domingo, 2 de diciembre de 2012

LA ENFERMERA RURAL CPITULO 20

Queridos blogueros/as: Ya ha pasado otra semana y continuamos con el serial de la Enfermera Rural. Esto empieza a parecerse a alguna serie televisiva con la suerte, para vosotros, que tiene final, aunque todavía faltan algunos capítulos.
Como siempre los seguiré enviando los fines de semana, unas veces los viernes por la noche, otra los sábados y algunos los Domingos, como hoy ("a sejún" que diría un gallego)
Como siempre espero que os guste y esta vez no lo comento porque todavía no lo he leído y naturalmente hace tanto tiempo que lo escribí que no tengo ni idea de que va. Se que el que tengo que copiar es el 20 y con eso voy que ardo. Ahora voy a eso de buscarlo en el pen drive, copiar, pegar etc....etc
Hasta la próxima y como hay que poner algo actual diré ¡Hala Madrid! que para eso ayer le ganó al Atletico de Madrid en el Derby regional. Estuve en el campo y papamos un frío que para que contarlo. De los políticos ni hablamos.
Un abrazo para todos y espero, como siempre, vuestros comentarios.
Un abrazo
Tino Belas  

Acabo de leer el capítulo de hoy y tengo la impresión que, como siga así, voy a escribir otra novela que se llamará el Cura Rural y a ver que pasa

CAPITULO 20.-

Sofía se agarró de la mano de David y ambos iniciaron una pequeña caminata acompañados por varios miembros de la tribu Iomara que les había ido a buscar al borde del camino. Desde allí y a través de un sendero que circulaba por lo más recóndito de la selva hondureña caminaban en fila india cuando el primero de la tribu que los precedía iba abriendo camino con la ayuda de un machete de grandes proporciones. Los demás iban detrás, despacio, con las camisas empapadas de sudor, con rozaduras en las piernas y unas ramas que hacían las veces de bastones. No se veía el final de tan estrecho camino, la selva parecía cada vez mas tupida y las ramas de los árboles se entrelazaban como queriendo evitar el paso de ningún blanco mientras se abrían al paso de los de la tribu. Cada pocos metros se detenían, bebían agua procedente de algunos árboles y continuaban lentamente su camino. Llegaron a una zona donde parecía que se acababa la selva, un enorme barranco les impedía seguir y allí se sentaron en espera de buscar alguna solución que llegó de la mano de dos componentes de la tribu que aparecieron con unas cuerdas que amarraron en algunos árboles y desde allí las lanzaron hacia las profundidades de aquel precipicio. Por señas indicaron a David y Sofía que comenzaran a bajar lentamente. Estos obedecieron con algo de miedo, pero a los pocos metros se abría como una amplia cueva. Penetraron y en unos metros estaban al otro lado de la montaña y desde allí a través de un suave descenso llegaron a la Tribu de los Iomara. Allí los esperaban todos los componentes de la Tribu, con su rey al frente que los recibió con un abrazo y grandes muestras de agradecimiento por haber sabido salvar la vida de su único hijo. Les cubrió con un manto de vistosos colores, un collar de flores en la cabeza y varios regalos de oro, entre ellos una especie de cáliz que haría las delicias de Jesús, el cura. Les besó en ambas mejillas y les acompañó al interior de una amplia choza en la que se distinguía una especie de despacho formado por una mesa y una sola silla. Al otro lado una hoguera mantenía el calor y un poco más allá una cama baja y en el cabecero dos cabezas de búfalo disecadas.
Les indicó que se sentaran en el suelo, atizó un poco las brasas y les invitó a probar el jugo de una especie de frutos, no muy bueno pero que se podía tragar. Era un licor llamado “el elixir del amor” y según el gran Jefe si se tomaban dos o más sorbos y luego la mujer se acostaba con el hombre que amaba, el embarazo estaba asegurado. Sofía le miraba divertida, mientras una chica morena con  los ojos como dos soles, le ofrecía la posibilidad de recibir un masaje dado con aceite de hígado de vaca. A los pocos segundos, el hechicero se acercó a ellos y les pasó un brazo por encima. Luego se separó y a los pocos metros, inició una danza que finalizaba coronado a la invitada con una corona de flores en acción de gracias por los favores recibidos.
A continuación comieron una vaca entera que se encontraba a un lado del campamento. Un ayudante del hechicero, partía con un machete los diferentes trozos de carne y los distribuía entre los asistentes. Todo el mundo, al recibir su ración, se sentaba en el suelo y comían con ansia. Eran Iomaras y se habían reunido allí para celebrar que Mulian había recobrado la salud y ya se encontraba entre ellos. Constituían un pueblo pequeño, que vivían de los productos del campo, alejados de cualquier ciudad, con una cultura propia y una forma de distribuir sus productos como muy artesanal.

