sábado, 29 de septiembre de 2012

LA ENFERMERA RURAL CAPITULO 11



Queridos blogueros/as: Ya estamos aquí otra vez y ya no se si me he equivocado al copiar y pegar o continuamos con la enfermera rural, pero lo que está claro es que comienza el movimiento que nunca viene mal. Seguro que es una enfermera rural ¡faltaría mas! pero por ahora parece mas una enfermera viajera que otra cosa, pero espero que algún día siente sus posaderas en el pueblo y todo quedará como mas cerca. 
Os diré que he terminado otra novela que se titula "En lo mejor de lo peor" o sea que tenemos sábados para rato hasta que se me acabe el repertorio. Me acabo de acordar que todavía no os he enviado la primera que se llama "El trío de dos" Total que tengo rollo para años y espero que sigáis por lo menos los cuatro magníficos, aunque ya hay dos que empiezan a fallar, claro que Tito tiene bula por aquello de haber sido padre por primera vez y por lo tanto yo Abuelo por cuarta y Paloma es posible que con tanto preparativo no tengan tiempo.
Enhorabuena Merce y Javier que todavía seguís ahí.
Un beso
Tino Belas




CAPITULO 11.-

La entrevista se desarrolló en las oficinas que la Organización tenía en el Paseo de la Castellana de Madrid, muy cerca de la Plaza de Colón. El Dr. Da Costa era un Médico joven, de unos treinta y tantos años, importantes canas en una cabeza grande, voz suave con un deje brasileiro, manos de cirujano y cuerpo de jugador de rugby.
El despacho del Dr Da Costa era pequeño, amueblado de manera minimalista con una mesa grande sin un solo papel y un  ordenador. En una estantería situada según se entra a mano derecha, se agolpaban fotos de situaciones en las que Médicos sin Fronteras habían actuado. En marcos todos iguales y de una manera absolutamente anárquica ahí estaba, en imágenes, la historia de la Organización. En la otra pared y como única decoración un cartel de Médicos sin Fronteras en color azul.

David y Joao habían coincidido en dos expediciones humanitarias, una en Perú con motivo de una campaña de vacunación masiva a los habitantes de la selva y en Marruecos después de un seísmo que arrasó pueblos enteros de las faldas de la cordillera del Atlas. Fueron pocos días, pero de un trabajo sin un minuto de descanso. Allí tuvieron oportunidad de vivir en situaciones muy difíciles, rodeadas de desgracias, con gente que solicitaba todo tipo de ayudas, además de las propiamente médicas y entablaron una estrecha amistad. David se convirtió en el ayudante personal del Dr. Da Costa y aprendió como es la medicina sin medios, con los hospitales casi destruidos, teniendo que salvar vidas en pasillos rodeados de los gritos y lamentos del resto de pacientes, sin posibilidad de dormir mas de tres o cuatro horas y siempre bajo la presión de la prisa, prisa para amputar, prisa para curar, prisa, siempre prisa. Un David estudiante de los últimos cursos de Medicina, que se había apuntado a esas misiones para disfrutar en paz. Todo era absolutamente diferente a lo que se había podido imaginar y por supuesto mucho peor. Terrible, imposible de contar. En el caso del terremoto de Marruecos todavía peor porque a la destrucción propia de un fenómeno de la naturaleza tan bestial como un seísmo, se unía una miseria que se apreciaba en cada construcción de adobe que se habían desmoronado como una pila de naipes destrozando familias y pueblos enteros. Los niños lloraban desconsolados, mientras las madres recorrían todos los puntos de atención a los pacientes buscando desesperadamente a parientes que habían desaparecido. Los cadáveres estaban por todas partes y el olor era tan nauseabundo que los cooperantes tenían que pasar todo el día con la mascarilla puesta.

Desde el primer minuto Joao y David se convirtieron en uña y carne. Joao le enseñó todos los trucos de la cirugía de urgencia, que son sota, caballo y rey pero hay que saberlos, aprendió que una sonrisa también cura y apreció que para el que se queda sin nada, un poco es mucho. Esa experiencia la aplicó al volver a Madrid y así se volvió un hombre de lo más austero y no por falta de liquidez, si no porque le daba como vergüenza gastar sabiendo que con el dinero de una copa en cualquier discoteca vivían una semana muchos de los habitantes de esos países sometidos a condiciones extremas de pobreza. Estaba en la capital de España, pero su corazón estaba con todas esas personas y contaba los días para que lo destinaran a algún sitio.

La llegada al despacho de Joao Da Costa fue el motivo para que se fundieran en un abrazo y recordaran tantas y tantas horas que pasaron juntos. Se intercambiaron los típicos piropos de rigor ¡que bien te veo, estás hecho un chaval etc...Etc! y enseguida pasaron a organizar el tema que ya habían comenzado a tratar unos meses antes, cuando David estaba encamado en San Francisco de Asís

-  Mira, Joao, ésta es Sofía la enfermera de la que te hablé.
-  Encantado - Joao le dio dos besos - de la que me hablaste y de la que te enamoraste ¿no?
-  Si
-  Has sabido escoger bien, muy bien- Joao la miró con esas miradas que solo los amigos saben - aunque seas la novia de David no tengo mas remedio que reconocer que eres mucho mas guapa de lo que me decía tu chico
-  Bueno, Joao, tú tampoco te quejes que María también se lo merece.
-  La verdad es que María y yo estamos atravesando una época muy buena y estamos muy bien.
-  Me alegro

Sofía, mientras tanto, permanecía de pié, mirando a uno y a otro como si de un partido de tenis se tratase. Sabía que ambos estaban disfrutando de su amistad y ella no tenía nada que opinar. Tenía, eso si, enormes ganas de saber a donde tenían pensado mandarles, aunque estaba casi segura que sería a Honduras.

-  O sea que quieres trabajar con nosotros ¿es así?
-  Si - contestó Sofía con determinación
-  Fenomenal - Joao volvió a mostrar una encantadora sonrisa ya sabes que aquí todo el mundo es bien recibido y en tu caso mas.
-  Muchas gracias.
-  No hay de que - El Doctor buscó unos papeles en una mesa auxiliar y se los entregó a Sofía - Léete el contrato tranquilamente y luego lo firmas. Creo que cobras alrededor de mil Euros en el país al que vayas y una cantidad similar en tu cuenta corriente de aquí. No es un sueldo maravilloso, pero sinceramente no da para más.
-  Está muy bien - afirmó Sofía
-  ¿Te lo quieres leer?
-  No hace falta, si tú me dices que no pone ninguna barbaridad, te lo firmo y ya está.
-  No, este contrato no pone nada del otro mundo, solo que si te mueres la culpa la tienes tu porque nosotros no tenemos ningún interés en que te pase y cosas por el estilo, pero nada mas
-  Bueno, me parece bien - Sofía lo firmó y se lo entregó
-  Bienvenida a Médicos sin Fronteras - Joao se levantó y de una nevera pequeña sacó tres copas y un benjamín de champán, lo abrió, sirvió una pequeña cantidad en cada una y brindó porque la colaboración fuera perfecta y duradera.
-  Por vosotros
-  Por ti.
-  Por ti.

Dejaron las copas y Joao les invitó a acompañarle al despacho del Director de Recursos Humanos.

-  Manolo: Te presento al Dr Vázquez y a su novia Sofía para que les hagas entrega de su documentación ¿de acuerdo?
-  Perfecto, ¿queréis pasar? adelante

Manuel Sonseca era oficialmente el Director de Recursos Humanos, pero realmente era el que manejaba todos los hilos de Médicos sin Fronteras. Era como el organizador de todo. Su juventud, no pasaría de los veinticinco años, también le ayudaba a soportar santísima carga de trabajo. Desarrollo de programas de vacunación, organización de Dispensarios en todo el mundo, Hospitales, casas de acogida, alojamiento, viajes y mil cosas mas, pasaban diariamente por su ordenador. Sabía de Medicina, de finanzas, de compras en los diferentes países, de transportes de mercancías y hasta de metereología y esos conocimientos los aplicaba a cada minuto. Era todo en la Organización y posiblemente era de las pocas personas imprescindibles.

-  ¿Habéis firmado?
-  Si -contestaron a la vez Sofía y David
-  Estaba pensando que tu no tienes que firmar porque ya has venido con nosotros mas veces - Manolo Sonseca miró a David - Bueno, es igual. Lo importante es que estáis aquí y para nosotros vais a ser de un valor que ni os lo imagináis. Tenemos una serie de actuaciones por todo el mundo y tener un Médico y una Enfermera no sabéis cuanto se agradece porque distribuir las fichas de este puzzle es bastante difícil-
-  Seguro que si - intervino David.
-  He estado hablando de vosotros con Joao y hemos llegado a la conclusión que tenemos el sitio perfecto.
-  ¿Si? - Sofía estaba absolutamente entregada a la causa y con ganas de comenzar a trabajar donde fuera.
-  Si - Manolo les dio una carpeta con un montón de hojas, panfletos y propaganda de la ONG - Nos ha parecido oportuno que, dado que es vuestro primer trabajo oficial para nosotros, os mandemos a un sitio tranquilo, donde no suele haber problemas importantes. Trabajo todo el que queráis y mas, pero problemas políticos, guerras etc de momento no hay nada ni parece que algo se esté moviendo para el futuro, aunque ya sabéis también que en esos países la situación puede cambiar de un día para otro, pero repito que no lo parece.
-  ¿Nos mandáis a Honduras?
-  Y tú ¿por qué lo sabes?
-  Algo me adelantó el otro día Joao.
-  Pues si. Ahí tenéis planos del país y un poco la descripción en líneas generales de lo que va a ser vuestro trabajo. Me gustaría que lo reviséis y pongáis todas las pegas que se os ocurran. En principio la idea es tener una reunión con vosotros y el delegado para Centroamérica el próximo jueves y si estamos todos de acuerdo hacer todos los trámites para que empecéis a primeros de mes ¿os parece bien?
-  Por nuestra parte no hay ningún inconveniente. Al revés, estamos deseando empezar - Sofía irradiaba ilusión por todo su cuerpo.
-  El único inconveniente - argumentó David - es que está un poco lejos.
-  Si, eso es verdad - Manolo era consciente de lo difícil que era la primera vez y los miedos que se generaban - Intentaremos que la estancia no sea muy larga, pero menos de un año imposible, aunque en ese tiempo tenéis derecho a venir a España tres veces y estar diez días cada vez.
-  Ya verás como estaremos fenomenal y ni siquiera vendremos de vacaciones - Sofía entrecruzó los dedos con su novio en un gesto de absoluta complicidad en la decisión.
Me encanta veros tan ilusionados - Manolo Sonseca disfrutaba viendo sus caras - incluso el viaje lo podéis tomar como un viaje de novios, nada menos que al Caribe, pero también me veo en la obligación de avisaros no solo de la seriedad que tenéis que tener en vuestro trabajo, que eso estoy seguro que la vais a tener, si no que también pasaréis malos tragos. Todos estamos acostumbrados a vivir aquí, en familias acomodadas, mucho mas acomodadas de lo que pensáis, y si no ya me lo diréis a la vuelta, y en ocho horas vais a pasar del bienestar a la miseria y eso es duro, pero a pesar de todo, si permanece en vosotros el espíritu de colaboración y nunca perdéis de vista que trabajáis para una Organización con fines absolutamente humanitarios, seguro que dentro de un año me pedís otra misión en cualquier otro país.
-  Seguro que si - Sofía se adelantó a contestar por los dos.

