jueves, 16 de abril de 2015

EL TRIO DE DOS: CAPITULO 69

Queridos blogueros/as: Como es muy posible que en cualquier momento me llamen porque mi nuera está de parto y me tenga que ir a Málaga, aprovecho que ahora tengo un rato para enviaros el capítulo de ésta semana y mi gozo en un pozo porque yo pensé que era en éste cuando alguien se cargaba a Ana Segura, pero que va. Después de leerme todo el rollo resulta que hoy tampoco toca y me extraña porque aunque el Trio de Dos está escrito hace bastante tiempo, estoy por asegurar que alguien se la carga. Quedan me parece que dos o tres capítulos, o sea que o el autor espabila que ya va siendo mayorcito o aquí ni hay muerto ni nada de nada. Bueno, muerta si que hay porque está en el depósito de cadáveres del Instituto Anatómico Forense, eso si porque ha salido en otro capítulo. Bueno 
¡que mas da! lo importante es que antes o después lo que sea sonará.

¿Que tal os va la vida? Por aquí bien gracias, esperando llenar la bolsa de palos y retomar el golf que es un deporte que te permite jugar andando y sin darte cuenta matas la mañana (que manía con esto de matar) Por lo demás bien, muy bien diría yo para ser mas justo, porque estoy bien de salud, tengo una familia que está muy bien, ando todos los días un par de horas, tomo el aperitivo de vez en cuando y ahora me ha dado por leer el Don Apacible, de Mijail Cholojov, un tocho de 1700 páginas que todo el mundo dice que ha leído hace mucho tiempo, yo también lo digo, pero no me suena, o sea que debe ser mentira. Un poco como el Quijote ¿lo habéis leído entero? Yo tampoco. y por aquí vamos dejando pasar el tiempo que es lo que nos queda, pero siempre intentando mantener la ilusión a pesar de podemos, pero de política hablaremos en el próximo capítulo.
Un abrazo para todos/as, ser felices y hasta la próxima.
Tino Belascoaín. 





