sábado, 16 de junio de 2018

ASI FUE Y ASI PASO.- Capitulos 4 y 5




CAPITULO 4.-

Desde que me senté en el coche hasta cuando estaba introduciendo la llave de casa reconozco que me iba sintiendo cada vez mejor, efectivamente había perdido la oportunidad de irme de juerga con la tal Pepa, pero me parecía que había obrado bien, también es cierto que gracias a su ayuda, pero lo que no se podía discutir es que estaba abriendo la puerta de casa y no había ocurrido nada de todo lo que había imaginado y aquello me producía una cierta sensación de haber cumplido con mi deber.

-          Buenas, ya estoy en casa – avisé de mi llegada desde la puerta de la calle - ¿hay alguien?
-          
Mis dos hijas acudieron pronto con una alegría que inundaba sus pocos años y se abrazaron como si me fuera a ir a algún lejano

-         Creíamos que no venías
-         ¿Y eso?
-         Porque son casi las once de la noche.
-         Pues os habéis equivocado porque estoy aquí- dije mientras me quitaba la chaqueta y lo colgaba de una percha cerrando a continuación el armario del hall.
-          
Carmen desde el cuarto de estar también me dio las buenas noches

-          Que tarde ¿no?
-         Si, me he quedado un rato tomando una copa y se me ha hecho un poco tarde.
-         Menos mal que has venido porque tienes a las dos niñas de los nervios porque mañana tienen una función en el colegio y llevan una hora esperándote para ensayar.
-         Si no hay mas remedio.

Me senté en el orejero al lado de Carmen después de darle un beso y me dispuse a ejercer de padre. No había pasado ni un segundo cuando por la puerta aparecieron mis dos hijas vestidas como de Caperucita Roja, con unas coletas rubias que les llegaban a la cintura. En un segundo se había pintarrajeado toda la cara y mas que unas humildes niñas del bosque parecían unas brujas, pero cualquiera decía nada porque en el brillo de sus ojos se notaba la ilusión con que había preparado el evento del día siguiente. Afortunadamente el papel en la función no era muy largo y como a la media hora, Carmen las mandó a la cama. Me lavé los dientes, mientras que ella terminaba de hacer algo en la cocina y al mirarme al espejo me vi como hacía tiempo que no me veía. Parecía como si mi cara tuviera más luz y pensé que sería producto de la satisfacción por el deber cumplido. No estaba seguro si debería decirla algo de todo lo ocurrido, pero enseguida salí de dudas porque pensé que para que hubiera la confianza que había habido hasta entonces lo mejor era que no hubiera secretos entre nosotros y dicho y hecho. Cuando apagué la luz y pasé un brazo por debajo de la almohada levantando un poco la cabeza de Carmen le comenté:

-         ¿Sabes con quien me he encontrado? –dejé caer el tema como quien no quiere la cosa
-         ¿Con quien?
-         ¿Te acuerdas la paciente que vino a la consulta hace unos meses que se quería operar de las mamas y que se fue muy enfadada porque yo le dije que si su matrimonio dependía de sus mamas, el mejor consejo que le podía dar era que no se operase?
-         Si ¿una morena con buena pinta que volvió otro día con el marido?
-         Esa, bueno pues estaba tomándose una copa en el pub y estuvimos un rato charlando.
-         ¡Que casualidad!
-         Si y es una señora interesante – dije como sin darle importancia – y me contó que se ha separado del marido.
-         Tampoco es tan raro – Carmen se destapó un poco – el otro día leí en un periódico que la mitad de las parejas que se casan ahora, se separan
-         ¿Tanto?
-         A mi también me pareció mucho, pero eso ponía.
-         Eso es una exageración. Al final va a resultar que los anormales somos nosotros
-         Eso me parece a mi
-         ¡Que le vamos a hacer! Seremos los últimos de Filipinas.
-         Hasta mañana.
-         Te quiero, hasta mañana.

