viernes, 5 de octubre de 2012

Queridos blogueros: Esta vez toca el capitulo 12 y sin mas comentarios porque tengo muchísima prisa.
Un abrazo y la próxima entrega, prometo contar algo mas
Un abrazo
Tino Belas








CAPITULO 12.-


Sofía despertó de lo que para ella había sido un sueño, se asomó a la ventana de la parte delantera que daba a la calle Principal y después de mirar a un lado y a otro, comprobó que estaba en el centro del pueblo, muy cerca del Ayuntamiento y casi pared con pared con la oficina de Correos Un árbol frondoso la hacía invisible ante la mirada de los curiosos aunque la casa de enfrente parecía deshabitada. Cerró con cuidado la ventana apreciando que el pestillo no se encontraba en muy buen estado de conservación. Probó las otras dos ventanas que tampoco cerraban correctamente y se asomó a las de la parte de atrás que daba al patio.  Los inquilinos anteriores debían ser muy amigos de las plantas porque todas las ventanas estaban llenas de macetas con flores en diferentes estados de conservación. Estaban cubiertas con un plástico para evitar el frío. Bajó la escalera, cerró la puerta de la calle y se encaminó a devolverle la llave al Señor Alcalde.

Al pasar por una de las bocacalles se dio cuenta que estaba al lado del hostal y decidió acercarse un segundo para ver como estaba su hijo David y no tuvo necesidad de subir a la habitación porque el niño estaba manejando las manecillas de la centralita de teléfonos que estaba en la recepción. A su lado, una chica joven, no tendría mas de veinte años, le explicaba como tenía que coger el teléfono

-  Hostal García ¿Dígame? ¿en que puedo servirle? Eso es lo que tienes que contestar cuando suene la chicharra ¿vale?
Vale – David permanecía atento a las diferentes luces para contestar siguiendo las indicaciones de su joven profesora.

Sofía, desde la puerta del Hostal, lo observaba con satisfacción. No es porque fuera su hijo, pero era francamente guapo y con el pelo recién cortado más. Tenía doce años pero aparentaba alguno más. Siempre estaba con una expresión de felicidad que era la envidia de todos los que le rodeaban y era muy sociable, no se sabe si había salido a la madre o al padre pero tenía una enorme facilidad para entablar amistad con cualquiera. Era hablador y se preocupaba por los problemas de todo el mundo, en eso si había salido a sus padres. Para Sofía había sido su tabla de salvación desde la desaparición de David, su marido y el único motivo por el que, en su momento, le compensaba seguir viviendo. Ahora ya lo había superado y trataba de ser feliz, a su manera pero feliz y la presencia de su hijo le llenaba completamente su nueva vida.

Sofía era consciente que, desde que terminó la carrera, ¡que barbaridad ya habían pasado casi doce años!, todo había discurrido como muy deprisa. Al  principio había conseguido la felicidad completa y luego su vida había sido una sucesión de desgracias que fue soportando de la mejor manera posible y siempre con la presencia de su hijo David que era el que le aportaba fuerza para continuar.

-  Y si entra algún cliente por la puerta ¿no habría que darle los buenos días? – Preguntó una divertida Sofía desde la puerta del Hostal.

David y la recepcionista rubia se volvieron hacia la puerta y el niño salió corriendo hasta abrazarse a su madre

-  Mamá ¿Dónde estabas?
-  Te dije que tenía que ver al Alcalde ¿no te enteraste?
-  No
-  Pues  te lo dije y además te dije que no te movieras de la habitación
-  ¿También me dijiste eso? Pues no me enteré de nada porque me he despertado y como no estabas me vine con Gloria a ayudarla
-  ¿Y que tal? ¿se ha portado bien?
-  Muy bien – Gloria la recepcionista le tocó el pelo, despeinándole -  es un ayudante perfecto.
-  ¿Tú no sabes que no hay que molestar a la gente que está trabajando? – le recriminó la madre.

David puso la típica cara con la que es imposible regañarle

-  Yo no quería molestar, pero estaba solo y …
-  No me cuentes historias, David que ya me las se. Tienes que ser mas responsable y si te digo que no te muevas de la habitación pues no te tienes que mover
-  Perdona Mamá, pero vino la señora de la limpieza y me levanté para que no tuviera que esperar.
-  No se como te las arreglas pero siempre tienes explicaciones para todo
-  Te prometo que es la verdad
-  ¿Has desayunado?
-  Si, con Gloria en el bar del hostal
-  Muy bien - Sofía dejó el bolso en el mostrador - cuídamelo que subo un momento al cuarto de baño y luego me acompañas para que conozcas donde vamos a vivir.

