Bueno pues nada, que seáis felices a pesar de podemos, como antes escribiré algo no os alecciono pero todo se andará y tendremos que votar y será el momento de decidir, pero ya os adelanto que yo hay un partido al que no pienso votar. Seguro que ya sabéis a cual, pero os lo contaré en el próximo capítulo
Un abrazo
Tino Belascoain.
CAPITULO
68.-
Fernando
Altozano estaba en su despacho rodeado de papeles por todas partes menos por
una que era por donde su interlocutor podía verle la cara. El Dr. Cuesta
trataba de recordar como era aquel hombre cuando estaba en la UVI , pero no era
capaz de recordar absolutamente nada, posiblemente había cambiado mucho, al fin
y al cabo habían pasado muchos años desde que estuvo ingresado y las facciones
cambiaban como de la noche al día, sobre todo si encima el paciente estaba en
una cama víctima de un infarto. Alvaro Cuesta tenía que reconocer y era de
justicia reconocerlo, que nunca pensaba en él. Su obsesión era Mamen y Fernando
para él era como un accidente del terreno que se interponía entre él y la mujer
a la que amaba que daba la casualidad que era su mujer. La verdad es que tenía
buena pinta y no parecía que el infarto sufrido hubiera dejado una huella
excesiva en su bien contorneado cuerpo, ¿había engordado un poco? Seguro que si
como le pasaba a todos los infartados después de varios años de curación, pero
tampoco llamaba excesivamente la atención. Tenía eso si, una sonrisa que
llenaba el despacho desde su mesa de un nogal inmaculado hasta la puerta de
caoba y todo su aspecto denotaba una felicidad que le rebosaba por cada poro de
su piel y seguro, completamente seguro, que Mamen tenía mucho que ver y
mientras tanto él tirado como una colilla, solo, pasando los años sin que su
recuerdo se disolviera ni un solo segundo, pensando en ella, buscándola como un
gato en celo, sabiendo que las posibilidades de encontrarla eran mínimas y sin
embargo hacía solo tres semanas que lo había conseguido. Eso si, solo por
teléfono pero algo es algo y ahora estaba sentado delante del autor de todos
sus males. Le gustaría verlo sufrir tanto como él, pero sabía que eso era una
tarea casi imposible, estaba convencido, por la manera como le hablaba que
Mamen no le había contado absolutamente nada y eso era un punto a su favor,
pero también es verdad que no sabía como iba a reaccionar cuando se enterara de
lo ocurrido entre su esposa y él. Tampoco pensaba decírselo tan pronto, mejor
primero asustarlo un poco para que al contarlo en su casa, estaba seguro que lo
haría, Mamen no tuviera mas remedio que ponerse en contacto con él para verse.
Ahora se trataba solo de ir preparando las cosas para que el encuentro se
produjera.
- Señor
Altozano: no quiero hacerle perder el tiempo, pero tiene que saber que lo se
todo sobre usted y si saliera a la luz pública, posiblemente le perjudicaría
gravemente y lo mejor es que lleguemos a un acuerdo para bien de todos
Fernando
Altozano se removió incómodo en su asiento y con pequeños golpes sobre la mesa
trataba de disminuir en lo posible, la cantidad de papeles, expedientes,
exhortos etc que se acumulaban en aquella mesa solitaria que lo separaba de su
visitante que no parecía estar muy allá de la cabeza
- Me
dijo que Usted era el Dr. Cuesta ¿no?- Fernando le miraba directamente a los
ojos tratando de obtener alguna pista del estado psicológico de aquel hombre
que se había presentado súbitamente en su despacho
- Si,
ese soy yo y me permito recordarle que
fui uno de los que le atendió cuando le dio el infarto.
- Perdone
que no le recuerde pero hace tantos años de aquello que espero que lo entienda
- No
se si lo entiendo o no ¡que mas da! – Alvaro le miraba con unos ojos que
parecía querer salirse de las órbitas – lo importante es que Usted ha pasado de
ser un Abogado normal y corriente a tener este maravilloso despacho en el mejor
sitio de la Capital
- Mi
trabajo me ha costado – Fernando esbozó una sonrisa tratando de disminuir la
tensión mientras que con la mano izquierda, despacio, muy despacio abría el
cajón central donde tenía, desde hacía algunos años, un pequeño revólver que
afortunadamente nunca había tenido que usar, pero allí debería de estar para
usarlo en caso que fuera necesario. Despacio, muy despacio trataba de abrazarlo
con su mano izquierda y cuando ya parecía a punto de conseguirlo, el Doctor
Cuesta haciendo gala de una fuerza fuera de lo común, empujó la mesa con ambas
manos y la volteó como si fuera una hoja de papel. Fernando se quedó sentado en
su sillón, en medio nada y como a un metro mas o menos el Doctor también
sentado.
