jueves, 15 de enero de 2015

EL TRIO DE DOS: CAPITULO 56 Y 57

Queridos blogueros/as: Ni mucho menos me he olvidado de mandar el capítulo correspondiente a la semana anterior, lo que pasa es que el ordenador desde donde os estoy escribiendo ha estado en la UVI y hoy le han dado el alta recomendándole reposo, vida tranquila y ya se verá la evolución.
En vista de eso aprovecho para mandaros dos capítulos y no escribo mas porque, no se, no se, pero para mi que tiene un poco de fatiga y no merece la pena hacerle trabajar mas,
Ser felices, si podéis y hasta la próxima semana que supongo que este chisme se estará recuperando
Un abrazo
Tino Belascoain. 



CAPITULO 56.-

Yo seguía sin ver la posibilidad de desaparecer de casa dos o tres días sin levantar sospechas hasta que me comentaste que te ibas a Lourdes con la Cruz Roja, como todos los años. Sabía que iba a ser una semana, tenía tiempo para preparar alguna excursión interesante y en ello estaba cuando en la misma agencia de viajes estaba Ana localizando algún lugar para pasar cuatro días sola, a ser posible sin ver a nadie. ¿Fue casualidad? ¿el destino? Yo que se. Disimuladamente me puse lo mas cerca posible y le estaba explicando a la de la agencia que la había echado del trabajo, que la habían hecho la puñeta casi sin avisarla con tiempo para buscarse otro empleo y que buscaba un hotel alejado del mundanal ruido, no muy caro y en el que no hubiera nadie conocido para tumbarse al sol y olvidarse de todo. La pobre empleada le aseguraba que el hotel que ella le ofertaba estaba lejos de los circuitos tradicionales y que lógicamente no se encontraría a nadie conocido, pero que eso nadie se lo podía asegurar.
En la vida se me hubiera ocurrido iniciar lo que se había roto unos años atrás, no sé lo que me pasó, no tengo ni idea, pero me pareció que volvía a tener posibilidades con aquella chica y eso que ella ni me había visto, pero no sé porqué pensé que si me la encontraba en la playa sería fácil conquistarla y así, casi como por casualidad, saqué un billete de avión para Jerez y a los pocos días estaba en Zahara de los Atunes, en un hotel al final de una playa interminable. Solo tenía que esperar la oportunidad de coincidir con ella y ver lo que pasaba.
Contigo ningún problema ni ninguna mentira que contar, estabas en Lourdes acompañando enfermos  y los niños organizados con la abuela. El plan parecía perfecto. Pensando estaba en todos esos detalles cuando no muy lejos de la terraza donde estaba leyendo el periódico, una chica joven y bien parecida, ¿seguro que era Ana? Claro, ¿quien iba ser si nó,? instalaba sus reales en una toalla de vistosos colores que colocó cuidadosamente en la blanca arena de la playa. Se tumbó cuan larga era, se caló un sombrero de ala ancha y con una gafas de sol se dispuso a tomar el sol. Desde la terraza, con el whisky en la mano pensé, ¿me acerco  y le digo simplemente hola cómo estás o espero a que vuelva de la playa? ¿cuál será su reacción? Todavía estás a tiempo de darte media vuelta y no meterte en líos, me dice una voz desde lo mas profundo, Mamen en Lourdes y tú por ahí golfeando ¿no te parece que ya eres bastante mayorcito para gilipolleces? ¿vas a tirar por la borda veinte años de convivencia  por una chiquilla que no es mas que tú ex secretaria? Y si fuera tu hija ¿qué pensarías? Un hombre hecho y derecho buscando aventuras ¿no te da vergüenza? Imagínate la escena: te vas a la cama con ella y se acabó, una risas y tan amigos, pero y si se enamora ¿qué pasa? Llamándote a todas horas y ya no tendrías que buscar una excusa para un día sino que todos los días tendrías que mentir y Mamen, naturalmente se daría cuenta ¿te merece la pena? Pero por otra parte ¿no te apetece meterte en la cama con una chavalita jovencita? Estoy seguro que conmigo va a sentir un placer que no lo habrá experimentado con ningún otro, ¿estás seguro? Hombre, seguro no, pero la experiencia siempre es un grado, al fin y al cabo, no soy de esos niñatos de ahora que llegan, lo hacen como los gatos y adiós que si te he visto no me acuerdo. No, yo soy un señor y las cosas hay que hacerlas bien, un período de preparación, una buena cena en un sitio elegante, un regalo, detalles y al final a la cama, pero como resultado de una atracción mutua, no así, de cualquier manera, no y ¿ porqué estoy tan seguro que llegaremos a esa relación? Lo mismo estoy haciendo el tonto y ella se aprovecha y al final ni cama ni nada, solo faltaba, entonces si que me encontraría mal y vaya corte  Bueno, pero eso es imposible, sería la primera que no cae con mis artes de seducción ¿la primera? No, la primera no, pero una de