Faustino Belascoaín, alias literario, "Tino Belas"
CAPITULO 30.-
Fueron unos meses de
noviazgo, casi no llegaron ni al año y un mes de Ocubre a las siete y media de
la tarde, cuando el sol abandonaba las inmediaciones de la Iglesia de los Jerónimos
de Madrid, Alberto y Mamen se dieron un si emocionado mientras el Padre
Huidobro, el Director de los cursillos prematrimoniales y el confesor habitual
de Mamen, les abrazaba afectuosamente y les animaba a continuar por el camino
del Matrimonio por el que Dios, ese Dios al que debían recurrir ante la menor
dificultad, les había colocado.
Mamen iba
guapísima, con un traje blanco de Dior, una diadema de diamantes que recogía su
melena en un moño muy bien trenzado, una cintura estrecha con un enorme lazo y
una cola de cerca de cuatro metros que era sujetada por cuatro de su sobrinos
vestidos con pantalón corto color granate, camisa blanca sin cuello y unos
mocasines del color del pantalón. Las maquilladoras habían hecho muy bien su
trabajo destacando por encima del resto de las cosas la cara de felicidad de la
novia. Su padre iba vestido con el uniforme de gala de la Orden de Calatrava y entre
la gomina y el porte militar, parecía bastante mas joven de lo que realmente
era. Alberto iba impecablemente vestido con un chaqué clásico, chaleco amarillo
y una corbata con tonos azulados. Una sonrisa iluminaba toda su cara y mas
cuando vió avanzar a Mamen por el interminable pasillo observada por cerca de
setecientos invitados que asistía a la ceremonia católica. Los padres de
Alberto habían tirado la casa por la ventana para la ocasión y la madre vestía un traje verde pistacho con un moño
del que salía una pluma de ave que la hacía todavía mas estilizada. El padre de
chaqué, chaleco gris y corbata tirando a amarilla. Todos los testigos iban de
chaqué y la boda resultó espectacular, como también la fue la llegada de la
novia en un Rolls Royce de 1930 que hizo las delicias de todos los que habían
tenido la curiosidad de acudir a los alrededores de la Iglesia.
Aperitivo
a lo grande en los jardines del Hotel Ritz, posiblemente el mas elegante de
todo Madrid y cena a continuación en los salones, esta vez cubiertos porque
aunque el tiempo les había acompañado, era Octubre y en esa época en la capital
de España hace una temperatura que unida a los amplios escotes de las señoras
no permite una cena al aire libre.
El menú
digno de unos mejores restaurantes de Europa, no desmereció en absoluto con el
resto de la ceremonia y tanto un salmorejo a las finas hierbas, como un marisco
con salsa de gambas de Zahara de los Atunes, un sorbete de vodka con sabor a
Kiev, un faisán fileteado con acompañamiento de huevos de codorniz del
Maestrazgo, troncos de alcachofa de la Rivera del Duero, sorbete de mandarina con nueces
de San Nicolás de Bari y de postre un enorme plato con diversos tipos de
helados, todos ellos procedentes de la famosa heladería “el bambini de Napoli”
bombones belgas sobre una cama de crema de frutos salvajes del Caribe Oriental.
Café, copa y unos Habanos que repartían la familia del novio completaban tan
espectacular menú. Durante unas dos horas que duró la cena, un trío de música
de cuerda interpretaba sin interrupción música de Vivaldi, Bach y Bethoven.
Una vez
finalizada la cena y después de unos minutos de departir con los distintos
invitados Alberto y Mamen bailaron un vals, como mandan los cánones, y a los
pocos segundos, los justos para que el nuevo matrimonio se declarara por
enésima vez su amor en esa noche, salieron a bailar primero los padres de ambos
y a continuación el resto de invitados. Para la madre de Alberto eso fue lo
único malo de toda la boda. Donde se
ha visto que salgan los novios a bailar directamente, les comentaba a sus
amistades, de toda la vida primero sale el padrino a bailar con la novia, luego
la madrina con el novio y enseguida se intercambian las parejas, pero ya
sabéis, la gente joven es como es y cuando se empeñan en una cosa no hay quien
se la quite de la cabeza, pero que conste que a mi me parece de lo mas vulgar y
no me gusta nada. Lo siento pero no lo puedo remediar, pero la boda es suya y
no hay manera.
Por aquel
entonces Alberto ya llevaba unos años trabajando en el bufete de uno de los
Abogados mas importantes, posiblemente del mundo y seguro que de España,
destacaba por su profesionalidad, su dedicación prácticamente exclusiva a la
empresa y comenzaba a gozar de un cierto prestigio en el ambiente de la
judicatura nacional, lo que le permitía disponer de un importante sueldo, por
lo que el viaje de novios se podría como casi una vuelta al mundo alojándose en
los hoteles mas lujosos del planeta. Primero París, como no podía ser menos,
Londres, Berlin, unas jornadas por los fiordos noruegos, salto hasta Kenia para
disfrutar de un safari fotográfico, Isla Mauricio con sus maravillosas playas,
las Bahamas y finalmente una semana por el Caribe pasando por Miami y
terminando en Nueva York. Casi dos meses de viaje, disfrutando de todo cuanto
les salía al paso y declarándose su amor cada pocos minutos.
