Queridos blogueros/as: Efectivamente en este capítulo se empiezan a ver poco a poco las diferencias entre el matrimonio y ella se mete en el mundo de la informática. Bueno, allá cada cual con lo que decide, pero claro uno también lo entiendo porque después de mil años que el marido se haga senderista suena como muy fuerte, pero con la edad ocurren cosas raras y ésta sería una de ellas.
Tengo que confesaros un secreto y es que desde hace varias semanas no escribo ni una sola letra. No se porqué pero es así. En cualquier caso, para los mas fieles, que como sabéis sois dos o tres, todavía tengo una novela entera, "el Trío de Dos", o sea que quedan viernes para rato y todavía queda y casi a punto de terminar otra que de momento se llama historias de un gallego de galicia, aunque este nombre no termina de gustarme, pero bueno ahí está y espero seguir escribiendo mas cosas. Se verá
Un beso para todos/as
Tino Belas
CAPITULO
18.-
Y
así fue como me decidí por sentarme al ordenador y comenzar a escribir. Si,
suena un poco raro yo lo entiendo, pero es la pura verdad. Tengo setenta y
siete años, no parece el momento más oportuno para hacerlo, pero las
circunstancias son las que son y si me tengo que quedar en casa no me voy a
quedar mirando las musarañas. A Juan eso del senderismo le ha debido alterar las
neuronas aunque no seré yo la que se lo quite de la cabeza, Dios me libre, pero
una cosa es darse un paseo, tomarse una caña, charlar con algún amigo y
volverse a casa y otra muy distinta es lo que hace desde que se apuntó a eso de
“botas para caminar” o algo así, pasarse el día entero de aquí para allá. De
todas las maneras tengo que reconocer que le ha venido muy bien porque desde
que todos los sábados se pega las caminatas que se pega, está mucho mejor. No
me atrevo a asegurar que sea por eso del aire libre y demás zarandajas,
sinceramente yo creo que no, pero él está convencido de que si. En el fondo me
da igual, está de muy buen humor, tiene un aspecto excelente, se ha vuelto como
mas comunicativo conmigo y siempre que está en casa intenta darme palique sin
darse cuenta que yo se lo agradezco, pero en el fondo me hace un poco la pascua
porque desde que decidió volverse senderista y en vista de que me pasaba las
horas muertas en casa yo también decidí que ya que no le podía acompañar me
dedicaría a escribir. Todavía no me explico como se me ocurrió semejante
barbaridad y fue así como quien no quiere la cosa. Un sábado de esos que Juan se había ido a
“excursionear” dio la casualidad que me acerqué al Ayuntamiento y vi el cartel
en el que se proponía a las mujeres mayores de sesenta y cinco años la
posibilidad de aprender informática. A mi aquello no me apetecía mucho, pero
María, la mujer de Julián, el veterinario titular, me animó a empezar y me
apunté. Las clases las daba Mario, un chico que podía ser casi mi nieto y
aquello fue para mí como volver a nacer. Ya se que suena como raro, pero es la
verdad y eso que a clase, lo que se dice a clase, solo fui a cuatro o cinco
porque enseguida me organicé por mi cuenta. Lo primero fue aprender las enormes
posibilidades que puede proporcionar un ordenador y aquello me pareció poco
atractivo, no es que yo no crea en el progreso, naturalmente que creo, pero eso
de aprender el Excel y no se que mas me pareció que no iba conmigo. Sin embargo
mi descubrimiento fue el Internet, pero me pareció algo imposible de entender,
pero maravilloso, claro que para navegar lo primero es aprenderse el teclado y
hoy tengo que reconocer que tuve mucha suerte porque Mario, el profesor me
copió en mi portátil un método para aprender a escribir a máquina y aquello me
enganchó de tal manera que las horas se me pasaban como por arte de magia.
Todavía me acuerdo de mis primeros ejercicios asdf con los cuatro dedos de la
mano izquierda y ñlkj con los de la mano derecha y los espacios con los dedos
gordos en la barra espaciadora.
