lunes, 27 de abril de 2015

EL TRIO DE DOS: CAPITULO 71 Y ULTIMO

 Queridos blogueros/as: EL TRIO DE DOS SE HA ACABADO y nosotros aquí con estos pelos. Es verdad que me he adelantado casi una semana pero, aunque mi nuera sigue sin parir, estoy seguro que me avisarán un día de éstos y no tengo ni idea cuando volveré, o sea, que os mando el último capítulo y espero mas que nunca vuestra contestación, pero de la novela completa. 
Ya se que mis devotos lectores sois dos y de vosotros. Merce y Javier ya va siendo hora que lo sepa la gente, es de los que espero vuestro comentario y sobre todo daros las gracias por vuestra fidelidad. Todos los Domingos habéis contestado sin faltar ni uno y eso tiene mucho mérito porque es verdad que también yo mandaba un capítulo todas las semanas, pero estaban escritos mucho antes, o sea que lo mío tiene menos mérito, pero si que tengo que reconocer, a lo mejor es que soy un presuntuoso, que esperaba con impaciencia lo que me decíais y hasta me ponía "chulito" algunas veces y ya me veía casi vestido de oscuro entrando por la puerta del Teatro Campoamor de Oviedo, para recibir el Premio Príncipe de Asturias de las letras por mi obra "El Trio de Dos" y hasta en alguna ocasión se me ha pasado por la cabeza escribir algo parecido. En fin, todo se andará. 
Ahora lo que tengo que hacer, pero ya, es comenzar a utilizar otro ordenador portátil que me ha regalado mi hija Belén y dejar de trajinar con éste porque otra vez los putos cookies andan por aquí jodiendo al que suscribe y uno ya no está para similares jodiendas. Aquí me reconozco mas y no asesinando a Anas Seguras y luego buscando como un loco como salir del lío en el que me metí. Creo que voy a escribir una novela como mas verderola
¿Os acordáis del pub Juan Sebastián Elcano con las trinquetillas, sobre el que escribí hace tiempo? Eso es lo que me apetece, pero una cosa es el deseo y otra el desarrollarlo, pero creo que estaría bien.
Como hoy es el último día me voy a permitir meterme con ese montón de gente, por lo menos cinco o seis, que leen estas historias y no hacen ni un comentario. MUY MAL. Eso es competencia desleal, yo escribiendo como un loco y vosotros o vosotras callados como vulgares trinquetillas. Venga dejaros de historias y escribir, aunque solo el último día. 
Mi correo electrógeno, que diria el desaparecido Carlos Herrera, es tinobelascoaín@gmail.com. Ahora ya no tenéis mas remedio que escribir algo.
Bueno, lo dicho, que se acabó y dentro de nada os mandaré mas cosas
Un abrazo mas fuerte que el de costumbre y ser felices
Hasta después del verano
Tino Belascoaín