Gloria, la recepcionista, intervino:

-  Entonces ¿tenemos ATS nueva en el pueblo?
-  Todavía no - contestó Sofía con una pícara sonrisa - porque, entre otras cosas, estoy pendiente que el Sr. Alcalde me diga cuanto voy a ganar, pero tengo que reconocer que la casa que me ofrece me ha parecido una maravilla
-  ¿La de la calle Nueva?
-  Si, supongo que si, está aquí al lado
-  Si, ya se cual es. tiene un patio que da a la calle de detrás
-  Si, esa es.
-  Tiene razón. Esa casa la conocí una vez que fui a que me viera la ATS anterior a usted y me pareció que no está mal.
-  Perdone, pero tengo que ir urgente al baño
-  Sube, Mamá, que yo te cuido tus cosas.
-  Enseguida bajo.

Sofía se alejó por el pasillo que comunicaba con la cafetería y, subió al primer piso y rápidamente localizó su habitación, la número dos. Introdujo  la llave y entró.

Una vez terminó en el baño, se cambió de ropa y en un momento dado se quedó plantada delante de un espejo y apreció que la expresión de su  cara había cambiado. Estaba como mas radiante, mas feliz e incluso le pareció que le habían desaparecido las habituales bolsas de debajo de los ojos con lo que el conjunto resultaba todavía mas juvenil. Esbozó una sonrisa  y analizó con tranquilidad todo lo sucedido desde que llegó al pueblo y tenía motivos para estar satisfecha. Un pueblo pequeño, bonito, una casa que con algunos retoques quedaría perfecta, un sol como había visto pocas veces en Madrid, un Alcalde que le parecía buena gente y un Médico que aunque no iba todos los días si parece que la gente no estaba especialmente descontenta con él. De todas las maneras del Medico prefería no opinar hasta que no se presentase pero por lo que contaban no creía que fuera santo de su devoción. El resto de lo ocurrido no había podido ser mejor y solo llevaba un día.

David y su madre atravesaron el pueblo  de punta a punta siendo objeto de las miradas de todos con los que se cruzaban que les daban los buenos días con una sonrisa.

  -  Igualito que en Madrid - pensó Sofía.

Las casas que se alineaban a lo largo de la llamada Calle Nueva, eran bajas, modestas, como muy cuidadas, todas con una especie de cortina de pequeñas bolas justo delante de la entrada principal. Pintadas de colores diferentes tenían en común una zona en la parte de abajo que se unía al suelo, haciendo una pequeña cuesta y no de una manera tan brusca como en las ciudades. El color marrón oscuro le daba un aire rural que no le venía nada mal y parecía querer continuarse con la tierra que se divisaba al final de la calle. Llegando al final y como queriendo se la presidenta de todos los que vivían  allí, se alzaba una torre medieval, parecía que abandonada que había sido propiedad de Doña Genoveva Aranciles, viuda que fue del conde Mayorga, allá por el siglo diecisiete y que habían ido heredando sus múltiples descendientes hasta llegar a Don Baltasar Montenegro que pensaba destinarla como estudio de arquitectura para lo que había mandado colocar unos andamios que desentonaban en el contexto global del pueblo. Todos esperaban que los retiraría pronto pero así llevaban casi cuatro años y en ese tiempo Don Baltasar había aparecido en cuatro ocasiones para supervisar las obras y eso que siempre que se ausentaba lo hacía con la solemne promesa de volver a los pocos días.

Desde la torre denominada de los Mayorga situada en el punto mas alto del pueblo y que parecía ser la portería del pueblo,  el Conde, o  el que tuviese la suerte de habitarla, disponía de una vista privilegiada de toda la comarca con el rió serpenteando el pueblo y algunos caminos que perforando los bosques próximos parecían comunicarse con el infinito. Los restos de lo que debió ser una muralla se distribuían alrededor del pueblo pasando de ser un elemento de defensa a un cúmulo de piedras cada pocos metros. Según le había comunicado el Sr. Alcalde de manera confidencial, si alguna vez el Ayuntamiento tuviese dinero, buscarían un buen restaurador y tratarían de volver al pueblo a dotarle de uno de sus bienes mas preciados históricamente, pero actualmente y  tal y como estaba la situación económica, el conseguir un pueblo amurallado era tarea que se presentaba como poco menos que imposible.

