CAPITULO 32.-
- Fernando, ven – La cuna estaba pegada al lado izquierdo y
Mamen con un movimiento casi instintivo, se llevó hacia su pecho a un precioso
bebé, de tan solo unas horas de vida, que movía sus pequeñas manitas como
tratando de tocar todo lo que le rodeaba. Se bajó la tira del camisón nuevo que
se había comprado para el nacimiento de su cuarto hijo y le puso en disposición
tal que el niño solo tuvo que mover sus labios para engancharse a un pezón
turgente del que logró aspirar, casi sin esfuerzo, unas cuantas gotas de leche
que colmaron su hambre inicial y que le permitió, al regresar a la cuna,
conciliar un sueño que se prolongó por espacio de casi dos horas.
Fernando Altozano se
levantó del sillón cama en el que estaba cómodamente leyendo un “Hola” y se
acercó hasta la cama de la recién parida. Ambos se quedaron mirando al recién
con expresión emocionada. El padre le tocó con un dedo su mano izquierda y el
niño lo apretó con fuerza.
A continuación, los padres
se miraron y se besaron en la boca lentamente. La mano derecha de Fernando se
deslizó por entre las sábanas y tocó el pecho de Mamen
- Me encanta tocarte.
- Ya, pero ten cuidado, no aprietes mucho
porque me duele.
- No te preocupes.
Unos sonoros golpes en la
puerta interrumpieron aquella tierna escena amorosa y casi sin darle tiempo a retirar la mano de donde se
encontraba depositada, una enfermera de pijama azul entró en la habitación
acompañada de un sonoro carro de curas y con un si no le importa se sale al
pasillo que la vamos a curar, se quedaron ambas señoras a solas en la
habitación. Las manos de la enfermera se movieron rápido entre las piernas de
la recién parida retirando pequeños coágulos de sangre que se acumulaban en la
entrada de la vagina y con un jabón de Betadine, limpió todos lo pliegues con
esmero. Con la aplicación de una compresa que la adaptó al periné con las finas
bragas de encaje de Mamen, finalizó su trabajo y después de recoger todos las
cosas usadas el carro, abandonó la habitación con la misma velocidad con la que
había entrado tres minutos antes.
Al cruzarse con ella por
el pasillo, Fernando le preguntó:
- ¿Qué tal?
- Muy bien – la enfermera paró el carro y lo
miró con detenimiento - muy bien, muy bien, está evolucionando con normalidad,
siempre teniendo en cuenta que ha parido hace doce horas, pero casi no sangra y
eso es muy buena señal.
- ¿Sabe si tendrá que estar aquí muchos días?
- No lo sé. Lo mejor es que se lo pregunte a su
Ginecólogo cuando pase visita y él se lo puede decir ¿de acuerdo?
- Si, si, así lo haré. Gracias.
La enfermera se alejó por
el largo pasillo y Fernando volvió a penetrar en la habitación. Mamen se
encontraba acostada con una débil luz encima de la cama. Su cara había adoptado
un gesto tranquilo y aunque permanecía con los ojos cerrados, movió la mano
indicándole a su marido que se acercara.
- Por fin, lo has conseguido: ¡cuatro hijos!
¿Tú crees que este último hará que nuestro matrimonio vaya mejor?
- Mamen, ahora lo que necesitas es descansar y
no preocuparte de nada.
- Pero Fernando ¿cómo quieres que no me preocupe?
– apretó con fuerza la mano de su fiel acompañante desde hacía veintitantos
años, sin contar los que estuvieron de novios – aunque solo sea por los niños
deberíamos de hacer un esfuerzo.
- Está bien. Ahora duérmete y ya hablaremos.
- ¿Me lo prometes?
- Te lo prometo.
La mañana siguiente fue movida.
Primero, el Dr.Ginecólogo, les comunicó que al ser del Colegio de Abogados no
tenían derecho a más de dos días de estancia en el Sanatorio y que si querían
permanecer mas tiempo, tendrían que abonar los gastos con lo que decidieron, de
común acuerdo irse lo antes posible. Segundo, la Pediatra
del Sanatorio, después de una larga exploración, llegó a la conclusión que el
nuevo bebé presentaba un déficit de hemoglobina, por lo que aconsejaba que
llevaran el niño a revisión cada tres o cuatro días.
Tercero: Al llegar a casa,
la Filipina
que habían contratado, se había despedido dejando una atenta nota encima del
mueble del hall en la que, por razones urgentes, se tenía que desplazar a su
país de procedencia y por lo tanto no podía atenderles.
