CAPITULO 12.-
EL 30 de Mayo, el día de la boda de Arancha y Javier
se iba acercando mucho más deprisa de lo que todos esperaban. Los novios
continuaban igual de enamorados que siempre, se veían relativamente poco porque
Javier andaba por ahí embarcado cada dos por tres, pero en cuanto atracaban en
Cartagena, se iba derecha a casa de su novia donde seguían los preparativos.
-
Mamá ¿te gusta como va el traje de novia?-
preguntaba Arancha feliz
-
Muy bien – Cristina
Madre la miraba con envidia por lo contenta que la encontraba – al principio
tenía mis dudas porque para una modista eso de copiar un traje de novia no me parecía
que fuera tan fácil, pero en la última prueba te los ajustó estupendamente
-
Lo malo es que no
puedo engordar ni un gramo
-
¡Bah! Eso para ti
no es problema, lo malo es para mí, pero no me preocupa mucho porque en las bodas
de las hijas todo el mundo para la novia, como es natural y nadie se fija en la
madrina. Esa es la suerte que tengo
-
Eso es lo que tú
te crees – dijo entrando por la puerta Cris la tercera de sus hijos – esta tiene
que ir muy guapa – miró a su hermana- y ya se encargará ella de que el traje le
siente bien y que su amiga Conchi la maquille fenomenal, pero tú tampoco debes considerarte
como si no fueras nadie, al revés, tiene que ir estupenda porque si no tus
amigas de Tentegorra que son una pandi de loros de mucho cuidado, seguro que te
ponen a parir
-
¡Niña!, ¿se puede
saber quien te ha enseñado a hablar así?
-
Venga Mamá, si sois
todas iguales, ¿no te acuerdas como pusisteis a Maruxa en la boda de Maruxiña?
-
Eso es distinto -
la madre no sabía como doblegar a esa hija que le había salido un tanto
contestataria – porque yo llevaré un traje nuevo y no el mismo de las últimas
bodas.
-
Pero ¿no dices que
nadie se fija en la madrina?
-
Cris, hija, no
seas pesada – la madre se levantó para seguir con la plancha antes que llegara Javier
– tú preocúpate de lo tuyo.
-
Yo ya tengo mi traje
y me queda genial y sin tanta prueba. El otro día me lo compré en Zara en
Murcia y lo único que me faltan son unos zapatos y de mí no os tenéis que preocupar
-
Me parece
fenomenal, un problema menos – Cristina madre puso sobre la tabla de planchar unos
pantalones blancos del uniforme de su marido y preguntó:
-
¿Habéis terminado
con la lista de bodas?
-
Yo creo que si –
contestó Arancha desde su hamaca donde estaba tumbada – de todas maneras ahora
va a venir Javier y la repasamos ¿te parece?
-
Muy bien
-
Supongo que a Mamen
y a mí nos habréis puesto en una mesa buena ¿no? – Intervino Cris
-
Si, claro que si –
Arancha contestó con desgana – la mesa vuestra siempre es la más fácil porque siempre
sois los mismos.
-
Eso también es
verdad – reconoció la hermana
Al cabo de unos minutos Javier, el novio, dijo hola desde
la puerta y apareció vestido con su uniforme. Venía con una cara de felicidad que
se le salía. Arancha se puso de pié de un salto y se dieron un beso, saludando
a continuación a Cristina madre y Cris hija
-
¿Qué tal? ¿habéis
preparado muchas cosas en esta semana que he estado de maniobras?
-
Ya lo tenemos
todo hecho – contestó Arancha uniendo sus manos con las del novio
-
¿Hasta el menú?
