viernes, 30 de septiembre de 2011

PEPI: LA ENFERMERA JEFE 2º CAPITULO

Queridos blogueros Belascoaines o no: Como no tengo ninguna experiencia en esto de las nuevas tecnologías ni tampoco se si antes de cada capítulo es necesario escribir algo, ante la duda os cuento mi vida que nunca está de mas.
Parece ser que hay problemas para entrar en el blog o por lo menos para escribir vuestro comentarios. Ya se lo he comentado a Tito y dice que mañana lo mirará, pero que le parece raro. Yo que se, el caso es que no recibo vuestros comentarios y en el fondo, para que os voy a engañar, me fastidia un poco porque me interesan vuestras opiniones.
Estaba pensando tardar un poco mas para enviar el segundo capítulo de la dichosa Pepi, pero tengo tantas cosas pendientes que casi lo mando ahora y una cosa menos.
Ayer revisé una caja donde he ido dejando los viejos escritos, aquellos de cuando escribía a mano y de allí, como si fuera la chistera de un prestidigitador, han salido varias novelas, cuentos, relatos cortos o sabe Dios lo que es esto, pero que no me acordaba de haberlos escrito con lo cual tengo mas historias para que os entretengáis leyendo, pero de verdad os lo digo que espero vuestras opiniones.Lo que si que es cierto es que yo noto, no digo que escriba mejor, que posiblemente también, si no que dejo escrito lo que quiero y tal como quiero, o sea, que soy y quiero ser el único responsable.
Revisando por ahí, han aparecido algunos cuentos para los sobrinos, alguno para mis nietos y uno especial que ni me sonaba y es una especie de entrevista con mi madre, la Abuelabis, para los mas pequeños. Ha quedado bastante bien y seguro que alguna lagrimilla, aunque sea disimuladamente, caerá por vuestras mejillas, pero todo se andará.
De momento ahí va la segunda y última entrega de la Enfermera Jefe, espero que os guste
Un abrazo para todos y nos vemos en la boda de Santi Vazquez de Prada


PEPI LA JEFA DE ENFERMERAS

2º CAPITULO

Habíamos dejado a nuestra Pepi creciendo poco a poco en su Zamora natal y cuando retomo esta historia ya era toda una “pollita”. En su casa era mimada de manera especial por aquello de ser hija única y muy deseada, las comidas se hacían al gusto de la niña y hasta las salidas de Don Eufemiano y Dña Rosa María se veían alteradas porque a la niña no le gustaba quedarse a sola. Algunas veces, las menos, que se quedaba con el Servicio, Encarna y Dorotea, lloraba como alma que se lleva el diablo y para colmo las dos se encargaban de enseñarle cosas que, en opinión de Doña Rosa María, una niña bien, educada en Las Jesuitinas y vestida en Neguri, no debería de aprender porque, otra cosa no, pero Doña Rosa María sabía que esas dos “pueblerinas”, por llamarlas finamente, la habían enseñado expresiones tan poco adecuadas como decir que “las croquetas estaban como para mear y no echar gota”o aquella otra que un día Pepi soltó en la mesa y que le costó no salir en una semana de casa y múltiples lágrimas de Doña Rosa María que rezaba todas las noches a su Virgen de las Angustias para que no repitiera aquello de “caca, culo, pedo, pis” o aquello otro de “gili y lo que sigue”. Don Eufemiano estuvo dos días sin acudir a su trabajo por una especie de depresión y se pasaba el día repitiendo: Dios mío, Dios mío, ayúdanos por lo que mas quieras para que esta niña no nos salga puta porque si con solo diez años dice las cosas que dice, ¿que dirá cuando tenga veinte? y volvía a agachar la cabeza en actitud de profunda meditación.

Andaba en una de esa Don Eufemiano cuando aprovechando que era jueves, que la Encarna y la Dorotea tenían la tarde libre y que los jueves ya se sabe lo que tenía que pasar, que aprovechó que Doña Rosa María estaba trajinando en la cocina para que, acercándose por detrás, en plan violador, le subió la estrecha falda, le bajó todo lo que encontró entre medias y nunca mejor dicho, y encima de la mesa de la cocina consumó el acto matrimonial. Nada ni nadie fue capaz e detenerlo, ni siquiera los gritos de Doña Rosa María que se estaba clavando una tabla de quesos en la rabadilla y que en vista de que su solicitud que se quitara de encima no surtía el menor efecto, decidió, como siempre, empezar a jadear, a pedir mas, mucho mas, mientras que con el rabillo del ojo vigilaba un redondo de ternera que tenía al fuego en la seguridad que le sobraría tiempo para acabar con este ataque por sorpresa de Don Eufemiano y hasta le dio tiempo para darse cuenta que había que pintar el techo de la cocina antes del verano porque se estaba desconchando.

