hijo p....! (estaréis conmigo que esta reacción es humana, pobre muerto, si, si pobre muerto pero yo me quedo compuesto, bueno con pen drive pero, al fin y al cabo compuesto y sin novia. Eso si como este hijo de su madre se va al hoyo, pues hala él a descansar y a mi que me den. Valiente gili........... Todo esto ha sucedido en las últimas horas y me ha debido de oir el muy zorrito porque como dice el cantar "no estaba muerto que estaba de parranda" y ahora, eso si con estertores, pero lee el pendrive y a lo mejor hasta lo copia y os envía lo de hoy. En fin, sobran mas explicaciones, pero tengo la impresión que la semana que viene os mando la esquela desde el punto de limpio
Bueno, no sigo que empieza otra vez a hacer cosas raras
Que seáis felices
Un abrazo
Tino Belascoain


CAPITULO 58.-

Aquello era como una cadena de montaje, pero en plan fino. Las señoras de clase bien, instaladas en hileras detrás de unos tableros, empaquetaban todos los juguetes en vistosos papeles para repartirlos entre los pobres del distrito de Chamberí. Todos los años era la misma historia. La Señora Condesa de Monteagudo, a primeros de Noviembre, comenzaba a mandar invitaciones a todas sus amistades para que, sin cobrar un solo duro, asistieran a su chalet de la lujosa urbanización de La Moraleja a ayudar en la campaña de Navidad. Se avisaba de manera fehaciente que la labor sería la que le indicase la organización y aunque se tratara de satisfacer los gustos de todas y para eso los deberían indicar en el reverso de la tarjeta, no se aseguraba que si a cualquiera de las invitadas le gustaba, por ejemplo cocinar, se la empleara en la cocina. Si hacía falta que colaborase en envolver juguetes, adiós a preparar “comiditas” para los pobres de la comarca. Se invitaba a sesenta señoras de reconocida influencia en la sociedad. Algunas eran invitadas por su buen hacer, pero la mayoría lo eran por sus maridos y así en el mismo garage se mezclaban empresarias con mujeres de banqueros, famosas de la televisión con amas de casa que no ejercían como tales, viudas de concejales del Ayuntamiento de Madrid con mujeres de diplomáticos…etc….etc. Ana María de Gualdamina, Condesa de Monteagudo, preparaba largos tableros de madera, apoyados en borriquetas, que se distribuían por todos los laterales del garage situado en un lateral del jardín. Al fondo, se acumulaban los juguetes que había ido recaudando a través de una tupida red de amigas que durante todo el año los iban guardando en sus propios domicilios. Las mujeres se encargaban de empaquetarlos y sus mecánicos, la mayoría de las veces, los repartían por los distintos barrios de la periferia de la capital. Hasta el año anterior, eran las propias mujeres las que los distribuían, pero un incidente ocurrido con Piruja Santiguas en el que unos indigentes la apalearon para robarle todo el cargamento, habían hecho que se extremaran los cuidados. Todas las colaboradoras habían reaccionado con normalidad, pero los maridos habían decidido  que o iban con guardias de seguridad o no iban y ante tanto gasto, la organización decidió, de manera oficial, que fueran los mecánicos los que hicieran el reparto.
Mamen había acudido a colaborar por primera vez ese año y todo gracias a Marita Santonja, mujer de un íntimo amigo de Fernando, quien la había animado e incluso había pasado por su casa para irse juntas y eso que no se llevaban muy allá. Para Mamen, Marita era una mujer sin principios y todo lo contrario a ella. Su vida era para escribir una novela, guapa pero tirando a vieja, rubia pero toda de peluquería casi diaria, casada con un diplomático de Panamá, había venido a España a conocer el mundo de los toros, invitada por una asociación antitaurina y en lugar de cumplir con su misión, se enamoró de un torerillo de tres al cuarto y sus correrías, estilo Ava Gadner, fueron tan famosas que por su hotel de la Plaza de España pasaron casi todos los estamentos del mundo del toreo, desde los propietarios de ganaderías hasta los monosabios siendo conocida su afición, sobre todo, por los mozos de estoque quienes eran para ella una especie de toreros de salón que no disponían de salón ni de toro, ni de nada de nada, pero según ella eran los mayores expertos en preparar los juegos de cama y como si fueran los capotes de los matadores, lo disponían todo de tal manera en la alcoba que, cuando comenzaba la faena, todo iba sobre ruedas y al  finalizar lo dejaban todo tan dispuesto que parecía imposible que por allí hubiera pasado un ayudante de torero acostumbrado a torear en plazas de tercera. Ella era colombiana, o por lo menos así se lo hacía saber a sus amigos y conocidos, pero para muchos era de Coria del Río y había tenido que salir deprisa y corriendo cuando la Guardia Civil fue en busca de su padre quien, al parecer había dejado embarazada a la mujer del Gobernador Civil de Sevilla y eso no se podía consentir. El padre conocido en el mundo del arte de cúchares como “el trompetilla” porque siempre iba con una para dominar su pertinaz sordera y ante lo que se avecinaba decidió salir de estampida y a las seis horas estaba en Cali preguntando por el cártel de la droga. Parece ser que él era un gitano muy simpático y con un saber estar “que quitaba el sentío” y entre eso y la niña que con diecinueva años encandilaba a cualquiera, enseguida se hizo un hueco en ese mundillo y los dirigentes se pegaban por organizar fiestas a las que acudiera el trompetilla y la niña que no se despegaba de su padre hasta que un día descubrió que en la compañía de algunos hombres no se estaba especialmente mal. Siempre eran mayores de cincuenta, con las carteras llenas y las braguetas vacías. Ella con sus encantos hacía cambiar el orden de los factores y ellos felices de disponer de una tan preciosa criatura aunque solo fuese por unas horas. Euduvigis Santa Perez, tal era el nombre de pila de Marita Santonja, se convirtió en una de las mujeres mas deseadas por los diferentes jefes de los traficantes. Ella se dejaba querer, cambiaba de acompañante como de coche y el lujo y el glamour fueron sus acompañantes hasta que con veintiséis años se enamoró del encargado de negocios de Panamá en Colombia, Crisóstomos Zaldivar Infante, conocido por todos como Crizalin. Este era una persona de las mejores familias de Panamá y desde el primer día dejó claro que sus promesas no eran como a las que estaba acostumbrada Euduvigis. El iba en serio, sus promesas eran de matrimonio para toda la vida y estaba dispuesto a compartir todo lo que tenía con aquella belleza andaluza que le había encandilado desde el primer día que la vió acompañada de Gumersindo de la Fuente, Jefe de personal de la Petrol Oil y por lo tanto uno de sus empleados de confianza y a quien le hizo el encargo de presentársela haciéndose el encontradizo en el bar “El Guajiro” donde se reunía toda la gente de prestigio de casi toda Sudamérica.
