domingo, 22 de julio de 2012

LA ENFERMERA RURAL: CAPITULO 6

Queridos blogueros/as: Hoy es el primer dìa que estoy de veraneo en Cedeira, precioso pueblo marinero de las Rìas Altas gallegas, por lo tanto, toca disfrutar mucho y escribir poco. Según pasen los días se irá invirtiendo la tendencia y entonces tocarà escribir mucho y disfrutar igual.
La enfermera rural, de momento va siendo mas enfermera, aunque de momento de rural no tiene nada
Un abrazo para todos
Tino Belas 
CAPITULO 6.-

Sofía hija se dio la vuelta y bajó al dormitorio, necesitaba estar sola, tenía que llorar y tampoco era plan montar un número. Se tumbó vestida en la cama, apoyó la cabeza en la almohada y pensó en Javier, su novio. Dentro de una semana estarían otra vez juntos, pero ahora le quedaba lo peor, una semana sin verle. Estaba acostumbrada a salir del Colegio y allí en la puerta estaba esperándola, con su cazadora de piel con el cuello subido, su pelo siempre perfectamente peinado con raya al lado y su pantalón de paño gris. Todo complementado con un jersey de pico que dejaba entrever algún niqui de color chillón, unos mocasines marrones y una bufanda con un lazo que envolvía su cuello. Aprovechaban para dar un paseo por la Alameda, muchas veces sin hablar y Javier se despejaba para continuar, pasada media hora, con su oposición a Notarías. Era seis años mayor que Sofía y eso era lo que más le preocupaba a Sofía madre. Por lo demás era un chico de una buena familia de Soria, familia muy conocida e íntimo amigo de Ernesto su hijo, por lo que había pasado muchas tardes en casa de los Rotario, pero desde que se había formalizado la relación con Sofía hija, no había vuelto porque no le parecía muy bien. La excusa siempre había sido su hermano y ahora estaba en Madrid con lo que realmente no pintaba nada en aquella casa. Tiempo tendría cuando se casase para entrar y salir.
Para los padres de Sofía Javier era el marido perfecto, educado, con una buena posición, conocido pero como novio les parecía un poco mayor para su hija, pero ella era la que lo había escogido y para eso los Rotario eran de lo más liberales. Por lo menos para Sofía madre, la idea de Sofía hija de estudiar enfermería en Madrid, supuso un importante alivio, porque no terminaba de ver claro aquel noviazgo. Era demasiado mayor para su hija, él tenía veinticuatro años y su hija dieciocho y en cuanto aprobara la oposición seguro que se querría casar y posiblemente fuera muy pronto porque era conocido su impresionante expediente académico. El hecho que fuera Sofía hija la que plantease irse a Madrid por un período de  tres años, para Sofía madre fue la mejor opción. Cada uno por su lado una temporada y con veintiún años la vida se ve de otra manera y la capacidad de decidir es mejor. 
-  Mamá piensa que me voy a olvidar de Javier en estos años que estoy en Madrid y ya veremos lo que pasa. Bueno, lo mismo tiene razón, pero me parece difícil porque llevo sola menos de una hora y no se me quita de la cabeza. Creo que le he hecho una faena, pero pensándolo bien, lo mismo le he hecho un favor porque en lugar de salir conmigo, tiene todo el tiempo del mundo para preparar la oposición y así llegará a notario que es lo que mas desea, pero ¡que tonta soy! – Sofía se secó las lágrimas con un kleenex – no hago nada mas que buscarme excusas y no tengo porqué, cuando una no
está segura de tu noviazgo lo mejor es poner tierra de por medio y eso es lo que he hecho. Tres añitos en Madrid y a la vuelta Dios dirá. Además, Javier es muy buena gente, pero la verdad es que no he conocido a ningún otro chico y lo mismo yo me creo que no hay nadie mejor y a lo mejor si que lo hay. Pensándolo mejor, tengo que intentar pasarlo lo mejor posible, pero no buscar otro novio aquí. ¿No estoy pensando que Javier me ataba excesivamente? Ahora tengo la oportunidad de hacer un poco lo que me de la gana y lo haré, seguro que lo haré, pero lo primero estudiar porque para mis padres es un auténtico sacrificio y un gasto muy grande. Espero aprobar todas en Junio ¿Cuántas asignaturas serán? ¿Cómo serán los profesores? ¿Y mis compañeras? ¿Serán simpáticas? Mira que si me mareo cuando vea sangre, vaya corte. ¿Por qué pienso esas cosas? Me encanta ayudar a la gente y al ser enfermera tendré mas oportunidades de hacerlo que con cualquier otra profesión y si me mareo el primer día que entre en quirófano, será cuestión de entrar todos los días y así acabaré acostumbrándome o es que acaso ¿voy a ser la primera que se marea?
Y las monjas ¿serán buenas? Sabe Dios, pero seguro que no me encuentro ninguna tan mala gente como Sor Laura ¡menuda bruja! Menos mal que he terminado un año en el Colegio que si estoy un año mas seguro que no saco las notas que saqué. ¡que tía! Y eso que era monja. Gracias a ella no he hecho letras, por lo menos eso se lo tengo que agradecer, pero ¡que tía! Parece mentira que exista gente en el mundo que tenga tanta mala idea. Con lo fácil que es dejar a la gente en paz, con esta monja no había manera. Si decías verde, ella decía azul, si te pintabas un poco ella te fastidiaba diciendo que parecías una cualquiera, si reías porque reías y si llorabas porque llorabas el caso es que nunca estaba de acuerdo con nadie, ni siquiera con las otras profesoras. Hasta Sor Isabel que era una santa decía que en todas las congregaciones tenía que haber alguna monja que diera la nota y eso que conmigo se llevaba bien porque Papá la había tratado de una neumonía y estaba, según ella, muy agradecida, menos mal, porque si eso era estar agradecida como sería si me tuviera manía. Pero bueno, lo importante es que la he perdido de vista y espero no encontrarme con nadie igual nunca más. ¿Qué hora será? – Sofía encendió una luz que se encontraba encima de su cama- las ocho y media ¡que barbaridad como pasa el tiempo! Casi me voy a vestir y me subo a cenar porque mañana supongo que será un día duro.

