sábado, 7 de diciembre de 2013

EL TRIO DE DOS: CAPITULO 13

 Queridos blogueros/as: Como ya he visto que la Semana Santa no os trae muy buenos recuerdos, pasamos al capítulo 13 y parece que lo hubiera escrito casi a propósito para la ocasión porque os diré que este fin de semana la abuela y yo, que por si no habéis caído soy el abuelo, nos hemos quedado de canguros y tenemos a los mellizos de mi hija. La verdad es que con casi 5 años son bastante buenos, aunque siguen siendo unos enanos y uno ya no tiene la misma paciencia. La abuela si, pero a mi se me ha debido olvidar que hemos tenido cuatro hojas porque hacen lo mismo que los demás. 
Cualquier día escribiré una novela sobre los abuelos canguros que eso si que es un tema para escribir todo lo que se quiera.
En este capítulo comienzan las fiestas y espero que lo paséis bien.
Un abrazo
Tino Belas



CAPITULO 13.-

El Domingo de Resurrección era la fiesta por excelencia. En el espacio de tan pocas horas como las que van de un Domingo a otro, el cambio era espectacular. La mujeres cambiaban el luto tradicional por trajes de vistosos colores estrenados para tan señalada ocasión, mientras los hombres lucían su palmito con sus sombreros de ala ancha, sus trajes de doble abotonadura y los zapatos de dos colores  y la rejilla en el antepié. Los niños eran los verdaderos protagonistas y la permisividad de los padres era tomada al pié de la letra por los chavales que deambulaban por las calles con numerosos petardos en los bolsillos que hacían estallar al paso de las señoritas y a veces no tan señoritas, quienes mostraban su aparente disgusto repartiendo pequeños cachetes a los que se ponían a tiro. Los más atrevidos les tocaban el culo y ahí sí que los cachetes se convertían en auténticos tortazos que dejaban los dedos marcados en las caras de los que eran pillados “in fraganti”
Ana celebraba con sus padres la llegada del Resucitado y un helado de cucurucho de enormes dimensiones se abría camino entre su boca y los pliegues de su vestido de Domingo; las manos eran de un color entre fresa y  nata del helado y marrón de la tierra con la que había estado jugando en el parque y la cara era una prolongación del helado. Cuando la vio llegar Doña María se echó las manos a la cabeza:
-  Pero ¿donde te has metido? Criatura. ¿Has visto como te has puesto el traje nuevo?
-  Si, yo estaba en el parque y el tío Anselmo me ha convidado a helado ¿quieres un poco? Está buenísimo
-  Mira, Ana, vete a casa antes que te vea y le dices a la Encarni que te cambie, pero antes que te meta en el baño ¿de acuerdo?
-  Mamá, yo no quiero subir a casa. Hoy es el día de los niños y me castigáis y siempre me toca a mí porque Begoña está igual y no le habéis dicho nada.
-  Bueno, pero ya sabes que Begoña es distinta.
-  Si claro, siempre es distinta y los castigos para mí.
-  Bueno, Ana, tengamos la fiesta en paz – Doña María trataba de mantener la calma – no vamos a discutir, te subes a casa, te bañas y vuelves a bajar ¿estamos?
-  Si y mientras la niña esa se queda con Papá como si nada.
-  Ana – Doña María le limpió la cara con un pañuelo – te lo he explicado muchas veces y ya vas siendo mayor para entenderlo. Tu hermana es como es y no le puedes pedir cosas que no entiende, pero tú, sabes de sobra que no puedes mancharte como te manchas y por eso no es que yo te castigue, porque si así fuera te mandaría a casa y no volverías a bajar, si no que lo que quiero es que parezcas una señorita y no un golfillo de la calle. ¿Has visto la pinta de tu hija?
D. José Luis se acercaba con una sonrisa en los labios y un paquete en las manos. Se sentó en el banco y comenzó a desliarlo lentamente mientras trataba de imponer armonía
-  Mujer, no es para ponerse así, al fín y al cabo son niños y hoy es el día de su fiesta
-  Pero ¿la has mirado bien José Luis? Si da pena verla.
-  Ven aquí, Ana – el padre la rodeó con sus brazos y la estrechó contra su pecho no sin antes limpiarle las manos con un pañuelo – te portas como una niña pequeña y tu madre te tiene que regañar ¿porqué eres así de trasto? Eres la mejor de la casa y es una pena que los pequeños detalles sean los que te matan. Además que estoy pensando que ya no eres tan pequeña porque ¿cuántos años tienes?
Ana se quedó mirando a su padre con la admiración de siempre, era un padrazo y aunque alguna vez le caía una bronca, casi siempre era con razón