-  ¿Podré nadar en ese río? - David desde la inquietud de sus doce años, miraba para todas partes buscando sitios de diversión.
-  Poco río me parece, pero no lo sé. A lo mejor se llena y entonces si, pero ahora mismo lo tienes difícil.
-  Bueno, ponemos las piedras en el cauce, hacemos una presa y entonces ya habrá mas agua
-  Está bien, muy buena idea, pero tendrás que buscarte una cuadrilla para hacerlo.
-  Eso es muy fácil, Mamá. En cuanto vaya al colegio, me busco unos amigos y lo hacemos
-  Fenomenal -  Sofía miró hacia su derecha y allí al lado de un edificio  tirando a antiguo, había una pista polideportiva con un campo de fútbol con la hierba que sobrepasaba los tobillos  de los hipotéticos futbolistas - Eso debe ser el colegio
-  No sé, pero si que parece ¿verdad?
-  Si, pero es un poco viejo ¿no?
-  ¿Nos acercamos?
-  No, ahora no podemos porque quiero enseñarte la casa donde vamos a vivir y luego le tengo que devolver la llave al Alcalde. Venga, no perdamos mas tiempo - Sofía tomó al niño de la mano y se encaminaron lentamente a la casa.
-  ¿Es esa?
-  Si, ¿que te parece?
-  Por fuera es igual que todas las demás
-  Espera que abro y la ves por dentro - Sofía introdujo la llave y después de girarla dos veces abrió. 
-  Pasa - Sofía se puso a un lado para que entrara David. - Estamos entrando por la puerta por la que entrarán los pacientes cuando vengan a la consulta. Lo primero es abrir las ventanas -  La luz se hizo e iluminó rápidamente toda la estancia

David miraba para todas partes con los ojos como platos.

-  Menuda casaza, este cuarto solo es más grande que toda la casa de Madrid, ¿verdad?
-  Habría que medirlo, pero por ahí por ahí se andará.

El niño subió la escalera y la bajó por la barandilla

-  Yo ya tengo tobogán ¡que guay!
-  Ten cuidado porque en esta casa hace tiempo que no vive nadie y está llena de polvo - Sofía trataba de evitar que su hijo se estuviera quieto un segundo, pero entre la novedad y los doce años, era imposible
-  Mamá. Mamá, sube, corre. ¿cual va a ser mi habitación?
Sofía subió las escaleras lentamente, disfrutando en cada escalón de las ideas que se le iban ocurriendo para su nueva vivienda. Mientras tanto David había tenido tiempo más que suficiente para colarse en todas las habitaciones y hasta se había hecho su propia composición del lugar. Cuando apareció Sofía estaba en una habitación vacía, bastante grande, que también, como todas, tenía su ventana a la calle

-  Mira Mamá, esta será la habitación de invitados y así podrán venir los abuelos a vernos
-  ¡Que buena idea! Entonces tendremos que poner dos camas
-  Claro, no van a dormir los dos en una cama
-  Naturalmente entre otras cosas porque como no caben,  se estarían toda la noche empujando  
-  ¿Te imaginas que se cayeran de la cama? ¡Que divertido!
-  Si, divertido y si se rompen la cadera ¡que! quien los cuida ¿tu?
-  A mi no me importa porque así dejaría de ir al colegio.
-  Menuda cara tienes. Venga vámonos que tengo que llevar la llave al Ayuntamiento.

Volvieron a enfilar la calle y en un minuto estaban entrando en el la Casa Consistorial. David no dejaba de observar todo y al entrar en el despacho del Alcalde se quedó admirado ante tanta bandera

-  ¡Cuantas banderas tiene!

El Alcalde se levantó para saludar a Sofía, se guardó las llaves en el bolsillo y le explicó a David que eran la de en medio la bandera de España, esta otra la de la Comunidad Autónoma a la que pertenecemos y esta es la que nos regaló el pueblo francés de Duvois cuando nos hermanamos con ellos hace ya muchos años.

-  ¿Cuando que?
-  Perdona porque a veces los alcaldes hablamos y la gente no nos entiende. Hace muchos años unos cuantos vecinos de este pueblo se fueron a trabajar a Francia. Iban a recoger uvas y como volvieron mas veces hicieron muchos amigos allí y por eso un año fuimos varios del Ayuntamiento y nos regalaron esta bandera para que la tuviéramos aquí y nosotros les llevamos una placa conmemorativa con la fecha en la que fuimos y la tienen ellos en su ayuntamiento ¿lo entiendes ahora?
-  Si, si, _ David permanecía muy serio hablando con ese señor que le parecía todavía mas viejo que su abuelo - todo el que vaya a trabajar lejos tiene que llevar una bandera de su pueblo ¿es eso?
-  Bueno, si, mas o menos.

