Un abrazo y la próxima entrega, prometo contar algo mas
Un abrazo
Tino Belas
CAPITULO
12.-
Sofía
despertó de lo que para ella había sido un sueño, se asomó a la ventana de la
parte delantera que daba a la calle Principal y después de mirar a un lado y a
otro, comprobó que estaba en el centro del pueblo, muy cerca del Ayuntamiento y
casi pared con pared con la oficina de Correos Un árbol frondoso la hacía
invisible ante la mirada de los curiosos aunque la casa de enfrente parecía
deshabitada. Cerró con cuidado la ventana apreciando que el pestillo no se
encontraba en muy buen estado de conservación. Probó las otras dos ventanas que
tampoco cerraban correctamente y se asomó a las de la parte de atrás que daba
al patio. Los inquilinos anteriores
debían ser muy amigos de las plantas porque todas las ventanas estaban llenas
de macetas con flores en diferentes estados de conservación. Estaban cubiertas
con un plástico para evitar el frío. Bajó la escalera, cerró la puerta de la
calle y se encaminó a devolverle la llave al Señor Alcalde.
Al
pasar por una de las bocacalles se dio cuenta que estaba al lado del hostal y
decidió acercarse un segundo para ver como estaba su hijo David y no tuvo
necesidad de subir a la habitación porque el niño estaba manejando las
manecillas de la centralita de teléfonos que estaba en la recepción. A su lado,
una chica joven, no tendría mas de veinte años, le explicaba como tenía que
coger el teléfono
- Hostal García ¿Dígame? ¿en que puedo
servirle? Eso es lo que tienes que contestar cuando suene la chicharra ¿vale?
Vale –
David permanecía atento a las diferentes luces para contestar siguiendo las
indicaciones de su joven profesora.
Sofía,
desde la puerta del Hostal, lo observaba con satisfacción. No es porque fuera
su hijo, pero era francamente guapo y con el pelo recién cortado más. Tenía
doce años pero aparentaba alguno más. Siempre estaba con una expresión de
felicidad que era la envidia de todos los que le rodeaban y era muy sociable,
no se sabe si había salido a la madre o al padre pero tenía una enorme
facilidad para entablar amistad con cualquiera. Era hablador y se preocupaba
por los problemas de todo el mundo, en eso si había salido a sus padres. Para
Sofía había sido su tabla de salvación desde la desaparición de David, su
marido y el único motivo por el que, en su momento, le compensaba seguir
viviendo. Ahora ya lo había superado y trataba de ser feliz, a su manera pero
feliz y la presencia de su hijo le llenaba completamente su nueva vida.
Sofía
era consciente que, desde que terminó la carrera, ¡que barbaridad ya habían
pasado casi doce años!, todo había discurrido como muy deprisa. Al principio había conseguido la felicidad
completa y luego su vida había sido una sucesión de desgracias que fue soportando
de la mejor manera posible y siempre con la presencia de su hijo David que era
el que le aportaba fuerza para continuar.
- Y si entra algún cliente por la puerta ¿no
habría que darle los buenos días? – Preguntó una divertida Sofía desde la
puerta del Hostal.
David y
la recepcionista rubia se volvieron hacia la puerta y el niño salió corriendo
hasta abrazarse a su madre
- Mamá ¿Dónde estabas?
- Te dije que tenía que ver al Alcalde ¿no te
enteraste?
- No
- Pues
te lo dije y además te dije que no te movieras de la habitación
- ¿También me dijiste eso? Pues no me enteré de
nada porque me he despertado y como no estabas me vine con Gloria a ayudarla
- ¿Y que tal? ¿se ha portado bien?
- Muy bien – Gloria la recepcionista le tocó el
pelo, despeinándole - es un ayudante
perfecto.
- ¿Tú no sabes que no hay que molestar a la
gente que está trabajando? – le recriminó la madre.
David
puso la típica cara con la que es imposible regañarle
- Yo no quería molestar, pero estaba solo y …
- No me cuentes historias, David que ya me las
se. Tienes que ser mas responsable y si te digo que no te muevas de la
habitación pues no te tienes que mover
- Perdona Mamá, pero vino la señora de la
limpieza y me levanté para que no tuviera que esperar.
- No se como te las arreglas pero siempre
tienes explicaciones para todo
- Te prometo que es la verdad
- ¿Has desayunado?
- Si, con Gloria en el bar del hostal
- Muy bien - Sofía dejó el bolso en el
mostrador - cuídamelo que subo un momento al cuarto de baño y luego me
acompañas para que conozcas donde vamos a vivir.
