viernes, 8 de noviembre de 2013

EL TRIO DE DOS: CAPITULO 9


 Queridos blogueros/as: ¿Que tal? al mal tiempo buena cara y los íntimos me entenderéis por donde voy porque del verano para acá a la family parece que nos ha mirado un tuerto y por eso digo lo de al mal tiempo buena cara porque si no, casi no merecería la pena ni escribir, pero la vida sigue y nosotros también.
Acabo de leer este capítulo y reconozco que contando historias de niños me lo paso francamente bien y aunque ésta pueda parecer imposible, ya se ve que no lo es tanto y al final seguro que el chaval va y lo consigue. 
Merce tenías razón, me encuentro muy bien metido en el mundillo del pijerío, por lo menos me lo imagino así y tiene pinta de ser divertido y en este capítulo vamos por el mundillo diplomático que supongo que es igual que el otro pero por ahí, en Roma, París, etc..... En fin, lo mismo es una vocación perdida y donde me encontraría como un marqués, nunca mejor dicho, sería por ahí, pero ya se sabe que una cosa es lo que uno piensa y otra bastante diferente es lo que ocurre después, pero bueno, para eso es una novela y me invento lo que quiero.
Sigo escribiendo el final y ya os contaré, pero como siga por ese camino estoy pensando en cambiarme el nombre y ponerme un apellido sueco y ahí se queda el misterio ¿Que pasará? no tengáis prisa que quedan muchos capítulos hasta llegar a ese punto.
Un abrazo
Tino Belas



