CAPITULO
4.-
Desde
que me senté en el coche hasta cuando estaba introduciendo la llave de casa
reconozco que me iba sintiendo cada vez mejor, efectivamente había perdido la
oportunidad de irme de juerga con la tal Pepa, pero me parecía que había obrado
bien, también es cierto que gracias a su ayuda, pero lo que no se podía
discutir es que estaba abriendo la puerta de casa y no había ocurrido nada de
todo lo que había imaginado y aquello me producía una cierta sensación de haber
cumplido con mi deber.
-
Buenas, ya estoy en casa – avisé de mi llegada
desde la puerta de la calle - ¿hay alguien?
-
Mis
dos hijas acudieron pronto con una alegría que inundaba sus pocos años y se
abrazaron como si me fuera a ir a algún lejano
-
Creíamos que no
venías
-
¿Y eso?
-
Porque son casi
las once de la noche.
-
Pues os habéis
equivocado porque estoy aquí- dije mientras me quitaba la chaqueta y lo colgaba
de una percha cerrando a continuación el armario del hall.
-
Carmen
desde el cuarto de estar también me dio las buenas noches
-
Que tarde ¿no?
-
Si, me he quedado
un rato tomando una copa y se me ha hecho un poco tarde.
-
Menos mal que has
venido porque tienes a las dos niñas de los nervios porque mañana tienen una
función en el colegio y llevan una hora esperándote para ensayar.
-
Si no hay mas
remedio.
Me
senté en el orejero al lado de Carmen después de darle un beso y me dispuse a
ejercer de padre. No había pasado ni un segundo cuando por la puerta
aparecieron mis dos hijas vestidas como de Caperucita Roja, con unas coletas
rubias que les llegaban a la cintura. En un segundo se había pintarrajeado toda
la cara y mas que unas humildes niñas del bosque parecían unas brujas, pero
cualquiera decía nada porque en el brillo de sus ojos se notaba la ilusión con
que había preparado el evento del día siguiente. Afortunadamente el papel en la
función no era muy largo y como a la media hora, Carmen las mandó a la cama. Me
lavé los dientes, mientras que ella terminaba de hacer algo en la cocina y al
mirarme al espejo me vi como hacía tiempo que no me veía. Parecía como si mi
cara tuviera más luz y pensé que sería producto de la satisfacción por el deber
cumplido. No estaba seguro si debería decirla algo de todo lo ocurrido, pero
enseguida salí de dudas porque pensé que para que hubiera la confianza que
había habido hasta entonces lo mejor era que no hubiera secretos entre nosotros
y dicho y hecho. Cuando apagué la luz y pasé un brazo por debajo de la almohada
levantando un poco la cabeza de Carmen le comenté:
-
¿Sabes con quien
me he encontrado? –dejé caer el tema como quien no quiere la cosa
-
¿Con quien?
-
¿Te acuerdas la
paciente que vino a la consulta hace unos meses que se quería operar de las
mamas y que se fue muy enfadada porque yo le dije que si su matrimonio dependía
de sus mamas, el mejor consejo que le podía dar era que no se operase?
-
Si ¿una morena
con buena pinta que volvió otro día con el marido?
-
Esa, bueno pues
estaba tomándose una copa en el pub y estuvimos un rato charlando.
-
¡Que casualidad!
-
Si y es una
señora interesante – dije como sin darle importancia – y me contó que se ha
separado del marido.
-
Tampoco es tan
raro – Carmen se destapó un poco – el otro día leí en un periódico que la mitad
de las parejas que se casan ahora, se separan
-
¿Tanto?
-
A mi también me
pareció mucho, pero eso ponía.
-
Eso es una
exageración. Al final va a resultar que los anormales somos nosotros
-
Eso me parece a
mi
-
¡Que le vamos a
hacer! Seremos los últimos de Filipinas.
-
Hasta mañana.
-
Te quiero, hasta
mañana.
Los
días transcurrían con normalidad, la fábrica de cirugías funcionaba a medio
gas, los operarios que habíamos sobrevivido al ERE provocado por la disminución
de ingresos, en este caso Carmen y yo, íbamos todos los días a la consulta, ya
no operábamos un día a la semana porque no había enfermos para tanto, tuvimos
que bajar los precios de manera drástica y ni con esas. Si antes veíamos uno o
dos pacientes nuevos a la semana, ahora rara era la semana en que aparecía
alguno y eso que les dedicaba más tiempo que nunca. La técnica quirúrgica era
la de siempre, evidentemente no podía progresar porque no disponía de dinero
para asistir a los carísimos congresos de la Especialidad para mantenerme al
día, aunque, eso si seguía perteneciendo a la Sociedad de Cirugía Plástica y
naturalmente pagaba el Seguro de Responsabilidad Civil contratado personalmente
pero bajo la supervisión siempre de las propia Sociedad. Mi Anestesista de toda
la vida me planteó que solo podría venir un día con lo que, si aparecía algún
paciente que quería operarse un día determinado, tenía que echar mano de los
Anestesistas de la Clínica con quien lógicamente no tenía la misma confianza,
pero también entendía su postura porque todo el mundo tiene derecho a ganarse
los garbanzos de la mejor manera. Tuvimos que hacer un recorte del horario de
consulta con lo que los operarios, ya digo que éramos Carmen y yo, solo íbamos
dos días a la semana, eso si, sin conocimientos de los pacientes porque todos
eran con cita previa, pero el círculo se iba cerrando, menos horas de consulta,
menos ingresos y ante la imposibilidad económica de seguir haciendo las cosas
como siempre, la calidad se iba deteriorando de manera inexorable.
