Queridos blogueros/as: Ya estamos aquí otra vez y ya no se si me he equivocado al copiar y pegar o continuamos con la enfermera rural, pero lo que está claro es que comienza el movimiento que nunca viene mal. Seguro que es una enfermera rural ¡faltaría mas! pero por ahora parece mas una enfermera viajera que otra cosa, pero espero que algún día siente sus posaderas en el pueblo y todo quedará como mas cerca.
Os diré que he terminado otra novela que se titula "En lo mejor de lo peor" o sea que tenemos sábados para rato hasta que se me acabe el repertorio. Me acabo de acordar que todavía no os he enviado la primera que se llama "El trío de dos" Total que tengo rollo para años y espero que sigáis por lo menos los cuatro magníficos, aunque ya hay dos que empiezan a fallar, claro que Tito tiene bula por aquello de haber sido padre por primera vez y por lo tanto yo Abuelo por cuarta y Paloma es posible que con tanto preparativo no tengan tiempo.
Enhorabuena Merce y Javier que todavía seguís ahí.
Un beso
Tino Belas
CAPITULO
11.-
La
entrevista se desarrolló en las oficinas que la Organización tenía en el Paseo
de la Castellana de Madrid, muy cerca de la Plaza de Colón. El Dr. Da Costa era
un Médico joven, de unos treinta y tantos años, importantes canas en una cabeza
grande, voz suave con un deje brasileiro, manos de cirujano y cuerpo de jugador
de rugby.
El
despacho del Dr Da Costa era pequeño, amueblado de manera minimalista con una
mesa grande sin un solo papel y un
ordenador. En una estantería situada según se entra a mano derecha, se
agolpaban fotos de situaciones en las que Médicos sin Fronteras habían actuado.
En marcos todos iguales y de una manera absolutamente anárquica ahí estaba, en
imágenes, la historia de la Organización. En la otra pared y como única
decoración un cartel de Médicos sin Fronteras en color azul.
David y
Joao habían coincidido en dos expediciones humanitarias, una en Perú con motivo
de una campaña de vacunación masiva a los habitantes de la selva y en Marruecos
después de un seísmo que arrasó pueblos enteros de las faldas de la cordillera
del Atlas. Fueron pocos días, pero de un trabajo sin un minuto de descanso.
Allí tuvieron oportunidad de vivir en situaciones muy difíciles, rodeadas de
desgracias, con gente que solicitaba todo tipo de ayudas, además de las
propiamente médicas y entablaron una estrecha amistad. David se convirtió en el
ayudante personal del Dr. Da Costa y aprendió como es la medicina sin medios,
con los hospitales casi destruidos, teniendo que salvar vidas en pasillos
rodeados de los gritos y lamentos del resto de pacientes, sin posibilidad de
dormir mas de tres o cuatro horas y siempre bajo la presión de la prisa, prisa
para amputar, prisa para curar, prisa, siempre prisa. Un David estudiante de
los últimos cursos de Medicina, que se había apuntado a esas misiones para
disfrutar en paz. Todo era absolutamente diferente a lo que se había podido
imaginar y por supuesto mucho peor. Terrible, imposible de contar. En el caso
del terremoto de Marruecos todavía peor porque a la destrucción propia de un
fenómeno de la naturaleza tan bestial como un seísmo, se unía una miseria que
se apreciaba en cada construcción de adobe que se habían desmoronado como una
pila de naipes destrozando familias y pueblos enteros. Los niños lloraban
desconsolados, mientras las madres recorrían todos los puntos de atención a los
pacientes buscando desesperadamente a parientes que habían desaparecido. Los
cadáveres estaban por todas partes y el olor era tan nauseabundo que los
cooperantes tenían que pasar todo el día con la mascarilla puesta.
Desde
el primer minuto Joao y David se convirtieron en uña y carne. Joao le enseñó
todos los trucos de la cirugía de urgencia, que son sota, caballo y rey pero
hay que saberlos, aprendió que una sonrisa también cura y apreció que para el
que se queda sin nada, un poco es mucho. Esa experiencia la aplicó al volver a
Madrid y así se volvió un hombre de lo más austero y no por falta de liquidez,
si no porque le daba como vergüenza gastar sabiendo que con el dinero de una
copa en cualquier discoteca vivían una semana muchos de los habitantes de esos
países sometidos a condiciones extremas de pobreza. Estaba en la capital de
España, pero su corazón estaba con todas esas personas y contaba los días para
que lo destinaran a algún sitio.