CAPITULO 69.-

El despacho de Altozano Abogados estaba situado en el piso nueve de uno de los mas modernos edificios de la capital de España situado muy cerca de la Plaza de Castilla. Fernando tenía la costumbre, desde que sufrió el infarto, de ir andando con lo que mataba dos pájaros de un tiro, por un lado hacía casi dos horas de ejercicio con lo que cumplía las recomendaciones del cardiólogo y por otro disponía de todo ese tiempo para ir poniendo orden en su cabeza y  llegar habiendo planeado un poco el día a día.
Iba caminando por la acera, con un buen ritmo, un pequeño maletín de mano de Loewe, una gabardina sobre los hombros de un traje a medida y el eterno sombrero que le hacía compañía de manera permanente cada vez que salía a la calle aquellas mañanas frías del invierno madrileño. Se paró unos minutos a tomar un café en una cafetería Mallorca acompañado de un recién horneado bollo suizo y en unos pocos minutos llegó al portal de su despacho donde el portero, como todas las mañanas, le saludó con un buenos días D. Fernando ¿cómo se presenta el día?,  El Jefe le dio el maletín y la gabardina y se introdujo en el amplio ascensor que lo subió en unos pocos segundos al piso nueve. A escasos metros de la puerta un taxi se detuvo casi a la vez y por la ventanilla una pequeña cámara fotográfica captó el momento en que Fernando Altozano entraba en el domicilio.
Aproximadamente a los diez minutos entró una chica que a Mamen, que permanecía en el interior del taxi, le pareció que era Ana Segura, una secretaria que tuvo Fernando cuando le dio el infarto. No había cambiado mucho a pesar de los años transcurridos cuando llevaba informes y papeles a la casa del Abogado mientras éste, siguiendo escrupulosamente las indicaciones médicas hacía un reposo relativo. Mamen le hizo un par de fotos y ya apoyada en el respaldo del asiento posterior del taxi permaneció unos minutos tratando de atar cabos. El taxista la miraba a través del espejo retrovisor y no pudo por menos que preguntarle si era una detective privado a lo que Mamen le contestó con una sonrisa que disimulaba su profunda pena, que no, mas bien soy una mujer enamorada y engañada por su marido. Dicho lo cual abrió su  bolso de piel de cocodrilo, sacó del monedero un billete de cien pesetas y se lo entregó al taxista. Cuando Mamen cerró la puerta del vehículo, el taxista desde la ventanilla abierta le deseó suerte en sus investigaciones.
El ascensor subía lentamente hasta llegar a la  planta novena. Si Mamen, que conocía muy bien el despacho de su marido, giraba hacia la derecha, se encontraría con María, la secretaría de toda la vida, pero si en lugar de seguir por ese camino, giraba a la izquierda, a través de una escalera interior podía entrar al despacho sin ser vista por nadie. No sabía muy bien que táctica elegir, pero lo que si sabía es que ésta vez no sería como siempre una mujer reflexiva si no que obraría según le dictara el corazón y en ese momento su corazón le decía que lo que tenía que hacer era entrar sin llamar en el despacho y así lo hizo.
Fue un momento de lo mas sorprendente para Fernando que se encontraba sentado en uno de los sofás del amplio tresillo situados a un lado de la puerta que Mamen había abierto bruscamente. Tenía el rostro desencajado, sin chaqueta, el último botón de la camisa sin abrochar y la corbata fuera de su sitio, él que siempre llevaba el nudo minuciosamente en su lugar. Su postura era de total  abatimiento y su sorpresa aun mayúscula. De espaldas, como si estuviera oteando el cielo de Madrid, una chica de melena larga rubia aspiraba el humo de un cigarrillo mientras se daba la vuelta comprobando que en el quicio de la puerta estaba Mamen, sin arreglar, con unos pantalones de andar por casa, una camisa con un pañuelo anudado al cuello y con cara de pocos amigos
-      ¿Se puede saber que está pasando? – Mamen se dirigía directamente a su marido.
Fernando abrió los brazos como dando a entender que no había nada que explicar, luego miró al suelo y se quedó con gesto pensativo hasta que reaccionó:
-      No preguntes nada, porque me imagino que si estás aquí es porque ya sabes lo que está pasando ¿ o no?
-      Esta noche he oído tu conversación con Ana – Mamen se volvió a hacia la joven secretaría que parecía haber madurado desde aquella época en que iba a su casa cargada de papeles y despachaba con Fernando todas las mañanas. Ahora ya no era aquella jovencita de piernas largas y minifalda que hacía las delicias del Abogado, no, ahora era una mujer madura, con modales refinados, muy bien vestida y que trataba de no intervenir, aunque permanecía atenta al desarrollo de los acontecimientos – comprenderás que después de oir eso de un asunto muy importante y te quiero, mi amor. etc..etc tenga una cierta curiosidad por saber lo que pasa ¿no te parece una postura razonable?
-      Por favor, Mamen, por favor – Fernando se sujetaba la cabeza con ambas manos – estoy metido en un lío y apareces tú.
-      Señora......... – Ana trataba de intervenir
-      Tú te callas - le indicó Mamen y en la mirada hacia aquella mujer iba reflejada toda su decepción – ahora estoy hablando con mi marido y quiero saber su opinión no la tuya
-      Pero señora ……
-      Te he dicho que te calles. El que tiene que dar explicaciones es él, no tu.
Fernando se levantó y se interpuso entre las dos mujeres y mirando fijamente a Mamen trataba de hacerla comprender que entre Ana y él no había absolutamente nada.
-      Ya se que te parecerá imposible, pero es la verdad – Fernando se acercó a su ex secretaria -  hace mucho tiempo que no la veía y el hecho de citarla aquí es porque el tal Alvaro Cuesta me quiere hacer chantaje y la está utilizando igual que a mi ¿lo entiendes?
-      No – Mamen se mantenía en sus trece - ¿como quieres que me crea tal barbaridad? ¿me has visto cara de tonta? Y eso del teléfono de mi amor, ,cariño, no se que ¿eso también entra dentro del jueguecito?

