CAPITULO 8.-
Carlos Gonzalez Alía estaba contento. Llevaba una
temporada francamente buena. Se había olvidado de la política, con gran alegría
de Cristina, su mujer, que aunque era la persona mas discreta del mundo, no
ocultaba su preocupación por la insistencia de su marido en arreglar la Marina.
Sus hijas fenomenal, Arancha la mayor había anunciado que se quería casar con
Javier, su novio de toda la vida y allí estaban tratando de organizar una boda
lo mejor posible. Su hijo Carlos, el mayor ya había sido destinado y ahora mandaba
un guardacostas en Ferrol y cuando un hijo está feliz el padre normalmente
también lo está. Cristina y Mamen estaban
en COU porque Mamen había repetido
segundo y Belén, la pequeña ya era todo un personaje con sus escasos cinco
años.
La noticia de la boda de Arancha no fue ninguna
sorpresa, sabían de sobra que en ese año lo anunciarían, pero cuando lo
dijeron, Carlos padre se emocionó y lloró como un niño
-
La primera hija
que se nos casa y encima con un Marino ¡se puede pedir mas! para toda la familia
era un motivo de alegría y aquella noche en el jardín de Tentegorra reinaba la
felicidad. Enseguida comenzaron los planes de trajes, tocados, menús, invitaciones
etc… etc
Cristina madre con su habitual sentido común intervino
-
Un momento que se
os olvida lo mas importante.
Toda la familia guardó silencio en espera de que sería
aquello que se les olvidaba
-
Tenemos que hacer
una fiesta – Cristina esbozó una amplia sonrisa - la que siempre se ha llamado
petición de mano, para conocer a la familia del novio.
Todos estallaron en unas sonoras carcajadas porque la
familia de Javier, vivía como cinco o seis chalets mas allá del suyo y los padres
eran amigos de toda la vida. De distintas promociones, Carlos era un poco mas
veterano que su futuro consuegro y Carmen, la futura madrina, iba a gimnasia
con Cristina un día si y otro también y si había alguno que no coincidían
entonces se veían por la tarde, jugando al “Continental” en el Club Naval.
-
Muy bien – Mamen
estaba radiante, parecía como si la boda fuera la suya – me parece muy bien.
Sobre todo, que venga tu hermano Juan – mirando directamente a Javier, el novio
-
Bueno – intervino
el padre – tendrá que venir toda la familia
-
Si – Mamen
insistía – por supuesto que toda la familia, pero, sobre todo, Juan.
-
¡Que pasa! ¿Qué te
gusta?
-
Papá que cosas
tienes, ¿no sabes que hace por lo menos un año que estoy saliendo con él?
-
Pero ¿sois
novios?
-
Jo, papá, que
antiguo eres, esas cosas eran antes ahora es distinto.
-
Bueno, bueno –
Carlos estaba encantado – si te parece lo que podemos hacer es celebrar las dos
bodas juntas
-
Ni hablar –
Arancha intervino muy seria - mi boda es mi boda y ésta que se case cuando quiera
-
Está bien, por
estos pequeños detalles no hay que enfadarse. O sea que la boda es en Abril del
año que viene ¿no?
-
Si – contestaron
los novios casi a la vez
-
Y estamos en
Julio, o sea que nos quedan, siete meses – el padre se iba haciendo poco a poco
su composición de lugar
-
Siete meses y
doce días – Javier, el novio miró con ternura a su novia mientras entrelazaban
sus dedos
-
Si os parece bien
– la madre de la novia también quería que se supiera su opinión – podríamos
hacer la petición en Enero.
-
Ya lo habíamos
pensado, lo que pasa es que no queremos que coincida con las Navidades
-
No, si yo digo a
mediados de Enero
-
¿Y no la podíamos
hacer antes?
-
Joé con la tía –
Cristina hizo su comentario – quiere trincarlo como sea
-
Tú te callas
guapa que a ti nadie te ha dado vela en este entierro – contestó Arancha con
cara de pocos amigos.
-
Tampoco hay que
ponerse así
-
Me caso cuando me
da la gana
Cristina madre tuvo que intervenir con rapidez para
evitar que la situación fuera a mayores. Sabía que las dos hermanas no se
llevaban especialmente bien, parecía que últimamente las cosas iban mejorando,
pero estaba claro que no y era una pena porque ya tenían edad, pero, en fin,
entre todos tenemos que evitar cualquier tipo de enfrentamiento.
-
No hay problema,
Cristina. Esta vez como es la petición de Arancha parece lógico que la fecha la
ponga ella, cuando te toque a ti, la pones tú y tan amigos
-
A mi me da igual.
Ponla cuando quieras porque yo no me la pierdo
-
Eso es lo mejor,
entre todos tenemos que buscar lo mejor para vosotros. Que seáis lo mas felices
posible y estar seguro que vuestros padres y nosotros lo vamos a intentar
haciendo todo lo que esté en nuestras manos para que lo consigáis ¿de acuerdo?
-
Muy bien, Mamá,
muy bien – Carlos se acercó y le dio un beso en la mejilla – así me gusta.
Tenemos muchas cosas que hablar, pero ahora lo mejor es que abramos una botella
de champán y brindemos por estos dos ¿os parece?
