domingo, 4 de noviembre de 2012

LA ENFERMERA RURAL: CAPITULO 16


 Queridos blogueros/as: Otra vez metidos en faena y esta vez parece que va en serio y poco a poco van pasando los capítulos de esta novela y ya os aviso que tengo preparada la siguiente, o sea que todos los fines de semana tenéis que seguir con la tarea de leer un poco.
En lo personal ha sido una semana muy movida para mí, nos tuvimos que volver de Cedeira porque se murió Paco Lopez mi cuñado y marido de Ana Mary y hemos estado de velatorios, misas, entierros etc...etc y no he tenido tiempo material para grabar este capitulo y ya casi sin darnos cuenta vamos por el dieciséis. Animo que va quedando menos
Un abrazo 
Tino Belas



CAPITULO 16.-


Sofía se despertó temprano convencida que era un sueño lo que estaba oyendo. El silencio de la selva que, incluso había llegado a estremecerla por la noche, se había convertido en una especie de disco de música en el que se entremezclaban sonidos de todo tipo. Trinos de pájaros desconocidos se mezclaban con el viento a su paso entre los grandes árboles que se iniciaban en las proximidades de la casa, las ramas chocaban entre si provocando una auténtica guerra de sonidos. Parecía como si cientos y cientos de manos estuvieran llamando a la puerta de su vivienda. Era pronto y el sol ya inundaba toda la casa. Pequeñas ráfagas de viento movían los mosquiteros que flanqueaban todas las ventanas. David, desnudo sobre la cama, emitía leves ronquidos y auténtico calor. La noche, para ser la primera vivida en Honduras, había sido intensa. El deseo había ganado la batalla al calor y sus cuerpos se habían unido como tantas veces en España, pero con la novedad del intenso calor. Tanto que parecían flotar en un colchón de agua y menos mal que la cama era muy grande lo que les permitía dormir cada uno en un extremo sin ni siquiera tener la posibilidad de rozarse, si no era de manera voluntaria.

Rápidamente se deshizo el entuerto del desayuno porque nada mas sentarse en la amplia balconada apareció una señora de mediana edad, vestida completamente de blanco, envuelta su cabeza con un pañuelo blanco que hacía resaltar aun mas sus facciones negroides. Tendría unos cuarenta años, ojos negros grandes como las entradas a un túnel inmenso, boca gruesa, manos acostumbradas a  trabajar y un trasero que movía como si dentro de su cuerpo estuviera permanente sonando una cumbia hondureña. El acento no podía ser de otra manera

-  Buenos días, señores - saludó al pasar con la fregona por delante de David y Sofía.
-  Buenos días - contestaron al unísono los novios que se miraron con expresión de incredulidad.
-  ¿La conoces?
-  Si, estaba en la cocina cuando me levanté
-  Ya, ahora entiendo lo del desayuno

David sonrió

-  ¿Que pensabas? ¿que me había vuelto Arguiñano?
-  No porque se que te gusta cocinar, pero para preparar tan bien una bandeja, me parecía excesivo.
-  Es curioso, porque aunque no te lo creas, me había levantado para prepararte el desayuno y darte una sorpresa, pero cuando llegué a la cocina ya tenía todo más que preparado.
-  ¿Sabes como se llama?
-  Alma María
-  ¿Y va a venir todos los días?
-  Pues la verdad es que no le he preguntado pero por la manera de contestarme me da la impresión que va a estar siempre para lo que queramos
-  ¿Y eso?
-  Me dijo que vivía justo en la casa de enfrente y que la había contratado Ronaldo para que nos atendiera en todo lo que hiciera falta.
-  Pero tendrá un horario ¿no?
-  ¡Y yo que se!
-  Es que solo faltaba que viniéramos a echar una mano para ayudar a la reconstrucción del país y a enseñarles modos y calidad de vida y tuviéramos una esclava en casa.
-  Tampoco hay que exagerar, Sofía. Esta gente está muy acostumbrada a trabajar de sol a sol y para ellos no es una esclavitud sino una manera de ayudar a sacar adelante a toda la familia.
-  Ya, pero me tendrán que preguntar a mi, porque todo el día una señora paseándose por la casa, yo no la quiero ni loca.
-  Por eso no te preocupes.