Gloria,
la recepcionista, intervino:
- Entonces ¿tenemos ATS nueva en el pueblo?
- Todavía no - contestó Sofía con una pícara
sonrisa - porque, entre otras cosas, estoy pendiente que el Sr. Alcalde me diga
cuanto voy a ganar, pero tengo que reconocer que la casa que me ofrece me ha
parecido una maravilla
- ¿La de la calle Nueva?
- Si, supongo que si, está aquí al lado
- Si, ya se cual es. tiene un patio que da a la
calle de detrás
- Si, esa es.
- Tiene razón. Esa casa la conocí una vez que
fui a que me viera la ATS
anterior a usted y me pareció que no está mal.
- Perdone, pero tengo que ir urgente al baño
- Sube, Mamá, que yo te cuido tus cosas.
- Enseguida bajo.
Sofía
se alejó por el pasillo que comunicaba con la cafetería y, subió al primer piso
y rápidamente localizó su habitación, la número dos. Introdujo la llave y entró.
Una vez
terminó en el baño, se cambió de ropa y en un momento dado se quedó plantada
delante de un espejo y apreció que la expresión de su cara había cambiado. Estaba como mas
radiante, mas feliz e incluso le pareció que le habían desaparecido las
habituales bolsas de debajo de los ojos con lo que el conjunto resultaba
todavía mas juvenil. Esbozó una sonrisa
y analizó con tranquilidad todo lo sucedido desde que llegó al pueblo y
tenía motivos para estar satisfecha. Un pueblo pequeño, bonito, una casa que
con algunos retoques quedaría perfecta, un sol como había visto pocas veces en
Madrid, un Alcalde que le parecía buena gente y un Médico que aunque no iba todos
los días si parece que la gente no estaba especialmente descontenta con él. De
todas las maneras del Medico prefería no opinar hasta que no se presentase pero
por lo que contaban no creía que fuera santo de su devoción. El resto de lo
ocurrido no había podido ser mejor y solo llevaba un día.
David y
su madre atravesaron el pueblo de punta
a punta siendo objeto de las miradas de todos con los que se cruzaban que les
daban los buenos días con una sonrisa.
-
Igualito que en Madrid - pensó Sofía.
Las
casas que se alineaban a lo largo de la llamada Calle Nueva, eran bajas,
modestas, como muy cuidadas, todas con una especie de cortina de pequeñas bolas
justo delante de la entrada principal. Pintadas de colores diferentes tenían en
común una zona en la parte de abajo que se unía al suelo, haciendo una pequeña
cuesta y no de una manera tan brusca como en las ciudades. El color marrón
oscuro le daba un aire rural que no le venía nada mal y parecía querer
continuarse con la tierra que se divisaba al final de la calle. Llegando al
final y como queriendo se la presidenta de todos los que vivían allí, se alzaba una torre medieval, parecía
que abandonada que había sido propiedad de Doña Genoveva Aranciles, viuda que
fue del conde Mayorga, allá por el siglo diecisiete y que habían ido heredando
sus múltiples descendientes hasta llegar a Don Baltasar Montenegro que pensaba
destinarla como estudio de arquitectura para lo que había mandado colocar unos
andamios que desentonaban en el contexto global del pueblo. Todos esperaban que
los retiraría pronto pero así llevaban casi cuatro años y en ese tiempo Don
Baltasar había aparecido en cuatro ocasiones para supervisar las obras y eso
que siempre que se ausentaba lo hacía con la solemne promesa de volver a los
pocos días.
Desde
la torre denominada de los Mayorga situada en el punto mas alto del pueblo y
que parecía ser la portería del pueblo,
el Conde, o el que tuviese la
suerte de habitarla, disponía de una vista privilegiada de toda la comarca con
el rió serpenteando el pueblo y algunos caminos que perforando los bosques
próximos parecían comunicarse con el infinito. Los restos de lo que debió ser
una muralla se distribuían alrededor del pueblo pasando de ser un elemento de
defensa a un cúmulo de piedras cada pocos metros. Según le había comunicado el
Sr. Alcalde de manera confidencial, si alguna vez el Ayuntamiento tuviese
dinero, buscarían un buen restaurador y tratarían de volver al pueblo a dotarle
de uno de sus bienes mas preciados históricamente, pero actualmente y tal y como estaba la situación económica, el
conseguir un pueblo amurallado era tarea que se presentaba como poco menos que
imposible.
- ¿Podré nadar en ese río? - David desde la
inquietud de sus doce años, miraba para todas partes buscando sitios de
diversión.
- Poco río me parece, pero no lo sé. A lo mejor
se llena y entonces si, pero ahora mismo lo tienes difícil.