Era
un ejercicio al principio fácil y algo mas complejo según ibas añadiendo teclas
a los dedos, pero a mi me resultaba muy divertido. Una vez que aprendí los
números, decidí que ya no quería saber nada mas y me dediqué de lleno al
Internet con la sorpresa que allí había de todo, me daba igual buscar una
receta de cocina que buscar a alguien que estuviera dando la vuelta al mundo en
bicicleta, a tu manera tecleabas lo que querías y te encontrabas miles de
referencias y luego ya era cosa de ir saltando de unas a otras.
Al
principio tengo que reconocer que me volví un poco loca y me pasaba el día
buscando cosas que no tenían mayor interés pero un día, seguro que por
casualidad porque yo no buscaba eso, me metí en una página para gente que
quisiera comenzar a escribir y casi sin darme cuenta me encontré completamente
viciada con esto de escribir y tengo que reconocer que no paro. Aquella página
me pareció, luego comprobé que no era así, como si fuera un método para llegar
a ser escritor y me pareció una idea interesante y encima barata, bueno barata
no, era completamente gratis. Consistía en escribir sobre lo que quisieras para
ver un poco tu estilo y a partir de ahí un profesor virtual o como se diga, te
iba reorientando para que no te salieras de la senda que tu misma habías
elegido. Escribías sobre lo que querías y algunos alumnos te contestaban, el
profe corregía las posibles faltas de ortografía o te enseñaba a meter en tu
portátil un programa para formatear lo que escribías, también te enseñaba a
cambiar párrafos de sitio, eso tengo que reconocer que nunca lo aprendí, a
formatear, a numerar las hojas que ibas escribiendo etc…etc, pero sobre todo y
eso era lo mas importante, te obligaba, entre comillas, a tener lo que él llamaba
el hábito de escribir para lo cual la única receta eficaz era escribir todos
los días una hora. Como yo siempre he sido muy exagerada para todo, decidí por
mi cuenta y riesgo que en lugar de una hora fueran dos y así empecé. Parece
fácil escribir dos horas todos los días ¿verdad? Pero luego no lo era tanto y
eso que yo tenía la ventaja que seguro tenía todas las mañanas libres porque
Juan se iba a caminar para no perder la forma alcanzada el sábado anterior e
incluso muchas tardes no volvía hasta las cuatro o las cinco, o sea que tiempo
era lo que mas me sobraba. Lo peor era encontrar temas interesantes y aunque Mario nos aconsejaba escribir una
especie de periódico local o algo por el estilo, yo me inclinaba mas por los
cuentos y así empecé a escribir cosas diferentes a las que me aconsejaba el
profe que enviaba a la página de autores noveles y que fue la que me hizo no
volver a las clases de Internet porque yo había aprendido lo que realmente me
hacía falta y lo demás, aunque suene mal decirlo, no me importaba lo mas
mínimo.
Me
acuerdo todavía del primer cuento que escribí y el argumento era como un
ciudadano del Reino de Marruecos venía a España en patera, como dejaba todo en
su país, realmente no dejaba nada porque no tenía nada y se ponía a trabajar en
Madrid haciendo primero de descargador de camiones en Mercamadrid, luego
repartidor de bombonas de butano y poco a poco iba mejorando la calidad de sus
trabajos hasta que un día encontró su sitio definitivo de celador en una
clínica privada de la capital. A mi manera, sin saber muy bien como expresar
muchas de las ideas que daban vueltas por mi cabeza, el caso es que terminé de
escribirla y la guardé con el sistema aquel que había aprendido de mi Profe de
crear un archivo y guardar, No es que fuera el Quijote de la Mancha pero para un
escritora anciana como yo, me pareció que no quedaba mal.