La
llegada al despacho de Joao Da Costa fue el motivo para que se fundieran en un
abrazo y recordaran tantas y tantas horas que pasaron juntos. Se intercambiaron
los típicos piropos de rigor ¡que bien te veo, estás hecho un chaval etc...Etc!
y enseguida pasaron a organizar el tema que ya habían comenzado a tratar unos
meses antes, cuando David estaba encamado en San Francisco de Asís
- Mira, Joao, ésta es Sofía la enfermera de la
que te hablé.
- Encantado - Joao le dio dos besos - de la que
me hablaste y de la que te enamoraste ¿no?
- Si
- Has sabido escoger bien, muy bien- Joao la
miró con esas miradas que solo los amigos saben - aunque seas la novia de David
no tengo mas remedio que reconocer que eres mucho mas guapa de lo que me decía
tu chico
- Bueno, Joao, tú tampoco te quejes que María
también se lo merece.
- La verdad es que María y yo estamos
atravesando una época muy buena y estamos muy bien.
- Me alegro
Sofía,
mientras tanto, permanecía de pié, mirando a uno y a otro como si de un partido
de tenis se tratase. Sabía que ambos estaban disfrutando de su amistad y ella
no tenía nada que opinar. Tenía, eso si, enormes ganas de saber a donde tenían
pensado mandarles, aunque estaba casi segura que sería a Honduras.
- O sea que quieres trabajar con nosotros ¿es
así?
- Si - contestó Sofía con determinación
- Fenomenal - Joao volvió a mostrar una
encantadora sonrisa ya sabes que aquí todo el mundo es bien recibido y en tu
caso mas.
- Muchas gracias.
- No hay de que - El Doctor buscó unos papeles
en una mesa auxiliar y se los entregó a Sofía - Léete el contrato
tranquilamente y luego lo firmas. Creo que cobras alrededor de mil Euros en el
país al que vayas y una cantidad similar en tu cuenta corriente de aquí. No es
un sueldo maravilloso, pero sinceramente no da para más.
- Está muy bien - afirmó Sofía
- ¿Te lo quieres leer?
- No hace falta, si tú me dices que no pone
ninguna barbaridad, te lo firmo y ya está.
- No, este contrato no pone nada del otro
mundo, solo que si te mueres la culpa la tienes tu porque nosotros no tenemos
ningún interés en que te pase y cosas por el estilo, pero nada mas
- Bueno, me parece bien - Sofía lo firmó y se
lo entregó
- Bienvenida a Médicos sin Fronteras - Joao se
levantó y de una nevera pequeña sacó tres copas y un benjamín de champán, lo
abrió, sirvió una pequeña cantidad en cada una y brindó porque la colaboración
fuera perfecta y duradera.
- Por vosotros
- Por ti.
- Por ti.
Dejaron
las copas y Joao les invitó a acompañarle al despacho del Director de Recursos
Humanos.
- Manolo: Te presento al Dr Vázquez y a su
novia Sofía para que les hagas entrega de su documentación ¿de acuerdo?
- Perfecto, ¿queréis pasar? adelante
Manuel
Sonseca era oficialmente el Director de Recursos Humanos, pero realmente era el
que manejaba todos los hilos de Médicos sin Fronteras. Era como el organizador
de todo. Su juventud, no pasaría de los veinticinco años, también le ayudaba a
soportar santísima carga de trabajo. Desarrollo de programas de vacunación,
organización de Dispensarios en todo el mundo, Hospitales, casas de acogida,
alojamiento, viajes y mil cosas mas, pasaban diariamente por su ordenador.
Sabía de Medicina, de finanzas, de compras en los diferentes países, de
transportes de mercancías y hasta de metereología y esos conocimientos los
aplicaba a cada minuto. Era todo en la Organización y posiblemente era de las
pocas personas imprescindibles.
- ¿Habéis firmado?
- Si -contestaron a la vez Sofía y David
- Estaba pensando que tu no tienes que firmar
porque ya has venido con nosotros mas veces - Manolo Sonseca miró a David -
Bueno, es igual. Lo importante es que estáis aquí y para nosotros vais a ser de
un valor que ni os lo imagináis. Tenemos una serie de actuaciones por todo el
mundo y tener un Médico y una Enfermera no sabéis cuanto se agradece porque
distribuir las fichas de este puzzle es bastante difícil-
- Seguro que si - intervino David.
