sábado, 10 de mayo de 2014

EL TRIO DE DOS:CAPITULO 35

Queridos blogueros/as: Esta vez va a ser una introducción rápida porque la llegada del verano, nunca mejor dicho, que me ha pillado sin ropa y no me queda mas remedio que acercarme al Corte Inglés, eso si, en tallas esprazeciales porque uno no entra en cualquier "trapito" y me tengo que ir.
Todavía estamos en el Hospital y claro algo hay que hablar de las suegras que para eso están.
En el próximo capítulo, o en el siguiente, no me acuerdo muy bien, empieza una nueva sorpresa que espero que os guste
Un abrazo y aprovechar a ser felices que el solecito acompaña.
Un abrazo
Tino Bela


CAPITULO 35.-

Mamen salió al pasillo cuando desde el fondo una voz conocida la llamó. Era su suegra que venía toda acalorada, con los visones al viento y unos tacones que la hacían parecer más alta de lo que realmente era. Ni el infarto de su hijo había conseguido que se moviera un solo pelo de una muy bien peinada cabeza, cada zona de maquillaje le hacía resplandecer unos elementos determinados de su cara, presidida por una nariz perfecta y unos bonitos ojos de color indeterminado. El conjunto se veía realzado por dos hermosos pendientes con un diamante encastrado entre tres perlas de un blanco inmaculado. Olía a Chanel Nº 5 y se abrazó a su nuera. Ambas permanecieron así durante unos segundos y a continuación  Doña Victoria Ortiz de Mendivil trató de conocer lo ocurrido preguntando sin cesar- Que horror, hija, que horror. Es increíble, de verdad. Este chico tan joven, tan fuerte, tan sano tan feliz, ¿cómo es posible Dios mío? Fijate que me he enterado de la noticia en el Ropero de Aldeas Infantiles. Estábamos Tita Ribagorzana, Marisol Albizu, Tonchi Goyanes y yo cuando nos comentó la noticia el chofer de Piluca Cortés que se lo había comentado el conserje de la oficina de Javier Irigoyen y como sabía que estaba aquí, Javier lo mandó para que me trajera al hospital y mientras él trataría de localizarme, pero no lo consiguió y el que me dio la noticia fue el propio mecánico que encima el pobre es bastante torpe y me decía que habían llevado a Fernando a un hospital y que le habían dicho que estaba entre la vida y la muerte. Fijate como es la gente, de verdad. No saben que una tiene taquicardias y no se me pueden dar noticias desagradables. Desde luego, como son. Pero, bueno, cuentame que ha pasado Mamen
Mamen observó a su suegra con ojos escrutadores. Estaba convencida que era simple desde que nació, pero muy buena persona y los hechos le confirmaban su impresión una vez más. Desde sus largas estancias por Europa era una mujer ocupada en múltiples menesteres pero ninguno eficaz. Presidía diez o doce instituciones de carácter benéfico , pero a ninguna le dedicaba más de dos horas a la semana. Los lunes por la mañana tenía ropero, por la tarde reunión en La Cruz Roja, jugaba al “bridge” los martes por la tarde en casa de la Marquesa de Fuenteslunas y para eso se pasaba la mañana en la Peluquería de Llongueras, acudía a clase de yoga los miércoles por la mañana y por la tarde tertulia en casa de Carmen Nores, mujer del Embajador de Austria en España y donde se ocupaba, de manera alternativa, de su presidencia de la Asociación de Mujeres de Diplomáticos. Los jueves los dedicaba al deporte, por la mañana en el gimnasio de Club de Campo donde realizaba gimnasia de mantenimiento finalizando con un enérgico masaje y a continuación comía en compañía del resto de componentes de la junta directiva de la Asociación de mujeres deportistas de Madrid y por la tarde departía con su marido y los Condes de Valduque mientras jugaban al golf. Sus obligaciones finalizaban el viernes por la mañana después de colaborar en la redacción de la revista “Papeles de mujer”. Por la tarde planificaba la semana con el servicio y el sábado y Domingo se ponía a disposición de su marido y asistían a algún homenaje, iban al cine, acudían a alguna recepción y ocupaban el primer banco en Misa de doce en la Iglesia de San Francisco el Grande en donde el Padre Ortega con sus homilías encendía el corazón de los presentes de tal manera que las limosnas se duplicaban por semanas.