- Esos
trucos son muy viejos, Abogado, parece mentira que Usted esté relacionado con
el cártel mexicano y todavía intente
hacerme callar con un pequeño revólver. Por favor Abogado, por favor - Alvaro
Cuesta tenía en su mano derecha una pistola – escúcheme con atención y no
vuelva a intentar ninguna jugada porque le pego un tiro aquí ¿me entiende? – el
Médico le apuntó a escasos milímetros de sien derecha y sonrió de una manera
que denotaba su grado de sobreexcitación – Si usted deposita mañana cien
millones de pesetas en el lugar donde yo le indique, me olvido de todo. De lo
contrario, pasado mañana, pasado mañana y ni un solo día mas, su mujer sabrá de
donde ha salido esas ingentes masas de dinero que Usted maneja y si al día
siguiente ella tampoco paga le juro que aparecen los dos en una cuneta con un
tiro en la nuca Me está oyendo ¿verdad?
Fernando que permanecía
sentado con las mano en sus rodillas temblaba de miedo, sabía, aunque no el motivo,
que aquel hombre estaba absolutamente loco, tenía en sus manos un arma que
además manejaba con soltura y estaba convencido que si no cambiaban las cosas
en muy pocos minutos le pegaría dos tiros y se iría a la tumba sin saber que
quería. Intentaba por todos los medios mantener la calma, pero ante esa
situación era imposible y casi sin darse cuenta empezó a llorar como un niño
tapándose la cara con ambas manos. ¿Qué podía hacer? pagar, pagar y pagar
respondía su interlocutor sin darle mayores explicaciones, pero ¿porqué?
¿porqué yo? preguntaba Fernando sin obtener ninguna respuesta coherente:
- Usted me ha hundido la
vida y lo tiene que pagar ¿no lo entiende? -
El Médico iba poco a poco alzando la voz – me ha hundido y lo tiene que
pagar
- Pero
¿qué le he hecho yo? por favor – gimoteaba Fernando - ¿que le he hecho yo?
- Me
ha hundido y Usted lo sabe – El Doctor volvió a acercar el revolver a la cabeza
de un Fernando Altozano cada vez mas convencido que su vida estaba a punto de
ser truncada por un enfermo – Si – otra vez la sonrisa del asesino en ciernes –
Usted lo sabe
- Por
favor, deme un poco mas de tiempo para reunir el dinero.
- Ahora
me pide a mi que tenga paciencia – Alvaro Cuesta volvió a mostrar esa sonrisa
de loco- ahora me pide paciencia ¿le parece poca la que he tenido durante todos
estos años en que no sabía donde se había metido Usted y su familia?
- ¿Usted
tiene familia? – Fernando iba poco a poco recobrando algo la normalidad aunque
el intenso miedo continuaba presente – piense que yo tengo una mujer y unos
hijos.
- Miente
Usted como un bellaco, Abogado, su familia, esa a la que Usted ahora implora, a
Usted, si a Usted – El Doctor Cuesta le volvió a apuntar directamente al
corazón con el revolver que tenía en su mano – su familia no le importa absolutamente
nada, nada – chilló el galeno – y si no – su voz se volvió otra vez susurrante
- ¿qué hacía Usted con Ana Segura mientras su mujer le esperaba en casa a que
terminara interminables reuniones de trabajo?
Fernando volvió a temblar
como al principio. Se daba cuenta que su potencial asesino sabía muchas cosas
de su vida que ni su propia mujer conocía, lo que quería decir que no era una
decisión tomada a la ligera, sino que era producto de un seguimiento continuado
lo que aumentaba todavía mas su peligrosidad.
- Le
juro por lo mas sagrado que no se nada de Ana Segura desde hace años.
- Otra
vez vuelve a mentir Abogado y mi paciencia tiene un límite – otra vez cambió el
tono de voz - no hace ni dos semanas que Usted pasó la tarde con ella en el
Hotel Palace o ¿es que no se acuerda Abogado?
- Imposible
que Usted lo sepa a no ser que
- Que
Ana me lo haya contado ¿no le parece?
- No
puede ser
- ¿Y
su mujer sabe algo o se lo digo por teléfono?
- Por
favor, deje en paz a mi mujer
- ¿Ella
no tiene derecho a saberlo? – El Doctor Cuesta rodeó a Fernando sin dejar de
apuntarle – el matrimonio feliz mientras el marido le pone los cuernos a su
recatada esposa que le espera en casa para cenar sin tener ni idea de los
amoríos de su marido ¿le parece bien, Abogado?