Sofía se levantó de la cama, en uno de los lavabos del fondo del pasillo se lavó los dientes, se pasó un peine y cuando volvía por el pasillo se cruzó con otra chica que debió de pensar lo mismo que ella porque iba en dirección contraria con una bolsa de aseo en la mano y pinta de acabar de despertarse de la siesta
-  Hola – le dijo cuando se cruzaban
-  Hola – contestó Sofía - ¿sabes donde está el comedor?
-  No tengo ni idea – contestó dejando mostrar una dentadura perfecta – pero si me esperas cinco minutos subimos juntas ¿vale?
-  Bueno, yo estoy en la habitación doce
-  ¡Que casualidad! Yo estoy en la trece
-  Venga, date prisa que te espero
-  Si quieres podemos hacer como hacen en las películas de presos, cuando esté arreglada doy tres toques en la pared
-  Bueno – Sofía sonrió ante tal ocurrencia – pero ¿no es más fácil que llames a la puerta?
-  Si, pero así es como mas emocionante
-  Bueno, bueno como quieras
Sofía la despidió con la mirada hasta dentro de cinco minutos y cuando había andado tres pasos oyó la voz de su compañera que le preguntaba
-  ¿Cómo te llamas?
-  Sofía ¿y tú?
-  Natalia
-  Que bien, tú eres nueva y yo también, o sea que tenemos que ser amigas ¿te parece?
-  Claro, faltaría más.
-  ¿Sabes a que hora empiezan las clases?
-  Si – Natalia se ajustó el pelo en una cola de caballo – el horario está en el tablón de anuncios de la entrada y la presentación es mañana a las ocho y media y a partir de las nueve empiezan las clases propiamente dichas.
-  ¿Sabes si podremos desayunar antes?
-  Seguro que si, porque si no, conmigo que no cuenten,  hasta que no me tomo un café no soy persona.
-  A mi me pasa igual
-  ¿Cuándo has venido?
-  Habré llegado a las cinco o por ahí ¿y tu?
-  Yo también, pero me he quedado arriba y he conocido a otras niñas que estaban tan muertas de miedo como yo
-  ¿Sabes si somos muchas?
-  Creo que treinta
-  ¿Tantas?
-  Bueno, en mi clase del Colegio éramos cuarenta y cinco
-  ¿En que Colegio?
-  En la Visitación
-  ¿De Burgos?

-  No, en la Visitación de Cuenca
-  ¿Tú eres de allí?
-  Si ¿y tú?
-  Yo vengo de Soria
-  O sea que las dos somos castellanas
-  Eso parece
-  Que bien porque cuando llegué había una pandilla de Cádiz que tiene toda la pinta que se divierten ellas solas.
-  Claro porque se conocerán de allí
-  No lo se, pero parece que si porque no paraban de hablar entre ellas.
-  Pues es una suerte.
-  Claro
-  ¿Tú conoces a alguien que venga?
-  Que yo sepa no ¿y tú?
-  Yo conozca a una, pero hoy no la he visto en el hall
Lo mismo llega un poco mas tarde
-  Seguro.
-  Bueno, venga vete al cuarto de baño y luego me llamas a la habitación que lo mismo si llegamos muy tarde está cerrado el comedor y nos quedamos sin cenar.
-  No creo, pero si fuera así he traído unos chorizos de mi casa que están como para chuparse los dedos
-  Ya pero mejor subimos y vamos conociendo a la gente.