TERCERA PARTE Y ULTIMA.-

CAPITULO  71.-

El amplio pasillo de entrada a la Residencia de Mayores “La Espera” era un hervidero de gente, como casi todos los Domingos. Los mayores, acompañados de sus familiares, aprovechaban la tarde para salir de sus pequeños chalets adosados y deambular lentamente por el pasillo que los unía a modo de porche. En los laterales de las puertas de cada uno de ellos, un macetero de obra contenía abundantes plantas que los ancianos cuidaban con esmero. Cada poco, veinticinco metros mas o menos, el pasillo se vía interrumpido por una rotonda con un banco circular y una farola que hacía de punto de referencia y lugar de reunión de muchos de los allí alojados. Naturalmente todo dependía del tiempo, si era bueno, allí se reunían la mayoría, pero si el tiempo no acompañaba, entonces los pequeños salones de los distintos chalets servían de improvisadas salas de reunión. En la puerta de cada vivienda una placa dorada indicaba el nombre de cada uno de los inquilinos. En la mayoría ponía el nombre del matrimonio y algunas, por razones obvias, solo disponía de un espacio para albergar el nombre de una sola persona.
La mayoría de los que circulaban eran gente de edad, pulcramente vestidos, lúcidos, de lento caminar y maneras exquisitas. Los sombreros de algunos de los transeúntes se alzaban al paso de las damas que sonreían ante tanta educación mientras que la mayoría paseaban con sus calvas mondas y lirondas. Había expresiones para todos los gustos, aunque, en general, los rostros reflejaban, sobre todo tranquilidad. Las arrugas del paso de los años se mantenían, la curiosidad iba desapareciendo, la necesidad de compañía para algunos era imprescindible, mientras que otros buscaban deliberadamente la soledad. Eran los que nunca salían, los que permanecían en sus casas sin hablar con nadie, los que, para ellos,  la vida no tenía alicientes y lo único era esperar que les llegara la hora de su muerte sin ningún tipo de sufrimiento y eso era lo único que tenían garantizado por contrato.
La Espera era una institución con ánimo de lucro en la que los ancianos, cuando estaban en edad fértil, se apuntaban para disfrutar de una jubilación sin sobresaltos y con todo lo que uno querría tener en una Residencia de Ancianos. El lujo era máximo, el trato exquisito y las instalaciones “lo mejor de lo mejor” como anunciaba la propaganda que repartían por los buzones de urbanizaciones de prestigio con un alto nivel de económico
Como para casi todos los temas inmobiliarios, el promotor fue D. Jesús Gil, conocido empresario del mundo del ladrillo, Alcalde que fue de Marbella y hombre conocido por la cantidad de negocios de todo tipo que iniciaba con prontitud y atendiendo los deseos de los futuros inquilinos. El primero que aceptó con interés la idea y que ayudó a su realización fue Ruiz Marciales que estaba seguro que su presencia en ese complejo residencial nunca se haría realidad y ahora era, junto con su mujer, Presidente de la Comunidad de Inquilinos de Honor, como una división en el seno de la propia Junta General y todo como consecuencia de haber recibido casi mil millones de pesetas por su casa de Madrid y sobre todo porque los trece hijos habían iniciado sus andaduras profesionales y ninguno vivía en su casa. El hecho que “La Espera” dispusiera de cinco chalets independientes de casi seiscientos metros cuadrados construidos con dos doncellas, una cocinera y un secretario, Médico Especialista en Geriatria  de presencia física permanente, fisioterapeutas especializados, gimnasio cardiosaludable y un sin fin de instalaciones a todo lujo, les hicieron recomponer su vejez y valorar todo lo que de positivo tenía este proyecto y así a la edad de cincuenta y cuatro años se apuntaron a pagar una cantidad fija que, a modo de alquiler, les garantizaba una vejez sin miedo al futuro. Por tener tenía hasta un concierto con la Clínica de la Luz para el ingreso de todos aquellos que lo necesitasen y a mas a mas, que dirían los catalanes, una especie de Sociedad Médica a la que estaban adscritos los mas prestigiosos especialistas de Madrid, muchos de ellos hijos o familiares de los que allí habitaban.
El día se presentaba con sol y sensación de calor. Los rigores del invierno parecían dejar paso a los primeros guiños de la primavera, los tallos de las plantas, empequeñecidos por el frío, parecían emerger de la tierra que los acurrucó durante varios meses y asomaban con alegría para demostrar, una vez mas, que la vida sigue. Los árboles centenarios que rodeaban la Urbanización albergaban a cientos de pájaros que revoloteaban alegres entre sus hojas alterados únicamente por el vuelo de alguna bola de golf procedente del cercano campo de prácticas del Encinar de los Arroyos.   
En la rotonda frente a los números 73,74,75y 76, había, como casi todos los días, una tertulia formada por cuatro personajes muy conocidos en la Institución que alternaban sus charlas informales en la rotonda Número 3 con la organización de innumerables eventos destinados siempre a hacer que la monotonía no se instaurase en ninguno de los presentes.
D. Zoilo, jerezano de los de antes, dueño de una cuadra de caballos considerada por los expertos como una de las mejores del mundo era el que llevaba la voz cantante en ese momento. Vestido con una chaqueta de espiguilla marrón, pañuelo en el bolsillo superior izquierdo haciendo juego con la corbata de espuelas, pantalones marrones, calcetines de cuadros y zapatos de ante marrón, se tocaba la gorra campera, del mismo tejido que la chaqueta, al tiempo que con un pequeño silbido piropeaba a una de las enfermeras que se dirigía al número 82 para tomar una muestra de sangre a Doña Conchita que la pobre llevaba un invierno con una anemia que no la permitía salir de su casa.
-  Adiós, Sara, mírala, lo mas bonito del mundo.
-  Adiós, Don Zoilo – La enfermera exhibió la mejor de sus sonrisas – abriguese que este sol es muy traicionero.
-  ¡Que va chiquilla! El sol es una bendición y como bien escaso hay que disfrutarlo lo mas posible.
-  Allá usted, Don Zoilo, pero yo de usted me abrigaría.
-  ¿Y porqué no me das tú calorcito, “mi arma”?
-  ¿Y qué iba a decir doña Inés?
-  ¿Doña Inés? Que va a decir, “na de na”, la pobre tiene un Alzehimer que no se entera de na, pobrecilla quien la ha visto y quien la ve. En fin, la vida es así.
-  Hasta luego Don Zoilo, vaya usted con Dios.
-  Igualmente y vaya usted por la sombra que los bombones al sol se derriten. – D. Zoilo la vió alejarse, con su bandeja de hacer análisis, sus andares juveniles y un pijama ajustado – ¡Dios mío si yo fuera mas joven!
-  No le des vueltas, Zoilo, si tu fueras mas joven no mirarías a la enfermera con esos ojos que parece que la estás desnudando, le harías alguna proposición y ella aceptaría o no, que casi siempre sería que no, y tan amigos – Luis, Médico jubilado tenía por costumbre elucubrar sobre las cosas que veía a diario y así planteaba situaciones cotidianas tratando de darles un aire de normalidad – o en todo caso no le plantearías nada porque no estarías aqui y por lo tanto dificil es que vieras pasar a esta criatura.
