domingo, 9 de diciembre de 2012

LA ENFERMERA RURAL:CAPITULO 21




 Queridos blogueros/as: Lo primero es felicitar a una de las blogueras de las de verdad porque ha sido bloguera desde el primer día que no es otra que mi hermana Paloma porque ya no es soltera, como hasta ahora, si no Sra de Fontanals, o sea que enhorabuena y felicidades a ti y a Don Federico, tu señor esposo y espero que a pesar del cambio de estado civil, sigas siendo fiel como hasta ahora y dile de mi parte a tu Señorito que si, que ya lo se, que no sea tan pesado que ya se que le debo un reloj. Lo dicho, enhorabuena y a seguir con lo nuestro.
Y así como quien no quiere la cosa, David y Sofía se nos han ido a Mali, como si fueran españoles por el mundo. Eso si, mas comprometidos, pero casi igual y ya se va acercando el final, todavía quedan me parece que son cinco capítulos, pero ahora parece que empieza la movida.
Un abrazo para todos
Tino Belas



CAPITULO 21.-

La verdad es que la última semana se podría decir que había sido de infarto. Lo primero cuando David anunció a Sofía que tenía una reunión en la capital y pensaba que sería para destinarlos a otro sitio. David se levantó una mañana temprano y cuando se iba a despedir de su novia, ésta casi entre sueños, le confesó que tenía algo muy importante que decirle, pero que lo reservaba para la vuelta.
David no estuvo mas de dos horas en la capital, tiempo mas que suficiente para que los responsables de Médicos sin Fronteras para América le comunicaran que estaban encantados con su trabajo, pero que era mucho mas necesario en Mali, donde intentaban organizar algo parecido y para eso les parecía que David era la persona indicada y casi sin dejarle ni respirar le dieron dos pasajes para que en el plazo de veinte días se desplazaran, él y Sofía, al país africano y se hicieran cargo de toda la organización del nuevo dispensario.

En las casi cuatro horas de camino de vuelta, David tuvo tiempo de pensar en toda la labor desarrollada durante aquellos años y valorar, aunque fuera de manera superficial, la importancia de su trabajo en aquella región. Habían sido unos primeros meses terribles de trabajo, pero el esfuerzo había merecido la pena y ahora que parecía que todo iba sobre ruedas, lo cambiaban de país y encima se lo vendían como un premio. En fin, veremos como se lo toma Sofía, pensó mientras se bebía su tercera Coca-Cola. La carretera se iba estrechando cada kilómetro que pasaba y al terminar de subir una empinada cuesta, se encontró en el horizonte con los reflejos del tejado del dispensario. Sonrió aliviado y aceleró para llegar cuanto antes y que Sofía le confesara el secreto que le tenía reservado.

-         ¿Qué tal tu excursión a la capital? – preguntó Sofía con cara de preocupación
-         Muy bien
-         ¿A que sitio nos mandan ahora?
-         ¿Cómo lo sabes?
-         Hombre no hace falta ser muy lista para imaginárselo
-         La verdad es que yo no tenía ni idea, pero has acertado de pleno. Nos mandan a organizar otro dispensario en Africa
-         ¡Africa! – Sofía extendió los brazos y se acercó a su novio – o sea que vas a tener un hijo africano
-         ¡No me digas! ¡De verdad! ¿estás embarazada?
-         Si, ayer hice la segunda falta, o sea, querido que estoy de dos meses y como una rosa
-         En eso estamos de acuerdo, como una rosa no, como un rosal.

Mali era todo lo contrario que el país del que procedían. Hicieron el viaje en vuelo directo hasta París y desde allí, sin pisar en ningún momento suelo español, llegaron a su lugar de destino después de casi veinticuatro horas de viaje. Como en todas las ocasiones, un Delegado de Médicos sin Fronteras, les esperaba en el Aeropuerto. Portaba un banderín de la Organización por lo que le localizaron rápidamente. Con varias maletas como equipaje se desplazaron hasta Losmanan, una aldea en pleno desierto donde al parecer, de momento era solo un proyecto, se iba a instalar un Dispensario. Según opinión del Delegado, tenían el dinero, tenían los planos y solo faltaba el último trámite legal para iniciar la construcción. Ese permiso dependía del Ministro de Finanzas y ya estaba todo hablado, pelro faltaba la firma.

Desde lo alto de una duna David observaba lo que sería el emplazamiento del futuro Dispensario. A la derecha y unidos por un camino serpenteante, un pequeño oasis con varias tiendas distribuidas de tal manera que hacían la forma de una T. Entre ambas zonas habría unos trescientos metros. Según el Delegado la zona de la izquierda en la que solo había una tienda grande, sería el futuro Dispensario. Lo construirían con una especie de ladrillos de adobe, con un techo novedad en el desierto a base de tejas que había regalado una fábrica de Arévalo. Era el único material que faltaba por llegar y el resto ya se encontraba apilado un poco más allá. Los encargados de la construcción eran todos los que vivían en las tiendas de la pequeña aldea que se habían desplazado hasta allí en los últimos meses al enterarse que había la posibilidad de conseguir un empleo, aunque fuera para unos meses. Como todas las emigraciones en el desierto, se hacían con toda la familia y cargando con los pocos enseres que disponían. David y Sofía se miraron con angustia y ante la ingente labor que se les avecinaba, juntaron sus manos y con decisión se volvieron al jeep y con un “vamos allá” emprendieron el pequeño recorrido hasta la aldea.