Fruto de esta relación Doña Rosa María se quedó embarazada y a los nueve meses tuvo a su segunda hija, Loli, para desgracia de la primera que dejó de ser la heredera universal. Don Eufemiano, al que el segundo embarazo le había dejado una profunda huella, viajaba todos los lunes y todos los jueves a Madrid porque según él, le habían nombrado secretario de la Federación de Municipios, pero según vox populi, el futuro padre no salía de la provincia de Zamora y se retiraba con su amigo Fermìn Perez de Toledo a una finca que tenía próxima y allí se dedicaban a conspirar contra el Alcalde acompañados de manera sistemática por dos petits putitas que les suministraba generosamente Doña Manolita con la condición que volvieran a casa no mas tarde de las doce para no levantar sospechas. Ellas encantadas porque obtenían pingues beneficios y ellos felices y encima en el caso de Don Eufemiano, nunca estaba ni los lunes ni los jueves en casa con lo que no tenía que cumplir.

El día que nació nació Loli, un siete de Marzo, Pepi supo que su reinado se había terminado y se volvió una niña insoportable, que prácticamente no salía de su cuarto y se pasaba el día molestando, sobre todo a su padre, poniendo a todo volumen la música de “Los Pecos” cuando sabía que a él lo que le gustaba de verdad eran los cuplés y sobre todo aquel de Sara Montiel que decía “fumando espero al hombre que yo quiero”



SE ME OLVIDABA QUE TENGO QUE HACER UNA PAUSA

Es lógico que se me olvide porque ya no estoy en el Ambulatorio y por lo tanto no pasa por delante Pepi, pero casi mejor porque así me invento lo que quiero sin interferencias, pero al Ambulatorio, igual que al Rocío, antes o después tengo que volver y ya me fijaré si continúa por allí. Seguro que si.


VOLVAMOS A LO NUESTRO

Pepi cada día mas grande y cada día mas insoportable. La adolescencia la iba pasando malamente y cuando cumplió los quince en vista que la situación no había cambiado nada, los padres, aconsejados por un psicólogo argentino, de donde iba a ser si no, decidieron con gran dolor de su corazón que lo mejor para su educación era enviarla interna al Colegio de las Mercedarias en La Bañeza. El día que sus padres se lo comunicaron fue el día de San Leonardo, fiesta local y fue como consecuencia que les hizo la Directora de las Jesuitinas, Sor Rosa de Lima, quien les comunicó que su “niñita” tenía que repetir curso porque no se había esforzado nada. Pepi se lo tomó como se tomaba todo en aquella época, no me queréis , me echáis de casa, mejor para mi así no tendré que veros y mil cosas mas propias de su monumental enfado.

Aprobó todo el curso en la Bañeza y decidió que quería estudiar Enfermería y el mejor sitio, era Santiago de Compostela. Don Eufemiano le entendió perfectamente y aunque era un importante sacrificio para su deficiente economía, que le iba a hacer, Si la niña quería Santiago, no había mas remedio. Doña Rosa María continuaba con sus oraciones porque era despegarse un poco mas de la familia y aquello no podía terminar bien.
Don Eufemiano habló con el Sr. Freire que era Delegado de Cultura del Ayuntamiento de Santiago y con el que le unían unos profundos lazos de amistad de cuando ambos preparaban oposiciones en Madrid. Después de varias conversaciones telefónicas llegaron a la conclusión que lo mejor sería que Pepi pasase el primer año en un colegio mayor y a partir del segundo viviría en un piso con algunas amigas, bajo la supervisión de Doña Fina, la mujer del Delegado.

Pepi llegó en Octubre, el cielo parecía haberse enemistado con el Apostol y las gotas de lluvia deambulaban por todos los recodos de las estrechas rúas y el ambiente del que tanto le habían hablado brillaba por su ausencia. Pepi
no se hablaba con nadie hasta que una mañana la Directora la llamó a su despacho y la obligó a ir al Hospital

- Me parece bien que el clima no acompañe, pero así no podemos seguir o el Hospital o te vas a tu casa, pero para estar en la cama no es necesario que estés en Santiago ¡tú decides!

Total que Pepi se armó de valor y apareció en el Hospital donde conoció a Rosiña, hija de un farmacéutico de Tuy y repetidora de primer año. Estaban sentadas en el último banco de la clase y la gallega rompió el hielo:

- Oye – le dio un pequeño codazo mientras se dirigía a ella con un marcado acento gallego - ¿tú eres nueva?
- Si – contestó la zamorana
- Anima esa cara mujeriña que tampoco es para ponerse así
- Perdona pero llevo una semana en Santiago y es la primera vez que salgo a la calle.
- No te preocupes – Rosiña le dio otro golpecito en la rodilla derecha – eso le pasa a mucha gente los primeros días, pero luego se les pasa. Ya sabes que hay un dicho popular que dice que en Santiago se entra llorando y se va uno llorando
- Espero que sea así porque si no, estoy apañada

Pepi miró al resto de sus compañeras que atendían las explicaciones de un joven profesor. Eran un total de treinta y cinco y la mayoría parecían bastante mas mayores que ella. Estaban todas muy atentas a las explicaciones de un joven de barba arreglada, pelo muy bien peinado, que miraba timidamente a las nuevas alumnas y parecía querer esconderse detrás de un traje gris marengo.