En
casa no era mejor, el ambiente se iba enrareciendo a pesar de que tanto Carmen
como yo tratábamos de no decir nada para que las niñas se pudieran mantener al
margen de la difícil situación por la que estábamos atravesando, pero, a pesar
de todo, no hubo mas remedio que comentarles algo y se acabaron esas
interminables vacaciones invernales con la consiguiente compra de material
nuevo como para pasarse mas de una semana en Sierra Nevada o en Candanchú con
las compañeras de clase. Por supuesto las clases de ballet, piano, artes
marciales y natación desaparecieron de las actividades extra escolares y las
niñas no lo llevaban especialmente mal, posiblemente después de una
conversación que Carmen mantuvo con ellas. En el fondo ya empezaban a ser
mayores aunque esas situaciones siempre son muy complicadas de asumir, pero
mejor era eso, por lo menos de momento, que tenerlas que cambiar de colegio.
Desgraciadamente las discusiones en casa ya
eran casi diarias y siempre como producto de mi malhumor que se veía aumentado
aquellos días que volvía de buscar trabajo, aunque fuera ayudando a alguien o
buscando la manera de hacer alguna guardia. Fueron muchos los días que tenía
que hacer un alto en el descansillo de la escalera para secarme las lágrimas de
rabia que brotaban de mis ojos, sobre todo, cuando tenía que soportar que
alguien me ofreciera hacer guardias sin cobrar ni un solo euro, solo una parte
de los ingresos que generase y eso si, sin nómina ni nada parecido. El colmo
fue el día que un compañero, yo creía que amigo pero estaba claro que no era
así, me ofreció ser su ayudante sin cobrar absolutamente nada pero con la
certeza que me enseñaría todo lo que estuviese en su mano y si pasado un año mi
trabajo había sido útil para sus intereses, entonces se comprometía a ofrecerme
un tanto por cirugía, siempre y cuando el paciente fuera privado porque si
pertenecía a alguna Sociedad Médica, entonces el reparto, yo le llamé de
beneficios por llamarle algo, ese reparto se haría al año. No me atreví a
contestarle todo lo que se me vino a la mente en aquellos momentos, sobre todo
después de tener que soportar que encima no tenía ningún derecho a quejarme
porque tendría la suerte de estar al lado de uno de los Cirujanos Plásticos con
mas prestigio en este país y eso valía dinero y a mi me ofrecía esa posibilidad
gratis.
Todas
las noches, cuando llegaba a casa, Carmen se había ocupado que nuestras hijas
se hubieran acostado y soportaba estoicamente mis entrevistas y trataba de
animarme para que al día siguiente, a pesar de todo, siguiera buscando y así un
día y otro y otro más.
Como
si de una aparición se tratase en medio de tantas y tantas situaciones
desagradables, un día sin citarse, apareció en la consulta Pepa, la famosa
paciente que había estado unos meses antes para ponerse unas prótesis. Llevaba
casi dos semanas sin ver a nadie en la consulta y la verdad es que me vino Dios
a ver porque justo el mes siguiente tenía que pagar el Seguro de
Responsabilidad Civil y aunque por mucho que subiera mis tarifas no me llegaría
para pagarlo, una cirugía aunque solo fuera una, sería una importante inyección
de moral en mi mas que desanimada vida laboral. Carmen me anunció su presencia
guiñándome un ojo y avisándome que esta vez no me fuera con ella a tomarme un
gin tónic porque antes estaba ella y la tenía que llevar a casa. Cerró la
puerta y a los pocos segundos apareció Pepa. Me levanté para darle dos besos
pero ella interpuso su mano entre los dos. Yo me quedé un poco como no sabiendo
que hacer, pero ella lo tenía muy claro
-
¿Te acuerdas en lo que quedamos la última vez
que nos vimos?
-
Supongo que no te
lo crees, pero no.
-
No hay problema –
Pepa se sentó dejando el bolso encima de la mesa – quedamos en que seguíamos
siendo el Cirujano y su paciente ¿te acuerdas ahora?
