sábado, 3 de enero de 2015

EL TRIO DE DOS:CAPITULO 55



Queridos blogueros/as: Lo siento por mi única bloguera pero esta vez y sin que sirva de precedente, te has "colao bacalao". Se conoce que por aquel entonces el autor se estaba  volviendo mas serio y ya nobesiba saltando como en el juego de la oca. Parece ser que el tal Fernando va y le cuenta todo. Bueno, todo no se, pero por lo menos una parte. En fin, que parece que vamos a empezar a ir por el camino normal y no haciendo curvas para dar mas ambiente a este paseo por una novela de autor, no digo mucho mas pero una novela de autor eso si que no hay quien lo discuta.
Bueno, bueno, bueno, año nuevo vida nueva. Ahora empezamos con todo eso de adelgazar, que pesados si siempre he sido gordo porqué les da ahora a lo Médicos empeñarse en que adelgace. Ir al gimnasio, incluso hacer natación cuando yo no me baño en la piscina ni en verano, etc....etc. Parece que habrá que hacer algo, pero tampoco hay que exagerar. Supongo que todos tendréis vuestros planes, yo confieso que me gustaría seguir escribiendo, no se si interesantes o no, pero seguir trasladando ideas al ordenador y vosotros que lo veáis porque esto de escribirnos mutuamente los fines de semana ya se va haciendo tan tradicional como las campanadas de la Puerta del Sol.
Ahora si que de verdad para este año tenemos que pedir felicidad para todos, entre la que se incluye la salud, faltaría mas,
Un abrazo y Feliz 2015
Tino Belascoain