Los días transcurrían con normalidad, la fábrica de cirugías funcionaba a medio gas, los operarios que habíamos sobrevivido al ERE provocado por la disminución de ingresos, en este caso Carmen y yo, íbamos todos los días a la consulta, ya no operábamos un día a la semana porque no había enfermos para tanto, tuvimos que bajar los precios de manera drástica y ni con esas. Si antes veíamos uno o dos pacientes nuevos a la semana, ahora rara era la semana en que aparecía alguno y eso que les dedicaba más tiempo que nunca. La técnica quirúrgica era la de siempre, evidentemente no podía progresar porque no disponía de dinero para asistir a los carísimos congresos de la Especialidad para mantenerme al día, aunque, eso si seguía perteneciendo a la Sociedad de Cirugía Plástica y naturalmente pagaba el Seguro de Responsabilidad Civil contratado personalmente pero bajo la supervisión siempre de las propia Sociedad. Mi Anestesista de toda la vida me planteó que solo podría venir un día con lo que, si aparecía algún paciente que quería operarse un día determinado, tenía que echar mano de los Anestesistas de la Clínica con quien lógicamente no tenía la misma confianza, pero también entendía su postura porque todo el mundo tiene derecho a ganarse los garbanzos de la mejor manera. Tuvimos que hacer un recorte del horario de consulta con lo que los operarios, ya digo que éramos Carmen y yo, solo íbamos dos días a la semana, eso si, sin conocimientos de los pacientes porque todos eran con cita previa, pero el círculo se iba cerrando, menos horas de consulta, menos ingresos y ante la imposibilidad económica de seguir haciendo las cosas como siempre, la calidad se iba deteriorando de manera inexorable.

En casa no era mejor, el ambiente se iba enrareciendo a pesar de que tanto Carmen como yo tratábamos de no decir nada para que las niñas se pudieran mantener al margen de la difícil situación por la que estábamos atravesando, pero, a pesar de todo, no hubo mas remedio que comentarles algo y se acabaron esas interminables vacaciones invernales con la consiguiente compra de material nuevo como para pasarse mas de una semana en Sierra Nevada o en Candanchú con las compañeras de clase. Por supuesto las clases de ballet, piano, artes marciales y natación desaparecieron de las actividades extra escolares y las niñas no lo llevaban especialmente mal, posiblemente después de una conversación que Carmen mantuvo con ellas. En el fondo ya empezaban a ser mayores aunque esas situaciones siempre son muy complicadas de asumir, pero mejor era eso, por lo menos de momento, que tenerlas que cambiar de colegio.

 Desgraciadamente las discusiones en casa ya eran casi diarias y siempre como producto de mi malhumor que se veía aumentado aquellos días que volvía de buscar trabajo, aunque fuera ayudando a alguien o buscando la manera de hacer alguna guardia. Fueron muchos los días que tenía que hacer un alto en el descansillo de la escalera para secarme las lágrimas de rabia que brotaban de mis ojos, sobre todo, cuando tenía que soportar que alguien me ofreciera hacer guardias sin cobrar ni un solo euro, solo una parte de los ingresos que generase y eso si, sin nómina ni nada parecido. El colmo fue el día que un compañero, yo creía que amigo pero estaba claro que no era así, me ofreció ser su ayudante sin cobrar absolutamente nada pero con la certeza que me enseñaría todo lo que estuviese en su mano y si pasado un año mi trabajo había sido útil para sus intereses, entonces se comprometía a ofrecerme un tanto por cirugía, siempre y cuando el paciente fuera privado porque si pertenecía a alguna Sociedad Médica, entonces el reparto, yo le llamé de beneficios por llamarle algo, ese reparto se haría al año. No me atreví a contestarle todo lo que se me vino a la mente en aquellos momentos, sobre todo después de tener que soportar que encima no tenía ningún derecho a quejarme porque tendría la suerte de estar al lado de uno de los Cirujanos Plásticos con mas prestigio en este país y eso valía dinero y a mi me ofrecía esa posibilidad gratis.

Todas las noches, cuando llegaba a casa, Carmen se había ocupado que nuestras hijas se hubieran acostado y soportaba estoicamente mis entrevistas y trataba de animarme para que al día siguiente, a pesar de todo, siguiera buscando y así un día y otro y otro más.

Como si de una aparición se tratase en medio de tantas y tantas situaciones desagradables, un día sin citarse, apareció en la consulta Pepa, la famosa paciente que había estado unos meses antes para ponerse unas prótesis. Llevaba casi dos semanas sin ver a nadie en la consulta y la verdad es que me vino Dios a ver porque justo el mes siguiente tenía que pagar el Seguro de Responsabilidad Civil y aunque por mucho que subiera mis tarifas no me llegaría para pagarlo, una cirugía aunque solo fuera una, sería una importante inyección de moral en mi mas que desanimada vida laboral. Carmen me anunció su presencia guiñándome un ojo y avisándome que esta vez no me fuera con ella a tomarme un gin tónic porque antes estaba ella y la tenía que llevar a casa. Cerró la puerta y a los pocos segundos apareció Pepa. Me levanté para darle dos besos pero ella interpuso su mano entre los dos. Yo me quedé un poco como no sabiendo que hacer, pero ella lo tenía muy claro