Aquella noche Crizalín estaba nervioso, no era para menos, por fín iba a conocer a la mujer de  sus sueños, a la que había seguido en múltiples ocasiones y con la que soñaba a diario. Su smoking, impecable, envolvía a una buena persona, con mucho dinero y mejores cualidades, fiel como nadie y entregado a la buena vida porque así se lo permitían los  negocios que había heredado de su  padre, D. Nicanor Zaldibar.
Marita entró en el Guajiro y todos los hombres se volvieron a mirarla. No era de extrañar que hubiera conquistado los bolsillos de casi todos los presentes y de muchos de los ausentes de la ciudad porque se trataba de una belleza andaluza con unos ojos negros inmensos, una cara tersa como correspondía para una señorita de su edad, un tipo con medidas que podían competir con cualquiera que se presentase a concursos de belleza y sobre todo, lo que mas llamaba la atención, era su manera de vestir. Para esta ocasión, había escogido de su amplísimo vestuario un traje de chaqueta de Dior que marcaba sus caderas como si de una malla se tratase y que la hacía única entre todas las chicas del local. Su amplia experiencia en llamar la atención, la hacía permanecer erguida, con una expresión de felicidad permanente. Su boca era perfecta, con los labios primorosamente contorneados y unas pestañas que parecían querer hablar. El cuello se mantenía como si de un pavo real se tratase y sus ojos disponían de tal fuerza que parecían querer penetrar en los de su acompañante.
Crizalín se levantó se su asiento y con prontitud se acercó a la que era el objeto de sus deseos desde el primer día en que la vió. Ella se dio cuenta de la jugada y se dedicó a observar a su futuro acompañante con la idea de cuanto antes comenzar a desarrollar la táctica que mejor le viniera para sus intereses.
Fue un partido fácil y Marita ganó por goleada. A los pocos segundos de estar juntos, ambos se dieron cuenta que estaban hecho el uno para el otro, él estaba seguro de amarla eternamente y ella sabía que con muy poco esfuerzo sería su compañero para toda la vida.
La boda se celebró a los pocos meses en la  mas estricta intimidad y Eudivigis pasó a ser la Señora de Zaldivar, olvidando su pasado y dedicándose a partir de ese momento a acompañar su marido a los múltiples actos sociales a los que por su cargo tenía obligación de asistir. Sus viajes por todo el mundo la hicieron una excelente embajadora de su país de adopción y tan admirable fue su labor que fue distinguida con la Cruz al Mérito Civil, distinción a la que habían accedido solamente dos personas que no hubieran nacido en Panamá.
La Señora de Zaldivar era conocida en todos los ambientes de la capital de España y aunque  sus correrías habían disminuido de una manera prácticamente radical, de vez en cuando hacía alguna, ante la admiración de su marido que repetía constantemente que de casta le viene al galgo y se quedaba tan ancho. Su lugar preferido era la taberna del Tío Pancracio, local flamenco situado en la Ribera de Curtidores, famoso por sus actuaciones de flamenco del bueno y limitado en su  aforo por unos guardias de seguridad que impedían la entrada a todo aquel que no fuera gitano de los piés a la cabeza.
Pancracio, el propietario, era un elemento de mucho cuidado, cantaor desde los cinco años cuando acompañaba a su padre a multitud de conciertos y fiestas particulares, chulo de los que más, dotado de una enorme sensiblidad  para “las seguidillas”  al igual que de una gran barriga, pendenciero y jugador de mus y de dominó, donde no se le resistían ni los mas viejos del lugar. Total, que era un hombre que no se privaba de  nada y lo único a lo que no le tenía afición, era a las mujeres de mala vida posiblemente porque con el antecedente de su propia prima le había resultado suficiente. Claro que como consecuencia de todo lo dicho, tuvo durante mucho tiempo una novia que era, nada mas y nada menos que la bella Sor Felicidad que no era precisamente una mujer de mala vida, ni mucho menos, si no una meritoria del Convento de las Esclavas del Sagrado Corazón, situado a solo cincuenta metros de la taberna de Pancracio y clienta habitual los viernes a media tarde y así cuando sus compañeras entonaban las tercias o las nonas ella disfrutaba de los placeres del sexo con Pancracio que para entonces cerraba el local para hacer lo que él llamaba y asi lo hacía constar en el voluminoso cartel que colocaba en la puerta del establecimiento “cerrado por limpieza de fondos. Se abrirá a las nueve. Perdonen las molestias” De esta guisa, el local era para ellos solos y Sor Felicidad iba dejando los hábitos por las diferentes mesas habitualmente llenas de clientes, pero vacías a esas horas por aquello de la limpieza, hasta llegar al piano donde, con la tapa cerrada era penetrada por el propietario que disfrutaba como un enano mientras con el dedo gordo de su pié derecho tocaba las diferentes teclas para que sonara con pulcritud el “ Aleluya de Hendel”. Los gritos de placer de ella, los aullidos de él, los dedos gordos tratando de mantener una orquesta ordenada y la llegada del climax, hacía que aquellos se convirtiera en un auténtico gallinero, hasta que pasado el momento final, ella dejaba caer sus estilizadas piernas y con los talones golpeaba varias teclas poniendo punto y final a tan incómoda forma de hacer el amor, si bien es cierto que la culpable era Sor Felicidad que decía que meterse en una cama era una inmoralidad y estaba segura que si se enteraba la Madre Superiora la castigaría por su falta de ética.     
A este local de tan buena reputación, acudía la Señora de Zaldivar para recordar su pasado y no olvidar los bailes de sus antepasados. En ocasiones acudía con algún hombre, habitualmente joven y de su misma etnia gitana, al que hacía disfrutar casi tanto como el Pancracio a la monjita, pero eso sí, ella era una mujer casada y como tal debía imperar la discreción y así hacía uso del Santo Sacramento del Matrimonio, con un marido diferente, pero en la cama y como Dios manda. Solamente cuando su marido hacía algún viaje y no se dejaba acompañar, entonces ella cambiaba de escenario y lo hacía en su casa que le resultaba mucho mas cercano y en su cama con lo que era todavía mas familiar. Es cierto que Crizalín se esforzaba al máximo, pero era hombre poco dotado por la Madre Naturaleza y aunque Marita parecía volverse loca, lo que hacía era poner cara como de que sí, pero era que no o casi como que no y para evitar situaciones desagradables para ambos lo sustituía de vez en cuando, pero solo de vez en cuando. En fin que la pareja era feliz a su manera y Marita continuaba con sus relaciones sociales que la permitían asistir a actos como el de la recogida de juguetes con fines benéficos como el que había organizado su amiga Ana María de Gualdamina.
-  Venga niñas, vamos a cambiar de puesto de trabajo y de pareja para que no se nos haga tan monótono ¿os parece? Bien – Conchi Albizu se había subido a una caja para hacer de distribuidora de puestos. Con su mandil azul y su pañuelo de Versace anudado al cuello parecía de todo menos una sindicalista – Os aviso que cuando dé tres palmadas todas debéis de pasar a dos puestos delante una y dos puestos detrás otra ¿de acuerdo?