-
No, eso todavía
no – Cristina madre plegó la tabla de planchar y le ofreció una cerveza a su
futuro yerno – ayer hablé con tu madre y quedamos que, si os viene bien, el
jueves por la noche vamos al club naval y lo escogemos
-
Muy bien – Javier
le dio un beso a su novia - así me gusta que lo tengáis todo a punto porque tiene
que ser la mejor boda del año
-
Seguro que si – Arancha
lo miró como si hiciera meses que no le veía, - solo nos queda eso del club que
no habrá ningún problema y nosotros dos tenemos que hablar con D. Ernesto por
lo menos para decidir las lecturas de la Misa
-
¿Yo tengo que leer?
– Cris se levantó de la silla, se sirvió un poco de Coca Cola, se comió dos o
tres panchitos y esperó la respuesta
-
A mí me gustaría –
Cristina madre también se sirvió algo de naranja, mientras Arancha le preguntó
a Javier si iban a salir y al contestarle que si, no quiso tomar nada – así participamos
todos de la boda de tu hermana
-
A mí me parece
bien – Cris cruzó las piernas dejando ver sus zapatillas de tenis – lo que no
hago es esa cursilada de “discursito” que veo en algunas ceremonias en las que le
decimos a ésta que la queremos mucho, que les deseamos amor para siempre, que
tengan muchos hijos para que tengamos muchos sobrinos y todas esas gilipolleces,
eso si que no
-
Cris, por favor –
la madre la miró con cierto enfado - ¿alguna vez dejarás de decir tacos y
hablarás como una niña educada en un colegio de monjas?
-
Menudas brujas
las monjas, mas vale que me calle
-
Muy bien, así
está mejor – Cristina madre miró a Javier que estaba ensimismado mirando a su
novia y pensó para si la suerte que habían tenido con esa relación, era hijo de
unos íntimos amigos suyos desde la época en que ambos matrimonios estuvieron destinados
unos meses en Mahón donde lo pasaron bastante bien, eran mucho más jóvenes,
ellos todavía no tenían niños pero la otra pareja si, las mujeres lo pasaron de
maravilla en las muchas horas de soledad que pasaron juntas. Los maridos
navegando y ellas aprovechaban para ir a la playa. Cristina sola y Carmen con
su bebé, que era bastante bueno y se pasaba casi todo el día durmiendo lo que
suponía que por las noches dormiría poco pero nunca había oído quejarse a
Carmen. Parece mentira como había mejorado ese chico, porque tenía que reconocer
que de niño era “un coquito”, siempre muy bien vestido y repeinado porque la madre,
que también era de Cartagena, lo llevaba hecho un pincel, pero ni por esas, el
niño era feo, pero feo con avaricia y ahora, pasados veintipocos años, lo que
son las cosas, se había convertido en el novio de su hija mayor casi a puntos
de casarse.
-
Venga – Javier estaba
impaciente por saber los últimos acontecimientos acaecidos durante su embarque
- ¿habéis terminado de una vez la lista de boda? ¿le habéis preguntado a vuestra
familia de Madrid si van a venir?
-
Les hemos
preguntado y por su manera de contestar me parece que solo va a venir mi tío
Jesús
-
¿Solo?
-
Quiero decir que viene
mi tío Jesús con mi tía Marta
-
O sea que nos
quitamos casi diez personas
-
Habíamos contado
con doce
-
Muy bien ¿no?
-
Hombre, - Arancha
no estaba de acuerdo - los que no vienen también son mi familia y me da pena,
pero comprendo que es una época muy mala, casi recién terminada la Semana Santa
y muchos no pueden pedir permiso porque acaban de volver de vacaciones
-
Al final ¿cuántos
invitados tenemos?
-
Alrededor de doscientos
-
Esa es la suerte que
tenemos
-
¿Porqué dices
eso? – a Cristina madre le parecían pocos.
-
Parecen pocos, por
lo menos yo he ido a muchas bodas de compañeros nuestros que eran bastantes más,
pero con la nuestra tenemos una ventaja – Javier volvió a mirar a su novia con cariño
– que casi todos los marinos invitados son por parte de los dos.