La siete de la mañana. Cuando Sofía estaba en el mejor de sus sueños una especie de sirena que hace temblar las paredes de las habitaciones, casi la tira de la cama. Se levantó como si la hubieran puesto un petardo en sálvese la parte y llegó la primera a la zona de duchas. Dejó el albornoz en una percha y se dio una ducha con agua hirviendo. En la parte de los lavabos y después de esperar a que terminara una que la había precedido, se lavó los dientes, se peinó y ya una vez en su cuarto se colocó unos pantalones vaqueros, una camisa de rayas azules y blancas y un jersey azul marino.
Desayunó rodeada de gente de su quinta la mayoría con una pinta parecida a la suya y a continuación atravesó un largo pasillo, buscó la clase que le tocaba y que tenía las listas en la puerta y se sentó en un pupitre individual que estaba vacío en la tercera fila y en el que su nombre estaba escrito en una tarjeta. Abrió la amplia cajonera que le iba a servir de apoyo durante toda su carrera y en su interior encontró una serie de libros nuevos y un rollo de papel transparente que sería para forrarlos Además, un estuche con bolígrafos de diferentes colores, un reloj como para colgar de un bolsillo, un especie de rotulador negro, dos cuadernos grandes de anillas, otro mas pequeño y forrado en piel “El manual de la buena Enfermera” en cuya portada tenía una foto de cada alumna y una chapa con el nombre y dos apellidos y debajo Alumna de Primero.
Atareada como estaba revisando todo lo que tenía a su nombre, no se dio cuenta de la llegada a la tarima de una monja que se presentó como Sor Genoveva. Todas las alumnas cerraron sus cajoneras y permanecían atentas a las primeras palabras de una de sus Profesoras.

-  “Queridas alumnas: Un año mas y ya van diecinueve, tengo el honor de recibiros y daros la bienvenida en nombre de la Escuela de Enfermería de San Francisco. Habéis venido, como se os dirá cuando decidáis celebrar vuestro matrimonio, libre y voluntariamente a estudiar Enfermería y no sabéis lo acertado de vuestra decisión. porque poder ayudar con vuestro trabajo a la gente que tiene la desgracia de estar enferma, es el don mas bendito que Dios puede dar y por eso la enfermera debe ser, ante todo persona y después una profesional competente. En estos tres años en los que vamos a tener la oportunidad de convivir de una manera muy estrecha intentaremos educaros en el respeto al enfermo, en que entendáis la profesión que habéis elegido como una verdadera vocación en la que el único objetivo será siempre el enfermo y por la ilusión que veo reflejada en vuestras caras, estoy segura que con el esfuerzo de todos lo vamos a conseguir, pero - Sor Genoveva levantó su dedo índice - también quiero avisaros que la tarea va a ser ardua y difícil y que pasaréis por momentos malos, por días en que os darán ganas de volveros a casa y hasta incluso llegaréis a pensar que os habéis confundido de carrera y que esto no es lo vuestro. Seguro que esos días llegaran, pero en nuestra experiencia todos esos obstáculos los superaréis si tenéis confianza en vuestros profesores y solicitáis la intervención de San Francisco de Asís que como podéis suponer está siempre a vuestra disposición en la Capilla
Por vuestros expedientes sabemos que todas habéis sacado excelentes puntuaciones en vuestros respectivos Colegios y el único consejo que se puede dar al inicio del Curso es que sigáis igual. Aprovechad vuestro tiempo, aprended lo más posible y dejaros guiar por los Profesores que a buen seguro os llevarán por el camino adecuado. Los sábados y los domingos podéis salir, siempre con autorización paterna y aquellas que os desplacéis a vuestro lugar de procedencia, podréis hacerlo a partir de las nueve de la noche del viernes.
Como Directora del Curso es para mi un honor daros la bienvenida y ponerla a vuestra disposición para todo lo que necesitéis y ahora el Jefe de Estudios os va a dirigir unas palabras de bienvenida y a continuación pasaremos a la lencería donde se os harán entrega de dos juegos de uniformes para, a continuación, comenzar con la primera clase que tradicionalmente la da el Profesor Beneyto, Presidente de la Comisión de Ética del Ilustre Colegio de Médicos de Madrid.
Tiene la palabra el Dr. Santos, Jefe de Estudios.