las pocas y encima, eso es imposible ¿cómo no va a caer? Tiene pocos años, pero un desparpajo que para sí lo quisieran muchas de cincuenta. Todas y muchas más preguntas pasaban por la cabeza de Fernando y cada minuto que pasaba era mas dubitativo. Afloraba también su formación religiosa y aunque hacía bastantes años que no ejercía como católico, aquella época de militante activo, también estaba presente y le mostraba a una mujer como la suya entregada a sus hijos y pendiente de todos sus deseos. Era verdad que desde su enfermedad las relaciones entre ambos habían mejorado sustancialmente y Mamen se mostraba mucho mas interesada en las cosas de su marido, trataba de opinar sobre asuntos del despacho y aunque sin conocimientos de leyes, estaba dotada de un sentido común que le permitía resolverlos con bastante facilidad.
Ahora le venía a la memoria el caso del Juez Alfarinas, que había sido juzgado por malversación de fondos y  que gracias a su actuación, no había sido condenado. El hombre le estaba eternamente agradecido y no sabía que había sido ella la que aportó elementos suficiente como para crear tan serias dudas en la Juez de Instrucción que ordenó el sobreseimiento del expediente. En el último año su relación había sido mayor que en todos los anteriores y había descubierto cosas que le habían dejado asombrado y sobre todo sentía no haberlas descubierto antes. Mamen tenía una enorme capacidad de escuchar y claro él no había tenido esa oportunidad porque para que alguien escuche es necesario que alguien hable y en aquella pareja, sobre todo hasta su enfermedad, había habido una falta de diálogo muy importante, fundamentalmente porque para hablar es condición “sine qua non” disponer de tiempo y eso era una constante en su vida, siempre estaba pensando en su tiempo libre, pero nunca disponía de él. Los fines de semana había que pensar en los asuntos del despacho y los días normales resolverlos y así era materialmente imposible entablar un diálogo medianamente serio con nadie y menos con Mamen que lo primero que planteaba eran los temas de los niños. ¡Dichosos niños! Él los quería, pero a su manera y a las horas que le venían bien. Si lloraban por la noche, Mamen era la encargada de acunarlos, porque naturalmente al día siguiente él tenía que trabajar, si en el colegio les comentaban que cualquiera iba mal en esta o en otra materia, ella era la encargada de resolverlo, concertar cita con el profesor de turno, buscar alguna clase particular y mil asuntos del día más que trataba de contárselos cuando Fernando llegaba a casa y claro, casi nunca era el momento. Ella se quejaba que los niños eran de los dos y él que se preocupara ella que para eso estaba en casa. La conciencia de Fernando volvió a las andadas y de nuevo se planteaba lo injusto que había sido con su mujer, con eso que no trabajaba en otro sitio era la chica de los recados, la mandaba al banco, a la compra, al pediatra, al dentista con los niños, a recogerlos al colegio, a estudiar con ellos, a hablar con los profesores. Eso si, como pagaba todos los gastos, tenía  derecho de pernada y autoridad para decidir cuando y como se hablaba de esos temas. Mamen se había hecho a su forma y pensó ¿hay una forma de egoísmo mayor? ¿se había hecho o él con su manera de ser la había hecho así? Era como si un profesor quisiera que sus alumnos fueran todos iguales que él, ¿no sería mejor que fueran infinitamente superiores?
Ana se levantó de la toalla en la que había permanecido tumbada durante todo ese tiempo y con una pequeña carrera se metió en el agua. A los pocos segundos, apareció con el pelo mojado, la piel llena de juventud, las manos en jarras y se quedó quieta en el agua mirando hacia el horizonte.
Fernando dejó atrás todas las preguntas, abandonó sus creencias y sin asumir las consecuencias de su actitud, se lanzó de cabeza en la primera ola y apareció al lado de su ex secretaria      
-  Hola ¿está buena?
Ana no pudo disimular su sorpresa
-  ¿Eres tú?
-  Claro ¿quién voy a ser si no?
-  Pero, ¿qué haces aquí?
Fernando puso cara de niño bueno
-  ¿Qué pasa? ¿no me puedo bañar en una playa pública?
-  Pero ¿cómo me has encontrado?
-  Casualidades de la vida, debe ser que el destino …….
-  Si, el destino – Ana se volvió a mirar otra vez hacia el horizonte – seguro que ha sido algún conocido común  que te ha dicho que estaba aquí.
Fernando sonrió
-  No te lo vas a creer, pero estoy pasando una racha mala con  mi mujer y he decidido buscar un hotel para pasar unos días alejado del mundanal ruido, no muy caro y en el que pudiera tumbarme al sol y olvidarme de todo.
-  ¡Que cara tienes!