CAPITULO 9.-

 Los días en el colegio transcurrían con normalidad y eran pocas las conmemoraciones que merecían la pena. Unicamente el día de España se celebraba con brillantez y los preparativos comenzaban casi un mes antes. Todos los profesores se encargaban de programar alguna actuación de sus alumnos y cada grupo trataba de organizar algo original. La mayoría de los Profesores dictaban las órdenes oportunas para ejecutar aquello que habían pensado con anterioridad, sin embargo, algunos como D. Luis Agüero permitían opinar a los alumnos y se establecía una especie de consenso y se nombraban a unos coordinadores para la correcta realización del espectáculo elegido que, naturalmente, tenía que ser diferente cada año.  Para los niños, de edades comprendidas entre los siete y los diez años, aquello fue un ejercicio de democracia difícil de olvidar y todos intervinieron en un intenso debate que se desplazaba desde partidos de futbol entre alumnos y profesores hasta obras de teatro pasando por ideas que no fueron tenidas en consideración como un concurso de tartas o unos de pintura solo con imágenes del santos o aquello que se le ocurrió al hijo del Embajador de Filipinas en Roma que era un partido de balonmano entre niños sanos y deficientes mentales con la condición que los sanos se dejasen ganar y así le subiría la moral a aquellos otros que perdían habitualmente. Un pequeño grupo de la clase, al mando de Fernando, eran los encargados de dar el turno de palabra y de contar los votos a mano alzada de los doce estudiantes.
En esta ocasión, le tocaba el turno a Fernando Altozano, quien se puso de pié en el estrado e indicó a todos sus compañeros que hasta ese momento las intervenciones habían sido buenas, pero que él proponía la que, sin duda,  era la mejor de todas : “Yo propongo que convidemos al Papa para que venga al colegio, desayune con nosotros, diga una Misa y luego haga una especie de rueda de prensa en la que los niños le podamos preguntar todo lo que queramos ¿qué os parece?
Todas las manos se alzaron al unísono y hasta D. Luís aplaudió esta iniciativa.
Me parece que debe ser bastante complicado porque el Papa es un hombre muy ocupado pero se  le puede preguntar. El no ya lo tenemos y si viene sería una maravilla. ¿Quién se encarga de hablar con él para invitarle? – Don Luis paseó la mirada por toda la clase sin ver ni una sola mano levantada – ¿Que pasa que nadie se atreve a ir a verle?
Fernando levantó la mano y se ofreció voluntario, aunque no estaba muy seguro si lo conseguiría.
-   Bueno, tú inténtalo, que lo importante es la intención. Si no viene, ¡ que le vamos a hacer! Pero la intención es lo que vale.  -  D. Luis dio por terminada la clase, no sin antes recordarles a todos que ya podían irse preparando para trabajar si viniera , porque eso sería un acontecimiento histórico y no podían perder tan magna oportunidad.     
Al llegar a su casa y después de merendar un Cola Cao con unos bollos suizos que estaban impresionantes, Fernando comenzó con su diaria tarea de los deberes y en esas estaba cuando oyó la voz de su padre que entraba en la casa en esos momentos. Se levantó corriendo y sin atender a los requerimientos de Miss Elizabeth bajó las escaleras de tres en tres y casi se dio de bruces con su padre:
-  Hola papá, ¿te acuerdas que me debes un favor?
D. Fernando se quitó lentamente la gabardina, dispuso con lentitud el sombrero de ala ancha en el perchero que para tal efecto se encontraba en el fondo del amplio hall y con cara de sorpresa contestó.
-  No tengo ni la menor idea, pero si tú lo dices, será verdad. ¿ Qué me quieres pedir?
-  Yo creo que es un favor fácil para ti, pero me tienes que prometer que lo vas a cumplir ¿me lo prometes?
-  Hombre, depende de lo que sea, pero si está en mi mano, te lo prometo.
-  Bien – Fernando hijo, se quedó pensativo buscando la manera más fácil de hacerle a su padre partícipe de su promesa en el colegio – Tú eres el Embajador de España ante el Papa ¿verdad?
-  Verdad.
-  Entonces tú hablas con el Papa de vez en cuando ¿verdad?
-  Verdad.
-  Y si hablas con él es que eres su amigo ¿no?
-  Hombre, no hay que exagerar. Yo le conozco y he tenido oportunidad de verlo en alguna recepción a los Diplomáticos destinados en el Vaticano y hasta en dos o tres ocasiones hemos   tenido entrevistas de estado, pero eso no quiere decir que sea íntimo amigo, pero si lo que me preguntas es si lo conozco, te respondo: si.
-  Bueno, pues entonces lo que te voy a pedir está chupado. – Fernando hijo, se sentó en las rodillas de su padre, cosa que hacía siempre que quería conseguir algo - ¿ tú sabías que dentro de dos meses es la fiesta del colegio?
-  Claro, ¡ como no lo voy a saber! El 12 de Octubre es el día del Pilar y la Fiesta Nacional de España, ¿ves como lo sabía? Fijate si lo sabré que tu madre y yo hemos empezado con la lista de invitados para la recepción en la Embajada y es un lío de padre y muy señor mío porque son tantos los compromisos que no sabemos ni por donde empezar.
-  A mi me pasa igual – Fernando hijo puso cara de preocupación y sus ojillos se movieron de un lado para otro.
-  Si, ¿tú también tienes que dar una recepción en el colegio?
-  No, pero tuvimos un concurso de ideas entre todos los de mi clase y como la mía fue la mejor, me han nombrado para que organice la fiesta.
D. Fernando le miró fijamente a los ojos temiéndose lo peor - ¿ y que se te ha ocurrido para que ganaras el concurso? 