- He estado hablando de vosotros con Joao y
hemos llegado a la conclusión que tenemos el sitio perfecto.
- ¿Si? - Sofía estaba absolutamente entregada a
la causa y con ganas de comenzar a trabajar donde fuera.
- Si - Manolo les dio una carpeta con un montón
de hojas, panfletos y propaganda de la ONG - Nos ha parecido oportuno que, dado
que es vuestro primer trabajo oficial para nosotros, os mandemos a un sitio
tranquilo, donde no suele haber problemas importantes. Trabajo todo el que
queráis y mas, pero problemas políticos, guerras etc de momento no hay nada ni
parece que algo se esté moviendo para el futuro, aunque ya sabéis también que
en esos países la situación puede cambiar de un día para otro, pero repito que
no lo parece.
- ¿Nos mandáis a Honduras?
- Y tú ¿por qué lo sabes?
- Algo me adelantó el otro día Joao.
- Pues si. Ahí tenéis planos del país y un poco
la descripción en líneas generales de lo que va a ser vuestro trabajo. Me
gustaría que lo reviséis y pongáis todas las pegas que se os ocurran. En
principio la idea es tener una reunión con vosotros y el delegado para
Centroamérica el próximo jueves y si estamos todos de acuerdo hacer todos los
trámites para que empecéis a primeros de mes ¿os parece bien?
- Por nuestra parte no hay ningún
inconveniente. Al revés, estamos deseando empezar - Sofía irradiaba ilusión por
todo su cuerpo.
- El único inconveniente - argumentó David - es
que está un poco lejos.
- Si, eso es verdad - Manolo era consciente de
lo difícil que era la primera vez y los miedos que se generaban - Intentaremos
que la estancia no sea muy larga, pero menos de un año imposible, aunque en ese
tiempo tenéis derecho a venir a España tres veces y estar diez días cada vez.
- Ya verás como estaremos fenomenal y ni
siquiera vendremos de vacaciones - Sofía entrecruzó los dedos con su novio en
un gesto de absoluta complicidad en la decisión.
Me
encanta veros tan ilusionados - Manolo Sonseca disfrutaba viendo sus caras -
incluso el viaje lo podéis tomar como un viaje de novios, nada menos que al
Caribe, pero también me veo en la obligación de avisaros no solo de la seriedad
que tenéis que tener en vuestro trabajo, que eso estoy seguro que la vais a
tener, si no que también pasaréis malos tragos. Todos estamos acostumbrados a
vivir aquí, en familias acomodadas, mucho mas acomodadas de lo que pensáis, y
si no ya me lo diréis a la vuelta, y en ocho horas vais a pasar del bienestar a
la miseria y eso es duro, pero a pesar de todo, si permanece en vosotros el
espíritu de colaboración y nunca perdéis de vista que trabajáis para una
Organización con fines absolutamente humanitarios, seguro que dentro de un año
me pedís otra misión en cualquier otro país.
- Seguro que si - Sofía se adelantó a contestar
por los dos.
Se
despidieron quedando emplazados para tres días después en el mismo sitio para
tener una reunión con el Delegado para Centroamérica.
Quitaron
el candado a las bicis con las que David y Sofía se movían habitualmente por
Madrid y pedaleando lentamente llegaron hasta su apartamento en la calle
Huertas donde tras cerrar la puerta con llave se dispusieron a seguir
disfrutando de su amor y entre demostración y demostración sacar algo de tiempo
para estudiar lo que les había proporcionado Manolo Sonseca hacía unos minutos.
Estaba todo perfectamente planificado, tres días sin salir, comida suficiente,
preservativos en orden, la atracción y
los deseos de pareja en el punto máximo de ebullición e ilusión por todas
partes. ¿Hacen falta mas cosas para alcanzar la felicidad?
La
reunión prevista se celebró en una sala de la Delegación de Médicos sin
Fronteras en la capital y a ella acudieron, como estaba previsto, David y
Sofía, Manolo Sonseca, el delegado para Sudamérica, un tal Humberto Smith
González y una señora con muy buena pinta que los saludó con un par de besos
nada mas hacer acto de presencia en la reunión. Se trataba de Magdalena de
Jesús Heredía Aleonares, comisionada por el Gobierno Hondureño para ayuda de
las Organizaciones humanitarias que colaboraban con el país centroamericano.