Javier Pernía Suarez, el novio, abrió la botella como
si lo hiciera todos días y después de darle un beso a Arancha se bebió la copa
de un trago, lo mismo que hicieron todos los presentes
-
¿El novio no
tiene que decir unas palabras? – preguntó Cristina
-
Eso es el día de
la petición
-
¿Y hoy no? –
insistió
-
Bueno, yo solo
quiero decir que Arancha y yo nos queremos y por eso nos vamos a casar
-
Pues vaya
discurso – ahora era Mamen la que expresaba su opinión – eso ya lo sabemos
-
¿Y que quieres
que diga?
-
Pues no se, que
estás muy agradecido por lo bien que te hemos acogido, que te caemos muy bien,
que estás encantado con tus nuevas cuñadas ¡yo que se!
-
Venga Mamen, deja
en paz a Javier que parece que le hemos conocido hoy – Carlos padre rellenó otra
vez las copas de champán
-
¿Cuántos años
hace que nos conocemos? – Arancha reflejaba en su cara la felicidad del momento
-
No se, pero yo
venía a estudiar a esta casa con Carlos cuando estábamos en primero de
bachillerato, o sea que empieza a contar años
-
Pero de novios
solo llevamos un año
-
¿Y la has
aguantado tanto tiempo? - Cristina como
siempre echando leña al fuego
-
Cristina, no empieces
por favor, dejemos la fiesta en paz.
-
No si a mi me
parece muy bien que se case, así, por fin, pillaré cuarto
-
Bueno, eso se verá
– Carlos padre metió baza – porque yo también tengo derecho a tener un despacho
-
Ese cuarto me lo
pedí yo hace por lo menos un año, o sea que me toca
-
Bueno, ya se verá
que hasta la boda queda mucho todavía – Carlos padre sabía que no merecí la pena
discutir y menos por un tema que sabía de antemano que lo tenia perdido porque
las casas de Tentegorra estaban en un lugar privilegiado, casi pegadas al club
naval, muy cerca de Cartagena y con un pequeño jardín muy aprovechable, pero,
la verdad es que las casas eran tirando a pequeñas y sobre todo para los Marinos
que, en general, tenían muchos hijos
-
¿Sabes que ya
tenemos pensado hasta la Iglesia donde nos gustaría casarnos? – Arancha iba
soltando las noticias poco a poco
-
Supongo que en el
Carmen ¿no?
-
Claro, como debe
ser y también sabemos el día ¿queréis que os lo digamos?
-
Venga dilo cuanto
antes
-
El sábado treinta
de Abril.
-
¿Por ahí no anda
la Semana Santa? – Cristina madre quería que la boda de su primera hija fuera
un acontecimiento único y sabía que si la Semana Santa estaba cerca, sería
menos lucida
-
No – esta vez era
el novio el que contestaba mientras sujetaba con fuerza la mano de su futura
esposa – la Semana Santa es a primeros de Abril.
-
Es que si llega a
ser en Semana Santa yo no voy – Mamen continuó con su razonamiento – mi
cofradía desfila el Viernes Santo y eso no me lo pierdo ni por la boda de ésta
-
Esta – Arancha se
acercó hasta donde estaba su hermana con intención - ésta, si no te importa, se
llama Arancha y es, aunque no te guste, tu hermana la mayor.
-
Ya lo se, eso no
hace falta que me lo recuerdes todos los días
-
Por favor, niñas,
por favor. Sería posible que por lo menos un día os llevarais normal, ya no
digo que bien – Carlos padre, como casi siempre, empezaba a perder la paciencia
– espero que por lo menos cuando la pedida no tengáis mas peleas ¡que ya vais
siendo las dos mayorcitas!
-
Es que solo le
faltaba a ésta ser la protagonista
-
Pues lo siento
mucho, guapa, porque el día de mi boda, claro que voy a ser yo la protagonista,
faltaría mas
-
Mamen – turno de
Cristina madre - en eso tiene razón y el día que te cases tú, pues serás tu la
mas importante, eso es normal, pero ahora le toca el turno a ella
-
¿Cuántos
invitados calculáis que vais a tener? – Carlos padre estaba horrorizado con lo que
veía venir
-
No lo se, hemos
hecho una lista así por encima y nos salen como cuatrocientos.
-
¿Cuántos has
dicho? ¿cuatrocientos? – Carlos padre, sin querer ya estaba echando cuentas
porque su economía era la que era y había que mirar por el futuro.
-
Bueno, no te preocupes
que cualquier día nos sentamos y vemos a quien invitamos y a quien no, pero
cuatrocientos me parecen muchos – la madre, como todas las madres pensaba que
no era el momento de plantear ningún problema y que ya discutirían mas
adelante.
-
Es que solo de mi
facultad son cerca de cincuenta y de aquí, del poblado, tenemos que invitar a
todo el mundo
-
Bueno, bueno, ya
se verá. Ahora el personal a la cama que mañana por la mañana todos tenemos que
trabajar
-
Menos yo – la
pequeña con su lengua de trapo hizo sonreír a toda la familia – yo tengo que ir
al cole, pero no tengo que trabajar
-
En el fondo tu
trabajo ahora es ir al cole, estudiar y con el tiempo, cuando seas mayor, ya te
tocará trabajar de verdad
-
Pero yo mañana
tengo que ir al cole ¿si o no?
-
Claro, ¿por qué no
vas a ir?
-
No, no, si yo
quiero ir porque nos ha dicho Laurita que vamos a aprender la canción de la
foca que se come a un león
-
¡Que miedo!
-
Y no me lo quiero
perder
-
Pues venga, todos
a la cama. Darnos un beso y a dormir.
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