La enfermera rural, de momento va siendo mas enfermera, aunque de momento de rural no tiene nada
Un abrazo para todos
Tino Belas
CAPITULO
6.-
Sofía
hija se dio la vuelta y bajó al dormitorio, necesitaba estar sola, tenía que
llorar y tampoco era plan montar un número. Se tumbó vestida en la cama, apoyó
la cabeza en la almohada y pensó en Javier, su novio. Dentro de una semana estarían
otra vez juntos, pero ahora le quedaba lo peor, una semana sin verle. Estaba
acostumbrada a salir del Colegio y allí en la puerta estaba esperándola, con su
cazadora de piel con el cuello subido, su pelo siempre perfectamente peinado
con raya al lado y su pantalón de paño gris. Todo complementado con un jersey
de pico que dejaba entrever algún niqui de color chillón, unos mocasines
marrones y una bufanda con un lazo que envolvía su cuello. Aprovechaban para
dar un paseo por la Alameda, muchas veces sin hablar y Javier se despejaba para
continuar, pasada media hora, con su oposición a Notarías. Era seis años mayor
que Sofía y eso era lo que más le preocupaba a Sofía madre. Por lo demás era un
chico de una buena familia de Soria, familia muy conocida e íntimo amigo de
Ernesto su hijo, por lo que había pasado muchas tardes en casa de los Rotario,
pero desde que se había formalizado la relación con Sofía hija, no había vuelto
porque no le parecía muy bien. La excusa siempre había sido su hermano y ahora
estaba en Madrid con lo que realmente no pintaba nada en aquella casa. Tiempo
tendría cuando se casase para entrar y salir.
Para
los padres de Sofía Javier era el marido perfecto, educado, con una buena
posición, conocido pero como novio les parecía un poco mayor para su hija, pero
ella era la que lo había escogido y para eso los Rotario eran de lo más
liberales. Por lo menos para Sofía madre, la idea de Sofía hija de estudiar
enfermería en Madrid, supuso un importante alivio, porque no terminaba de ver
claro aquel noviazgo. Era demasiado mayor para su hija, él tenía veinticuatro
años y su hija dieciocho y en cuanto aprobara la oposición seguro que se
querría casar y posiblemente fuera muy pronto porque era conocido su
impresionante expediente académico. El hecho que fuera Sofía hija la que
plantease irse a Madrid por un período de
tres años, para Sofía madre fue la mejor opción. Cada uno por su lado
una temporada y con veintiún años la vida se ve de otra manera y la capacidad
de decidir es mejor.
- Mamá piensa que me voy a olvidar de Javier en
estos años que estoy en Madrid y ya veremos lo que pasa. Bueno, lo mismo tiene
razón, pero me parece difícil porque llevo sola menos de una hora y no se me
quita de la cabeza. Creo que le he hecho una faena, pero pensándolo bien, lo
mismo le he hecho un favor porque en lugar de salir conmigo, tiene todo el
tiempo del mundo para preparar la oposición y así llegará a notario que es lo
que mas desea, pero ¡que tonta soy! – Sofía se secó las lágrimas con un kleenex
– no hago nada mas que buscarme excusas y no tengo porqué, cuando una no
está
segura de tu noviazgo lo mejor es poner tierra de por medio y eso es lo que he
hecho. Tres añitos en Madrid y a la vuelta Dios dirá. Además, Javier es muy
buena gente, pero la verdad es que no he conocido a ningún otro chico y lo
mismo yo me creo que no hay nadie mejor y a lo mejor si que lo hay. Pensándolo
mejor, tengo que intentar pasarlo lo mejor posible, pero no buscar otro novio
aquí. ¿No estoy pensando que Javier me ataba excesivamente? Ahora tengo la
oportunidad de hacer un poco lo que me de la gana y lo haré, seguro que lo
haré, pero lo primero estudiar porque para mis padres es un auténtico
sacrificio y un gasto muy grande. Espero aprobar todas en Junio ¿Cuántas
asignaturas serán? ¿Cómo serán los profesores? ¿Y mis compañeras? ¿Serán
simpáticas? Mira que si me mareo cuando vea sangre, vaya corte. ¿Por qué pienso
esas cosas? Me encanta ayudar a la gente y al ser enfermera tendré mas
oportunidades de hacerlo que con cualquier otra profesión y si me mareo el
primer día que entre en quirófano, será cuestión de entrar todos los días y así
acabaré acostumbrándome o es que acaso ¿voy a ser la primera que se marea?