Sor Genoveva abandonó la tarima con lentitud siendo ayudada por su inseparable bastón en la mano derecha y el Dr. Santos que la llevaba agarrada del brazo izquierdo. Una vez acomodada en un banco lateral, tomó la palabra el Dr. Santos quien prácticamente repitió lo dicho por la Directora y aprovechó para contarnos algunas anécdotas de otros años con la intención, por un lado de hacernos mas amena la charla y por otro para evitar que algunas de esas  historias se volvieran a repetir. Insistió en diferenciar la labor humana de la profesional y volvió a hacer hincapié  en que íbamos a estar al lado de enfermos y por lo tanto nos debía de pedir infinita paciencia para con ellos y la mejor de nuestras sonrisas para ejercer nuestro trabajo.
Estuvo bien, era un Médico divertido al que se notaba que llevaba muchos años como Jefe de Estudios de la Escuela, sabía llegar a las fibras mas sensibles de todas las chicas que iniciaban sus estudios e  incrementaba con sus palabras la ilusión que salía por todos los poros de la piel de esas jóvenes que esperaban el momento de comenzar a recorrer los pasillos del Hospital.

En la lencería de la Clínica se organizó un lío considerable. Las alumnas se disputaban las diferentes piezas del uniforme como si no hubiera para todas y después de varias horas de pruebas y mas pruebas, todas se volvieron a sus habitaciones para colocar todo y a continuación subir al comedor.
Por la tarde primera clase con el Dr. Beneyto que soltó un rollo de padre y muy señor mío y encima parecía que no iba a terminar nunca y una copa de vino español como fin de fiesta  para empezar a confraternizar entre todas las alumnas.

A las diez de la noche se apagaba la luz de los dormitorios y todo el mundo a dormir que al día siguiente había que estar en la Clínica a las ocho de la mañana.  

sábado, 14 de julio de 2012

LA ENFERMERA RURAL CAPITULO 5


 Queridos blogueros/as: Otro capitulo mas y parece que esto se va animando aunque no se cuando la tal Sofía llegará al pueblo porque, si me descuido cuento su parto en Soria, pero bueno, antes o despuès, llegando. 
Es una pena que Blanqui, una de mis hermanas un poco mas mayor que yo, o Conchita, otra de mis hermanas un poco mas pequeña, todavía me quedan cinco hermanos mas ¡no os vayáis a creer! como decía es una pena que no sean blogueras porque posiblemente se vean reflejadas en este capitulo. Yo me debí de imaginar la Escuela de Enfermeras de San Francisco de Asís de esta manera cuando lo escribí, aunqu eme gustaría que me lo confirmaran o no se parecía en nada, no lo se.
Bueno, hasta el próximo capitulo que hace "calorcico" y me voy a la piscina
Un abrazo para todos/as
Tino Belas


CAPITULO 5.-

Sofía había nacido en el seno de una familia acomodada de Soria. Su padre Don Ernesto Rotario también era de Soria y desde que terminó la carrera siempre había sido el Médico de Cabecera para muchas familias. Era un hombre amable, tremendamente trabajador y dotado de  un importante sentido común. En su consulta hablaba mucho y recetaba poco. Amigo de sus amigos y conocido por la mayoría de los sorianos, había sido, además de Médico, el Presidente del Numancia Club de fútbol, equipo de la capital de toda la vida, y se había hecho todavía mas conocido cuando el Numancia se enfrentó al Barcelona en la Copa del Rey y además le ganó en el campo de Los Pajaritos, aunque luego perdió, como era lógico en el Nou Camp.

Don Ernesto Rotario y su mujer Doña Sofía Lopez tuvieron tres hijos: Ernesto el mayor al que todo el mundo le conocía por Ernestin, Sofía la segunda y una tercera Rosina que había venido sin buscarla cuando el matrimonio Rotario se hubiera quedado tranquilamente con su parejita.

Estos niños se habían criado en un buen ambiente, disfrutaron de buenos colegios con excelentes profesores, que los embaucaron en la sistemática del estudio diario y su infancia y adolescencia había sido feliz.

Pequeños acontecimientos habían variado la monotonía en la vida de esta familia y el primero fue, esperado pero traumático, cuando Ernestin se tuvo que ir a Madrid a estudiar Medicina. Era como romper una familia y supuso unos meses de una cierta conflictividad que se solucionó cuando entre todos decidieron que aquello no era motivo como para romper la unidad familiar y lo único sería que durante unos años Ernestin solo volvería a casa por vacaciones que era motivo de preocupación pero que tampoco era para tanto.