- ¿Quién es? – preguntó Pepi
- Es el profesor de Fisiología, hijo del catedrático de Anatomía. Es Manuel Figueirido, pero todo el mundo le llama Lolo. Ahí donde lo ves que parece una mosquita muerta, creo que es un mujeriego de padre y muy señor mío y según dicen las malas lenguas si un día te invita a dar un paseo por La Herradura es con la única idea de meterte mano sea como sea y siempre en un banco situado a un metro de la estatua de Rosalía de Castro.
- Que cara mas dura – Pepi no le perdía de vista y en una de las explicaciones anatómicas sus miradas se cruzaron y aunque él desvió la vista rápidamente, en aquella décima de segundo parecía como si Cupido se hubiera cruzado en sus caminos – Por cierto ¿que es La Herradura?
Rosiña, con la intuición propia de cualquier mujer, se dio cuenta de la miradita y mirando para el techo exclamó
- Ay filliña, tú serás de las que entraste llorando y saldrás llorando, ya lo verás

La premonición de su única amiga en Santiago se cumplió antes de lo que pensaba y como a los tres días Pepi ya había recibido una tarjeta de visita invitándola a salir el sábado a las seis de la tarde, firmado Lolo. La cita era en El Derby un bar antiguo y clásico ubicado en el casco antiguo, aunque un poco alejado de la Catedral. En esa nota la invitaba a salir y la aconsejaba que fuera con botas porque daría un paseo por La Herradura y ese día con impaciencia. Firmado Lolo Figueirido.

Al leer la nota Pepi se ruborizó en la oscuridad de su habitación y se palpó sus pechos firmes como preparándose para la función que se avecinaba.
Y tú, lector inteligente ¿crees que le metería mano bajo la estatua de Rosalía de Castro en lo mas recóndito del amplio paseo de la Herradura bajo la tenue luz de la luna y protegidos por un paraguas? Yo pienso como tú, para que nos vamos a engañar, seguro que si y desde entonces Pepi sentía la necesidad de alguien, lo de menos es quien, que le acariciase sus pechos y aunque nunca se había acostado con ningún hombre, se imaginaba que eso de hacer el amor era como lo que habían hecho Lolo y ella debajo de la estatua de la poetisa gallega, pero en la cama y casados. No podía imaginar un placer mayor.

Poco antes de terminar la carrera y después de muchos fines de semana en que ella y su pretendiente pasaban muchas horas sentados ¿te acuerdas donde? Muy bien, ya veo que lees con atención, efectivamente sentados debajo de la estatua de Rosalía de Castro, Lolo paseaba ambas manos por el pecho desmelenado de nuestra Pepi, cuando en un alarde de osadía digno del mas infame de los sinvergüenzas, intentó cambiar de dirección una de sus manos y la deslizó suavemente hacia abajo, primero por debajo de la falda e intentándolo mas dentro todavía. Cuando estaba a punto de conseguirlo, Pepi, nuestra Pepi, la Pepi de Zamora y de España entera, se deshizo del abrazo y herida en lo mas profundo, le espetó con firmeza:
- Lolo, para eso nos tenemos que casar

Y ahí empezaron los males de nuestra Pepi, terminó la carrera, se fue de Santiago llorando, no quiso volver a su Zamora natal y se vino para la capital, primero haciendo suplencias en un Ambulatorio, luego como Enfermera en una Residencia Sanitaria de la Seguridad Social y finalmente Jefa de Enfermeras del Ambulatorio de Majadahonda donde tenía la difícil tarea de gobernar nada menos que a seis Enfermeras de tropa y todo esto sin conocer varón.

¡Que pena! si llega a conocer su trayectoria en la vida seguro que Lolo hubiera llegado bastante mas lejos en sus recorridos por el cuerpo de nuestra Pepi y ahora sería la mujer de Don Manuel Figueirido, pero lo primero es lo primero y como se dice vulgarmente “ mas vale honra sin barcos que barcos sin honra”

Y bien querido lector, si es que hay alguno, esta historia toca a su fin. Podía, por qué no, seguir inventándome situaciones vividas por la protagonista pero todas terminarían con un “Lolo, para eso nos tenemos que casar”

En fin, espero que si algún día estás sentado en alguna sala de espera, no digas que no porque antes o después lo estarás y veas pasar a una enfermera así como de media edad, con cara de pocos amigos y pinta de Jefa no se te ocurra decir “Lolo nos tenemos que casar” porque yo hice una vez la prueba y casi me cuesta un disgusto, posiblemente porque se lo dije a alguna de las muchas Pepis que pululan por la Seguridad Social