-  Hombre Luis, tampoco es eso. Uno de joven era bastante bien parecido y las proposiciones siempre se hacían a tiro fijo con muy pocas posibilidades de errar el disparo. Además – Zoilo se pasó la mano por la nuca para ajustarse unos pequeños rizos que surgían de su pelo blanco – si no fuera por estos ratos y otros parecidos ¿para qué viviríamos?
- En eso tienes razón ¿ves? Lo cortés no quita lo valiente y eso es lo malo que nos pasa a algunos – Luis se quedó mirando sus zapatos relucientes – desde que murió Ana mi vida no tiene sentido y ojalá fuera como tú, pero no lo soy y por lo tanto lo único que me espera es sufrir.
Iñaqui Zaraluquieguirra intervino con vehemencia como casi siempre
-      Mira Luis, no empieces como todos los días. Ni estoy ni estaré nunca de acuerdo con tu planteamiento ¿me entiendes? – su acento vasco sonaba fuerte en aquella tertulia – No señor, la vida te da momentos difíciles, pero también te da muchas alegrías. Tú acabas de perder a tu mujer y sería absurdo negar la importancia que tiene, pero sería genial que te pudiéramos ver en un par de años, seguro que serías otra persona, pero como no se puede, pues  habrá que dejar pasar el tiempo ¡que remedio! Lo que ocurre  es que el tiempo pasa mucho mas deprisa de lo que  uno piensa y lo que parece imposible se hace realidad en menos que canta un gallo y si nó mira para mí – Iñaqui se levantó y su enorme anatomía se hizo patente ante todos los presentes . Vestido con una zamarra azul con la bandera del País Vasco en el pecho junto a una bandera de España, camisa de franela a cuadros, pañuelo anudado al cuello, pantalones grises con la raya impecablemente marcada y mocasines marrones era la imagen perfecta del hombre mayor, viudo, que se conserva maravillosamente bien. Vasco y español, como le gustaba decir siempre que tenía oportunidad, con una chapela diseñada a medida que se mantenía ladeada sobre su bien tratada cabellera, había ingresado en la Residencia después de fallecer su mujer, hacía ya casi tres años y no por necesidad porque tenía casa en Almería donde se había trasladado con su empresa de casi doscientos trabajadores como consecuencia del aumento exacerbado del nacionalismo y las ayudas que permanentemente le pedían para mantenimiento de los presos etarras – quien me iba a decir a mí que después de vivir casi cincuenta años en Zarauz iba a acabar con mis huesos nada menos que en Almería y sin embargo, aunque los comienzos fueron difíciles, poco a poco y a base de mucho esfuerzo, eso es verdad, la empresa comenzó a salir a flote y ahora tiene hasta delegaciones en casi toda España y no sabes lo que pudimos llorar mi familia y yo cuando decidimos el traslado, Fue espantoso, pero como te decía la vida tiene que seguir y aquí estamos, leyendo el Diario Vasco, añorando mi tierra, echando de menos a los míos, pero viviendo porque ¿qué otra cosa puedo hacer?
Luis Morazuelo Perea, aseguraba que solo se podía nacer en Madrid para tener un título nobiliario lo que irritaba profundamente a sus contertulios, era un hombre de andar pausado, parco en palabras, serio, pero en ocasiones socarrón, poco amigo de hacer florecer sus sentimientos y al que había que sacarle las palabras poco menos que con calzador. Solitario, no tenía hijos ni nadie que viniera a alegrarle las tardes de los fines de semana, enigmático con su vida privada, dejaba caer las frases con cuentagotas. Nunca jamás opinaba de política porque según él, el opinar sin saber era perder el tiempo y sobre todo amigos. Partía de la base que los políticos eran todos uso sinverguenzas y unos golfos y por lo tanto ¿para qué iba a opinar si luego hacían lo que les daba la gana? Naturalmente no votaba desengañado como estaba con tanto trapicheo postelectoral con tal de llegar a gobernar y la política era para él un mal necesario. Había discutido muchas mañanas y ya se había entregado - ¿Ha quedado clara mi postura? Muy bien, pues a partir de ahora cada vez que se hable de política no pienso decir ni esta boca es mía y así nos evitaremos problemas. ¿Está claro? - Era así de tajante y mantenía sus promesas con tozudez. Exponía sus argumentos con rotundidad y su alguien no estaba de acuerdo, peor para él.  Sin embargo, era muy dialogante en cuanto se planteban temas relacionados con la Medicina a la que había dedicado toda su vida. Según decían sus amigos, economistas, abogados, brokers de todo tipo……etc, había trabajado tanto que no le había dado tiempo a ganar dinero y era una verdad como un templo. Menos mal que el tema de la jubilación se lo había planteado con tiempo y se había apuntado a pagar las cuotas mucho antes de dejar su consulta del seguro, porque de lo contrario le resultaría imposible mantener ese nivel. Como ocurre en todos los órdenes de la vida, la muerte de su mujer había dejado un vacío imposible de llenar con nada y menos para una persona como Luis que era un auténtico inútil, sin embargo en el aspecto exclusivamente económico había salido ganando porque ya no tenía que abonar  nada y encima le devolvieron parte de las cuotas y así las penas con pan resultaron menos penas.
-      Mirad quien viene por ahí.
-      Hombre Fernando ¿Cómo estás?
-      Bien para un hombre de mi edad y condición social – Fernando Altozano mantenía el porte y las maneras de cuando era joven. Sus facciones se habían suavizado con el paso de los años. De aquel pelo peinado hacia atrás solo quedaban restos, la frente se había prolongado en el espacio mientras que las cejas se habían caído como queriendo seguir el curso natural de la vida. La cara la tenía surcada por profundas arrugas concluyendo todas alrededor de la boca. Su sonrisa continuaba siendo igual de cautivadora que siempre, posiblemente favorecida por una hilera de implantes dentarios perfectos en su distribución, y su aspecto, en general, era de un viejo joven como a él le gustaba definirse. Vestía una teba verde, camisa lisa con corbata a cuadros de lana, pantalones beis y el conjunto finalizaba en unos zapatos de ante de primoroso aspecto.
-      Mamen ¿no baja hoy? – preguntó Luis como siempre interesándose por su estado.
-      No, no se encuentra muy allá y se ha quedado haciendo unos crucigramas que ya sabes que le encantan
-      Y son muy buenos para prevenir el Alzehimer – D. Zoilo también quiso intervenir en al conversación – y si no que me lo pregunten a mí que mi santa se ha pasado la vida sin  hacer ni uno y así está la pobre.
-      No tratéis de hacerme comulgar con ruedas de molino, porque no lo vais a conseguir – Luis trataba de imponer su discurso en base a su título universitario -  Uno como Médico no puede consentir la serie de barbaridades que se dicen sin tener ni puñetera idea. Con esta discusión me ocurre como con la que siempre se organiza con las fracturas de cadera y sinó pensarlo un momento  ¿que se produce primero la fractura y por eso te caes o te caes y se rompe el hueso?
-      Yo no lo se y para eso estáis los galenos, pero por puro sentido común parece más lógico lo primero – Iñaqui se ajustó la chapela - Se supone que los huesos están débiles y se rompen con mayor facilidad que los de la gente joven.