Y las
monjas ¿serán buenas? Sabe Dios, pero seguro que no me encuentro ninguna tan
mala gente como Sor Laura ¡menuda bruja! Menos mal que he terminado un año en
el Colegio que si estoy un año mas seguro que no saco las notas que saqué. ¡que
tía! Y eso que era monja. Gracias a ella no he hecho letras, por lo menos eso
se lo tengo que agradecer, pero ¡que tía! Parece mentira que exista gente en el
mundo que tenga tanta mala idea. Con lo fácil que es dejar a la gente en paz,
con esta monja no había manera. Si decías verde, ella decía azul, si te
pintabas un poco ella te fastidiaba diciendo que parecías una cualquiera, si
reías porque reías y si llorabas porque llorabas el caso es que nunca estaba de
acuerdo con nadie, ni siquiera con las otras profesoras. Hasta Sor Isabel que
era una santa decía que en todas las congregaciones tenía que haber alguna
monja que diera la nota y eso que conmigo se llevaba bien porque Papá la había
tratado de una neumonía y estaba, según ella, muy agradecida, menos mal, porque
si eso era estar agradecida como sería si me tuviera manía. Pero bueno, lo
importante es que la he perdido de vista y espero no encontrarme con nadie
igual nunca más. ¿Qué hora será? – Sofía encendió una luz que se encontraba
encima de su cama- las ocho y media ¡que barbaridad como pasa el tiempo! Casi
me voy a vestir y me subo a cenar porque mañana supongo que será un día duro.
Sofía
se levantó de la cama, en uno de los lavabos del fondo del pasillo se lavó los
dientes, se pasó un peine y cuando volvía por el pasillo se cruzó con otra
chica que debió de pensar lo mismo que ella porque iba en dirección contraria
con una bolsa de aseo en la mano y pinta de acabar de despertarse de la siesta
- Hola – le dijo cuando se cruzaban
- Hola – contestó Sofía - ¿sabes donde está el
comedor?
- No tengo ni idea – contestó dejando mostrar
una dentadura perfecta – pero si me esperas cinco minutos subimos juntas ¿vale?
- Bueno, yo estoy en la habitación doce
- ¡Que casualidad! Yo estoy en la trece
- Venga, date prisa que te espero
- Si quieres podemos hacer como hacen en las
películas de presos, cuando esté arreglada doy tres toques en la pared
- Bueno – Sofía sonrió ante tal ocurrencia –
pero ¿no es más fácil que llames a la puerta?
- Si, pero así es como mas emocionante
- Bueno, bueno como quieras
Sofía
la despidió con la mirada hasta dentro de cinco minutos y cuando había andado
tres pasos oyó la voz de su compañera que le preguntaba
- ¿Cómo te llamas?
- Sofía ¿y tú?
- Natalia
- Que bien, tú eres nueva y yo también, o sea
que tenemos que ser amigas ¿te parece?
- Claro, faltaría más.
- ¿Sabes a que hora empiezan las clases?
- Si – Natalia se ajustó el pelo en una cola de
caballo – el horario está en el tablón de anuncios de la entrada y la
presentación es mañana a las ocho y media y a partir de las nueve empiezan las
clases propiamente dichas.
- ¿Sabes si podremos desayunar antes?
- Seguro que si, porque si no, conmigo que no
cuenten, hasta que no me tomo un café no
soy persona.