Los niños aparecían por todas partes y estaba claro que eran felices. No disponían de ropa, la suciedad los embargaba, pero su sonrisa era permanente. Se acercaban con curiosidad a los dos hombres blancos y les agradecían con su sonrisa el regalo de caramelos que estos sacaban de sus bolsillos.

Las chozas se distribuían sin ningún orden, la más grande, la del Rey, estaba situada en uno de los laterales, mientras las otras se dispersaban por la amplia explanada. Eran todas prácticamente iguales y en la puerta de algunas se encontraban las viejas del campamento, indias con pinta de indias, modales de indias y vestidas de indias, sin ningún género de dudas. De vez en cuando se levantaban y con pasos lentos se acercaban a una hoguera que en el centro de la explanada calentaba una cacerola enorme  en la que se incluían arroz, trozos de carne, algo de verdura y unas cuantas ramas de un árbol selvático de conocido poder nutritivo

Poco después sentaron todos a una mesa hecha con troncos y disfrutaron de una opípara comida que terminó casi al atardecer.

A continuación las chicas más jóvenes entonaron una canción popular en agradecimiento a los Médicos blancos y un grupo folclórico bailó durante un rato mientras el alcohol se movía por todo el campo yendo de boca en boca. Cuando llegó la noche, Sofía y David se retiraron despidiéndose solamente del Rey y de pocos más, porque la mayoría llevaban horas soplando y no estaban para saludo protocolarios.

Llegaron a la misión bastante tarde, pero al encontrarse solos en la cama, se despertó la pasión y después de hacer el amor Sofía dándole un beso en la mejilla le avisó

-  Mira que si la bebida esa hace que me quede embarazada, estaría bueno
-  Déjate de tonterías y vámonos a dormir.
-  Te quiero
-  Y yo también
Se dieron la vuelta y se quedaron profundamente dormidos.

Por la mañana, se levantaron tarde, y se sentaron a tomar un café en la amplia terraza. El día anterior había sido muy duro y la cabeza se resistía. No era resaca porque tampoco era para tanto, pero si que estaba un poco incómoda. Sofía se tomó una aspirina mientras David bebía un vaso de zumo de piña. Tenían fiesta y no había prisa, aunque allí nunca había tal cosa. No tenían horario, pero estaban a disposición de cualquiera que necesitase sus servicios. Como no había consulta, no tenían necesidad de estar a una hora determinada, pero si que tenían que acercarse a ver a los pacientes, tanto a los crónicos como a los recién ingresados. Sofía y David, David y Sofía estaban sentados en la terraza con las manos entrelazadas oyendo los distintos sonidos de la selva. Muchos de los graznidos, trinos o rugidos les resultaban conocidos pero otros parecían haberse incorporado recientemente a la orquesta de sonidos. El sol comenzaba a calentar como todos los días y el calor se aproximaba.

Después de pasar visita y dar algunos consejos sobre los diferentes tratamientos, la pareja se sentó en el jeep y a continuación se despidieron  de sus empleados con una amplia sonrisa e iniciaron su excursión hasta el Lago Saulito. Allí les esperaba el Padre Jesús para ir a conocer su Misión y de paso  el lago en su vertiente norte que, por lo visto, era un lugar maravilloso.