Se despidieron quedando emplazados para tres días después en el mismo sitio para tener una reunión con el Delegado para Centroamérica.

Quitaron el candado a las bicis con las que David y Sofía se movían habitualmente por Madrid y pedaleando lentamente llegaron hasta su apartamento en la calle Huertas donde tras cerrar la puerta con llave se dispusieron a seguir disfrutando de su amor y entre demostración y demostración sacar algo de tiempo para estudiar lo que les había proporcionado Manolo Sonseca hacía unos minutos. Estaba todo perfectamente planificado, tres días sin salir, comida suficiente, preservativos en orden,  la atracción y los deseos de pareja en el punto máximo de ebullición e ilusión por todas partes. ¿Hacen falta mas cosas para alcanzar la felicidad?

La reunión prevista se celebró en una sala de la Delegación de Médicos sin Fronteras en la capital y a ella acudieron, como estaba previsto, David y Sofía, Manolo Sonseca, el delegado para Sudamérica, un tal Humberto Smith González y una señora con muy buena pinta que los saludó con un par de besos nada mas hacer acto de presencia en la reunión. Se trataba de Magdalena de Jesús Heredía Aleonares, comisionada por el Gobierno Hondureño para ayuda de las Organizaciones humanitarias que colaboraban con el país centroamericano. Estaba en Madrid de “puritita casualidad” y al enterarse de la reunión acudió. Era una  mujer de media edad, morena, de pelo corto, de manos cantarinas y hablar cadencioso. Estaba muy  interesada en convencer a Manolo Sonseca para que el equipo que pensaba mandar se instalase en la localidad de Tapachuey, al norte del país donde se disponía de un dispensario que sería un lugar ideal para establecer como el campamento base. Manolo Sonseca tenía sus dudas porque según Humberto ya estaba todo preparado para recibirlos en una pequeña localidad del sur del país y hasta tenían una serie de pacientes esperando la llegada del Médico para ser intervenidos quirúrgicamente.

-  Pero escucha mi amor – Magdalena trataba de utilizar todo su encanto personal para llevarlos a su terreno – en Tapachuey también hay multitud de pacientes que necesitan atención médica, pero casi es mas importante que alguien y en este caso serían nuestros amigos, se tienen que encargar del control del nuevo transvase que va a suponer que el agua corriente llegue a ese pequeño enclave muy próximo a la selva.
-  Perdona Magdalena, pero ese es el punto clave – ahora era Humberto el que trataba de imponer sus argumentos – ahí quería yo llegar. La labor de Médicos sin Fronteras siempre se ha distinguido por no entrometerse en temas políticos y si nuestros cooperantes se tienen que dedicar a revisar una traída de agua, está claro que mientras tanto no se pueden hacer cargo de temas tan importantes y puntuales como el enseñar a las madres a alimentar a sus hijos, enseñar a leer a los niños, atender a los ancianos, urgencias y mil cosas mas.  Esa es la labor mas importante
-  ¿Y no es importante también que vigilen la calidad del agua, que controlen que los pozos están limpios, que enseñen a la gente que la higiene  personal es buena para su salud? Yo creo que eso también debería ser misión de los que van a ayudar
-  Bien – Manolo se hizo con los mandos para que la reunión no se eternizase – por una vez y sin que sirva de precedente voy a hacer de Salomón y la mitad para cada uno, empiezan en Tapchuey y después de seis meses continúan la labor en Puebla de Moyar y así todos contentos ¿de acuerdo?
-  Me parece una decisión muy acertada y por mi parte no hay ningún inconveniente – Magdalena se mostraba satisfecha
-  Por  mi parte tampoco – Humberto encantado.
-  Muy bien - Manolo dio dos besos  a la hondureña, la despidió quedando en que le comunicaría cuando llegaban los cooperantes para que fuera a recibirlos, si no te importa vamos a ultimar todos los detalles con ellos, dicho lo cual invitó a David, Sofía y Humberto a sentarse en unas sillas dispuestas como si de un cine se tratase. Hizo una seña y de una pequeña ventana en la pared apareció un chorro de luz, Humberto bajó una pantalla y a continuación comenzaron a aparecer a velocidad de vértigo una serie de planos, planes de vacunación, horarios de consultas, temas administrativos etc…etc que Manolo pasó casi de puntillas porque según él, todo eso estaba detallado en el dossier que les había entregado unos días antes y que tanto David como Sofía habían analizado previamente.
-  Para mí, lo más importante es que ya tenéis los billetes para el día veintiuno, es decir dentro de dos días. Os acompañará Humberto para dejaros instalados y la delegación estará compuesta por David como Médico y máximo responsable, Sofía como ATS Y Administradora y Julio Portugal al que ya conocéis que irá como Jefe de riesgos laborales y encargado de las obras a realizar.
-  ¿Quién es Julio Portugal? – preguntó Sofía
-  Perdona, Sofía, creí que lo conocías. David si porque estuvo con él en Kenia el año pasado
-  Un tío fenomenal, Sofía – David le dio unos pequeños golpecitos en la mano – no se lo digas, pero puede ser nuestro padre.
-  ¿Es mayor?
-  Cincuenta años – contestó Manolo – pero tiene más energía que nosotros cuatro juntos. Es incansable y ya verás lo bien que te lo vas a pasar con él porque es una enciclopedia andante y de la Organización sabe mas que ninguno, entre otras cosas porque es el que mas años lleva.
-  Muy bien – Sofía se mostraba encantada
-  ¿Qué tal el curso de Medicina Tropical? ¿bueno?
-  Para mi buenísimo, sobre todo porque va derecho al grano y no se andan por las ramas.
-  Espero que sea así – Manolo se mostraba orgulloso porque había sido uno de los principales impulsores – porque el Médico se supone que todo eso se lo sabe, pero las enfermeras que mandamos, en general tienen menos experiencia y ese curso les proporciona, o por lo menos es lo  que se pretende,  las herramientas necesarias para salir del paso y siempre con  los medios de que se disponen.
-  Si, si,  muy interesante.
-  En fin – Manolo mandó apagar el proyector – yo creo que está todo dicho. Solo me queda desearos mucha suerte. El día veintiuno iré al aeropuerto a daros un abrazo. Hasta pronto.
-  Adiós y espero que dentro de unos meses te sientas orgulloso de lo que hagamos en Honduras.
-  Un abrazo.

El día veintiuno llegó y allí estaban todos los familiares como una piña para despedir a los cooperantes. Las familias de David y Sofía se habían visto ya en  varias ocasiones y el único que estaba como desmarcado era Julio Portugal que apareció solo, muy sonriente y con una mochila como todo equipaje lo que contrastaba con el de Sofía que, de acuerdo que también llevaba incluido el de David, pero eran dos maletas grandes que pesaban un montón. Cuando se acercaban al control de pasaportes y Julio tuvo que moverlas, casi se desmaya

-  ¡Pero que lleváis aquí, almas de Dios! Cuidado que te avisé, David, que le digas a tu chica que no va de viaje de novios, que adonde vamos con un pantalón corto y un par de camisetas te sobra, pero nada ¿No quieres arroz? pues toma dos tazas para que te enteres.
-  No te enfades Julio que te estás haciendo un viejo cascarrabias - rió David mientras, entre los dos levantaban la maleta para ponerla en la cinta y desde allí facturarla.
-  ¡Que va! si estoy hecho un chaval, lo que ocurre es que me fastidia porque siempre pasa igual y en cuanto llevemos allí una semana me darás la razón.
-  Perdona Julio, no le eches la culpa a David porque he sido yo la que he llenado las maletas hasta los topes - Sofía se acomodó una mochila a su espalda - Ya sabes, las mujeres que somos así.
-  ¡Que me vas a decir a mí que yo no sepa! He tenido tres mujeres y sois como sois. Seres maravillosos pero imposibles de entender para los de mi quinta. Fíjate como será y como habré acabado de vosotras que me voy a la selva hondureña para no encontrarme con ninguna y estar una temporada tranquilo
-  ¡Que te lo crees tu! acuérdate en Kenia que te enamoraste perdidamente de una auxiliar
-  Bueno, pero eso es distinto, son amores de contrato
-  ¿Que es eso de amores de contrato? - preguntó Sofía riéndose abiertamente porque desde que conoció a Julio le pareció un hombre encantador, del que cualquier mujer se podría enamorar perfectamente
-  Pues eso, lo que su nombre indica. Duran lo que  dura el contrato y después, si te he visto no me acuerdo
-  ¡Que cara tienes!
-  ¿Yo? pero que dices, si soy un santo varón
-  Si, si, santo varón. ya te lo diré dentro de unas semanas - contestó Sofía.
-  No te olvides que vamos en misión humanitaria y a los nativos hay que darles en lo posible todo lo que  pidan y uno no se puede negar.
-  Ya, ya

Un metro antes de pasar el control de pasaportes Sofía miró para atrás y vio a sus padres que la despedían levantando sus manos. Don  Ernesto trataba de mantener la compostura, pero Sofía madre estaba hecha un auténtico mar de lágrimas que trataba de controlar con un pañuelo. Sofía les mandó un abrazo desde la distancia,  lloró un poco y nada mas pasar el control de la Policía, se agarró del brazo de David y comentó

-  Ahora si que empiezo una nueva vida. Solo le pido a Dios que me ayude  y que todo salga bien
-  Seguro que si - David la miró mas enamorado que nunca y le dio un beso -  Vamos que el avión nos espera.

domingo, 23 de septiembre de 2012

LA ENFERMERA RURAL:CAPITULO 10

Queridos blogueros/as: Con la emoción de ser Abuelo por cuarta vez (si,si, no se si os lo había dicho, pero Africa, la mujer de mi hijo y asesor informático Tito, ha tenido un niño que llevará por nombre Guillermo y encima ha venido mi hija Marta desde Bélgica con Miguelillo, otro de mis nietos de dos meses y pico de edad) el caso es que con tanto acontecimiento no he tenido tiempo de publicar el capítulo 10 en el que parece que poco a poco nos vamos metiendo en mas líos o sea que ahí va y espero que os guste.