Mamen se metió en la cama,
dejando la cuna situada a escasos centímetros de la cabecera de su cama y se
durmió con la seguridad que a las seis se despertaría para la primera toma de la mañana. Fernando, colocó las cosas
en el cuarto de los niños y se sentó en “su orejero” Encendió la chimenea con
unas cerillas especiales que mantenían la llama unos veinte minutos, puso una
cinta con música de Ray Coniff, se sirvió un whisky bien colmado y cerró los
ojos.
Una llamada de su mujer,
le hizo volver a la realidad y comprobó con gesto de sorpresa que eran las
cinco y media de la mañana. Apagó la luz de la lámpara de pié que había
permanecido encendida toda la noche y con un paso cansino entró en el
dormitorio.
Mamen estaba incorporada
en la cama con una especie de chal sobre los hombros. La cara reflejaba un
profundo cansancio y unos aros amoratados rodeaban unos ojos que, a pesar del
tiempo transcurrido, demostraban haber poseído una gran belleza. Las bolsas de
los párpados, le daban un aire decrépito a una cara bien conformada en la que
comenzaban a aparecer unos arrugas que confirmaban los casi cuarenta años de
vida, de los cuales treinta y siete habían sido absolutamente felices. Sin
embargo, los últimos tres la situación había variado de manera radical.
Todo comenzó con la muerte
del tercero de sus hijos en un desgraciado accidente ocurrido, mientras ellos
estaban de vacaciones en El Pireo. Al parecer, según les habían explicado la
responsable de la guardería que, por cierto, era amiga de Mamen desde los
tiempos del Colegio Jesús y María, el niño metió la cabeza entre los barrotes
de la cuna y con un desgraciado movimiento del que nadie se explica como pudo
ocurrir, se desnucó sin que los miembros de un servicio de Urgencias al que le
habían trasladado con rapidez, pudieran hacer nada por salvarlo, a pesar de
estar casi tres cuartos de hora realizando masaje cardíaco y todas las
diferentes maniobras de resucitación cardíaca.
El niño, con casi año y
medio, fue trasladado al Instituto Anatómico Forense y allí le hicieron la
autopsia que confirmó que la muerte se había producido por una traumatismo
transversal sobre el cuello, sin signos de violencia. Allí fue reconocido por
Fernando y Mamen, quienes, desde que conocieron la noticia, no dejaron de
sollozar por tan sensible pérdida y abrazados como queriendo compartir su
dolor, le dieron el último beso y autorizaron el traslado al panteón familiar
en el cementerio de San Justo en el que se realizó una ceremonia íntima y se
enterró.
A los pocos días,
recibieron la visita de María Pilar de Cervantes y Martinez de Conesa,
Directora de la guardería “Los Chiquillos” acompañada de un abogado que quería
negociar la cuantía de la indemnización.
Al principio, fue María
Pilar la que afirmó que la guardería disponía de un seguro de accidentes que
cubría cualquier accidente y que el Señor Echeverría era el representante de la
agencia. Estaban allí para informarles que podían reclamar el importe que
consideraran oportuno, pero si llegaban a una cantidad negociada sería mejor
para ambas partes porque se evitarían el juicio.
Tanto Fernando como Mamen,
estaban destrozados y sus caras eran el reflejo de la desgracia ocurrida. Desde
que se lo comunicaron no levantaban cabeza. Entre ellos se había establecido
una especie de pacto de silencio en el que de manera expresa y no escrita en
ninguna parte, ambos se negaban a hablar de lo ocurrido, creándose una
situación especial.
El Padre Huidobro los
visitaba diariamente, al fín y al cabo eran un matrimonio muy introducido en el
Opus y su obligación era convencerles que el angelito estaría gozando de la
presencia de Dios y así no tendría que soportar las tentaciones de toda una
vida y desde ya disfrutaría del descanso eterno.
Todo muy bien, hasta que
un día, y después de varias horas de una especie de retiro espiritual, Fernando
saltó como una hiena cuando el Padre Huidobro, siguiendo las consignas de
Monseñor Escrivá de Balaguer, le preguntó al joven y brillante Abogado si era
feliz después de conocer que había sido designado por Dios para que le
entregara al tercero de sus hijos.
Fernando que iba aceptando
cada día peor la nueva situación, respondió:
- Pero ¿cómo coño, quiere que sea feliz? ¿me lo
quiere explicar?
- Fernando, por Dios – Mamen se incorporó
rapidamente en la silla situada enfrente del enviado por la Obra para ayudarle - ¿cómo le
contestas así al Padre?
- Mira, Mamen, ya está bien de hacer el paripé.