-      Si, eso debería de ser así, pero no es del todo seguro porque toda la fuerza se hace sobre la cadera, pero toda la fuerza de todos los viejos y ¿porqué se rompe la cadera en unos viejos si y en otros no?
-      ¿Tendrá que ver la cantidad de deporte que se haga en la  vida? – D. Zolio como todos, arrimaba el ascua a su sardina – porque como sea así estoy apañado. El único deporte que he practicado con asiduidad y en el cual era considerado de un nivel como para ser  integrante de la Selección Nacional era en el fino arte de levantar copas de manzanilla.
-      Entonces yo si que puedo estar tranquilo – Iñaqui inundaba el ambiente con su potente voz – porque me he pasado la vida jugando a la pelota y cuando ya comenzaron a flaquear las fuerzas, me pasé a pala que es mucho mas tranquila y últimamente al frontenis que eso es una mariconada para los castellanos parlantes.
-      No empieces como todos los días que ya sabes que te contestamos.
-      No te preocupes Fernando, que a mí me importa un rábano, pero tendrás que estar de acuerdo conmigo que entre un buen partido de pala con golpes que se salen de la pista con una pelota dura y las dejadas del frontenis y encima con una bola de tenis, no hay color.
-      Claro que no hay color. El frontenis como el Padel son deportes para gentes inteligentes, gente con clase, mientras que el frontón a pelo es para hombres con una tremenda fuerza física, pero con poca mollera
-      No empieces, Fernando. que acabamos como el rosario de la aurora.
Los cuatro hacían estos comentarios mientras permanecían sentados en una de las rotondas. Al poco se levantaron y comenzaron a caminar lentamente. Todos los días la misma operación. Llegaban al final del pasillo, salían de la Residencia, daban la vuelta a la manzana y entraban nuevamente en la Residencia por la puerta de atrás. Fernando aprovechaba “a echarse un cigarrito” porque aquí no se molesta a nadie, mientras que Luis, el Médico, le reprochaba tan insana manía
-      Fernando ¿tu no sabes que el tabaco mata?
-      Luis, no seas coñazo, todos los días la misma historia con el tabaco, ¡que pesado eres!. Claro que el tabaco mata, pero a mi no, porque si así fuera yo estaría criando malvas desde hace años y aquí estoy, vivito y coleando.
-      Mi obligación como Médico es avisarte.
-      Ya, pero no todos los días.
-      Pero eres tú y no yo el que lo recuerda porque yo solamente te lo digo cuando te veo con un pitillo.
-      Bueno, bien, no te preocupes que en cuanto le dé dos caladas más lo dejo.
-      Si, si, eso me lo dices todas las mañanas
-      Está bien, ya lo apago.
Los cuatro continuaron amigablemente su camino y se iban separando al llegar  a sus respectivos aposentos. Fernando fue el primero, sacó la llave de la puerta y la abrió. Se limpió los zapatos en un felpudo grabado con un “welcome” muy inglés, se calzó unas zapatillas y con paso lento se sentó en un cómodo orejero. En una mesita auxiliar, a su derecha, se encontraban varios libros y un diario en el que anotaba cosas y cosas sin ningún orden. No trataba de escribir sus memorias, pero si apuntar temas que ocurrían a diario y así con un bolígrafo y con letra firme y clara anotó:
“ Luis me ha vuelto a echar la bronca por fumar y he sentido la misma sensación que todos los días, es decir, me da exactamente igual, de algo  hay que morirse.”
El  paseo ha estado bien, hemos hecho el recorrido largo y la verdad es que vuelvo cansado. Mamen no ha podido acompañarme porque creo que tiene algo de gripe, pero no parece que sea nada preocupante y espero que sea así porque no me veo viudo y solo en la vida. Que cursi queda esto, parece la letra de un tango.
Solo nos quedan tres días para que vengan nuestros hijos con los nietos y celebremos todos el cumpleaños de Mamen. Espero ese momento mas que otros años porque cada vez nos vamos haciendo mas viejos y cualquier año faltamos alguno. Lo único que le pido a Dios es que sea yo al que le toque la china porque Mamen se organiza sola mucho mejor que yo.
Estoy pensando dejar de escribir porque no hago nada mas que poner cosas de viejo y aunque no debería de ser así, tengo que reconocer que me deprime bastante, pero pensándolo bien lo que tengo que hacer no es dejar de escribir, eso sería una tontería porque me llena muchas horas al día, lo que tengo que hacer es cambiar el guión y anotar cosas de cuando era joven ¿seré capaz? Porqué no, será cosa de intentarlo. Total esto es para mí y nadie lo va a leer.
Podría escribir sobre aquella francesa con la que tuve mi primera experiencia sexual ¿Cómo se llamaba? Que memoria la mía, ni idea de su nombre, pero si que me acuerdo de aquel fin de semana y también podría decir algo sobre la pobre Ana aquella secretaria con la que estuve mas de un fin de semana y que fue asesinada por aquel Dr. Cuesta  ¿Cuánto tiempo hace? Mas de treinta años ¡que barbaridad! Efectivamente que viejo soy
-      Fernando ¿estás ahí?- la voz de Mamen retumbaba por la estrecha escalera del chalet adosado.
-      Si, acabo de volver del paseo.
-      Espera un segundo que enseguida bajo. ¿Qué haces?
-      Escribiendo
-      ¿tus memorias?
-      Ojalá fuera capaz, pero bastante hago con escribir un diario.
Mamen bajó las escaleras con un traje de chaqueta gris, pelo blanco rigurosamente recogido en un moño, zapatos negros con un pequeño tacón y discreto toque de colorete en su cara surcada de arrugas
-      Y si escribes un diario desde el día en que naciste ¿eso no serían tus memorias?
Fernando dejó el diario encima de la mesa auxiliar con el bolígrafo marcando la hoja a seguir, miró a su mujer y contestó con una frase lapidaria
-      Despues de tantos años de convivencia mis memorias eres tú.
-      A mi me pasa igual excepto por el tema que tu sabes
-      ¿Todavía andas dándole vueltas a la cabeza al tema del Dr. Cuesta?
-      Sabes que si.
-      Pues ya va siendo hora que lo olvides porque hubo hasta juicio y fue condenado por un juzgado popular.
-      Ya, pero......
-      No hay pero que valga, seis orfidales no matan a nadie y sin embargo Ana estaba muerta en el despacho. Tuvo que ser él ¿quién iba ser si no?
-      No lo se.
-      Venga deja de pensar en ese tema en plan negativo y valora que desde entonces hemos sido felices.
-      Está bien – Mamen sacó unas agujas de una bolsa de plástico y continuó con su obra de arte: un jersey de tamaño menos que mini para su último nieto que acababa de nacer hacía una semana – así es la vida, tú continúa con tus memorias o lo que sea eso que escribes y yo haciendo punto para los nietos.
-      Y que conste, como quedamos hace tiempo, que no debemos mirar al pasado. El futuro es lo que nos espera.
-      Por supuesto pero ¿cuánto dura el futuro?
-      No lo se y tampoco te creas que me importa mucho. Ahora estamos, como el título de una de mis novelas “en lo mejor de lo peor” y eso es lo principal. Estamos juntos, en una buena residencia, con salud razonable para nuestra edad, una gran familia que nos visita casi a diario ¿se puede pedir mas?