Y colorin colorado este cuento se ha acabado.

domingo, 25 de septiembre de 2011

PEPI LA ENFERMERA JEFE. 1º CAPITULO

Queridos blogueros seguidores de este blog: ( Posiblemente termino antes si digo querida familia y si hay alguno que no lo sea que me perdone) Han sido millones las opiniones recibidas después de la inauguración ¿se dice así? de este blog que hasta la SGAE se ha puesto en contacto para saber donde meter tanto "parné" como el que este blog va a generar. La calle llena de gente pidiéndome, por favor, que empiece a publicar ya, que no aguantan mas, que no he tenido mas remedio que hacerlo para evitar que la Urbanización donde vivo se convierta en una nueva Puerta del Sol donde se queden a dormir millones de indignados porque no pueden leer mis "creaciones literarias" y ahí va el primer capitulo del primer escrito digamos oficial que vió la luz allá por el año 1990 y que milagrosamente (digo milagrosamente porque es bestial mi capacidad para borrar en el ordenador cosas que quiero conservar, si, ya se que te avisa y hasta que las puedes recuperar yendo a la papelera de reciclaje, pero hasta ahí podíamos llegar. Uno es pobre pero honrado y andar mirando las papeleras me parece excesivo) Bueno pues está en un viejo pen-drive y al revisarlo para copiar y pegar aquí, me he dado cuenta que no debo publicar nada sobre nadie conocido y en vista de eso lo he rehecho de tal manera que nadie puede ni siquiera adivinar y el que diga lo contrario miente como un bellaco, quien es la tal Pepi. Es mas ni yo se quien es, pero me lo he pasado bien que es de lo que se trata reescribiendo esta historia y todavía queda el segundo capitulo y hasta a lo mejor un tercero, que si las cosas van como deben de ir, lo enviaré en una semana, o sea, que ánimo y a leer
Espero vuestras opiniones, pero tener en cuenta que soy nuevo en esto y así, como quien no quiere la cosa, nos carteamos en plan moderno
Un beso para todos


PEPI : LA JEFA DE ENFERMERAS



No hay cosa mejor que ser observador. Si, si, aunque parezca mentira así es, sobre todo cuando estás en determinadas situaciones. Por ejemplo, esta historia, cuento, novela corta o lo que sea fue por ese motivo. Estaba yo un día en la sala de espera de mi Médico de Cabecera, la verdad es que no voy nunca pero había sufrido una especie de dolor precordial y necesitaba papeles para la baja, bueno pues estaba allí sentado, mirando como una enfermera así como de media edad no paraba de entrar y salir por una puerta al lado de la que tenía que entrar yo. Aquello era un ajetreo que mas parecía una obra de teatro de esas de enredo que una consulta de enfermería, pero el caso es que la buena señora no paraba y entonces se me ocurrió pensar como sería la vida de esa señora y claro entre mis dotes de observador y mi mas que probada imaginación para ponerme en cualquier situación, pues de ahí nació este escrito. Como es lógico, yo a esa enfermera no la había visto en mi vida y por lo tanto raro es que supiera algo de su familia o cualquier otro dato, pero solo era cuestión de imaginarse todo y luego pasarlo a un papel, porque claro, a pesar que hay gente que dice que un escritor (y mas un alevín de las letras como yo) escribe en cualquier parte, eso no es verdad. Yo escribo en la intimidad de mi cuarto, en mi mesa de trabajo, con mi luz, mi música y todo lo necesario para estar mas a menos a lo que hay que estar.

De esa mujer solo sabía que se llamaba Pepi, porque alguien la había llamado por su nombre y que era la Jefa de Enfermeras de ese ambulatorio lo suponía porque entraba y salía del despacho donde lo ponía en la puerta . Lo mas que puede pasar es que fuera enfermera de tropa en cuyo caso sería peor para ella porque, (como puedes suponer querido lector, me gusta eso de querido lector, porque ya supongo que no habrá mas de uno,) a mi me da igual que sea la Jefa o la última de la plantilla, total me voy a inventar todo ¡que mas me da!