- A mi me pasa igual
- ¿Cuándo has venido?
- Habré llegado a las cinco o por ahí ¿y tu?
- Yo también, pero me he quedado arriba y he
conocido a otras niñas que estaban tan muertas de miedo como yo
- ¿Sabes si somos muchas?
- Creo que treinta
- ¿Tantas?
- Bueno, en mi clase del Colegio éramos
cuarenta y cinco
- ¿En que Colegio?
- En la Visitación
- ¿De Burgos?
- No, en la Visitación de Cuenca
- ¿Tú eres de allí?
- Si ¿y tú?
- Yo vengo de Soria
- O sea que las dos somos castellanas
- Eso parece
- Que bien porque cuando llegué había una
pandilla de Cádiz que tiene toda la pinta que se divierten ellas solas.
- Claro porque se conocerán de allí
- No lo se, pero parece que si porque no
paraban de hablar entre ellas.
- Pues es una suerte.
- Claro
- ¿Tú conoces a alguien que venga?
- Que yo sepa no ¿y tú?
- Yo conozca a una, pero hoy no la he visto en
el hall
Lo
mismo llega un poco mas tarde
- Seguro.
- Bueno, venga vete al cuarto de baño y luego
me llamas a la habitación que lo mismo si llegamos muy tarde está cerrado el
comedor y nos quedamos sin cenar.
- No creo, pero si fuera así he traído unos
chorizos de mi casa que están como para chuparse los dedos
- Ya pero mejor subimos y vamos conociendo a la
gente.
La
siete de la mañana. Cuando Sofía estaba en el mejor de sus sueños una especie
de sirena que hace temblar las paredes de las habitaciones, casi la tira de la
cama. Se levantó como si la hubieran puesto un petardo en sálvese la parte y
llegó la primera a la zona de duchas. Dejó el albornoz en una percha y se dio
una ducha con agua hirviendo. En la parte de los lavabos y después de esperar a
que terminara una que la había precedido, se lavó los dientes, se peinó y ya
una vez en su cuarto se colocó unos pantalones vaqueros, una camisa de rayas
azules y blancas y un jersey azul marino.
Desayunó
rodeada de gente de su quinta la mayoría con una pinta parecida a la suya y a
continuación atravesó un largo pasillo, buscó la clase que le tocaba y que
tenía las listas en la puerta y se sentó en un pupitre individual que estaba
vacío en la tercera fila y en el que su nombre estaba escrito en una tarjeta.
Abrió la amplia cajonera que le iba a servir de apoyo durante toda su carrera y
en su interior encontró una serie de libros nuevos y un rollo de papel
transparente que sería para forrarlos Además, un estuche con bolígrafos de
diferentes colores, un reloj como para colgar de un bolsillo, un especie de
rotulador negro, dos cuadernos grandes de anillas, otro mas pequeño y forrado
en piel “El manual de la buena Enfermera” en cuya portada tenía una foto de
cada alumna y una chapa con el nombre y dos apellidos y debajo Alumna de
Primero.
Atareada
como estaba revisando todo lo que tenía a su nombre, no se dio cuenta de la
llegada a la tarima de una monja que se presentó como Sor Genoveva. Todas las
alumnas cerraron sus cajoneras y permanecían atentas a las primeras palabras de
una de sus Profesoras.
