CAPITULO
6.-
La niña
se concentró en su trabajo de pintar un barco en una hoja de papel dejando un
minuto de relax a sus padres que continuaban sentados tranquilamente viendo
como el sol se disponía a dormir como ocurría con todos los atardeceres. Para
el matrimonio era el mejor momento, los niños pululaban alrededor y los
aconteceres diarios aparecían. De esas horas surgían muchos motivos de discusión
para toda la familia y por allí pasaba conversaciones de nuevos noviazgos,
aventuras del colegio, chismes del poblado de Tentegorra que era como un
pequeño pueblo en el que todos se conocían, historias de la Escuela Naval,
maneras de pensar de los universitarios de Murcia y mil temas mas que eran
objeto de discusión entre todos. Era una
reunión casi obligatoria que para los padres constituía un motivo de
aprendizaje. Allí es donde se daban cuenta como iba pasando el tiempo y eso
suponía también un esfuerzo porque los razonamientos de los hijos se iban
haciendo cada vez mas consistentes y ya no valía el ordeno y mando del
principio. Allí, en aquella tertulia familiar fue donde Carlos tuvo que
explicar lo que había pasado y por qué había estado en un castillo.
Un día, cumpleaños
de alguno de sus hijos, cuando estaban todos reunidos alrededor de la mesa del
jardín, Carlos les explicó los motivos por los cuales había sido juzgado y
condenado
-
Quiero que sepáis
una cosa – todos los presentes guardaron silencio porque sabían que hacía
tiempo que su padre les debía una explicación, menos Paula que con su candidez
habitual preguntó si ya llegaban los regalos. Su madre la sentó a sus rodillas
y le ofreció un bollo relleno de chocolate – y quiero que me entendáis bien
porque yo se que he sido motivo de conversación de toda la gente del poblado.
Si que es verdad que he participado en un movimiento para liberalizar las
Fuerzas Armadas, pero siempre dentro de la legalidad aunque para el tribunal
que me ha juzgado parece ser que no ha sido así.
Todo empezó una mañana, estábamos en
Bruselas en una reunión de Jefes de la OTAN y tuve oportunidad de conocer al
General Guerini que era el responsable de la zona sur. Era todo un personaje,
el típico italiano, guapo, alto, con muy buena pinta pero un facha de los de
competición. Me acuerdo que nos sentamos en una mesa para comer varios
militares de diferentes países y lo primero que preguntó era si en la mesa
había algún comunista porque si lo había se cambiaba de mesa. Cuando le dijimos
que no, se sentó y nos contó como, en la guerra, tuvo a todo un pueblo muerto
de miedo pensando que estaba rodeado de enemigos mientras que él, se limitaba a
coger un jeep, disparar unos cuantos tiros en un lado del pueblo, coger otra
vez el jeep y disparar otra ráfaga desde la otra parte del pueblo y así estuvo
casi veinticuatro horas haciendo tiempo hasta que llegaran las tropas alemanas
y completaran la ocupación.
Era muy
simpático pero mas chulo que nadie. En Italia era conocido como el General Golpista
porque casi todos los años organizaba algún golpe de estado que nunca llegaba a
nada porque la Policía lo descubría antes y entonces lo juzgaban y lo enviaban
arrestado durante períodos cortos de tiempo, pero en cuanto lo soltaban volvía
a las andadas y otra vez a al castillo arrestado ¡y así llevaba nada mas y nada
menos que veintitrés años! Como no hacía nada mas que plantear problemas, el
mando supremo del Ejército Italiano decidió, ya que no había manera de convencerle de lo contrario, que lo mejor era
darle un destino lejos y esperar que no volviera a reincidir y así llegó a
Bruselas donde ya llevaba cinco años. El General Guerini era íntimo amigo de
Teniente Coronel Cruz que era otro tal para cual. Viejo conocido de la Policía
y siempre buscando la fórmula de cambiar la democracia española, iba a cuantas
reuniones de la OTAN hubiera, pero nunca como colaborador de algún alto cargo
español, sino como simple observador y allí planificaba sus intentos golpistas
como si nadie supiera a lo que se dedicaba.
Nunca
pensé en meterme en líos con ellos, entre otras cosas, porque yo sabía
perfectamente con quien me jugaba los cuartos, pero ellos pretendían tener un
enlace en la Marina y me lo plantearon abiertamente. Yo les dije directamente
que no y ahí se acabaron todos los contactos, pero al volver a casa, me
llamaron varias veces y al final accedí a verme con un Coronel del Aire, el
Coronel Conesa, que fue el que me convenció que no se trataba de un golpe de
estado, ni mucho menos, si no de buscar la fórmula para que entre los militares
comenzara a crearse un espíritu de cierta reivindicación y para ello hacía
falta un sindicato que unificara todas las posturas y a eso me apunté con la
mala suerte que fui seguido por el CESID y ellos informaron que yo asistía a las
reuniones y que formaba parte del grupo del Teniente Coronel Cruz, lo cual era
una barbaridad porque solo lo vi una vez y fue en Bruselas, pero ellos tenían
videos falsos y testimonios de gente que no se de donde los habrían sacado que
testificaron lo contrario y por eso me condenaron a siete meses de arresto que
son los que he pasado en el Castillo de Cartagena.