Mamen miraba hacia la exsecretaria con cara de pocos amigos y a la vez hacia su marido implorando alguna explicación convincente. Ana sentada en el sillón con una copa en la mano a pesar de ser muy temprano por la mañana, respiraba con cierta dificultad y mantenía los ojos muy abiertos esperando la explicación del Abogado. Mientras tanto Fernando daba pequeños paseos desplazando sus relucientes zapatos por la moqueta beis que hacía mas confortable el suelo de su despacho.
-      Mamen, quiero que me escuches con atención – Fernando se acercó a su mujer- tienes que creerme, aunque yo comprendo que no tiene que ser fácil. Lo primero y principal es que yo te quiero a ti y que Ana fue algo en mi vida, pero de eso hace mucho tiempo y desde entonces no he tenido ninguna relación. Si es verdad que nos hemos visto, siempre en hoteles, eso es verdad, pero no por lo que estás pensando si no por motivos mucho mas importantes
-      ¿Tú crees que yo me voy a creer algo de todo lo que me estás contando? – Mamen lo miraba con dureza
-      Espera a que termine y luego piensa lo que quieras, pero primero deja que te cuente. Es una historia larga – Fernando se sirvió una taza de café solo - ¿quieres una?
-      No
-      Todo empezó hace nueve años. Si, si, parece que fue ayer pero así llevo nueve años. Como sabes, eso si que no puedes negarlo, empecé a trabajar  con la familia Mejia de Méjico, era como su representante en España y a través de varias sociedades interpuestas que fuimos creando, el dinero llegaba a España como si lo regalaran. Naturalmente empecé a hacerme rico, no hacía preguntas y el negocio funcionaba, pero un día, como te digo hace nueve años, un representante del Ministerio del Interior vino a verme y me explicó que desde hacía muchos años estaban intentando descubrir una red de narcotraficantes que, a través de nuestro país ingresaban grandes cantidades de dinero en diferentes paraísos fiscales y que conocían perfectamente todas las interioridades de esa red. Sabían que yo ya no era útil para esa organización y su propósito era acabar con mi vida de una manera lo discreta, sin levantar sospechas, pero a ser posible sin crear ningún escándalo en el que se pudieran ver involucrados. Por otra parte, la Unidad de Seguimiento del Ministerio del Interior, habían logrado introducir a una de sus agentes y les iba enviando información de manera puntual.
-      ¿No me digas que la espía era Ana?
-      Espera, no te adelantes a los acontecimientos  - Fernando terminó de un sorbo los restos del café que permanecían en el fondo de la taza que tenía en su mano izquierda – como comprenderás traté de buscar la mejor manera para evitar que sucediera lo que me estaban contando y no tuve mas remedio, eso si, por decisión propia, que contarles todo lo que sabía sobre la organización de los Mejías y a continuación me propusieron y yo acepté que me uniera a ellos y colaborara en todo. La única condición era que nadie supiera absolutamente nada de todo esto, porque si  no, la operación no llegaría a buen puerto. Para darle una mayor credibilidad a ese montaje, los de Ministerio del Interior pensaron que lo mejor es que yo tuviera una amante, digamos oficial y así volvió a aparecer Ana en toda esta historia.
-      Ya – Mamen tenía  una expresión en su cara que daba toda la impresión que estaba dispuesta a no creerse ni una sola palabra.
-      Espera – Fernando la interrumpió cuando estaba a punto de protestar – espera que termine y luego me haces todas las preguntas que quieras. Lo primero que hicieron para que tragaran el anzuelo fue organizar una fiesta en la que Ana se insinuase conmigo y así ellos
-      ¿Quiénes son ellos?
-      Los Mejías, Mamen ¿quiénes van a ser? – Fernando retomó el relato – ellos  creerían que yo los podría delatar y se dedicarían a seguirme a mi y dejarían un poco mas tranquila a Ana. Todo estaba tan bien planificado que ella y yo teníamos que ser amantes y como los teléfonos estaban pinchados, de eso estábamos seguros, casi con seguridad que picarían el anzuelo y en eso estábamos. Ahora mismo, si todo esto te parece una mentira llamamos al Inspector Gonzalez Alviar y ya verás como te confirma, punto por punto, todo lo que te he dicho
-      ¿No dices que los teléfonos están pinchados?
-      Si, pero ellos creen que mi despacho está instalado al otro lado de la planta  y de hecho allí es donde tienen instalados sus sistemas para oír absolutamente todo. Aquí no hay problemas. Aquí tenemos las grabaciones normales de cualquier despacho