Madrid, 17 de Septiembre de 2013. 

sábado, 25 de abril de 2015

EL TRIO DE DOS: CAPITULO 70


Queridos blogueros/as: Después de cuatrocientas y pico páginas, que se dice pronto y de la cantidad de horas que le dediqué hace ya algunos años a la redacción de esta novela, este verano pasado decidí escribir éstos últimos capítulos y no se si sería el microclima cedeirés, el aroma del viño do Ribeiro o el famoso rape con guisantes, el caso es que debí de escribir este final y lo acabo de releer y no entiendo absolutamente nada, lo cual viene muy bien, aunque parezca mentira, porque para eso esta segunda parte la convertí en una novela de enredo y mas enredado final no creo que se pueda encontrar en toda la literatura escrita desde el siglo XVI hasta nuestros días. He leído este capítulo por lo menos cinco veces, os puedo asegurar que no estoy bajo los efectos de ninguna sustancia y no he entendido absolutamente nada (¡) y eso que lo escribí yo, eso seguro, pero vaya lío con Mamen de aquí para allá ¿porque no llamarían al Samur?  no se si Alvaro Cuesta estaba loco, casi me gusta mas decirlo en gallego: tolo ¿os acordáis de las vacas tolas? o si el que estaba  de verdad pirado era Fernando ¡yo que se! pero a lo que íbamos que pierdo el hilo. Lo importante, porque para eso estan escritas las cuatrocientas hojas anteriores, es que Ana Segura está muerta. Bueno, algo es algo porque el objetivo se ha cumplido pero hombre después de tanto rollo que se la cargue Fernando con seis me parece como muy cutre ¡Que menos que una caja! pero, en fin, así fue y así me lo inventé y ahora ya no lo voy a cambiar.
Os aviso que queda un capítulo, este ya escrito hace años y como mucho mas relajado y colorin colorado, este cuento espero que en una semana, porque mi nuera sigue sin decidirse a parir, esté terminado y luego haremos un "reseso" para cambiar de ordenata porque éste pobre ya no puede mas.
Ser felices, a pesar de toda la pandi de políticos, aprendices de lo mismo y golfos de profesión y hasta la semana que viene.
Un abrazo
Tino Belascoaín

CAPITULO 70.-

Estaban sentados en un pequeño despacho del Hospital. Fernando se había quedado en el coche y en un pequeño despacho estaban mirando a la puerta como siempre, Alvaro Cuesta y de espaldas, sentada en una viejas silla de madera con los ángulos descascarillados por el paso de los años,  Mamen que miraba al Doctor con cara desencajada. Llevaban mas de media hora hablando y era completamente consciente que su antiguo amante se había  vuelto loco y todo su afán era decirle que la quería, que no podía vivir sin ella, que, a pesar de los años, no dejaba de pensar en ella día y noche y que se había planteado matar a su marido para ya vivir con ella su amor sin cortapisas de ninguna clase. Si que había cambiado mucho desde la última vez que estuvieron juntos casi una semana en Londres y París , claro que si, parecía como mucho mas viejo, agobiado por no encontrarla por ninguna parte y por fin, tras muchas preguntas sin respuesta, se había encontrado con Ana Segura y a través de ella pudo llegar a Fernando y solo le quedaba un último escalón para llegar a su meta soñada. Mamen no sabía como calmarlo
-      Pero Alvaro, por favor – suplicaba Mamen con lágrimas en los ojos – llevamos un montón de años sin vernos, yo estoy felizmente casada ¿a cuento de que viene ahora querer matar a Fernando? ¿crees que con eso ya está todo solucionado?
-      Si – contestaba él mirando a su amada fijamente a los ojos – seguro que si, porque tú también me quieres aunque no lo quieras reconocer, pero si eliminamos obstáculos, será mas fácil la decisión de venirte a vivir conmigo
-      ¡Que cosas dices! Yo creo que no estás bien de la cabeza
-      ¿Me estás llamando loco? ¿de verdad que me estás llamando loco? – Alvaro se levantó de su asiento e intentó abrazarla mientras Mamen le seguía con la mirada pensando en como salir de aquella situación.
-      Alvaro, por favor, no me obligues a chillar, por favor – no sin esfuerzo Mamen consiguió soltarse – tenemos que buscar una fórmula para arreglar todo este lío y está claro que el uso de la fuerza no es la mejor solución.
-      Pues ya me contarás cual es. Llevo años buscándote y ahora que te encuentro pretendes que lleguemos a un acuerdo amistoso ¡Que fácil es la vida para algunas!
-      Hablemos francamente Alvaro. Tú tienes a mi marido como rehén porque crees que está enamorado de Ana Segura y él sabe que tú eres uno mas del clan de los Mejías en España. Fernando tiene a Ana en su despacho y ella ha reconocido que es una agente del Servicio de Inteligencia español y que está tratando de hacerse pasar por amante de Fernando para introducirse en la red de narcotraficantes  y desarticularla cuanto antes y mientras tanto tú extorsionas a mi marido para que te pague no se cuantos millones sin decirle claramente que tu objetivo no es para nada su dinero sino yo ¿estoy equivocada?

El Dr. Alvaro Cuesta no dejaba de mirar a Mamen con unos ojos que parecían salirse de sus órbitas. Tenía los dos codos apoyados en la mesa mientras movía la cabeza de un lado para otro. Parecía como muy sorprendido que Mamen conociera tantos detalles y eran tal cúmulo de información que no sabía ni por donde empezar para desmontar uno por uno todos los argumentos que Mamen exhibía como trofeos de  caza para doblegar su voluntad de seguir queriéndola como no se podía querer a nadie en el mundo. Por un instante pareció volverse sensato y Mamen aprovechó la oportunidad para tratar de convencerle que estaba en un error y que antes o después la Policía lo acabaría deteniendo y entonces si que no tendría ninguna posibilidad de volver a verla en muchos años
-      Podemos llegar a un acuerdo – Mamen le tendió las manos a través de la mesa – lo primero es que dejes en paz a mi marido y si es así, te prometo que yo no digo a nadie que tu eres un narcotraficante y aquí paz y después gloria.
-      Ya y ¿Ana Segura?
-      No te preocupes que de esa me encargo yo
-      ¿La vas a convencer que sea una niña buena y que no me descubra? – Alvaro soltó una carcajada que retumbó en las paredes del pequeño despacho.
-      Yo no he dicho eso, por favor escúchame con atención -  Mamen se levantó de la silla y se ajustó el pañuelo que llevaba rodeándole el cuello – en este momento, Ana está con Fernando en su despacho
-      ¿En la Castellana?
-      Si, donde estuviste el otro día.
-      Bien y que quieres que haga ¿qué vaya yo y la convenza?
-      No – Mamen mientras tanto trataba de ganar tiempo para urdir un plan que diera resultado – quiero que vayamos los dos y que delante de Fernando ella confiese que es una espía doble y .........
-      Vamos si quieres, pero eso no nos va a llevar a ninguna parte
-      No perdemos nada por intentarlo. Venga, ponte algo por encima que nos vamos.