Un poco mas traumático, quizás por menos esperado, fue cuando Sofía decidió que también se quería ir a Madrid. Habían pasado casi dieciséis  años y se acordaba como si fuera ayer. Al principio su padre se encerró en su despacho y no quería saber nada del tema, pero su  madre con paciencia lo fue convenciendo y así Sofía se pudo matricular en la Escuela de Enfermeras de San Francisco de Asís. Fueron tres años maravillosos en los que Sofía disfrutó de sus dieciocho años, conoció mucha gente, salió con algunos chicos y lo más importante era que soltó los fuertes lazos que la hacían permanecer pegada al lado de sus padres.

El primer día fue tremendo. Sofía estaba ilusionada, pero a la vez muerta de miedo. Era la primera vez que salía de casa y estaba hecha un lío, por una parte felicidad y por otra una enorme responsabilidad. La Clínica se podía parecer a la que conocía de Soria, quizá un poco mas grande y como mas nueva, pero lo que mas le gustó fue llegar al chalet donde estaba el internado que no era en la Clínica pero estaba pegado. Era una casa grande, típica  residencia de estudiantes, con un dormitorio corrido en el que dormirían las treinta nuevas y otros dos donde se alojaban las de segundo y tercero. Eso estaba como en el sótano, las habitaciones eran como celdas de clausura en el que las paredes eran paneles de madera y por todo mobiliario un armario y una mesa con tres cajones. El pasillo era grande y al fondo estaban los lavabos que se distribuían en una larga hilera con seis duchas al fondo. En el primer piso estaba la entrada principal con una especie de recepción pequeña con una centralita de teléfono de esas de clavijas y un gran distribuidor de llaves donde en cada casilla se depositaba la llave y el correo de cada interna. Todo el resto era un enorme hall con diferentes tresillos haciendo como rincones, mesas auxiliares con lamparitas con pantallas con motivos marineros y al final una especie de barra donde les dispensaban bebidas no alcohólicas. En la planta superior estaban las clases con asientos individuales y una  tabla que se levanta para escribir, amplias pizarras que enmarcaban enormes ventanales y sobre todo, luz, mucha luz.

Sofía llegó con tiempo porque a su padre no le gustaba llegar tarde a ningún sitio y fue su madre quien la acompañó al dormitorio a deshacer la maleta. Fue colocando cada cosa en su sitio mientras su madre aprovechaba para darle los últimos consejos
-  Piensa que es un esfuerzo muy importante para nosotros y lo que tienes que hacer es ser responsable y estudiar para ser una  buena enfermera.
-  Ya sabes Mamá que lo voy a hacer
-  Ya lo se, pero mi obligación como madre es recordártelo y también que sepas que dieciocho años solo se tienen una vez y tienes derecho a disfrutarlos. Estoy segura que vas a seguir igual que en el colegio, compatibilizando bien el estudio y la diversión que es lo que te aconsejo.
-  Te  prometo Mamá que no voy a cambiar.
-  Cambia, hija, cambia, hazte mayor, se tú misma y verás como te encontrarás a gusto. No te asuste cambiar y seguro que cambiarás porque no es lo mismo estar en casa con Papá y Mamá todo el día pendiente de lo que haces y lo que dejas de hacer que quedarte sola en Madrid
-  Pues yo espero no cambiar
-  Ya te digo – Sofía madre miró por la aquel pequeño cubículo para comprobar si estaba todo en su sitio – diviértete todo lo que puedas, pero también estudia y ya se que eso lo sabes hacer porque es lo que has hecho hasta ahora, o sea, que no me preocupa especialmente. Lo que si que quiero – Sofía madre volvió a mirar a los ojos de su hija mientras le retiraba un mechón de pelo que le caía sobre la frente – es que durante estos tres cursos conozcas a otros chicos y los compares con Javier
-  Seguro que no voy a encontrar ninguno igual, Mamá
-  Me parece muy bien y si es así entonces ya sabrás seguro que es el hombre con el que quieres compartir tu vida y nosotros encantados, pero siempre que pase un tiempo.
-  Para eso me he venido ¿no?
-  Por lo menos es el argumento que he utilizado yo con tu padre para que consintiera que su Sofía nos dejase unos años
-  Tampoco exageres, Mamá que esto es Madrid y en tres horas estoy en Soria
-  Ya, pero –  Sofía madre escondió un poco la cara para que su hija no la viera llorar – para nosotros es muy duro.
-  Pero ¿no me acabas de decir hace un momento que es lo mejor para mi?
-  Estoy segura que si, pero de todas maneras sigue siendo muy duro.
-  Venga, no llores que en dos semanas estoy en casa otra vez
-  Tienes razón – Sofía madre se limpió una lágrima con la punta de un pañuelo -¿Has terminado de ordenar todo?
-  Si
-  Entonces, si te parece vamos arriba que tu padre está solo.
-  Vamos