-          ¿Te acuerdas en lo que quedamos la última vez que nos vimos?
-         Supongo que no te lo crees, pero no.
-         No hay problema – Pepa se sentó dejando el bolso encima de la mesa – quedamos en que seguíamos siendo el Cirujano y su paciente ¿te acuerdas ahora?
-         Claro, claro y como hacía tanto tiempo que no venías creí que te habías olvidado.
-         Pues aquí estoy dispuesta a operarme
-         ¿Sigues pensando en ponerte unas prótesis?
-         Si.
-         ¿Seguro?
-         Por favor, Andrés, no empieces
-         ¿Hace falta que te explique algo?
-         No – el tono de sus respuestas era de absoluta decisión – y como quería que fuera lo antes posible, traigo el preoperatorio.
-         Muy bien – Saqué del cajón derecho de la mesa la agenda que normalmente estaba llena y en ese momento estaba en blanco para la próxima semana y pasé alguna hoja como buscando un hueco.
-         La semana que bien imposible, pero si te viene bien por mi parte no hay ningún inconveniente en operarte el martes dieciséis.
-         Bien, si no puede ser antes, ese día no me viene mal.
-         Muy bien - Cerré la carpeta despacio, repasé cuidadosamente el preoperatorio – bien, muy bien, Pepa. Lo único es que te pongas de acuerdo con Carmen para que te explique lo que tienes que hacer como preparación de la cirugía, la hora a la que tienes que estar en la Clínica y te pases antes por el laboratorio para que te den las prótesis que te vamos a poner ¿de acuerdo?
-         Sin problemas
-         Perdona – le puse delante el consentimiento informado para la intervención – este es un requisito que no hay mas remedio que cumplir. Si no te importa lo lees y …
-         ¿Dónde firmo?
-         Ahí – le señalé con un dedo – tienes que poner tu nombre, fecha de nacimiento, número del DNI y firmar pero creo que lo deberías leer
-         No hace falta
-         Como quieras- guardé el papel en un cajón.
-         Muy bien – se levantó de su asiento y me volvió a ofrecer su mano – nos vemos el día que hemos quedado en la clínica a la hora que me diga tu mujer.
-         Hasta el día dieciséis
-         Adiós.

















CAPITULO 5.-

La operación se realizó el sábado por la mañana que habían quedado. Pepa ingresó temprano en la Clínica y sobre las nueve la subieron a quirófano

-          ¿Qué tal? – le pregunté - ¿estás tranquila?
-         No – me respondió – para que te voy a engañar, tengo un miedo horrible, pero el que algo quiere algo le cuesta ¡que le vamos a hacer!
-         Ya verás como es mucho menos de lo que parece. En un minuto te cogen la vía y enseguida a soñar con algo interesante y para cuando te quieras dar cuenta ya estarás en la habitación con tu pecho como tú quieres
-         Ojalá
-         Ya verás como si.

Un camillero introdujo la camilla en el quirófano propiamente dicho y enseguida se presentó el Anestesista que procedió a hacer su trabajo con prontitud. Primero las drogas y a continuación le colocó la correspondiente mascarilla y nos dio permiso para comenzar. Carmen y yo nos encontrábamos a ambos lados de la mesa, con nuestros guantes y batas estériles al igual que los imprescindibles gorros y mascarillas quirúrgicos.

-          ¿Podemos empezar? – pregunté ya preparado para la cirugía
-         Si, si, cuando queráis – respondió el Anestesista - ¿Cuánto vais a tardar?
-         En principio, si no hay ningún problema calcula una hora y si se nos da bien en tres cuartos de hora deben estar las prótesis colocadas.
-         Fenomenal – aplicó algo mas de anestésico a través de la vía colocada en la mano izquierda y se sentó en un taburete a la cabecera de la paciente – por mi no os preocupéis, tardar todo el tiempo que sea necesario
-         Muy bien – miré a Carmen como hacía al comenzar todas las intervenciones. Era una manía que se repetía desde el primer día que operamos juntos, igual que las preguntas de rigor:
-         ¿Preparada?
-         Si – me contestó mientras ordenaba el instrumental en la mesa correspondiente.
-         ¿Has comprobado que están las prótesis?
-         Si
-         ¿Y el tamaño?
-         También y he visto los probadores.
-         Muy bien – recé un Padrenuestro, como siempre, mientras colocaba los paños estériles, pedí un bisturí y comenzamos la intervención.

Lo primero medir para que las dos pequeñas incisiones en el surco submamario coincidieran exactamente y a continuación con un corte exacto tratamos de buscar el músculo pectoral después de separar la grasa que se encontraba justo debajo de las diferentes capas de la piel. Lo encontramos sin problemas y por debajo fuimos disecando hasta realizar el bolsillo donde posteriormente introduciríamos la prótesis. Previa la preceptiva revisión y después de realizar una cuidadosa hemostasia introdujimos una compresa y dimos un punto a la piel para ver el efecto. Me fui, como hacía siempre a los pies de la paciente y desde allí pude apreciar la diferencia de tamaño entre la primera mama, ya aumentada y la segunda.

