lunes, 27 de abril de 2015

EL TRIO DE DOS: CAPITULO 71 Y ULTIMO

 Queridos blogueros/as: EL TRIO DE DOS SE HA ACABADO y nosotros aquí con estos pelos. Es verdad que me he adelantado casi una semana pero, aunque mi nuera sigue sin parir, estoy seguro que me avisarán un día de éstos y no tengo ni idea cuando volveré, o sea, que os mando el último capítulo y espero mas que nunca vuestra contestación, pero de la novela completa. 
Ya se que mis devotos lectores sois dos y de vosotros. Merce y Javier ya va siendo hora que lo sepa la gente, es de los que espero vuestro comentario y sobre todo daros las gracias por vuestra fidelidad. Todos los Domingos habéis contestado sin faltar ni uno y eso tiene mucho mérito porque es verdad que también yo mandaba un capítulo todas las semanas, pero estaban escritos mucho antes, o sea que lo mío tiene menos mérito, pero si que tengo que reconocer, a lo mejor es que soy un presuntuoso, que esperaba con impaciencia lo que me decíais y hasta me ponía "chulito" algunas veces y ya me veía casi vestido de oscuro entrando por la puerta del Teatro Campoamor de Oviedo, para recibir el Premio Príncipe de Asturias de las letras por mi obra "El Trio de Dos" y hasta en alguna ocasión se me ha pasado por la cabeza escribir algo parecido. En fin, todo se andará. 
Ahora lo que tengo que hacer, pero ya, es comenzar a utilizar otro ordenador portátil que me ha regalado mi hija Belén y dejar de trajinar con éste porque otra vez los putos cookies andan por aquí jodiendo al que suscribe y uno ya no está para similares jodiendas. Aquí me reconozco mas y no asesinando a Anas Seguras y luego buscando como un loco como salir del lío en el que me metí. Creo que voy a escribir una novela como mas verderola
¿Os acordáis del pub Juan Sebastián Elcano con las trinquetillas, sobre el que escribí hace tiempo? Eso es lo que me apetece, pero una cosa es el deseo y otra el desarrollarlo, pero creo que estaría bien.
Como hoy es el último día me voy a permitir meterme con ese montón de gente, por lo menos cinco o seis, que leen estas historias y no hacen ni un comentario. MUY MAL. Eso es competencia desleal, yo escribiendo como un loco y vosotros o vosotras callados como vulgares trinquetillas. Venga dejaros de historias y escribir, aunque solo el último día. 
Mi correo electrógeno, que diria el desaparecido Carlos Herrera, es tinobelascoaín@gmail.com. Ahora ya no tenéis mas remedio que escribir algo.
Bueno, lo dicho, que se acabó y dentro de nada os mandaré mas cosas
Un abrazo mas fuerte que el de costumbre y ser felices
Hasta después del verano
Tino Belascoaín

TERCERA PARTE Y ULTIMA.-

CAPITULO  71.-

El amplio pasillo de entrada a la Residencia de Mayores “La Espera” era un hervidero de gente, como casi todos los Domingos. Los mayores, acompañados de sus familiares, aprovechaban la tarde para salir de sus pequeños chalets adosados y deambular lentamente por el pasillo que los unía a modo de porche. En los laterales de las puertas de cada uno de ellos, un macetero de obra contenía abundantes plantas que los ancianos cuidaban con esmero. Cada poco, veinticinco metros mas o menos, el pasillo se vía interrumpido por una rotonda con un banco circular y una farola que hacía de punto de referencia y lugar de reunión de muchos de los allí alojados. Naturalmente todo dependía del tiempo, si era bueno, allí se reunían la mayoría, pero si el tiempo no acompañaba, entonces los pequeños salones de los distintos chalets servían de improvisadas salas de reunión. En la puerta de cada vivienda una placa dorada indicaba el nombre de cada uno de los inquilinos. En la mayoría ponía el nombre del matrimonio y algunas, por razones obvias, solo disponía de un espacio para albergar el nombre de una sola persona.