Fueron recibidos como héroes porque todos eran conscientes que su llegada era el inicio del trabajo que llevaban meses esperando. Los hombres mostraban sus pordioseras dentaduras mientras las mujeres se habían vestido con sus mejores galas, entre las que destacaban algunas túnicas de colores muy llamativos. A los niños alguien les había suministrado banderines con los colores de España y también estaban distribuidos por el camino y acompañaban al jeep hasta que este se detuvo en lo que parecía la tienda principal. Allí les esperaba Mohamed Alhauin, un hombre de edad indefinida, ojos de un color mas negro que su piel, cara surcada por importantes arrugas y movimientos como muy señoriales. Se acercó a los componentes de Médicos sin Fronteras y después de una profunda reverencia les ofreció te como el mejor presente. Hablaba un castellano casi perfecto, para algo había sido durante quince años sargento de regulares en los tiempos que éstos patrullaban por las tierras de Ifni y aunque pertenecía a una tribu nómada conservaba modales claramente continentales. Saludó con un fuerte apretón de mano a los hombres y besó la mano de Sofía mientras la exploraba con penetrante mirada.

-  Bienvenidos a su nueva casa en Mali.
-  Gracias – contestaron los recién llegados.
-  Considérense como si estuvieran en España, aunque naturalmente la tierra que nos rodea no se parece en nada.
-  Muchas gracias
-  Si lo desean, pueden pasar a mi tienda y tomamos algo sólido, que me imagino que vendrán con mucha hambre
-  La verdad es que si – contestó David adelantándose a que contestara el Delegado que por la forma en que se saludaron parecía que se conocieran de toda la vida.

Primero fueron a dejar sus cosas y descansar algo en la tienda que les había sido asignada. Cuando entraron aquello parecía un auténtico palacio de los que salen en las películas. Grandes lámparas iluminaban la tienda que se encontraba absolutamente alfombrada sin que en ningún momento pareciese que estaba instalada en el desierto. Era lo que ahora se llamaría “un loft” pero ubicado en el desierto. Como recibimiento y además de una gran mosquitera, habían depositado en el centro de la amplia cama una suculenta bandeja de frutas. A ambos lados de la cama unos hachones daban la luz suficiente como parecer que estaban en penumbra. La cama tenía una colcha totalmente bordada con unos motivos del desierto y unos cojines de múltiples colores tapaban las almohadas. Toda la tienda olía a incienso mezclado con el olor que desprendía el cordero que se asaba en un fuego cercano. Al lado de la cama depositaron los pocos enseres que había llevado y se dispusieron a pasar la noche. Casi no tuvieron ni tiempo para pensar que es lo que les había pasado. El ajetreo del viaje, el embarazo de ella y el cambio de clima, les provocó un gran cansancio y según se tumbaron en la cama se quedaron profundamente dormidos durante al menos doce horas.

El calor y el intenso sol del desierto les hizo despertarse casi a la vez, victimas de la luz que penetraba por cada centímetro de la amplia tienda.

El sonido de la gente que pasaba por los alrededores, el ruido de las caballerizas, el repique de una campana y los gritos de los vendedores ambulantes les hicieron prestar más atención y enseguida se dieron cuenta del sitio en el que se encontraban. Para levantarse y no tener que utilizar sus ropas, les habían preparado unas amplias chilabas que les quedaban como si se las hubieran hecho a medida. Unas pantuflas de color azul con ribetes dorados completaban toda su indumentaria. Así, de esta guisa asomaron la cabeza por la tienda y nada mas hacerlo, como si fuera el toque de arrebato, todo el campamento se rindió a sus pies dispuestos a hacer lo que le mandara su nuevo Director.

Rápidamente acudió un emisario del Jefe de la Tribu para decirles que les estaba esperando para comer. Fueron hasta su tienda y otra vez el cuento de las  mil y una noches. Los hombres de la tribu se habían vestido con unas chilabas de un blanco inmaculado, algunas mujeres repartían sonrisas entre los presentes, las viejas cocinando para todos, con varias ollas que suponíamos serían para que las fueran limpiando y preparando para la comida y chiquillos, muchos chiquillos que deambulaban por todas partes.

Desde el fondo de “la Jaima” el Jefe les saludaba mientras daba buena cuenta de una pata de cordero recién hecha.

-  Buenos días, mis invitados ¿Cómo están? ¿han dormido bien?
-  Mucho mejor de lo que pensábamos - contestó David con prontitud.
-  Supongo que no habrán comido y por eso les tenemos preparado de todo. Como no sabía si les gustaría lo de nuestra tierra, he dado orden que tengan también preparado algún producto europeo como éstas judias tiernas, pero espero que nuestra comida sea de su agrado
-  Seguro que si – esta vez contestó Sofía.