Pipi Naya con su habitual despiste preguntó:
-  ¿Y yo a donde voy?
-  Pipi, pareces tonta – Conchi siempre perdía la paciencia con la mujer del Jefe de Seguridad del Prado – pues si estás en la zona de fichas técnicas, la siguiente sería la zona de empaquetado, pues entonces tú pasarías a la zona de direcciones ¿te has enterado? Pues venga. Una, dos y tres. Cada una a su nuevo sitio.
Mamen se despidió con una sonrisa de Marita y avanzó hasta donde le tocaba que era en la zona llamada puerto de salida y en al que los grandes paquetes se iban distribuyendo por grupos y unos chicos con carretillas eléctricas los sacaban a la puerta del garage. Ellos manejaban las carretillas con destreza a pesar de ser una novedad, pero siempre era muchisimo mejor que el año anterior que todas esas maniobras había que hacerlas a “purito macho”. La carretillas habían sido suministradas por Eladio Moreno, propietario de medio Mercamadrid que las había donado generosamente para la ocasión con la única condición que el lunes por la mañana estuvieran en su lugar de procedencia. Naturalmente que la organización había aceptado el ofrecimiento y sin ningún problema porque la flotilla de Furgonetas Pardo estarían dispuestas a transportarlas y a devolverlas antes del día señalado. Varios voluntarios entraban y salían del garage cada pocos minutos y allí estaba Mari Sanginés que hacía las veces de distribuidora oficial y les indicaba hacia que furgonetas debían de llevar cada paquete.
-  Mira, Mamen, ven que te explico. Es muy fácil. – Mari Sangines separada del último Secretario de Estado para el Deporte y vuelta a formar pareja con el actual Presidente de la Federación Olímpica Española por aquello de que el deporte une, sacó del bolsillo de atrás de su pantalón vaquero una especie de callejero para no equivocarse en la distribución – lo único que tiene que hacer es mirar la etiqueta de cada paquete, mirar en esta lista a que distrito pertenece, ponerlo en la etiqueta de al lado y dárselo al primero que llegue con una carretilla.
-  ¿Y como saben ellos en que furgoneta tienen que dejarlo?
-  No te preocupes. Ellos lo saben porque en cada puerta están los números de los distritos asignados y además ahora está una de nosotras para verificarlo. ¿Alguna duda?
-  En principio no.
-  Bueno, pues me voy que me ha tocado la sección de revisión de juguetes, antes de envolverlos.
-  Bueno, bien, ahí estuve antes y no se está mal.
-  Adeu.
-  Adiós.
Mamen, mientras llegaba la primera carretilla, se sentó en un paquete y se dedicó a revisar el mapa con los códigos de cada distrito. Le venía al pelo haber cambiado de sitio porque, con las bromas, llevaba unas cuantas horas trabajando sin parar y en este no parecía que el trabajo fuera agotador.
-  Señora, soy Pepe, el chapuzas para lo que guste mandar ¿necesita un novio para el fín de semana?
A Mamen le dio un vuelco al corazón
-  ¿Eres tú?
-  Naturalmente que soy Alvaro Cuesta ¿quién voy a ser sinó? No me iba muy bien con eso de la Medicina  y he decidido dedicarme a las mudanzas ¿le parece bien a la señora?
-  ¡ Que cara tienes!
-  ¿Quién yo? Pero señora como le dice esas cosas a Pepe el chapuzas. Piense que con un poco de suerte puedo ser el hombre de su vida y aunque me cueste reconocerlo, a uno tampoco le importaría compartir sus encantos con una morena de su calidad ¿me entiendes, prenda?
-  No has cambiado nada, te sigues tomando la vida con una filosofía que me encanta.
-  De eso nada, monada. El Pepe, conocido en el barrio como el chapuzas, es un tío de los piés a la cabeza y está dedicado en cuerpo y alma a solucionar problemas en las parejas ¿ o no te das cuenta que saliendo conmigo se crea un clima propicio para que los maridos se sientan celosos y se comporten mejor? Uno no presume de palmito, aunque con este cuerpo que Dios me ha “dao” no sería de extrañar, pero aunque no presuma tengo que reconocer que soy como el Bálsamo Bebé para el pechito de los niños o como los parches del Dr. Mateo que dan calorcito sin que se note ¿o es que no se aprecia, prenda?
-  Tú lo que estás es como una cabra – Mamen trataba de disimular su alegría por aquel sorprendente reencuentro, pero, a pesar de todo, una sonrisa afloraba a su boca ante la chulería del llamado Pepe el chapuzas - ¿y como te has enterado que estaba aquí?
-  Señora, aunque no se lo crea Pepe el chapuzas no tenía ni idea que usted estaría aquí, sabía, eso sí que el material sería de calidad, pero no su presencia y me ha dejado usted mas descolocado que si ponen a Don Santiago Bernabeu a presidir el Cabildo Insular y eso que descolocarme a mí no es ná fácil, pero esta sorpresa no la esperaba y si lo llego a saber en vez de este mono blanco me pongo un traje de chulapo que lo tengo en el fondo del armario e iba a venir mas bonito que un San Luis ¡Ole que si !
-  Entonces ¿ha sido casualidad?
-  Naturaca prenda, pero a mi plim que yo duermo en Picolín. Me da lo mismo cual sea el motivo, pero lo importante es que te he encontrado ¿Dónde te has metido guapa?
-  ¿Yo? – Mamen no entendía absolutamente nada - ¿Cómo que donde me he metido? En mi casa, ¿Dónde voy a estar?
-  Bueno, voy a dejar de ser Pepe el chapuzas y me voy a retrotraer en el tiempo y vuelvo a ser Alvaro Cuesta ¿te parece?
-  Muy bien – Mamen esperaba con impaciencia sus explicaciones.
-  Casi mejor, charlamos en la cafetería que hay allí enfrente ¿te parece?
- Muy bien, espera un segundo que busco mi bolso y vamos.
Mamen desapareció por el fondo del amplísimo garage seguida por la mirada de Alvaro. El pensaba que, por fin se habían vuelto a encontrar. Habían sido muchos meses de buscar y buscar sin dar con ninguna pista fiable, parecía como si se la hubiera tragado la tierra.. El famoso fin de semana en la ciudad encantada de Cuenca había sido el detonante de aquella espantada y tampoco le parecía que fuera para tanto, aunque estaba deseando oir sus explicaciones. Desde entonces hasta el momento presente su vida había sido un auténtico calvario, un sin vivir, sobre todo por no saber a que atenerse. Al verla en el garage la ilusión volvió a renacer como el primer día, aquel en que la vió llorando en el pasillo de la UVI, entonces fue un auténtico flechazo en el cual él no creía, pero así fue. Seguía siendo una mujer atractiva, buen tipo, cara guapa, pero sobre todo inspiraba tranquilidad. Parecía que estando con ella el reloj del tiempo se paraba o quizás era solo un deseo, pero deseaba estar mas y mas horas con ella. Las reuniones en la cafetería se iban haciendo mas a menudo y cuando estaba a punto de avanzar un paso, surgió el famoso incidente del polideportivo y luego lo de Cuenca y hasta hoy.
Al verla, Alvaro notó una sensación nueva en su vida y no era ningún novato en el arte de seducir, pero nunca había sentido esa especie de vergüenza y por eso se escudó en su ya famoso Pepe el chapuzas que le había hecho salir de múltiples atolladeros y sobre todo le daba la oportunidad de meditar en las cosas a decir. Había metido la pata una vez y no quería que se repitiera la misma situación.