-
Claro, claro y
como hacía tanto tiempo que no venías creí que te habías olvidado.
-
Pues aquí estoy
dispuesta a operarme
-
¿Sigues pensando
en ponerte unas prótesis?
-
Si.
-
¿Seguro?
-
Por favor,
Andrés, no empieces
-
¿Hace falta que
te explique algo?
-
No – el tono de
sus respuestas era de absoluta decisión – y como quería que fuera lo antes
posible, traigo el preoperatorio.
-
Muy bien – Saqué
del cajón derecho de la mesa la agenda que normalmente estaba llena y en ese
momento estaba en blanco para la próxima semana y pasé alguna hoja como
buscando un hueco.
-
La semana que
bien imposible, pero si te viene bien por mi parte no hay ningún inconveniente
en operarte el martes dieciséis.
-
Bien, si no puede
ser antes, ese día no me viene mal.
-
Muy bien - Cerré
la carpeta despacio, repasé cuidadosamente el preoperatorio – bien, muy bien,
Pepa. Lo único es que te pongas de acuerdo con Carmen para que te explique lo
que tienes que hacer como preparación de la cirugía, la hora a la que tienes
que estar en la Clínica y te pases antes por el laboratorio para que te den las
prótesis que te vamos a poner ¿de acuerdo?
-
Sin problemas
-
Perdona – le puse
delante el consentimiento informado para la intervención – este es un requisito
que no hay mas remedio que cumplir. Si no te importa lo lees y …
-
¿Dónde firmo?
-
Ahí – le señalé
con un dedo – tienes que poner tu nombre, fecha de nacimiento, número del DNI y
firmar pero creo que lo deberías leer
-
No hace falta
-
Como quieras-
guardé el papel en un cajón.
-
Muy bien – se
levantó de su asiento y me volvió a ofrecer su mano – nos vemos el día que
hemos quedado en la clínica a la hora que me diga tu mujer.
-
Hasta el día
dieciséis
-
Adiós.
CAPITULO
5.-
La
operación se realizó el sábado por la mañana que habían quedado. Pepa ingresó
temprano en la Clínica y sobre las nueve la subieron a quirófano
-
¿Qué tal? – le pregunté - ¿estás tranquila?
-
No – me respondió
– para que te voy a engañar, tengo un miedo horrible, pero el que algo quiere
algo le cuesta ¡que le vamos a hacer!
-
Ya verás como es
mucho menos de lo que parece. En un minuto te cogen la vía y enseguida a soñar
con algo interesante y para cuando te quieras dar cuenta ya estarás en la
habitación con tu pecho como tú quieres
-
Ojalá
-
Ya verás como si.
Un
camillero introdujo la camilla en el quirófano propiamente dicho y enseguida se
presentó el Anestesista que procedió a hacer su trabajo con prontitud. Primero
las drogas y a continuación le colocó la correspondiente mascarilla y nos dio
permiso para comenzar. Carmen y yo nos encontrábamos a ambos lados de la mesa,
con nuestros guantes y batas estériles al igual que los imprescindibles gorros
y mascarillas quirúrgicos.
-
¿Podemos empezar? – pregunté ya preparado para
la cirugía
-
Si, si, cuando
queráis – respondió el Anestesista - ¿Cuánto vais a tardar?
-
En principio, si
no hay ningún problema calcula una hora y si se nos da bien en tres cuartos de
hora deben estar las prótesis colocadas.
-
Fenomenal –
aplicó algo mas de anestésico a través de la vía colocada en la mano izquierda
y se sentó en un taburete a la cabecera de la paciente – por mi no os
preocupéis, tardar todo el tiempo que sea necesario
-
Muy bien – miré a
Carmen como hacía al comenzar todas las intervenciones. Era una manía que se
repetía desde el primer día que operamos juntos, igual que las preguntas de
rigor:
-
¿Preparada?
-
Si – me contestó
mientras ordenaba el instrumental en la mesa correspondiente.
-
¿Has comprobado
que están las prótesis?
-
Si
-
¿Y el tamaño?
-
También y he
visto los probadores.
-
Muy bien – recé
un Padrenuestro, como siempre, mientras colocaba los paños estériles, pedí un
bisturí y comenzamos la intervención.
Lo
primero medir para que las dos pequeñas incisiones en el surco submamario
coincidieran exactamente y a continuación con un corte exacto tratamos de
buscar el músculo pectoral después de separar la grasa que se encontraba justo
debajo de las diferentes capas de la piel. Lo encontramos sin problemas y por
debajo fuimos disecando hasta realizar el bolsillo donde posteriormente
introduciríamos la prótesis. Previa la preceptiva revisión y después de
realizar una cuidadosa hemostasia introdujimos una compresa y dimos un punto a
la piel para ver el efecto. Me fui, como hacía siempre a los pies de la
paciente y desde allí pude apreciar la diferencia de tamaño entre la primera
mama, ya aumentada y la segunda.