Subieron la escalera y en la barra del fondo del hall estaba el padre departiendo amigablemente con un señor, más o menos, de su quinta, que se reía a mandíbula batiente
-  ¿Cómo es posible que te acuerdes de tantas cosas?
-  Perdona Manolo – Don Ernesto le presentó a su mujer y a su hija – Sofía, mi mujer y Sofía, mi hija.

El Dr. Santos besó la mano de Sofía madre y dio la mano a Sofía hija
-  Encantado, Señora, soy Manolo Santos compañero de su marido cuando éramos estudiantes en la Facultad de Medicina de Zaragoza.
-  ¡Que casualidad! ¿verdad?
-  El mundo es un pañuelo – contestó Sofía madre
-  Y usted que lo diga – El Dr. Santos pasó un brazo por encima del hombro de su antiguo amigo – parece que fue ayer y ya han pasado veinte años desde entonces
-  Veintidós, Manolo, veintidós
-  ¡Que barbaridad! Pero bueno, lo importante es que estamos bien y podemos contarlo
-  Eso, si.
-  Me estaba diciendo tu marido que os va muy bien en Soria
-  Si, bueno, ya sabes, el ser de allí facilita mucho las cosas
-  Y Ernesto que es muy buena gente. Por lo menos era un fenómeno
-  No sigas por ahí que me voy a poner colorado – El Dr. Rotario bebió de una copa de vino blanco que sostenía con su mano derecha
-  Entonces ¿esta jovencita es vuestra hija?
- Si – contestaron los padres
-  Muy bien – El Dr. Santos le dedicó una amplia sonrisa – los siento pero yo voy a ser tu Jefe de Estudios y basta que seas vos quien sois para que te trate con todo el cariño del mundo, pero has venido, ya se que no está bien que lo diga yo pero es la verdad, has venido a la mejor Escuela de Enfermería de Madrid y para llegar a ese puesto, como puedes suponer, tenemos que ser muy exigentes. Sabemos la ilusión que tenéis por ser enfermeras y nuestra obligación es ayudaros para que lo consigáis, pero nosotros solo os ponemos en el buen camino, pero sois vosotras con vuestro esfuerzo las que tenéis que continuarlo, si no, no hacemos nada.
-  Yo vengo dispuesta a aprovechar el tiempo
-  Me parece muy bien y es como debe de ser, pero para la mayoría de vosotras Madrid es una novedad y tendréis que tener cuidado porque lo mismo que es una ciudad maravillosa, donde hay miles de sitios para ir, también es una ciudad fatal para todos aquellos, sobre todo jóvenes, que se dejen llevar por la corriente. Es muy fácil caer en la tentación de salir y salir y eso aquí si que está controlado y para mi que ese es el éxito de esta escuela, porque enseñar hay muchas escuelas que enseñan, pero la disciplina que se tiene aquí no la hay en ninguna otra. Es mas – El Dr. Santos manifestaba abiertamente su satisfacción – gracias a la influencia de algunos, entre los que afortunadamente me encuentro, hemos conseguido que todas, absolutamente todas las alumnas estén internas, con lo que todas tienen el mismo horario y las mismas posibilidades de planificar sus estudios.
-  ¿Las que viven en Madrid, también están internas? – preguntó con extrañeza Sofía hija.
-  Si, si, ya te digo que todas las alumnas están internas, la diferencia es que las de aquí, cuando llega el sábado por la mañana, en media hora están en sus casas y a vosotras os lleva algo mas de tiempo, pe luego todo se arregla, incluso mucho fines de semana te irás a casa de alguna amiga y te evitas el viaje hasta Soria
-  Yo pienso ir todos los fines de semana.
-  La niña tiene un novio en Soria ¿verdad?