-          ¿Qué te parece?
-          
Carmen se situó a mi lado y comentó

-          Yo creo que es el tamaño justo, si le pones una prótesis mas grande quedará mal.
-         Eso creo yo. Muy bien. Manos a la obra. Sigamos con la otra.

Repetimos la operación en la mama izquierda ¿ por qué siempre empezaba por la derecha? Y a continuación introdujimos no sin cierta dificultad las prótesis. Suturamos por planos hasta llegar a la piel, previa comprobación que no sangraba por ninguna parte, introdujimos los correspondientes drenajes y le pusimos un vendaje compresivo con la idea de revisarla al día siguiente y evitar, en lo posible, las posibles complicaciones. Una vez en el Estar de Médicos y mientras Carmen y yo reponíamos fuerzas con una Coca Cola y una bolsa de patatas me sentí satisfecho. Había sido una intervención fácil, las prótesis habían entrado razonablemente bien y la piel no había sufrido excesivamente.

-          Muy bien - se notaba que estaba satisfecho - han quedado muy bien. ¿Nos vamos a celebrarlo?
-          La verdad es que yo tengo un hambre que me muero -  contestó Carmen mientras se levantaba para ir a recoger el instrumental.
-         Si te parece, me paso un momento por la habitación y te espero en el hall.
-         Muy bien.

La paciente, cuando entré en la habitación, estaba completamente despierta. Una señora con buena pinta, aproximadamente de su edad, tenía su mano derecha sobre la frente de Pepa sujetando una bolsa de hielo

-          Perdone Doctor pero dice que le duele muchísimo la cabeza y nos han dado esto.
-         No hay problema – miré a Pepa que con los ojos semicerrados estaba mas atractiva que nunca – Pepa ¿me oyes?

Ella asintió con un pequeño movimiento de su cabeza

-          Ya ha pasado todo. Procura estar tranquila y sobre todo no trates de incorporarte porque posiblemente te marees
-         ¿Más todavía? – una mínima sonrisa asomó entre sus labios
-         Es normal que todavía estés un poco mareada, no pasa nada. Lo importante es que te relajes y descanses.¿ De acuerdo?

Pepa movió otra vez afirmativamente la cabeza

-          Nos vamos a comer aquí al lado y luego vengo que ya estarás mas despierta. Si necesitas algún calmante o lo que sea llamas a la Enfermera que sabe lo que tiene que hacer
-         ¿Ha ido todo  bien, Doctor? – preguntó la acompañante
-         Si, si, muy bien
-         ¿Se podrá ir por la tarde cuando venga Usted?
-         Es posible, pero yo prefiero que se quede esta noche, mañana por la mañana temprano vengo a verla, le reviso las incisiones, le cambio el vendaje y así nos quedamos todos mas tranquilos.
-         Usted manda Doctor
-         Bien, Hasta luego.

Carmen y yo nos fuimos a comer a un restaurante y después de repasar la operación nos metimos entre pecho y espalda un solomillo con guarnición que estaba buenísimo previa una tapa de ensaladilla y unos boquerones fritos, todo ello regado con un Rivera del Duero que como dicen por ahí estaba como para ponerle un piso. Durante la comida hablamos de lo mal que iba la consulta y que ojalá esta cirugía fuera el principio de otras muchas que dieran mas alegrías a mi trabajo diario, pero las expectativas no eran ni mucho menos prometedoras, las clínicas de Cirugía Estética florecían como las rosas  en primavera y los precios, con tanta competencia, caían en picado. Nos planteamos por enésima vez la posibilidad de cobrar menos pero Carmen insistía una y otra vez que no porque a los pacientes si tú te consideras poco, ellos te consideran todavía menos. También pensamos en la posibilidad de poner un anuncio en prensa pero yo no era de esos y no me parecía bien, tampoco es que me pareciera mal, cada uno con su trabajo hace lo que le da la gana y se anuncia como quiere, pero yo no me veía saliendo en algún periódico y otra vez volvió a aparecer en escena la famosa Marta no se que, una especie de representante que se encargaba de pasearte por ahí para ser conocido, eso si, a cambio del veinte por cien de mis emolumentos y para repartir estaba yo. Por la tarde, Carmen me esperó en el coche y yo subí un momento a ver a la paciente. Estaba bien, ya no tenía dolor de cabeza y lo único que quería era levantarse para ir al cuarto de baño.