La mayoría de los que circulaban eran gente de edad, pulcramente vestidos, lúcidos, de lento caminar y maneras exquisitas. Los sombreros de algunos de los transeúntes se alzaban al paso de las damas que sonreían ante tanta educación mientras que la mayoría paseaban con sus calvas mondas y lirondas. Había expresiones para todos los gustos, aunque, en general, los rostros reflejaban, sobre todo tranquilidad. Las arrugas del paso de los años se mantenían, la curiosidad iba desapareciendo, la necesidad de compañía para algunos era imprescindible, mientras que otros buscaban deliberadamente la soledad. Eran los que nunca salían, los que permanecían en sus casas sin hablar con nadie, los que, para ellos,  la vida no tenía alicientes y lo único era esperar que les llegara la hora de su muerte sin ningún tipo de sufrimiento y eso era lo único que tenían garantizado por contrato.
La Espera era una institución con ánimo de lucro en la que los ancianos, cuando estaban en edad fértil, se apuntaban para disfrutar de una jubilación sin sobresaltos y con todo lo que uno querría tener en una Residencia de Ancianos. El lujo era máximo, el trato exquisito y las instalaciones “lo mejor de lo mejor” como anunciaba la propaganda que repartían por los buzones de urbanizaciones de prestigio con un alto nivel de económico
Como para casi todos los temas inmobiliarios, el promotor fue D. Jesús Gil, conocido empresario del mundo del ladrillo, Alcalde que fue de Marbella y hombre conocido por la cantidad de negocios de todo tipo que iniciaba con prontitud y atendiendo los deseos de los futuros inquilinos. El primero que aceptó con interés la idea y que ayudó a su realización fue Ruiz Marciales que estaba seguro que su presencia en ese complejo residencial nunca se haría realidad y ahora era, junto con su mujer, Presidente de la Comunidad de Inquilinos de Honor, como una división en el seno de la propia Junta General y todo como consecuencia de haber recibido casi mil millones de pesetas por su casa de Madrid y sobre todo porque los trece hijos habían iniciado sus andaduras profesionales y ninguno vivía en su casa. El hecho que “La Espera” dispusiera de cinco chalets independientes de casi seiscientos metros cuadrados construidos con dos doncellas, una cocinera y un secretario, Médico Especialista en Geriatria  de presencia física permanente, fisioterapeutas especializados, gimnasio cardiosaludable y un sin fin de instalaciones a todo lujo, les hicieron recomponer su vejez y valorar todo lo que de positivo tenía este proyecto y así a la edad de cincuenta y cuatro años se apuntaron a pagar una cantidad fija que, a modo de alquiler, les garantizaba una vejez sin miedo al futuro. Por tener tenía hasta un concierto con la Clínica de la Luz para el ingreso de todos aquellos que lo necesitasen y a mas a mas, que dirían los catalanes, una especie de Sociedad Médica a la que estaban adscritos los mas prestigiosos especialistas de Madrid, muchos de ellos hijos o familiares de los que allí habitaban.
El día se presentaba con sol y sensación de calor. Los rigores del invierno parecían dejar paso a los primeros guiños de la primavera, los tallos de las plantas, empequeñecidos por el frío, parecían emerger de la tierra que los acurrucó durante varios meses y asomaban con alegría para demostrar, una vez mas, que la vida sigue. Los árboles centenarios que rodeaban la Urbanización albergaban a cientos de pájaros que revoloteaban alegres entre sus hojas alterados únicamente por el vuelo de alguna bola de golf procedente del cercano campo de prácticas del Encinar de los Arroyos.   
En la rotonda frente a los números 73,74,75y 76, había, como casi todos los días, una tertulia formada por cuatro personajes muy conocidos en la Institución que alternaban sus charlas informales en la rotonda Número 3 con la organización de innumerables eventos destinados siempre a hacer que la monotonía no se instaurase en ninguno de los presentes.