-  Se me ha ocurrido que podíamos invitar al Papa a nuestro clase, diría Misa, que para eso es el Papa y después organizaríamos un desayuno con porras y le podríamos preguntar lo que quisiéramos cada uno ¿ a que es buena idea?
El Padre miró con admiración a su hijo y en sus ojos apreció una enorme ilusión por organizar ese desayuno ; no quería fastidiarle sus planes, pero estaba convencido de la imposibilidad del proyecto y trató de razonar con el pequeño :
-  Mira, Fernando, la gente importante tiene siempre muchos compromisos y las invitaciones hay que hacerlas con muchos meses de antelación.
-  Jo, Papá, no exageres. Hoy nos ha dicho José Luis en la clase de religión que el Papa es el representante de Dios en la tierra y nos ha leído algo que es lo que me ha dado la idea y es eso que dijo Jesús un día que estaba enseñando por ahí y unos niños estaban jugando cerca y como molestaban, los apóstoles les echaron y entonces él no les dejó y les dijo dejar que los niños se acerquen a mí y si el Papa es Dios aquí, entonces no le quedará más remedio que decirnos que sí y además que quedan casi dos meses, o sea que si se lo dices, pues seré el más famoso del colegio y nuestra fiesta la mejor de todas
-  Ya, pero no te vayas a creer que es fácil. Tengo que solicitar una entrevista y no tengo ni idea si me va a recibir. Ya te digo que el Papa es una persona muy ocupada.
-  Bueno, pero tú se lo preguntas y si te dice que no, pues entonces ya veremos lo que hacemos.
-  ¿Y porqué no lo hacemos al revés? – D. Fernando analizó las diferentes posibilidades – solicitas tú la entrevista con el Papa y le pides lo que me has contado a mí, ¿qué te parece?
-  Bueno, a mí no me importa, pero la carta se la llevas tú y se las das en la mano ¿vale?
-  Querido hijo: no utilices esa expresión tan impropia de un hijo de un alto dignatario en la Santa Sede. Mejor dí, de acuerdo o perfecto, pero eso de vale, suena fatal, o sea que procura borrarla de tu vocabulario ¿entendido?
-  Si, Papá, me lo has dicho muchas veces y Miss Elizabeth también, pero se me escapa sin darme cuenta. Te prometo que no lo volveré a decir nunca más ¿vale? Jó, ya se me ha vuelto a escapar.
-  Venga, Fernando, ahora toca cenar y a dormir que mañana tengo un día muy ajetreado. Luego te veo.
D. Fernando, se sentó en un sillón alto de cuero negro, encendió la luz de una lámpara de pié de color dorado que se encontraba a su izquierda, abrió un libro de relucientes tapas de piel y se concentró en lo que allí escribía un filósofo alemán nada conocido pero al que le tenía en gran estima; había sido, de toda la vida, como el Ayudante personal de tres o cuatro Pontífices y en este libro describía sus impresiones sobre cada uno destacando del actual su amor a los niños y su sentido del humor que era enorme y siempre limitado por su cargo. Le encantaba que le contaran chistes, sobre todo de curas, y se reía de esa manera que solo los grandes hombres saben hacerlo.
D. Fernando Altozano con su pelo blanco escrupulosamente peinado con raya al lado, la camisa azul con pequeñas rayas blancas y una corbata azul turquesa y un pasador de la Cofradía de Pescadores de Zahara de los Atunes de la que era miembro honorario, se estiró la manga de la camisa haciéndose presente un gemelo de oro con el escudo del Club Náutico de la Tacita de Plata. Con su mano derecha, pulsó un pequeño timbre y al punto apareció en el amplio cuarto de estar la Basilia quien, con su cofia de finas puntillas, uniforme negro con guantes blancos y delantal haciendo juego con la cofia preguntó solícita:
-¿ Me llamaba el Señor?
-  Si, Basi, ¿me podría traer un jerez?
-  Si, Señor, enseguida.
La Basilia estaba en casa desde hacía por lo menos veinte años y ya había sido la doncella de la Abuela Regina. De edad indefinida, su discreción y saber estar se ponía cada segundo de manifiesto y era la doncella perfecta para un familia de clase media española que había subido en los últimos años de escala social, desde que D. Fernando decidió dedicarse mas a la política que a otras cosas. Basilia volvió con una copa de jerez en una pequeña bandeja de plata y la depositó en una mesa de caoba pegada al sillón de lectura.
-  Perdone, D. Fernando, pero la Señora me ha dicho que la avisara cuando llegase ¿quiere que lo haga?
- ¿Ya ha vuelto de la peluquería?
-  Si, Señor, hace por lo menos una hora y está en sus habitaciones.
-  Bien, no se moleste ya subo yo. Muchas gracias, Basi.
-  De nada, Señor, si desea algo más solo tiene que pedírmelo, que la Basi está para eso.
D. Fernando Altozano, cerró el libro, se ajustó la corbata y subió lentamente los escalones hasta el piso superior y entró en sus habitaciones.
Doña María Victoria Ortiz de Mendívil se encontraba sentada en el centro de una especie de recibidor, antesala de su dormitorio, leyendo una revista de modas con la cabeza introducida en un secador de pié que ocultaba unos hermosos “chichos” que le ocupaban prácticamente toda su cabellera rubia.
D. Fernando la besó en la mejilla mientras se preguntaba para qué había ido a la peluquería si ya se lo estaba quitando.
-  No, Fernando, no me estoy quitando nada, lo que pasa es que iba a la peluquería de “Césare” y solamente me han hecho las mechas porque estaba hasta arriba de gente y ahora me estoy arreglando un poco hasta que llegue el Embajador polaco y su señora.