CAPITULO 10.-


El Alcalde y Doña y Sofía salieron del Ayuntamiento, a los pocos metros doblaron hacia la calle Principal y  enseguida Don Jacinto le señaló la casa. Estaba situada en el centro del pueblo, por fuera con buen aspecto, pintada completamente de blanco con tres balcones en la planta de arriba  de hierro fundido pintados en negro. La puerta principal era la mitad de arriba de cristal con dos barras metálicas que la recorrían de arriba abajo y la otra parte de hierro negra con una especie de rejilla en el centro. A un lado un telefonillo y una luz

Esa puerta que sería por donde entrarían los pacientes daba a una sala grande en la que había apiladas un montón de sillas en uno de los rincones. Se notaba que era una casa deshabitada porque el polvo era el amo y señor de todos los rincones. La pared estaba como decorada con un papel que hacía como un bosque, aunque el paso del tiempo lo había convertido en un zarzal con zonas blancas producto de la rotura del papel y aparecer la pintura original Un bombilla pequeña y uno horribles cuadros como de caza con los marcos destrozados era toda la decoración. Una puerta daba paso a un pequeño aseo con un espejo oxidado y la taza del retrete llena de manchas como si alguien hubiera puesto una colilla y la hubiera cambiado de lugar cada poco tiempo. Abrió el grifo del agua fría por el que salió un hilo de agua y por el de la caliente un ruido como de tubería en desuso. Los azulejos eran blancos aunque ahora no lo parecían y después de pasar un dedo por uno de ellos pensó que podían quedar bien, pero ya podía ir comprando “Baldosinin” en cantidades industriales. Naturalmente en ese pequeño aseo no había ningún punto de luz, ni, por supuesto, un toallero, percha o similar donde dejar una toalla. A través de una puerta con cristales de diferentes colores pasó a lo que, en teoría, sería su consulta. Como el resto de la casa estaba destrozada, pero algo le hizo pensar que iba a ser un lugar acogedor. La mesa que se encontraba en el centro de la habitación no tenía mala pinta y con un poco de decapante y una buena mano de barniz quedaría razonablemente bien. Tendría que buscar sillas y adornos. La librería era de lo poco que mantenía un cierto aire de haber sido una consulta como Dios manda. En conjunto no estaba tan mal aunque al principio Sofía se encontró algo deprimida y como desbordada, pero, si fuera capaz de encontrar la pintura idónea, al menos esa planta baja, iba a quedar muy decente. 

Don Jacinto que de tonto no tenía un pelo y viendo las caras que Sofía iba poniendo según recorría la que podría ser su futura casa se adelantó:

-  Por supuesto que si acepta, le daremos la casa como usted se merece, pintada y limpia porque ahora da pena verla.
-  No se preocupe porque me doy perfecta cuenta de las posibilidades- contestó Sofía

Don Jacinto abrió una puerta también de hierro y entraron en el patio. Una pared alta, blanca llena de una enredadera con flores de distintos colores fue lo primero que vio Sofía y casi sin ver mas se podría decir que en ese momento decidió que aceptaría el puesto. Es patio era la ilusión de su vida y se notaba que alguien se había dedicado a él porque estaba bastante cuidado. Lo que mas llamaba la atención era una enorme  higuera en el centro que con sus hojas desparramadas parecía llorar por la ausencia de dueño, varias macetas pintadas de diferentes colores estaban colocadas cerca de la pared sin orden establecido. Un zócalo de piedra y una manguera amarilla primorosamente enrollada a la pared en un soporte de color rojo era el jardín con el que siempre había soñado, incluso le parecía que ya había estado en ese lugar  alguna vez y, por fin, iba a poder hablar tranquilamente con sus plantas en la seguridad que ninguna le llevaría la contraria. Era la ventaja de hablar con ellas y no con personas.

-  Allí pondré una tumbona, aquí cuatro sillas de madera, un poco mas allá la carretilla que tengo llena de flores y hasta en el fondo, al final del zócalo, puedo pintar una portería de fútbol  para que juegue David. Perfecto, el patio es lo mejor que he visto hasta ahora con diferencia.

Don Jacinto no la perdía de vista y por sus gestos también se había dado cuenta que la casa le estaba encantando y eso que le faltaba toda la parte de arriba. Según pasaban los minutos cada vez la muchacha le gustaba más. Era joven, con ilusión, con ganas de comerse el mundo y eso para el primer edil municipal era lo más importante. Sabía que todas las enfermeras anteriores habían tenido problemas, unas con Don Antonio María y otras con algunos vecinos, pero ninguna tenía la cara ilusionante de esta chica. Posiblemente con poca experiencia pero le daba la impresión que tenía muy claro lo que quería. Efectivamente era joven, pero ya tenía un hijo, había recorrido medio mundo y eso tenía que imprimir carácter. El Alcalde se tomó la libertad de agarrarse del brazo de la joven para subir al primer piso

-  No le importa ¿verdad Señorita?
-  ¡Por Dios Don Jacinto, que cosas tiene!
-  Es que la edad no perdona, jovencita y los escalones son un reflejo. Cuando era joven los subía hasta de tres en tres y ahora ya lo ve, ni agarrado a su brazo.
-  Venga Don Jacinto no disimule que está hecho un chaval.
-  Si un chaval – Don Jacinto tuvo que detenerse para tomar algo de aire – si usted supiera.  A su edad si que se es un chaval pero a ésta lo único es esperar que Dios le llame a uno cuando lo tenga a bien y mientras tanto sopitas y buen vino, pero continuemos que todavía nos queda por ver todo el primer piso que sería su vivienda. Don Jacinto abrió con llave otra puerta dando paso a Sofía
-  Por favor

Sofía no creía lo que estaba viendo, un amplísimo cuarto de estar comedor era lo primero. El suelo de parquet, las ventanas de aluminio, varios puntos de luz distribuidos estratégicamente y todo como muy nuevo. Todo lo contrario que la planta baja. Posiblemente si la hubieran dejado a ella decorarla lo hubiera hecho exactamente igual, excepto las cortinas que tenían una especie de arruga en el centro que no le parecía bonito y el color tampoco le parecía que iba con los tonos grisáceos de las paredes, pero eso era lo de menos, otro pequeño cambio y se acabó. Por un pasillo recorrieron tres habitaciones, una muy grande, la suya con una cama antigua con un cabecero labrado que impresionaba por el trabajo para realizarlo, dos mesillas de madera con la parte superior de mármol blanco y una talla de una virgen encima de una peana de madera también labrada. El cuarto de baño incorporado estaba algo deteriorado pero suficiente, muy poca luz y falto de alguna repisa pero subsanable. La segunda habitación  también era grande y le sobraba para su hijo David y todos sus bártulos.

Tenía un buen armario empotrado con maderas de buena calidad y una silla por toda decoración  y por último una tercera habitación algo más pequeña que perfectamente podría ser el cuarto de la plancha o para guardar trastos. Por una puerta al fondo otro cuarto de baño, este con plato de ducha y por último la cocina. Lo mejor, amplia, con muchísima luz, todo tipo de electrodomésticos, hasta un microondas, el calentador de agua, una cocina de vitrocerámica, en fin, todo lo que se podía pedir en una casa alquilada.

Mientras D. Jacinto abría las puertas de un armario completamente vacío, Sofía retiró los visillos y la plaza principal se abrió a sus ojos. El reloj de la Iglesia de Santa María daba las horas con tristes tañidos de una campana casi enmohecida por el paso de los años. Sofía, casi con lágrimas en los ojos, recordó aquella vieja Iglesia de San Saturio en Soria. Por un momento se sintió transportada a su infancia en compañía de sus padres y hermanos y un mínimo escalofrío recorrió todo su cuerpo. El hecho de haber querido ser completamente independiente desde que cumplió la mayoría de edad le había obligado a abandonar su casa, sus amigos e incluso todas las comodidades de la civilización occidental para irse con Médico sin Fronteras nada menos que primero a Honduras y posteriormente a Mali en el corazón del África negra. Es cierto que siempre estuvo acompañada de David, su novio y Médico con el que se casó en Honduras y tuvo oportunidad de ser feliz, trabajando mucho eso si, pero muy contenta de ayudar a levantarse a una pobre gente que como dice el refrán “no tenía donde caerse muerta”

En Mali su felicidad se vio empañada por una absurda guerra civil en la que hasta los niños se convertían en fieros soldados. David fue secuestrado y, según explicaciones de los rebeldes, trasladado a la selva para ser el Médico de la guerrilla y allí falleció. Si, parece mentira, pero no sabía como ni por qué, pero lo cierto es que su marido un día salió de casa y hasta hoy.  Sofía lo único que hizo fue llorar desconsoladamente hasta que  fue repatriada junto con veintitantos Misioneros ante el cariz que estaban tomando los acontecimientos.  Por aquel entonces, estaba embarazada de seis meses y por precaución y en contra de su voluntad, tuvo que volverse a Madrid.