Cuando los policías, avisados por Fernando Altozano, llegaron al despacho del ilustre abogado no encontraron ni rastro del supuesto cadáver. El despacho efectivamente estaba bastante desordenado, pero no había sangre ni signos de violencia por ninguna parte. Llamaron inmediatamente a Fernando Altozano y pudo comprobar por si mismo que su antigua secretaria no estaba.
-      ¿Me puede decir exactamente lo que vió? – El Inspector Raul Materoza trataba de buscar alguna explicación
Fernando todavía mostraba en su rostro la tensión del momento
-      Yo había quedado en mi despacho a las ocho con Ana Segura para darle un pequeño obsequio y a propósito abrí la puerta muy despacio con la idea de darle una sorpresa, pero no había llegado todavía y me senté en mi mesa a ordenar unos papeles mientras hacía tiempo. A los pocos minutos llegó ella y estuvimos un rato de charla y nos declaramos mutuamente nuestro amor y en esas estábamos cuando entró mi mujer como un trueno y tuvimos una importante discusión. Mamen, mi mujer, no se creía absolutamente nada y sobre la marcha tuve que inventar una historia en la que Ana, mi exsecretaria era una espía doble y era amante del Dr. Cuesta y que estábamos intentando ayudarle para que no cometiera ninguna tontería y fue mi mujer la que propuso ir a buscar al Doctor para ver como reaccionaba. Yo me quedé con Ana en mi despacho y Mamen se fue al Hospital a buscar al Dr. Cuesta, volvió al despacho con él para que nos explicara que es lo que quería, pero él decidió que primero tenía que hablar él a solas con Ana, entonces Mamen y yo nos bajamos a tomar un café. Como en una media hora subimos los dos, Ana estaba dispuesta a colaborar en todo lo que fuera necesario pero Alvaro Cuesta no atendía a razones y tan obsesionado estaba que, en un momento dado sacó un cuchillo parecido a esos de monte y se lo puso en el cuello a Ana y con una expresión de absoluta locura nos dijo que nos fuéramos al banco y que sacáramos el dinero porque esa misma tarde iba a desaparecer con ella y lo necesitaba ya. Como sabe, la sucursal está en el bajo de este mismo edificio y yo tenía y sigo teniendo una caja fuerte allí, sacamos el dinero, subimos  y al abrir la puerta  allí estaba Ana en el suelo – señaló a un lado de su mesa – mientras el Dr. Alvaro Cuesta le estaba dando un masaje cardíaco con una fuerza descomunal. Con sus dos manos apoyadas en el pecho, le empujaba de tal manera que parecía querer levantarla del suelo
-      ¿Qué ha pasado? – pregunté angustiado
-      Ha tenido una parada cardíaca y estoy intentando reanimarla – me contestó sin dejar su masaje cardíaco, pero no creo que lo consiga
-      ¿Estaba seguro que la chica estaba muerta?
-      Completamente.
-      ¿Lo pudo comprobar?
-      No, pero vi como se le caía la cabeza hacia un lado y la expresión de su cara era de estar como muerta.
-      ¿Tiene mucha experiencia en ver cadáveres?
-      Últimamente no, pero hace años era uno de los abogados del Juzgado de Primera Instancia y ahí si que tuve la oportunidad de ver muchos.
-      ¿De accidentes de tráfico?
-      Sobre todo, pero también por otros motivos.
-      Ya – El Inspector miraba a Fernando mientras encendía un Ducados que mantenía entre unos dedos gruesos manchados de nicotina - la Señorita supuestamente asesinada ¿era su amante?
-      Nos veíamos con cierta frecuencia
-      Ya – el Inspector aspiró el humo de su cigarrillo expulsándolo por la nariz - y el supuesto asesino me dice que se llama Alvaro Cuesta
-      Si – respondió con prontitud Fernando
-      ¿Sabe Usted qué relación tenía con ella?
-      La información que yo tengo es de hace unos días y parece ser que se habían conocido en una fiesta y se había enamorado de ella, pero Ana le explicó que salía conmigo y por eso fue por lo que, como le contaba antes, Alvaro intentó hacerme chantaje obligándome a pagarle una importante cantidad de dinero y de lo contrario le contaría toda la historia a mi mujer.
-      ¿Tiene pruebas de todo lo que me está contando?
-      Por supuesto – Fernando se acercó a la ventana desde donde se apreciaba una inmejorable vista de la capital de España – Como sabe los despachos de los abogados de cierto prestigio cuentan con distintos sistemas de seguridad y yo tuve oportunidad de ver la cinta donde está grabada la entrevista con Alvaro Cuesta y supongo que ahora también estará el resto.
-      ¿Podríamos verlo?
-      Un segundo que aviso al Jefe de Seguridad.
Fernando marcó un número de teléfono y al cabo de unos segundos le confirmó al Inspector Materoza que el Jefe de Seguridad iba hacía su despacho con todo el material disponible.
No pasarían mas de diez minutos cuando sonó le timbre de la puerta y apareció un hombre de mediana edad, con un traje azul marino exquisitamente planchado que saludó a Fernando Altozano con un respetuoso apretón de manos y se mostró sorprendido ante la presencia de Raul Materoza del que había sido compañero en aquellos tiempos en que ambos fueron compañeros en la Academia de Policía de Avila y posteriormente en la Comisaría de Alcalá de Henares hasta que por razones del destino, el Comisario siguió en la Policía y Jesús Gracianos se pasó a cuestiones de seguridad en la vida civil.
Ambos amigos se fundieron en un abrazo intenso
-      Hombre, Jesús, cuanto tiempo sin verte.
-      ¿Qué tal estás?
-      Muy bien.
-      Me alegro – El Jefe de Seguridad del edificio Mantuano en el que estaba ubicado el despacho de Fernando Altozano – miró al Abogado - ¿en que puedo ayudarle?
-      El Inspector, al que parece que conoce, quiere ver las grabaciones de mis conversaciones con el Dr. Cuesta y sobre todo lo que ha ocurrido esta mañana en mi despacho
-      ¿El Doctor Cuesta es el que le quiere hacer chantaje?
-      Si.
-      Muy bien, déjeme cinco minutos y lo vemos – Jesús Gracianos abrió un pequeño ordenador y comenzó a suministrar datos - ¿desde que hora mas o menos quiere ver la grabación? Ya sabe que las nuevas disposiciones no nos permiten grabar en el interior de los despachos antes de las diez de la mañana.
-      Muy bien, pues desde esa hora ¿Le parece bien Inspector?
-      Si, si, cuanta mas información mejor  
No había ni siquiera transcurrido la mitad del tiempo solicitado por el encargado de la seguridad del edificio cuando éste, dándole la vuelta a un pequeño ordenador, mostró con nitidez una entrevista que se había desarrollado hace unos días entre Fernando Altozano y Alvaro Cuesta y gracias a ella el Inspector Materoza se hizo una composición de la situación completamente real y a continuación el de seguridad siguió manejando las teclas tratando de encontrar lo ocurrido ese mismo día por la mañana

