Queridos blogueros/as: Este capitulo me parece que es mas interesante que alguno de los anteriores y ya se ve como se mueven los protagonistas y como es capitulo par nos vamos del pueblo y volvemos a la aldea que tampoco está tan mal.
Yo, como diría Alfonso Ussía, esta mañana estoy un poco liado
y como, casi todo el mundo como es Domingo por la mañana, me toca gim, haré un poquito de spinning, si se tercia unos minutos de kim-boxing, algo de running, y terminaré con ejercicios de jumping y después de la ducha en casita que está mucho mejor que la del gim, iremos a Misa que es a lo único que todavía no le hemos cambiado el nombre
Good bye, blogueros/as
Tino Belas
CAPITULO
18.-
Julio
se despidió y salió de la estancia acompañado de su mayordomo Ismael y de
Ronaldo que iba hasta el coche para volver con más material. Sofía y David se
quedaron solos y se miraron con un gesto como diciendo:”aquí tenemos mucho
chollo” En un perchero había varias
batas blancas, se colocaron dos y cuando iban a comenzar la consulta apareció
una chica joven que se presentó como Tania, también llevaba una bata blanca y una lista en la mano derecha
- ¿La puedo ver? - preguntó David
- Claro, faltaría mas, pero no va a entender
nada
- ¿Y eso?
- Porque es una lista que hago yo a mi manera.
- Bien, bien, no te preocupes - David se dio
cuenta que la joven no tenía ningún interés en que nadie se metiera en su
terreno - empieza a llamar
La
chica abrió la puerta y llamó a Juan “el motores”. A los pocos segundos, entró
en la consulta un hombre mayor ayudado con dos muletas. Sofía le indicó que se
tumbara en una camilla y procedió a retirarle las vendas mientras David trataba
de hacerle una mínima Historia Clínica.
- ¿Como se llama?
- Juan Clenga
- ¿Edad?
- Treinta y nueve años
- ¿Cuantos años me ha dicho que tiene?
- Treinta y nueve
David
lo miró de arriba a abajo y hubiera jurado que tendría sesenta años o alguno
mas, pero tampoco era cuestión de dedicarse a discutir y menos con el primer enfermo que veía.
- ¿Tiene alguna enfermedad importante que sepa?
- No, bueno si, tengo azúcar en la sangre pero
no me molesta.
- ¿Se hace análisis de sangre regularmente?
- Si, cuando me citan siempre me la sacan y me
la analizan
- ¿Cada cuanto tiempo viene?
- Dos veces al año más o menos.
Mientras
continuaba el interrogatorio, Sofía terminó de retirarle las vendas y se
encontró con unas úlceras tremendas que prácticamente ocupaban toda la parte
anterior de ambas piernas. David las observó detenidamente, pidió unas pinzas y
una tijera y retiró algunas zonas claramente necrosadas. A continuación le
indicó a Sofía que le curara con una crema y le pidió a Tania que pasara al
siguiente.
- Perdone Doctor - Tania depositó los papeles
de la lista encima de la mesa de la consulta - ¿le puedo hacer una sugerencia?
- Faltaría más. Dime
- El otro Doctor que estuvo antes lo tenía
organizado de otra manera y yo creo que mejor
- ¿Y como lo hacía?
- Tenía como dos consultas a la vez – Tania se
colocó en medio – en ese lado – señaló hacia la camilla – estaban las curas y
las consultas que no fueran la primera y en este lado, donde está Usted sentado
se veían las primeras consultas.
- Bueno – David siempre estaba abierto a
cualquier sugerencia que le ayudara a
mejorar la atención a los pacientes – me parece buena idea. En el fondo
es como hacer dos consultas ¿no?
- Si, mas o menos
- ¿Y tú sabes quienes son primeras consultas y
quienes no?
- Claro – Tania contestó con orgullo – para eso
me paga su organización.
- Bien, pues lo hacemos como tú dices, no hay
problemas.
David
se sentó en su mesa y Sofía se acercó una banqueta y también le indicó a Tania
que le pasara a su lado a los que les correspondiera
Efectivamente
la mejor distribución supuso que en tres horas y pico vieran a los cerca de
sesenta pacientes que se apilaban en las proximidades de la consulta. Unos
pocos tenían posibilidad de sentarse en el porche, pero la mayoría permanecían
sentados en el suelo. Tania les iba preguntando y estableciendo un orden a su
manera. Lo primero, como era natural, era lo urgente y esa selección la hacía
ella sin encomendarse a Dios ni al Diablo. Unas veces acertaba y otras no, pero
los pacientes lo aceptaban porque Tania se encargaba de avisarles que no se
preocupasen que al final todos se verían en ese mismo día. Los segundos en
entrar a las consultas eran las curas, siempre de mas complicadas a mas simples
y por ultimo las revisiones de pacientes que habían sido vistos pocos días
antes. Las primeras consultas entraban en una lista distinta y en cuanto se
veían todas, entonces la cola, como era lógico, iba mucho más deprisa. Era un
buen sistema, bien pensado y aportaba fluidez lo que resultaba muy interesante
para disponer de mas tiempo libre para atender a los pacientes domiciliarios
que también decidía Tania quienes eran y sobre todo a David y a Sofía le dejaba
una mayor libertad de movimientos para planificar visitas a las autoridades
locales para tratar de mejorar la calidad de vida de los casi doscientos mil
habitantes que atendían en su zona.