-
¿Qué te parece?
-
Carmen
se situó a mi lado y comentó
-
Yo creo que es el tamaño justo, si le pones
una prótesis mas grande quedará mal.
-
Eso creo yo. Muy
bien. Manos a la obra. Sigamos con la otra.
Repetimos
la operación en la mama izquierda ¿ por qué siempre empezaba por la derecha? Y
a continuación introdujimos no sin cierta dificultad las prótesis. Suturamos
por planos hasta llegar a la piel, previa comprobación que no sangraba por
ninguna parte, introdujimos los correspondientes drenajes y le pusimos un
vendaje compresivo con la idea de revisarla al día siguiente y evitar, en lo
posible, las posibles complicaciones. Una vez en el Estar de Médicos y mientras
Carmen y yo reponíamos fuerzas con una Coca Cola y una bolsa de patatas me sentí
satisfecho. Había sido una intervención fácil, las prótesis habían entrado
razonablemente bien y la piel no había sufrido excesivamente.
-
Muy bien - se notaba que estaba satisfecho -
han quedado muy bien. ¿Nos vamos a celebrarlo?
-
La verdad es que yo tengo un hambre que me
muero - contestó Carmen mientras se
levantaba para ir a recoger el instrumental.
-
Si te parece, me
paso un momento por la habitación y te espero en el hall.
-
Muy bien.
La
paciente, cuando entré en la habitación, estaba completamente despierta. Una
señora con buena pinta, aproximadamente de su edad, tenía su mano derecha sobre
la frente de Pepa sujetando una bolsa de hielo
-
Perdone Doctor pero dice que le duele
muchísimo la cabeza y nos han dado esto.
-
No hay problema –
miré a Pepa que con los ojos semicerrados estaba mas atractiva que nunca – Pepa
¿me oyes?
Ella
asintió con un pequeño movimiento de su cabeza
-
Ya ha pasado todo. Procura estar tranquila y
sobre todo no trates de incorporarte porque posiblemente te marees
-
¿Más todavía? –
una mínima sonrisa asomó entre sus labios
-
Es normal que
todavía estés un poco mareada, no pasa nada. Lo importante es que te relajes y
descanses.¿ De acuerdo?
Pepa
movió otra vez afirmativamente la cabeza
-
Nos vamos a comer aquí al lado y luego vengo que
ya estarás mas despierta. Si necesitas algún calmante o lo que sea llamas a la
Enfermera que sabe lo que tiene que hacer
-
¿Ha ido todo bien, Doctor? – preguntó la acompañante
-
Si, si, muy bien
-
¿Se podrá ir por
la tarde cuando venga Usted?
-
Es posible, pero
yo prefiero que se quede esta noche, mañana por la mañana temprano vengo a
verla, le reviso las incisiones, le cambio el vendaje y así nos quedamos todos
mas tranquilos.
-
Usted manda
Doctor
-
Bien, Hasta
luego.
Carmen
y yo nos fuimos a comer a un restaurante y después de repasar la operación nos
metimos entre pecho y espalda un solomillo con guarnición que estaba buenísimo
previa una tapa de ensaladilla y unos boquerones fritos, todo ello regado con
un Rivera del Duero que como dicen por ahí estaba como para ponerle un piso.
Durante la comida hablamos de lo mal que iba la consulta y que ojalá esta
cirugía fuera el principio de otras muchas que dieran mas alegrías a mi trabajo
diario, pero las expectativas no eran ni mucho menos prometedoras, las clínicas
de Cirugía Estética florecían como las rosas
en primavera y los precios, con tanta competencia, caían en picado. Nos
planteamos por enésima vez la posibilidad de cobrar menos pero Carmen insistía
una y otra vez que no porque a los pacientes si tú te consideras poco, ellos te
consideran todavía menos. También pensamos en la posibilidad de poner un
anuncio en prensa pero yo no era de esos y no me parecía bien, tampoco es que
me pareciera mal, cada uno con su trabajo hace lo que le da la gana y se
anuncia como quiere, pero yo no me veía saliendo en algún periódico y otra vez
volvió a aparecer en escena la famosa Marta no se que, una especie de
representante que se encargaba de pasearte por ahí para ser conocido, eso si, a
cambio del veinte por cien de mis emolumentos y para repartir estaba yo. Por la
tarde, Carmen me esperó en el coche y yo subí un momento a ver a la paciente.
Estaba bien, ya no tenía dolor de cabeza y lo único que quería era levantarse
para ir al cuarto de baño.