-      Como pueden apreciar, la grabación en su despacho comienza a las 10 horas
-      ¿Y antes no hay nada? – la pregunta trataba de esclarecer los hechos desde el principio.
-      Bueno tenemos las grabaciones en los pasillos o en la entrada principal, pero no en los despachos porque la Junta Directiva llegó a la conclusión que salía muy caro mantenerla. Bien, veamos que hay por aquí – el de seguridad manejaba el ordenador con suma facilidad – aquí está – dijo girando la pantalla hasta enfrentarla con el Inspector -  Como puedes ver el Dr. Cuesta está dándole masaje cardíaco a la chica y aquí, justo aquí se abre la puerta y aparece usted, Don Alberto y su mujer y mantiene una conversación con el presunto asesino:
-      ¿Trae el dinero? - preguntó Alvaro girando un poco la cabeza sin advertir la cara de sorpresa de sus presuntos chantajeados.
-      Si – contestamos con cara de horror – pero ¿por qué la has tenido que matar?
-      Yo no la he matado. Estaba en el sillón y de pronto ha tenido una parada cardíaca y por eso estaba intentando reanimarla. Necesito que me hagáis un favor - El Dr. Cuesta continuaba con las labores de reanimación – id al hospital, en la tercera planta preguntáis por Loli y le decís de mi parte que necesito urgente un equipo de reanimación. Venga daros prisa. Mamen y yo salimos rápidamente y mientras íbamos en el taxi decidimos antes de hacer cualquier otra cosa avisar a la Policía y ahí entra Usted en escena.
-      Perdón, pero por alguna razón que habrá que investigar, aquí se acabó la grabación.
-      Ya tampoco es muy necesaria porque cuando llegamos al despacho no había ni cadáver ni nada, ¿No les parece todo como muy raro? – El Inspector volvió a encender un cigarrillo con lentitud
-      Por supuesto, pero lo único que se nos ocurre es que estamos hablando de un loco y las reacciones pueden ser imprevisibles.
-      En fin – El Inspector se puso en pié –continuaremos con la investigación y supongo que en pocas horas el cadáver aparecerá tirado por algún barranco – les mantendremos informados.

Nada mas salir la policía por la puerta del despacho Mamen y Fernando se situaron en un rincón del amplio despacho donde sabían que no llegaban las cámaras de seguridad, se abrazaron y entre lágrimas comentaron
-      Se acabó, los registros dirán que el Dr. Cuesta la mató y nadie sabrá que en la copa llevaba seis Orfidales. Todo el mundo creerá que es una crisis cardíaca, Alvaro Cuesta pasará sus buenos años en la cárcel, tu te has quitado un pretendiente de encima
-      Y tu una novia que podía modificar mucho nuestros planes  y  seguiremos  con los mejicanos con lo cual aquí paz y después gloria.
-      Hay que reconocer que hemos tenido suerte. Ha sido una jugada maestra.
-      Vete a casa y luego nos vemos.
-      Hasta luego Mamen.
-      Hasta luego Ilustre Abogado Altozano.




jueves, 16 de abril de 2015

EL TRIO DE DOS: CAPITULO 69

Queridos blogueros/as: Como es muy posible que en cualquier momento me llamen porque mi nuera está de parto y me tenga que ir a Málaga, aprovecho que ahora tengo un rato para enviaros el capítulo de ésta semana y mi gozo en un pozo porque yo pensé que era en éste cuando alguien se cargaba a Ana Segura, pero que va. Después de leerme todo el rollo resulta que hoy tampoco toca y me extraña porque aunque el Trio de Dos está escrito hace bastante tiempo, estoy por asegurar que alguien se la carga. Quedan me parece que dos o tres capítulos, o sea que o el autor espabila que ya va siendo mayorcito o aquí ni hay muerto ni nada de nada. Bueno, muerta si que hay porque está en el depósito de cadáveres del Instituto Anatómico Forense, eso si porque ha salido en otro capítulo. Bueno 
¡que mas da! lo importante es que antes o después lo que sea sonará.

¿Que tal os va la vida? Por aquí bien gracias, esperando llenar la bolsa de palos y retomar el golf que es un deporte que te permite jugar andando y sin darte cuenta matas la mañana (que manía con esto de matar) Por lo demás bien, muy bien diría yo para ser mas justo, porque estoy bien de salud, tengo una familia que está muy bien, ando todos los días un par de horas, tomo el aperitivo de vez en cuando y ahora me ha dado por leer el Don Apacible, de Mijail Cholojov, un tocho de 1700 páginas que todo el mundo dice que ha leído hace mucho tiempo, yo también lo digo, pero no me suena, o sea que debe ser mentira. Un poco como el Quijote ¿lo habéis leído entero? Yo tampoco. y por aquí vamos dejando pasar el tiempo que es lo que nos queda, pero siempre intentando mantener la ilusión a pesar de podemos, pero de política hablaremos en el próximo capítulo.
Un abrazo para todos/as, ser felices y hasta la próxima.
Tino Belascoaín. 





CAPITULO 69.-

El despacho de Altozano Abogados estaba situado en el piso nueve de uno de los mas modernos edificios de la capital de España situado muy cerca de la Plaza de Castilla. Fernando tenía la costumbre, desde que sufrió el infarto, de ir andando con lo que mataba dos pájaros de un tiro, por un lado hacía casi dos horas de ejercicio con lo que cumplía las recomendaciones del cardiólogo y por otro disponía de todo ese tiempo para ir poniendo orden en su cabeza y  llegar habiendo planeado un poco el día a día.
Iba caminando por la acera, con un buen ritmo, un pequeño maletín de mano de Loewe, una gabardina sobre los hombros de un traje a medida y el eterno sombrero que le hacía compañía de manera permanente cada vez que salía a la calle aquellas mañanas frías del invierno madrileño. Se paró unos minutos a tomar un café en una cafetería Mallorca acompañado de un recién horneado bollo suizo y en unos pocos minutos llegó al portal de su despacho donde el portero, como todas las mañanas, le saludó con un buenos días D. Fernando ¿cómo se presenta el día?,  El Jefe le dio el maletín y la gabardina y se introdujo en el amplio ascensor que lo subió en unos pocos segundos al piso nueve. A escasos metros de la puerta un taxi se detuvo casi a la vez y por la ventanilla una pequeña cámara fotográfica captó el momento en que Fernando Altozano entraba en el domicilio.
Aproximadamente a los diez minutos entró una chica que a Mamen, que permanecía en el interior del taxi, le pareció que era Ana Segura, una secretaria que tuvo Fernando cuando le dio el infarto. No había cambiado mucho a pesar de los años transcurridos cuando llevaba informes y papeles a la casa del Abogado mientras éste, siguiendo escrupulosamente las indicaciones médicas hacía un reposo relativo. Mamen le hizo un par de fotos y ya apoyada en el respaldo del asiento posterior del taxi permaneció unos minutos tratando de atar cabos. El taxista la miraba a través del espejo retrovisor y no pudo por menos que preguntarle si era una detective privado a lo que Mamen le contestó con una sonrisa que disimulaba su profunda pena, que no, mas bien soy una mujer enamorada y engañada por su marido. Dicho lo cual abrió su  bolso de piel de cocodrilo, sacó del monedero un billete de cien pesetas y se lo entregó al taxista. Cuando Mamen cerró la puerta del vehículo, el taxista desde la ventanilla abierta le deseó suerte en sus investigaciones.
El ascensor subía lentamente hasta llegar a la  planta novena. Si Mamen, que conocía muy bien el despacho de su marido, giraba hacia la derecha, se encontraría con María, la secretaría de toda la vida, pero si en lugar de seguir por ese camino, giraba a la izquierda, a través de una escalera interior podía entrar al despacho sin ser vista por nadie. No sabía muy bien que táctica elegir, pero lo que si sabía es que ésta vez no sería como siempre una mujer reflexiva si no que obraría según le dictara el corazón y en ese momento su corazón le decía que lo que tenía que hacer era entrar sin llamar en el despacho y así lo hizo.
Fue un momento de lo mas sorprendente para Fernando que se encontraba sentado en uno de los sofás del amplio tresillo situados a un lado de la puerta que Mamen había abierto bruscamente. Tenía el rostro desencajado, sin chaqueta, el último botón de la camisa sin abrochar y la corbata fuera de su sitio, él que siempre llevaba el nudo minuciosamente en su lugar. Su postura era de total  abatimiento y su sorpresa aun mayúscula. De espaldas, como si estuviera oteando el cielo de Madrid, una chica de melena larga rubia aspiraba el humo de un cigarrillo mientras se daba la vuelta comprobando que en el quicio de la puerta estaba Mamen, sin arreglar, con unos pantalones de andar por casa, una camisa con un pañuelo anudado al cuello y con cara de pocos amigos
-      ¿Se puede saber que está pasando? – Mamen se dirigía directamente a su marido.
Fernando abrió los brazos como dando a entender que no había nada que explicar, luego miró al suelo y se quedó con gesto pensativo hasta que reaccionó:
-      No preguntes nada, porque me imagino que si estás aquí es porque ya sabes lo que está pasando ¿ o no?
-      Esta noche he oído tu conversación con Ana – Mamen se volvió a hacia la joven secretaría que parecía haber madurado desde aquella época en que iba a su casa cargada de papeles y despachaba con Fernando todas las mañanas. Ahora ya no era aquella jovencita de piernas largas y minifalda que hacía las delicias del Abogado, no, ahora era una mujer madura, con modales refinados, muy bien vestida y que trataba de no intervenir, aunque permanecía atenta al desarrollo de los acontecimientos – comprenderás que después de oir eso de un asunto muy importante y te quiero, mi amor. etc..etc tenga una cierta curiosidad por saber lo que pasa ¿no te parece una postura razonable?
-      Por favor, Mamen, por favor – Fernando se sujetaba la cabeza con ambas manos – estoy metido en un lío y apareces tú.
-      Señora......... – Ana trataba de intervenir
-      Tú te callas - le indicó Mamen y en la mirada hacia aquella mujer iba reflejada toda su decepción – ahora estoy hablando con mi marido y quiero saber su opinión no la tuya
-      Pero señora ……
-      Te he dicho que te calles. El que tiene que dar explicaciones es él, no tu.
Fernando se levantó y se interpuso entre las dos mujeres y mirando fijamente a Mamen trataba de hacerla comprender que entre Ana y él no había absolutamente nada.
-      Ya se que te parecerá imposible, pero es la verdad – Fernando se acercó a su ex secretaria -  hace mucho tiempo que no la veía y el hecho de citarla aquí es porque el tal Alvaro Cuesta me quiere hacer chantaje y la está utilizando igual que a mi ¿lo entiendes?
-      No – Mamen se mantenía en sus trece - ¿como quieres que me crea tal barbaridad? ¿me has visto cara de tonta? Y eso del teléfono de mi amor, ,cariño, no se que ¿eso también entra dentro del jueguecito?