CAPITULO 57.-

Las conversaciones con el Dr Cuevas se fueron haciendo mas y mas frecuentes y los temas se repetían de manera habitual, aunque el beso del polideportivo hacía acto de presencia de vez en cuando aunque no de manera clara, pero estaba como flotando en el ambiente. Alvaro lo recordaba como el inicio de algo más, pero Mamen se resistía hasta el día en que se le escapó que se podía ir casi una semana a Lourdes y aquello fue la cerilla que encendió un bosque dispuesto a sufrir el mayor incendio de su historia.
-      Mamen, decídete porque esa es nuestra oportunidad. Tu marido no tiene porqué enterarse de nada y nosotros podemos disfrutar de unos días para nosotros.
-      No sé, de verdad que no sé que hacer, Alvaro.
-      Pues yo te lo digo, lo que tienes que hacer es dejarme a mí que yo lo organizo y serán unos días maravillosos. Que prefiere la señora ¿España o el extranjero?
-      No lo sé. - Mamen se abrazó a Alvaro con emoción y algo de miedo. Estaban en el parking del mayor centro de ocio de Madrid y era consciente que la situación se iba agravando día a día. Las relaciones con su marido eran como siempre. Se veían cada vez menos minutos al día con lo cual soportarse era bastante fácil, no hablaban prácticamente nada y así no había que dar ninguna explicación y la cama era un elemento para dormir y no para unir. Total un matrimonio normal de puertas para fuera y una pareja sin futuro de puertas para dentro. Como en muchas ocasiones, el único punto de unión eran los hijos y los que  hacían dudar a Mamen. Sin embargo y a favor estaba que Mamen se encontraba a gusto con Alvaro Cuesta, la trataba con una delicadeza extrema y la hacía disfrutar de la vida. Para él todo era bonito, si que era verdad que sus principios eran discutibles, pero a su lado los días pasaban a toda velocidad. Disfrutaba con casi todo, se reía de todo y su vida era fácil. No tenía ninguna atadura, disponía de dinero y tiempo libre y conocía infinidad de lugares donde parecía que estabas en otro planeta. Su amor por la naturaleza le hacía salir al aire libre y su conocimiento de los pájaros le hacía estar mas tiempo mirando al cielo que a los coches que le rodeaban en los atascos de fin de semana. Mamen solo salía últimamente entre semana. Los        sábados y los Domingos los dedicaba enteramente a sus hijos y la mayoría de ellos en compañía de Fernando. Salían a comer sistemáticamente y por la tarde iban a algún parque para que los niños corrieran. En ese tiempo, Fernando se hizo un lector empedernido y en cualquier sitio sacaba el libro y leía con fruición. Estaban al lado en el correspondiente chiringuito, pero no eran dos. Ella intentaba sacar temas de conversación interesantes, pero el no entraba al trapo bajo ningún concepto. De vez en cuando, levantaba los ojos del libro y recorría con su vista los alrededores de la mesa durante unos segundos y a continuación volvía a enfrascarse en la lectura.
-      Fernando, no sería mejor que te fueras a casa. Seguro que estarás mas cómodo ¿no te parece?
-      Tienes razón, me parece suficiente que estés tú con los niños y yo, total, para hacerte compañía casi me voy que tengo un montón de asuntos del despacho que tengo que resolver antes del lunes. Hasta luego.
Viendo como se alejaba por el corredor del parque, Mamen se preguntaba como sería la situación si en lugar de Fernando, el acompañante fuera Alvaro, seguro que sería absolutamente diferente y mirarían a los niños con ilusión, les acompañarían en los distintos juegos y estarían integrados con ellos, no como ahora que ellos jugaban a diez metros y la distancia era como si estuviera el océano Atlántico entre medias. Desde que Alvaro le propuso pasar unos días en Cuenca, Mamen estaba como de malhumor, saltaba por cualquier cosa y las discusiones eran el pan nuestro de cada día. Fernando era consciente de la situación, pero no sabía como hacer para arreglarla e incluso en muchas ocasiones le venía bien que todo se desarrollara como hasta entonces porque así justificaba sus continuas ausencias de aquello que de hogar solo tenía el nombre. Incluso un día en el transcurso de una de las múltiples  discusiones llegó a plantearla que estaba deseando que se fuera a Lourdes para que le dejara en paz y eso fué la gota que desbordó el vaso de su paciencia. A los cinco minutos de oir aquellas palabras, Mamen confirmó a  Alvaro que estaba dispuesta. Casi con la misma rapidez el ilusionado cardiólogo se acercó a una agencia de viajes y encargó una habitación en un pequeño hotel de solo seis habitaciones situado en las Casas Colgantes de Cuenca en donde había estado en otras ocasiones con algún liguecillo inesperado. Las habitaciones eran cómodas, con un pequeño saloncito en el que se disfrutaba de los productos típicos de la huerta conquense si preferían que su encuentro fuera absolutamente secreto, en definitiva, un lugar perfecto para amantes de fin de semana.