-
Mejor que no, no vaya a ser que se mueva el
vendaje – contesté sin darle opción porque mas vale ser precavido y hasta que
no valorarse las suturas al día siguiente,
mejor no moverse.
-
Está bien – me
miró con gesto de complicidad – a sus órdenes. ¿Me quedo hasta mañana.
-
Yo prefiero.
-
Bueno, por mi no
hay inconveniente.
-
Hasta mañana y si
necesitas cualquier calmante llamas a la enfermera.
-
Muy bien. Hasta
mañana.
Por
la tarde Carmen y yo nos fuimos a dar una vuelta a un centro comercial y como
me conoce mejor que nadie no hacía mas que repetirme que no me preocupara que
todo iba a ir muy bien. Hicimos los deberes con las niñas, cenamos todos juntos
y después de ver un rato la televisión nos fuimos a la cama.
-
¿Tienes sueño? – me preguntó Carmen
-
No
-
Estas pensando en
la paciente de esta mañana ¿verdad?
-
Si
-
Ha ido todo muy
bien
-
Es verdad, pero
ya sabes que siempre he sido un preocupón y hasta que no la vea mañana no me
quedaré tranquilo
-
Tienes que
procurar dormir
-
Ya lo se, pero
soy así y después de tantos años no voy a cambiar.
-
Es una pena porque
todos esos nervios se van acumulando y no deben ser muy buenos para tu salud.
-
Ya lo se – me
moví en la cama dejando el libro sobre la mesilla de noche – ojalá supiera
desconectar, pero no se como se puede hacer. Me encantaría ser como algún
Cirujano que conozco que terminan la intervención y se olvidan hasta que
vuelven a ver a las pacientes, pero yo
no dejo de dar vueltas y pienso si no se abrirá la herida, si rechazará las
prótesis, si tendrá fiebre ¡yo que se!
-
Está claro que
eres así pero deberías de pensar en positivo y sobre todo tener la conciencia
tranquila porque tú has hecho las cosas como se deben de hacer y otra cosa es
la evolución.
-
Claro, eso es lo
que debería pensar pero te imaginas que justo con esta paciente tuviéramos un
mal resultado
-
No tiene por qué.
-
Ya, pero justo
ésta es de las que tienen que mejorar porque me da la impresión que supedita
toda su vida a esta operación
-
Como todas ¿no?
-
Es posible pero
acuérdate que al principio no quería operarla.
-
Ya, pero luego
vino con el marido y quedó todo aclarado ¿no?
-
No debió de
quedar tan aclarado porque la última vez que la vi me dijo que se había
separado.
-
¿Te das cuenta –
juntamos las manos – que los matrimonios como tú y yo vamos siendo una especie
a extinguir?
-
Si, es verdad,
pero que le vamos a hacer. No me va a quedar más remedio que seguir
aguantándote.
-
Y yo a ti
-
Venga vamos a
dormir que mañana quiero ir pronto a la clínica.
-
Hasta mañana.
Tengo
la mala, o buena costumbre de madrugar sin mayor esfuerzo y a las siete ya
estaba en la ducha y a las ocho menos cuarto salía del ascensor de la clínica
al lado del control de enfermeras de la planta.
-
Buenos días – saludé mientras observaba como las
enfermeras completaban las gráficas de los pacientes ingresados para dejarlas
preparadas para el turno siguiente.
-
Buenos días – me
contestaron casi a la vez dos enfermeras jóvenes que parecían recién levantadas
de la cama en lugar de haber soportado un turno de diez a ocho de la mañana –
su paciente muy bien. Ha pasado la noche durmiendo tranquilamente. A las doce
le dimos una pastilla para dormir y hace como media hora le hemos dado un
Nolotil porque dice que estaba un poco molesta
-
Para mí que le
aprieta un poco el vendaje – la que hablaba era otra enfermera situada al fondo
del control – pero no lo hemos tocado porque sabíamos que Usted viene muy
pronto.
-
Muy bien.
¿Podemos curarla ahora?
-
Por supuesto – me
contestaron con una eterna sonrisa - ¿necesita algo especial?
-
No, yo creo que
con que lleven el carro de curas es suficiente.
-
Voy con Usted.
Levanté
el vendaje y como era de esperar las suturas por debajo de ambas mamas estaban
perfectamente bien y el aspecto, en conjunto, no podía ser mejor
-
Fenomenal, Pepa, todo muy bien. Ahora te voy a
poner unos apósitos solo y te pones el sujetador ¿lo tienes por ahí?
La
acompañante que estaba totalmente vestida, se conoce que sabía que a mi me
gustaba llegar pronto, abrió el armario
y sacó una caja con un sujetador nuevo que la paciente se adaptó rápidamente y
después de palparse sonrió y me dio unas expresivas gracias y le salió del alma
decir que “por fin ha pasado todo”
-
Me alegro, mucho Pepa. Te puedes ir a casa y
si no hay ninguna novedad te espero en la consulta en cinco días para una nueva
revisión.