Una
noche, fueron avisados urgentemente para ver a un paciente que por dos días
antes había sido salvajemente agredido en la selva por un animal que por sus
indicaciones podía ser un orangután o algo parecido. Cuando llegaron al
dispensario, se encontraron con una multitud que esperaba expectante. Cuando
David y Sofía llegaron en el jeep, se encontraron en el porche, al Jefe de la
Tribu Iomara que se fumaba un enorme puro exhalando un humo que llenaba todos
los rincones. A su lado, el que supuso Sofía que sería el hechicero de la aldea
por el tipo y calidad de sus pinturas en la cara, trataba de convencer al Jefe
para que se llevara de allí al agredido:
- Yo resolver el problema, Gran Jefe. Darle
jarabe de manatuata y emplastes de bibigrasema y no se morirá
El jefe
de la Tribu continuaba con el puro entre sus gruesos labios. Sus manos parecían
un muestrario de joyería barata mientras en el centro de su tórax una cruz de
oro de enormes proporciones le balanceaba. Vestía una especie de pantalones
bombachos y unas babuchas como doradas con una punta de unos diez centímetros.
- Has
tenido dos días para resolverlo y Mulian cada vez está peor, o sea que cállate
- Pero
Gran jefe, tu darme oportunidad
- He dicho que te calles, hechicero, Cállate o
te cuelgo de ese cocotero.
El
hechicero se retiró protestando entre dientes. El Gran Jefe cerró los ojos y
parecía meditar. David y Sofía pasaron por delante de ellos – un momento que
vamos a ver al paciente y después les informamos – y sin mediar mas palabras
entraron velozmente en el dispensario. Un hombre joven con aspecto hercúleo se
debatía entre la vida y la muerte, mientras su cuerpo era como una sola herida.
Le faltaba piel por la parte anterior del tórax, el cuello era un enjambre de
piel necrosada, sangre y restos de miel que alguien le había extendido por todo
el cuerpo. Había perdido parte del pene y un testículo permanecía solitario sin
la envoltura correspondiente. Le faltaba
el pie derecho y por el extremo de una especie de vaina en la que venía como
envuelta la pierna aparecían claramente los extremos de la tibia y peroné
expuestos. También le faltaban varios
dedos de la mano izquierda. Su expresión era de susto, miedo, súplica, terror y
hasta de una cierta tranquilidad por estar viendo las puertas de otro mundo
que, por muy malo que fuera, siempre sería mejor que el que le había tocado
vivir. David preguntó como se llamaba y alguien le contestó que Mulian y que era el único hijo del Jefe de la Tribu.
Sofía le incorporó un poco del lecho de fina hierba donde le habían depositado
y observó como los arañazos de la espalda eran mucho mas superficiales. Entre
los dos retiraron toda la suciedad, desbridaron las heridas dejándolas limpias,
le dieron agua al paciente quien la bebía con auténtica devoción y le
recostaron nuevamente:
- Sofía: cógele la vía más grande que
encuentres y comienza a pasarle líquido a chorro y esperemos que lleguemos a
tiempo porque está con una deshidratación tremenda. Luego busca algún
antibiótico y pónselo también y tú – David se dirigió a una chica que estaba
presenciando todo desde la primera fila y que le había llamado la atención por
su belleza serena - tienes que ponerle estas compresas con agua fría en la
cabeza e írselas cambiando cada media hora.
- ¿Tú crees que saldrá adelante? – preguntó
Sofía.
- Ya veremos. De momento, no tenemos nada más
que hacer si no esperar.
David
se lavó las manos, se secó con una toalla seca y salió al porche donde esperaba
toda la comitiva. Se fijó especialmente en el Rey que permanecía como dormido
en una de los asientos, manteniendo una respiración entrecortada producto a
buen seguro de las múltiples hojas de coca de las que disponían y con la que
por lo menos, cuando entraban en éxtasis, les hacía olvidarse de sus problemas
reales y mediante alucinaciones vivían situaciones extraordinarias. David le
dio un pequeño toque en el hombro y el monarca de la selva, se levantó dando un
pequeño respingo:
- Su hijo está bastante mal, pero espero que no
se muera. Hay que esperar veinticuatro horas y ver la evolución.
