Queridos blogueros/as: Lo siento por mi única bloguera pero esta vez y sin que sirva de precedente, te has "colao bacalao". Se conoce que por aquel entonces el autor se estaba volviendo mas serio y ya nobesiba saltando como en el juego de la oca. Parece ser que el tal Fernando va y le cuenta todo. Bueno, todo no se, pero por lo menos una parte. En fin, que parece que vamos a empezar a ir por el camino normal y no haciendo curvas para dar mas ambiente a este paseo por una novela de autor, no digo mucho mas pero una novela de autor eso si que no hay quien lo discuta.
Bueno, bueno, bueno, año nuevo vida nueva. Ahora empezamos con todo eso de adelgazar, que pesados si siempre he sido gordo porqué les da ahora a lo Médicos empeñarse en que adelgace. Ir al gimnasio, incluso hacer natación cuando yo no me baño en la piscina ni en verano, etc....etc. Parece que habrá que hacer algo, pero tampoco hay que exagerar. Supongo que todos tendréis vuestros planes, yo confieso que me gustaría seguir escribiendo, no se si interesantes o no, pero seguir trasladando ideas al ordenador y vosotros que lo veáis porque esto de escribirnos mutuamente los fines de semana ya se va haciendo tan tradicional como las campanadas de la Puerta del Sol.
Ahora si que de verdad para este año tenemos que pedir felicidad para todos, entre la que se incluye la salud, faltaría mas,
Un abrazo y Feliz 2015
Tino Belascoain
CAPITULO 55.-
Fernando continuaba con su
supuesta disertación – “Un día fuimos a una reunión en Getafe y a la salida
comimos con Paco Guterres, el portugués ¿te acuerdas? otro amigo suyo, Ana que
así se llama la secretaria y yo. Fue la típica comida de negocios en la que,
además de hablar de temas comerciales entre sus empresas portuguesas y
nosotros, comimos y bebimos de lo lindo. Al final, ellos se fueron a su hotel y
Ana y yo a una discoteca en Alcalá de Henares y no me preguntes porqué en
Alcalá de Henares porque no sabría contestarte. Posiblemente por no estar
expuestos a que nos viera algún conocido o a lo mejor porque ella está mas en
su ambiente, pero el caso es que allí aparecimos y lo recuerdo como un ridículo
espantoso. La media de edad era de unos veintipocos años y yo que les doblaba
en edad. Me sentí mal, me acordaba de ti y de los niños y en un descuido me
vine para casa. Es cierto que la dejé tirada, pero entonces me alegré de haber
actuado así, estaba con copas y no hice lo que debía. Aquella vez muy bien,
pero luego volví a las andadas, aunque con mas pegas por parte de ella porque
decía que la había tratado fatal, que sus amigos se habían reído de ella por
llevar al abuelo a la discoteca, que si tal y que si cual y que eso ella no
estaba dispuesto a consentirlo. En lugar de reaccionar con sentido común y
darme cuenta que, efectivamente, esa especie de relación temporal no tenía
ningún futuro, reaccioné como un chaval de quince años y me hizo como revelarme
contra el mundo y me pareció que ante ese reto tenía que conseguir que me
volviera a hacer caso. Es verdad, no se puede negar, que la atracción era única
y exclusivamente física, porque la chica no tiene una gran cultura y tampoco le
sobra clase, pero quizá su corta edad, su espontaneidad o la idea de vivir una
segunda etapa juventud, fue lo que me hizo unirme a su pandilla y salir a tomar
cañas como si fuera uno de su quinta. Los amigos encantados porque siempre
pagaba yo, pero estaba claro que mi lugar no era ese.
Casi sin darme cuenta,
cada vez que tenía alguna comida de negocios ella se apuntaba, unas veces
porque me interesaba a mí y otras apuntaba directamente y así, por lo menos
tres o cuatro días a la semana comíamos juntos y luego charlábamos durante
horas y ahí me daba cuenta de las diferencias en todo, pero a pesar de eso,
discutíamos y discutíamos y por eso cada día llegaba mas tarde a casa, pero
siempre pensando que me tenía que acostar con ella y desaparecer cuanto antes,
porque todo era demencial. No veía el momento de invitarla a una noche por ahí
y tampoco se me ocurría como inventarme algo para que tú no sospecharas nada,
porque yo si que quería irme con ella a la cama, pero nada mas y no tenía
ningún interés que me montaras un número, cosa natural y en esa estaba cuando
me contaste lo de tu viaje a Lourdes y ahí encontré la oportunidad. Fue toda
una serie de carambolas, pero al final el caso es que lo conseguí y eso que en
un último intento de evitarlo la había echado de la oficina, pero una
casualidad me hizo volver a verla y vuelta a empezar. Ya sé que hice mal y lo
único que quiero es decírtelo porque creo que nuestra relación ha mejorado y
para que sea absolutamente normal creo que esto lo debes de saber y sobre todo
que, a pesar de todo, te quiero.
- Ya – Mamen no se movió de la posición en la
que estaba. Su cabeza continuaba apoyada en el hombro de él y no movió ni un
solo músculo mientras valoraba la postura a adoptar y solo tenía dos, o por lo
menos no se le ocurría ninguna más. Podía sentirse como muy dolida y montarle
un número de padre y muy señor mío o mostrarse comprensiva y claro si se
mostraba comprensiva, Fernando pensaría que ella habría tenido otra aventura
porque sabía positivamente que él estaba esperando una bronca monumental - ¿Qué
quieres que te diga? Me parece que lo mejor es no decir nada. ¿Perdonar? ¿Se
puede perdonar? ¿tú crees que eso se puede olvidar? “
Mamen continuaba como una
estatua de piedra, mientras el paisaje trataba de envolverla. Su cabeza estaba
agitada como si el mayor temporal de aquel mar se hubiera introducido en ella.