D. Zoilo, jerezano de los de antes, dueño de una cuadra de caballos considerada por los expertos como una de las mejores del mundo era el que llevaba la voz cantante en ese momento. Vestido con una chaqueta de espiguilla marrón, pañuelo en el bolsillo superior izquierdo haciendo juego con la corbata de espuelas, pantalones marrones, calcetines de cuadros y zapatos de ante marrón, se tocaba la gorra campera, del mismo tejido que la chaqueta, al tiempo que con un pequeño silbido piropeaba a una de las enfermeras que se dirigía al número 82 para tomar una muestra de sangre a Doña Conchita que la pobre llevaba un invierno con una anemia que no la permitía salir de su casa.
-  Adiós, Sara, mírala, lo mas bonito del mundo.
-  Adiós, Don Zoilo – La enfermera exhibió la mejor de sus sonrisas – abriguese que este sol es muy traicionero.
-  ¡Que va chiquilla! El sol es una bendición y como bien escaso hay que disfrutarlo lo mas posible.
-  Allá usted, Don Zoilo, pero yo de usted me abrigaría.
-  ¿Y porqué no me das tú calorcito, “mi arma”?
-  ¿Y qué iba a decir doña Inés?
-  ¿Doña Inés? Que va a decir, “na de na”, la pobre tiene un Alzehimer que no se entera de na, pobrecilla quien la ha visto y quien la ve. En fin, la vida es así.
-  Hasta luego Don Zoilo, vaya usted con Dios.
-  Igualmente y vaya usted por la sombra que los bombones al sol se derriten. – D. Zoilo la vió alejarse, con su bandeja de hacer análisis, sus andares juveniles y un pijama ajustado – ¡Dios mío si yo fuera mas joven!
-  No le des vueltas, Zoilo, si tu fueras mas joven no mirarías a la enfermera con esos ojos que parece que la estás desnudando, le harías alguna proposición y ella aceptaría o no, que casi siempre sería que no, y tan amigos – Luis, Médico jubilado tenía por costumbre elucubrar sobre las cosas que veía a diario y así planteaba situaciones cotidianas tratando de darles un aire de normalidad – o en todo caso no le plantearías nada porque no estarías aqui y por lo tanto dificil es que vieras pasar a esta criatura.
-  Hombre Luis, tampoco es eso. Uno de joven era bastante bien parecido y las proposiciones siempre se hacían a tiro fijo con muy pocas posibilidades de errar el disparo. Además – Zoilo se pasó la mano por la nuca para ajustarse unos pequeños rizos que surgían de su pelo blanco – si no fuera por estos ratos y otros parecidos ¿para qué viviríamos?
- En eso tienes razón ¿ves? Lo cortés no quita lo valiente y eso es lo malo que nos pasa a algunos – Luis se quedó mirando sus zapatos relucientes – desde que murió Ana mi vida no tiene sentido y ojalá fuera como tú, pero no lo soy y por lo tanto lo único que me espera es sufrir.