El Rey
lo miró de arriba abajo detenidamente, escupió en el suelo y a continuación
mirándole fijamente a los ojos le dijo con voz solemne:
- Mi hijo no se puede morir.
David
sin separar su mirada tampoco se dejaba comer el terreno
- Su hijo se puede morir y eso lo debe saber.
Estamos haciendo todo lo posible para que no se produzca ese fatal
acontecimiento, pero su hijo está muy mal
- Tú curar a mi hijo, si no, yo matar a tu
compañera.
- ¿Qué tiene que ver mi compañera en todo esto?
Ella también está haciendo lo que puede por él.
El Rey
se volvió a todos los de la Tribu que permanecía sentados en el suelo y con voz
ronca les comunicó que:
- El Médico blanco dice que Mulian vivirá.
Toda
los de la Tribu alzaron sus brazos al cielo y comenzaron a bailar una extraña
danza. Sus cuellos giraban a una velocidad de vértigo, mientras sus ojos
permanecían en blanco. Al cabo de unos segundos, se dejaban caer al suelo
mientras agitaban las piernas. El Rey observaba aquella danza sin pestañear. No
parecía que fuera con él, sin embargo y de una manera muy lenta se unió al
ritual. Primero fueron pequeños movimientos de sus piernas, a continuación las
caderas y mas adelante el tronco. Todo su cuerpo se movía como si estuvieran
pasando por él una corriente de alta tensión. Sus ojos se movían dentro de las
órbitas como si fueran dos canicas dentro de una caja circular, la frente se
llenaba de gotas de sudor que continuaban su camino por las mejillas hasta
concentrarse en los hombros donde formaban un pequeño río que desembocaba en la
estera del suelo. En varias ocasiones dejó escapar gritos que parecían
lamentos. Aullaba como un lobo y la boca iba adoptando un rictus como de
enajenación transitoria.
Por
fin, la normalidad volvió a las inmediaciones del Hospital y David los dejó
donde estaban y se volvió con la idea de pasar la noche con el paciente. Sofía
le estaba dando algo de beber, con pequeño cuenco de madera, ante la mirada
suplicante de Mulian. Al poco se quedó profundamente dormido. Sofía aprovechó
para dejarle la cabeza apoyada en la hierba que hacía las veces de almohada y
se acercó a David quien la rodeó con su brazo derecho
- ¿Has hablado con su padre?
- Si – David optó por no decirle la verdad –
sabe que su hijo está mal y que tienen que esperar veinticuatro horas y menos
mal que lo han traído que si fuera por el hechicero lo deja morir deshidratado.
- La cultura de esta gente es así. Tienes que
partir de la base que ellos creen que su hechicero es un enviado de los dioses.
- ¡Joder con el enviado de Dios!
- Sofía, por favor, tienes que aprender a
respetarles
- ¡Pero como voy a respetar a ese animal de
bellotas!
- Podrás estar de acuerdo o no con él, pero
ellos le tienen como un curandero maravilloso y a lo mejor es verdad ¡yo que
se! Yo conocí a uno que sabía más de plantas que todos los farmacéuticos
españoles juntos.
El
paciente comenzó a agitarse. Sofía se acercó y le introdujo por la goma que
conectaba una vena de la muñeca con el exterior, un medicamento que le hizo
volver a estarse quieto. Permaneció uno segundos a su lado y a continuación
volvió con David dejando a su hipotética cuidadora cambiándole las compresas
frías cada diez minutos para intentar que le bajara la fiebre. David se levantó
e invitó a su novia a acompañarle. Atravesaron la multitud que se apiñaba en la
entrada del consultorio, caminaron por un pequeño sendero y después de una
pequeña subida, se encontraron en lo alto de una roca desde la que se apreciaba
la inmensidad de la selva.
Se
quedaron como extasiados ante tanta belleza natural. Todo lo que su vista
abarcaba era selva profunda. Los árboles parecían estar unidos entre si
formando una especie de parra. El silencio era el ruido predominante alterado
solamente por la presencia de una especie de cascada que caía sobre un lago. Allí, casi como en la intimidad del
hogar, una pareja de monos se apareaban con tanta saña que parecía la primera
vez. Los pájaros de múltiples variedades revoloteaban por todas partes. Algunos
en círculos como esperando a alguna presunta víctima mientras otros descansaban
sus alas navegando por ese cielo que parecía querer unirse al espectáculo.