Para empezar a abrir boca nos podemos plantear ¿dónde habrá nacido esta buena mujer? No tengo ni la menor idea, pero por el aspecto ha debido ser la típica señorita de provincias, o sea que puede haber nacido, por ejemplo en Zamora ¡a que si! ¿ves que fácil?. Una cosa menos y ¿de quien era hija? Eso si que es fácil de imaginar, perfectamente podía ser hija de un empleado de toda la vida del Ayuntamiento de Zamora y hombre de confianza de los distintos Alcaldes que pasaron por la ciudad. Era Don Eufemiano , el típico funcionario, no muy importante, pero tampoco “un chisgarabís”, con su pajarita azul, su pelo ondulado siempre muy bien peinado y su chaqueta de twed comprada en Madrid, se trataba de un hombre de bien, marido cumplidor y servicial y padre amantísimo de sus dos hijas, Pepi y Loli. Asistía con regularidad a su trabajo que alternaba con varios cafelitos a lo largo de la mañana en el bar de enfrente del Ayuntamiento y al que el dueño, que por cierto era el Señor Alcalde, había puesto el nombre de acuerdo con su ubicación y así en la fachada destacaba un rótulo escrito con letras antiguas: Bar “El Consistorio” y debajo, construido en 1895 lo que evidentemente no se correspondía con la realidad porque lo había fundado a los dos años de ser nombrado Alcalde Don Aniceto y eso habia sido en 1985, nada menos que cien años después, pero ese pequeño detalle no le importaba a nadie, lo importante es que el café estuviera bueno y eso si que estaba garantizado


PERDON POR LA INTERRUPCION

¿Por donde iba? Perdón, pero me he despistado porque un señor me pregunta si yo soy el último para D. Luis, mi Médico de Cabecera y yo casi no le he contestado porque estaba embelesado con la figura de Don Eufemiano. El caso es que si que debo ser el último pero yo no le he pedido la vez a nadie y encima no tengo número. Tranquilidad, que lo único que puede pasar es que entre después del último y así, a todo hay que buscarle el lado positivo, tengo mas tiempo para pensar en el argumento de esta historia

CONTINUAMOS:

Estábamos en que Don Eufemiano, era el padre de la ilustre protagonista de nuestro cuento la Señorita Pepi. Se trataba de un honesto funcionario que, como Dios manda, iba a Misa de doce a la Catedral todos los Domingos y fiestas de guardar y después tomaba un “vermouth” en la Plaza Mayor. Su señora esposa, mujer fiel y madre ejemplar, Doña Rosa María Mateos y Rodríguez de Vivar (seguro, querido lector que con esos apellidos ya sabes la procedencia de la ilustre señora ¿a que si?) Naturalmente que era de Burgos ¡de donde iba a ser llamándose de segundo apellido asi! Y encima descendía de la pata del Cid, faltaría mas. Bueno pues Doña Rosa María solamente salía una vez a la semana con su marido y era precisamente el Domingo por la mañana, primero a Misa de doce y después a la Plaza Mayor, pero nunca tomaba un vermouth ¡que horror! y siempre departía con una copa de fino en la mano por aquello de lo que se come se cría.

Doña Rosa María era una mujer de Burgos y usted, apreciado lector, a buen seguro que se estará preguntando ¿y como son las señoras de Burgos? Pues eso, las señoras de Burgos, son de Burgos y son de esas que te encuentras en cualquier capital de provincia de este país llamado España paseando del brazo del Don Eufemiano de turno por cualquier calle Mayor, mujer elegante, pero con esa elegancia especial de las ciudades pequeñas, cabeza rubia bien peinada con un moño mas o menos historiado hecho en la peluquería de un marica que aprendió el oficio en París y luego trabajó con Llongueras en Madrid y que se puso de nombre “Josechu” porque es un nombre como muy vasco y como muy de macho, pero que en realidad, se llama Luis Antonio García Perez.

Doña Rosa María siempre pasea con abrigo de paño beige y como es una mujer de posibles y eso hay que demostrarlo, lleva al cuello un bisón y los dedos llenos de anillos. Lógicamente al llevar visón tiene que ser propietaria de una buena delantera que ella potencia con una ajustada faja que le hace destacar sus ya un poco caídos pechos ¡que pena! ella que siempre que siempre había presumido de tener dos tetas que apuntaban directamente al corazón de su querido Eufemiano y ahora con el paso de los meses si no utilizaba medios físicos mirarian hacía los zapatos de rejilla marrones y blancos que utilizaba el ilustre funcionario para pasear por el parque. Claro que pena, pena, lo que se dice pena, le daba otros atributos que, no de ella, si no de su marido y las vergas se habían ido arriando y así lo de siempre, aquello que para ella era como el palo de una bandera donde desarrollaba su exacerbado nacionalismo, se había convertido en un instrumento de difícil utilización y con muy escasas posibilidades de éxito.


PERDON OTRA VEZ

Hay que reconocer que la tal Pepi no para ¡otra vez vuelva a salir! Lo mismo la pobre está mal de la vejiga y tiene que sentarse cada cinco minutos porque si no, no se entiende. Si, no se si será, pero tiene pinta de ser de Zamora, seguro que si. Como se pare en algún momento se lo pregunto, pero va a ser difícil porque hasta ahora sale como un rayo sin mirar a ninguna parte.