La vida tenía que seguir, Sofía parió a su niño sola, no quería avisar a sus padres hasta que hubiera nacido y una vez ocurrido el feliz acontecimiento  se incorporó a la Unidad de Medicina Tropical de la Clínica Puerta de Hierro de Madrid. Se veían casos que a ella le resultaban conocidos y allí pasaba las horas como si todavía estuviera de Enfermera de Médicos Sin Fronteras. Solamente le faltaba David, pero desgraciadamente las cosas fueron así y no tenía mas remedio que irse recuperando. Lo que parecía sencillo, le resultó una pesadilla. Su marido se le aparecía en cada esquina del Hospital,  lo veía en cada cuadro clínico, en cada hoja de las historias y en la mirada de los propios pacientes. Algún Médico intentó ayudarla y algunas compañeras también, pero Sofía se había vuelto una auténtica pared. Había decidido que su vida anterior no le interesaba a nadie y por lo tanto no contaba ninguna de sus experiencias en Centroamérica y África. Eran vivencias íntimas que la consolaban en lo posible y no tenía absolutamente ningún interés en compartirlas consigo misma, pero con nadie más. Entraba y salía del Hospital a su hora y el resto del tiempo lo pasaba en su pequeño apartamento tumbada en un sillón. Antes leía, ahora ya no, oía música, pero enseguida se cansaba y la apagaba para disfrutar del silencio. Lo único que le animaba algo era que su hijo estaba ahí. Lo veía poco porque el horario era complicado para conciliar la vida laboral con la personal, pero era lo que había.


Sofía estaba afincada en Madrid pero su vida no tenía ningún sentido y David niño era lo único que la hacía mantenerse despierta. Un accidente del niño en el colegio la hizo reflexionar. David tenía entonces, casi doce años, se había subido a una portería de balonmano y ésta se había vencido cayendo encima del niño, que resultó con un traumatismo cráneo encefálico muy severo que lo mantuvo casi un mes entre la vida y la muerte. Un coma que al principio parecía irreversible, pero que gracias a la edad de David y al buen hacer de los Médicos, se resolvió a las tres semanas volviendo el paciente a la normalidad.

Durante ese tiempo en el que Sofía solamente abandonaba la habitación para ir al cuarto de baño, se dio cuenta que tenía que recuperar el tiempo perdido. No podía seguir sumida en una profunda depresión y tenía que volver a ser aquella Sofía optimista y desbordante de alegría que había sido durante tantos años. Tenía que volver a disfrutar de las noches de cielo estrellado tomando la mano de su hijo, disponer de tiempo para verle crecer y estaba claro que para eso no podía seguir en Madrid y tampoco se quería exponer a una nueva experiencia como la vivida en Mali y menos con un crío de doce años y en esas estaba cuando leyendo el ABC se encontró, en la sección de anuncios, con uno en el que solicitaba una Enfermera con una serie de condiciones que parecía estar hecho a su medida y allí estaba

Don Jacinto la miraba intrigado. La cara de Sofía iba reflejando las impresiones que recibía y así pasaba de una alegría increíble a una especie de depresión. No me extraña, pensó para si, porque esta casa está impresentable. Si esta señorita no la quiere, cosa que me extrañaría bastante, tendremos que arreglar los cuartos de baño por lo menos, de lo contrario no vamos a encontrar a nadie que venga y se quiera quedar.

-  Aquí tendría su consultorio con cita previa naturalmente y los avisos los podría hacer por la tarde. Si fuera necesario podríamos meter alguna chica para que le ayude en la consulta y yo creo que su principal misión será poner inyecciones y cosas por el estilo que habrían sido previamente prescritas por Don Antonio María y poco más porque ya ve que el pueblo es muy pequeño y por lo tanto no pueden ser mucho el trabajo. Eso si, Señorita, con la misma sinceridad que le digo esto, también le digo que para mi el principal problema y por el cual se han ido las enfermeras anteriores ha sido por su mala relación con Don Antonio María y eso si que lo tendrá que  cuidar porque si no le pasará como a las anteriores.
-  ¿Le importaría explicarme que pasó para no cometer los mismos errores? – preguntó Sofía abusando de su confianza
-  Si quiere que le diga la verdad, no lo se – Don Jacinto continuó su recorrido por el piso primero de la futura casa de Sofía – ya sabe que en los pueblos hay gente que con tal de hablar no paran de inventarse historias y por eso le digo que es difícil saber lo que pasó, pero yo conozco a Don Antonio María desde hace mas de cuarenta años y se de sobra de que pie cojea y posiblemente esa sea la razón. No es mal Médico aunque soy consciente que mucha gente lo critica, creo que sabe mas de lo que parece pero, eso si, es súper celoso de su profesionalidad y por ahí si que no pasa ni una y por ese lado se que tuvo problemas, pero por lo demás no creo que sea tan mala gente como dicen.
-  Perdone Usted, pero no le he entendido
-  Pues está mas claro que el agua – Don Jacinto le dio unos golpecitos en la mano – siga siempre sus instrucciones, no se meta en cambiarle ningún tratamiento y verá como sus relaciones serán cordiales, si se entromete, seguro que tendrá problemas y Don Antonio María por las buenas es muy buena gente, pero por las malas es peligroso, muy peligroso. Se lo aviso para que no se llame a engaño.
-  Pero. Don Jacinto, ¿no le parece que eso suena a amenaza?
-  No ¿por qué?
-  Hombre porque las enfermeras también sabemos algo de Medicina y también podemos opinar.
-  En este caso no
-  Ya – Sofía se miró las mano que las tenía juntas – Me da la impresión que antes de aceptar el cargo lo mejor que podría hacer era ir a verle y aclarar las cosas
-  Eso demostraría que tiene usted sentido común señorita, cosa no muy frecuente en los tiempos que corren. En fin, si me lo permite tengo que volver al Ayuntamiento a continuar con mi labor política.
-  ¿Me puedo quedar un rato repasando toda la casa?
-  ¡Faltaría más! Lo único que le pido es que cuando se vaya deje todo perfectamente cerrado y me devuelva la llave.
-  En cuanto termine se la llevo yo a su despacho.
-  Muchas gracias, Señorita, allí la espero.


Don Jacinto cerró la puerta y Sofía se quedó sola en el centro del amplio salón. Todo su cuerpo estaba como flotando, parecía que, por fin, había encontrado su sitio ideal después de tantas vicisitudes. A pesar de tener tan solo treinta y cuatro años la vida la había sometido a todo tipo de pruebas y gracias a su fuerza de voluntad a prueba de bombas, las había ido superando y parecía que todo iba volviendo a su cauce.

Estaba sola y como si una fuerza extraña la impulsara a hacerlo, empezó a bailar un vals como aquel que bailó con Javier, su primer novio, en aquella inolvidable fiesta de su presentación en Sociedad en el Casino de Soria. Daba vueltas y vueltas y en cada una veía como si estuvieran pasando en ese momento diversas épocas de su vida. Sus pensamientos se detuvieron en su primera misión con Médicos sin Fronteras y en aquella primera entrevista con el Director para América, el Dr. Joao Da Costa







sábado, 15 de septiembre de 2012

LA ENFERMERA RURAL. CAPITULO 9

Queridos blogueros/as: ¿Que tal? ¿como lleváis esto de la crisis? yo, como en aquellas cartas de la mili: bien por la presente gracias a Dios.
Dejaros de morder las uñas y de dar vueltas a conocer como va a terminar la enfermera rural porque no lo se ni yo, pero lo bueno que tiene esto del "Internes" es que si os ponéis muy pesados cambio el final y aquí paz y después gloria, pero no preocuparos porque eso no va a ocurrir, el final es que el que es y ya está, el único problema es que yo no quiero deciros nada que no se corresponda con la realidad  porque no me acuerdo y no quiero leerlo, aunque a veces estoy tentado, pero de momento resisto como un campeón.
Voy copiando capítulos, me da la impresión que todavía quedan varios, pero esto se puede convertir en algo asi como "amar en tiempos revueltos", es decir, en el cuento de nunca acabar,
Espero que sigáis enganchados y como siempre espero vuestros comentarios, pero me da la impresión que el pelucas es poco para mi enfermera, pero, ya se que no os lo creéis, pero de verdad que no me acuerdo
Un abrazo
Tino Belas



CAPITULO 9.-



En el cuarto de estar de su casa de Soria, estaban sentados alrededor de la mesa camilla, Don Ernesto Rotario, el Médico como lo conocía toda la ciudad, que era un hombre de alrededor de cincuenta años, aunque parecía algo mayor, su madre Doña Sofía Lopez con su moño permanente en la cabeza que haciendo ganchillo a todas horas del día y algunas de la noche,  su hermano Ernestín que había llegado de Madrid, su hermana pequeña, Rosina que todavía estaba con el uniforme del colegio y que trataba de tomarse un vaso de leche con alguna galleta haciendo tiempo hasta la cena y ella, Sofía,  que lucía unos maravillosos veintiún años.

En la calle frío, como corresponde a finales de Septiembre, no tanto como en invierno, pero suficiente para salir abrigados. En el cuarto de estar de la casa de Don Ernesto situado en un piso grande de la plaza mayor soriana, calor, no solo por la calefacción que Doña Sofía la había puesto para cuando llegara la noche, sino por la llegada de Ernestin que como había terminado la carrera de Medicina ese año no había tenido oportunidad de disfrutar de unas merecidas vacaciones y ahora pasaría algunos días en su casa.
Además y para completar la felicidad que sentían los padres, Sofía le quería presentar la orla de fin de carrera en la que estaban todos los compañeros que habían finalizado con ella la carrera de Enfermera. Para tal ocasión, Sofía había colocado la orla, ya enmarcada, encima de un aparador al fondo del cuarto, tapada con una sábana y esperaba el momento para proceder a su presentación. Quería que fuera como cuando se inauguraba una calle y la autoridad competente la mostrara a los presentes. 

La felicidad de los padres se reflejaba en sus rostros, los dos hijos habían terminado la carrera con notas brillantes y comenzaban a labrarse un porvenir habiendo escogido una actividad en la que su padre podría ayudarles. De momento Ernestin había preferido hacerse Especialista en Madrid con el beneplácito de Don Ernesto que pensaba, igual que su primogénito, que lo primero era una buena formación y ya habría tiempo para volver a Soria y colaborar con su padre.