-          Mejor que no, no vaya a ser que se mueva el vendaje – contesté sin darle opción porque mas vale ser precavido y hasta que no valorarse las suturas al día siguiente,  mejor no moverse.
-         Está bien – me miró con gesto de complicidad – a sus órdenes. ¿Me quedo hasta mañana.
-         Yo prefiero.
-         Bueno, por mi no hay inconveniente.
-         Hasta mañana y si necesitas cualquier calmante llamas a la enfermera.
-         Muy bien. Hasta mañana.

Por la tarde Carmen y yo nos fuimos a dar una vuelta a un centro comercial y como me conoce mejor que nadie no hacía mas que repetirme que no me preocupara que todo iba a ir muy bien. Hicimos los deberes con las niñas, cenamos todos juntos y después de ver un rato la televisión nos fuimos a la cama.

-          ¿Tienes sueño? – me preguntó Carmen
-         No
-         Estas pensando en la paciente de esta mañana ¿verdad?
-         Si
-         Ha ido todo muy bien
-         Es verdad, pero ya sabes que siempre he sido un preocupón y hasta que no la vea mañana no me quedaré tranquilo
-         Tienes que procurar dormir
-         Ya lo se, pero soy así y después de tantos años no voy a cambiar.
-         Es una pena porque todos esos nervios se van acumulando y no deben ser muy buenos para tu salud.
-         Ya lo se – me moví en la cama dejando el libro sobre la mesilla de noche – ojalá supiera desconectar, pero no se como se puede hacer. Me encantaría ser como algún Cirujano que conozco que terminan la intervención y se olvidan hasta que vuelven a ver  a las pacientes, pero yo no dejo de dar vueltas y pienso si no se abrirá la herida, si rechazará las prótesis, si tendrá fiebre ¡yo que se!
-         Está claro que eres así pero deberías de pensar en positivo y sobre todo tener la conciencia tranquila porque tú has hecho las cosas como se deben de hacer y otra cosa es la evolución.
-         Claro, eso es lo que debería pensar pero te imaginas que justo con esta paciente tuviéramos un mal resultado
-         No tiene por qué.
-         Ya, pero justo ésta es de las que tienen que mejorar porque me da la impresión que supedita toda su vida a esta operación
-         Como todas ¿no?
-         Es posible pero acuérdate que al principio no quería operarla.
-         Ya, pero luego vino con el marido y quedó todo aclarado ¿no?
-         No debió de quedar tan aclarado porque la última vez que la vi me dijo que se había separado.
-         ¿Te das cuenta – juntamos las manos – que los matrimonios como tú y yo vamos siendo una especie a extinguir?
-         Si, es verdad, pero que le vamos a hacer. No me va a quedar más remedio que seguir aguantándote.
-         Y yo a ti
-         Venga vamos a dormir que mañana quiero ir pronto a la clínica.
-         Hasta mañana.

Tengo la mala, o buena costumbre de madrugar sin mayor esfuerzo y a las siete ya estaba en la ducha y a las ocho menos cuarto salía del ascensor de la clínica al lado del control de enfermeras de la planta.

-          Buenos días – saludé mientras observaba como las enfermeras completaban las gráficas de los pacientes ingresados para dejarlas preparadas para el turno siguiente.
-         Buenos días – me contestaron casi a la vez dos enfermeras jóvenes que parecían recién levantadas de la cama en lugar de haber soportado un turno de diez a ocho de la mañana – su paciente muy bien. Ha pasado la noche durmiendo tranquilamente. A las doce le dimos una pastilla para dormir y hace como media hora le hemos dado un Nolotil porque dice que estaba un poco molesta
-         Para mí que le aprieta un poco el vendaje – la que hablaba era otra enfermera situada al fondo del control – pero no lo hemos tocado porque sabíamos que Usted viene muy pronto.
-         Muy bien. ¿Podemos curarla ahora?
-         Por supuesto – me contestaron con una eterna sonrisa - ¿necesita algo especial?
-         No, yo creo que con que lleven el carro de curas es suficiente.
-         Voy con Usted.

Levanté el vendaje y como era de esperar las suturas por debajo de ambas mamas estaban perfectamente bien y el aspecto, en conjunto, no podía ser mejor

-          Fenomenal, Pepa, todo muy bien. Ahora te voy a poner unos apósitos solo y te pones el sujetador ¿lo tienes por ahí?