-
¿Ese día me
quitas los puntos?
-
No, si todo va
bien empezaremos a retirarlos en diez días mas o menos
-
Muy bien,
entonces hasta dentro de cinco días
-
Si hubiera alguna
cosa me llamas
-
Muchas gracias
-
De nada – y me
despedí con un apretón de manos.
A
los cinco días volvió como era lo habitual para retirar el vendaje y comprobé
que las cosas marchaban muy bien. Las suturas perfectas, no había
enrojecimiento ni signos de infección por ningún lado, el tamaño de las mamas
era un poco mas grande que antes de la cirugía, pero no unas mamas de llamar la
atención y lo mas importante, la paciente estaba encantada y no paraba de
decirme que se pasaba horas y horas delante del espejo viendo lo bien que se
encontraba. Incluso vino a la consulta directamente desde la peluquería con las
uñas pintadas de un rojo intenso y bien maquillada, lo que era signo que se
encontraba bien y con ganas de iniciar esa nueva vida que estaba segura que iba
a ser mucho mas agradable que la que había vivido hasta entonces.
A
los diez días apareció un pequeño enrojecimiento en la cicatriz de la mama
izquierda, aunque no parecía nada importante. Se lo expliqué a la paciente que
pareció entenderlo, le receté un antibiótico y quedamos tres días después para
una nueva revisión. Ahora reconozco, entonces no me pareció tanto, que
comenzaba una infección que parecía superficial y que con el antibiótico por
vía oral y una pomada en la zona se curaría sin mayor problema, pero a pesar de
todo, esos tres días no dormí prácticamente nada y ya empezaron mis
pensamientos negativos habituales. ¿Se irá todo a freír puñetas? ¿si le quito
los puntos el próximo día se abrirá la herida? Mira que si aparece la prótesis,
entonces no tendría mas remedio que quitarla y esperar una temporada con curas
hasta poder ponerle otra y la paciente ¿está psicológicamente preparada para
una complicación de este tipo? Y eso suponiendo que la cosa se quede ahí porque
si tiene una infección y no se logra controlar con el antibiótico lo mismo la
piel se necrosa y entonces habría que ponerle un injerto. Bueno, espero que eso
no pase porque no lo quiero ni pensar. En fin, debería de dormir algo porque
mañana tengo que verla y debo estar tranquilo. Si, apago la radio y cierro los
ojos, malo será que no descanse unas horitas. Nada, imposible, casi me levanto
y me entretengo mirando algo en Internet. A los pocos segundos estaba metido en
la página web de la Sociedad Americana de Cirugía Plástica releyendo artículos
sobre complicaciones de la cirugía de las prótesis de mama y confirmando que
había hecho lo que había que hacer, antibióticos por vía oral y curas locales
cada pocos días. Realmente tiene razón Carmen, he hecho las cosas bien y si se
complican no puedo hacer nada, esperar y ver la evolución. Casi ni merece la
pena que me vuelva a meter en la cama, es un poco pronto pero voy a hacer un
poco de bicicleta estática, después me doy a una ducha y a las nueve estoy en
la consulta que Pepa está citada a las diez.
La
evolución de la incisión quirúrgica fue mala, peor diría yo, porque tuvo una
necrosis cutánea, no muy grande pero suficiente como para que a los pocos días
la cápsula de la prótesis hiciera su aparición y no tuve mas remedio que
decirle a la paciente que necesitaba ingresar otra vez en la clínica para hacer
una limpieza quirúrgica, retirar la prótesis y esperar a que todo estuviera
otra vez en condiciones para volver a introducir otra prótesis. Era una
complicación que ocurría muy pocas veces pero desgraciadamente le había tocado
a ella
-
Si es que soy una desgraciada – lloraba
desconsoladamente en la consulta después de oír mis explicaciones – lo sabía,
sabía que algo tenía que ir mal.
-
No te culpes
porque son cosas que pasan – trataba de tranquilizarla con la seguridad que no
lo iba a conseguir – ya te expliqué que en este tipo de cirugías, a veces,
surgen pequeñas complicaciones, pero se pueden arreglar y ya verás como todo va
bien.
-
Si, pero otra vez
a quirófano, anestesia, y seguro que no quedan igual de bien.
-
Tranquila, mujer
– me daba muchísima pena pero las cosas son como son - es una cirugía, eso es
así y no hay que quitarle importancia, pero es muchísimo menos que la otra vez.
-
Ya, pero ¿cuánto
tiempo estaré sin la prótesis? – preguntó angustiada.