Otra
casualidad fue que justo cuando escribía todo aquello se convocara el primer
premio de autores noveles por Internet y no se quien sería, yo desde luego seguro
que no porque no tenía ni idea de como se hacía, alguien hizo llegar al jurado
una copia de ese mi primer cuento y cual no sería mi sorpresa que al cabo de
unos meses recibo una comunicación en la que me aseguraban que mi cuento había
sido seleccionado entre los cincuenta mejores de todos los enviados y que en el
plazo de unos meses, no especificaba cuantos, me darían mas información sobre si había obtenido algún
galardón.
Yo
era consciente que era mi primer cuento, que estaba escrito con el corazón mas
que pensando en enviarlo a cualquier editorial y sobre todo con la experiencia
que da el paso de los años, estaba convencida que el nominarme para ese premio
era como las cientos de veces que había ido con mis hijos cuando en el colegio,
es verdad que de eso hace mucho tiempo pero si de algo puedo presumir es de
tener muy buena memoria, les decían que habían enviado los trabajos de todo un
curso para que un tribunal los juzgase y les diese un premio si se lo merecían
y a los pocos días recibías una carta en la que tu niño había resultado ser el
ganador del premio de Pintura y tenías que ir a recogerlo, con el premiado
naturalmente, a un hotel junto con otras muchas madres, los padres no se porqué
nunca iban a esos eventos y cuando llegabas allí al niño le daban un diploma y
a ti casi casi te obligaban a comprar una enciclopedia o cualquier otra cosa.
La primera vez picabas pero a los siguientes niños no los llevabas ni aunque te
anunciaran que les había dado el Premio Nóbel. Bueno pues lo mío con Internet
me pareció que debía ser algo muy parecido, aunque la vanidad siempre es mala
consejera y yo, como la mayoría, acabé creyéndomelo. El caso es que desde que
me dieron la noticia raro era el día que no recibía un e-mail de gente
absolutamente desconocida para mi en el que manifestaban su absoluta fidelidad
hacia todo lo que escribía y esperaban con interés mi próxima entrega y mas
cuando se enteraron, siempre a través de la red, que pertenecía a la tercera
edad. Total que estos comentarios me iban animando y así pasé de mis primeros
cuentos a escribir otro tipo de relatos, pero siempre en plan de pasar el
tiempo y sobre todo tratar de reflejar en un papel, en este caso en la pantalla
del ordenador, las cosas que se me iban ocurriendo.
Al
principio me resultaba mas difícil pero según pasaban los meses, no digo yo que
todo, porque tampoco hay que exagerar, pero la mayoría de lo que quería poner
lo ponía y no quedaba mal. Hasta ahora tengo que reconocer que casi todo lo que
he escrito, excepto los cuentos claro, son situaciones que de alguna manera me
han ocurrido a mi antes o después y en aquella novelas en las que por ejemplo,
estoy en África, es evidente que no puedo ser yo que nunca estuve en África,
pero el perfil del personaje tiene mucho de mi o a lo mejor no tanto pero algo
siempre hay y lo bueno de ser una escritora como Dios manda debe ser el tener
la capacidad de escribir sobre otras personas que te las inventes y que no
puedan ser comparadas con nadie conocido. A eso todavía no he llegado y todos los
personajes, si se para cualquiera que me conozca a pensarlo, seguro que acaban
sabiendo quienes son.
Me gustaría conocer a algún escritor, supongo que será
mas fácil que sea viejo pero me da igual si es joven, para poder entablar una
conversación y poder comentar como fueron sus comienzos porque a mi el oficio
de escritora, que bien suena eso de escritora, me parece que es bastante fácil,
otra cosa es ser una escritora buena, pero escribir, lo que se dice escribir
así como a tu aire es bastante mas fácil de lo que parece, lo único importante
es hacerlo todos los días y para eso no hay mas remedio que sacrificarse como
para casi todo en la vida, con la única excepción que nunca se podrá considerar
un trabajo monótono, eso si que no. A lo mejor si que se hace pesado cuando
toque corregir que no es mi caso porque yo o corrijo sobre la marcha o así se
queda, pero escribir nunca porque si te aburre escribir lo que se te ha
ocurrido, lo que hay que hacer es cambiar de tema y se acabó ¿Qué se acumulan
varios argumentos para varias novelas? Bien, no pasa nada, según el estado de
ánimo con que me levante mañana así voy a un tema u a otro.