jueves, 15 de enero de 2015

EL TRIO DE DOS: CAPITULO 56 Y 57

Queridos blogueros/as: Ni mucho menos me he olvidado de mandar el capítulo correspondiente a la semana anterior, lo que pasa es que el ordenador desde donde os estoy escribiendo ha estado en la UVI y hoy le han dado el alta recomendándole reposo, vida tranquila y ya se verá la evolución.
En vista de eso aprovecho para mandaros dos capítulos y no escribo mas porque, no se, no se, pero para mi que tiene un poco de fatiga y no merece la pena hacerle trabajar mas,
Ser felices, si podéis y hasta la próxima semana que supongo que este chisme se estará recuperando
Un abrazo
Tino Belascoain. 



CAPITULO 56.-

Yo seguía sin ver la posibilidad de desaparecer de casa dos o tres días sin levantar sospechas hasta que me comentaste que te ibas a Lourdes con la Cruz Roja, como todos los años. Sabía que iba a ser una semana, tenía tiempo para preparar alguna excursión interesante y en ello estaba cuando en la misma agencia de viajes estaba Ana localizando algún lugar para pasar cuatro días sola, a ser posible sin ver a nadie. ¿Fue casualidad? ¿el destino? Yo que se. Disimuladamente me puse lo mas cerca posible y le estaba explicando a la de la agencia que la había echado del trabajo, que la habían hecho la puñeta casi sin avisarla con tiempo para buscarse otro empleo y que buscaba un hotel alejado del mundanal ruido, no muy caro y en el que no hubiera nadie conocido para tumbarse al sol y olvidarse de todo. La pobre empleada le aseguraba que el hotel que ella le ofertaba estaba lejos de los circuitos tradicionales y que lógicamente no se encontraría a nadie conocido, pero que eso nadie se lo podía asegurar.
En la vida se me hubiera ocurrido iniciar lo que se había roto unos años atrás, no sé lo que me pasó, no tengo ni idea, pero me pareció que volvía a tener posibilidades con aquella chica y eso que ella ni me había visto, pero no sé porqué pensé que si me la encontraba en la playa sería fácil conquistarla y así, casi como por casualidad, saqué un billete de avión para Jerez y a los pocos días estaba en Zahara de los Atunes, en un hotel al final de una playa interminable. Solo tenía que esperar la oportunidad de coincidir con ella y ver lo que pasaba.
Contigo ningún problema ni ninguna mentira que contar, estabas en Lourdes acompañando enfermos  y los niños organizados con la abuela. El plan parecía perfecto. Pensando estaba en todos esos detalles cuando no muy lejos de la terraza donde estaba leyendo el periódico, una chica joven y bien parecida, ¿seguro que era Ana? Claro, ¿quien iba ser si nó,? instalaba sus reales en una toalla de vistosos colores que colocó cuidadosamente en la blanca arena de la playa. Se tumbó cuan larga era, se caló un sombrero de ala ancha y con una gafas de sol se dispuso a tomar el sol. Desde la terraza, con el whisky en la mano pensé, ¿me acerco  y le digo simplemente hola cómo estás o espero a que vuelva de la playa? ¿cuál será su reacción? Todavía estás a tiempo de darte media vuelta y no meterte en líos, me dice una voz desde lo mas profundo, Mamen en Lourdes y tú por ahí golfeando ¿no te parece que ya eres bastante mayorcito para gilipolleces? ¿vas a tirar por la borda veinte años de convivencia  por una chiquilla que no es mas que tú ex secretaria? Y si fuera tu hija ¿qué pensarías? Un hombre hecho y derecho buscando aventuras ¿no te da vergüenza? Imagínate la escena: te vas a la cama con ella y se acabó, una risas y tan amigos, pero y si se enamora ¿qué pasa? Llamándote a todas horas y ya no tendrías que buscar una excusa para un día sino que todos los días tendrías que mentir y Mamen, naturalmente se daría cuenta ¿te merece la pena? Pero por otra parte ¿no te apetece meterte en la cama con una chavalita jovencita? Estoy seguro que conmigo va a sentir un placer que no lo habrá experimentado con ningún otro, ¿estás seguro? Hombre, seguro no, pero la experiencia siempre es un grado, al fin y al cabo, no soy de esos niñatos de ahora que llegan, lo hacen como los gatos y adiós que si te he visto no me acuerdo. No, yo soy un señor y las cosas hay que hacerlas bien, un período de preparación, una buena cena en un sitio elegante, un regalo, detalles y al final a la cama, pero como resultado de una atracción mutua, no así, de cualquier manera, no y ¿ porqué estoy tan seguro que llegaremos a esa relación? Lo mismo estoy haciendo el tonto y ella se aprovecha y al final ni cama ni nada, solo faltaba, entonces si que me encontraría mal y vaya corte  Bueno, pero eso es imposible, sería la primera que no cae con mis artes de seducción ¿la primera? No, la primera no, pero una de las pocas y encima, eso es imposible ¿cómo no va a caer? Tiene pocos años, pero un desparpajo que para sí lo quisieran muchas de cincuenta. Todas y muchas más preguntas pasaban por la cabeza de Fernando y cada minuto que pasaba era mas dubitativo. Afloraba también su formación religiosa y aunque hacía bastantes años que no ejercía como católico, aquella época de militante activo, también estaba presente y le mostraba a una mujer como la suya entregada a sus hijos y pendiente de todos sus deseos. Era verdad que desde su enfermedad las relaciones entre ambos habían mejorado sustancialmente y Mamen se mostraba mucho mas interesada en las cosas de su marido, trataba de opinar sobre asuntos del despacho y aunque sin conocimientos de leyes, estaba dotada de un sentido común que le permitía resolverlos con bastante facilidad.
Ahora le venía a la memoria el caso del Juez Alfarinas, que había sido juzgado por malversación de fondos y  que gracias a su actuación, no había sido condenado. El hombre le estaba eternamente agradecido y no sabía que había sido ella la que aportó elementos suficiente como para crear tan serias dudas en la Juez de Instrucción que ordenó el sobreseimiento del expediente. En el último año su relación había sido mayor que en todos los anteriores y había descubierto cosas que le habían dejado asombrado y sobre todo sentía no haberlas descubierto antes. Mamen tenía una enorme capacidad de escuchar y claro él no había tenido esa oportunidad porque para que alguien escuche es necesario que alguien hable y en aquella pareja, sobre todo hasta su enfermedad, había habido una falta de diálogo muy importante, fundamentalmente porque para hablar es condición “sine qua non” disponer de tiempo y eso era una constante en su vida, siempre estaba pensando en su tiempo libre, pero nunca disponía de él. Los fines de semana había que pensar en los asuntos del despacho y los días normales resolverlos y así era materialmente imposible entablar un diálogo medianamente serio con nadie y menos con Mamen que lo primero que planteaba eran los temas de los niños. ¡Dichosos niños! Él los quería, pero a su manera y a las horas que le venían bien. Si lloraban por la noche, Mamen era la encargada de acunarlos, porque naturalmente al día siguiente él tenía que trabajar, si en el colegio les comentaban que cualquiera iba mal en esta o en otra materia, ella era la encargada de resolverlo, concertar cita con el profesor de turno, buscar alguna clase particular y mil asuntos del día más que trataba de contárselos cuando Fernando llegaba a casa y claro, casi nunca era el momento. Ella se quejaba que los niños eran de los dos y él que se preocupara ella que para eso estaba en casa. La conciencia de Fernando volvió a las andadas y de nuevo se planteaba lo injusto que había sido con su mujer, con eso que no trabajaba en otro sitio era la chica de los recados, la mandaba al banco, a la compra, al pediatra, al dentista con los niños, a recogerlos al colegio, a estudiar con ellos, a hablar con los profesores. Eso si, como pagaba todos los gastos, tenía  derecho de pernada y autoridad para decidir cuando y como se hablaba de esos temas. Mamen se había hecho a su forma y pensó ¿hay una forma de egoísmo mayor? ¿se había hecho o él con su manera de ser la había hecho así? Era como si un profesor quisiera que sus alumnos fueran todos iguales que él, ¿no sería mejor que fueran infinitamente superiores?
Ana se levantó de la toalla en la que había permanecido tumbada durante todo ese tiempo y con una pequeña carrera se metió en el agua. A los pocos segundos, apareció con el pelo mojado, la piel llena de juventud, las manos en jarras y se quedó quieta en el agua mirando hacia el horizonte.
Fernando dejó atrás todas las preguntas, abandonó sus creencias y sin asumir las consecuencias de su actitud, se lanzó de cabeza en la primera ola y apareció al lado de su ex secretaria      
-  Hola ¿está buena?
Ana no pudo disimular su sorpresa
-  ¿Eres tú?
-  Claro ¿quién voy a ser si no?
-  Pero, ¿qué haces aquí?
Fernando puso cara de niño bueno
-  ¿Qué pasa? ¿no me puedo bañar en una playa pública?
-  Pero ¿cómo me has encontrado?
-  Casualidades de la vida, debe ser que el destino …….
-  Si, el destino – Ana se volvió a mirar otra vez hacia el horizonte – seguro que ha sido algún conocido común  que te ha dicho que estaba aquí.
Fernando sonrió
-  No te lo vas a creer, pero estoy pasando una racha mala con  mi mujer y he decidido buscar un hotel para pasar unos días alejado del mundanal ruido, no muy caro y en el que pudiera tumbarme al sol y olvidarme de todo.
-  ¡Que cara tienes!