-      ¿Y que pinta en todo esto Alvaro Cuesta?
-      Esa es la segunda parte de la historia – Fernando se sirvió otro café – Ayer me confirmaron desde la oficina del Ministerio que el Médico ese de la UVI forma parte de la organización de los Mejías desde hace aproximadamente dos meses y que han decidido que sea él el encargado de retirarme de la circulación pero haciendo que parezca un crimen pasional y por eso necesita enamorarse de Ana, pero de paso, está claro que este tipo tiene poco de tonto, se monta una chantaje para que yo le de un montón de millones de pesetas y entonces desaparece y si te he visto no me acuerdo
-      ¿Se iría con Ana?
-      Eso es lo que estoy tratando de descubrir porque tanto al Ministerio como a mi todo lo que está pasando nos parece muy raro
-      ¿Me estás diciendo que Alvaro Cuesta no solo pertenece a una organización mafiosa si no que además es un chantajista?
-      Según el Ministerio del Interior así es y por ahí es por lo que yo entiendo que apareciera en mi despacho.
-      Pero ¿tu sabes tanto de esa organización como para querer matarte?
-      Bueno – Fernando sabía que para que la historia resultara creíble tenía que contarle toda la verdad – se bastante mas de lo que parece a primera vista, entre otras cosas porque cada una de las sociedades creadas tienen un capital mínimo de cien millones de pesetas y ese dinero yo no se exactamente de donde ha salido, pero tonto no soy y conociendo sobre todo al viejo Mejías estoy seguro que tiene que proceder de negocios poco claros
-      O sea que eres de alguna medida como un colaborador del narco mas importante de Méjico.
-      No como un colaborador, Mamen, no, soy su mano derecha en España y aunque hasta ahora no me han pedido ningún favor, digamos especial, estoy seguro que en poco tiempo lo iban a hacer, pero me da la impresión que el tal Alvaro Cuesta se ha adelantado y trata por su cuenta de aprovecharse de la situación, ya se sabe que el que roba a un ladrón........
-      Perdóname Fernando pero sigo sin entender que pinta el Dr. Cuesta en toda esta historia.
-      Yo tampoco lo entiendo muy bien, pero a los hechos me remito.
Mamen trataba de creer a su marido ¿porqué no iba a hacerlo si desde hacía años tenía la certeza que le era completamente fiel? Si que es verdad que últimamente ganaba mucho dinero, pero el hecho de crear sociedades de mayor o menor legalidad no era como para querer matar a nadie, claro que si por en medio andaban los narcotraficantes todo era posible, pero seguía sin entender que pintaba en todo esto el Dr. Cuesta y si eso era así, ¿porqué Ana estaba metida en todo ese lío? ¿sería verdad que era la novia de Alvaro y entre los dos habían planeado todo?
-      El hecho de que Ana esté aquí es porque me gustaría que me contase que hay de verdad y de mentira en su supuesta relación con el Dr. Cuesta
Ana miraba con expresión decidida, sabía que había llegado su momento y no tenía ninguna razón para permanecer callada
-      Ya lo he hecho y su respuesta no me ha gustado.
-      ¿Por qué?
-      No lo se – Fernando se movió inquieto – y lo peor es que a los del Ministerio también les parece raro. Posiblemente se trate de una agente doble  y es lo que trataba de investigar cuando has entrado en el despacho.
-      Mira Fernando – Mamen trataba de descubrir algún misterio en lo mas profundo de los ojos de su marido – a mi todo esto me parece una novela de ciencia ficción o una película de espías y no se que pensar
-      Yo tampoco – Fernando daba vueltas y mas vueltas por el amplio despacho – pero hay una cosa evidente y es que Alvaro por alguna razón que no llego a alcanzar lo que quiere es hundirme para sacar algo contigo. No se por que pero es lo que me parece.
Ana se levantó del sillón y se asomó a la ventana. Mamen la miraba como tratando de entender que pintaba en toda esa historia. La exsecretaria dejó la copa encima de la mesa y se volvió lentamente
-      ¿Puedo hablar o todavía no?
-      Si – contestó Mamen – me interesa saber tu versión una vez que he oído la de mi marido. Cuenta todo lo que sepas sin omitir absolutamente nada.