Tardaron casi tres horas en llegar por una especie de camino que en su día estuvo asfaltado y ahora era una sucesión de baches que ocupaban toda la calzada. Se perdieron tres o cuatro veces, pero a base de preguntar llegaron a su destino.

El Padre Jesús les recibió con la mejor de sus sonrisas. Para la ocasión se había puesto una especie de camisa larga blanca, con su inseparable cruz en el pecho y unos pantalones azul marino con amplios bolsillos a los lados de las piernas. Calzaba una deportivas de color indefinido con calcetines blancos.

-  ¿Que tal la excursión hasta ahora?
-  Muy bien, contestó David – pero esto está en casa Dios.

El Padre Jesús se rió

-  Luego decís que me meto con vosotros – el Padre les dio unos besos a ambos en las mejillas – ya sabes lo que te voy a contestar ¿no?
-  ¿He dicho alguna irreverencia? – David miraba a Sofía con cara de sorpresa
-  No, pero claro que esto está en casa Dios porque Dios está presente en todos lados y este es uno de ellos.
-  Ya empezamos
-  No te preocupes que ya habrá mas en el transcurso del día ¿Queréis ver la Misión?
-  Claro, para eso hemos venido – Contestó Sofía mientras se quitaba el sombrero y las gafas de sol.
-  Venir por aquí.

El Padre Jesús se dirigió a una especie de barraca grande, con el techo hecho de una especie de entretejido de grandes hojas de color verde y uno gruesos troncos que les servían de apoyo. No había puertas, ni ventanas y todo estaba al aire libre. Don Jesús iba recorriendo las diferentes salas enseñándoselas a sus ilustres visitantes. La primera era la escuela con sus bancos de madera hechos con troncos y anclados al suelo colocados enfrente de la pizarra que hacia las veces de separador entre esta zona y la siguiente que era la Iglesia propiamente dicha. Un pequeño altar con su envoltura completamente blanca, encima una cruz de considerables dimensiones como queriendo abarcar a todos los bancos circulares que lo rodeaban. Cada tres metros, un espacio que hacía las veces de pasillo y a continuación bancos y mas bancos.

El siguiente espacio solo disponía de una especie de taburete en el centro y mucho espacio sin amueblar en los aledaños

-  Esto, aunque parezca mentira es lo que yo llamo la escuela de Padres e Hijos. Aquí nos reunimos unos días con los padres y otros con los hijos y hablamos un poco de todo. Yo empiezo con un tema determinado y luego son ellos los que lo continúan exponiendo cada uno sus preocupaciones. Ayer el tema fue sobre el matrimonio y asistieron por lo menos cien parejas de todas las edades, yo creo que ha sido el día que he tenido más concurrencia desde que llevo aquí. Yo mismo me quedé sorprendido y no os podéis imaginar como piensa la gente.
-  ¿Pero creen en el matrimonio?
-  Algunos si, los católicos creemos en el sacramento de Matrimonio, pero piensa que aquí la mayoría no son católicos y aunque no practican ninguna religión tienen mucho sentido común y lo expresan en cuanto pueden.
-  ¿Son agnósticos?
-  Yo no me atrevería a decir ni eso. Yo creo que no son nada porque nadie les ha explicado nada. Fijaros en el medio en el que viven. Bastante tienen con mantenerse vivos. Si, algunos creen en extraños dioses muy poco conocidos, pero la mayoría no tienen ningún ideal. Saben que tienen que estar aquí hasta que se mueran y lo único que hacen es sobrevivir ¡que ya es bastante! Ah y proteger a su pareja y a sus hijos si llegara el caso que se encontraran en peligro, pero a los dieciocho años si no la has encontrado, el Rey te busca una y o la nombras tu pareja o te tienes que ir del campamento hasta que encuentres otra.
-  ¿y se van muchos?
-  Que yo sepa ninguno. Todos acaban encontrando pareja y así viven juntos en el campamento.
-  Menudo lío
-  ¡Que va! Mucho mejor que en España porque aquí en el momento que se emparejan se les da todo hecho. Los hombres lo único que tienen que hacer es cazar para la Comunidad y las mujeres preocuparse de tener preparado todo para cuando vuelvan sus hombres
-  O sea igual que en España, las mujeres en casa y los hombres por ahí
-  Si, la diferencia es que aquí – el Padre Jesús se queda mirando fijamente a Sofía -  llevan fatal lo de la infidelidad y si alguien pretende conquistar a la mujer de otro puede ser llevado al Consejo y con un poco de suerte se lleva treinta o cuarenta latigazos y hasta podría ser expulsado para siempre de esta tierra.
-  Así es fácil que nadie ponga los cuernos a nadie – David no dejaba de comer.
-  Bueno y ya sabes lo que pasa, David – el cura insistía – Muchas veces los hombres no pueden resistir sus tentaciones y si encuentran alguna en las mismas circunstancias se puede producir ese encuentro, pero es difícil,