Alguna vez he escrito a mano y reconozco que es mucho mas entretenido pero
en el fondo, muy muy en el fondo, todos los que escribimos tenemos aquel
prurito personal de que con el tiempo alguien nos lea y si las carpetas están
guardadas en algún cajón, malo será que alguien las pueda leer y encima si se
te pasa por la cabeza trasladar lo escrito al ordenador, entonces te das cuenta
de lo mal que está y al final casi sin darte cuenta escribes otra novela que no
se parece en nada a la del papel.
A mi me pasan cosas muy raras, por eso es por lo que
me gustaría conocer a algún escritor famoso para que me confirmase si lo que yo
siento es normal o es que ya empiezo a “chochear” cosa que tampoco tendría nada
de particular, pero en varias ocasiones me ha ocurrido que leyendo algo que
había escrito hace tiempo me entraba como una tristeza enorme, siempre que lo
escrito fuera triste claro y aunque era consciente que no estaba bien redactado
y que muchas cosas debería de escribirlas de otra manera, el caso es que en mas
de una ocasión me encontraba llorando como una magdalena ante los problemas de
algunos de mis protagonistas. Menos mal que Juan no estaba porque si me llega a
pillar no se como le podría explicar lo que me estaba pasando, seguro que no lo
entendería.
Otra cosa que
me pasa es que se me acumulan en la cabeza los temas para escribir,
diferente es que los sepa trasladar de allí al teclado, pero es verdad que se
me ocurren cientos de situaciones válidas para escribir sobre ellas, aunque
también es cierto que la mayoría están en relación con mi edad, con mis
experiencias o ideas por el estilo y luego cuando me pongo a pensar como se podrían
escribir, entonces ya se me ocurren menos cosas y casi siempre con temas
relacionados con episodios novelados de algo y ahora, que ya digo que escribo
un poco mejor, lo que de verdad me gustaría es escribir algo sobre la evolución
de la vida, a la velocidad con que pasan los años, que se siente cuando te das
cuenta que en muchas ocasiones le llevas cuarenta años a tu interlocutor, como
será el momento de morir, será verdad eso que dicen que se ve como una luz al
final de un interminable pasillo, que hubiera pasado si en lugar de nacer y
vivir en la sociedad que nos ha tocado vivir, hubiera nacido en otra, ya no
digo en otra época, eso ya sería mucho inventar, no, yo digo si en lugar de
nacer en el seno de una familia de clase media, yo que se, hubiera nacido en
Las Rasillas de una gitana de buen cuerpo y mal carácter. Es evidente que mi
vida sería diferente, de eso no hay ninguna duda, pero ¿mi carácter también
seria distinto? No se, meterme en temas como mas íntimos, pero tengo que
reconocer que me da un poco de miedo y hasta tengo la impresión que me pasara
lo que comentaba antes y es que fuera demasiado profundo y se fuera un poco de
mis manos, pero sería un tema para pensar.
Hoy tengo todo el tiempo del mundo para escribir, pero
mañana, mañana vienen mis nietos y se acabó la tranquilidad, aunque menuda
alegría que nos proporcionan a los viejos. No podré escribir, eso seguro,
porque se acuestan después que yo y se levantan bastante antes, pero tendré
oportunidad de disfrutar de sus ocurrencias porque ya van siendo mayores y se
les ocurre cada cosa que ya ya. Sin ir mas lejos el otro día, bueno hace ya mas
de un mes, Jesús como pasa el tiempo, a uno de ellos se le ocurrió pedirme por
favor que me sentara con ellos y les contara como era mi vida cuando tenía su
edad y de verdad que no se le pudo
ocurrir algo mejor porque fueron un par de horas sentados en unas piedras del
bosque que comienza al lado de casa y las recuerdo con auténtico placer. A
saber que les contaría Juan de su niñez, porque según ellos no se parecía en
nada a la mía. Es cierto que yo no tengo una especial imaginación, sobre todo
con los niños, pero me hizo mucha gracia el concepto que tienen de las cosas.