Sofía seguía la charla con suma atención de lo que parecía una perorata entre un abuelo y su nieto. Se dio perfectamente cuenta que entre ambos se había establecido una verdadera amistad. David miraba a D. Jacinto como si hubiera encontrado a su ídolo y éste a su vez encontró al nieto que tantas veces había deseado. El niño se hacía mayor para discutir con el Abuelo y éste se hacía niño para ponerse a la altura de su sorprendente compañero de fatigas. Tal era la relación que se estableció entre ambos que casi sin darse cuenta se intercambiaban las ocurrencias de uno con la experiencia del otro

-  ¿Sabes lo que te digo? que si yo fuera Alcalde como tú, no tendría Médico en el pueblo y en cambio si que tendría Enfermera porque mi madre sabe mas que cualquier Médico
-  ¿Seguro?
-  Segurísimo
-  Pero los Médicos estudian muchos años para terminar la carrera y  luego tienen otros años mas para hacer la especialidad, no se, yo creo que tienen que saber mas que una Enfermera.
-  ¿Mas que mi madre?, ¿mas que mi madre? - a David como le pasaba siempre que hablaban de su madre, le salió la vena de hijo amantísimo y no había quien le hiciera cambiar de opinión - mi madre trató en la selva a un indio que le mordió una serpiente y casi le tienen que cortar el brazo y otras vez atendió un parto en medio del desierto, o sea, que fíjate si sabe

D. Jacinto miró a Sofía que se puso colorada como un tomate.
- ¿No sabía que hubiera sido tan viajera?
-  No le haga caso que este niño inventa cada historia que mete miedo
-  Pero entonces ¿no estuvo nunca en la selva?
-  Si, eso es verdad, estuve casi dos años en Honduras cuando formaba parte de la Organización de  Médicos Sin Fronteras y luego en Mali.
-  Luego, entonces, el niño no está diciendo ninguna mentira.
-  Ya, pero ya sabe como son los niños -   Sofía lo miraba mientras David iba y venía por el amplio despacho del Señor Alcalde - les cuentas un caso que ocurrió y parece que me pasé los dos años perdida en la selva y el sitio en el que estábamos, Tapachuey era una aldea, pero vivía bastante gente y si que estábamos rodeados por la selva, pero nosotros salíamos poco del dispensario y desde luego por la selva, lo que se dice por la selva, selva, no íbamos casi nunca. Creo que en los dos años fui una vez a tratar a ese que le había atacado una serpiente y poco más. La gente se acabó acostumbrando y en lugar de ir nosotros venían ellos al dispensario.
- Seguro que hizo una gran labor
-  Bueno, por lo menos intentas ayudar a gente que no tiene absolutamente nada y es una gran ayuda, por supuesto, pero también es una experiencia enriquecedora para el que va porque te das cuenta lo poco que se necesita para vivir. La solidaridad que hay entre esa gente es algo que te llama la atención. Se reparten lo poco que tienen y se ayudan una barbaridad
-  ¿Y como se le ocurrió irse por ahí?
-  No es una cosa que te ocurra ya, no, lo habitual es que conozcas a alguien que colabora con una ONG o que trabaja con ellos, entonces te cuenta sus experiencias, al principio te parece todo maravilloso, pero luego también tienes que valorar los inconvenientes que normalmente no te los cuentan y poco a poco, casi sin darte cuenta te has metido y ya es imposible la marcha atrás.
-  Usted cuando se fue ¿era soltera?
-  Si, si, yo me fui a los dos meses de terminar la carrera. Hice un curso de esos rápidos de Medicina Tropical y para Honduras que me fui.
-  Tuvo que ser duro decírselo a sus padres
-  Si, pero peor fue decírselo a mi novio.
-  ¿Le sentó muy mal?
-  Hombre es natural que le sentara mal, yo lo comprendo, tener una novia cuatro años y cuando casi estás a punto de terminar una oposición y poderte casar, resulta que te plantea que se va un año a Honduras.  Hombre yo entiendo que no lo entendiera, pero cuando se toma una decisión hay que continuar hasta el final
-  Bueno Señorita, perdone que no pueda continuar con esta conversación tan interesante pero mañana tenemos una reunión muy importante en el Ayuntamiento y todavía me faltan algunas cosas por preparar
-  ¿No irán a hablar de mí?
-  En principio no lo tenía previsto
-  Entonces ¿de mi sueldo no sabe nada?
-  No, realmente, no, pero si me permite un consejo, usted organice la casa, déme un presupuesto aproximado, eso si que está en mi mano y considérelo aprobado y luego comience a trabajar  y ya verá como con el sueldo no va a tener problemas.
-  Entonces ¿me fío de su palabra?
-  Por Dios, señorita, naturalmente.
-  De acuerdo, entonces ¡a trabajar!
-  Me alegro mucho y espero que su estancia entre nosotros sea para usted un motivo de felicidad.