-      Muy bien – Ana se sentó lentamente – lo primero que quiero que sepa es que su marido dice la verdad. Eso es lo mas importante y lo segundo es que usted miente, si, si no ponga esa cara que ahora se lo explico. Es verdad que entre Fernando y yo hubo una cierta relación hace no se cuantos años, es verdad, pero aquello terminó y por una razón que para usted debía ser un orgullo y es que a quien realmente quería era a usted y a sus hijos. Por nuestra parte y eso supongo que se lo puede confirmar Fernando hubo pasión durante unas semanas y nada mas y luego el destino nos volvió a unir pero esta vez por motivos muy diferentes. Yo entré en el Ministerio del Interior y me destinaron a una Unidad no realmente antidroga si no para investigar a los capos de la droga, sobre todo, colombianos y mejicanos y así volví a contactar con su marido y me di cuenta que había mucho que investigar porque la capacidad de organización del Abogado Altozano supongo que la conoce usted mejor que yo y había creado un complejo de sociedades interpuestas que no había por donde entrar. En esas estábamos cuando descubrimos también por casualidad que el Dr. Alvaro Cuesta había tratado, de manera clandestina a viejo Mejías y se podría decir que le había salvado la vida después de un grave episodio de hipertensión cerebral o algo así y se estableció una muy buena amistad entre ellos y casi sin darse  cuenta lo introdujeron en la red con la sola  intención de relacionarlo con Fernando. Total que un día me conoció a mi y debo reconocer que me enamoré como una colegiala de Alvaro lo cual no debía ser muy difícil porque otras ya lo habían hecho antes – en ese momento Ana miró directamente a Mamen – entre ellas usted, curiosamente la misma que se pone como una hiena cuando oye que su marido tuvo una relación conmigo cuando fue mucho mas corta que la de usted con el Dr. Cuesta.
Fernando se volvió hacia su mujer y ahora, como si se hubieran invertido los papeles, era él quien la miraba con la pregunta en el aire
-      Te puedo explicar todo – Mamen permanecía sentada con expresión tranquila y los argumentos van a ser los mismos que has utilizado antes conmigo. Comprendo que es difícil de entender pero ten confianza y ahora soy  yo la que te pide paciencia y no te creas todo lo que dice Ana. Es verdad que yo también tuve una corta relación con el Dr. Cuesta, es verdad – Mamen estaba dispuesta a contar toda la verdad – todo empezó en el Hospital mientras tu estabas ingresado en la UVI. Es una de esas personas que te inspira confianza y cuando estás en la puerta de un sitio como ese lo que estás deseando es que alguien te haga caso, te entienda y te ayude y ese fue el caso del Dr Cuesta.
-      Ya y esa confianza te va envolviendo y a la cama con él ¿no? – Fernando iba subiendo el tono de voz
-      No – contestó Mamen con tranquilidad- las cosas no son como tu te las imaginas. No es aquí te pillo y aquí te mato. Si empezamos a tener una cierta confianza entre nosotros, pero tu ya no estabas en la UVI cuando estuve con él
-      ¡Solo faltaba!
-      Bueno tú también estabas con otra – Mamen  le dirigió una mirada a Ana que permanecía de pié mirando por el amplio ventanal - cuando yo estaba pariendo, o sea que vamos a dejarlo. Yo lo que quiero es hablar con Alvaro Cuesta para que lo mismo que Ana ha contado su versión él cuente la suya – Mamen tasmbién se levantó – creo que los tres aquí presentes y también Alvaro Cuesta hemos cometido errores, es verdad que hace mucho tiempo pero errores al fin y al cabo y lo mejor es aclararlos entre todos. Yo debo reconocer – esta vez se dirigía a su marido – que he estado a punto de contártela en varias ocasiones pero por unos motivos u otros no encontré el momento y por eso ahora vienen estas cosas, pero ya te digo que lo mejor es que hablemos entre los cuatro - Mamen estaba segura que una entrevista con Alvaro Cuesta aclararía la situación – pero tengo que hablar con él – sacó del bolso una pequeña libreta y tomando el teléfono marcó un número
-      ¿Alvaro?
-
-      ¿Cuándo puedo hablar contigo? Es muy urgente
-
-      Bien, en un cuarto de hora estoy en el Hospital – colgando el teléfono a continuación.






2 comentarios:

  1. El Tío Javier Belas18 de abril de 2015, 4:30

    Menudo lío. Como está el patio. Lo único que sabemos con certeza es que Ana está muerta. ¿Pero quién la mató? Esa es la incógnita a día de hoy. Como siempre hay que esperar al siguiente capítulo.
    Un abrazo a todos.

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  2. No salgo de mi asombro; entran en acción espías, traficantes, ... Esto vaa terminar como el rosario de la aurora. La muerte de Ana y algo más
    Hasta la próxima semana (si el parto lo permite)
    Bss a todos

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