Iñaqui Zaraluquieguirra intervino con vehemencia como casi siempre
-      Mira Luis, no empieces como todos los días. Ni estoy ni estaré nunca de acuerdo con tu planteamiento ¿me entiendes? – su acento vasco sonaba fuerte en aquella tertulia – No señor, la vida te da momentos difíciles, pero también te da muchas alegrías. Tú acabas de perder a tu mujer y sería absurdo negar la importancia que tiene, pero sería genial que te pudiéramos ver en un par de años, seguro que serías otra persona, pero como no se puede, pues  habrá que dejar pasar el tiempo ¡que remedio! Lo que ocurre  es que el tiempo pasa mucho mas deprisa de lo que  uno piensa y lo que parece imposible se hace realidad en menos que canta un gallo y si nó mira para mí – Iñaqui se levantó y su enorme anatomía se hizo patente ante todos los presentes . Vestido con una zamarra azul con la bandera del País Vasco en el pecho junto a una bandera de España, camisa de franela a cuadros, pañuelo anudado al cuello, pantalones grises con la raya impecablemente marcada y mocasines marrones era la imagen perfecta del hombre mayor, viudo, que se conserva maravillosamente bien. Vasco y español, como le gustaba decir siempre que tenía oportunidad, con una chapela diseñada a medida que se mantenía ladeada sobre su bien tratada cabellera, había ingresado en la Residencia después de fallecer su mujer, hacía ya casi tres años y no por necesidad porque tenía casa en Almería donde se había trasladado con su empresa de casi doscientos trabajadores como consecuencia del aumento exacerbado del nacionalismo y las ayudas que permanentemente le pedían para mantenimiento de los presos etarras – quien me iba a decir a mí que después de vivir casi cincuenta años en Zarauz iba a acabar con mis huesos nada menos que en Almería y sin embargo, aunque los comienzos fueron difíciles, poco a poco y a base de mucho esfuerzo, eso es verdad, la empresa comenzó a salir a flote y ahora tiene hasta delegaciones en casi toda España y no sabes lo que pudimos llorar mi familia y yo cuando decidimos el traslado, Fue espantoso, pero como te decía la vida tiene que seguir y aquí estamos, leyendo el Diario Vasco, añorando mi tierra, echando de menos a los míos, pero viviendo porque ¿qué otra cosa puedo hacer?
Luis Morazuelo Perea, aseguraba que solo se podía nacer en Madrid para tener un título nobiliario lo que irritaba profundamente a sus contertulios, era un hombre de andar pausado, parco en palabras, serio, pero en ocasiones socarrón, poco amigo de hacer florecer sus sentimientos y al que había que sacarle las palabras poco menos que con calzador. Solitario, no tenía hijos ni nadie que viniera a alegrarle las tardes de los fines de semana, enigmático con su vida privada, dejaba caer las frases con cuentagotas. Nunca jamás opinaba de política porque según él, el opinar sin saber era perder el tiempo y sobre todo amigos. Partía de la base que los políticos eran todos uso sinverguenzas y unos golfos y por lo tanto ¿para qué iba a opinar si luego hacían lo que les daba la gana? Naturalmente no votaba desengañado como estaba con tanto trapicheo postelectoral con tal de llegar a gobernar y la política era para él un mal necesario. Había discutido muchas mañanas y ya se había entregado - ¿Ha quedado clara mi postura? Muy bien, pues a partir de ahora cada vez que se hable de política no pienso decir ni esta boca es mía y así nos evitaremos problemas. ¿Está claro? - Era así de tajante y mantenía sus promesas con tozudez. Exponía sus argumentos con rotundidad y su alguien no estaba de acuerdo, peor para él.  Sin embargo, era muy dialogante en cuanto se planteban temas relacionados con la Medicina a la que había dedicado toda su vida. Según decían sus amigos, economistas, abogados, brokers de todo tipo……etc, había trabajado tanto que no le había dado tiempo a ganar dinero y era una verdad como un templo. Menos mal que el tema de la jubilación se lo había planteado con tiempo y se había apuntado a pagar las cuotas mucho antes de dejar su consulta del seguro, porque de lo contrario le resultaría imposible mantener ese nivel. Como ocurre en todos los órdenes de la vida, la muerte de su mujer había dejado un vacío imposible de llenar con nada y menos para una persona como Luis que era un auténtico inútil, sin embargo en el aspecto exclusivamente económico había salido ganando porque ya no tenía que abonar  nada y encima le devolvieron parte de las cuotas y así las penas con pan resultaron menos penas.
-      Mirad quien viene por ahí.
-      Hombre Fernando ¿Cómo estás?