-
Entonces ¿no eres
un traidor? – preguntó Mamen, la cuarta de sus hijas de catorce años de edad
-
Claro que no, pero
¿porqué me preguntas eso?
-
Porque es lo que
dice el padre de Marta
-
¿Dice que soy un
traidor?
-
Y muchas mas
cosas que no te digo, pero yo siempre le contesto que eso es mentira.
-
Eso también lo
dice Don Antonio, mi profe – ahora era Cristina la tercera que con sus quince
años parecía mucho mas mayor
-
¿Y tú también le
dices que es mentira?
-
Yo no porque ese
tío es un gilipollas
-
Por favor,
Cristina, que expresiones son esas
-
Es la verdad,
Papá, se ha pasado los siete meses haciéndome de menos y como en plan chulo
conmigo. Fíjate como sería que un día me fui a hablar con el Director y me dijo
que no le hiciera caso, que en la Marina todo el mundo sabía quien eras tú y
que todos tus compañeros estaban de acuerdo con lo que tu defendías y que en
lugar de un traidor lo que eras era un tío valiente y que ojalá salieran muchos
defendiendo tus ideas
-
Bueno, bueno –
Carlos hasta llegó a ponerse un poco colorado – lo que ocurre es que Javier
Linarte es un buen amigo mío y me conoce muy bien
-
Pues desde ese día,
el gilipollas
-
Cristina, por favor
– el padre tuvo que ponerse serio.
-
Vale, lo retiro,
pero lo que es verdad es que debió hablar con él porque desde que fui no se volvió
a meter conmigo
-
Le llamarían la
atención
-
Seguro
-
Y tu Arancha ¿Qué
dices?
La hija mayor había permanecido al margen hasta entonces.
No lo tenía nada claro, por una parte, era su padre y no se le podía pasar por
la cabeza que hiciera algo que pusiera en peligro la democracia, pero por otro
lado prácticamente todos sus amigos de la Universidad lo ponían a caer de un
burro y el hecho de que le detuvieran y saliera en todos los periódicos la
había hecho alejarse de la mayoría. Como todos los días iban en autobús hasta
Murcia, sus verdaderos amigos eran hijos de marinos y lo que había hecho hasta
entonces que era comer en la Facultad, ahora ya no lo hacía y así evitaba males
mayores.
Carlos, su padre, permanecía expectante
-
Yo no se que
decirte. Por un lado – Arancha tragó saliva y contestó midiendo muy bien sus
palabras – eres mi padre, te conozco y se que si lo has hecho es porque estabas
convencido que era lo mejor, pero también creo que no pensaste en todos
nosotros y si lo hubieras hecho posiblemente hubieras reaccionado de otra
manera. Sin querer nos has hecho mucho daño – la jovencita comenzó a llorar
desconsoladamente – y ya te digo que seguro que ha sido sin querer pero es la
verdad
La madre intervino rápidamente, acercándose a su hija,
la mayor, tratando de tranquilizarla
-
Arancha,
tranquila, venga, no llores que afortunadamente todo ha pasado
Su padre la miraba sorprendido. En las interminables
noches de arresto había analizado todas las posibles consecuencias de su acción
y nunca se le había ocurrido pensar en semejante posibilidad. Creía haber obrado
con arreglo a sus ideas y no creía que les hubiera podido perjudicar y sin embargo,
su análisis no debió ser todo lo completo como creía porque, efectivamente, al
menos en opinión de su hija la universitaria, si que había tenido efectos
negativos. Estaba deseando oir las razones para opinar de esa manera porque no
lo entendía. A los pocos minutos Arancha se tranquilizó y continuó con su
razonamiento
-
No te pensaba
decir nada porque se que no lo vas a entender, pero si te lo cuento es porque
me lo has preguntado
-
Y yo te lo
agradezco porque lo último que hubiera querido en este mundo es que mi actitud
os causara problemas
-
Pues los causó –
Arancha miró a su padre con la misma admiración de siempre – yo sabía que tú
tenías razón, pero el que en clase te llamen hija de facha, golpista y cosas
por el estilo no te gusta, pero ¡que le vamos a hacer!
-
Lo siento
-
Nada, si no pasa
nada, pero tienes que pensar que yo estaba en primero de Filosofía y Letras y
en general mis compis no eran muy de derechas que digamos y sobre todo eso lo
decían del Coronel Cruz, pero de paso también iban para todos sus colaboradores
-
Pero yo nunca fui
colaborador
-
Eso lo sabíamos
nosotros, pero la mayoría de la gente no y por eso te metían en el mismo saco
-
¡Que injusticia!