- Bueno, ponemos las piedras en el cauce,
hacemos una presa y entonces ya habrá mas agua
- Está bien, muy buena idea, pero tendrás que
buscarte una cuadrilla para hacerlo.
- Eso es muy fácil, Mamá. En cuanto vaya al
colegio, me busco unos amigos y lo hacemos
- Fenomenal -
Sofía miró hacia su derecha y allí al lado de un edificio tirando a antiguo, había una pista
polideportiva con un campo de fútbol con la hierba que sobrepasaba los
tobillos de los hipotéticos futbolistas
- Eso debe ser el colegio
- No sé, pero si que parece ¿verdad?
- Si, pero es un poco viejo ¿no?
- ¿Nos acercamos?
- No, ahora no podemos porque quiero enseñarte
la casa donde vamos a vivir y luego le tengo que devolver la llave al Alcalde.
Venga, no perdamos mas tiempo - Sofía tomó al niño de la mano y se encaminaron
lentamente a la casa.
- ¿Es esa?
- Si, ¿que te parece?
- Por fuera es igual que todas las demás
- Espera que abro y la ves por dentro - Sofía
introdujo la llave y después de girarla dos veces abrió.
- Pasa - Sofía se puso a un lado para que
entrara David. - Estamos entrando por la puerta por la que entrarán los
pacientes cuando vengan a la consulta. Lo primero es abrir las ventanas - La luz se hizo e iluminó rápidamente toda la
estancia
David
miraba para todas partes con los ojos como platos.
- Menuda casaza, este cuarto solo es más grande
que toda la casa de Madrid, ¿verdad?
- Habría que medirlo, pero por ahí por ahí se
andará.
El niño
subió la escalera y la bajó por la barandilla
- Yo ya tengo tobogán ¡que guay!
- Ten cuidado porque en esta casa hace tiempo
que no vive nadie y está llena de polvo - Sofía trataba de evitar que su hijo
se estuviera quieto un segundo, pero entre la novedad y los doce años, era
imposible
- Mamá. Mamá, sube, corre. ¿cual va a ser mi
habitación?
Sofía
subió las escaleras lentamente, disfrutando en cada escalón de las ideas que se
le iban ocurriendo para su nueva vivienda. Mientras tanto David había tenido
tiempo más que suficiente para colarse en todas las habitaciones y hasta se
había hecho su propia composición del lugar. Cuando apareció Sofía estaba en
una habitación vacía, bastante grande, que también, como todas, tenía su
ventana a la calle
- Mira Mamá, esta será la habitación de
invitados y así podrán venir los abuelos a vernos
- ¡Que buena idea! Entonces tendremos que poner
dos camas
- Claro, no van a dormir los dos en una cama
- Naturalmente entre otras cosas porque como no
caben, se estarían toda la noche
empujando
- ¿Te imaginas que se cayeran de la cama? ¡Que
divertido!
- Si, divertido y si se rompen la cadera ¡que!
quien los cuida ¿tu?
- A mi no me importa porque así dejaría de ir
al colegio.
- Menuda cara tienes. Venga vámonos que tengo
que llevar la llave al Ayuntamiento.
Volvieron
a enfilar la calle y en un minuto estaban entrando en el la Casa Consistorial.
David no dejaba de observar todo y al entrar en el despacho del Alcalde se
quedó admirado ante tanta bandera
- ¡Cuantas banderas tiene!
El
Alcalde se levantó para saludar a Sofía, se guardó las llaves en el bolsillo y
le explicó a David que eran la de en medio la bandera de España, esta otra la
de la Comunidad
Autónoma a la que pertenecemos y esta es la que nos regaló el
pueblo francés de Duvois cuando nos hermanamos con ellos hace ya muchos años.
- ¿Cuando que?
- Perdona porque a veces los alcaldes hablamos
y la gente no nos entiende. Hace muchos años unos cuantos vecinos de este
pueblo se fueron a trabajar a Francia. Iban a recoger uvas y como volvieron mas
veces hicieron muchos amigos allí y por eso un año fuimos varios del
Ayuntamiento y nos regalaron esta bandera para que la tuviéramos aquí y
nosotros les llevamos una placa conmemorativa con la fecha en la que fuimos y
la tienen ellos en su ayuntamiento ¿lo entiendes ahora?
- Si, si, _ David permanecía muy serio hablando
con ese señor que le parecía todavía mas viejo que su abuelo - todo el que vaya
a trabajar lejos tiene que llevar una bandera de su pueblo ¿es eso?
- Bueno, si, mas o menos.