En cuanto a Sofía,  Don Ernesto le podía ofrecer tres posibilidades, una trabajar con él en su consulta, ganaría un poco menos que en la Seguridad Social pero también trabajaría menos horas y sobre todo libraría los sábados y Domingos, una segunda sería  entrar en la Residencia de la Seguridad Social lo que no parecía especialmente complicado porque el Director de la Residencia era hermano de su madre y una tercera opción sería trabajar en El Perpetuo Socorro, la única clínica privada en la que Don Ernesto no solo ingresaba sus pacientes sino que además tenía un importante paquete accionarial.

Ernestin se levantó de su silla dejando sobre la mesa una servilleta blanca, levantó su copa al tiempo que los demás también se levantaban y brindó por su hermana, para que lo que decidiera para su futuro fuera lo mejor, para que fuera una buena enfermera y sobre todo continuara siendo una perfecta hija. Brindaron por ella, Don Ernesto retiró la sábana que cubría la orla y sacando un estuche del bolsillo de su chaqueta, se lo entregó y a continuación le dio un beso y aplaudió como el resto de los presentes.

Sofía, con lágrimas en los ojos, le agradeció el gesto a su padre y al abrir el estuche no pudo por menos que soltar un ¡ooooh! de sorpresa al comprobar que en el estuche contenía un magnífico “Rolex” chapado en oro. Besó a su padre y a continuación se abrazó a su madre. Era un día muy importante para ella, había terminado la carrera y se quería irse en plan de ayuda humanitaria a algún país lejano a contribuir con su trabajo a mejorar la salud de los más desprotegidos por la suerte. Era una decisión que había tomado hacía ya algún tiempo y ahora quedaba lo mas difícil, decírselo a sus padres y sobre todo a Javier, su novio de toda la vida. Sabía que iba a ser difícil de explicar y mas difícil todavía de entender, pero era una decisión que había tomado y estaba dispuesta a continuar hasta el final y sabía que en ese momento de tanta emoción, no podía ni tenía derecho a amargarles la fiesta, pero ¿cuando sería el momento?

-  Me gustaría irles preparando o por lo menos insinuándoles algo, pero no tengo ni idea como hacerlo - Sofía miraba a su padre y lo veía tan ilusionado con su idea de que trabajase en su consulta que no se atrevió a decir nada.- a lo mejor mañana encuentro un momento mejor.

La reunión familiar terminó y cada uno de los hermanos se fue a su cuarto con la idea de descansar un rato y prepararse para la fiesta que, organizada por El Casino en exclusiva para sus socios, se presentaba como muy divertida. Era una celebración tradicional, en el marco incomparable del casino de verano, a la luz de la luna, con la música de la Orquesta “Sonidos Nocturnos” de Madrid y la actuación estelar del grupo jamaicano “Jazz boys”

Los invitados iban ellos de rigurosa etiqueta y ellas de trajes largos luciendo la mejor de sus sonrisas. Desde la inauguración del Casino de Invierno se había establecido la obligación que cada chica acudiese acompañada de un varón y este año Sofía no había tenido ningún problema porque iría del brazo de su hermano. Era como una presentación en sociedad de una serie de chicos y chicas que habían finalizado una Carrera Universitaria, tema que fue debatido en infinidad de ocasiones con la oposición de muchos de los socios porque lo de la carrera universitaria les parecía absolutamente elitista, pero como dijo un día el que fue su Presidente durante casi tres décadas: claro que es un club elitista, tan elitista como que solo somos socios lo mejor de la sociedad Soriana. Esto es así y espero que lo siga siendo durante muchos años. A continuación se procedió a la votación y ésta fue favorable a ese requisito para la primera fiesta del verano, aunque eso si y para que no hubiera más líos, también se estableció la fiesta de Presentación de las Noveles en las que la única condición era que las y los presentados tuvieran más de dieciocho años. Los padres y sobre todo las madres colaboraban con sus hijas durante meses en la elección del traje que pareciera más elegante y en el caso de Sofía habían comprado en Madrid un traje largo que la hacía un tipo realmente bonito. Si la peluquera de toda la vida conseguía un peinado original que se adaptase a las facciones de Sofía, seguro que resultaría muy atractiva y con un poco de suerte podría ser nombrada Madrina para la fiesta del año siguiente.

Sofía estaba nerviosa, para que negarlo, al fin y al cabo era la una de las dos únicas fiestas, digamos oficiales, que se organizaban en la ciudad y encima en el Casino de Verano donde las chicas de la época se pasaban todo el día, primero en la piscina y luego con sus amigos jugando al tenis o haciendo barbacoas que terminaban a las dos de la mañana que era la hora oficial de cierre.

Para esta fiesta singular Sofía  se había encargado un traje largo de color verde pistacho con amplio escote que le permitiría lucir la gargantilla que le había regalado Javier Cortés, su novio, desde hacía muchos años. El traje se completaba con una especie de lazo de color naranja que a modo de cinturón se anudaba en la espalda. Los zapatos estaban forrados de la misma tela que el traje y tenían un imponente tacón que la hacía casi cinco centímetros más alta de lo habitual.

-  Ten cuidado no vaya a ser que con esos taconazos le saques la cabeza a Javier – la madre se preocupaba de todos los detalles.
-  ¡Que cosas dices Mamá! Javier mide casi uno noventa y yo soy un retaco a su lado
-  Ya, pero entre los tacones y el moño que me dijiste que te iba a hacer Manoli
-  No te preocupes que la peluquera está al tanto de todo y ya sabe que tiene que ser un moño bien cardado pero que no sea una tarta encima de la cabeza.
-  Bueno, bueno, yo como madre tengo la obligación de avisarte y luego tu, que para eso eres mayor de edad, haces lo que consideres lo mejor para ti.
-  Gracias Mamá – Sofía le dio un beso- ya lo se y por eso te agradezco todos lo que haces por mi. Ya verás como todo sale fenomenal.
-  ¿Seguro?
-  ¿Acaso lo dudas?
-  Sofía, tengo tanta confianza en ti y te conozco tan bien, que estoy segura, de eso si que estoy segura, que nos tienes reservada una sorpresa y estoy ansiosa por saber de que se trata, aunque desgraciadamente me lo imagino
-  Es imposible engañarte ¿verdad?
-  Imposible no, pero difícil si. Una madre es una madre y aun con la distancia que nos ha separado durante unos años, me he ido dando cuenta de las cosas y se que antes o después vas a dejar a Javier -Sofía madre se abrazó a su hija - no me importa el motivo, si es mejor para ti y te lo has pensado bien, es tu decisión y yo no tengo que opinar y espero que al que has dejado en Madrid y del cual nunca nos has hablado, sea mucho mejor. Pero ya te digo es tu decisión y nosotros ni queremos ni debemos meternos en tu vida. Si que nos gustaría aconsejarte, pero si tu no quieres nosotros tenemos que mantenernos al margen.
-  No llores Mamá - Sofía le secó una lágrima con el dorso de su mano- David es Médico y es muy buena gente

A las nueve de la noche Sofía y Ernestin, su hermano,  estaban haciendo cola en el salón del Casino junto con el resto de parejas. Hasta la pista de baile se había instalado una alfombra roja y por allí tenían que desfilar las distintas parejas una vez que desde el micrófono de la orquesta eran llamados por el Presidente del Casino. Ernestin y Sofía tenía el número siete de las nueve parejas inscritas y según se acercaba el momento, los nervios iban haciendo su aparición. Algunas parejas pasaban por la alfombra roja como quien pasa por encima de una zona encharcada, otras muy lentamente como pretendiendo que esos segundos de gloria no se acabaran nunca, otras como si estuvieran en la ceremonia de los Oscar y no cesaban de adoptar posturas mas o menos fotogénicas y la mayoría desfilaban deprisa, sin posar ante las numerosas cámaras y con una sonrisa que tenía algo de tímida y mucho de vergonzosa.

-  Siguiente pareja : Ernesto Rotario y Sofía Rotario

Ernestin puso su brazo para ser enganchado por su hermana y la animó

-  Vamos que somos la pareja mejor de todo el concurso – dicho lo cual avanzaron lentamente por la alfombra hasta llegar al palco de la Música donde fueron recibidos por sus padres que los saludaron efusivamente.

Con las notas del vals “El Danubio Azul” dio comienzo el baile de las debutantes y si al principio bailaban ellas con sus padres y ellos con sus madres, enseguida  se fueron intercambiando las parejas y a los pocos minutos casi todos estaban emparejados con quien habían deseado. Sofía y Javier eran una de las parejas que llamaban la atención, ella era guapa, con buen tipo aunque una chispa baja para pareja de Javier pero los tacones la disimulaban un poco. El era espectacular, guapo, simpático desde su uno noventa de estatura, vestido con el smoking parecía un galán de cine y encima bailando un vals. La pareja, mas que bailar, se deslizaba por la pista dando vueltas y mas vueltas como queriendo alejarse del mundo. Los padres de ambos disfrutaban viendo como eran la atracción de la fiesta y no era para menos. A Sofía le daba un poco de vergüenza pero Javier, con su pelo engominado y una sonrisa que expresaba la felicidad que sentía, la llevaba como si fuera una pluma. Ella se dejaba llevar y tenía la sensación como si estuviera flotando. Cuando terminó la pieza musical, se acercaron a la barra y solicitaron dos copas no muy cargadas. Javier estaba con la oposición de Notaría y no podía permitirse el lujo de beber más de la cuenta porque al día siguiente tenía que cantar los temas en casa de su profesor.

Casi sin darse cuenta, se encontraron en una zona donde los árboles les protegían de las miradas curiosas de los presentes. Javier la tomó de la mano y la besó en la boca, con un beso largo en el que a través de sus labios quería expresarle todo su amor. Era el momento esperado y sin embargo, Sofía notó una extraña sensación. Llevaban más de seis años de  relación y le pareció como que estaba besando a un perfecto desconocido.