Llevo desde que se murió Borja, aguantando todos los días los sermones de tu
amigo y ya estoy harto. ¡Lo entiendes! harto y encima tengo que oir que tengo
que estar contento porque he sido designado por Dios para este sacrificio. ¡Ya
está bien! No puedo aceptar nada, porque no entiendo nada ¿está claro?
- Fernando, hijo mío – el Padre Huidobro se
incorporó ligeramente, apuró una copita de licor que le había servido Mamen y
trató de hacer recapacitar al miembro numerario desde hacía varios años. – Fernando,
comprendo que es muy difícil entender los designios de Dios, pero sabes, porque
así nos lo dijo Nuestro Señor Jesucristo y la fé nos lo confirma, que el paso
por este mundo es tan liviano como un grano de arena en todo un desierto.
Querido hermano: Medita y
te darás cuenta que el demonio te está acechando. Como siempre nos recuerda
Monseñor, busca tiempo para mirarte en tu interior y verás como la voluntad de
Dios es lo mejor que nos puede suceder y siempre está orientada en nuestra
propio beneficio.
- ¡Que no, Padre, que no! No trate de
convencerme de algo imposible y no me haga decirle todo lo que estoy pensando,
porque seguro que perderíamos nuestra amistad.
- Pero, hijo mío, ¿qué te está pasando? Hasta
hace unos minutos eras como Nuestra Madre María Santísima, que dijo sí a su
destino sin ninguna duda y hasta aceptó quedarse embarazada sin conocer barón y
ahora, como si una nube hubiese anidado en tu mente y no te permitiese utilizar
los ojos de tu fé, no crees nada de la palabra de Dios. Fernando, por lo que
más quieras, reacciona y vuelve a ser como siempre has sido. Reza, hijo mío y
pídele a Dios fuerza para volver a la senda de la que nunca has debido de
salirte.
- Está bien, Padre, siguiendo sus deseos,
rezaré y cuando esté en el buen camino, le llamaré, pero, ahora, si no le
importa, le ruego que abandone mi casa
Fernando se levantó y el
Padre Huidobro hizo lo mismo y ajustándose el alzacuellos realizó el signo de
la cruz con un movimiento parsimonioso de su mano derecha y con un espero verte
pronto, se dio media vuelta y abandonó el domicilio de los Altozano con un
gesto de preocupación en su semblante.
- Fernando, por Dios, - Mamen, con la punta de
un pañuelo se secó unas lágrimas que inundaban sus mejillas - ¿Qué te pasa?
¿qué te he hecho para que nuestro matrimonio que funcionaba a las mil
maravillas de haya convertido en un nido de resentimientos y de odio? – unas
manos bien cuidadas se taparon la cara en un movimiento de desesperación – De
verdad que ya no sé que hacer. Llevo casi un año aguantando y aguantando, pero
ya no aguanto más. Creía, infeliz de mí, que la llegada del nuevo niño iba a
conseguir que nos uniéramos, pero ya, ya. Casi ha sido peor y si lo llego a
saber no lo tengo.
- Mamen, no mezcles las cosas. El niño está ahí
y no debes hacerle culpable de nuestros problemas.
- Pero ¿cuáles son nuestros problemas? ¿me los
quieres decir de una vez? Porque como siga así me voy a volver loca.
- Yo creo que ahora no es el momento de
enfrentarnos a nada. Lo mejor es que descanses y tiempo habrá para analizar la
situación ¿no te parece?
- Bueno, ya me da igual, llevo tanto tiempo que
esperar cuatro días es igual.
- Bien, pues entonces duérmete que necesitas
descansar y para no molestarte yo me voy a dormir al despacho. Hasta mañana.
He analizado la situación y Mamen acaba de tener su cuarto hijo, como uno se murió quedan tres hijos. O sea actualmente tienen tres hijos. Uno que se fija, je je.
ResponderEliminarPues es verdad, parece que empiezan las hostilidades, que si la Iglesia, que si los hijos, que si el matrimonio, en fin, menos mal que por ahora economicamente no están mal. Algo va a pasar pronto. Esperemos a los próximos capítulos.
Un abrazo a todos
Que fueeeerte es este capítulo !!!!! Madre mía !!!. Que de cosas han pasado. Aquí hay mucho tomate y poco a poco lo iremos descubriendo. Me dan pena, pobrecillos.
ResponderEliminarTino, no nos des estos sobresaltos porque ya estamos muy mayores y nuestro corazón no lo va a resistir. Despacito....
Un beso a todos y ¡¡ Felices Pascuas !!. Buen regreso