El Alcalde metió la mano en el bolsillo y entregándole las llaves comentó:
-  Aquí tiene usted las llaves de su futura casa.
-  Muchas gracias.

Se estrecharon las manos y David y su madre volvieron al hostal. Comieron algo rápido y a las cuatro en puntos estaban en la casa con papel y bolígrafo para apuntar todo lo que Sofía consideraba necesario para empezar a vivir.

Recorrió detenidamente todas las habitaciones, apuntó fallos en la pintura, puertas rozadas, puntos de luz que no funcionaban, los muebles que le parecía que faltaban, cuadros y todo lo relacionado con menaje de cocina que estaba bastante deteriorado. Incluso apuntó todo el tema de sábanas, toallas, cubertería y demás artículos que no estaban por los armarios. No estaba muy segura que se los fueran a pagar, pero contra el vicio de pedir siempre estaba la virtud de no dar. En estos pensamientos  estaba cuando sonó el timbre de la puerta y aparecieron dos operarios con monos del Ayuntamiento y una caja de herramientas cada uno.

-  Señorita Sofía: nos manda el Sr. Alcalde para ayudarla en todo lo que necesite.
-  Me parece muy bien – Sofía repasó su interminable lista – lo primero que me vendría al pelo, sería que me montaran las camas de mi cuarto y las del cuarto del fondo porque estoy viviendo en el Hotel y cuanto antes me venga para aquí, antes dejo de pagar.
-  Eso está hecho señorita. Si nos dice lo que quiere se lo montamos en un segundo.
-  Vengan conmigo – Sofía les indicó el camino – esta cama es la que tienen que montar y ver como está porque tengo la impresión que le falta un tirador de los de apoyar el colchón ¿no?
-  Perdone un momento – El Jonás que así se llamaba el que parecía el Jefe, hombre de piel curtida, ojos marrones que derramaban simpatía y ganas de agradar, levantó el jergón y comprobó minuciosamente todos los enganches, tensó con los dedos los alambres y después de dejarlo en el suelo lo pisó advirtiendo la firmeza del soporte del colchón – esto es un jergón Señorita y no eso que venden ahora.
-  ¿Ustedes también son los encargados de la pintura? – preguntó Sofía para en caso afirmativo comenzar con las correspondientes pruebas
-  Si, Señorita – contestó el otro operario que hasta entonces se había dedicado a afirmar con la cabeza todo lo que decía su Jefe – lo que ocurre es que disponemos de algunos tipos de pintura, no todos y si le valen empezamos en cuanto nos diga
-  A mi me gustaría que toda la parte de abajo, que va a ser la destinada para atender a los pacientes fuera toda de color blanco y en todo caso una moldura de madera que hiciera de tope para los muebles y luego el piso donde estamos de color hueso o un amarillo como muy difuminado ¿puede ser?
-  Lo de abajo por supuesto, eso está hecho y lo de arriba si le parece, vamos al taller, traemos los botes de pintura que tenemos  y hacemos alguna prueba ¿le parece?
-  Estupendo
-  ¿Puedo ir con ellos? – David, como siempre, estaba dispuesta a hacerse amigo de quien fuera
-  ¿Le deja?
-  Por mi, no hay inconveniente, pero espero que a ustedes no les moleste.
-  ¡Que va! Al revés, es todo un mozo y nos puede echar una mano
-  Pues vayan cuanto antes.
-  Vamos Miguel , deja aquí las herramientas y con la furgoneta estamos de vuelta en un minuto
-  Muy bien, les espero


3 comentarios:

  1. Ya nos vamos centrando... Ha aceptado el puesto y seguro que la casa le va a quedar monísima...
    Es una novela muy entretenida y la técnica un poquito "palante", un poquito "patrás" está muy bien desarrollada. Genial. Vamos a por el siguiente.
    Bss

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  2. El Tío Javier Belas8 de octubre de 2012, 23:38

    La chica se va centrando en el pueblo. El niño feliz y el alcalde encantado. Todo va tomando forma. Esto se lee muy bien, con mucha facilidad. Es muy entretenida. Sigo a la espera del próximo que no sé si será "palante o patras".

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  3. Sofia dentro de nada es la dueña del pueblo y no digamos el niño,se lo van a pasar de maravilla (eso espero), a ver que pasa en el siguiente capítulo.Besos.

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