- Por
favor, solo le pido un poco mas de tiempo para reunir el dinero, solo le pido
eso y los dos nos olvidamos de todo.
- Está
bien – Alvaro Cuesta se acercó a la puerta, la abrió despacio y antes de
volverla a cerrar por fuera le recomendó a su querido Abogado que no se le
ocurriera avisar a la Policía porque entonces Ana si que correría un grave
peligro – En una semana vuelvo y el dinero ya tiene que estar ingresado en una
cuenta que le mandaré mañana. No se preocupe si es blanco o negro porque a
partir de recibirlo desapareceré y nadie volverá a saber de mi. No haga
tonterías. Hasta el próximo lunes.
Fernando Altozano
permaneció cerca de media hora sin moverse del sillón donde había sido
amenazado por aquel individuo que decía conocerle de cuando estuvo ingresado en
la UVI, recuperó lentamente la calma y marcó un número de teléfono escuchando
hasta quince tonos sin que nadie contestara. Se levantó, todavía le temblaban
las piernas, de un pequeño armario sacó una botella de Whisky y después de
introducir tres hielos en el vaso lo llenó hasta el borde, removió con un dedo
el líquido y se lo bebió de una sola vez. Volvió a llamar por teléfono sin
resultado y se volvió a sentar dejando la mirada fija en un punto de la pared
de enfrente de su mesa donde un cuadro que trataba de reflejar el estado
tormentoso de un mar embravecido llenaba todo el espacio. Con fuerza arrojó el
vaso contra el cuadro, los hielos volaron por los aires y por su mente pasó
como un rayo la figura de Ana Segura que después de jurarle amor eterno cambió
de cama y terminó en la de aquel Médico sin escrúpulos que intentaba, seguro
que en combinación con su antigua secretaria, hacerle chantaje poniendo como
causa a Mamen que no sabía absolutamente nada. Es verdad que estaba
perdidamente enamorado de Ana, de eso no tenía ninguna duda, pero no sabía como
decírselo a su mujer y Ana insistía e insistía en que esa situación no podía
seguir así. Lo último que se le había ocurrido era invitar a su mujer a pasar
unos días a Burgos y allí plantearle la situación, pero este chantaje cambiaba
todo y no estaba dispuesto a pagar cantidad alguna para que su amante viviera
con otro a su costa.
- Ni
hablar, pagar ni lo sueñen estos dos que voy a pagar, eso seguro, no se lo que
haré pero tengo que planear la manera que esto no llegue a oídos de Mamen, eso
lo primero y después tengo que hablar con Ana para llegar a un acuerdo
amistoso, pero siempre dejando de lado a este loco porque sinó creo que vamos a
acabar mal.
Por tres veces
consecutivas volvió a intentar hablar con Ana por teléfono sin resultado
positivo, por lo que cerró el despacho y caminando se fue a su domicilio.
Allí le esperaba Mamen, su
mujer, preocupada por la llamada de Alvaro Cuesta. Desde hacía varios días una
idea le rondaba por la cabeza pero no estaba segura si sería beneficiosa para
su marido. Sin embargo la llegada de Fernando le disipó todas sus dudas. Ahora,
una vez que su marido le contó lo del intento de chantaje, eso si, omitiendo su
relación con Ana, tenía muy claro lo que tenía que hacer. quedaría con el Dr, Cuesta
e intentaría convencerle que les dejara en paz. Sabía que iba a ser un tema
complicado, pero lo mejor era afrontarlo directamente, poner todas las cartas
sobre la mesa y esperar que lo entendiera, aunque, según Fernando el tal Alvaro
Cuesta era un enfermo psiquiátrico y lo que tendrían que hacer era ingresarlo
en algún Centro para tratarlo.
- Total
que has tenido una tarde maravillosa – exclamó Mamen una vez oída la versión de
su marido.
- No
te rías – Fernando continuaba con un gesto de grave preocupación – porque ese
tipo de personas como están mas locos que yo que se, suelen ser agresivos y lo
mismo tenemos una desgracia.
- Hombre,
no creo que sea para tanto – Mamen no paraba de mirar con disimulo a su marido
tratando de descubrir si sabría algo de su relación con el Médico, pero el
gesto de Fernando era de absoluta preocupación, pero también de un absoluto
desconocimiento de los hechos ocurridos y eso le daba un margen para negociar.
- Ya,
eso lo dices tú, pero al que apuntaba con una pistola era a mi
- Si
lo que quiere es sacar dinero tiene que amenazar de alguna manera, pero lo poco
que yo le conocí cuando estabas en la UVI, no parecía tan loco, quizás un poco
como nervioso, pero loco desde luego no tenía ninguna pinta.