Supongo que serán los tiempos, no creo que tanto la edad, pero a todas las cosas
le tienen que poner un precio, no entienden como se puede disfrutar de la vida
sin gastar dinero. Para ellos eso es yo diría que casi imposible porque se han
acostumbrado a eso que se ha dado en llamar la sociedad del bienestar, no estoy
yo muy segura que el bienestar se pueda basar solo en el valor material de las
cosas, pero tiene su gracia. Las preguntas eran de lo mas dispares y hasta
algunas me dejaron un cierto mal sabor de boca por no tener argumentos para
contestarlas como Dios manda, pero yo entiendo de lo que entiendo y de lo que
no, pues no y lo tengo que decir.
Tengo varios nietos y de distintas edades, desde los
dos hasta los ocho años, vienen poco, pero cuando vienen, ellos dicen que
tienen mono de abuelos, supongo que querrá decir que tienen ganas de vernos
porque eso de mono no me suena muy bien. Al principio, era Juan el encargado de
entretenerlos y creo que se lo pasaba él mejor que los niños, pero ahora con
eso del senderismo casi no los ve y se limita a contarles un cuento cuando se
van a la cama porque el Domingo, se levanta y se va a Misa de once, luego se
toma unas cañas en el bar con un grupo que no se han apuntado a senderismo,
pero que caminan mucho por los alrededores del pueblo y casi siempre organizan
una partida de dominó para la tarde, total que a los nietos los ve cuando
llegan y casi cuando se van. No es que me importe porque yo disfruto muchísimo
con las cosas que se les ocurren pero yo creo que Juan se está pasando, una
cosa es hacer un poco de ejercicio para encontrarse bien físicamente y otra muy
distinta es pasarse todo el día andando por aquello de estar en forma para la
caminata de los sábados y ahora también de los Domingos, pero, que le vamos a
hacer, él está tan contento y yo no debo ser quien le quite la ilusión, entre
otras cosas, porque aunque quisiera acompañarle no puedo. De la cadera la
verdad es que estoy muy bien, pero una cosa es estar bien, sin dolores y lo
justo para hacer una vida normal y otra es correr la calle a todas horas. Ya
digo que al principio lo llevaba bastante mal, pero ahora ya me estoy
acostumbrando. Antes hacíamos la compra juntos, jugábamos a las cartas después
de comer, veíamos la televisión juntos y mil cosas mas todos los días pero
ahora se levanta temprano, se va andar viene a comer y casi sin dar ni una
cabezada se va al bar a jugar al dominó, otra vez a andar y vuelve al caer la
tarde. Entonces si, en ese momento es cuando volvemos a nuestra vida de antes,
pero claro, antes eran dieciséis horas juntos y ahora son dos o tres y encima
por la noche, como se acuesta cansado, ronca como no lo había hecho en todos
los años desde que le conozco y no se te ocurra despertarle porque le dura el
enfado toda la mañana con lo cual muchas noches me desvelo y como es imposible
que duerma con tanto ruido, me levanto y escribo cualquier cosa hasta que me
vuelve a entrar el sueño y algunas veces me voy directamente del ordenador a
preparar el desayuno.