NO OS PREOCUPEIS QUE CONTINUO CON LA HISTORIA

Doña Rosa María que presumía ante sus amigos de no haber probado otro barón que su Eufemiano, dedicaba el resto de la semana a mandar a dos chicas de servicio, Encarna y Dorotea, a las que obligaba servir la mesa con uniforme negro, guantes blancos y cofia de puntillas. Todas las tardes organizaba partidas de cartas y la que perdía depositaba un real con lo que Doña Rosa María repartía dádivas en el Orfanato de Zamora que estaba muy necesitado de aportaciones como la suya. Además, los días 1 y 15 de cada mes, acompañada de su marido visitaba la Iglesia de San Bartolomé y hacían la novena a Santa Renata patrona de las mujeres descarriadas. Todas las noches, a las nueve, Doña Rosa María esperaba a su marido sentada en una mesa camilla situada en una galería desde la que divisaba la calle Real y desde tan excelente ubicación controlaba los avatares de la sociedad zamorana que, por cierto, eran algo tormentosos. Lo último era que Don Albino, el Registrador de la Propiedad, se había largado dos días a Valladolid con la conocida pelandrusca de vida fácil que era Doña Felicitas, la mujer de Don Felipe, el Médico de toda la vida de sus abuelos. Es verdad que estaba de buen ver pero tampoco había que exagerar.

La historia, según le había contado a Doña Rosa María, Inés la boticaria, había comenzado cuando Don Albino había comentado en la tertulia del Casino que tenía que ir a firmar unas escrituras de unos montes que había comprado recientemente en un Notarío de Valladolid y Doña Felicitas que estaba a la que saltaba, se apuntó rápidamente y según cuentan las lenguas de doble filo, parece ser que él puso el instrumento de escribir y ella el resto de la escribanía con lo que, a buen seguro, disfrutaron de unos días de descanso en el Hotel Victoria famoso en toda la comarca por estar las habitaciones decoradas con cornamentas de distintas especies, incluídas las de los Notarios, Registradores de la Propiedad y demás notables de las provincias limítrofes.


PERDON OTRA VEZ, LO SIENTO

Si, si, - pensé para mí mientras la tal Pepi volvía, otra vez a pasar por delante de todos los que esperábamos en la Sala de Espera, naturalmente que se tiene que llamar así, para eso estábamos todos esperando – tú sigue pasando que te vas a enterar como mientras tanto yo estoy poniendo a caer de un burro a una buena parte de la sociedad zamorana, Incluida tu familia o que te pensabas ¿que te ibas a librar? De eso nada monada. Por cierto ¿conozco a alguien de Zamora capital? Yo creo que no, o por lo menos, no me acuerdo. En fin, yo a lo mío que así la espera se hace mas corta


YA VOY, YA VOY

Durante mas de treinta años, Don Eufemiano y Doña Rosa María habían hecho uso del santo matrimonio los lunes y los jueves siendo un accidente si consumaban cualquier otro día de la semana lo que había ocurrido solo en tres ocasiones: una a la vuelta de una sesión de teatro de Manolita Chen, otra con motivo del entierro de Doña Solita, la modista y la última viendo pasar la procesión del Santo Entierro. De las dos primeras no tenía buen recuerdo Doña Rosa María pero de la última se acordaba como si fuera ahora mismo y eso que ya habían pasado, por lo menos, ocho años. El matrimonio estaba asomado en el mirador y con motivo de ver los pasos de Semana Santa habían invitado a Don Pedro Luque, Secretario del Juzgado de Primera Instancia, hombre soltero, de buen ver y de reconocido prestigio por sus correrías nocturnas por los burdeles de la capital, Cuando estaba a punto de finalizar la procesión, las luces todavía apagadas en señal de respeto, Doña Rosa María notó como una pierna rozaba su muslo y a continuación una mano, delicada y suave, se deslizaba por sus nalgas con un pequeño movimiento de los dedos lo que le producía una sensación francamente placentera. Doña Rosa María dio unos pequeños golpes en la mano mientras tosía para no ser descubierta. Sin embargo, a los pocos minutos, repetición de la jugada: pierna que roza y mano que recorre su espalda, bajando a continuación lentamente hasta llegar a sus nalgas. Doña Rosa María pierde por fin su vergüenza y decide continuar el juego convencida de la capacidad disuasoria de su invitado. Sin embargo, al desplazar su mano palpa un bulto que le resulta conocido y ante tan enorme sorpresa no puede por menos que exclamar:
- Eufemiano, por favor ¿qué te pasa? ¿no sabes que hoy no es ni lunes ni jueves?
Eufemiano apretó con mas fuerza y con el corazón ardiente contestó
- Ya lo se, pero hoy va a ser un día diferente
- ¡De ilusión también se vive! Diferente, tú si que eres diferente - pensó Doña Rosa María y así hicieron uso del matrimonio otra vez sin que ella notase algo mas que el peso de su marido, cosa que, por otra parte, era lo que le había ocurrido desde que se casaron.