Javier se dio cuenta y la miró sorprendido.
-  Lo siento – alguna lágrima discurría por las mejillas de Sofía – no se lo que me pasa. De verdad que lo siento, pero me parece que no eres tú, no se, es una sensación muy rara.

 El la observaba con curiosidad. No entendía absolutamente nada de lo que estaba pasando. Sofía le había jurado que no había en su vida otro novio o alguien que la hubiera intentado tirar los tejos y él, naturalmente se lo había creído, pero los hechos parecían querer decir lo contrario.

-  No me digas que ahora, después de tantos años, lo tienes que pensar.
-  Lo siento Javier, de verdad que lo siento y se que posiblemente sea el peor momento para plantear dejarlo una temporada, pero creo que es lo mejor. No se que hacer con mi vida, reconozco que estoy hecha un lío y creo que lo mejor es que desaparezca unos meses. Te voy a confesar un secreto – Sofía lo miró a la cara en la que se reflejaba una profunda tristeza – Me voy a ir un año con Médicos sin Fronteras a algún lugar de Centroamérica. Me lo han propuesto y ahora acabo de decidir que voy a decir que si.
-  ¿Y eso lo has decidido ahora mismo?
-  Si, aunque te parezca mentira es la pura verdad. Lógicamente  no es que lo piense ahora mismo, no, eso no, llevo dándole vueltas hace mas de tres meses, pero ahora, de verdad que ahora, me he dado cuenta que lo necesito.
-  ¿Eres consciente del daño que me haces?
-  Si y de verdad que lo siento pero prefiero decírtelo  que seguir dándole mas vueltas.
-  ¿Es una decisión irrevocable?
-  Si.
-  Bien. Lo siento, sabes que te quiero y que estaba esperando a la oposición para nada mas terminarla pedirte que te casaras conmigo,  pero después de lo que me acabas de decir me da la impresión que estamos perdiendo el tiempo. Volvamos a la fiesta.

Según se acercaban a la pista de baile Sofía se reafirmaba en su decisión, necesitaba mas tiempo para estar segura y la única solución era otra temporada lejos de Soria y de todo lo relacionado con ella, incluso de Javier y ahora lo tenía fácil porque solo tenía que aceptar la oferta que le había hecho David para irse a trabajar con él, incluidos en una expedición de Médicos sin Fronteras, a algún país centroamericano. Ahora lo tenía claro, ahora si que iba a decir que si por un período de un año. Quería disfrutar de David, vivir con él, trabajar codo con codo con un mismo objetivo que no era otro que ayudar a los más necesitados, ser feliz, ser ella misma, sin su familia, sola, sin la presión de nadie, solventar los problemas con sus propios conocimientos y eso durante un año y después  Dios dirá. Si estoy bien con David, seguro que si, seguiré y si no me vuelvo a Soria o me quedo en Madrid, en fin, el tiempo lo dirá. Lo más importante y también lo más difícil ya estaba hecho, que era decírselo a Javier. Ahora le quedaban sus padres pero para eso tenía menos prisa y más tiempo.

Cuando aparecieron nuevamente por las mesas donde los mayores estaban sentados delante de algunas copas, la madre de Sofía que había permanecido atenta a los acontecimientos, se dio cuenta que las cosas habían discurrido por el camino que le había dicho su hija. Su sexto sentido le indicó que algo había ocurrido para que de sus caras hubiera desaparecido la ilusión. Disimuladamente se acercó hasta la pareja y Sofía hija  la recibió con un lo siento Mamá, pero acabamos de decidir que, de momento, lo dejamos Javier y yo.

-  No te preocupes, hija, luego lo hablamos en casa.

Era tarde, muy tarde, casi las seis de la mañana y allí estaban sentados en una esquina del Salón del Casino, el Dr. Rotario, su mujer Sofía, Javier el que hasta ese día había sido el novio de Sofía hija y naturalmente Sofía que con sus argumentos trataba de convencer a sus padres y a su ya ex-novio que tenía derecho a intentar un cambio radical de su vida, no sabía si por mucho o poco tiempo, en principio un año, pero siempre contemplaba la posibilidad de prorrogarlo.

-  De verdad que no tengo nada contra vosotros - Sofía hija doblaba y desdoblaba una servilleta de papel - y mucho menos contra ti, Javier, pero me he dado cuenta que necesito algo mas que lo que he tenido hasta ahora. Bueno, no mas si no algo diferente, vosotros me habéis dado todo y sin embargo yo no he dado nada a cambio y con esto de irme un año a algún país a echar una mano pretendo devolver una parte de lo recibido
-  A mi  - esta vez era su padre el que trataba de convencer a su hija - me parece que tienes muchísimo mérito con la decisión que has tomado, pero mi única duda es si eso mismo no lo podrías hacer aquí, no se, se me ocurre que te apuntaras a alguna organización como Cáritas o parecida.
-  Posiblemente si- Sofía no tenía intención de dar su brazo a torcer y mucho menos después de haber roto con Javier aunque solo fuera hacía unas horas - pero es que no es una cosa sola - volvió a jugar con la servilleta - estoy segura que al estar lejos no solo me obligará a defenderme por mi misma si no que mejorará mi propia autoestima. No se, necesito esta sola, no se como explicarlo pero es así
-  ¿Y no podrías ir a algún sitio mas cerca? - Sofía madre, como todas las madres tenía miedo. Se iba muy lejos y si tuviera alguna enfermedad o cualquier problema las posibilidades de poder ayudarla eran mucho menores
-  Médicos Sin Fronteras tiene profesionales por todo el mundo, pero sobre todos en los países mas pobres y a mi lo que me han propuesto es participar en un programa para países centroamericanos, aunque todavía no se a cual me mandarán, entre otras cosas porque, aunque hace un tiempo que tenía pensado irme, todavía no lo he confirmado y por eso no me han asignado un sitio, pero creo que será en Honduras
-  ¿Te mandan a un hospital?
-  Supongo que si
-  Yo lo pregunto porque normalmente los hospitales están en ciudades o pueblos grandes donde siempre hay más seguridad que si vives en plena selva.
-  Si, lógicamente, pero no parece que Honduras sea de los más conflictivos. Según me han contado es un país superpobre pero no están en guerra ni nada parecido
-  ¿Y cuantos vais?
-  No lo se, pero en condiciones normales son equipos de cuatro o cinco personas, un Médico, una o dos enfermeras, un chofer y a veces un especialista en prevención que sabe como para hacer pozos negros, analizar el agua potable, no se, como uno que no es Médico pero ayuda a mejorar los pueblos en donde se instala la Organización.
-  ¿Sabes si vivirás en el Hospital?
-  Si hay hospital, seguro que si, lo que ocurre es que en la mayoría de los pueblos no los hay y precisamente por eso vamos los de Médicos Sin Fronteras para planificar todo y tratar de construir alguno, siempre y cuando tengan fondos que por lo que yo oigo, eso es lo mas difícil.
-  Hija: ¡que quieres que te diga! por una parte me parece fenomenal que te preocupes de toda la gente que no tiene nada, eso demuestra que tienes un buen fondo, cosa que naturalmente no me extraña, porque se como eres, pero por otro tengo que reconocer que me da mucho miedo el saber que tenemos una hija en un país conflictivo.

Sofía hija también tenía miedo. Eso de irse a un país desconocido, pobre, con recursos mínimos para ganarse la vida, con unos compañeros a los que no conocía, no le apetecía pero estaba David y todas las carencias las supliría solamente con saber que estaría su lado. No quería decirlo delante de Javier, su antiguo novio, pero lo único que la animaba a seguir con esa locura era David. Sabía que era una postura tremendamente egoísta, pero era así y así lo tenía que reconocer. Si en lugar de a un país centroamericano lo enviaran a Toledo se iría para allí con los ojos cerrados. Estaba enamorada, sabía que el también lo estaba y tenían la necesidad de estar juntos. Por otra parte el tenía sus planes y ella no era quien para intentar que los cambiase. Al revés, le parecía un honor y un orgullo estar enamorada de un hombre que tenía intereses tan altruistas como para dejar todas las comodidades y dedicarse a ejercer la Medicina en países donde realmente hacía falta. Para ello había hecho unos cursos de Medicina Tropical y aunque era un recién Licenciado, tenía amplia experiencia como para desarrollar una eficaz labor en cualquier lugar donde la organización de Médicos sin Fronteras lo enviase.

Trabajarían juntos en labores propias para lo que se habían preparado concienzudamente, aunque Sofía tenía que reconocer que estaba aterrada. Nunca había tenido necesidad de organizar sola su vida, jamás había tenido problemas de dinero y ahora se enfrentaría a gente que seguro viviría en el umbral máximo de la pobreza y no sabía como iba a reaccionar. David la animaba en la seguridad que sería una muy buena enfermera y se integraría enseguida en la comunidad que le tocara en suerte y además tendría poco tiempo para aburrirse. David había estado, no como Médico, porque entonces no había terminado la carrera, pero si como cooperante en otras misiones y sabía que las enfermeras no paraban. Solo con el tema de vacunaciones ya tenían bastante, pero además, la organización creía que eran las mas idóneas, tenía que llevar toda la contabilidad de la misión, con la obligación semanal de enviar un informe de las actividades realizadas y los gastos originados así como solicitar todo el material necesario para que el mini hospital de Médicos sin Fronteras estuviera permanentemente bien dotado.

Todas esas misiones y las labores humanitarias que a buen seguro tendrían que realizar, serían más que suficientes para animar a Sofía y en ellas insistía David en todas las ocasiones en que hablaban del tema. El sueldo estaba bien para sus necesidades y si lo llevaban con alegría, la experiencia tenía que ser maravillosa. Seguro que si

-  Sofía, perdona, pero creo que estás en otro mundo
-  Si, dime Javier - efectivamente Sofía parecía despertar de un sueño maravilloso
-  Solo quería desearte lo mejor. Es una pena que lo mejor no sea yo, pero las cosas son como son y no como a uno le gustaría que fueran.
-  Quiero darte las gracias delante de mis padres por lo bien que te has portado conmigo. He sido feliz y eso es muy de agradecer y de verdad que lo siento dejarlo ahora, justo cuando estás a punto de acabar la oposición, pero no me veo de mujer de un Notario. De verdad que lo siento.
-  En fin, Don Ernesto y Doña Sofía, creo que estoy de más en esta reunión. Con su permiso me voy a retirar.