CAPITULO 55.-

Fernando continuaba con su supuesta disertación – “Un día fuimos a una reunión en Getafe y a la salida comimos con Paco Guterres, el portugués ¿te acuerdas? otro amigo suyo, Ana que así se llama la secretaria y yo. Fue la típica comida de negocios en la que, además de hablar de temas comerciales entre sus empresas portuguesas y nosotros, comimos y bebimos de lo lindo. Al final, ellos se fueron a su hotel y Ana y yo a una discoteca en Alcalá de Henares y no me preguntes porqué en Alcalá de Henares porque no sabría contestarte. Posiblemente por no estar expuestos a que nos viera algún conocido o a lo mejor porque ella está mas en su ambiente, pero el caso es que allí aparecimos y lo recuerdo como un ridículo espantoso. La media de edad era de unos veintipocos años y yo que les doblaba en edad. Me sentí mal, me acordaba de ti y de los niños y en un descuido me vine para casa. Es cierto que la dejé tirada, pero entonces me alegré de haber actuado así, estaba con copas y no hice lo que debía. Aquella vez muy bien, pero luego volví a las andadas, aunque con mas pegas por parte de ella porque decía que la había tratado fatal, que sus amigos se habían reído de ella por llevar al abuelo a la discoteca, que si tal y que si cual y que eso ella no estaba dispuesto a consentirlo. En lugar de reaccionar con sentido común y darme cuenta que, efectivamente, esa especie de relación temporal no tenía ningún futuro, reaccioné como un chaval de quince años y me hizo como revelarme contra el mundo y me pareció que ante ese reto tenía que conseguir que me volviera a hacer caso. Es verdad, no se puede negar, que la atracción era única y exclusivamente física, porque la chica no tiene una gran cultura y tampoco le sobra clase, pero quizá su corta edad, su espontaneidad o la idea de vivir una segunda etapa juventud, fue lo que me hizo unirme a su pandilla y salir a tomar cañas como si fuera uno de su quinta. Los amigos encantados porque siempre pagaba yo, pero estaba claro que mi lugar no era ese.
Casi sin darme cuenta, cada vez que tenía alguna comida de negocios ella se apuntaba, unas veces porque me interesaba a mí y otras apuntaba directamente y así, por lo menos tres o cuatro días a la semana comíamos juntos y luego charlábamos durante horas y ahí me daba cuenta de las diferencias en todo, pero a pesar de eso, discutíamos y discutíamos y por eso cada día llegaba mas tarde a casa, pero siempre pensando que me tenía que acostar con ella y desaparecer cuanto antes, porque todo era demencial. No veía el momento de invitarla a una noche por ahí y tampoco se me ocurría como inventarme algo para que tú no sospecharas nada, porque yo si que quería irme con ella a la cama, pero nada mas y no tenía ningún interés que me montaras un número, cosa natural y en esa estaba cuando me contaste lo de tu viaje a Lourdes y ahí encontré la oportunidad. Fue toda una serie de carambolas, pero al final el caso es que lo conseguí y eso que en un último intento de evitarlo la había echado de la oficina, pero una casualidad me hizo volver a verla y vuelta a empezar. Ya sé que hice mal y lo único que quiero es decírtelo porque creo que nuestra relación ha mejorado y para que sea absolutamente normal creo que esto lo debes de saber y sobre todo que, a pesar de todo, te quiero.
-  Ya – Mamen no se movió de la posición en la que estaba. Su cabeza continuaba apoyada en el hombro de él y no movió ni un solo músculo mientras valoraba la postura a adoptar y solo tenía dos, o por lo menos no se le ocurría ninguna más. Podía sentirse como muy dolida y montarle un número de padre y muy señor mío o mostrarse comprensiva y claro si se mostraba comprensiva, Fernando pensaría que ella habría tenido otra aventura porque sabía positivamente que él estaba esperando una bronca monumental - ¿Qué quieres que te diga? Me parece que lo mejor es no decir nada. ¿Perdonar? ¿Se puede perdonar? ¿tú crees que eso se puede olvidar? “
Mamen continuaba como una estatua de piedra, mientras el paisaje trataba de envolverla. Su cabeza estaba agitada como si el mayor temporal de aquel mar se hubiera introducido en ella.
-  Que hago Dios mío ¿le cuento mi aventura con Alvaro, le obligo a que me cuente lo que le ha ocurrido a él  y ya estamos los dos igual? Casi mejor espero un poco porque romper este momento me parece muy injusto. Llevamos una temporada tan buena que ¿para que remover historias pasadas? Los dos nos hemos equivocado y esperemos que el tiempo vaya borrando todo. De todas maneras, si se lo dijera la conversación sería mas o menos así:
“El polideportivo Magariños estaba hasta arriba de gente, sobre todo joven, la famosa demencia, que no paraba de animar a los suyos con gritos entrecortados. Las cabezas cubiertas con todo tipo de turbantes árabes, las manos en alto mientras que una personal pitada al equipo del Estudiantes, constituía casi una ofensa personal y al grito de “manos arriba, esto es un atraco” la peña  desahogaba su fobia ante el Real Madrid. Los componentes del equipo de baloncesto, parecían volar sobre la cancha, no paraban en sus subidas y bajadas hacia la canasta contraria, mientras la afición les aupaba hasta límites insospechados
-  ¿Qué tal? – Alvaro Cuesta preguntó a Mamen a voz en grito. Envuelto en su bufanda verde con los colores de su equipo de toda la vida, Alvaro no podía dismular su alegría. El partido marchaba viento en popa y por primera vez y ya hacía cuarenta años que salió del Instituto Ramiro de Maeztu, el Madrid podía salir derrotado de la cancha del Estudiantes.
Mamen le hizo un gesto con el pulgar hacia arriba porque en aquel infierno era imposible mantener una conversación normal. La demencia haciendo gala de su peculiar manera de entender el baloncesto, no paraba de inventar nombres a los rivales y animaba sin cesar a los suyos. La madre del arbitro también era objeto de sus chanzas y así la animaban a que enseñara a su hijo a ponerse el pito en la boca y a no soltarlo en todo el partido. Los minutos pasaban entre el delirio de los espectadores y se llegó a los últimos veinte segundos con un marcador favorable al equipo de casa de tres puntos. El entrenador pidió un tiempo muerto, todos los jugadores se abrazaron como una piña para escuchar las últimas explicaciones y la táctica a desarrollar en escasos segundos. El capitan del Estudiantes botaba la bola en el centro de la cancha, mientras con su mano derecha indicaba la jugada a realizar. El resto de los jugadores buscaban el desmarque y la bola después de hacer un extraño fue a parar a las manos de un contrario, quien rápidamente se la cedió a su alero de origen americano y este logró una canasta que dejó el marcador a un solo punto y con siete segundos por delante. El saque de canasta se realizó con celeridad y posiblemente el más bajo de todos los que estaban en la cancha en esos momentos, la atravesó como un exhalación y desde cerca de seis metros se levantó como si tuviera un resorte en las zapatillas y prácticamente volando realizó un mate que dio la victoria a su equipo. Los espectadores lloraban de alegría, las bufandas volaban por el aire de un pabellón absolutamente desbordado por la emoción y en ese instante mágico para un aficionado de toda la vida, Alvaró rodeó con su brazo la cintura de Mamen, la abrazó y la besó en los labios. Ella continuó como si la jugada del último mate todavía estuviera en el aire y enseguida se separó consciente que aquello no estaba bien.
Las cañas con los amigos de toda la vida, todos ex jugadores del Estudiantes fueron la guinda que completaba el cuadro de la felicidad plena. Todos estaban exultantes de alegría recordaban el último mate como la jugada del partido y se abrazaban como si fueran ellos los que hubieran conseguido la victoria. Alvaro iba y venía como si del lider se tratara, saltaba, abrazaba a unos y a otros y sus saltos se mezclaban con los gritos de es-tu-di-an-tes,  es-tu-di-an-tes. No vió a Mamen, pero pensó que habría ido al baño. Pasaron los minutos y cuando la gente comenzó a desfilar, Alvaro se dio cuenta que Mamen se había marchado. Recordó el beso largo del final del partido, no como el resultado de la victoria sobre el eterno rival, sino como el final de una etapa en la que ambos se habían ido conociendo mutuamente y no lograba entender porqué se había ido.
Mamen a partir de aquel segundo, sintió impotencia, rabia, sensación de haberse convertido en una cualquiera y no pudo aguantar. Las lágrimas le resbalaban por sus mejillas y sentada en el último banco de la Iglesia del Espiritu Santo, rezó y pidió perdón con humildad. Le había besado con ganas, hasta incluso con ardor, pero su vida no estaba allí. Su vida estaba con sus hijos, con su marido, con su ambiente y no en un polideportivo, como una colegiala. ¿Qué diría Fernando si la viera? Hizo un firme propósito de la enmienda y casi anocheciendo llegó a su hogar. Su marido la esperaba con una cierta preocupación y después de las mentiras piadosas de rigor, “Conchi Goizueta se empeñó que fuera a ver su nueva casa y se me ha hecho tardísimo”, se metió en la cama con la excusa que le dolía mucho la cabeza “



2 comentarios:

  1. El Tío Javier Belas3 de enero de 2015, 18:10

    Ya cantó la gallina Fernando y ¿ hará lo mismo Mamen ? Al final todo va a salir bien y todos contentos. Esperemos a ver que pasa.
    Feliz 2015 a todos
    Un abrazo

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  2. Pozí, me colé. Esta vez ha continuado la historia y Fernando va contando.
    La relación parece encauzada pero no sé si estas confesiones son para bien o para mal
    Veremos.
    Feliz 2015 y virgencita que me quede como estoy
    Besos

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