CAPITULO 57.-

Las conversaciones con el Dr Cuevas se fueron haciendo mas y mas frecuentes y los temas se repetían de manera habitual, aunque el beso del polideportivo hacía acto de presencia de vez en cuando aunque no de manera clara, pero estaba como flotando en el ambiente. Alvaro lo recordaba como el inicio de algo más, pero Mamen se resistía hasta el día en que se le escapó que se podía ir casi una semana a Lourdes y aquello fue la cerilla que encendió un bosque dispuesto a sufrir el mayor incendio de su historia.
-      Mamen, decídete porque esa es nuestra oportunidad. Tu marido no tiene porqué enterarse de nada y nosotros podemos disfrutar de unos días para nosotros.
-      No sé, de verdad que no sé que hacer, Alvaro.
-      Pues yo te lo digo, lo que tienes que hacer es dejarme a mí que yo lo organizo y serán unos días maravillosos. Que prefiere la señora ¿España o el extranjero?
-      No lo sé. - Mamen se abrazó a Alvaro con emoción y algo de miedo. Estaban en el parking del mayor centro de ocio de Madrid y era consciente que la situación se iba agravando día a día. Las relaciones con su marido eran como siempre. Se veían cada vez menos minutos al día con lo cual soportarse era bastante fácil, no hablaban prácticamente nada y así no había que dar ninguna explicación y la cama era un elemento para dormir y no para unir. Total un matrimonio normal de puertas para fuera y una pareja sin futuro de puertas para dentro. Como en muchas ocasiones, el único punto de unión eran los hijos y los que  hacían dudar a Mamen. Sin embargo y a favor estaba que Mamen se encontraba a gusto con Alvaro Cuesta, la trataba con una delicadeza extrema y la hacía disfrutar de la vida. Para él todo era bonito, si que era verdad que sus principios eran discutibles, pero a su lado los días pasaban a toda velocidad. Disfrutaba con casi todo, se reía de todo y su vida era fácil. No tenía ninguna atadura, disponía de dinero y tiempo libre y conocía infinidad de lugares donde parecía que estabas en otro planeta. Su amor por la naturaleza le hacía salir al aire libre y su conocimiento de los pájaros le hacía estar mas tiempo mirando al cielo que a los coches que le rodeaban en los atascos de fin de semana. Mamen solo salía últimamente entre semana. Los        sábados y los Domingos los dedicaba enteramente a sus hijos y la mayoría de ellos en compañía de Fernando. Salían a comer sistemáticamente y por la tarde iban a algún parque para que los niños corrieran. En ese tiempo, Fernando se hizo un lector empedernido y en cualquier sitio sacaba el libro y leía con fruición. Estaban al lado en el correspondiente chiringuito, pero no eran dos. Ella intentaba sacar temas de conversación interesantes, pero el no entraba al trapo bajo ningún concepto. De vez en cuando, levantaba los ojos del libro y recorría con su vista los alrededores de la mesa durante unos segundos y a continuación volvía a enfrascarse en la lectura.
-      Fernando, no sería mejor que te fueras a casa. Seguro que estarás mas cómodo ¿no te parece?
-      Tienes razón, me parece suficiente que estés tú con los niños y yo, total, para hacerte compañía casi me voy que tengo un montón de asuntos del despacho que tengo que resolver antes del lunes. Hasta luego.
Viendo como se alejaba por el corredor del parque, Mamen se preguntaba como sería la situación si en lugar de Fernando, el acompañante fuera Alvaro, seguro que sería absolutamente diferente y mirarían a los niños con ilusión, les acompañarían en los distintos juegos y estarían integrados con ellos, no como ahora que ellos jugaban a diez metros y la distancia era como si estuviera el océano Atlántico entre medias. Desde que Alvaro le propuso pasar unos días en Cuenca, Mamen estaba como de malhumor, saltaba por cualquier cosa y las discusiones eran el pan nuestro de cada día. Fernando era consciente de la situación, pero no sabía como hacer para arreglarla e incluso en muchas ocasiones le venía bien que todo se desarrollara como hasta entonces porque así justificaba sus continuas ausencias de aquello que de hogar solo tenía el nombre. Incluso un día en el transcurso de una de las múltiples  discusiones llegó a plantearla que estaba deseando que se fuera a Lourdes para que le dejara en paz y eso fué la gota que desbordó el vaso de su paciencia. A los cinco minutos de oir aquellas palabras, Mamen confirmó a  Alvaro que estaba dispuesta. Casi con la misma rapidez el ilusionado cardiólogo se acercó a una agencia de viajes y encargó una habitación en un pequeño hotel de solo seis habitaciones situado en las Casas Colgantes de Cuenca en donde había estado en otras ocasiones con algún liguecillo inesperado. Las habitaciones eran cómodas, con un pequeño saloncito en el que se disfrutaba de los productos típicos de la huerta conquense si preferían que su encuentro fuera absolutamente secreto, en definitiva, un lugar perfecto para amantes de fin de semana.