La acompañante que estaba totalmente vestida, se conoce que sabía que a mi me gustaba llegar pronto,  abrió el armario y sacó una caja con un sujetador nuevo que la paciente se adaptó rápidamente y después de palparse sonrió y me dio unas expresivas gracias y le salió del alma decir que “por fin ha pasado todo”

-          Me alegro, mucho Pepa. Te puedes ir a casa y si no hay ninguna novedad te espero en la consulta en cinco días para una nueva revisión.
-         ¿Ese día me quitas los puntos?
-         No, si todo va bien empezaremos a retirarlos en diez días mas o menos
-         Muy bien, entonces hasta dentro de cinco días
-         Si hubiera alguna cosa me llamas
-         Muchas gracias
-         De nada – y me despedí con un apretón de manos.

A los cinco días volvió como era lo habitual para retirar el vendaje y comprobé que las cosas marchaban muy bien. Las suturas perfectas, no había enrojecimiento ni signos de infección por ningún lado, el tamaño de las mamas era un poco mas grande que antes de la cirugía, pero no unas mamas de llamar la atención y lo mas importante, la paciente estaba encantada y no paraba de decirme que se pasaba horas y horas delante del espejo viendo lo bien que se encontraba. Incluso vino a la consulta directamente desde la peluquería con las uñas pintadas de un rojo intenso y bien maquillada, lo que era signo que se encontraba bien y con ganas de iniciar esa nueva vida que estaba segura que iba a ser mucho mas agradable que la que había vivido hasta entonces.

A los diez días apareció un pequeño enrojecimiento en la cicatriz de la mama izquierda, aunque no parecía nada importante. Se lo expliqué a la paciente que pareció entenderlo, le receté un antibiótico y quedamos tres días después para una nueva revisión. Ahora reconozco, entonces no me pareció tanto, que comenzaba una infección que parecía superficial y que con el antibiótico por vía oral y una pomada en la zona se curaría sin mayor problema, pero a pesar de todo, esos tres días no dormí prácticamente nada y ya empezaron mis pensamientos negativos habituales. ¿Se irá todo a freír puñetas? ¿si le quito los puntos el próximo día se abrirá la herida? Mira que si aparece la prótesis, entonces no tendría mas remedio que quitarla y esperar una temporada con curas hasta poder ponerle otra y la paciente ¿está psicológicamente preparada para una complicación de este tipo? Y eso suponiendo que la cosa se quede ahí porque si tiene una infección y no se logra controlar con el antibiótico lo mismo la piel se necrosa y entonces habría que ponerle un injerto. Bueno, espero que eso no pase porque no lo quiero ni pensar. En fin, debería de dormir algo porque mañana tengo que verla y debo estar tranquilo. Si, apago la radio y cierro los ojos, malo será que no descanse unas horitas. Nada, imposible, casi me levanto y me entretengo mirando algo en Internet. A los pocos segundos estaba metido en la página web de la Sociedad Americana de Cirugía Plástica releyendo artículos sobre complicaciones de la cirugía de las prótesis de mama y confirmando que había hecho lo que había que hacer, antibióticos por vía oral y curas locales cada pocos días. Realmente tiene razón Carmen, he hecho las cosas bien y si se complican no puedo hacer nada, esperar y ver la evolución. Casi ni merece la pena que me vuelva a meter en la cama, es un poco pronto pero voy a hacer un poco de bicicleta estática, después me doy a una ducha y a las nueve estoy en la consulta que Pepa está citada a las diez.

La evolución de la incisión quirúrgica fue mala, peor diría yo, porque tuvo una necrosis cutánea, no muy grande pero suficiente como para que a los pocos días la cápsula de la prótesis hiciera su aparición y no tuve mas remedio que decirle a la paciente que necesitaba ingresar otra vez en la clínica para hacer una limpieza quirúrgica, retirar la prótesis y esperar a que todo estuviera otra vez en condiciones para volver a introducir otra prótesis. Era una complicación que ocurría muy pocas veces pero desgraciadamente le había tocado a ella

-          Si es que soy una desgraciada – lloraba desconsoladamente en la consulta después de oír mis explicaciones – lo sabía, sabía que algo tenía que ir mal.
-         No te culpes porque son cosas que pasan – trataba de tranquilizarla con la seguridad que no lo iba a conseguir – ya te expliqué que en este tipo de cirugías, a veces, surgen pequeñas complicaciones, pero se pueden arreglar y ya verás como todo va bien.
-         Si, pero otra vez a quirófano, anestesia, y seguro que no quedan igual de bien.
-         Tranquila, mujer – me daba muchísima pena pero las cosas son como son - es una cirugía, eso es así y no hay que quitarle importancia, pero es muchísimo menos que la otra vez.
-         Ya, pero ¿cuánto tiempo estaré sin la prótesis? – preguntó angustiada.
-         No te lo puedo decir exactamente porque lo primero que tenemos que hacer es retirarla, ver si la infección es solo de la piel, eso sería lo mejor y en un par de semanas se puede introducir otra vez la prótesis o incluso en el mismo acto quirúrgico si la infección es mínima pero si tienes alguna zona necrosada por dentro entonces hay que retirar todos los tejidos afectados y dejar pasar tiempo para que al volver a introducir la prótesis no tengas otra vez problemas
-         Pero ¿los podría tener?
-         Bueno, todas las cirugías tienen un riesgo, hasta las más pequeñas, pero es un riesgo mínimo.
-         Ya – Pepa me miraba mientras le ponía los apósitos – y todo esto ¿cuanto me va a costar?