-
Eso es verdad porque
si no nos hubiéramos juntado quinientos.
-
Mama ¡que
exagerada!
-
Exagerada, mira,
empieza a contar – Cristina madre continuaba bebiendo de su vaso - ¿cuántos seremos
en el poblado? Por los menos cuarenta o cincuenta y ya no te quiero decir la
cantidad de invitados que tendríamos si tu padre y Carlos no trabajaran en el
Arsenal, que menos que otros cincuenta o sesenta
-
Eso es un barbaridad,
para empezar no cabríamos en el Club Naval
-
¿Por qué te crees
que la junta directiva está estudiando montar una carpa bien acondicionada solo
para bodas? en el fondo todas las familias tenemos los mismos problemas
-
Eso debe suponer
una pasta ¿no? – intervino desde su silla Cris hija con su jerga habitual
-
Pues si, pero entre
el padre de Javier y el tuyo lo han hablado y ya está solucionado
-
Menos mal porque si
no Arancha con eso de ser la mayor nos deja mas pelados que yo que se.
-
Vamos a ver –
Cristina madre se encaró con su hija por enésima vez – es la boda de tu hermana
y tiene que ser uno de los días mas felices de su vida y todos tenemos que
colaborar ¿no te parece?
-
A mi no – Cris se
revolvió en su silla – es una boda para los padres y yo en la mía, bueno si me
caso alguna vez que lo dudo, solo estaréis vosotros que para eso sois mis
padres, los padres de mi novio, los hermanos y todos los demás amigos nuestros,
no de vosotros
-
Me parece
fenomenal y lo celebras en la playa con un caldero para todos
-
Eso por supuesto
y lo que sobre ya me lo gastaré yo con quien me de la gana
-
Es una forma como
otra cualquiera de entender una unión y a mí, aunque no te lo creas, me parece
bien – Cristina miraba a su hija con seriedad – lo importante es que el
compromiso se firme en algún lado para que sea firme y en el caso que os pase
algo a cualquiera de los dos seáis marido y mujer porque eso de vivir juntos
sin un papel está muy bien, pero yo creo que tiene muchos inconvenientes,
siempre que os pase algo claro
-
Supongo que
tienes razón, pero bueno de aquí a que yo me case a saber lo que habrá cambiado
todo esto
-
Pero tú no decías
que estabas loca por Juan, el hermano de Javier
-
Tú cállate que a
ti nadie te ha dado vela en este entierro
-
Cristina, por
favor – otra vez intervino la madre – ¿será posible que no te puedas llevar bien
con tu hermana ni a unas semanas de su boda
-
- Es que es tonta, se cree que es la única que
se casa en el mundo
-
¿Sabes lo que te
digo? – Arancha se estaba poniendo colorada como un tomate – es mi boda y claro
que para mí es la única.
-
Bueno, bueno, tampoco
te pongas así que lo mismo Javier te va conociendo y desaparece
-
¿Qué cosas dices,
Cris? Yo quiero mucho a tu hermana y por eso me caso con ella y encima no debías
de quejarte porque vais a tener mas hueco en la habitación
-
Ya era hora – Cris
se levantó – voy a salir, a las once estoy en casa
-
En punto – contestó
su madre y no llames por teléfono como casi siempre para decirme que vienes más
tarde porque te trae en coche fulanito o menganito
-
No , hoy no, porque
vamos a casa de Fátima y volvemos todas juntas en el bus. Hasta luego.
Los tres supervivientes de lo que parecía una pelea en
toda regla se echaron a reir, conocían de sobra a Cris y sabían su manera de comportarse.
No le daban mayor importancia a lo sucedido y continuaron con sus planes
-
El traje ¿Qué tal?
-
Solo me queda la
última prueba, pero estoy segura que te va a encantar
-
Seguro – Javier sonrió
abiertamente – vas a ir más guapa que nunca ¿me equivoco?