Parece mentira como puede cambiar tanto la vida, yo
antes, claro que era mucho mas joven y vivía en una ciudad, era una auténtica
correcaminos, el campo por supuesto que no lo pisaba pero las calles donde
hubiera tiendas las recorría de arriba abajo y de abajo arriba sin notar nada
de cansancio, no paraba, vida de ciudad pero sin parar mientras que Juan madrugaba
y se iba a la imprenta prácticamente todo el día. En el fondo nos veíamos igual
que ahora, a la hora de cenar con la diferencia que llegaba siempre agotado y
casi ni cenaba para irse a dormir, sin embargo ahora llega y como no tiene
otras obligaciones se acuesta cuando quiere y se levanta también cuando le da
la gana. Eso si, andar tiene que andar todos los días, unos mas y otros menos,
pero si que tiene esa obligación, pero nada mas. Yo por mi parte cada día que
pasa me organizo mejor y me he vuelto, aunque me cueste reconocerlo, tan obsesa
del ordenador como él en lo de andar. En cuanto término el desayuno me siento
en la terraza y lo primero que enchufo es el ordenador. A través de Internet
leo los titulares de los periódicos por aquello de estar al día aunque
reconozco que no tengo especial interés y enseguida me engancho con alguno de
mis escritos y si me canso, cosa que me ocurre con frecuencia, me voy a la
página web de escritores noveles y allí me dedico a leer lo último que han
escrito mis colegas. Hago un poco de labores de ama de casa, no mucho que para
eso tengo la chica y preparo la comida. Si, eso si, porque reconozco que me
gusta cocinar y me relaja bastante mas que a otra gente. Eso de quedarte
mirando como se va haciendo un redondo de carne, ver como se va tostando por un
lado y a continuación por el otro solo con un pequeño golpe de tenedor me
parece muy divertido y lo que me puede volver loca son las guarniciones, pelar
cebollas así como muy picaditas, hacer taquitos de patatas para freír, pelar
algún calabacín y hasta algún tomate me relaja muchísimo y se me pasan las
horas muertas delante de la cocina. Tengo que tener un poco de cuidado porque
el otro día se me olvidó por completo apagar el horno y menos mal que estaba en
el cuarto de estar y enseguida noté el olor a quemado que si no, lo mismo quemo
toda la casa. No le dije nada a Juan porque me pareció que no tenía la mayor
importancia y para que no se pusiera como un loco con eso del Alzhéimer o no sé
que
Ahora, deben
ser las compañías de los senderistas esos que se juntan todos los fines de
semana, se pasa el día, bueno el tiempo que estamos juntos, hablando de las
enfermedades de la mente y se pone de un pesado que no hay quien lo aguante.
Según él, hay que pasarse la mitad de la vida haciendo crucigramas por aquello
de ejercitar la memoria para evitar el Alzhéimer. Si eso fuera la solución
nadie lo padecería o sea que no debe ser verdad pero alguien se lo ha metido en
la cabeza y hay que hacer crucigramas o Sudokus que me da lo mismo.
-
Abuela ¿tú de
niña jugabas a la pley?
-
¡Que cosas dices!
Nosotras no podíamos jugar a la pley esa que dices porque no había, o sea que
era imposible
-
¿Y tampoco había
ordenadores?
-
Pues claro que
no, eso se inventó mucho después
-
Entonces ¿para
que querías los fines de semana si no tenías nada para jugar?
-
Mira niño – puse
cara como que me estaba enfadando pero me lo estaba pasando en grande – para
jugar no hace falta tener cosas tan raras. No teníamos ordenadores, es
verdad, pero en la puerta de mi casa había
un parque con flores, unos columpios que se sujetaban a los árboles con unas
cuerdas y tierra mucha tierra. A mi
desde siempre me ha gustado hacer flanes y eso era como el principio para luego
hacer un castillo con nuestro señor padre
-
¿Con tu padre?
-
Claro ¿con quién
iba a ir si no?
-
Si tu padre
estaba contigo en el parque es que era un vago
-
¿Quién te ha
dicho eso?