- Pues
ha debido de cambiar porque ahora solo verle la cara te das cuenta que no está
bien
- ¿Y
porqué no llamamos a la Policía?
- ¿Tú
crees que me harían caso?
- ¿Por
que no?
- No
se – Fernando se preparó un whisky con abundante hielo – supongo que tendrán
cosas mas importantes que vigilar a un simple Abogado
- Bueno,
bueno, no seas tan modesto – Mamen se levanto y le pasó los brazos por los
hombros de Fernando que estaba cómodamente instalado en un sillón tapizado de
flores de vistosos colores – al fin y al cabo representas a una de las
compañías mejicana de mas prestigio y posiblemente por eso, sepa que tienes una
buena situación económica
- ¿Se
lo has dicho tú o que?
- ¿Yo?
– Mamen apoyó su cara en el hombro de
Fernando para que no pudiera ver como iba cambiando de color - ¿Cómo se lo voy
a decir si desde que saliste de la UVI no le he vuelto a ver?
- Entonces
no entiendo como lo ha podido saber
- Hombre
– Mamen trataba de desviar la atención – cualquiera con dos dedos de frente se
puede imaginar que un Abogado conocido con despacho en la Castellana tiene dinero,
también hace poco que saliste en el programa de televisión ese que hablaste de
inversiones extranjeras en España- Mamen intentaba buscar argumentos nuevos
- otra cosa es que él tenga algo contra
ti y eso sería lo que debería descubrir la policía.
- ¿Contra
mi? – Fernando la miró directamente a los ojos – no tengo ni idea lo que será,
pero me parece una exageración avisar a la policía para esto.
- No
se, tu sabrás, pero no sería ninguna tontería
- En
fin, vámonos a la cama que hoy ha sido un día bastante movido y no creo que sea
lo mejor para mis coronarias
- Me
parece muy bien y mañana con mas tranquilidad buscamos la solución.
Fernando Altozano que
parecía muy afectado, se quedó completamente dormido a los pocos minutos de
apoyar la cabeza en la almohada, mientras que Mamen permanecía despierta
tratando de poner en orden sus ideas. Sobre las tres o cuatro de la madrugada
observó como su marido se levantaba sigilosamente de la cama, se puso una bata
y salió de la habitación después de comprobar que Mamen estaba con los ojos
cerrados, pero sin saber que estaba despierta. A través de la puerta del
dormitorio que permanecía entornada, Mamen pudo darse cuenta que su marido
levantaba el teléfono y marcaba un número. Salió al pasillo y desde allí
escuchó como Fernando se ponía en contacto con una tal Ana y le aseguraba, en
lo que parecía una petición de auxilio que mañana por la mañana fuera a su
despacho, si a las diez, repitió levantando un poco la voz, para un asunto que
tenían que resolver entre los dos. Te quiero mi amor, hasta mañana y no faltes
a la cita por lo que mas quieras. A continuación colgó. Mamen se metió
rápidamente en la cama y se volvió a hacer la dormida.
A las seis de la mañana,
el sonido agudo del despertador del móvil de Fernando hizo que ambos se despertaran,
casi al mismo tiempo.
- ¿Qué tal? ¿has podido dormir? – preguntó
Mamen mientras le daba un beso en la mano a su marido
- La verdad es que el Orfidal hace milagros –
Fernando se sentó en la cama – he dormido de un tirón toda la noche y eso que
hacía tiempo que no lo conseguía. Ni siquiera he tenido que ir al cuarto de
baño.
- Yo he tardado bastante
pero luego, la verdad es que no me he enterado de nada.
- Bueno, me voy a afeitar
y a duchar que a las ocho tengo una reunión importante en el despacho con uno
de los mejicanos
- Entonces si no te parece mal, voy a dormir un
poco mas
- No te preocupes. Cuando
termine me vengo para casa y comemos en algún sitio. Tú sigue durmiendo. Hasta
luego
- Hasta luego.
Uff como está el patio !!! Esto está más liado que la pata de un romano. No me imaginaba que llegáramos a esto. Espero el siguiente capítulo con ansia. Esta pareja ha tenido muy poco de idílica ...
ResponderEliminarEnhorabuena por el anuncio del nuevo nieto. De uno ya sabía de su existencia.
Buenas noches y hasta la semana que viene
Enhorabuena abuelo. Los nietos es lo mejor que tenemos.
ResponderEliminarA esperar otro capítulo por lo menos para saber como acaba todo pero me da que algo inesperado tiene que pasar.
Un abrazo a todos