-
Llámalo como quieras, pero eso es la verdad y
lo he pasado muy mal
-
¿Y ahora?
-
Ahora yo creo que
la gente pasa de mi, me siguen considerando la hija de un golpista, pero como
no pasó nada, la gente se va olvidando y solo se acuerdan ante algún
acontecimiento, por ejemplo, el otro día cuando salió en el periódico que te
concedían la libertad al haber cumplido el arresto correspondiente. Ese día me
volvieron a llamar un poco de todo, pero ya me he acostumbrado y también tengo
la ayuda de Javier que me defiende a capa y espada
-
¿Sigues saliendo
con él?
-
Claro – los ojos
de su hija se iluminaron como si de dos faros se tratara – estoy mas enamorada
que nunca y en cuanto lo destinen nos casamos
-
¡Mas enamorada
que nunca!¡mas enamorada que nunca! Que cursi
eres tía
-
¡Mamen! – Carlos
tuvo que tomar cartas en el asunto – haz el favor de respetar a tu hermana
-
Pero mírala Papá,
es mas cursi que un repollo – Mamen desde sus catorce años la miraba con desprecio
– si yo tuviera ese pedazo de novio me lo comería pero nunca le diría eso que
estoy mas enamorada de ti que nunca
-
¿Y que le dirías?
– el padre quería conocer la opinión de toda la familia.
-
Yo no le diría
nada, me lo tiraría y tan ……
-
Mamen: ¡No te
consiento que te comportes como una mujer de la calle! desde este momento,
estás castigada, a tu cuarto espérame que ya te diré yo cuando puedes salir.
-
Pero, Papá, tampoco
es para tanto
-
Te he dicho que
te vayas a tu cuarto.
Mamen se
levantó de la mesa y según se iba le sacó la lengua a su hermana mayor al
tiempo que le decía
-
Por tu culpa me
castigan a mi, como siempre, gilipollas, que eres una gilipollas
-
Mamen – el padre se
levantó de su asiento y la agarró con fuerza del brazo – vete inmediatamente a
tu cuarto y deja de insultar a tu hermana
-
Bueno, me voy,
pero que conste que tú eres el que me has preguntado que haría con Javier –
Mamen tenía los ojos llenos de lágrimas – que si no yo no te digo ni mu, o sea
que otro día no me preguntes y así no me castigas
-
Papá – ahora era
Cristina, un año mayor que Mamen y dos mas pequeña que Arancha - ¿te das cuenta
que en esta casa no se puede hablar?
-
¡La que faltaba!
– Carlos sabía que estaba rompiendo la reunión que como siempre había empezado
como muy democrática y también como siempre terminaba como el rosario de la
aurora – estoy harto de vosotras dos, nunca estáis de acuerdo con nada de lo
que digo y esto se ha acabado. Aquí se hace lo que digo yo y no hay mas que
hablar ¿entendido? Venga iros a vuestro cuarto.
-
¿Yo también?
-
Tú también que me
tenéis hasta la coronilla
-
Lo ves – Cristina
lo miró con temor pero también con decisión – todo el día presumiendo que esta
casa es una democracia y me río yo. Aquí se hace lo que tú dices porque lo
dices tú y nadie puede dar su opinión
-
Naturalmente que
se hace lo que digo yo – Carlos iba aumentando el tono de voz – solo faltaba.
No se si habéis caído que soy vuestro padre y mientras que viváis en esta casa
claro que tenéis que hacer lo que diga yo ¡niñatas de mierda!
-
Carlos por favor tranquilízate
– su mujer intentaba mediar como siempre – y vosotras iros al cuarto que ahora voy
a veros
-
Bueno – Mamen
insistía en la injusticia del castigo – nos iremos pero no tienes razón
-
A vuestro cuarto
y sin rechistar – Carlos, el padre se iba encendiendo por segundos – ¿os tengo
que repetir que mientras que viváis en esta casa el que manda soy yo? y si no os gusta ya sabéis donde está la
puerta, o sea que castigadas y se acabó.
-
Vámonos Cristina
que estamos molestando. Ojalá encontremos pronto un trabajo y nos iremos, así
dejaremos de estorbar
Las dos hermanas salieron no sin antes volver a sacarle
la lengua a su hermana e incluso Cristina, la mayor, intentó darle un pellizco
al pasar a su lado. Carlos volvió a sentarse en el orejero y como si el
incidente no hubiera ocurrido, se mostró muy amable con Arancha tratando de
ganársela para la causa.
-
O sea que dentro
de nada tenemos boda ¿no?
-
Eso lo digo yo,
pero Javier hasta ahora no ha dicho nada.
-
¿Y tu no le
preguntas?
-
Todos los días
pero siempre me contesta que lo que sea será y se queda tan fresco.
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