sábado, 27 de diciembre de 2014

EL TRIO DE DOS: CAPITULO 54


 Queridos blogueros/as: Si os creíais que Fernando le iba a contar a su santa sus devaneos por ahí en este capítulo os diré que os habéis equivocado de medio a medio y que conste que yo también porque lo lógico es que siguiera el final del capítulo anterior, pero no y bien que lo siento porque ahora le toca el turno a Mamen y eso que parecía una mosquita muerta. Ya , si es lo que yo digo, si pagas con una moneda lo normal es que el cambio te lo den en la misma moneda y esto es lo que parece que va a pasar. Los Médicos somos así ¡que le vamos a hacer! bueno, por supuesto algunos Médicos porque incluir a todos en el mismo saco no sería justo. Entre ellos a mi, no si por en nada pero lo digo por si acaso alguien puede pensar que son vivencias de uno mismo pero no, ese tal Alvaro Cuesta no soy yo ni de lejos.
¿Le contará Fernando su aventura? y Mamen ¿le contará la suya? Supongo que los próximos capítulos que ya serán en el 2015 saldremos de dudas porque ahora me voy a Cedeira a pasar el Fin de Año o sea que lo paséis lo mejor posible, comer por lo menos doce uvas que con esto de la crisis lo mismo tocamos a seis y que seáis felices o por lo menos intentarlo.
¡Ah se me olvidaba! ¿os acordáis que hace poco os conté algo de una nueva novela que empecé hace poco de un Cirujano Plástico que tenía que emigrar y no se que? bueno pues me parece un rollo y he decidido que voy a escribir otra cosa, pero que conste y ya os lo enseñaré que el principio queda como muy bien, pero se acabó. Parezco el tal Fernando. En fin, continuaremos el año que viene 
FELIZ 2015
Un abrazo
Tino Belascoain