-
No te lo puedo
decir exactamente porque lo primero que tenemos que hacer es retirarla, ver si
la infección es solo de la piel, eso sería lo mejor y en un par de semanas se
puede introducir otra vez la prótesis o incluso en el mismo acto quirúrgico si
la infección es mínima pero si tienes alguna zona necrosada por dentro entonces
hay que retirar todos los tejidos afectados y dejar pasar tiempo para que al
volver a introducir la prótesis no tengas otra vez problemas
-
Pero ¿los podría
tener?
-
Bueno, todas las
cirugías tienen un riesgo, hasta las más pequeñas, pero es un riesgo mínimo.
-
Ya – Pepa me
miraba mientras le ponía los apósitos – y todo esto ¿cuanto me va a costar?
Sabía
que esa pregunta tenía que llegar, le había dado vueltas infinidad de veces en
las interminables noches sin dormir y sabía lo que no tenía que contestarle,
aunque también sabía que no iba a ser así y como un autómata contesté:
-
Nada
-
¿Cómo que nada? –
Pepa me miraba mientras se colocaba un mechón de pelo que se interponía entre
su mirada y la mía.
-
Como es natural
yo no te voy a cobrar nada, porque entiendo que es una faena lo que te ha
pasado, aunque te repito que son complicaciones que ocurren, pero yo se tu
situación económica y no me importa asumir todos los gastos.
-
Pero habrá un
Anestesista, la clínica, tus ayudantes, incluso la prótesis si es que me la
tienes que cambiar, todo eso es bastante dinero
-
No te preocupes,
yo me hago cargo de todo
-
Pero……….
-
No insistas y
sobre todo no me obligues a replantearme la respuesta porque yo se que no tengo
por qué pagarte nada, ya lo se, pero cada uno es como es y …..
-
No me parece bien
Andrés – me miró fijamente como había hecho otras veces desde que nos conocimos
- ¿lo has consultado con tu mujer?
-
Esta vez no, pero
lo hemos hablado otras veces y ya se que no está de acuerdo, pero ¡que le vamos
a hacer! Uno es así y no voy a cambiar.
-
¿Te puedo hacer
una pregunta sin que te moleste?
-
Por supuesto –
contesté mientras apoyaba los codos en la mesa.
-
¿Cuántas veces te
ha pasado algo parecido a lo que me pasa a mí?
-
¿Quieres que te
diga la verdad?
-
Claro
-
Ninguna
-
¿Y cuantas
prótesis habrás puesto desde que empezaste?
-
No tengo ni idea,
pero mas de cien seguro.
-
No lo entiendo
-
¿El que no
entiendes?
-
Que quieras
correr con todos los gastos.
-
Ya te digo que
uno es así y no voy a cambiar. Todavía voy mas lejos – esta vez fui yo el que
la miró y contesté despacio para tratar de hacerla entender mi razonamiento –
se que hago mal
-
¿Por qué?
-
Es muy fácil –
traté de sonreír pero lo que tenía era una profunda sensación de fracaso, no
porque las cosas se hubieran hecho mal, estaba seguro que no, si no porque era
consciente que todas sus ilusiones se había venido abajo por una puñetera
sutura que se había infectado – al decirte que yo asumo todos los gastos parece
como si me considerara culpable de algo cuando los dos sabemos que no es así.
-
¡Que buena gente
eres!- alargó una mano y la puso encima de la mía
-
Que va, lo que
soy es tonto que es diferente.
Fueron
días y días de curas y curas, pequeños desbridamientos para ir retirando la
piel necrosada y dejando que los bordes de la herida sangrasen para que
estuvieran en condiciones de volver a ser suturados y al final, a pesar de
todos mis esfuerzos no tuve mas remedio que retirar la prótesis y en un segundo
tiempo, que en este caso ya era el tercero o el cuarto, colocar una nueva. Pepa
iba recuperando el buen humor que al principio había perdido y se notaba que
cada semana que pasaba el optimismo aparecía en su vida. Incluso me contó que
había empezado a salir con un Registrador de la Propiedad y que aunque sabía su
problema no le había importado continuar con la relación y solo estaban a la
espera que se solucionase todo para plantearse la posibilidad de tener algún
hijo.
Pasaron
casi dos meses hasta que conseguí poner una nueva prótesis y cerrar la herida
sin tensión ninguna. Esta vez la evolución fue favorable y en un mes mas le di
el alta con el correspondiente informe en el que relataba sin omitir
absolutamente nada todo lo acontecido desde la primera consulta hasta el día en
que le di el sobre y me despedí de ella
-
Espero no volverte a ver más por aquí, señal
que todo va bien.
-
¿Tan mal me quieres?- contestó.
-
Al revés, si te lo digo es porque te aprecio
mas de lo que tu te crees - y esa fue la
frase final.
Una
noche, de las muchas en que no era capaz de conciliar el sueño y con la luz
apagada, sentí la mano de Carmen mi mujer que se apoyaba en mi espalda
-
¡Que pasa! ¿no tienes sueño?