Sofía intentaba hacerse una pulsera con una raíz que se había encontrado

-  Entonces los que no son católicos, ¿no se casan?
-  Claro, como se van a casar si no creen
-  No se, en España hay mucha gente que se casa por la Iglesia y no creen en nada
-  Pues muy mal, porque si no crees parece como bastante cínico
-  Ya – Sofía terminó su pulsera – pero muchas veces está la familia por en medio y no es tan fácil.
-  Bueno, vamos que vais a ver la joya de la corona, lo mejor de esta Misión. Venid conmigo

Caminaron no mas de veinte metros y se acercaron a una choza, está si cerrada a cal y canto. Penetraron y en un espacio de unos cinco o seis metros cuadrados, se encontraba a un lado el Despacho Parroquial una mesa de medio metro con un cajón, una silla y una antigua Hispano Olivetti todavía en funcionamiento y al otro el dormitorio consistente en una cama mas bien estrecha y una tabla como cabecero en la que se acumulaban varios periódicos antiguos, algún Misal de tapas roídas por el paso de los años y una fotografía del Padre Jesús con sus padres. Un pequeño crucifijo completaba la decoración. Al fondo una pequeña cocina con un barreño que hacía las veces de lavaplatos.

-  Y este es mi cuarto ¿Qué os parece?

David fue el primero en dar su opinión

-  La verdad es que me parece un poco pequeño
-  ¿De verdad? – el Padre Jesús le miraba con cara angelical – a mi me parece mas que suficiente. Aquí me he dado cuenta de la cantidad de cosas que nos sobran y sobre todo de que para ser feliz lo único que se necesita es estar a bien con Dios porque como El dijo lo demás se te dará por añadidura y es verdad. Lo mejor tiene que estar dentro de ti y a partir de ahí todo va saliendo solo.
-  Es una manera de pensar como otra cualquiera – David nunca había entendido que pintaban los Misioneros en toda esta historia -  Si entiendo que puedes hacer una labor de ayuda hacia los mas necesitados, eso por supuesto, pero de ahí a irles explicando a toda aquella gente que no tenía absolutamente nada que había un Dios por ahí que los estaba mirando y sabía de sus necesidades etc..etc, eso si que me parece muy difícil de explicar.
-  Tienes razón, David – el Padre Jesús intentaba contestar a David mientras cerraba la puerta de sus aposentos privados pasando una cuerda a través de una palanca situada por fuera de la puerta – Tu no puedes llegar aquí y hablarles de Dios el mismo día que llegas. No, tienes que ayudarles poniéndote a su altura, conociendo sus problemas, siendo uno mas y pasados unos meses cuando ya tienes confianza entonces ya puedes empezar a introducir el tema de la Religión, pero muy poco a poco. Ellos tienen que saber que la razón por la cual estás aquí es porque existe ese Dios y así van entrando por el aro.
-  ¿Cuántas personas vienen a esta Misión? – preguntó Sofía
-  Pues mira, al colegio vienen todos los días unos cuarenta y cinco niños y niñas, después hay clases de cultura general  para adultos que vendrán unos cien o ciento veinte dos días a la semana, a la Escuela de Padres vendrán unos treinta y los Domingos suelen venir unos cuatrocientos, pero en cuanto se acaba la Misa la mayoría se vuelven a sus casas porque les lleva mucho tiempo venir.
-  ¿Y todo eso para ti solo?
-  Si - el cura Jesús se rió abiertamente – para mi solo porque la misión más cercana está a casi trescientos kilómetros de aquí y sería difícil echarnos una mano mutuamente.
-  Total que aburrirte no te aburres
-  Por supuesto que no.