- Que hago Dios mío ¿le cuento mi aventura con
Alvaro, le obligo a que me cuente lo que le ha ocurrido a él y ya estamos los dos igual? Casi mejor espero
un poco porque romper este momento me parece muy injusto. Llevamos una
temporada tan buena que ¿para que remover historias pasadas? Los dos nos hemos
equivocado y esperemos que el tiempo vaya borrando todo. De todas maneras, si
se lo dijera la conversación sería mas o menos así:
“El polideportivo Magariños
estaba hasta arriba de gente, sobre todo joven, la famosa demencia, que no
paraba de animar a los suyos con gritos entrecortados. Las cabezas cubiertas
con todo tipo de turbantes árabes, las manos en alto mientras que una personal
pitada al equipo del Estudiantes, constituía casi una ofensa personal y al
grito de “manos arriba, esto es un atraco” la peña desahogaba su fobia ante el Real Madrid. Los
componentes del equipo de baloncesto, parecían volar sobre la cancha, no
paraban en sus subidas y bajadas hacia la canasta contraria, mientras la
afición les aupaba hasta límites insospechados
- ¿Qué tal? – Alvaro Cuesta preguntó a Mamen a
voz en grito. Envuelto en su bufanda verde con los colores de su equipo de toda
la vida, Alvaro no podía dismular su alegría. El partido marchaba viento en
popa y por primera vez y ya hacía cuarenta años que salió del Instituto Ramiro
de Maeztu, el Madrid podía salir derrotado de la cancha del Estudiantes.
Mamen le hizo un gesto con
el pulgar hacia arriba porque en aquel infierno era imposible mantener una
conversación normal. La demencia haciendo gala de su peculiar manera de
entender el baloncesto, no paraba de inventar nombres a los rivales y animaba
sin cesar a los suyos. La madre del arbitro también era objeto de sus chanzas y
así la animaban a que enseñara a su hijo a ponerse el pito en la boca y a no
soltarlo en todo el partido. Los minutos pasaban entre el delirio de los
espectadores y se llegó a los últimos veinte segundos con un marcador favorable
al equipo de casa de tres puntos. El entrenador pidió un tiempo muerto, todos
los jugadores se abrazaron como una piña para escuchar las últimas
explicaciones y la táctica a desarrollar en escasos segundos. El capitan del
Estudiantes botaba la bola en el centro de la cancha, mientras con su mano
derecha indicaba la jugada a realizar. El resto de los jugadores buscaban el
desmarque y la bola después de hacer un extraño fue a parar a las manos de un
contrario, quien rápidamente se la cedió a su alero de origen americano y este
logró una canasta que dejó el marcador a un solo punto y con siete segundos por
delante. El saque de canasta se realizó con celeridad y posiblemente el más
bajo de todos los que estaban en la cancha en esos momentos, la atravesó como
un exhalación y desde cerca de seis metros se levantó como si tuviera un
resorte en las zapatillas y prácticamente volando realizó un mate que dio la
victoria a su equipo. Los espectadores lloraban de alegría, las bufandas
volaban por el aire de un pabellón absolutamente desbordado por la emoción y en
ese instante mágico para un aficionado de toda la vida, Alvaró rodeó con su
brazo la cintura de Mamen, la abrazó y la besó en los labios. Ella continuó
como si la jugada del último mate todavía estuviera en el aire y enseguida se separó
consciente que aquello no estaba bien.
Las cañas con los amigos
de toda la vida, todos ex jugadores del Estudiantes fueron la guinda que
completaba el cuadro de la felicidad plena. Todos estaban exultantes de alegría
recordaban el último mate como la jugada del partido y se abrazaban como si
fueran ellos los que hubieran conseguido la victoria. Alvaro iba y venía como
si del lider se tratara, saltaba, abrazaba a unos y a otros y sus saltos se
mezclaban con los gritos de es-tu-di-an-tes,
es-tu-di-an-tes. No vió a Mamen, pero pensó que habría ido al baño.
Pasaron los minutos y cuando la gente comenzó a desfilar, Alvaro se dio cuenta
que Mamen se había marchado. Recordó el beso largo del final del partido, no
como el resultado de la victoria sobre el eterno rival, sino como el final de
una etapa en la que ambos se habían ido conociendo mutuamente y no lograba
entender porqué se había ido.
Mamen a partir de aquel
segundo, sintió impotencia, rabia, sensación de haberse convertido en una
cualquiera y no pudo aguantar. Las lágrimas le resbalaban por sus mejillas y
sentada en el último banco de la
Iglesia del Espiritu Santo, rezó y pidió perdón con humildad.
Le había besado con ganas, hasta incluso con ardor, pero su vida no estaba
allí. Su vida estaba con sus hijos, con su marido, con su ambiente y no en un
polideportivo, como una colegiala. ¿Qué diría Fernando si la viera? Hizo un
firme propósito de la enmienda y casi anocheciendo llegó a su hogar. Su marido
la esperaba con una cierta preocupación y después de las mentiras piadosas de
rigor, “Conchi Goizueta se empeñó que fuera a ver su nueva casa y se me ha
hecho tardísimo”, se metió en la cama con la excusa que le dolía mucho la
cabeza “
Ya cantó la gallina Fernando y ¿ hará lo mismo Mamen ? Al final todo va a salir bien y todos contentos. Esperemos a ver que pasa.
ResponderEliminarFeliz 2015 a todos
Un abrazo
Pozí, me colé. Esta vez ha continuado la historia y Fernando va contando.
ResponderEliminarLa relación parece encauzada pero no sé si estas confesiones son para bien o para mal
Veremos.
Feliz 2015 y virgencita que me quede como estoy
Besos