Mamen y Alvaro se encontraban con sendos gin- tonics sentados en la terraza de su habitación. El día tocaba a su fin, la ciudad de Cuenca se extendía a sus piés, el puente colgante abría sus brazos para acoger a algunas parejas que parecían bailar al son del movimiento de las tablas, el sol se unía a crear un ambiente propicio para el amor, mientras que las hojas de los árboles estaban en disposición de abandonar las pobladas ramas en cuanto el otoño anunciara su llegada para lo que faltaban muy pocos días. Dos aves, que según Alvaro eran dos ratoneros, se hacían la corte mientras surcaban el cielo azul y con sus constantes giros parecían iniciar una maniobra de acercamiento que terminaría en alguna de las pequeñas cuevas en los alto de las hoces donde a modo de manchas se distribuían por sus paredes 
-      El mundo animal es así, Dios los cría y ellos se juntan. ¿Existe amor entre ellos?- Alvaro no perdía de vista a las dos aves voladoras
-      ¿Tu crees que lo hay? – Mamen tampoco perdía detalle de aquella corte amorosa en el cielo.
-      Yo creo que no. Existe una atracción física, algo que parece que los acerca y ellos no ponen ningún impedimento para que sea así, pero no significa que exista amor. Para mí amor es otra cosa. Se empieza  igual, eso sí, pero se termina de manera diferente. Yo no creo en el amor como tal – Alvaro desvió su mirada y la fijó en Mamen que daba vueltas a su gin-tonic con una pequeña barrita de plástico en la que iba insertada en su parte superior el escudo de la ciudad y el nombre del hotel en llamativas letras doradas – Lo siento pero lo que digo no debe ser nada romántico, pero no creo en el flechazo así por la buenas. Por ejemplo, tú y yo ¿crees que hubo un momento en el que nos dimos cuenta que podíamos llegar a la situación actual? ¿un día determinado?
-      Hombre, nuestro caso es algo diferente, piensa en como nos conocimos, Fernando en la UVI, fueron momentos muy difíciles y para flechazos estaba yo
-      Pues eso es lo que digo. A mí el primer día que te informé me pareciste una mujer muy atractiva, de las que se ven muy poco por los hospitales y enseguida se estableció entre nosotros una especie de complicidad, pero si después no hubiéramos seguido viéndonos, de nada hubiera servido esa primera oportunidad –
Alvaro se levantó y la abrazó con todas sus fuerzas. Mamen, por primera vez desde hacía casi dos días, se sintió incómoda. Era una situación nueva que suplía a unos días de vivir la vida de manera diferente, en la que el tiempo se pasaba volando, los episodios de cama le habían supuesto descubrir un mundo nuevo, el placer había llegado a extremos inimaginables y todo había sido maravilloso. Alvaro se había descubierto como un amante extraordinario, con una educación y un tacto exquisitos y siempre tratando de evitar el pasado. Con frecuencia repetía que había que vivir el presente y mañana se verá.
Ese mañana estaba llegando y Mamen sintió una profunda tristeza, pensaba que lo que estaba haciendo no estaba bien y las imágenes de sus hijos en su casa con Fernando tratando de entretenerlos, como se organizarían y mil situaciones mas, pasaban por su cabeza mientras los brazos de Alvaro la estrechaban cada vez con mas fuerza como si fueran conscientes de lo que estaba ocurriendo. Con el tacto que había demostrado en esos días, el abrazo fue haciéndose mas suave y pasados unos segundos se enfrentaron a la realidad
-      ¿Quieres irte?
-      Si
-      Te acuerdas de la familia ¿a que si?
-      Claro, parece que no, pero ya son dos días sin ver a los niños y estoy preocupada.
-      Es lógico, pero no debería ser así porque ¿tú no estás en  Lourdes cuidando enfermos?
-      No me lo recuerdes Alvaro, por favor porque sabes que estoy hecha un lío,     por una parte estoy a gusto y creo que te lo he demostrado, pero también sabes, porque lo hemos hablado, que nunca pensé que a mí me pasase una situación similar y  por eso te digo que estoy hecha un lío y ni siquiera sé muy bien lo que digo, pero lo que si sé es que ahora quiero irme a casa.