-      Bien para un hombre de mi edad y condición social – Fernando Altozano mantenía el porte y las maneras de cuando era joven. Sus facciones se habían suavizado con el paso de los años. De aquel pelo peinado hacia atrás solo quedaban restos, la frente se había prolongado en el espacio mientras que las cejas se habían caído como queriendo seguir el curso natural de la vida. La cara la tenía surcada por profundas arrugas concluyendo todas alrededor de la boca. Su sonrisa continuaba siendo igual de cautivadora que siempre, posiblemente favorecida por una hilera de implantes dentarios perfectos en su distribución, y su aspecto, en general, era de un viejo joven como a él le gustaba definirse. Vestía una teba verde, camisa lisa con corbata a cuadros de lana, pantalones beis y el conjunto finalizaba en unos zapatos de ante de primoroso aspecto.
-      Mamen ¿no baja hoy? – preguntó Luis como siempre interesándose por su estado.
-      No, no se encuentra muy allá y se ha quedado haciendo unos crucigramas que ya sabes que le encantan
-      Y son muy buenos para prevenir el Alzehimer – D. Zoilo también quiso intervenir en al conversación – y si no que me lo pregunten a mí que mi santa se ha pasado la vida sin  hacer ni uno y así está la pobre.
-      No tratéis de hacerme comulgar con ruedas de molino, porque no lo vais a conseguir – Luis trataba de imponer su discurso en base a su título universitario -  Uno como Médico no puede consentir la serie de barbaridades que se dicen sin tener ni puñetera idea. Con esta discusión me ocurre como con la que siempre se organiza con las fracturas de cadera y sinó pensarlo un momento  ¿que se produce primero la fractura y por eso te caes o te caes y se rompe el hueso?
-      Yo no lo se y para eso estáis los galenos, pero por puro sentido común parece más lógico lo primero – Iñaqui se ajustó la chapela - Se supone que los huesos están débiles y se rompen con mayor facilidad que los de la gente joven.
-      Si, eso debería de ser así, pero no es del todo seguro porque toda la fuerza se hace sobre la cadera, pero toda la fuerza de todos los viejos y ¿porqué se rompe la cadera en unos viejos si y en otros no?
-      ¿Tendrá que ver la cantidad de deporte que se haga en la  vida? – D. Zolio como todos, arrimaba el ascua a su sardina – porque como sea así estoy apañado. El único deporte que he practicado con asiduidad y en el cual era considerado de un nivel como para ser  integrante de la Selección Nacional era en el fino arte de levantar copas de manzanilla.
-      Entonces yo si que puedo estar tranquilo – Iñaqui inundaba el ambiente con su potente voz – porque me he pasado la vida jugando a la pelota y cuando ya comenzaron a flaquear las fuerzas, me pasé a pala que es mucho mas tranquila y últimamente al frontenis que eso es una mariconada para los castellanos parlantes.
-      No empieces como todos los días que ya sabes que te contestamos.
-      No te preocupes Fernando, que a mí me importa un rábano, pero tendrás que estar de acuerdo conmigo que entre un buen partido de pala con golpes que se salen de la pista con una pelota dura y las dejadas del frontenis y encima con una bola de tenis, no hay color.
-      Claro que no hay color. El frontenis como el Padel son deportes para gentes inteligentes, gente con clase, mientras que el frontón a pelo es para hombres con una tremenda fuerza física, pero con poca mollera
-      No empieces, Fernando. que acabamos como el rosario de la aurora.
Los cuatro hacían estos comentarios mientras permanecían sentados en una de las rotondas. Al poco se levantaron y comenzaron a caminar lentamente. Todos los días la misma operación. Llegaban al final del pasillo, salían de la Residencia, daban la vuelta a la manzana y entraban nuevamente en la Residencia por la puerta de atrás. Fernando aprovechaba “a echarse un cigarrito” porque aquí no se molesta a nadie, mientras que Luis, el Médico, le reprochaba tan insana manía
-      Fernando ¿tu no sabes que el tabaco mata?