Mamen y Alvaro se encontraban con sendos gin- tonics sentados en la terraza de su habitación. El día tocaba a su fin, la ciudad de Cuenca se extendía a sus piés, el puente colgante abría sus brazos para acoger a algunas parejas que parecían bailar al son del movimiento de las tablas, el sol se unía a crear un ambiente propicio para el amor, mientras que las hojas de los árboles estaban en disposición de abandonar las pobladas ramas en cuanto el otoño anunciara su llegada para lo que faltaban muy pocos días. Dos aves, que según Alvaro eran dos ratoneros, se hacían la corte mientras surcaban el cielo azul y con sus constantes giros parecían iniciar una maniobra de acercamiento que terminaría en alguna de las pequeñas cuevas en los alto de las hoces donde a modo de manchas se distribuían por sus paredes 
-      El mundo animal es así, Dios los cría y ellos se juntan. ¿Existe amor entre ellos?- Alvaro no perdía de vista a las dos aves voladoras
-      ¿Tu crees que lo hay? – Mamen tampoco perdía detalle de aquella corte amorosa en el cielo.
-      Yo creo que no. Existe una atracción física, algo que parece que los acerca y ellos no ponen ningún impedimento para que sea así, pero no significa que exista amor. Para mí amor es otra cosa. Se empieza  igual, eso sí, pero se termina de manera diferente. Yo no creo en el amor como tal – Alvaro desvió su mirada y la fijó en Mamen que daba vueltas a su gin-tonic con una pequeña barrita de plástico en la que iba insertada en su parte superior el escudo de la ciudad y el nombre del hotel en llamativas letras doradas – Lo siento pero lo que digo no debe ser nada romántico, pero no creo en el flechazo así por la buenas. Por ejemplo, tú y yo ¿crees que hubo un momento en el que nos dimos cuenta que podíamos llegar a la situación actual? ¿un día determinado?
-      Hombre, nuestro caso es algo diferente, piensa en como nos conocimos, Fernando en la UVI, fueron momentos muy difíciles y para flechazos estaba yo
-      Pues eso es lo que digo. A mí el primer día que te informé me pareciste una mujer muy atractiva, de las que se ven muy poco por los hospitales y enseguida se estableció entre nosotros una especie de complicidad, pero si después no hubiéramos seguido viéndonos, de nada hubiera servido esa primera oportunidad –
Alvaro se levantó y la abrazó con todas sus fuerzas. Mamen, por primera vez desde hacía casi dos días, se sintió incómoda. Era una situación nueva que suplía a unos días de vivir la vida de manera diferente, en la que el tiempo se pasaba volando, los episodios de cama le habían supuesto descubrir un mundo nuevo, el placer había llegado a extremos inimaginables y todo había sido maravilloso. Alvaro se había descubierto como un amante extraordinario, con una educación y un tacto exquisitos y siempre tratando de evitar el pasado. Con frecuencia repetía que había que vivir el presente y mañana se verá.
Ese mañana estaba llegando y Mamen sintió una profunda tristeza, pensaba que lo que estaba haciendo no estaba bien y las imágenes de sus hijos en su casa con Fernando tratando de entretenerlos, como se organizarían y mil situaciones mas, pasaban por su cabeza mientras los brazos de Alvaro la estrechaban cada vez con mas fuerza como si fueran conscientes de lo que estaba ocurriendo. Con el tacto que había demostrado en esos días, el abrazo fue haciéndose mas suave y pasados unos segundos se enfrentaron a la realidad
-      ¿Quieres irte?
-      Si
-      Te acuerdas de la familia ¿a que si?
-      Claro, parece que no, pero ya son dos días sin ver a los niños y estoy preocupada.
-      Es lógico, pero no debería ser así porque ¿tú no estás en  Lourdes cuidando enfermos?
-      No me lo recuerdes Alvaro, por favor porque sabes que estoy hecha un lío,     por una parte estoy a gusto y creo que te lo he demostrado, pero también sabes, porque lo hemos hablado, que nunca pensé que a mí me pasase una situación similar y  por eso te digo que estoy hecha un lío y ni siquiera sé muy bien lo que digo, pero lo que si sé es que ahora quiero irme a casa.
-      ¿Ya?
-      Si, lo siento, pero si que me gustaría irme ya.
-      No se hable más, recogemos todo y en un par de horas estamos en Madrid ¿te parece bien?
-      Si.
Entre los dos hicieron las maletas y después de pagar se introdujeron en el coche de Alvaro en dirección a la capital. Intercambiaron muy pocas palabras durante el viaje y solo a  unos pocos metros de la casa de Mamen dejaron expresar sus sentimientos. Para él habían sido dos días inovidables y esperaba que esa situación se repitiera en un futuro. No quería nada más, no esperaba nada mas. Le parecía que se había comportado como ella esperaba y estaba dispuesto a repetir la experiencia si ella quería, aunque por la forma de acabarse no estaba seguro si se repetiría o no. A pesar de los días transcurridos en una intimidad permanente, no había sido capaz de descifrar la personalidad de Mamen. Todavía no estaba seguro si era una mujer que sabía lo que quería o simplemente, como una especie de represalia hacia su marido, se había acostado con él. En el fondo le daba lo mismo, él había disfrutado y no quería mayores complicaciones. Con su orgullo habitual pensaba que si la situación continuase se acabaría enamorando de él y hasta ahí si que no quería llegar. Salir, echarse unas risas y algo mas muy bien, pero de vivir juntos o casarse de eso nada, monada. El estaba muy bien como estaba y no quería variar su forma de vida. En ningún caso se sentía culpable de nada y en el fondo estaba contento que esa situación terminase. Cada mochuelo a su olivo, pensó.
Mamen por su parte ardía en deseos de ver a su familia. Alvaro se había comportado muy bien, de eso no había ninguna duda, pero no era Fernando. Si que en la cama era un auténtico experto, pero le faltaba algo y para ella estaba muy claro. Lo que faltaba era amor. Quizás Fernando se había olvidado habitualmente, pero en determinados momentos salía a relucir y todo cambiaba. Por otro lado su experiencia como amante creía que no había sido del todo mala, aunque al principio tuvo sus vacilaciones porque nunca había estado con otro hombre y Alvaro se percató enseguida, pero la verdad es que se lo había puesto muy fácil y había respondido con el mismo ardor, pero por dentro Mamen sentía que lo estaba haciendo mal, que su lugar no estaba en aquella cama, que su vida tenia que discurrir por otros derroteros y que lo mejor era confesarse, pero con auténtico sentido de la rectificación y volver a ser lo que nunca debió abandonar.
En estos pensamientos estaba cuando el brazo del Médico la rodeó
-      Hemos llegado - La voz de Alvaro le llegaba como lejana – espero que nos volvamos a ver pronto y acuérdate que vienes de Lourdes.
-      Muy bien, seguiré tus consejos – Mamen le besó fugazmente en los labios, abrió la puerta del coche y se encaminó a su casa sin volver la vista atrás- Hasta siempre Alvaro. Nunca te olvidaré pero mi vida tiene que estar en otro sitio.