De aquella
época vino el embarazo de su primer hijo y la independencia de Alberto. No fue
una decisión fácil, ni mucho menos, pero alguna vez tenía que ser y
aprovechando la excusa que su mujer tenía un embarazo que no estaba siendo
fácil y con la obligatoriedad de permanecer mucho tiempo a su lado, se despidió
de su Jefe y de sus antiguos compañeros y se quedó una temporada en su casa,
haciendo compañía, por supuesto, pero también estableciendo contactos para, en
su momento, iniciar la andadura por su cuenta. Al principio, no fue fácil, pero
poco a poco se fue abriendo camino hasta llegar pasados los años a convertir su
bufete en casi tan importante como había sido el de su Jefe.
Continuaba teniendo mas
hijos, su amor, su cariño, su ternura y la pertenencia a la Obra les hacía recibir con
alegría todos los hijos que Dios quisiera y así llegaron a tener cinco lo que
obligaba a Alberto a trabajar hasta altas horas de la noche, haciéndose cargo
de muchos casos, de dudosa defensa, pero que se veía en la necesidad de decir
que si. Viajaba prácticamente tres o cuatro días a la semana y el resto los
distribuía entre el despacho , los mas y un poco en casa donde los hijos
crecían disfrutando poco de la presencia de su padre.
-
Papá – peguntó una vez su hijo el mayor cuando
no tendría mas de ocho o nueve años y no levantaba una cuarta del suelo -
¿porqué todos los padres van a los partidos de los sábados por la mañana al
colegio y tú no?
-
Hijo- A Fernando aquella pregunta le hizo
reflexionar – yo los sábados por la mañana trabajo y no tengo tiempo
-
¿Tú eres Médico?
-
No, ya sabes que soy Abogado
-
Si ya lo sabía – contestó el niño argumentando
su razonamiento – lo que pasa es que el padre de Pedro si que lo es y los días
que no va es porque está en el Hospital
-
No, yo no estoy en ningún hospital, pero estoy
en mi despacho estudiando para resolver los casos que tengo pendientes.
-
¿Y eso no lo puedes hacer otro día?
-
Ya me dirás cuando
-
Yo que se – el chaval lo único que pretendía es
que su padre lo fuera a ver – a lo mejor puedes tener esa mañana libre y vas
por la tarde al despacho.
-
Está bien – Fernando quería reconocer
honestamente su error – tienes razón. A partir del próximo te llevo yo al
colegio y te veo como juegas ¿de acuerdo?
-
Ojalá sea verdad, porque otra vez también me
dijiste lo mismo y luego no me llevaste
-
Te prometo que esta vez cumplo mi palabra
-
Muy bien, me voy a dormir - El niño se puso las
zapatillas, dio un beso a su padre, otro a su madre y se encaminó a su cuarto.
-
No te olvides de rezar para que el Niño Jesús
cuide de ti
-
No se me olvida, todas las noches le rezo por
todos los niños del mundo
-
Muy bien, así me gusta que seas bueno. Hasta
mañana.
Fernando
apuró la copa que tenía entre sus manos sin prestar atención a su mujer que se
disponía a servirle un poco mas de ron
-
Gracias, Mamen, pero casi prefiero no tomar mas,
mañana tengo un juicio temprano y me gustaría ir bien despierto
-
Como quieras – Mamen guardó la botella en un
pequeño armario, se puso una gafas y continuó con la lectura de un libro que
tenía encima de la mesa camilla. De reojo miraba a su marido para ver su
reacción después de las promesas realizadas a su hijo, pero su marido no cambió
para nada la expresión de su cara. Pasados uno minutos preguntó con la mayor
inocencia – o sea que ¿tú no eres Médico?
-
¡ Que cosas tienes! Pues claro que no
-
Ya – ella pareció volverse a concentrar en la
lectura – desde luego a los críos se les ocurren unas cosas
-
¿No será cosa tuya?
-
¿Mía? – Mamen lo miró a los ojos – ya sabes que
a mí me encantaría que no trabajases los fines de semana, pero comprendo que el
trabajo es el trabajo y si no puedes llevar al niño, ya lo llevo yo como
siempre.
-
No hay problema – Fernando se levantó del
orejero y apagó la radio que todavía emitía noticias – tengo que cumplir mi
promesa y ya está.
-
Ya sabes que lo que hagas está bien hecho, pero
en este caso creo que el niño tiene razón, porque en el campo de deportes, casi
todos son padres. Madres somos muy pocas.
-
Es lógico.
-
Eso me parece a mi
-
Bueno, hasta mañana que tengo bastante sueño
-
Espérame un segundo que yo también me voy a la
cama.
jajaja !!!! ya sabía yo que entre Fernando y Mamen iba a ocurrir algo.
ResponderEliminarMuy bonita la boda, el viaje de novios, el ascenso profesional de Fernando, y la formación de la familia numerosa (da igual 4 que 5). Es todo maravilloso !!!!
Muchos besos y hasta el próximo
Muy bueno el menú de la superboda sobre todo muy original el " sorbete de vodka con sabor a Kiev " Por cierto, este chico abogado y padre de cinco hijos en la boda se llama Alberto y después en su casa pasa a ser Fernando. Esto de mezclar ediciones antiguas con nuevas produce estos misterios. Me da igual como se llame, pero me ha llamado la ateción. Si ha sido un error, quedas perdonado.
ResponderEliminarUn abrazo a todos