Sofía
seguía la charla con suma atención de lo que parecía una perorata entre un
abuelo y su nieto. Se dio perfectamente cuenta que entre ambos se había
establecido una verdadera amistad. David miraba a D. Jacinto como si hubiera
encontrado a su ídolo y éste a su vez encontró al nieto que tantas veces había
deseado. El niño se hacía mayor para discutir con el Abuelo y éste se hacía
niño para ponerse a la altura de su sorprendente compañero de fatigas. Tal era
la relación que se estableció entre ambos que casi sin darse cuenta se
intercambiaban las ocurrencias de uno con la experiencia del otro
- ¿Sabes lo que te digo? que si yo fuera
Alcalde como tú, no tendría Médico en el pueblo y en cambio si que tendría
Enfermera porque mi madre sabe mas que cualquier Médico
- ¿Seguro?
- Segurísimo
- Pero los Médicos estudian muchos años para
terminar la carrera y luego tienen otros
años mas para hacer la especialidad, no se, yo creo que tienen que saber mas
que una Enfermera.
- ¿Mas que mi madre?, ¿mas que mi madre? - a
David como le pasaba siempre que hablaban de su madre, le salió la vena de hijo
amantísimo y no había quien le hiciera cambiar de opinión - mi madre trató en
la selva a un indio que le mordió una serpiente y casi le tienen que cortar el
brazo y otras vez atendió un parto en medio del desierto, o sea, que fíjate si
sabe
D.
Jacinto miró a Sofía que se puso colorada como un tomate.
- ¿No
sabía que hubiera sido tan viajera?
- No le haga caso que este niño inventa cada
historia que mete miedo
- Pero entonces ¿no estuvo nunca en la selva?
- Si, eso es verdad, estuve casi dos años en
Honduras cuando formaba parte de la Organización de
Médicos Sin Fronteras y luego en Mali.
- Luego, entonces, el niño no está diciendo
ninguna mentira.
- Ya, pero ya sabe como son los niños - Sofía lo miraba mientras David iba y venía
por el amplio despacho del Señor Alcalde - les cuentas un caso que ocurrió y
parece que me pasé los dos años perdida en la selva y el sitio en el que
estábamos, Tapachuey era una aldea, pero vivía bastante gente y si que
estábamos rodeados por la selva, pero nosotros salíamos poco del dispensario y
desde luego por la selva, lo que se dice por la selva, selva, no íbamos casi
nunca. Creo que en los dos años fui una vez a tratar a ese que le había atacado
una serpiente y poco más. La gente se acabó acostumbrando y en lugar de ir
nosotros venían ellos al dispensario.
-
Seguro que hizo una gran labor
- Bueno, por lo menos intentas ayudar a gente
que no tiene absolutamente nada y es una gran ayuda, por supuesto, pero también
es una experiencia enriquecedora para el que va porque te das cuenta lo poco
que se necesita para vivir. La solidaridad que hay entre esa gente es algo que
te llama la atención. Se reparten lo poco que tienen y se ayudan una barbaridad
- ¿Y como se le ocurrió irse por ahí?
- No es una cosa que te ocurra ya, no, lo
habitual es que conozcas a alguien que colabora con una ONG o que trabaja con ellos,
entonces te cuenta sus experiencias, al principio te parece todo maravilloso,
pero luego también tienes que valorar los inconvenientes que normalmente no te
los cuentan y poco a poco, casi sin darte cuenta te has metido y ya es
imposible la marcha atrás.
- Usted cuando se fue ¿era soltera?
- Si, si, yo me fui a los dos meses de terminar
la carrera. Hice un curso de esos rápidos de Medicina Tropical y para Honduras
que me fui.
- Tuvo que ser duro decírselo a sus padres
- Si, pero peor fue decírselo a mi novio.
- ¿Le sentó muy mal?
- Hombre es natural que le sentara mal, yo lo
comprendo, tener una novia cuatro años y cuando casi estás a punto de terminar
una oposición y poderte casar, resulta que te plantea que se va un año a
Honduras. Hombre yo entiendo que no lo
entendiera, pero cuando se toma una decisión hay que continuar hasta el final
- Bueno Señorita, perdone que no pueda
continuar con esta conversación tan interesante pero mañana tenemos una reunión
muy importante en el Ayuntamiento y todavía me faltan algunas cosas por
preparar
- ¿No irán a hablar de mí?
- En principio no lo tenía previsto
- Entonces ¿de mi sueldo no sabe nada?
- No, realmente, no, pero si me permite un
consejo, usted organice la casa, déme un presupuesto aproximado, eso si que
está en mi mano y considérelo aprobado y luego comience a trabajar y ya verá como con el sueldo no va a tener
problemas.