Sabía que esa pregunta tenía que llegar, le había dado vueltas infinidad de veces en las interminables noches sin dormir y sabía lo que no tenía que contestarle, aunque también sabía que no iba a ser así y como un autómata contesté:

-          Nada
-         ¿Cómo que nada? – Pepa me miraba mientras se colocaba un mechón de pelo que se interponía entre su mirada y la mía.
-         Como es natural yo no te voy a cobrar nada, porque entiendo que es una faena lo que te ha pasado, aunque te repito que son complicaciones que ocurren, pero yo se tu situación económica y no me importa asumir todos los gastos.
-         Pero habrá un Anestesista, la clínica, tus ayudantes, incluso la prótesis si es que me la tienes que cambiar, todo eso es bastante dinero
-         No te preocupes, yo me hago cargo de todo
-         Pero……….
-         No insistas y sobre todo no me obligues a replantearme la respuesta porque yo se que no tengo por qué pagarte nada, ya lo se, pero cada uno es como es y …..
-         No me parece bien Andrés – me miró fijamente como había hecho otras veces desde que nos conocimos - ¿lo has consultado con tu mujer?
-         Esta vez no, pero lo hemos hablado otras veces y ya se que no está de acuerdo, pero ¡que le vamos a hacer! Uno es así y no voy a cambiar.
-         ¿Te puedo hacer una pregunta sin que te moleste?
-         Por supuesto – contesté mientras apoyaba los codos en la mesa. 
-         ¿Cuántas veces te ha pasado algo parecido a lo que me pasa a mí?
-         ¿Quieres que te diga la verdad?
-         Claro
-         Ninguna
-         ¿Y cuantas prótesis habrás puesto desde que empezaste?
-         No tengo ni idea, pero mas de cien seguro.
-         No lo entiendo
-         ¿El que no entiendes?
-         Que quieras correr con todos los gastos.
-         Ya te digo que uno es así y no voy a cambiar. Todavía voy mas lejos – esta vez fui yo el que la miró y contesté despacio para tratar de hacerla entender mi razonamiento – se que hago mal
-         ¿Por qué?
-         Es muy fácil – traté de sonreír pero lo que tenía era una profunda sensación de fracaso, no porque las cosas se hubieran hecho mal, estaba seguro que no, si no porque era consciente que todas sus ilusiones se había venido abajo por una puñetera sutura que se había infectado – al decirte que yo asumo todos los gastos parece como si me considerara culpable de algo cuando los dos sabemos que no es así.
-         ¡Que buena gente eres!- alargó una mano y la puso encima de la mía
-         Que va, lo que soy es tonto que es diferente.

Fueron días y días de curas y curas, pequeños desbridamientos para ir retirando la piel necrosada y dejando que los bordes de la herida sangrasen para que estuvieran en condiciones de volver a ser suturados y al final, a pesar de todos mis esfuerzos no tuve mas remedio que retirar la prótesis y en un segundo tiempo, que en este caso ya era el tercero o el cuarto, colocar una nueva. Pepa iba recuperando el buen humor que al principio había perdido y se notaba que cada semana que pasaba el optimismo aparecía en su vida. Incluso me contó que había empezado a salir con un Registrador de la Propiedad y que aunque sabía su problema no le había importado continuar con la relación y solo estaban a la espera que se solucionase todo para plantearse la posibilidad de tener algún hijo.

Pasaron casi dos meses hasta que conseguí poner una nueva prótesis y cerrar la herida sin tensión ninguna. Esta vez la evolución fue favorable y en un mes mas le di el alta con el correspondiente informe en el que relataba sin omitir absolutamente nada todo lo acontecido desde la primera consulta hasta el día en que le di el sobre y me despedí de ella

-          Espero no volverte a ver más por aquí, señal que todo va bien.
-          ¿Tan mal me quieres?- contestó.
-          Al revés, si te lo digo es porque te aprecio mas de lo que tu te crees -  y esa fue la frase final.