-  A Fernando le ha dado un infarto – Mamen prefirió decirle la verdad de entrada, sin rodeos y mirándola fijamente.
-  ¿Así, por las buenas?
-  Pues si, por la buenas.
-  Dios mío, Dios mío porqué me mandas esta cruz. ¿Qué te hemos hecho para esta desgracia? – Doña Victoria sacó un pequeño pañuelo con el que se secó una lágrima que hizo su aparición por su mejilla - ¿Y está bien?
-  Yo hasta ahora solo lo he visto a través de un cristal. Está dormido y aparentemente está bien y según los Médicos la evolución está siendo satisfactoria.
-  Bueno, lo primero que vamos a hacer es llamar a José Luis Lopez de Letona para que hable con el  Director del Hospital y después hablaré con Marita Ridrueña, ya sabes que su marido es Cardiólogo, para que lo venga a visitar y contraste opiniones con los de aquí y si es necesario lo metemos en una ambulancia y lo llevamos a la Clínica de Navarra.
-  Mira Victoria, vamos a mantener la tranquilidad y esperar porque ahora ya lo están tratando y hasta el momento no ha tenido ninguna complicación.
-  Ya sabes que nunca me he metido en vuestras cosas- Doña Victoria se sentó en una silla que formaba parte de una fila con las tapicerias desgastadas, se ajustó la falda y continuó – y ahora tampoco nos vamos a meter, pero si necesitas cualquier cosa nos lo dices que trataremos de ayudaros. Lo mas importante es que esté en el mejor sitio y que se recupere cuanto antes. Bueno, Mamen, perdona pero me tengo que marchar porque me está esperando Piluca Merchaniz para comer y no quiero llegar tarde. Si pasa cualquier cosa me llamas – Doña Victoria se levantó y después de besar en ambas mejillas a su nuera, se marchó por el mismo sitio por donde había venido.
Mamen se sentó y extrajo un pequeño espejo del bolso de Benetton que tenía al lado. Lentamente repasó su cara en la que destacaban dos enormes bolsas debajo de los ojos que la hacían una expresión de cansancio que se correspondía con la realidad. Era raro que ni una gota de maquillaje se encontrase sobre su cara, pero las circunstancias fueron las que fueron y para maquillajes estaba ella. El pelo lo tenía limpio, pero bastante despeinado y con su mano izquierda trató de recolocarlo lo más posible. Guardó el espejo en el bolso y se entretuvo hojeando una revista de cubiertas bastante usadas. Sus ojos se deslizaban por las páginas de información, mientras que su mente se encontraba navegando por otros mares. Las imágenes de sus hijos se superponían sobre las de la revista y pensó que la necesitarían en casa con lo que recogió todas sus cosas y después de decir a través del cristal a una enfermera que en ese momento le comentaba que todo estaba igual y de avisarla que a última hora volvería, se fue a lo largo del pasillo, alcanzó la puerta de salida y allí se subió a un taxi, sin advertir que desde la ventana de la UVI el Dr. Cuevas la miraba con detenimiento. A los pocos segundos la cortina volvió a su posición original y el Dr. Cuevas se enfrascó en la lectura del último número de la Revista Española de Cardiología.
Parece como si los días en la UVI transcurrieran todos iguales y sin embargo cuando se volvía la vista atrás, cada uno era diferente. Mamen trataba de recordarlos uno a uno y se entremezclaban entre si, con incidentes individuales que los diferenciaban con claridad. Todos los dias a las nueve y media llegaba al hospital con algún detalle para Fernando y también para las enfermeras. Unas veces, churros, otras porras o pasteles que compraba en Mallorca de enfrente de su casa y por supuesto la prensa diaria para que las horas se hicieran mas llevaderas. Ante tantas atenciones, el personal de la UVI se mostró menos estricto que con el resto de los pacientes y así todas las mañanas, Mamen podía charlar una hora con su marido, lo que aprovechaba para ponerle al día de los diferentes asuntos familiares. Al principio, Fernando estaba absolutamente deprimido y toda su obsesión era conocer el futuro que le esperaba a su regreso al mundo laboral y preguntaba y preguntaba sobre cuantas horas podría trabajar y si su actividad sería igual que antes. Los Médicos, todos excepto el Dr. Cuesta, lo dejaban todo en el aire y pendiente de la evolución, mientras que el Dr. Cuesta le cantaba las verdades del barquero