Jesús se puso una gabardina vieja sobre los hombros y se acomodó en la parte de atrás del Jeep de Médicos sin Fronteras.

-  Vámonos y en menos de un cuarto de hora estaremos en uno de los lugares mas maravillosos del mundo y encima no lo conoce nadie. Estoy seguro que os va a encantar.

David arrancó y por una pista bastante bien conservada avanzó en línea recta hacia una montaña, el volcán que hacía años que había perdido toda su juventud y se encontraba sin actividad. Lo rodeó por el lado derecho y al fondo el mar, un mar azul que rompía a escasos metros de la playa provocando pequeñas olas de espuma blanca que terminaban descansando en un espacio interminable de arena suave. De cuando en cuando una palmera se doblaba llegando con su copa casi a rozar el agua. El día era limpio y claro, el sol calentaba de tal manera que era necesario permanecer a la sombra y el agua se mostraba tan apetecible que era imposible resistirse a sus encantos.

Los tres se metieron en el agua y permanecieron durante más de una hora charlando sentados en el suelo. El Padre Jesús era un experto nadador y de vez en cuando desaparecía nadando a base de mover los brazos y los pies con velocidad vertiginosa y a los pocos minutos volvía para retomar la conversación

-  ¿Por donde íbamos?
-  No te hagas el despistado que lo sabes de sobra – contestaba Sofía mientras se movía mojándose todo su cuerpo
-  Bueno pues lo que os decía – Jesús mostraba una dentadura perfecta -  No es una cosa que tengáis que hacer hoy o mañana, ni mucho menos, pero creo que legalizar vuestra situación es bueno para vosotros y  por supuesto mucho mejor ante los ojos de Dios. Ahora estáis disfrutando de vuestra maravillosa juventud y os parece que nunca vais a tener un problema, pero nadie lo puede saber y vosotros tampoco. Imaginaros por un momento que cualquiera de los dos fallece
-  ¡Que bestia eres, Jesús!
-  Bestia ¿por qué? Es algo que puede suceder y vosotros como profesionales de la Medicina lo sabéis mejor que yo. Os pasa algo y tú por ejemplo no eres ni viuda. No eres nada y ahora, todavía porque no tienes nada detrás pero imaginaros que un día queréis tener familia que tampoco es tan raro, ¿Cómo quedaría ese niño? Fijaros lo que os voy a decir, ya no pensando en Dios o en cosas así, no, pensando simplemente en plan egoísta ¿no os dais cuenta que ahora mismo no sois nada? Eso es lo que quiero que penséis. Nada mas

De vuelta en el Jeep David tuvo tiempo para pensar en las palabras de su amigo, el Padre Jesús. Sofía se había quedado dormida y por el rabillo del ojo la observaba. Era guapa, delgada, con unos labios carnosos que invitaban a besarlos, el pecho hacía bulto en la camiseta que le quedaba algo ajustada y Sofía permanecía con los ojos cerrados. Estaba profundamente dormida y David la miraba con amor. La carretera no le permitía correr lo mas mínimo y sin embargo le daba pié para mirar a su compañera. Con las bromas llevaban ya unos años juntos y posiblemente tenía razón el Padre Jesús. Si que en varias ocasiones habían pensado en la posibilidad de casarse, pero siempre lo iban dejando pensando, sobre todo, en las familias. Sabían que antes o después volverían a España y entonces sería el momento de unir sus vidas de una manera oficial. Sin embargo, una boda de los dos con Jesús como oficiante y un testigo que podría ser Julio, también era una opción muy atractiva. No habría necesidad de comentárselo a nadie y boda más íntima imposible.