-      Luis, no seas coñazo, todos los días la misma historia con el tabaco, ¡que pesado eres!. Claro que el tabaco mata, pero a mi no, porque si así fuera yo estaría criando malvas desde hace años y aquí estoy, vivito y coleando.
-      Mi obligación como Médico es avisarte.
-      Ya, pero no todos los días.
-      Pero eres tú y no yo el que lo recuerda porque yo solamente te lo digo cuando te veo con un pitillo.
-      Bueno, bien, no te preocupes que en cuanto le dé dos caladas más lo dejo.
-      Si, si, eso me lo dices todas las mañanas
-      Está bien, ya lo apago.
Los cuatro continuaron amigablemente su camino y se iban separando al llegar  a sus respectivos aposentos. Fernando fue el primero, sacó la llave de la puerta y la abrió. Se limpió los zapatos en un felpudo grabado con un “welcome” muy inglés, se calzó unas zapatillas y con paso lento se sentó en un cómodo orejero. En una mesita auxiliar, a su derecha, se encontraban varios libros y un diario en el que anotaba cosas y cosas sin ningún orden. No trataba de escribir sus memorias, pero si apuntar temas que ocurrían a diario y así con un bolígrafo y con letra firme y clara anotó:
“ Luis me ha vuelto a echar la bronca por fumar y he sentido la misma sensación que todos los días, es decir, me da exactamente igual, de algo  hay que morirse.”
El  paseo ha estado bien, hemos hecho el recorrido largo y la verdad es que vuelvo cansado. Mamen no ha podido acompañarme porque creo que tiene algo de gripe, pero no parece que sea nada preocupante y espero que sea así porque no me veo viudo y solo en la vida. Que cursi queda esto, parece la letra de un tango.
Solo nos quedan tres días para que vengan nuestros hijos con los nietos y celebremos todos el cumpleaños de Mamen. Espero ese momento mas que otros años porque cada vez nos vamos haciendo mas viejos y cualquier año faltamos alguno. Lo único que le pido a Dios es que sea yo al que le toque la china porque Mamen se organiza sola mucho mejor que yo.
Estoy pensando dejar de escribir porque no hago nada mas que poner cosas de viejo y aunque no debería de ser así, tengo que reconocer que me deprime bastante, pero pensándolo bien lo que tengo que hacer no es dejar de escribir, eso sería una tontería porque me llena muchas horas al día, lo que tengo que hacer es cambiar el guión y anotar cosas de cuando era joven ¿seré capaz? Porqué no, será cosa de intentarlo. Total esto es para mí y nadie lo va a leer.
Podría escribir sobre aquella francesa con la que tuve mi primera experiencia sexual ¿Cómo se llamaba? Que memoria la mía, ni idea de su nombre, pero si que me acuerdo de aquel fin de semana y también podría decir algo sobre la pobre Ana aquella secretaria con la que estuve mas de un fin de semana y que fue asesinada por aquel Dr. Cuesta  ¿Cuánto tiempo hace? Mas de treinta años ¡que barbaridad! Efectivamente que viejo soy
-      Fernando ¿estás ahí?- la voz de Mamen retumbaba por la estrecha escalera del chalet adosado.
-      Si, acabo de volver del paseo.
-      Espera un segundo que enseguida bajo. ¿Qué haces?
-      Escribiendo
-      ¿tus memorias?
-      Ojalá fuera capaz, pero bastante hago con escribir un diario.
Mamen bajó las escaleras con un traje de chaqueta gris, pelo blanco rigurosamente recogido en un moño, zapatos negros con un pequeño tacón y discreto toque de colorete en su cara surcada de arrugas
-      Y si escribes un diario desde el día en que naciste ¿eso no serían tus memorias?