Sofía se apoyó en la barandilla de la terraza y dejó correr su imaginación. Esta señora tendrá marido y posiblemente un montón de hijos y para subsistir necesita trabajar. ¡Que mejor manera que hacerlo enfrente de su casa! Y encima pagada por Médicos sin Fronteras que tenía fama de pagar bastante bien a sus empleados, sobre todo a aquellos que procedían de los países en que se instalaba. Seguro que sería servicial y honrada a carta cabal, de eso no tenía ninguna duda, pero de lo que no estaba seguro es si ella sabría mandarla para hacer las cosas de la casa. Sus dudas se desvanecieron en cuanto tuvo oportunidad de hablar con ella dos minutos.
Alma María se ofreció para tenerles preparada la comida todos los días y hacerle la casa cuando salieran todas las mañanas. Sofía no tendría que preocuparse para nada de las tareas domésticas, para eso ya estaba ella.

-  Bueno, ¿te has quedado tranquila?
-  Vamos a probar
-  Ya verás como todo irá bien, seguro – David la besó en la frente y se quedó con ella acostumbrándose al nuevo paisaje

A los pocos minutos, un jeep con el anagrama de Médicos sin Fronteras, apareció por el camino haciendo sonar insistentemente su bocina. Sofía y David recogieron sus respectivos maletines y salieron. Ronaldo con una sonrisa que invitaba a comenzar el día con optimismo les abrió la puerta del coche

-  Buenos días ¿Qué tal?
-  Muy bien, ¿has venido solo? – preguntó David
-  Si, el señor Julio parece ser que salió temprano para el consultorio
-  Muy bien, pues entonces vamos para allá sin tiempo que perder
-  Por el tiempo no se preocupe porque en cinco minutos estamos allí y sobre todo piensen que aquí se valora poco eso del tiempo libre porque desgraciadamente nos sobra a todos
-  Entonces que pasa ¿que la gente no tiene prisa? – Sofía intervino en la conversación mientras arrancaba el jeep y Alma María les decía adiós desde la puerta de su casa.
-  Efectivamente, la gente no solo no tiene prisa si no que no entiende al que la pueda tener.
-  Bueno, es una manera como cualquier otra de entender la vida – David se dio cuenta que el coche serpenteaba por el mismo camino que habían venido el día anterior. A los pocos minutos llegaron a lo que todo el mundo llamaba el consultorio que no era otra cosa que un barracón abierto en el que se acumulaban cerca de sesenta persona.
-  ¿Toda esta gente viene a la consulta? – preguntó un asombrado David
-  Posiblemente todos no pero la mayoría seguro que si
-  ¿Y llevarán mucho tiempo esperando?
-  Eso es imposible de saber porque muchos vienen a curas, otros a visitar a algún familiar que esté ingresado, otros a buscar medicinas y seguro que la mayoría vienen por conoceros, al fin y al cabo es el primer día y el último Médico se fue hace por lo menos tres meses.

Antes de iniciar la consulta dieron un pequeño rodeo para volver a contemplar las instalaciones. Todo era como muy pequeño y por lo tanto parecía fácil de controlar. Realmente, exceptuando su casa que estaría un poco más alejada, el resto estaban en una especie de semicírculo de no más de cien metros. En el organigrama que se tenían que plantear, todos los días al llegar tendrían que pasar visita, comprobar el estado de los pacientes ingresados e n el pabellón mas grande de todos con techo de Uralita, sin puertas ni ventanas, pero si con los huecos hechos como para ponerlas, algún día tendrían que operar y por la tarde se dedicarían a la consulta y siempre dejando un hueco para una posible urgencia

-  Y que no se nos olviden las visitas a domicilio - recordó David, mientras Sofía anotaba en una libreta todas estas cosas para, en su momento, tratar de organizar el consultorio y por lo tanto sus vidas.

Julio apareció muy sonriente con un niño como de seis u ocho años al que llevaba de la mano:

-  Buenos días: ¿que tal?
-  Muy bien - contestaron a la vez David y Sofía
-  ¿Os gusta mi mayordomo?
-  No está mal, aunque es un poco pequeño ¿no te parece?
-  No soy pequeño - contestó el chaval con absoluto desparpajo - mi padre dice que soy un hombrecito
-  Bueno, hombrecito, no te enfades - David le extendió la mano derecha - choca esos cinco

El niño le dio la mano y anunció:

-  Me llamo Ismael y se hacer de todo, aunque lo que mas me gusta y es lo que mejor hago es limpiar coches, o sea, que cuando quieran me llaman y les dejo el coche muy limpio
-  ¿Y cual es el precio? - preguntó Sofía mirando intrigada a aquel personajillo que parecía bastante mas espabilado de lo que sus ojos parecían demostrar.
-  Yo se lo hago gratis. Lo único es que me dejen un sitio donde dormir y algo de comer todos los días
-  ¿Y no cobras nada?
-  No, no hace falta
-  Pero ¿que van a decir tus padres?