Comieron muy lentamente, contaron historias de los indígenas en Honduras de donde procedían y poco a poco fueron cambiando de tema hasta llegar al que les ocupaba y les preocupaba que no era otro que el del Dispensario.

Para el Jefe de la Tribu no había ningún motivo de preocupación, los materiales estaban llegando y lo único era construir cuanto antes para comenzar a atender enfermos, aunque como todavía no está todo lo necesario lo mejor - comentó el Jefe -  es que hasta entonces hagáis de Médicos en un almacén próximo.

-  Para mañana por la  tarde está prevista una reunión entre vosotros y el constructor para tratar temas de interés mutuo, sobre todo para que vosotros nos digáis, como profesionales en la materia, unos planos de acuerdo con vuestras ideas y en base a nuestro material trataremos que se puedan adaptar a lo que tenemos. Si faltara algo, habría que comprarlo y el almacén más próximo está en Onganá, a casi tres horas de coche de aquí. Pero lo importante es que estéis aquí y podamos ir iniciando nuestro proyecto.
-  ¿Cuánta gente se calcula que tendremos que atender?
-  Depende de la cantidad de curaciones que consigáis. Aquí la gente no es que no tenga confianza en los Médicos, es que no saben ni que existen, o sea que os tendréis que ganar su confianza. Seguro que los hechiceros estarán vigilantes, pero si curáis a los enfermos, no tendréis problemas.
-  Bien – David se acordaba de su misión en América – no es necesario saber el número, mejor sería que si, pero si no se puede no pasa nada. Lo primero que tenemos que pensar es donde vamos a vivir nosotros y una vez que lo sepamos, llevar allí nuestras cosas.
-  Eso está resuelto – El Jefe dirigió su mirada hacia una duna próxima donde varios hombres estaban entregados a la tarea de levantar una tienda – esa será vuestra casa mientras dure la construcción del Dispensario y lo único será saber, en su momento, si preferís vivir dentro de él o seguir en aquella otra.
Tanto David como Sofía se lo sabían de memoria: El Dispensario debe tener, como mínimo, cuatro salas de espera. A continuación dos despachos que no necesariamente tienen que ser grandes, además un quirófano que me imagino que vendrá prefabricado y dos salas de hospitalización, una de enfermos graves y otra para el resto. Dependiendo del presupuesto los niños deberían tener su hospital aparte, pero lo mas próximo posible al de los adultos. Necesitamos además, cocinas, lavandería y cuartos de aseo para evitar infecciones. En cuanto al material primero habrá que ver lo que viene y luego hacer un pequeño inventario. Si nos decidimos por vivir dentro del recinto que podríamos llamar “hospitalario” entonces tendríamos que tener, por lo menos dos viviendas mas, con entrada independiente que tendrán que ser un poco grandes para poder almacenar todo lo que nos hace falta, desde planos hasta material quirúrgico porque si se deja en el quirófano desaparece como si se lo hubiera tragado la tierra. Además para las oficinas de Médicos sin Frontera, tiene que haber a la entrada unas cabinas, diez o doce aunque no hace falta que sean muy grandes para información, campañas de vacunaciones etc…etc. Para terminar sería también interesante que dispusiéramos de algún lugar donde guardar los coches y algunos bidones de gasolina. Lógicamente tiene que estar techado y  permanentemente cerrado para evitar robos
 
-         ¿Cuánto dinero hace falta para todo eso? – preguntó el Jefe sin darle mayor importancia
-         Para eso tendría que hablar con nuestro coordinador porque de esos temas si que no tenemos ni idea
-         Bueno – El Jefe se rascó la nuca con una mano larga y huesuda – primero esperar que traigan vuestros materiales y luego valoramos lo que quede

3 comentarios:

  1. Primero felicitar a Paloma y Fede por su boda. Enhorabuena !!!!!. Con un poquito de suerte podemos tener otro fan en Fede....
    Bueno, esto sigue imparable y se empieza a vislumbrar el desenlace (como hemos empezado por el final se intuye por donde se une la historia).
    ¿No podrías alargarla un poquito?. Nos queda saber que pasa con los dos pretendientes del pueblo...!!!
    Genial, preciosa y muy requetebien escrita.
    Bss

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  2. El Tío Javier Belas11 de diciembre de 2012, 21:18

    Con eso de la boda me he retrasado en leer el capítulo, pero ya estoy aquí, ya lo he leído y como siempre me ha gustado. Otro cambio de América a Africa, ya tenemos a Sofía embarazada y a los dos dispuestos a trabajar en el dispensario. Algo importante tiene que pasar pronto. Es una pena que queden tan pocos capítulos, pero los leeremos todos y seguiremos escribiendo los blogueros de siempre. A ver si se anima alguno mas.
    Adiós a todos. Hasta pronto.

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  3. Bueno,que emocionante, empezar un dispensario nuevo y encima en Africa....
    La verdad es que yo me lo imagino así.... cuando empiezan en un sitio nuevo. QUE DIFICIL!!!. Bueno a por el siguiente. Besos.

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