La verdad es que el cura tenía unos razonamientos absolutamente convincentes, lo último que pensaba era que les pasase algo, pero era evidente que les podía pasar y efectivamente Sofía no era ni viuda, ni casada ni nada y eso le preocupaba, claro que le preocupaba y en su mano estaba solucionarlo.

Casi sin darse cuenta llegaron a su casa y no tuvo más remedio que despertar a Sofía que continuaba dormida como un tronco.

-  Sofía, eh Sofía, despierta que ya hemos llegado.

Ella abrió los ojos con sorpresa al darse cuenta que estaba en la puerta de su casa

-  ¿Ya hemos llegado?
-  Si
-  Se me ha hecho cortísimo
-  Pues venga, vamos.

Bajaron del coche y se introdujeron en la casa. Casi sin solución de continuidad, se lavaron los dientes con rapidez y se metieron en la cama. David pasó su brazo derecho por debajo de la cabeza de Sofía y la atrajo hacia si

-  ¿Sabes una cosa?
-  Que
-  Que te quiero mucho
-  Y yo a ti también
-  ¿Tienes sueño?
-  Un poco  ¿y tú?
-  Yo no
-  ¿Y no estás cansado?
-  No
-  Pues deberías estarlo porque parece que la Misión está ahí al lado, pero está bastante mas lejos de lo que parece
-  Tienes razón, pero no estoy cansado- David la volvió a besar en los labios - ¿sabes que llevo todo el viaje pensando en lo que nos ha dicho Jesús?
-  Te refieres a lo de casarnos
-  Si
-  Y ¿que te parece?
-  Habría mucho que hablar pero en principio me parece que tiene bastante razón.
-  Yo creo que también.
-  Entonces ¿quieres ser mi mujer?
-  ¡Que cosas preguntas! Pareces tonto
-  ¿Quieres ser o no?
-  Claro que si, pero ahora me voy a dormir que tengo mucho sueño. Hasta mañana
-  Hasta mañana. Te quiero
-  Y yo a ti.


3 comentarios:

  1. El Tío Javier Belas3 de diciembre de 2012, 0:26

    Otra vez en la selva, pero muy a gusto. Me gustan tus razonamientos, que son muy lógicos, sobre los indígenas y la religión, sobre el matrimonio de la pareja etc. Quiero decir que describes muy bien la situación, lo que se ve, pero también los pensamientos de los personajes. Me está gustando todo mucho.
    Bueno, hasta el Sábado, aunque con la boda lo leeré seguramente el Lunes.
    Un abrazo a todos.

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  2. ¡¡ Que bonito capítulo !!!. Tiene de todo un poco y, para colmo, creo que Sofía se ha quedado embarazada por la pócima del brujo......¡¡ Que romántico !!!. Precioso, una descripción perfecta, con todo lujo de detalles y unas reflexiones interesantes.
    Sólo me queda una incógnita: ¿como volvieron de la tribu si a la ida tuvieron
    que descolgarse con una cuerda por un barranco?. Complicado volver...
    Capítulo intenso
    Bss

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  3. He vuelto!!!!! con todo los preparativos primero, luego la boda, el viaje las navidades.....en fin que hasta hoy no había tenido tiempo de seguir leyendo esta novela. ME ENCANTA!!!! este capítulo ha sido precioso, lo describes tan bien que parece que estas allí. Bueno voy a seguir leyendo para ponerme al día. Besos.

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