PERDON OTRA VEZ, PERO AHORA SI QUE ES IMPORTANTE

Querido lector o lectora, es lo mismo, tú crees que la tal Pepi ¿habrá conocido varón? No se, pero lo que es cierto es que la historia a partir de aquí puede ser absolutamente diferente, pero ¡que quieres que te diga! Yo creo que si, para que nos vamos a engañar, estas enfermeras así como mayores con cara de haber desayunado un sapo, ahora ya no, de eso estoy seguro, pero hace unos años, me juego el cuello, tiene toda la pinta de haber sido una devoradora de hombres y ahora como no tiene perrillo que la ladre la paga con todos los que estamos en la sala de espera, porque aunque parezca mentira, todavía sigo ahí y me da la impresión que por mucho tiempo


VENGA, SIGAMOS

Fruto de aquellas situaciones, excitantes para Don Eufemiano y tediosas para Doña Rosa María, nació la Pepi, nuestra protagonista a la que, por cierto no la estamos haciendo ni puñetero caso desde el inicio de esta locura, pero ya verás como a partir de ahora si que va a estar en primera fila ¡lo prometo!

Pepi fue hija única durante casi quince años hasta que nació su hermana Loli y ya desde entonces presentaba una nariz prominente, característica principal de toda la gente que pertenecía a la familia de Don Eufemiano y por supuesto que la niña durante estos años había sido la reina de la casa. pero vino su hermana de París (si, de París, j aja, se creen que soy tonta) y se le acabó el negocio.
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La madre, doña Rosa María se desplazaba a Bilbao una vez al trimestre para comprarle la ropa en Neguri y así Pepi siempre tenía un aire un poco inglés que la hacía diferente del resto de las niñas de la capital castellana y así creció Pepi y creció tanto que destacaba entre todas sus compañeras porque les sacaba una cabeza y había que verla ir a las Jesuitinas con su uniforme gris con la falda de tablitas y su sombrero de fieltro con lacito azul, un modelo de niña elegante y bien educada.

Ya se que es difícil de creer que la tal Pepi, viéndola ahora pasar por la sala de espera, fuera un día si y otro no a clase de piano en casa de Don Ulpiano quien le enseñaba a tocar valses de Strauss y polonesas de Bethoven, pero es la verdad y encima los martes y jueves iba a clase de francés con Doña Manolita que había sido secretaria del cónsul general en París durante muchos años, aunque, según las malas lenguas, había sido mas que eso y cuando la vida la devolvió a Zamora había montado la casa de señoritas mas elegante de la ciudad nombrándose a si misma Madame de tan distinguida institución y por eso, porque dominaba el idioma del país vecino llamaba sus subordinadas : alé, alé, mis petits putits niñas al salón que tenemos visita.

ULTIMA INTERRUPCION

- Perdón, señor, si, si, usted – El Dr. Garcia Fernandez asomado a la puerta de su consulta me llamaba. Abrí los ojos y pensé que no era a mi, pero cuando me dí cuenta que el resto de la sala de espera estaba vacía, caí en la cuenta que se tenía que referir a mi,,.
- Me he quedado frito, lo siento
- No se preocupe, ¿viene a mi consulta?
- Si, si – me levanté avergonzado
- Pues pase porque si no me voy a hacer un par de avisos y me tendría que esperar por lo menos una hora
- Solo venía a buscar los papeles de la baja porque hace una semana tuve una sensación como de dolor precordial, perdone pero soy Médico, y como ya tuve un infarto hace un montón de años me asusté y me fui a urgencias a Puerta de Hierro………………….
- Total que lo que quieres es la baja ¿no?
- Si
- Aquí la tienes y cuando vuelvas otro día, duerme primero y vienes mas despierto
Le iba a contestar pero ¿para que si me lo había pasado fenomenal?

viernes, 23 de septiembre de 2011

PRESENTACION DEL NUEVO BLOG DEL TIO TINO

Hola blogueros (si lo pronunciáis así como muy manchego, pareceréis Jose Bono y su egque): Después de varios meses de preparación, por fin sale a la luz mi blog, gracias a mi hijo Tito porque si esto lo tuviera que organizar yo, podía estar años para llegar a buen puerto y posiblemente me pasaría como a aquellos que se fueron en un barco de vela alquilado a Ibiza desde Jávea, se perdieron y llegaron a las costas de Gerona y eso que en el grupito de amigos, cuatro en total, había uno que decía que sabía navegar. Menos mal.

Debo confesar que estoy hecho un lío: siempre he pensado que aquí podría publicar mis múltiples escritos, pero resulta que me comenta mi asesor informático, que es Tito, que hay que leerlos no de arriba a abajo como cualquiera si no de abajo a arriba. En fin, ya veremos como lo organizamos, hoy prefiero no pensarlo porque puede mas la ilusión que las dificultades y como me imagino que los primeros lectores serán mi familia y nadie mas, no tengo problemas. Mas adelante cuando mi fama transpase las fronteras de Majadahonda y llegue a Las Rozas, entonces será el momento de reformas, pero ahora escribo a su caer y que sea lo que Dios quiera.