-  Mire, Fernando, no le dé más vueltas, casi todo el mundo que ha sufrido un infarto sale de aquí con el firme propósito de cambiar su vida, darse todos los días un paseo y no estresarse por nada y sin embargo la experiencia que tenemos todos los Cardiólogos es que pasados mas o menos un año,  todos los pacientes se han olvidado de sus buenas intenciones y de lo único que se acuerdan es de no fumar
-  Algo es algo, no Doctor – contestó Fernando tratando de esbozar una sonrisa con un hilillo de voz que iba mejorando con el paso de los días – Por ejemplo pongase usted en mi caso ¿qué puedo hacer? ¿dejar el despacho? Eso es imposible porque mis hijos comen todos los días y fiestas de guardar.
El Dr Cuesta sentado en una silla entre la cama y Mamen iba rebatiendo uno a uno todos sus argumentos
-  Bueno, pero si quiere puede ir todos los días un poco mas tarde y antes darse un paseo, comprar el periódico en el kiosko de su casa, desayunar con su mujer tranquilamente, ¡yo qué sé! infinidad de cosas que se pueden hacer y que por desgracia en las grandes ciudades casi ninguno hacemos.
-  Y si tengo un cliente y me plantea comer con él ¿podré ir?
-  Naturalmente que puede ir, faltaría más, lo que pasa es que tendrá que tener cuidado con el menú, pero en cualquier restaurante se puede comer una buena ensalada y una carne a la brasa o un pescado a la parrilla
-  Ya, pero sin vino.
-  Hombre tampoco hay que exagerar, se puede tomar una copa, pero eso sí, que sea bueno
-  ¿Y un whisky?
-  Si y también un café solo y un puro ¿algo más desea el señor? Usted piense que desgraciadamente le ha dado un infarto importante pero que lo puede contar. Eso es una cosa, pero además también puede ser el momento para intentar cambiar los hábitos de vida  y todo el mundo lo entendería  y si mañana está comiendo con un cliente y le explica tranquilamente que se tiene que ir porque hace unos meses le dio un infarto y tiene que echarse una siesta, pues el cliente se queda tan pancho y si no se queda peor para él, pero usted se levanta y finaliza la sobremesa en su casita con su mujer y los niños ¿qué le parece el plan?
-  Me parece muy bien, pero ese no es mi caso.
-  ¿Porqué no? – El Dr. Cuesta miró a Mamen directamente - ¿le va a echar su mujer si aparece a descansar un rato? Estoy seguro que no, ¿verdad?
-  ¡ Que cosas tiene Doctor! Eso sería ideal – Mamen miró alternativamente a Fernando y al Doctor - pero me parece que ha ido a dar con un enfermo que se resiste a serlo.
-  Eso es natural, ninguno queremos que nos dé un infarto, pero mi obligación es tratar de animarle para que intente, dentro de lo posible, cambiar su manera de vivir y una cosa es indiscutible, se ponga como se ponga, y es que la vida que ha llevado hasta ahora, esa no la va a poder seguir llevando. Eso es lo único que no admite ningún tipo de negociación, el resto todo es discutible y en cualquier caso, nosotros estamos aquí para ayudarle, pero el corazón es suyo y el que lo pasa mal es usted que nosotros no, o sea que aplíquese el cuento. En fin, piense en o que le estoy diciendo y mañana seguimos porque ahora me tengo que ir a la sesión clínica del hospital. Que les vaya bien.







2 comentarios:

  1. El Tío Javier Belas10 de mayo de 2014, 15:11

    La evolución parece buena, ya veremos que pasa. Me ha encantado la descripción de la suegra, muy acertada, muy típica la señora y muy divertidas sus distintas actividades.
    Que te lo pases bien en Cedeira.
    Un abrazo a todos

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  2. La suegra es "maravillosa": "No dejes de avisarme si pasa algo" ... Genial. Que bien definido está el personaje ...
    Vamos a ver si esta pareja sale adelante.
    Feliz semana; estaré en Ferrol de miércoles a domingo !!!!
    Bss a todos y hasta la próxima conexión

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