-      ¿Ya?
-      Si, lo siento, pero si que me gustaría irme ya.
-      No se hable más, recogemos todo y en un par de horas estamos en Madrid ¿te parece bien?
-      Si.
Entre los dos hicieron las maletas y después de pagar se introdujeron en el coche de Alvaro en dirección a la capital. Intercambiaron muy pocas palabras durante el viaje y solo a  unos pocos metros de la casa de Mamen dejaron expresar sus sentimientos. Para él habían sido dos días inovidables y esperaba que esa situación se repitiera en un futuro. No quería nada más, no esperaba nada mas. Le parecía que se había comportado como ella esperaba y estaba dispuesto a repetir la experiencia si ella quería, aunque por la forma de acabarse no estaba seguro si se repetiría o no. A pesar de los días transcurridos en una intimidad permanente, no había sido capaz de descifrar la personalidad de Mamen. Todavía no estaba seguro si era una mujer que sabía lo que quería o simplemente, como una especie de represalia hacia su marido, se había acostado con él. En el fondo le daba lo mismo, él había disfrutado y no quería mayores complicaciones. Con su orgullo habitual pensaba que si la situación continuase se acabaría enamorando de él y hasta ahí si que no quería llegar. Salir, echarse unas risas y algo mas muy bien, pero de vivir juntos o casarse de eso nada, monada. El estaba muy bien como estaba y no quería variar su forma de vida. En ningún caso se sentía culpable de nada y en el fondo estaba contento que esa situación terminase. Cada mochuelo a su olivo, pensó.
Mamen por su parte ardía en deseos de ver a su familia. Alvaro se había comportado muy bien, de eso no había ninguna duda, pero no era Fernando. Si que en la cama era un auténtico experto, pero le faltaba algo y para ella estaba muy claro. Lo que faltaba era amor. Quizás Fernando se había olvidado habitualmente, pero en determinados momentos salía a relucir y todo cambiaba. Por otro lado su experiencia como amante creía que no había sido del todo mala, aunque al principio tuvo sus vacilaciones porque nunca había estado con otro hombre y Alvaro se percató enseguida, pero la verdad es que se lo había puesto muy fácil y había respondido con el mismo ardor, pero por dentro Mamen sentía que lo estaba haciendo mal, que su lugar no estaba en aquella cama, que su vida tenia que discurrir por otros derroteros y que lo mejor era confesarse, pero con auténtico sentido de la rectificación y volver a ser lo que nunca debió abandonar.
En estos pensamientos estaba cuando el brazo del Médico la rodeó
-      Hemos llegado - La voz de Alvaro le llegaba como lejana – espero que nos volvamos a ver pronto y acuérdate que vienes de Lourdes.
-      Muy bien, seguiré tus consejos – Mamen le besó fugazmente en los labios, abrió la puerta del coche y se encaminó a su casa sin volver la vista atrás- Hasta siempre Alvaro. Nunca te olvidaré pero mi vida tiene que estar en otro sitio.


2 comentarios:

  1. El Tío Javier Belas17 de enero de 2015, 13:17

    ¡¡¡¡ Tachán tachán !!!!! Capítulos emocionantes. Menuda pareja de pillos, los dos, uno por un lado y la otra por el suyo. Yo creo que las aguas volverán a su cauce.
    Que se mejore el ordenador.
    Un abrazo a todos

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  2. ¡¡¡ wow !!! que apasionante. Mamen con remordimientos a posteriori y Fernando con remordimientos a priori. JAJAJA ... me encanta.
    La vida de cada pareja es un mundo y, si todos supiéramos lo de todos, nos llevaríamos muchas sorpresas ...
    Ánimo Tino, seguro que la máquina se repone y vuelve a funcionar a todo trapo
    Buenas noches y hasta la próxima semana

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