-
Mi padre
-
Pues dile de mi
parte que está equivocado
-
Siempre dice que
los padres deben de pasarse el día trabajando para que sus hijos vivan lo mejor
posible
-
Ya, los niños de
ahora tengo la impresión que son más listos que los de antes. Yo no me imagino
discutiendo con mi padre que es mejor, se hacía lo que él decía y se
acabó, eso es una cosa que piensa mucha
gente pero a mi me parece que no es verdad. Ahora la gente, como bien dices se
pasa la vida corriendo de aquí para allá para ganar un poco mas de dinero y yo
estoy convencida que lo mas importante en la vida no es tener mucho sino
disponer de tiempo libre y eso si que es barato
-
Claro, Abuela,
pero si no trabajas te mueres de hambre
-
Es que yo no digo
que no trabajes, no – como le explico yo a este enano que no todo es el dinero
en esta vida – lo que digo es que trabajes lo suficiente para tener una vida
digna pero que tengas tiempo para hacer lo que estamos haciendo por ejemplo o
para leer un buen libro mientras escuchas música clásica
-
O para hacer
punto como haces tú muchas veces ¿verdad Abuela?
-
Miles de cosas,
pero claro, ahora no hace nadie nada de eso porque se entra en las oficinas por
la mañana temprano y se sale prácticamente por la noche y así es imposible
Mis
nietos seguían mirándome como si fuera una habitante de otro planeta y yo
todavía me acordaba de aquellas tardes que íbamos de excursión en aquellos
coches de caballos que tardaban toda una vida en llegar a los sitios, pero que
no nos importaba nada porque íbamos disfrutando de los olores del campo, del
brillo de la primavera o de las hojas caídas en el otoño. Cantábamos y
jugábamos al corro de la patata o a saltar la comba y cuando parecía que ya no
podíamos mas reponíamos fuerzas con unas comidas buenísimas que se
transportaban en aquella especie de maletas de mimbre y de las que salían como
si fuera magia, platos, vasos, servilletas y hasta alguna fuente para servir.
La tortilla de patata era fundamental y casi siempre de segundo plato se
llevaban filetes empanados y de postre fruta del tiempo. Fijaros si sería un
día señalado que hasta nos daban limonada para beber y después la siesta, las
chicas que trabajaban en casa extendían unas mantas en la hierba y ahí
dormíamos unas siestas interminables mientras mis padres daban un paseo cogidos
del brazo. Por la tarde vuelta a jugar, el escondite para mí era el mas
divertido y cuando ya el sol empezado a irse, recogíamos todo y vuelta a casa
-
¿Y había tapones?
-
¿Que si había
que?
-
Caravanas Abuela
-
No porque casi no
había coches, algunas familias como muy ricas tenían uno, pero la mayoría
íbamos a pié, a caballo o en el coche de San Fernando, un poquito a pie y otro
caminando.
Cuando
me quise dar cuenta, todos mis nietos correteaban por el jardín, yo creía que
mis historias eran muy divertidas pero estaba claro que no era así. Los veía
chillar, saltar y correr y entonces si que sentía lo mayor que me iba haciendo.
No habían pasado tantos años desde que yo también lo podía hacer, pero aquella
maldita caída me fastidió la vida. No se si fue un castigo de Dios o un premio,
pero lo que es seguro es que la vida me cambió de una manera decisiva y eso que
no me dolía absolutamente nada, pero no andaba como antes, ni mucho menos y
para colmo me cansaba. Parecía como si el motor se fuera agotando poco a poco,
aunque para mí, está claro que soy vieja porque lo soy, pero tampoco tanto y si
no solo tengo que mirar a mí alrededor. No me quiero acordar de mis amigas de
cuando vivía en la ciudad porque hace mucho tiempo que no las veo, pero solo
tengo que fijarme en las de aquí. Muchas de mi edad están mucho mejor, claro
que otras ya han pasado a mejor vida. En fin que hay de todo. Casi me voy a
meter en casa porque se está haciendo de noche y tengo un poco de frío y además
tengo que preparar algo porque ya debe estar al caer Juan.