-
No – contesté sin
darme la vuelta para que no viera que estaba llorando como un niño.
-
¿Te puedo decir
una cosa?
-
Claro
-
Me parece muy mal
que no tengas confianza en mí y no me cuentes las cosas, aunque realmente no
hace falta porque te conozco muy bien.
-
Ya, pero soy un
gilipollas y no tengo remedio.
-
Eso ya lo se –
Carmen se acercó mas a mi – no hace falta que te vayas escondiendo por ahí para
pagar las facturas de la paciente de las mamas
-
Lo siento –
entonces me di la vuelta la abracé con toda la fuerza y ahí si que lloré todo
lo que no había llorado en mi vida – sabía que antes o temprano te ibas a dar
cuenta, pero intentaba ahorrarte preocupaciones
-
¡Si no te
conociera! nunca te lo pregunté ¡para qué!
-
Que quieres que
te diga – traté de secarme las lágrimas con un pañuelo que saqué de una caja de
Kleenex que estaba en la mesilla muy próxima a la radio despertador – tenía que
haberte hecho caso, pero me dio tanta pena que no fui capaz.
-
Lo malo es que,
como hemos hablado muchas veces, al hacerte cargo de todos los gastos,
indirectamente te consideras responsable de todo lo que ha pasado y tú sabes
que eso no es así.
-
Por supuesto que
lo se y estoy seguro que ella también es consciente del esfuerzo que me supone
a mi
-
¿Tu crees? Ojalá
sea así, pero ya lo veremos. Entre otras cosas porque pensará como casi todo el
mundo que siendo Cirujano Plástico estás forrado.
-
¿Por qué eres tan
desconfiada? – le di un beso en la mejilla.
-
Si a lo mejor
tienes razón y está muy agradecida pero como se le acerque un Abogado de esos
que andan por ahí buscando carnaza, lo tienes complicado.
-
Esperemos que no
sea así, porque solo nos faltaba una denuncia.
-
Tampoco es que yo
te lo quiera poner muy negro, porque en todo caso lo más que puede pasar es que
vayas a juicio y ya se encargará tu seguro de ponerse de acuerdo para pagar lo
menos posible, pero conociéndote como te conozco, un juicio a estas alturas de
nuestras vidas seguro que te hunde en la miseria.
-
Pero eso no va
ser así, ya lo verás.
-
Ojalá Andrés,
ojalá. Venga vamos a intentar dormir – dándose la vuelta en la cama tratando de
buscar postura.
CAPITULO
6.-
Menuda faena que no cuajaran las prótesis... Qué pasará?? Seguro que la Pepa esa te denuncia. Intrigada hasta los siguientes capítulos
ResponderEliminarComplicaciones que ocurren, pocas veces eso si, pero pasan de vez en cuando y hay que saber afrontarlas. Animo y a seguir leyabdo cada fin de semana. Un beso
EliminarSi la Pepa denuncia es para matarla. Las cosas se ponen un poco feas ... Que dura es la vida del cirujano estético, no?
ResponderEliminarmerce: Gracias por continuar ahí. Ya sabes ¨hay qente pa to¨ y tod el mundo tiene sus derechos.
EliminarBueno, bueno, esto se va animando y como siga así, solo de estos comentarios sale otra novela. Un beso.
Si fuera mujer nunca me pondría esas cosas y como hombre nunca sería médico y menos de estética. Todo son líos. ¿o no?
ResponderEliminarNo hombre no, afortunadamente no todos son líos y la Cirugía Estética yo creo que es muy agradecida en general. Si consigues que alguien sea más feliz con una cirugía ¿por qué no hacerla? A mi no me parece mal, otra cosa es el miedo que tenga cada uno al quirófano y sus consecuencias pero intentarlo me parece bien. Muchas gracias por ser, junto con Merce uno de mis dos primeros lectores. Un abrazo.
EliminarQuerido Pedro Ravina: Hace un momento te he contestado, pero dada mi enorme capacidad para esto de la informática, también hay que tener en cuenta que me ha pillado en edad de jubilación, no se donde está la respuesta, probablemente en la famosa nube pero si, tienes razón, por esas cosas del destino, se programó la cirugía para un martes y se realizó un sábado, Me colé y para la próxima lo tendré en cuenta y dada mi reconocida capacidad cerraré el quirófano dos o tres días porque se tuvo que drenar un absceso de un paciente,natural de Senegal, al que le había mordido un mono en la selva mientras hacía de informador para algún gobierno en temas relacionados con drogas.
ResponderEliminarEn fin, aquí cada cual que aporte su granito de arena que todo vale.
Un abrazo y te contesto por aquí en lugar de por el móvil porque me resulta mas fácil. Un abrazo