- Entonces ¿me fío de su palabra?
- Por Dios, señorita, naturalmente.
- De acuerdo, entonces ¡a trabajar!
- Me alegro mucho y espero que su estancia
entre nosotros sea para usted un motivo de felicidad.
El
Alcalde metió la mano en el bolsillo y entregándole las llaves comentó:
- Aquí tiene usted las llaves de su futura
casa.
- Muchas gracias.
Se
estrecharon las manos y David y su madre volvieron al hostal. Comieron algo
rápido y a las cuatro en puntos estaban en la casa con papel y bolígrafo para
apuntar todo lo que Sofía consideraba necesario para empezar a vivir.
Recorrió
detenidamente todas las habitaciones, apuntó fallos en la pintura, puertas
rozadas, puntos de luz que no funcionaban, los muebles que le parecía que
faltaban, cuadros y todo lo relacionado con menaje de cocina que estaba
bastante deteriorado. Incluso apuntó todo el tema de sábanas, toallas, cubertería
y demás artículos que no estaban por los armarios. No estaba muy segura que se
los fueran a pagar, pero contra el vicio de pedir siempre estaba la virtud de
no dar. En estos pensamientos estaba
cuando sonó el timbre de la puerta y aparecieron dos operarios con monos del
Ayuntamiento y una caja de herramientas cada uno.
- Señorita Sofía: nos manda el Sr. Alcalde para
ayudarla en todo lo que necesite.
- Me parece muy bien – Sofía repasó su
interminable lista – lo primero que me vendría al pelo, sería que me montaran
las camas de mi cuarto y las del cuarto del fondo porque estoy viviendo en el
Hotel y cuanto antes me venga para aquí, antes dejo de pagar.
- Eso está hecho señorita. Si nos dice lo que
quiere se lo montamos en un segundo.
- Vengan conmigo – Sofía les indicó el camino –
esta cama es la que tienen que montar y ver como está porque tengo la impresión
que le falta un tirador de los de apoyar el colchón ¿no?
- Perdone un momento – El Jonás que así se
llamaba el que parecía el Jefe, hombre de piel curtida, ojos marrones que
derramaban simpatía y ganas de agradar, levantó el jergón y comprobó
minuciosamente todos los enganches, tensó con los dedos los alambres y después
de dejarlo en el suelo lo pisó advirtiendo la firmeza del soporte del colchón –
esto es un jergón Señorita y no eso que venden ahora.
- ¿Ustedes también son los encargados de la
pintura? – preguntó Sofía para en caso afirmativo comenzar con las
correspondientes pruebas
- Si, Señorita – contestó el otro operario que
hasta entonces se había dedicado a afirmar con la cabeza todo lo que decía su
Jefe – lo que ocurre es que disponemos de algunos tipos de pintura, no todos y
si le valen empezamos en cuanto nos diga
- A mi me gustaría que toda la parte de abajo,
que va a ser la destinada para atender a los pacientes fuera toda de color
blanco y en todo caso una moldura de madera que hiciera de tope para los
muebles y luego el piso donde estamos de color hueso o un amarillo como muy
difuminado ¿puede ser?
- Lo de abajo por supuesto, eso está hecho y lo
de arriba si le parece, vamos al taller, traemos los botes de pintura que
tenemos y hacemos alguna prueba ¿le
parece?
- Estupendo
- ¿Puedo ir con ellos? – David, como siempre,
estaba dispuesta a hacerse amigo de quien fuera
- ¿Le deja?
- Por mi, no hay inconveniente, pero espero que
a ustedes no les moleste.
- ¡Que va! Al revés, es todo un mozo y nos
puede echar una mano
- Pues vayan cuanto antes.
- Vamos Miguel , deja aquí las herramientas y
con la furgoneta estamos de vuelta en un minuto
- Muy bien, les espero
Ya nos vamos centrando... Ha aceptado el puesto y seguro que la casa le va a quedar monísima...
ResponderEliminarEs una novela muy entretenida y la técnica un poquito "palante", un poquito "patrás" está muy bien desarrollada. Genial. Vamos a por el siguiente.
Bss
La chica se va centrando en el pueblo. El niño feliz y el alcalde encantado. Todo va tomando forma. Esto se lee muy bien, con mucha facilidad. Es muy entretenida. Sigo a la espera del próximo que no sé si será "palante o patras".
ResponderEliminarSofia dentro de nada es la dueña del pueblo y no digamos el niño,se lo van a pasar de maravilla (eso espero), a ver que pasa en el siguiente capítulo.Besos.
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