Los padres de Sofía asintieron con la cabeza

-  Eso está bien, pero si me admites un consejo, vete avisándole que algún fin de semana te quedarás aquí porque en Madrid hay mucha marcha y para gente joven mucha más.
-  Se lo diré – Sofía se rió – pero no creo que le parezca muy bien.
-  No mujer - el Dr. Santos puso cara de no haber roto un plato en su vida - tampoco se trata de martirizar al pobre hombre, pero siempre te puedes inventar una guardia o cualquier otra excusa y te vas de marcha con las de aquí, ya te digo que Madrid será lo que sea pero para divertirse es un sitio fenomenal.
-  Pero tú como le dices esas cosas – el padre de Sofía también quería intervenir
-  Venga Ernesto ¿te has olvidado como lo pasamos en Zaragoza?
-  No, no, aquellos años fueron los mejores de mi vida, la pena es que no se puedan repetir
-  Pues por eso hay que aprovecharlos. Hay que divertirse y estudiar
-  Eso mismo le acabo de decir mientras deshacíamos la maleta – ahora era el turno de Sofía madre – dieciocho años se tienen una vez y si se pasan se pasaron, porque lo único seguro es que no vuelven
-  Eso es verdad.
-  Bueno, Manolo, lo siento pero nos tenemos que ir porque si no se mete la noche y eso de conducir con las luces a mi no me gusta nada
-  No os preocupéis, yo tengo que seguir atendiendo a las familias que llegan. Hasta luego

El Dr. Santos se perdió en lo que empezaba a ser un maremagnum de maletas, familiares, lágrimas y recomendaciones de última hora. Sofía hija se abrazaba a  su madre como tratando que los minutos se hicieran mas largos. No quería llorar pero sabía que iba a ser inevitable. El padre se dio cuenta de la situación y apremiaba a Sofía madre para que abreviara.

-  Bueno, hijita – Sofía madre tampoco tenía mayor interés en ocultar sus lágrimas – ya sabes lo que te he dicho se responsable, con eso será mas que suficiente.
-  Lo seré, mamá.
-  En cuanto lleguemos a Soria te llamamos
-  Muy bien.
-  Adiós
-  Adiós – el padre le dio un beso en la mejilla – estudia y ya verás como el tiempo pasa enseguida y en cuanto te quieras dar cuenta serás toda una enfermera.
-  Adiós, papá.

viernes, 6 de julio de 2012

LA ENFERMERA RURAL CAPITULO 4


Queridos blogueros/as: Otro fin de semana mas y otro que os envío el siguiente capitulo de la Enfermera Rural que tiene pinta de irse animando poco a poco porque si no, vaya rollo. No tengo ni idea de como hice, en su momento, la separación de los capitulos, pero este me da la impresión que ha quedado como un poco corto, pero, en fin, sabe Dios en que estaría pensando.
Aunque no os lo creáis yo voy pasando al blog capitulo a capítulo y no tengo ni idea de los que viene detrás, o sea que tengo la misma preocupación que vosotros ¿se liará con el peluquero? .......
Un abrazo para todos y hasta la próxima
Tino Belas


CAPITULO 4.-

Lo mejor que le puede pasar a un habitante de un pueblo pequeño es tener algo que hacer distinto a lo habitual y eso era lo que les había ocurrido a los tres amigos, o sea , que sin tiempo que perder pagaron las consumiciones, cada uno lo suyo que era la única  manera de evitar problemas y la forma habitual de hacerlo y cuando las estrellas hicieron su aparición en el cielo, se encaminaron al “Hostal García” un modesto establecimiento con doce habitaciones y una “suite” con jacuzzi y sábanas de hilo que dejaban a aquellos que celebrasen su boda en alguno de sus inmejorables salones, según rezaba la propaganda que circulaba por el pueblo. La puerta estaba cerrada, pero sabían que Tomás los veía desde una cristalera situada a la derecha por lo que esperaron a que hiciese su aparición por la puerta y efectivamente así fue.

A los pocos segundos sonó la cerradura y la puerta se abrió. Allí estaba Tomás ajustándose el cinturón de cuero que rodeaba su fina cintura y tratando de peinarse con una mano llena de anillos de oro. Una camisa negra abierta dejando ver un tórax fuerte adornado con una cadena también de oro que servía para sujetar un espectacular crucifijo con diamantes en los extremos de la cruz, unos vaqueros ajustados y unas botas negras con una especie de espuelas en los talones y una llamativa puntera constituían el resto del vestuario de lo que se denomina en castellano un chulo que encima se dedicaba al negocio de la prostitución y así, entre turno y turno en la recepción del Hostal García,  protegía con mano férrea a las prostitutas y las animaba a ejercer su profesión con una sonrisa que resultara atractiva para los clientes. Presumía de ganar mucho dinero con el trabajo discontinuo, es decir, con el de las prostitutas pero ¿Cuál iba a ser su futuro? ¿Alguien lo sabía? ¿Cuanto tiempo duraría el negocio de Villa Felicidad con las palomitas rusas revoloteando por sus salones? Como hombre previsor que era, prefería pájaro en mano que ciento volando y así, en las horas que permanecía en la recepción del Hostal disponía del tiempo necesario para dedicarse a su gran afición que era la lectura de novelas de Corin Tellado, novelas románticas con final feliz que cambiaba en las viejas librerías de la ciudad. Era, a su manera,  un relaciones públicas, era simpático, dicharachero y amable cuando quería y resultaba un hombre fácil para ser amigo. Eso si, como le llevaras la contraria te ponía la proa y se volvía un hombre odioso.