No tengo ni idea lo que cabe en esta introducción pero tampoco me importa mucho porque lo mas que puede pasar es que un renglón se quede a medias, señal que he llegado al final y tan amigos. Cada semana, cada mes o cuando me acuerde, tengo la idea de ir publicando todo aquello que ya está escrito en un pen drive (hablo ijualiño que un hacker ¿fijacheste?) que tengo desde que Bill Gates era niño y donde se acumulan novelas terminadas, otras sin terminar, cuentos de Navidad, conversaciones con mi perro y hasta conversaciones con Dios, que no es que sea íntimo, pero si lo considero un amigo.¡ Que queréis que os diga! Uno que es así y tan callado que lo tenía.

Antes de seguir quiero deciros que la foto con la que se hace la presentación, naturalmente que no soy yo, para eso no hace falta ser muy observador. Son Tito y Africa que en su viaje de novios llegaron a los Estados Unidos de América y allí parece ser que se vistieron de Elvis Presley y ese es el documento gráfico, pero yo que soy mucho mas viejo (fijaros si seré mucho mas, que soy su padre) y que además nunca he llamado la atención por mi flequillo, no me parezco en nada y espero que pronto, en cuanto aprenda a mandarle una foto, la cambie y mas de uno me pueda reconocer con mas facilidad.

Si que es verdad que estoy ilusionado con eso de escribir y que la gente me conteste, para que os voy a decir lo contrario. Uno que para eso no tiene abuela desde hace muchos años, piensa que no lo hace tan mal y espero con impaciencia vuestras críticas, comentarios, chascarrillos, coñas marineras etc...etc

De vez en cuando, que le vamos a hacer uno es así, soltaré alguna parrafada en gallegoespanglish que nadie sabe lo que es, pero que si lo leyera Rosalía de Castro se pegaría un tiro. Es una forma de hablar, no de escribir, de los gallegos y que yo incluyo en algunos de mis escrotos, perdón que no he querido poner esto, quería decir escritos pero por eso de las meigas en el teclado está la o al lado de la i y un error lo tiene cualquiera. Hablaré, o mejor dicho, escribiré de Cedeira que para el que no lo sepa ,¿de verdad que hay alguien que lea esto y no sepa donde está el pueblo mas bonito de Galicia?, No me lo puedo de creer.

Se me olvidaba lo mas importante y que posiblemente tendría que ir en el primer párrafo, pero cuando uno coge un boli, en este caso un ordenador, me enrrollo como una persiana y se me olvidaba deciros que soy Faustino Belascoaín Bastarreche, mucho mejor así que Faustino solo que suena a tendero de los de antes, soy medio sesentón, es verdad y que nadie diga que me quito años porque no es verdad, tengo sesenta y cinco años ¿eso no es medio sesentón? estoy muy pero que muy felizmente casado desde hace la torta y un pan con Teresa Rivero, si pero no la Presidenta del Rayo porque tampoco yo soy Ruiz Mateos ni falta que me hace,  Tere es mucho mas guapa, soy el padre de tres hermosas mujeres, Teresa, Marta y Belén y de un hermoso ( ¿si no que pongo?) barón, Tito y Abuelo de dos nietos mellizos Rafa y Teresa. Tengo una nuera Afri, la mujer de Tito desde hace tres meses que se casaron y dos yernos desde hace mas tiempo como son  Pachi y Miguel, maridos respectivamente de Teresa y Marta

¿Que mas se pone en una presentación como esta? que soy un cirujano plástico atípico porque solo hago cirugía de la Mano, eso si, me da igual la derecha que la izquierda y que soy un jubilado a media jornada, es decir por la mañana paseo y por la tarde tengo mi consulta privada y voy a dar una vuelta por Virgen del Mar, una clínica privada de Madrid que fundaron Don Antonio Bach y mi padre y allí que voy por las tardes por aquello de vigilar la herencia que nunca viene mal

¿Que mas tengo? ah, se me olvidaba, soy propietario y único accionista de una hermosa barriga que fue la causante de un infarto de miocardio que me atizó hace trece años y que me ha supuesto tener un poco menos de corazón funcionante que mis amigos, pero me voy bandeando como buenamente puedo, Me gusta comer, coño claro, si no, no sería gordo, también me gusta andar y disfrutar de los paisajes de Cedeira y no se me ocurre nada mas. Si, se me olvidaba lo mas importante, en mis ratos libres lo que mas me gusta es escribir ¿se nota?

Bueno bloggggg....eros, mañana sigo y ya veremos con qué.

Un beso para todos.

Dr. Belascoaín, Faustino Belascoaín, el Tío Tino y para los amigos Tino y voy que ardo.