Javier se levantó y después de besar la mano de la que hasta hacía muy pocas horas antes pensaba que iba a ser su suegra y de Don Ernesto, le dio un beso fugaz en la mejilla a Sofía hija y salió con paso rápido.

Don Ernesto también dio por concluida la reunión y con un vámonos que para luego será tarde que diría su amigo Tucho Riscal, se metieron en el coche y se fueron a su casa.

Sofía hija se desnudó rápidamente, se quitó el maquillaje y a los dos minutos estaba en la cama durmiendo placidamente con la tranquilidad de haberse quitado un gran peso de encima.

En el dormitorio de sus padres, Doña Sofía no podía conciliar el sueño y daba vueltas y mas vueltas en la cama mientras su padre disimulaba. Finalmente Sofía preguntó

-  Ernesto: ¿estás dormido?
-  No
-  ¿En que piensas?
-  En lo mismo que tu
-  ¿Y que te parece?
-  Pues igual que a ti
-  Hijo ¡que expresivo estás!
-  Es que no se que decir. Por una parte estoy contento porque creo que ser Médico o Enfermera y poder ayudar a los demás es lo mas bonito del mundo y si encima tu labor va dedicada a gente que no tiene nada, mejor que mejor, pero me da miedo que se vaya tan lejos porque si se pone enferma o necesita cualquier cosa, no podemos ayudarla. No se, por un lado me da envidia y por otro no ¿me entiendes?
-  Claro que te entiendo porque a mi me pasa igual. Con veintipocos años irte de misiones, como se decía cuando éramos jóvenes, eso tiene que ser maravilloso. El empuje de la juventud en estado puro, pero son países que yo no se si están en guerra o no, pero cada dos por tres, hay líos y eso si que me da miedo.
-  Es curioso lo que nos ocurre - El Médico pasó un brazo por debajo de la nuca de su mujer - nos preocupamos por el tiempo que va a estar en Honduras o donde sea y no le hemos preguntado por sus planes con el tal David.
-  No le habrás preguntado tu, pero yo como mujer he hablado algo con ella y se que es Médico, un año mayor que ella, que lo conoció en el Hospital cuando ella estaba de prácticas y él de enfermo con una pierna rota,  que es madrileño, muy simpático y mucho mas animado que Javier.
-  Pobre Javier, a mi me ha dado pena.
-  A mi también, pero el noviazgo es para eso
-  Ya, pero eso no quita que me de pena. Al fin y al cabo es un chico conocido, de una familia muy parecida a la nuestra, pero, bueno ¿que le vamos a hacer? Vamos a dormir que mañana yo por lo menos tengo que madrugar.
-  Apaga la luz. Hasta mañana
-  Hasta mañana.




jueves, 6 de septiembre de 2012

Queridos blogueros/as: Como se que muchos Belascoaines vais a estar el próximo sábado en Alicante por aquello de la boda de Jesús Belascoain Junior y aunque hoy es jueves, voy a copiar y pegar otro capítulo de la Enfermera Rural por aquello de no perder el hábito, o sea que ahí va. A mi personalmente me parece que ya vamos entrando en materia y aunque hay alguna expresión no muy propia de alguien tan educado como yo, espero que sepáis perdonar porque no soy yo si no que se lo dicen a Don Jacinto que para eso es el Sr. Alcalde.
Hacía mucho tiempo que no releía esto y creo que va con mi manera de escribir, o sea, que como sois fieles blogueros/as seguro que os va a gustar. Un poco así como "verderolo", pero como no está grabado con el móvil como la concejala de Los Yébenes, a mi que me registren. Y ojo con Don Jacinto, ochenta y dos años a sus espaldas y menudo pájaro, lo cual demuestra mi teoría que la edad no está donde todos nos imaginamos si no un poco mas arriba o un poco mas abajo, según desde donde se mire.
Un abrazo para todos/as (parezco ZP con aquello de compañeros y compañeras)
Tino Belas.

CAPITULO 8.-

El día amaneció espléndido el sol que se había ausentado durante unas semanas del pueblo, volvió más luminoso que antes y sin darse mayor importancia iluminó todos los rincones. Para los habitantes del pueblo el hecho de levantarse con un día claro les llenaba de alegría y las sonrisas aparecían en sus rostros ajados por las muchas horas realizando las tareas propias de cualquier agricultor. Se daban los buenos días y hasta los perros que, habitualmente dormitaban por las esquinas, ahora quería integrarse en el movimiento de la gente y ladraban insistentemente a los que circulaban por la calle.

El Señor Alcalde, Don Jacinto Jiménez Luciañez, ochenta y dos años, poco pelo, grandes orejas, ojos que fueron azules, manos de hombre que nunca había soportado el peso de una azada, enjuto, de carnes apretadas era el hijo pequeño de una familia grande de Albacete, que dada su predisposición a la política, no había estudiado nada y desde siempre se había preparado para Alcalde. Después de años de ir de despacho en despacho en busca de alguna vacante política, consiguió que le nombraran Asesor del Presidente, junto con  seiscientos veintinueve mas que se consideraban cargos de confianza y estaban remunerados como tales y ya una vez dentro de la dinámica del partido todo fue coser y cantar, Delegado para la Comunidad Autónoma de Castilla La Mancha , Viceconsejero Delegado para obras ferroviarias de menor cuantía, Consejero para obras ferroviarias de mediana cuantía y, por fin, Consejero evaluador para obras ferroviarias sin especificar la cuantía y de ahí a Alcalde donde ya llevaba cuarenta y siete años. 

Don Jacinto que por el pueblo que le había nombrado Alcalde hacía lo que hiciera falta, se disponía a abrir la puerta del Ayuntamiento porque, como todos los días, el Toñín, el ayudante del bedel municipal no se había presentado.

¡Que hombre este! Parece mentira que siendo tan joven le tenga tanto apego a las sábanas y cuidado que le digo que no puede ser tan perezoso, nada, no hay manera. Se duerme y se duerme

El Señor Alcalde lo primero que hizo fue abrir todas las puertas y ventanas, tres, del piso inferior. Un torrente de luz y calor iluminó todas las dependencias. Por fin llegaba la primavera y el Ayuntamiento debería ser el primero en recibirla.

Don Jacinto, con paso lento, muy lento, fue recorriendo los distintos despachos y comprobó que la chica de Braulio, el  pastor, hacía muy bien la limpieza, trabajo para el que había sido contratada en calidad de interina. Cierto es que ante la ausencia de funcionarios y la sala de plenos dedicada a otras funciones, la Petra, que así se llamaba la chiquilla, tenía muy poco trabajo y no tenia necesidad de ir todos los días para que el Ayuntamiento estuviera limpio como una patena.


La elección de Petra como interina sin oposición de ningún tipo y sin ni siquiera un curriculum vitae había sido motivo de controversia en el pueblo, porque la primera intención de Don Jacinto era haber nombrado para ese puesto a su querida Luzmila de Todos los Santos, pero después de sopesar los pros y los contras llegó a la conclusión que no sería una buena elección, primero porque provenía de un país donde eso de trabajar no estaba especialmente bien visto y segundo porque dado que, aunque solo fuera un día a la semana, compartía cama le parecía políticamente incorrecto que accediera a un cargo tan próximo y del que podía obtener información privilegiada. Eso era política y moralmente intolerable por lo que el primer edil decidió, después de consultarlo con la almohada,  que no reunía las condiciones para el desempeño de esa función con lo que salió ganando su integridad, pero perdió dinero porque tuvo necesidad de subirle el sueldo, pero ya se sabe que el que algo quiere, algo le cuesta y Luzmila de Todos los Santos despechada ante tanta injusticia decidió que, en sus ratos libres que eran muchos, dejaría su cuerpo para uso y disfrute de la juventud del pueblo por unos precios realmente competitivos, sobre todo comparados con los que se cobraban en Villa Felicidad y así utilizaba las dependencias municipales para tales fines.

Al día siguiente, Petra limpiaba y recogía colillas, restos de copas  y hasta algún preservativo distribuidos entre los expedientes, en las mesas y en los aseos y siempre callada por miedo a perder un puesto considerado como una bicoca. Alguna vez intentó negociar con Luzmila entrar en el negocio y repartir el trabajo pero esta se negaba porque a pesar de reconocer la buena voluntad y la entrega que ponía para realizar su trabajo con perfección, los clientes requerían la presencia de la Jefa por aquello de ser algo mas exótico y por lo tanto menos conocido y también es verdad que la única virtud de la Petra es que era joven porque del resto nada de nada.

Don Jacinto se sentó en su mesa flanqueado por la bandera de España, otra de la Comunidad Autónoma, un cuadro del Rey al frente y a su espalda una fotografía del pueblo  hecha desde una avioneta que le había regalado un primo de Agustín, el de la fábrica de gaseosas, que era fotógrafo aéreo y un día que estaba haciendo fotos a la finca de Don Matías, el dueño de la mejor dehesa de la provincia, se acordó de su primo y en una de las pasadas hizo una foto que ampliada quedaba como anillo al dedo para el despacho del Señor Alcalde quien, en agradecimiento permitió que se ampliara la fábrica haciendo oídos sordos a la normativa municipal que lo impedía y a las múltiples denuncias de Marcelino, propietario de una tienda de ultramarinos y al que la tapia de la ampliación de la fábrica le quedaba a medio metro de los balcones de su casa

-  Marcelino – le decía Don Jacinto – todo sea por el I+D del pueblo
-  ¡Que I+D ni que leches! - contestaba Marcelino – que son gaseosas Jacinto, que a mi no me engañas.
-  Bueno, pues es igual. Las gaseosas también contribuyen al bienestar de la sociedad y eso es de lo que yo me tengo que preocupar
-  ¿Y el que yo no me pueda asomar al balcón de mi casa no te preocupa?
-  Por encima del individuo está la colectividad Marcelino, ese es el primer principio de   democracia

A lo que sistemáticamente contestaba el de la tienda con un importante corte de mangas y una expresión popular bien conocida: “Jacinto: que te den por el culo.”