Naturalmente que Tomás conocía todo sobre la chica y su hijo que estaban alojados en el Hostal. Se llamaba Sofía, Sofía Rotario Lopez, era de Soria aunque con dieciocho  años se había ido a Madrid a estudiar para enfermera, luego se había apuntado a una ONG y había recorrido medio mundo y ahora, de vuelta a Madrid, estaba trabajando en el Hospital Puerta de Hierro y  venía al pueblo por si le podía interesar el puesto que se ofrecía. Tenía cita con el Alcalde mañana por la mañana y en ese momento ya estaba en la habitación. Habían tomado un sándwich en la cafetería y eso es todo lo que sabía

-  ¿Desean saber algo más los señores? – preguntó Tomás con una sonrisa
-  Eres una máquina –contestó Lorenzo – si no fuera por ti no sabríamos nada de la rubia amiga de Jesús
-  ¿Es amiga tuya?
-  ¡Que va! Cosas de Lorenzo, ya sabes como es. La he visto en la peluquería mientras le cortaba el pelo al niño pero nada mas.
-  Es verdad – Tomás se acordó que había sido él , el que le dijo donde podían cortarle el pelo al niño – no me acordaba, o sea que, Jesús me debes una caña que para eso te he mandado un cliente
-  Eso está hecho.
-  Tomas, perdona – ahora le tocaba el turno de preguntas a Mario - ¿sabes si se va a quedar mas días?
-  No lo se, pero viene a hablar con el Alcalde  y hasta que no lo haga supongo que no sabrá el tiempo que tiene que estar
¿Y el niño?
-  Eso mismo le he preguntado yo y me ha dicho que no tenía con quien dejarlo y que por eso ha venido acompañándola.
-  ¿No tiene marido?
-  La verdad es que no se lo he preguntado, pero parece, por puro sentido común, que no debe de tenerlo porque para venirse por las buenas a un pueblo de mala muerte como éste, es que no tiene a nadie detrás ¿no os parece?
-  Si – contestó Jesús – tienes razón pero ya sabes que por el mundo adelante hay gente muy rara y a lo mejor ¿cómo has dicho que se llama?
-  Sofía, Sofía Rotario  – afirmó Tomás mientras sostenía su DNI en la mano derecha.
-  Pues a lo mejor la tal Sofía es una de ellas.
-  O tiene un pasado oscuro que quiere olvidar ¿no sería mas intrigante?- Lorenzo se relamía de gusto pensando en algún asunto truculento para conmocionar al pueblo
-  Tu si que tienes un pasado oscuro. Mira que las cosas que se te ocurren
-  ¡Que pasa! ¿No podría ser?

-  Por poder, también podría ser una asesina de doscientos ancianos buscada por la INTERPOL, pero eso solo pasa en las películas. Lo normal es que sea una chica corriente que busca trabajo en un pueblo y nada mas – Mario trataba de llevar las cosas a su sitio sin buscarle tres pies al gato.
-  Venga, dejémonos de decir gilipolleces y vámonos a dormir que mañana hay que madrugar.
-  Hasta mañana Tomás y gracias por todo
-  Hasta mañana. Buenas noches – Tomás apagó las luces, cerró la puerta con llave y se metió en la recepción a ver un rato la televisión y luego dormirse en un sillón.

Sofía apoyó la cabeza en la almohada de la cama del Hostal García y pasados pocos segundos se dio cuenta que hoy la tocaba llorar. Si, si, llorar, con motivo o sin motivo pero le tocaba llorar. No era ninguna novedad porque en muchas ocasiones le había ocurrido lo mismo y siempre por mirar atrás, pero ¿que podía hacer? Su vida había sido hasta entonces como había sido y ya no existía la menor posibilidad de cambiarla. Había tenido, se supone que como todo el mundo, momentos buenos y momento malos, pero era ella la que se los había buscado. Había sido muy feliz y muy desgraciada y en las horas de insomnio siempre hacía un recorrido rápido por las diferentes situaciones. Todo empezó cuando.........