Estaba en Madrid de “puritita casualidad” y al enterarse de la reunión acudió.
Era una mujer de media edad, morena, de
pelo corto, de manos cantarinas y hablar cadencioso. Estaba muy interesada en convencer a Manolo Sonseca para
que el equipo que pensaba mandar se instalase en la localidad de Tapachuey, al
norte del país donde se disponía de un dispensario que sería un lugar ideal
para establecer como el campamento base. Manolo Sonseca tenía sus dudas porque
según Humberto ya estaba todo preparado para recibirlos en una pequeña localidad
del sur del país y hasta tenían una serie de pacientes esperando la llegada del
Médico para ser intervenidos quirúrgicamente.
- Pero escucha mi amor – Magdalena trataba de
utilizar todo su encanto personal para llevarlos a su terreno – en Tapachuey
también hay multitud de pacientes que necesitan atención médica, pero casi es
mas importante que alguien y en este caso serían nuestros amigos, se tienen que
encargar del control del nuevo transvase que va a suponer que el agua corriente
llegue a ese pequeño enclave muy próximo a la selva.
- Perdona Magdalena, pero ese es el punto clave
– ahora era Humberto el que trataba de imponer sus argumentos – ahí quería yo
llegar. La labor de Médicos sin Fronteras siempre se ha distinguido por no
entrometerse en temas políticos y si nuestros cooperantes se tienen que dedicar
a revisar una traída de agua, está claro que mientras tanto no se pueden hacer
cargo de temas tan importantes y puntuales como el enseñar a las madres a
alimentar a sus hijos, enseñar a leer a los niños, atender a los ancianos,
urgencias y mil cosas mas. Esa es la
labor mas importante
- ¿Y no es importante también que vigilen la
calidad del agua, que controlen que los pozos están limpios, que enseñen a la
gente que la higiene personal es buena
para su salud? Yo creo que eso también debería ser misión de los que van a
ayudar
- Bien – Manolo se hizo con los mandos para que
la reunión no se eternizase – por una vez y sin que sirva de precedente voy a
hacer de Salomón y la mitad para cada uno, empiezan en Tapchuey y después de
seis meses continúan la labor en Puebla de Moyar y así todos contentos ¿de
acuerdo?
- Me parece una decisión muy acertada y por mi
parte no hay ningún inconveniente – Magdalena se mostraba satisfecha
- Por mi
parte tampoco – Humberto encantado.
- Muy bien - Manolo dio dos besos a la hondureña, la despidió quedando en que
le comunicaría cuando llegaban los cooperantes para que fuera a recibirlos, si
no te importa vamos a ultimar todos los detalles con ellos, dicho lo cual
invitó a David, Sofía y Humberto a sentarse en unas sillas dispuestas como si
de un cine se tratase. Hizo una seña y de una pequeña ventana en la pared
apareció un chorro de luz, Humberto bajó una pantalla y a continuación
comenzaron a aparecer a velocidad de vértigo una serie de planos, planes de
vacunación, horarios de consultas, temas administrativos etc…etc que Manolo
pasó casi de puntillas porque según él, todo eso estaba detallado en el dossier
que les había entregado unos días antes y que tanto David como Sofía habían
analizado previamente.
- Para mí, lo más importante es que ya tenéis
los billetes para el día veintiuno, es decir dentro de dos días. Os acompañará
Humberto para dejaros instalados y la delegación estará compuesta por David
como Médico y máximo responsable, Sofía como ATS Y Administradora y Julio
Portugal al que ya conocéis que irá como Jefe de riesgos laborales y encargado
de las obras a realizar.
- ¿Quién es Julio Portugal? – preguntó Sofía
- Perdona, Sofía, creí que lo conocías. David
si porque estuvo con él en Kenia el año pasado
- Un tío fenomenal, Sofía – David le dio unos
pequeños golpecitos en la mano – no se lo digas, pero puede ser nuestro padre.
- ¿Es mayor?
- Cincuenta años – contestó Manolo – pero tiene
más energía que nosotros cuatro juntos. Es incansable y ya verás lo bien que te
lo vas a pasar con él porque es una enciclopedia andante y de la Organización
sabe mas que ninguno, entre otras cosas porque es el que mas años lleva.