El niño pareció recordar algún episodio desagradable porque su cara cambió bruscamente

-  Mi padre se fue con la guerrilla hace mucho tiempo y mi madre no tiene trabajo y en casa somos siete hermanos y no tenemos dinero
- Pues por eso necesitas cobrar una cantidad al mes y así ayudas a tu familia - Sofía le agitó los rizos que llenaban su cabeza.
-  Me parece bien, pero mi madre siempre nos dice que no se debe pedir dinero a los señores porque entonces no te dejan vivir en su casa.
-  ¿Y no puedes vivir en tu casa y venir a trabajar todos los días?
-  No - el niño contestó con rapidez
-  ¿Por qué?
-  Pues porque vivo muy lejos
-  ¿Si?
-  Si, ayer salí de casa, me escondí en un camión de reparto y llegué cerca de aquí. Después me metí en la caja del jeep del Tío Julio y aquí estoy
-  ¿Del Tío Julio?
-  Si - respondió el niño moviendo la mano de su protector - de éste
-  Bueno - Julio trataba de justificar su postura - cuando me bajé a echar gasolina me lo encontré debajo de la lona y con esa carilla no lo podía dejar tirado en medio de la selva. Me contó la misma historia que os acaba de contar y quedamos que, de momento, vivirá conmigo con la condición que un día me lleve a su casa y hable yo personalmente con su madre.

David como responsable del dispensario se vio en la obligación de recordarle que podía ser constitutivo de delito el hecho de quedarse con un niño en su casa.

-  No te preocupes porque mañana mismo me acerco a su casa y lo dejo todo arreglado.
-  Eso es lo que tienes que hacer si no quieres meterte en líos.

Los tres integrantes de Médicos sin Fronteras, acompañados de Ronaldo que cargaba con tres maletas grandes y de Ismael que ya se había agarrado por un lado de la mano de su Tío Julio y de la otra de Sofía, atravesaron el barracón donde estaba situada la consulta. La gente les abría paso mirándoles con curiosidad. Al fondo la consulta. Era un espacio grande, suelo de tierra, una mesa de madera hecha de manera artesanal, unas estanterías absolutamente desorganizadas y un armario blanco con puertas de cristal en el que se mezclaban hilos de sutura con jeringuillas a medio usar, botes de plástico, algunas gasas, vendas descoloridas y medicinas por todas partes. En la pared de enfrente, al lado de la puerta, un cuadro que representaba una puesta de sol en algún lugar del lejano oriente y una estantería con seis libros antiguos de Principios Básicos de Anestesia, Traumatología de urgencia, Nociones de Medicina Tropical, el Parto, Cirugía Básica y un manual para el tratamiento de la diabetes. Escasa biblioteca para tantos pacientes como se acumulaban en la puerta.




3 comentarios:

  1. El Tío Javier Belas5 de noviembre de 2012, 0:01

    Pensé que te habías olvidado del capítulo semanal pero ya veo que no has podido.
    Volvemos a estar en Honduras gracias al túnel del tiempo y parece que la llegada no ha estado mal y se les ve contentos en sus inicios. Hasta ha aparecido el tío Julito, que no sé por qué, me recuerda a otro de su mismo nombre je, je.
    Me sigue gustando la narrativa. Eres un artista.
    Desde Valladolid, un abrazo a todos.

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  2. En la línea habitual, entretenidísimo. Yo veo un argumento de película; está genial. Eres un profesional; podría ser una película de Garci.
    Podrías mandársela. lo malo es que la utilice y no te pague un duro.....jejeje
    Siento mucho lo de tu cuñado; un abrazo a Tere
    Bss

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  3. Otra vez a la selva, la verdad es que esta historia es de lo mas variada y entretenida y nos dejas en cada capítulo con la miel en la boca.... Deseando leer el siguiente para ver donde se encuentran. Besos.

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