-  ¡ Es verdad ! – Fernando se acordó en ese momento que tenía una cita con Miroslav Prosinsky a la que no se había podido negar a pesar de haberlo intentado en diferentes ocasiones – Menos mal que me lo has recordado porque se me había olvidado completamente. Entre tanta reunión con los representantes del Ministerio y la visita de Monseñor Anaya se me había pasado y ¡que le vamos a hacer! Cenaremos con el polaco y señora, gajes del oficio.
-  No pongas carita de pena porque siempre lo habéis pasado de maravilla y si nó acuérdate del día de Venecia las risas que pasasteis ¿te acuerdas?
-  Si, como no me voy a acordar, pero no por nada en especial sinó porque se empeñó en hablarme en español y no te puedes ni imaginar la cantidad de barbaridades que se pueden decir en poco tiempo. Fueron unas jornadas muy entretenidas y, además de divertidas, llenas de contenido, desde el punto de vista diplomático acuérdate que gracias a aquellos reuniones se firmó el tratado de adhesión con los países del Sudeste Asiático.
-  Si que a vosotros os vino muy bien, pero para las señoras fue bastante aburrido porque prácticamente todas conocíamos Venecia y estuvimos bastante solas en el hotel.
-  Bueno, Mariví, así es la vida diplomática. ¿Qué has preparado de cena?
-  Poca cosa porque ya sabes que el polaco, como tú le llamas, cena muy poco y su mujer es tan poca cosa que con una hoja de lechuga la dejas llena, o sea que les vamos a dar unos aperitivos a base de queso, jamón y chorizos hispánicos, pastel de cabracho y unos escalopines al oporto que me imagino que les encantarán.
-  Seguro – Fernando se levantó y bajo a la bodega donde buscó cuidadosamente un vino que fuera acorde con la cena y encontró un rioja del 82 que, si salía bueno, haría las delicias de los comensales. Se lo dio a Basi para que lo fuera abriendo y se ocupó de ordenar un poco los papeles de la mesa de su despacho, haciendo tiempo hasta la llegada de la visita.
María Victoria Ortiz de Mendivil apareció en el amplio cuarto de estar deslumbrante, como siempre, lo que provocó un silbido de admiración de su marido que no tuvo mas remedio que levantarse y acudir hacia ella besándola en la frente y exclamando con el amor que la profesaba: -  Yo no se lo que haces, pero cada día te encuentro mas atractiva.
-  Gracias, debe ser la buena vida que me das.
Fernando se volvió a sus papeles mientras Mariví ordenaba algunos centros de flores y llamaba  a Basi, repasando con ella todos los detalles de una mesa puesta con gusto refinado. Los cubiertos de plata de ley y las copas de cantos dorados destacaban sobre una vajilla de vivos colores. El mantel de hilo y las sillas de caoba conformaban un ambiente acogedor con un pequeño toque intimista en un comedor iluminado por dos candelabros con velas azules situados a ambos lados de la mesa rectangular.
Fernando se acercó por detrás y le dio un beso en la nuca mientras la felicitaba por su habilidad para preparar una recepción adecuada.
-  Por cierto, ¿sabes que tu hijo Fernando quiere invitar al Papa a su colegio para que diga una Misa y desayune con ellos el día de la Hispanidad?
-  ¡Qué me dices! - en su cara se reflejó una cierta admiración por su hijo mayor, aunque también algo de prevención por esas ideas que, de vez en cuando, salían de su pequeña cabeza-
y ¿tú crees que el Papá aceptará?
-  No tengo ni idea. Supongo que no, porque el día de España es dentro de dos meses, pero si logra explicarle lo mismo que a mí lo que quiere, me da la impresión que su Santidad no va a tener mas remedio que ir o inventarse una buena excusa porque le deja pocas salidas.
-  ¿Y tú le puedes ayudar?
-  Voy a intentarlo, aunque supongo que no será nada fácil, pero por hablar con su Secretario no se pierde nada.
-  Y si hablara Fernando directamente ¿no sería mejor?
Fernando, su marido, la miró con esa confianza que dan los años de convivencia y los dos se rieron al unísono
-  ¿ Que pasa? ¿qué ya se lo has propuesto tú?
-  Exactamente, Princesa, eso es lo que le he dicho y no parece que le desagrade la idea. Ya sabes que tu niño ha salido a ti y no se detiene ante nada ni ante nadie y cuando se lo he propuesto me ha respondido tranquilamente que bueno, que por él no hay ningún inconveniente; Ya sabes que la inconsciencia de los niños pude adquirir tintes insospechados, pero desde el punto de vista práctico y a efectos de la diplomacia española sería un golpe de efecto de lo más espectacular

D. Fernando comentó que era difícil encontrarse con el Secretario Personal de su Santidad, pero que haría todo lo posible por charlar con él en la reunión de la Comisión Permanente que se celebraba mensualmente y así lo hizo.

3 comentarios:

  1. El Tío Javier Belas9 de noviembre de 2013, 0:27

    Muy bien Tino. Describes de maravilla todo lo relacionado con la vida en una embajada. No sé si el Papa irá al colegio o no pero Fernando lo intentará hasta el final. Cuando he leído el capítulo me ha dado la impresión de que el autor ha sido embajador por el dominio de la materia.
    Un abrazo

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  2. El dominio de Tino de todos los ambientes es alucinante; seguro que si escribe sobre la vida en la cárcel, lo bordará (y no la ha olido en su vida !!!!).
    Esto está estupendo; no tengo la menor duda que, Fernando, que es una chaval que apunta muy alto, conseguirá que vaya el Papa a su cole. Eso está cantado
    Bss y hasta la semana que viene
    Merce

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  3. Que intriga.... conseguirá el niño que vaya el Papa a su cole???? la verdad es que parece que has vivido toda tú vida como diplomatico, que dominio!!!!! Besos.

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