-
No, no, claro que
no, pero no te olvides de la madrina que también irá muy bien
-
¿Mi madre?
-
Si, el otro día
estaba en la misma modista que nosotros y nos enseñó su modelito que es
precioso
-
Hombre también le
hace ilusión que se case su hijo
-
Es lógico.
Una semana
antes de la boda y después de haber hecho los cursillos matrimoniales, tuvieron
la primera entrevista con D. Federico, el cura militar que los casaría en la Iglesia
del Carmen, donde tenían reservada hora para el día 30 de Abril a las siete de la tarde. El cura los recibió en un pequeño salón
en el Club Naval y lo primero que les comentó es que le gustaría que la novia
fuera puntual, porque le había llamado el Párroco de la Iglesia del Carmen y le
había comentado que a las ocho y media tenía otra boda y que antes tenían que limpiar
un poco todo por lo que le pedía que hablase con los novios a los que iba casar
y les pidiese ese pequeño favor
-
Eso está hecho D. Federico
-
No, si no te lo
digo a ti, los novios siempre sois puntuales, se lo digo a ella – miró a
Arancha con una sonrisa bondadosa que se reflejaba en toda su cara – los últimos
minutos antes son los peores, te lo digo por experiencia, la madre de la novia
se vuelve loca buscando su bolso, la novia cree que ha perdido un pendiente,
las hermanas que todavía no han terminado de arreglarse y mil detalles que surgen
a última hora, por eso te lo digo, pero conociendo a tu padre no creo que haga
falta esa recomendación porque si a las siete menos cuarto no estás sentada en
el coche te deja en tierra.
-
Eso es verdad
-
O sea que por fin
llegó el gran día ¿no os parece mentira?
-
Si – contestó Javier
– parecía que no iba a llegar nunca
-
Pues ya veis, los
designios de Dios son los que son y todo se va produciendo según lo previsto,
os conocéis, empezáis una relación que se va haciendo cada vez más fuerte y el
final venís a ofrecerle a Dios vuestro amor ¡que maravilla!
Vais a
entrar a formar parte de la familia de los matrimonios en la que la Iglesia basa
toda su historia. Como ya me habéis oído en más de una homilía el cristianismo es
como una pirámide en el que la base fundamental es la familia, es el soporte donde
se apoyará el resto. Vuestros hijos son los que continuarán con esa base y por
eso Dios se alegra que parejas como vosotros, jóvenes, con ilusión, enamorados,
os caséis para su mayor gloria.
Aunque os
lo repetiré el día 30 ¿es el sábado treinta ¿no?
-
Si, no se olvide que allí estaremos esperando –
los novios soltaron una carcajada – no nos haga la faena
-
No os preocupéis que
estaré y os repetiré, ya digo, que Dios se alegra de vuestra decisión y no tengáis
ninguna duda en acercaros a él cuando lo necesitéis, aunque os parezca mentira
ahora, más adelante tendréis vuestros días malos de esos que te levantas de mal
humor y no hay quien te aguante y en esos momentos es cuando tenéis que saber
que Dios siempre estará a vuestro lado para ayudaros, pero vosotros también
tenéis que poner algo de vuestra parte y no es otra cosa que la oración, acordaros
de rezar todas la noches y vuestra unión será perfecta, seréis felices,
tendréis vuestros hijos y ¿qué más se puede pedir?
-
Gracias, Padre
-
Venga vamos a tomar
un vino para celebrar este rollo que os acabo de soltar y esta vez invito yo
-
Me parece bien –
el sábado le invito yo a usted
-
Vamos al bar.