sábado, 3 de enero de 2015

EL TRIO DE DOS:CAPITULO 55



Queridos blogueros/as: Lo siento por mi única bloguera pero esta vez y sin que sirva de precedente, te has "colao bacalao". Se conoce que por aquel entonces el autor se estaba  volviendo mas serio y ya nobesiba saltando como en el juego de la oca. Parece ser que el tal Fernando va y le cuenta todo. Bueno, todo no se, pero por lo menos una parte. En fin, que parece que vamos a empezar a ir por el camino normal y no haciendo curvas para dar mas ambiente a este paseo por una novela de autor, no digo mucho mas pero una novela de autor eso si que no hay quien lo discuta.
Bueno, bueno, bueno, año nuevo vida nueva. Ahora empezamos con todo eso de adelgazar, que pesados si siempre he sido gordo porqué les da ahora a lo Médicos empeñarse en que adelgace. Ir al gimnasio, incluso hacer natación cuando yo no me baño en la piscina ni en verano, etc....etc. Parece que habrá que hacer algo, pero tampoco hay que exagerar. Supongo que todos tendréis vuestros planes, yo confieso que me gustaría seguir escribiendo, no se si interesantes o no, pero seguir trasladando ideas al ordenador y vosotros que lo veáis porque esto de escribirnos mutuamente los fines de semana ya se va haciendo tan tradicional como las campanadas de la Puerta del Sol.
Ahora si que de verdad para este año tenemos que pedir felicidad para todos, entre la que se incluye la salud, faltaría mas,
Un abrazo y Feliz 2015
Tino Belascoain