Fernando dejó el diario encima de la mesa auxiliar con el bolígrafo marcando la hoja a seguir, miró a su mujer y contestó con una frase lapidaria
-      Despues de tantos años de convivencia mis memorias eres tú.
-      A mi me pasa igual excepto por el tema que tu sabes
-      ¿Todavía andas dándole vueltas a la cabeza al tema del Dr. Cuesta?
-      Sabes que si.
-      Pues ya va siendo hora que lo olvides porque hubo hasta juicio y fue condenado por un juzgado popular.
-      Ya, pero......
-      No hay pero que valga, seis orfidales no matan a nadie y sin embargo Ana estaba muerta en el despacho. Tuvo que ser él ¿quién iba ser si no?
-      No lo se.
-      Venga deja de pensar en ese tema en plan negativo y valora que desde entonces hemos sido felices.
-      Está bien – Mamen sacó unas agujas de una bolsa de plástico y continuó con su obra de arte: un jersey de tamaño menos que mini para su último nieto que acababa de nacer hacía una semana – así es la vida, tú continúa con tus memorias o lo que sea eso que escribes y yo haciendo punto para los nietos.
-      Y que conste, como quedamos hace tiempo, que no debemos mirar al pasado. El futuro es lo que nos espera.
-      Por supuesto pero ¿cuánto dura el futuro?
-      No lo se y tampoco te creas que me importa mucho. Ahora estamos, como el título de una de mis novelas “en lo mejor de lo peor” y eso es lo principal. Estamos juntos, en una buena residencia, con salud razonable para nuestra edad, una gran familia que nos visita casi a diario ¿se puede pedir mas?





Madrid, 17 de Septiembre de 2013. 

2 comentarios:

  1. Fueron felices y comieron perdices ... Terminan sus días juntos, viviendo de cine y sin ser culpables de nada. Todo es posible.
    La novela es muy entretenida pero hay que acostumbrarse a tu forma de escribir, que es peculiar; con los saltos en el tiempo, en los personajes, las idas y venidas ... Se resuelven las situaciones de forma inesperada.
    Una recomendación: para la próxima un croquis con los personajes. Me lo he tenido que hacer porque se me olvidaba quien era quien de una semana para otra; y no digo nada después del parón veraniego. Tuve que releer los últimos capítulos.
    Eres un escritor con personalidad; describes los entornos magníficamente y eres poco previsible; es difícil intuir por donde va a tirar la historia. Esta novela me ha sorprendido en muchísimas ocasiones.
    No sé que más comentar; me ha encantado, me ha entretenido y, sobre todo, tengo que agradecerte tu constancia y esfuerzo por no faltar a la cita cada fin de semana, retocando y mejorando tus apuntes.
    Sigue con el blog y con tus historias que son divertidas, entretenidas y de la vida misma.
    GRACIAS y hasta la próxima
    PD: esta Blanquita es una pesada. Que vaya todo bien
    Un besazo para todos

    ResponderEliminar
  2. El Tío Javier Belas2 de mayo de 2015, 0:22

    Primero de todo mi enhorabuena por la nueva nieta Blanquita. Que la disfruteis mucho.
    Voy a releer la novela entera pero toda seguida, esto de la lectura por entregas es mas complicado.
    A pesar de todo tengo que darte la enhorabuena porque " El trío de dos" es una gran novela muy entretenida y fácil de leer. Tu descripción de las distintas situaciones es muy buena, escribes con un lenguaje fácil y sencillo, sin complicaciones, eso hace que me encuentre como metido en la trama. Parece como si los personajes de la novela los conocieses de toda la vida, como si fueran amigos tuyos de siempre.
    Yo también animo a los que han leído la novela a que escriban algún comentario.
    No dejes de escribir. Nos hemos acostumbrado a leer tus capítulos todas las semanas
    Enhorabuena de nuevo por la novela y por tu guapísima nieta Blanquita.
    Un abrazo a todos

    ResponderEliminar