CAPITULO 54.-

Mamen recordaba sus primeras entrevistas con Alvaro Cuesta, el Médico de la UVI. Desde el primer momento, le pareció un hombre interesante y sobre todo muy buena persona, parecía como que era capaz de ponerse en el lado de la familia del paciente, lo que no hacía casi ningún Médico, entendía que fueras pesada y que todos los días preguntases lo mismo y siempre tenía una sonrisa a flor de piel como una brisa de aire fresco en un lugar donde las alegrías se contaban con los dedos de una mano. Son de esas situaciones que se notan en la que se establece una especie de relación desde el primer minuto. Una atracción mutua que no se expresa con palabras, pero que se adivina en los gestos y en la manera de explicar la situación del paciente. En ningún caso existe interés personal, pero si una persona te cae bien, el trato es diferente, no es que sea mejor, pero es diferente, como con mas interés, dedicándole algún minuto mas, pequeños detalles que hacen que la estancia en la UVI se haga mas llevadera. Con la intuición femenina habitual, Mamen se dio perfecta cuenta que la miraba con curiosidad y que su entrada en el pequeño despacho le había producido una impresión favorable, claro que ella lo entendía viendo lo que había en el pasillo, gente con mala pinta, algunos gitanos que alteraban la tranquilidad del lugar con sus gritos y lamentos, personas de la España real, trabajadores normales y corrientes que veían alteradas sus vidas por una enfermedad que los mantenía ingresados en un Hospital de la Seguridad Social. Sus problemas serían los que fueren, pero en nada parecidos a los de Mamen o a los del Dr, Cuesta. Estos se movían en una escala social diferente y enseguida fueron conscientes de ello. Egoistamente a Mamen le venía muy bien, porque la información era privilegiada y cuando era mas consciente de todo aquello es cuando no estaba de guardia. Las tardes se hacían interminables y solo a última hora y ya con el cambio de turno, alguna enfermera le explicaba que Fernando estaba razonablemente  bien, pero no era igual. Aquellos cafés en el despacho del Cardiólogo de Guardia, las charlas sobre cientos de temas, los ratos agradables interrumpidos por alguna llamada desde la Urgencia, se iban haciendo norma y hasta algún Domingo el Dr Alvaro Cuesta se acercaba hasta el Hospital con la excusa de hacer algún trabajo o de revisar alguna historia clínica y departía con ella amigablemente. La verdad es que Mamen se encontraba a gusto en su compañía y aun después de abandonar el Hospital, se veían con alguna frecuencia. Nunca quedaban, pero ambos sabían que, por lo menos un par de días a la semana, a la hora del café, coincidían en Goya 43, una conocida cafetería situada en el centro de  Madrid. Ella salía de compras y él se hacía el encontradizo como si no supieran ninguno de los dos que los jueves a las siete y media estaban en la cafeteria. Al principio, las conversaciones siempre giraban alrededor de Fernando y de su infarto, pero con el paso de las semanas, los temas personales se iban abriendo camino y los problemas afloraban a la superficie como si de una consulta de un psicólogo se tratase, aunque con intercambio de especialistas, uno días era él el psicólogo, la mayoría, y  otros ella. Ambos con bastante sentido común trataban de ayudarse mutuamente. La relación se iba haciendo cada vez mas estrecha y en ocasiones las visitas se veían complementadas con interminables llamadas telefónicas que el D. Cuevas le hacía desde el Hospital y siempre en horario de trabajo en el que habitualmente Fernando estaba fuera de casa. En ningún caso pensaron que aquello terminaría en algo concreto. Estaban a gusto y era suficiente, pero curiosamente ninguno de los dos contaba a sus respectivas parejas aquellos encuentros y sin darle mayor importancia, no se lo contaban porque no, pero tampoco tenían ningún sentimiento de culpabilidad.  Para Alvaro, Mamen era una madre de familia, con dinero, con un fondo de profundo respeto a su marido, pero aburrida de la vida que llevaba. Todos los días lo mismo, repetía con frecuencia, mientras él insistía en que la convivencia tenía que ser difícil, sobre todo con alguien a quien ves muy pocas horas al día.
-  ¿Pocas horas al día? – Mamen se reía, aunque maldita la gracia que tenía aquella situación – hay días que llega cuando estoy durmiendo y casi no nos damos ni las buenas noches.
-  ¿Y tú porqué se lo consientes?
-  ¿ Y que quieres que haga?
-  Yo que sé – Alvaro en esos casos se mostraba bastante crítico y no dejaba mucho margen para la discusión – Bueno, si que lo sé, mandándolo a freir puñetas y buscándote la vida de otra manera. Piensa que todo esto pasa muy deprisa y que en cuanto te quieras dar cuenta estás en el hoyo.
-  Alvaro no seas pesado – Mamen bebió un poco de té – siempre que sale este tema me cuentas la misma historia y ya te lo he dicho muchas veces, no estoy de acuerdo con la vida que llevo, no me gusta, me aburro, me parece que soy un cero a la izquierda para Fernando, pero las cosas no son así, tengo unos hijos a los que quiero con locura e incluso a Fernando, a pesar de todo, también le quiero, aunque no se si se lo merece, pero no se puede coger la puerta así como así y ahí te quedas y encima, tú no cuentas que yo no tengo ninguna carrera y de algo tendría que vivir.
-  No se, a lo mejor lo que digo es una barbaridad, pero una mujer como tú no se merece no ser feliz y creo que tienes derecho a planteárselo y entre los dos buscar la solución.
-  Pero, si no hay manera de estar juntos mas de cinco minutos. Siempre está ocupado y en cuanto pretendes hablar o está muy cansado o mañana nos vemos o te cuenta cualquier historia, pero se escabulle como gato panza arriba
-  ¿ Y seguro que no tiene por ahí otra?
-  ¡Que va! ¿a que hora? Hubo una temporada que lo pensé, pero analizando sus agendas era imposible. No, él está a gusto así. Está educado para trabajar y lo demás es complementario en su vida. Es triste pero hasta yo soy un objeto en relación con su trabajo. Tiene las camisas limpias, los trajes planchados, los zapatos limpios ¿qué mas puede pedir?
-  Bueno, pero eso no es así porque eso mismo lo haría una asistenta por horas
-  Hombre, Alvaro, no me valores tan poco – Mamen se alisó el pelo con su mano derecha – al fin y la cabo soy la madre de sus hijos.
-  Si, pero por lo que me cuentas, efectivamente le has llenado, o mejor dicho, te has llenado de hijos, pero tampoco les hace mucho caso
-  Si, si que les hace, lo que pasa es que no los ve y así es difícil disfrutar de los niños y además ahí si que no se le puede poner ni un pero, les compra todo lo que piden y soy yo la que tiene que cortar, porque si por él fuera no les dejaba de conceder ni un solo capricho.
-  Bueno, yo, afortunadamente para mí, no tengo hijos, pero lo bonito es jugar con ellos, verlos crecer, enseñarles a montar en bicicleta y esas cosas ¿no? 
-  Al fin y al cabo eso es de lo que estamos hablando, lo de menos es tenerlos, sino educarlos y eso es cosa de dos y en mi caso es solo de una que soy yo
-  Ya – Alvaro llamó al camarero - ¿quieres tomar algo más?
-  No, hoy tengo un poco de prisa
-  Bien, nos trae la cuenta.
Alvaro y Mamen se levantaron y se despidieron hasta otro día con un beso en la mejilla,  pero los dos sabían que ese día sería el viernes a las seis y media y hoy estaban a martes.




2 comentarios:

  1. El Tío Javier Belas28 de diciembre de 2014, 0:15

    Y parecía una mosquita muerta. ¿Quien cantará primero, Fernando o Mamen? La solución en próximos capítulos.
    Yo también me voy a Cedeira a pasar la Noche Vieja de manera que Feliz Año a todos.
    Un abrazo

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  2. Sabe Dios (mejor dicho, el autor), lo que nos depara esta historia. De momento, Mamen se está metiendo en un lío ... Seguro que el próximo capítulo va del grupo del Camino de Santiago y Mamen y Fernando se quedan aparcados.
    Que lo paseis muy bien en Cedeira y FELIZ 2015 (ya han pasado 15 años del cambio de siglo !!! y parece que fue ayer).
    Hay que vivir al máximo que el tiempo pasa vololando
    Besos para todos

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