- Muy bien – Sofía se mostraba encantada
- ¿Qué tal el curso de Medicina Tropical?
¿bueno?
- Para mi buenísimo, sobre todo porque va
derecho al grano y no se andan por las ramas.
- Espero que sea así – Manolo se mostraba
orgulloso porque había sido uno de los principales impulsores – porque el
Médico se supone que todo eso se lo sabe, pero las enfermeras que mandamos, en
general tienen menos experiencia y ese curso les proporciona, o por lo menos es
lo que se pretende, las herramientas necesarias para salir del
paso y siempre con los medios de que se
disponen.
- Si, si,
muy interesante.
- En fin – Manolo mandó apagar el proyector –
yo creo que está todo dicho. Solo me queda desearos mucha suerte. El día
veintiuno iré al aeropuerto a daros un abrazo. Hasta pronto.
- Adiós y espero que dentro de unos meses te
sientas orgulloso de lo que hagamos en Honduras.
- Un abrazo.
El día
veintiuno llegó y allí estaban todos los familiares como una piña para despedir
a los cooperantes. Las familias de David y Sofía se habían visto ya en varias ocasiones y el único que estaba como
desmarcado era Julio Portugal que apareció solo, muy sonriente y con una
mochila como todo equipaje lo que contrastaba con el de Sofía que, de acuerdo
que también llevaba incluido el de David, pero eran dos maletas grandes que
pesaban un montón. Cuando se acercaban al control de pasaportes y Julio tuvo
que moverlas, casi se desmaya
- ¡Pero que lleváis aquí, almas de Dios!
Cuidado que te avisé, David, que le digas a tu chica que no va de viaje de
novios, que adonde vamos con un pantalón corto y un par de camisetas te sobra,
pero nada ¿No quieres arroz? pues toma dos tazas para que te enteres.
- No te enfades Julio que te estás haciendo un
viejo cascarrabias - rió David mientras, entre los dos levantaban la maleta
para ponerla en la cinta y desde allí facturarla.
- ¡Que va! si estoy hecho un chaval, lo que
ocurre es que me fastidia porque siempre pasa igual y en cuanto llevemos allí
una semana me darás la razón.
- Perdona Julio, no le eches la culpa a David
porque he sido yo la que he llenado las maletas hasta los topes - Sofía se
acomodó una mochila a su espalda - Ya sabes, las mujeres que somos así.
- ¡Que me vas a decir a mí que yo no sepa! He
tenido tres mujeres y sois como sois. Seres maravillosos pero imposibles de
entender para los de mi quinta. Fíjate como será y como habré acabado de
vosotras que me voy a la selva hondureña para no encontrarme con ninguna y
estar una temporada tranquilo
- ¡Que te lo crees tu! acuérdate en Kenia que
te enamoraste perdidamente de una auxiliar
- Bueno, pero eso es distinto, son amores de
contrato
- ¿Que es eso de amores de contrato? - preguntó
Sofía riéndose abiertamente porque desde que conoció a Julio le pareció un
hombre encantador, del que cualquier mujer se podría enamorar perfectamente
- Pues eso, lo que su nombre indica. Duran lo
que dura el contrato y después, si te he
visto no me acuerdo
- ¡Que cara tienes!
- ¿Yo? pero que dices, si soy un santo varón
- Si, si, santo varón. ya te lo diré dentro de
unas semanas - contestó Sofía.
- No te olvides que vamos en misión humanitaria
y a los nativos hay que darles en lo posible todo lo que pidan y uno no se puede negar.
- Ya, ya
Un
metro antes de pasar el control de pasaportes Sofía miró para atrás y vio a sus
padres que la despedían levantando sus manos. Don Ernesto trataba de mantener la compostura,
pero Sofía madre estaba hecha un auténtico mar de lágrimas que trataba de
controlar con un pañuelo. Sofía les mandó un abrazo desde la distancia, lloró un poco y nada mas pasar el control de
la Policía, se agarró del brazo de David y comentó
- Ahora si que empiezo una nueva vida. Solo le
pido a Dios que me ayude y que todo
salga bien
- Seguro que si - David la miró mas enamorado
que nunca y le dio un beso - Vamos que
el avión nos espera.