El alcalde estaba tan absorto pensando en los múltiples problemas del pueblo que no apreció la presencia de una joven de pelo rubio, bien parecida, vestida con unos vaqueros y una blusa blanca que lo observaba desde el quicio de la puerta.

-  Perdone – la joven excusaba su presencia amparándose en que todas las puertas estaban abiertas – venía a hacer una pregunta ¿quién me podría informar?
-  No, no, perdone usted – el Alcalde se levantó educadamente de su sillón y acercándose a la visitante le besó la mano ante la mirada sorprendida de la joven – para estos menesteres el Ayuntamiento tiene contratado al Toñín pero el chico es joven y ya sabe usted, salidas por las noches, alguna copa y claro por las mañanas le cuesta mucho levantarse y por mucho  que le insisto, hasta las diez o diez y media no aparece por su puesto de trabajo y mira que se lo tengo dicho Tonín que el Ayuntamiento tiene que abrir a las nueve, que ese es el horario oficial, pero él se ampara en que en este pueblo no hay personal para que el Servicio de Información funcione desde horas tan tempranas, pero ¿lo ve usted? esta es la demostración evidente que tengo razón, usted necesita de nuestros servicios y si no llego a estar yo aquí está claro que la administración no respondería a sus necesidades y no es así, Señorita, no es así.
Nosotros somos elegidos por el pueblo para mejorar la calidad de nuestros servicios y debemos estar siempre a su disposición. En fin, perdone todo este discurso programático pero en cuanto se tocan temas políticos sale a relucir mi vena de servicio al pueblo que ha depositado en mí su confianza y no lo puedo evitar, perdone.

Don Jacinto se volvió a sentar, del cajón central de la mesa sacó un taco de folios que ajustó con ambas manos, depositó cuidadosamente una  pluma estilográfica sobre los folios y escribió con letras grandes

-  “Doña Sofía Rotario Lopez”

Sofía no pudo disimular su sorpresa
-  ¿Sabe mi nombre?
-  La obligación de un Alcalde es saber todo lo que ocurre en el pueblo y la llegada de una bella señorita acompañada de un niño es un motivo mas que sobrado para conocer de su presencia

Sofía se retiró la cazadora de ante que llevaba puesta y con una sonrisa contestó
-  Don Jacinto, buen servicio de información tiene ¿eh?
-  Igual que el suyo
-  ¡Que va! El mío no tiene ningún mérito porque he preguntado en el Hostal donde estaba el Ayuntamiento y me han dicho que si estaba abierto a estas horas es porque estaría usted dentro y usted ¿Cómo sabe mi nombre?
-  Ya sabe usted lo que son los pueblos. Me encontré por la calle con Jesús, el peluquero y me dijo que había estado allí con su hijo.
-  Si, pero sin recuerdo mal, yo no le dije como me llamaba
-  Pues se habrá enterado por el conserje del Hostal o vaya usted a saber por quien, pero lo que es seguro es que fue el que me dijo su nombre.
-  ¡Como para hacer algo malo! – sonrió Sofía mostrando unos dientes blancos perfectamente alineados- todo el mundo sabe todo de todos.
-  Si, ese es un problema de los pocos que tiene vivir en un pueblo – El Señor Alcalde también sonrió – que todo el mundo sabe la vida y milagros de todos los demás y si no la sabe se la inventa, pero le puedo asegurar que tiene otras muchas ventajas que superan con creces a los inconvenientes.
-  Seguro que si, pero yo no puedo opinar porque nunca he vivido en uno.
-  Pues le puedo asegurar, Señorita, que es una pena porque uno cuando se va haciendo viejo, y  en eso si que tengo experiencia, va echando de menos muchas cosas que no hizo y en el pueblo hay una cosa que no la hay en las grandes capitales ¿sabe cual?
-  No – contestó Sofía – pero  supongo que la tranquilidad
-  Si, eso podría ser una cosa pero para tener tranquilidad lo primero es tener tiempo libre para poder pensar en lo tranquilo que se vive y eso es lo mejor de los pueblos. El tiempo libre, señorita, el tiempo libre, pero supongo que no ha venido hasta aquí para hablar con un viejo sobre el tiempo libre, seguro que no.
-  No, claro que no – Sofía comenzaba a sentirse cómoda con Don Jacinto – he venido por lo del anuncio
-  O sea que es usted enfermera.
-  Si señor, soy ATS por la Universidad de Madrid y luego he trabajado en Honduras, Mali  y actualmente estoy en el Hospital de Puerta de Hierro  en Madrid.
-  Y se quiere venir aquí.
-  Bueno, de momento me gustaría que me explicase las condiciones y si me convienen pues entonces, si, claro que me quedaría.

Don Jacinto rebuscó en el último cajón de su mesa hasta que encontró una carpeta azul. La depositó encima de los folios, después de retirar la pluma y fue sacando algunos papeles y dejándolos con mimo encima de la mesa. El último fue la hoja del ABC en  la que venía el anuncio.

-  ¿Este es el anuncio que usted ha visto?
-  Si es el del periódico de hace dos semanas, si.
Si es ese

Don Jacinto lo repasó lentamente, a continuación revisó varios papeles que parecían contratos y fue como repasando las condiciones. Le iba cambiando la expresión de la cara según los distintos apartados y al final optó por una hoja de cuaderno cuadriculada en la que, a mano, estaba escritas algunas anotaciones que  Sofía desde su silla no lograba descifrar.

-  Este es el papel que buscaba – Don Jacinto se ajustó las gafas y lo leyó señalando con el dedo una serie de números que se suponían que serían las cantidades a abonar. - Si, esto es
-  Bueno, pues usted dirá – Sofía se mantenía erguida en la silla en actitud expectante.
-  El Ayuntamiento como órgano representativo del pueblo quiere contratar y para eso ha puesto un anuncio en el ABC, una enfermera que se ocupe de la atención a los pacientes del pueblo. Creo que ofrecemos unas más que unas excelentes condiciones de trabajo con casa incluida y quizás en lo que estamos un poco bajos en la cantidad a percibir, pero si tenemos en cuenta el resto, posiblemente no esté tan mal remunerada. En cualquier caso, si que es mi intención llevar este tema al próximo Pleno Municipal.
-  ¿Le parece que vayamos por partes Don Jacinto?
-  Naturalmente, Señorita, diga, diga lo que se le ocurra, faltaría más.
-  Lo primero que me gustaría que me aclarase es si en el pueblo hay Médico.
-  Si  Señorita, si que hay Médico, se llama Don Antonio María Sauquillo y lo compartimos con el pueblo de al lado
-  ¿Y donde vive?
-  En el pueblo de al lado
-  Es decir que si hubiera una urgencia se le llama y viene.
-  No exactamente – Don Jacinto se ajustó el nudo de la corbata – Bueno si que vendría pero solo para aquellas familias que tengan una iguala con él. Si es de la Seguridad Social, entonces no y sería usted la que tendría que evaluar si al paciente hay que trasladarlo o no
-  ¿Y tiene muchas igualas?
-  Muchas, muchas yo creo que no, pero algunas familias si.
-  Entonces, si no le he entendido mal,  si acepto el cargo,  estaría siempre de guardia ¿es así?
-  No, lo que ocurre es que la profesión que usted ha elegido es un auténtico sacerdocio y siempre estaría expuesta a que la llamasen, pero no hace falta que esté en el Consultorio, puede estar en su casa o en el  bar. Eso no es problema porque en los pueblos nos conocemos todos.
-  ¿Libraría algún día a la semana?
-  No se decirle exactamente si a la semana, pero si el día que haga la guardia Don Antonio María porque ese día si que tiene obligación de hacer los avisos.
-  Ya – Sofía iba procesando en su bien amueblada cabeza toda la información – y también me ha dicho que ofrece casa
-  Si señorita y me gustaría que la viera porque es una auténtica maravilla. En el centro del pueblo, con dos entradas, un por la calle Principal y otra por la calle Nueva, consta de dos pisos. El primero para vivienda y el segundo como consultorio. Luego si quiere vamos a verlo. Por cierto- Don Jacinto volvió a consultar sus notas – se me olvidaba otro punto muy importante. Como he visto que tiene un hijo, el Ayuntamiento le ofrece la escolarización gratis y como me ha caído bien, le ofrezco también el comedor gratis.
-  Muy amable Don Jacinto, pero casi preferiría mas sueldo y el resto ya me lo pagaba yo
-  ¡Pero que dice Señorita! Si suma todos los gastos que el Ayuntamiento se ofrece para abonarlos, estoy seguro que gastaría mucho mas que los 1100€ que tendría de sueldo.
-  Sería cuestión de echar cuentas. No lo se.
-  Si, Señorita, piénselo y verá como no la engaño y sobre todo piense en lo que hablábamos antes. Vivirá en un pueblo, tranquila y con muy pocos gastos. Creo que es un puesto de trabajo que ni que estuviera hecho a su medida.
-  La verdad es que hasta ahora todo lo que me ha dicho me gusta, menos aquello que no tengan Médico, porque es una responsabilidad muy grande para mí hacerme cargo de todo el pueblo.
-  Por eso no se preocupe, porque al menor problema avisa al taxista y se lleva al paciente a casa de Don Antonio María.
-  Ya, pero sigue siendo una responsabilidad.
-  Por supuesto, Señorita y por eso le ofrecemos ese sueldo, casa y colegio gratis, si no, no le ofreceríamos ni la mitad. En fin, Señorita, ¿le parece que nos acerquemos a ver la casa?
-  Por mi encantada – Sofía se levantó al ver que lo hacía el Señor Alcalde – pero no se si usted tiene cosas importantes que hacer.
-  No Señorita, no se preocupe que para mi es un placer.

Mientras caminaba tuvo tiempo de volver a pensar en la salida de su casa hacía ya bastantes años. Diez o doce, ¡total nada y parece que fue ayer¡ Primero decirle a Javier que lo tenían que dejar, después a sus padres y no solo que lo dejaba si no que se iba de enfermera nada mas y nada menos que a Honduras y encima, para añadirle carnaza al asunto, les tuvo que explicar quien era David y el proyecto que tenían en común