La ceremonia transcurrió con normalidad, la novia
llegó a las siete y un minuto y desde las siete menos diez la esperaba en el
altar Javier con su uniforme de gala del brazo de su madre que con su mantilla
resultaba muy atractiva. El pequeño grupo de cuerda que habían contratado
interpretó varias piezas de Mozart, el Ave María de Haendel, el Himno Nacional
en la Consagración y finalizó con la Marcha Nupcial a la salida de la nueva pareja que fue
saludada en el atrio de la Iglesia por todos los compañeros de promoción de Javier
haciéndole un arco con sus sables y la caída de miles de granos de arroz y algunos
pétalos de rosas distribuidos entre los asistentes por Cris y Mamen que también
asistieron emocionadas a la ceremonia.
El banquete en el Club Naval resultó fenomenal. Primero
el aperitivo en los alrededores de la piscina y posteriormente la cena en los
jardines. Se gritó vivan los novios y esas cosas y después que los novios pasaran
por todas las mesas dando las gracias por asistir a su ceremonia y la entrega
de ramos a las solteras, y ya otra vez en las proximidades de la piscina la
música también quiso rendirles homenaje y comenzó primero con un vals que
bailaron primero el padre de la novia con Arancha y después la madrina con su
hijo, intercambiándose las parejas a los pocos minutos y como manda la
tradición se unieron el padre de Javier y la madre de Arancha y posteriormente
la mayoría de los asistentes. La fiesta continuó hasta altas horas de la
madrugada, los novios desaparecieron como a las cinco, rumbo a su noche de
bodas en un hotel de La Manga y al día
siguiente volarían rumbo a Berlín donde pensaban pasar unos días antes de
volar, otra vez, en este caso a Venecia y ya en un coche que alquilarían
recorrer el norte de Italia hasta quince
días después que con salida desde Roma volverían a Madrid y desde allí a Cartagena
donde Javier tenía que reincorporarse a su trabajo habitual.
Carlos y Cristina se despidieron de los que todavía permanecían
bailando que eran la mayoría jóvenes y del brazo volvieron andando al poblado. Poco
antes de la entrada al Club Cristina se quitó los zapatos y con ellos en su
mano izquierda continuó caminando
-
Me parece bien – Carlos la miró complacido – porque
esos taconazos tienen que ser incomodísimos.
-
No te creas –
respondió Cristina retirándose un mechón de pelo que le caía sobre la frente –
lo que pasa es que son muchas horas
-
¿Ha salido todo
como lo habíais planeado?
-
Yo creo que si.
-
Bueno Cristinita,
por fin ya ha pasado todo. Tantos meses de preparación, visitas a la modista,
pruebas y más pruebas, nervios de última hora y se acabó. Parece mentira
¿verdad? pero la vida es así, tenemos hijos, los cuidamos, los educamos lo
mejor que sabemos y en un momento dado se casan y comienzan una nueva familia
que será como una prolongación de la nuestra.
-
Si – Cristina continuaba
caminando con el cansancio reflejado en su cara – pero es la suya ¡que pena que
todo se pase tan pronto! ¿no crees?
-
Bueno, es así. Lo
importante para mí es que hemos puesto todo de nuestra parte para que fuera el
día más feliz en la vida de los novios y el esfuerzo ya está hecho y ha salido
todo perfecto. Ahora a esperar que vengan los nietos y a seguir tú y yo
haciéndonos más viejos
-
Joé Carlos, no te
pongas así que para nosotros tiene que ser también un gran día.
-
Claro que lo ha
sido, pero sin darnos ni cuenta ya hemos pasado otra etapa de nuestra vida y en
estas situaciones, por lo menos yo es cuando me doy cuenta que me voy haciendo
viejo y me da un poco de tristeza
-
Pues anímate –
Cristina le dio un beso – porque estamos en lo mejor de la vida y lo que
tenemos que hacer es no pensar en el futuro, que será el que sea, si no
disfrutar del presente. Afortunadamente tenemos unos hijos maravillosos, la
vida nos va bien, estamos juntos, nos queremos ¡que más se puede pedir!
-
Tienes razón.
Animo que ya estamos al lado de casa
-
Menos mal porque llevo
los pies hechos polvo.
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