Mamen miraba hacia la exsecretaria con cara de pocos amigos y a la vez hacia su marido implorando alguna explicación convincente. Ana sentada en el sillón con una copa en la mano a pesar de ser muy temprano por la mañana, respiraba con cierta dificultad y mantenía los ojos muy abiertos esperando la explicación del Abogado. Mientras tanto Fernando daba pequeños paseos desplazando sus relucientes zapatos por la moqueta beis que hacía mas confortable el suelo de su despacho.
-      Mamen, quiero que me escuches con atención – Fernando se acercó a su mujer- tienes que creerme, aunque yo comprendo que no tiene que ser fácil. Lo primero y principal es que yo te quiero a ti y que Ana fue algo en mi vida, pero de eso hace mucho tiempo y desde entonces no he tenido ninguna relación. Si es verdad que nos hemos visto, siempre en hoteles, eso es verdad, pero no por lo que estás pensando si no por motivos mucho mas importantes
-      ¿Tú crees que yo me voy a creer algo de todo lo que me estás contando? – Mamen lo miraba con dureza
-      Espera a que termine y luego piensa lo que quieras, pero primero deja que te cuente. Es una historia larga – Fernando se sirvió una taza de café solo - ¿quieres una?
-      No
-      Todo empezó hace nueve años. Si, si, parece que fue ayer pero así llevo nueve años. Como sabes, eso si que no puedes negarlo, empecé a trabajar  con la familia Mejia de Méjico, era como su representante en España y a través de varias sociedades interpuestas que fuimos creando, el dinero llegaba a España como si lo regalaran. Naturalmente empecé a hacerme rico, no hacía preguntas y el negocio funcionaba, pero un día, como te digo hace nueve años, un representante del Ministerio del Interior vino a verme y me explicó que desde hacía muchos años estaban intentando descubrir una red de narcotraficantes que, a través de nuestro país ingresaban grandes cantidades de dinero en diferentes paraísos fiscales y que conocían perfectamente todas las interioridades de esa red. Sabían que yo ya no era útil para esa organización y su propósito era acabar con mi vida de una manera lo discreta, sin levantar sospechas, pero a ser posible sin crear ningún escándalo en el que se pudieran ver involucrados. Por otra parte, la Unidad de Seguimiento del Ministerio del Interior, habían logrado introducir a una de sus agentes y les iba enviando información de manera puntual.
-      ¿No me digas que la espía era Ana?
-      Espera, no te adelantes a los acontecimientos  - Fernando terminó de un sorbo los restos del café que permanecían en el fondo de la taza que tenía en su mano izquierda – como comprenderás traté de buscar la mejor manera para evitar que sucediera lo que me estaban contando y no tuve mas remedio, eso si, por decisión propia, que contarles todo lo que sabía sobre la organización de los Mejías y a continuación me propusieron y yo acepté que me uniera a ellos y colaborara en todo. La única condición era que nadie supiera absolutamente nada de todo esto, porque si  no, la operación no llegaría a buen puerto. Para darle una mayor credibilidad a ese montaje, los de Ministerio del Interior pensaron que lo mejor es que yo tuviera una amante, digamos oficial y así volvió a aparecer Ana en toda esta historia.
-      Ya – Mamen tenía  una expresión en su cara que daba toda la impresión que estaba dispuesta a no creerse ni una sola palabra.
-      Espera – Fernando la interrumpió cuando estaba a punto de protestar – espera que termine y luego me haces todas las preguntas que quieras. Lo primero que hicieron para que tragaran el anzuelo fue organizar una fiesta en la que Ana se insinuase conmigo y así ellos
-      ¿Quiénes son ellos?
-      Los Mejías, Mamen ¿quiénes van a ser? – Fernando retomó el relato – ellos  creerían que yo los podría delatar y se dedicarían a seguirme a mi y dejarían un poco mas tranquila a Ana. Todo estaba tan bien planificado que ella y yo teníamos que ser amantes y como los teléfonos estaban pinchados, de eso estábamos seguros, casi con seguridad que picarían el anzuelo y en eso estábamos. Ahora mismo, si todo esto te parece una mentira llamamos al Inspector Gonzalez Alviar y ya verás como te confirma, punto por punto, todo lo que te he dicho
-      ¿No dices que los teléfonos están pinchados?
-      Si, pero ellos creen que mi despacho está instalado al otro lado de la planta  y de hecho allí es donde tienen instalados sus sistemas para oír absolutamente todo. Aquí no hay problemas. Aquí tenemos las grabaciones normales de cualquier despacho
-      ¿Y que pinta en todo esto Alvaro Cuesta?
-      Esa es la segunda parte de la historia – Fernando se sirvió otro café – Ayer me confirmaron desde la oficina del Ministerio que el Médico ese de la UVI forma parte de la organización de los Mejías desde hace aproximadamente dos meses y que han decidido que sea él el encargado de retirarme de la circulación pero haciendo que parezca un crimen pasional y por eso necesita enamorarse de Ana, pero de paso, está claro que este tipo tiene poco de tonto, se monta una chantaje para que yo le de un montón de millones de pesetas y entonces desaparece y si te he visto no me acuerdo
-      ¿Se iría con Ana?
-      Eso es lo que estoy tratando de descubrir porque tanto al Ministerio como a mi todo lo que está pasando nos parece muy raro
-      ¿Me estás diciendo que Alvaro Cuesta no solo pertenece a una organización mafiosa si no que además es un chantajista?
-      Según el Ministerio del Interior así es y por ahí es por lo que yo entiendo que apareciera en mi despacho.
-      Pero ¿tu sabes tanto de esa organización como para querer matarte?
-      Bueno – Fernando sabía que para que la historia resultara creíble tenía que contarle toda la verdad – se bastante mas de lo que parece a primera vista, entre otras cosas porque cada una de las sociedades creadas tienen un capital mínimo de cien millones de pesetas y ese dinero yo no se exactamente de donde ha salido, pero tonto no soy y conociendo sobre todo al viejo Mejías estoy seguro que tiene que proceder de negocios poco claros
-      O sea que eres de alguna medida como un colaborador del narco mas importante de Méjico.
-      No como un colaborador, Mamen, no, soy su mano derecha en España y aunque hasta ahora no me han pedido ningún favor, digamos especial, estoy seguro que en poco tiempo lo iban a hacer, pero me da la impresión que el tal Alvaro Cuesta se ha adelantado y trata por su cuenta de aprovecharse de la situación, ya se sabe que el que roba a un ladrón........
-      Perdóname Fernando pero sigo sin entender que pinta el Dr. Cuesta en toda esta historia.
-      Yo tampoco lo entiendo muy bien, pero a los hechos me remito.
Mamen trataba de creer a su marido ¿porqué no iba a hacerlo si desde hacía años tenía la certeza que le era completamente fiel? Si que es verdad que últimamente ganaba mucho dinero, pero el hecho de crear sociedades de mayor o menor legalidad no era como para querer matar a nadie, claro que si por en medio andaban los narcotraficantes todo era posible, pero seguía sin entender que pintaba en todo esto el Dr. Cuesta y si eso era así, ¿porqué Ana estaba metida en todo ese lío? ¿sería verdad que era la novia de Alvaro y entre los dos habían planeado todo?
-      El hecho de que Ana esté aquí es porque me gustaría que me contase que hay de verdad y de mentira en su supuesta relación con el Dr. Cuesta
Ana miraba con expresión decidida, sabía que había llegado su momento y no tenía ninguna razón para permanecer callada
-      Ya lo he hecho y su respuesta no me ha gustado.
-      ¿Por qué?
-      No lo se – Fernando se movió inquieto – y lo peor es que a los del Ministerio también les parece raro. Posiblemente se trate de una agente doble  y es lo que trataba de investigar cuando has entrado en el despacho.
-      Mira Fernando – Mamen trataba de descubrir algún misterio en lo mas profundo de los ojos de su marido – a mi todo esto me parece una novela de ciencia ficción o una película de espías y no se que pensar
-      Yo tampoco – Fernando daba vueltas y mas vueltas por el amplio despacho – pero hay una cosa evidente y es que Alvaro por alguna razón que no llego a alcanzar lo que quiere es hundirme para sacar algo contigo. No se por que pero es lo que me parece.
Ana se levantó del sillón y se asomó a la ventana. Mamen la miraba como tratando de entender que pintaba en toda esa historia. La exsecretaria dejó la copa encima de la mesa y se volvió lentamente
-      ¿Puedo hablar o todavía no?
-      Si – contestó Mamen – me interesa saber tu versión una vez que he oído la de mi marido. Cuenta todo lo que sepas sin omitir absolutamente nada.
-      Muy bien – Ana se sentó lentamente – lo primero que quiero que sepa es que su marido dice la verdad. Eso es lo mas importante y lo segundo es que usted miente, si, si no ponga esa cara que ahora se lo explico. Es verdad que entre Fernando y yo hubo una cierta relación hace no se cuantos años, es verdad, pero aquello terminó y por una razón que para usted debía ser un orgullo y es que a quien realmente quería era a usted y a sus hijos. Por nuestra parte y eso supongo que se lo puede confirmar Fernando hubo pasión durante unas semanas y nada mas y luego el destino nos volvió a unir pero esta vez por motivos muy diferentes. Yo entré en el Ministerio del Interior y me destinaron a una Unidad no realmente antidroga si no para investigar a los capos de la droga, sobre todo, colombianos y mejicanos y así volví a contactar con su marido y me di cuenta que había mucho que investigar porque la capacidad de organización del Abogado Altozano supongo que la conoce usted mejor que yo y había creado un complejo de sociedades interpuestas que no había por donde entrar. En esas estábamos cuando descubrimos también por casualidad que el Dr. Alvaro Cuesta había tratado, de manera clandestina a viejo Mejías y se podría decir que le había salvado la vida después de un grave episodio de hipertensión cerebral o algo así y se estableció una muy buena amistad entre ellos y casi sin darse  cuenta lo introdujeron en la red con la sola  intención de relacionarlo con Fernando. Total que un día me conoció a mi y debo reconocer que me enamoré como una colegiala de Alvaro lo cual no debía ser muy difícil porque otras ya lo habían hecho antes – en ese momento Ana miró directamente a Mamen – entre ellas usted, curiosamente la misma que se pone como una hiena cuando oye que su marido tuvo una relación conmigo cuando fue mucho mas corta que la de usted con el Dr. Cuesta.
Fernando se volvió hacia su mujer y ahora, como si se hubieran invertido los papeles, era él quien la miraba con la pregunta en el aire
-      Te puedo explicar todo – Mamen permanecía sentada con expresión tranquila y los argumentos van a ser los mismos que has utilizado antes conmigo. Comprendo que es difícil de entender pero ten confianza y ahora soy  yo la que te pide paciencia y no te creas todo lo que dice Ana. Es verdad que yo también tuve una corta relación con el Dr. Cuesta, es verdad – Mamen estaba dispuesta a contar toda la verdad – todo empezó en el Hospital mientras tu estabas ingresado en la UVI. Es una de esas personas que te inspira confianza y cuando estás en la puerta de un sitio como ese lo que estás deseando es que alguien te haga caso, te entienda y te ayude y ese fue el caso del Dr Cuesta.
-      Ya y esa confianza te va envolviendo y a la cama con él ¿no? – Fernando iba subiendo el tono de voz
-      No – contestó Mamen con tranquilidad- las cosas no son como tu te las imaginas. No es aquí te pillo y aquí te mato. Si empezamos a tener una cierta confianza entre nosotros, pero tu ya no estabas en la UVI cuando estuve con él
-      ¡Solo faltaba!
-      Bueno tú también estabas con otra – Mamen  le dirigió una mirada a Ana que permanecía de pié mirando por el amplio ventanal - cuando yo estaba pariendo, o sea que vamos a dejarlo. Yo lo que quiero es hablar con Alvaro Cuesta para que lo mismo que Ana ha contado su versión él cuente la suya – Mamen tasmbién se levantó – creo que los tres aquí presentes y también Alvaro Cuesta hemos cometido errores, es verdad que hace mucho tiempo pero errores al fin y al cabo y lo mejor es aclararlos entre todos. Yo debo reconocer – esta vez se dirigía a su marido – que he estado a punto de contártela en varias ocasiones pero por unos motivos u otros no encontré el momento y por eso ahora vienen estas cosas, pero ya te digo que lo mejor es que hablemos entre los cuatro - Mamen estaba segura que una entrevista con Alvaro Cuesta aclararía la situación – pero tengo que hablar con él – sacó del bolso una pequeña libreta y tomando el teléfono marcó un número
-      ¿Alvaro?
-
-      ¿Cuándo puedo hablar contigo? Es muy urgente
-
-      Bien, en un cuarto de hora estoy en el Hospital – colgando el teléfono a continuación.