-  ¿No lo sabes?
-  No, lo siento pero no me acuerdo, aunque haciendo un poco de memoria tendrás, mas o menos, ¿trece?
-  ¡ Que va! Muchos menos. – Ana se separó de su padre y este la miró de arriba abajo sin dejar de tener una pícara sonrisa en su boca
-  ¿Doce?
-  Menos.
-  ¿ Diez?
-  Menos.
-  No se porqué me parece que esta señorita me está engañando – Jose Luis, el Médico de toda la vida de Medina del Campo la volvió a estrechar entre sus brazos y le dijo al oído - ¿tu sabes que los Médicos tenemos una forma infalible de saber la edad?
-  ¿Si? – Ana abrió sus ojos en un gesto de admiración - ¿de verdad?
-  Claro, solo tenemos que dar pequeños capones en los huesos de la cabeza y si estan duros es que tienes mas de ocho años y si nó es que eres una enana. ¿Me dejas probar?
La niña agachó la cabeza y el padre fue dando pequeños golpecitos alrededor de toda la cabeza y de vez en cuando soltaba pequeñas exclamaciones como : umm, no se, no se, creo que esta jovencita andará por los nueve años, aunque no estoy muy seguro porque si fuera así no tendría las manos tan pringosas, o sea que tendrá seis o siete porque las mayores se bañan y se quitan la porquería.
-  No vale, Papá, estás haciendo trampas porque has dicho que era por los huesos de la cabeza y no por otras cosas. 
-  Ya, pero si fueras de nueve años no te mancharías tanto de helado y sobre todo te mancharías, pero no haría falta que tu madre te regañase para lavarte, ¿no crees?
-  Si, pero Mamá lo que quiere es que me suba a casa y me bañe y si me voy mis amigas se van y cuando vuelva no las encuentro.
-  Eso si que no – D. José Luis se puso muy serio y frunció los labios como si estuviera muy enfadado – yo me encargo que no se muevan de aquí y que te esperen. Venga señorita, súbase a casa y en cinco minutos esté de vuelta. – Para animarla le dio un pequeño azote en el culo.
Doña María se acercó con una sonrisa en su cara y se agarró al brazo de su marido mientras exclamaba con gesto cansado
-  Hay que ver las cosas que hay que hacer para convencer a Ana que vaya limpia ¿verdad?
-  Si, pero los hijos que has parido son una auténtica bendición del cielo porque mira que son diferentes y ninguno nos ha dado nunca motivos para sentirnos mal y la  única mas así como respondona es esta y la pobre es muy trasto, pero tiene una mirada tan limpia que da pena hasta castigarla. Pero, bueno, lo importante es que se ha ido a casa a lavarse y sin enfados que hoy es un día muy especial.
-  Si, eso es verdad, porque si por mi fuera, se hubiera llevado un azote que lo estaba pidiendo a gritos, pero me alegro que estuvieras aquí porque sinó yo siempre soy la mala.
-  Venga mujer, no te pongas tan tétrica que te salen arrugas en la cara y hoy es un día de felicidad y de regalos, o sea que toma – D. José Luis sacó una caja estrecha del bolsillo de su chaqueta y se la entregó a la mujer de su vida, con la que llevaba un montón de años conviviendo. Ella, nerviosa, empezó a abrirla con la emoción reflejada en su cara y a los pocos segundos su boca se abrió en un gesto de sorpresa
-  Pero José Luis ¿te has vuelto loco? ¡Los pendientes que vimos el otro día en la joyería de Valladolid! ¡Que maravilla!. -  Doña María los puso en la palma de la mano y los contempló brevemente. Luego mirando a los ojos a su marido le dijo con naturalidad – ¿Sabes una cosa? Que te quiero mas que el primer día ¿qué te parece?
José Luis se mostraba ufano y con aire distinguido respondió
-         ¡Faltaría más! Pero que conste que no tienes ningún mérito porque eso nos pasa a todos – y sin más palabrería como buenos castellanos se levantaron y se fueron hacia la Plaza Mayor a continuar con la fiesta.




3 comentarios:

  1. Capítulo de transición pero, como siempre, perfectamente descrito. La madre es un pestiño de tía; que pesada !!!!
    El tema abuelos canguro es para comentar aparte......
    Bss y hasta el próximo

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  2. Vaya Capítulo mas corto... pero como siempre entretenido, tiene razón Merce la madre es un coñazo.... besos a todos...

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  3. El Tío Javier Belas9 de diciembre de 2013, 20:28

    Familia unida jamás será vencida. A pesar de lo pesada de la madre.
    Un abrazo a todos.

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