- “Queridas alumnas: Un año mas y ya van
diecinueve, tengo el honor de recibiros y daros la bienvenida en nombre de la
Escuela de Enfermería de San Francisco. Habéis venido, como se os dirá cuando
decidáis celebrar vuestro matrimonio, libre y voluntariamente a estudiar
Enfermería y no sabéis lo acertado de vuestra decisión. porque poder ayudar con
vuestro trabajo a la gente que tiene la desgracia de estar enferma, es el don
mas bendito que Dios puede dar y por eso la enfermera debe ser, ante todo
persona y después una profesional competente. En estos tres años en los que
vamos a tener la oportunidad de convivir de una manera muy estrecha
intentaremos educaros en el respeto al enfermo, en que entendáis la profesión
que habéis elegido como una verdadera vocación en la que el único objetivo será
siempre el enfermo y por la ilusión que veo reflejada en vuestras caras, estoy
segura que con el esfuerzo de todos lo vamos a conseguir, pero - Sor Genoveva
levantó su dedo índice - también quiero avisaros que la tarea va a ser ardua y
difícil y que pasaréis por momentos malos, por días en que os darán ganas de
volveros a casa y hasta incluso llegaréis a pensar que os habéis confundido de
carrera y que esto no es lo vuestro. Seguro que esos días llegaran, pero en
nuestra experiencia todos esos obstáculos los superaréis si tenéis confianza en
vuestros profesores y solicitáis la intervención de San Francisco de Asís que
como podéis suponer está siempre a vuestra disposición en la Capilla
Por
vuestros expedientes sabemos que todas habéis sacado excelentes puntuaciones en
vuestros respectivos Colegios y el único consejo que se puede dar al inicio del
Curso es que sigáis igual. Aprovechad vuestro tiempo, aprended lo más posible y
dejaros guiar por los Profesores que a buen seguro os llevarán por el camino
adecuado. Los sábados y los domingos podéis salir, siempre con autorización
paterna y aquellas que os desplacéis a vuestro lugar de procedencia, podréis
hacerlo a partir de las nueve de la noche del viernes.
Como
Directora del Curso es para mi un honor daros la bienvenida y ponerla a vuestra
disposición para todo lo que necesitéis y ahora el Jefe de Estudios os va a
dirigir unas palabras de bienvenida y a continuación pasaremos a la lencería
donde se os harán entrega de dos juegos de uniformes para, a continuación,
comenzar con la primera clase que tradicionalmente la da el Profesor Beneyto,
Presidente de la Comisión de Ética del Ilustre Colegio de Médicos de Madrid.
Tiene
la palabra el Dr. Santos, Jefe de Estudios.
Sor
Genoveva abandonó la tarima con lentitud siendo ayudada por su inseparable
bastón en la mano derecha y el Dr. Santos que la llevaba agarrada del brazo
izquierdo. Una vez acomodada en un banco lateral, tomó la palabra el Dr. Santos
quien prácticamente repitió lo dicho por la Directora y aprovechó para
contarnos algunas anécdotas de otros años con la intención, por un lado de
hacernos mas amena la charla y por otro para evitar que algunas de esas historias se volvieran a repetir. Insistió en
diferenciar la labor humana de la profesional y volvió a hacer hincapié en que íbamos a estar al lado de enfermos y
por lo tanto nos debía de pedir infinita paciencia para con ellos y la mejor de
nuestras sonrisas para ejercer nuestro trabajo.
Estuvo
bien, era un Médico divertido al que se notaba que llevaba muchos años como
Jefe de Estudios de la Escuela, sabía llegar a las fibras mas sensibles de
todas las chicas que iniciaban sus estudios e
incrementaba con sus palabras la ilusión que salía por todos los poros
de la piel de esas jóvenes que esperaban el momento de comenzar a recorrer los
pasillos del Hospital.
En la
lencería de la Clínica se organizó un lío considerable. Las alumnas se
disputaban las diferentes piezas del uniforme como si no hubiera para todas y
después de varias horas de pruebas y mas pruebas, todas se volvieron a sus
habitaciones para colocar todo y a continuación subir al comedor.
Por la
tarde primera clase con el Dr. Beneyto que soltó un rollo de padre y muy señor
mío y encima parecía que no iba a terminar nunca y una copa de vino español
como fin de fiesta para empezar a
confraternizar entre todas las alumnas.
A las
diez de la noche se apagaba la luz de los dormitorios y todo el mundo a dormir
que al día siguiente había que estar en la Clínica a las ocho de la
mañana.