Una noche, de las muchas en que no era capaz de conciliar el sueño y con la luz apagada, sentí la mano de Carmen mi mujer que se apoyaba en mi espalda

-          ¡Que pasa! ¿no tienes sueño?
-         No – contesté sin darme la vuelta para que no viera que estaba llorando como un niño.
-         ¿Te puedo decir una cosa?
-         Claro
-         Me parece muy mal que no tengas confianza en mí y no me cuentes las cosas, aunque realmente no hace falta porque te conozco muy bien.
-         Ya, pero soy un gilipollas y no tengo remedio.
-         Eso ya lo se – Carmen se acercó mas a mi – no hace falta que te vayas escondiendo por ahí para pagar las facturas de la paciente de las mamas
-         Lo siento – entonces me di la vuelta la abracé con toda la fuerza y ahí si que lloré todo lo que no había llorado en mi vida – sabía que antes o temprano te ibas a dar cuenta, pero intentaba ahorrarte preocupaciones
-         ¡Si no te conociera! nunca te lo pregunté ¡para qué!
-         Que quieres que te diga – traté de secarme las lágrimas con un pañuelo que saqué de una caja de Kleenex que estaba en la mesilla muy próxima a la radio despertador – tenía que haberte hecho caso, pero me dio tanta pena que no fui capaz.
-         Lo malo es que, como hemos hablado muchas veces, al hacerte cargo de todos los gastos, indirectamente te consideras responsable de todo lo que ha pasado y tú sabes que eso no es así.
-         Por supuesto que lo se y estoy seguro que ella también es consciente del esfuerzo que me supone a mi
-         ¿Tu crees? Ojalá sea así, pero ya lo veremos. Entre otras cosas porque pensará como casi todo el mundo que siendo Cirujano Plástico estás forrado.
-         ¿Por qué eres tan desconfiada? – le di un beso en la mejilla.
-         Si a lo mejor tienes razón y está muy agradecida pero como se le acerque un Abogado de esos que andan por ahí buscando carnaza, lo tienes complicado.
-         Esperemos que no sea así, porque solo nos faltaba una denuncia.
-         Tampoco es que yo te lo quiera poner muy negro, porque en todo caso lo más que puede pasar es que vayas a juicio y ya se encargará tu seguro de ponerse de acuerdo para pagar lo menos posible, pero conociéndote como te conozco, un juicio a estas alturas de nuestras vidas seguro que te hunde en la miseria.
-         Pero eso no va ser así, ya lo verás.
-         Ojalá Andrés, ojalá. Venga vamos a intentar dormir – dándose la vuelta en la cama tratando de buscar postura.































CAPITULO 6.-

7 comentarios:

  1. Menuda faena que no cuajaran las prótesis... Qué pasará?? Seguro que la Pepa esa te denuncia. Intrigada hasta los siguientes capítulos

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    1. Complicaciones que ocurren, pocas veces eso si, pero pasan de vez en cuando y hay que saber afrontarlas. Animo y a seguir leyabdo cada fin de semana. Un beso

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  2. Si la Pepa denuncia es para matarla. Las cosas se ponen un poco feas ... Que dura es la vida del cirujano estético, no?

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    1. merce: Gracias por continuar ahí. Ya sabes ¨hay qente pa to¨ y tod el mundo tiene sus derechos.
      Bueno, bueno, esto se va animando y como siga así, solo de estos comentarios sale otra novela. Un beso.

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  3. Si fuera mujer nunca me pondría esas cosas y como hombre nunca sería médico y menos de estética. Todo son líos. ¿o no?

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    1. No hombre no, afortunadamente no todos son líos y la Cirugía Estética yo creo que es muy agradecida en general. Si consigues que alguien sea más feliz con una cirugía ¿por qué no hacerla? A mi no me parece mal, otra cosa es el miedo que tenga cada uno al quirófano y sus consecuencias pero intentarlo me parece bien. Muchas gracias por ser, junto con Merce uno de mis dos primeros lectores. Un abrazo.

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  4. Querido Pedro Ravina: Hace un momento te he contestado, pero dada mi enorme capacidad para esto de la informática, también hay que tener en cuenta que me ha pillado en edad de jubilación, no se donde está la respuesta, probablemente en la famosa nube pero si, tienes razón, por esas cosas del destino, se programó la cirugía para un martes y se realizó un sábado, Me colé y para la próxima lo tendré en cuenta y dada mi reconocida capacidad cerraré el quirófano dos o tres días porque se tuvo que drenar un absceso de un paciente,natural de Senegal, al que le había mordido un mono en la selva mientras hacía de informador para algún gobierno en temas relacionados con drogas.
    En fin, aquí cada cual que aporte su granito de arena que todo vale.
    Un abrazo y te contesto por aquí en lugar de por el móvil porque me resulta mas fácil. Un abrazo

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