CAPITULO 55.-

Fernando continuaba con su supuesta disertación – “Un día fuimos a una reunión en Getafe y a la salida comimos con Paco Guterres, el portugués ¿te acuerdas? otro amigo suyo, Ana que así se llama la secretaria y yo. Fue la típica comida de negocios en la que, además de hablar de temas comerciales entre sus empresas portuguesas y nosotros, comimos y bebimos de lo lindo. Al final, ellos se fueron a su hotel y Ana y yo a una discoteca en Alcalá de Henares y no me preguntes porqué en Alcalá de Henares porque no sabría contestarte. Posiblemente por no estar expuestos a que nos viera algún conocido o a lo mejor porque ella está mas en su ambiente, pero el caso es que allí aparecimos y lo recuerdo como un ridículo espantoso. La media de edad era de unos veintipocos años y yo que les doblaba en edad. Me sentí mal, me acordaba de ti y de los niños y en un descuido me vine para casa. Es cierto que la dejé tirada, pero entonces me alegré de haber actuado así, estaba con copas y no hice lo que debía. Aquella vez muy bien, pero luego volví a las andadas, aunque con mas pegas por parte de ella porque decía que la había tratado fatal, que sus amigos se habían reído de ella por llevar al abuelo a la discoteca, que si tal y que si cual y que eso ella no estaba dispuesto a consentirlo. En lugar de reaccionar con sentido común y darme cuenta que, efectivamente, esa especie de relación temporal no tenía ningún futuro, reaccioné como un chaval de quince años y me hizo como revelarme contra el mundo y me pareció que ante ese reto tenía que conseguir que me volviera a hacer caso. Es verdad, no se puede negar, que la atracción era única y exclusivamente física, porque la chica no tiene una gran cultura y tampoco le sobra clase, pero quizá su corta edad, su espontaneidad o la idea de vivir una segunda etapa juventud, fue lo que me hizo unirme a su pandilla y salir a tomar cañas como si fuera uno de su quinta. Los amigos encantados porque siempre pagaba yo, pero estaba claro que mi lugar no era ese.
Casi sin darme cuenta, cada vez que tenía alguna comida de negocios ella se apuntaba, unas veces porque me interesaba a mí y otras apuntaba directamente y así, por lo menos tres o cuatro días a la semana comíamos juntos y luego charlábamos durante horas y ahí me daba cuenta de las diferencias en todo, pero a pesar de eso, discutíamos y discutíamos y por eso cada día llegaba mas tarde a casa, pero siempre pensando que me tenía que acostar con ella y desaparecer cuanto antes, porque todo era demencial. No veía el momento de invitarla a una noche por ahí y tampoco se me ocurría como inventarme algo para que tú no sospecharas nada, porque yo si que quería irme con ella a la cama, pero nada mas y no tenía ningún interés que me montaras un número, cosa natural y en esa estaba cuando me contaste lo de tu viaje a Lourdes y ahí encontré la oportunidad. Fue toda una serie de carambolas, pero al final el caso es que lo conseguí y eso que en un último intento de evitarlo la había echado de la oficina, pero una casualidad me hizo volver a verla y vuelta a empezar. Ya sé que hice mal y lo único que quiero es decírtelo porque creo que nuestra relación ha mejorado y para que sea absolutamente normal creo que esto lo debes de saber y sobre todo que, a pesar de todo, te quiero.
-  Ya – Mamen no se movió de la posición en la que estaba. Su cabeza continuaba apoyada en el hombro de él y no movió ni un solo músculo mientras valoraba la postura a adoptar y solo tenía dos, o por lo menos no se le ocurría ninguna más. Podía sentirse como muy dolida y montarle un número de padre y muy señor mío o mostrarse comprensiva y claro si se mostraba comprensiva, Fernando pensaría que ella habría tenido otra aventura porque sabía positivamente que él estaba esperando una bronca monumental - ¿Qué quieres que te diga? Me parece que lo mejor es no decir nada. ¿Perdonar? ¿Se puede perdonar? ¿tú crees que eso se puede olvidar? “
Mamen continuaba como una estatua de piedra, mientras el paisaje trataba de envolverla. Su cabeza estaba agitada como si el mayor temporal de aquel mar se hubiera introducido en ella.
-  Que hago Dios mío ¿le cuento mi aventura con Alvaro, le obligo a que me cuente lo que le ha ocurrido a él  y ya estamos los dos igual? Casi mejor espero un poco porque romper este momento me parece muy injusto. Llevamos una temporada tan buena que ¿para que remover historias pasadas? Los dos nos hemos equivocado y esperemos que el tiempo vaya borrando todo. De todas maneras, si se lo dijera la conversación sería mas o menos así:
“El polideportivo Magariños estaba hasta arriba de gente, sobre todo joven, la famosa demencia, que no paraba de animar a los suyos con gritos entrecortados. Las cabezas cubiertas con todo tipo de turbantes árabes, las manos en alto mientras que una personal pitada al equipo del Estudiantes, constituía casi una ofensa personal y al grito de “manos arriba, esto es un atraco” la peña  desahogaba su fobia ante el Real Madrid. Los componentes del equipo de baloncesto, parecían volar sobre la cancha, no paraban en sus subidas y bajadas hacia la canasta contraria, mientras la afición les aupaba hasta límites insospechados
-  ¿Qué tal? – Alvaro Cuesta preguntó a Mamen a voz en grito. Envuelto en su bufanda verde con los colores de su equipo de toda la vida, Alvaro no podía dismular su alegría. El partido marchaba viento en popa y por primera vez y ya hacía cuarenta años que salió del Instituto Ramiro de Maeztu, el Madrid podía salir derrotado de la cancha del Estudiantes.
Mamen le hizo un gesto con el pulgar hacia arriba porque en aquel infierno era imposible mantener una conversación normal. La demencia haciendo gala de su peculiar manera de entender el baloncesto, no paraba de inventar nombres a los rivales y animaba sin cesar a los suyos. La madre del arbitro también era objeto de sus chanzas y así la animaban a que enseñara a su hijo a ponerse el pito en la boca y a no soltarlo en todo el partido. Los minutos pasaban entre el delirio de los espectadores y se llegó a los últimos veinte segundos con un marcador favorable al equipo de casa de tres puntos. El entrenador pidió un tiempo muerto, todos los jugadores se abrazaron como una piña para escuchar las últimas explicaciones y la táctica a desarrollar en escasos segundos. El capitan del Estudiantes botaba la bola en el centro de la cancha, mientras con su mano derecha indicaba la jugada a realizar. El resto de los jugadores buscaban el desmarque y la bola después de hacer un extraño fue a parar a las manos de un contrario, quien rápidamente se la cedió a su alero de origen americano y este logró una canasta que dejó el marcador a un solo punto y con siete segundos por delante. El saque de canasta se realizó con celeridad y posiblemente el más bajo de todos los que estaban en la cancha en esos momentos, la atravesó como un exhalación y desde cerca de seis metros se levantó como si tuviera un resorte en las zapatillas y prácticamente volando realizó un mate que dio la victoria a su equipo. Los espectadores lloraban de alegría, las bufandas volaban por el aire de un pabellón absolutamente desbordado por la emoción y en ese instante mágico para un aficionado de toda la vida, Alvaró rodeó con su brazo la cintura de Mamen, la abrazó y la besó en los labios. Ella continuó como si la jugada del último mate todavía estuviera en el aire y enseguida se separó consciente que aquello no estaba bien.
Las cañas con los amigos de toda la vida, todos ex jugadores del Estudiantes fueron la guinda que completaba el cuadro de la felicidad plena. Todos estaban exultantes de alegría recordaban el último mate como la jugada del partido y se abrazaban como si fueran ellos los que hubieran conseguido la victoria. Alvaro iba y venía como si del lider se tratara, saltaba, abrazaba a unos y a otros y sus saltos se mezclaban con los gritos de es-tu-di-an-tes,  es-tu-di-an-tes. No vió a Mamen, pero pensó que habría ido al baño. Pasaron los minutos y cuando la gente comenzó a desfilar, Alvaro se dio cuenta que Mamen se había marchado. Recordó el beso largo del final del partido, no como el resultado de la victoria sobre el eterno rival, sino como el final de una etapa en la que ambos se habían ido conociendo mutuamente y no lograba entender porqué se había ido.
Mamen a partir de aquel segundo, sintió impotencia, rabia, sensación de haberse convertido en una cualquiera y no pudo aguantar. Las lágrimas le resbalaban por sus mejillas y sentada en el último banco de la Iglesia del Espiritu Santo, rezó y pidió perdón con humildad. Le había besado con ganas, hasta incluso con ardor, pero su vida no estaba allí. Su vida estaba con sus hijos, con su marido, con su ambiente y no en un polideportivo, como una colegiala. ¿Qué diría Fernando si la viera? Hizo un firme propósito de la enmienda y casi anocheciendo llegó a su hogar. Su marido la esperaba con una cierta preocupación y después de las mentiras piadosas de rigor, “Conchi Goizueta se empeñó que fuera a ver su nueva casa y se me ha hecho tardísimo”, se metió en la cama con la excusa que le dolía mucho la cabeza “