Sofía y
David permanecían sentados observando, como espectadores de excepción, tantos y
tantos movimientos en aquella tierra que parecía no inmutarse. Ninguno de los
dos se atrevía a romper el silencio. David trataba de que el hijo del Rey no le
interrumpiera en aquel momento maravilloso, pero su cabeza no era capaz de
desconectar. Era consciente del peligro que le acechaba, pero no podía hacer
nada. Ya le había tratado y lo único era esperar.
Mientras
tanto Sofía dejaba volar su imaginación. Se acordaba de su familia, de su padre
que a esas horas estaría pasando consulta en la única clínica privada de Soria.
Su madre también apareció por su imaginación. No sabía por qué pero eran dos
figuras a las que siempre había visto juntas y
no se las podía imaginar de otra manera. Pensó en el tiempo que llevaba
en aquella recóndita aldea y como pasaban los días sin apenas tener tiempo ni
para pensar. Tenía que reconocer que estaba a gusto. David se había convertido
en el hombre de su vida, el compañero ideal para siempre. Era increíble. A
pesar de su juventud tenía una madurez impropia de su edad. No tenía claro si
sabía mucha o poca Medicina, pero tenía un poder de convicción que era muy
difícil que alguien se escapara de su encanto. Cuando te miraba a los ojos te
convencía. Era buen profesional, mejor persona y sobre todo nada perezoso.
Muchos días se acostaban tarde, por la razón que fuera y si le llamaban para
cualquier urgencia se levantaba como si ya hubiera dormido ocho horas. Se
enfadaba, claro que se enfadaba como todo el mundo, pero aun en el peor momento
era capaz de dominar de tal manera sus sentimientos que te decía las cosas pero
siempre sin molestar. Eso si, lo mismo que para él era muy exigente, también lo
era con todos los que le rodeaban. Todo tenía que funcionar como un reloj. Su
obsesión era la limpieza tanto de los pacientes como de los que les cuidaban y
sobre todo de las instalaciones. Tenía la teoría que el paciente sucio por
fuera también lo estaría por dentro y por lo tanto para curarle, era necesario
limpiarle lo mas posible. Sabía escuchar y si en lo que le sugerías tenías
razón, era el primero en animarte para que lo pusieras en marcha. Nunca ponía
pegas para cualquier cosa interesante para mejorar la calidad de vida de los
nativos. En fin, que tenía que reconocer que había tenido mucha suerte en que
se cruzase en su camino.
Tan
absortos estaban en sus pensamientos que no advirtieron la llegada del Padre
Jesús, un Jesuita que se había hecho cargo de una Misión próxima al
Consultorio.
- ¿Quien dice que el Paraíso no está en la
tierra?- preguntó, mientras se acercaba por el sendero.
David y
Sofía se volvieron sobresaltados, pero la sola presencia del Misionero les
inspiró tanta paz como el paisaje que les rodeaba. El Padre Jesús era un
Misionero de libro. Parecía sacado de aquellas estampas de San Francisco
Javier. Lo habían conocido a los pocos días de llegar y enseguida se hicieron
amigos. Era bastante mas viejo que ellos, andaría alrededor de los cincuenta,
con una mata de pelo que no se movía ni aunque lo intentara un huracán, la
dentadura blanca increíble que contrastaba con una larga barba negra que casi
se continuaba con el crucifijo de plata que permanentemente se mostraba con una
poderosa cadena también de plata sobre su pecho. Camisa blanca, pantalón corto
beige y unas sandalias de piel eran todo su uniforme.
- Vaya susto que nos has pegado Jesús – David
le mostraba su amistad
- Eso es señal que estabais disfrutando del
paisaje y por lo tanto de Dios
Sofía y
David se miraron con expresión entre divertida y ofendida:
- Se nota a la legua que eres Misionero. Todo
lo relacionas con Dios
- Claro porque gracias a ese Dios en el que
vosotros no creéis, aunque ya os convenceré, está todo esto
- Tampoco exageres
- ¡Como que exagero! ¿Quien creó el mundo?
supongo que estaréis de acuerdo que Dios y si eso es así, que nadie lo pone en
duda, entonces toda esta belleza le pertenece. Nos la deja, eso sí, para
nuestro gozo y para que seamos un poco mas felices, pero le pertenece y con
ella hace lo que quiere porque para eso es suya.
- Venga, Jesús, no mas discursos, por favor –
Sofía se levantó – tenemos que volver a la Clínica.
- Siempre os inventáis alguna historia para no
escuchar la palabra de Dios.
- Esta vez es cierto – intervino David –
tenemos al hijo del Jefe de la Tribu de los Iomara que está francamente mal.
- ¿Quien, Mulian?
- Si
- ¿Qué le ha pasado?
- Parece ser que ha sido atacado por algún
animal salvaje hace dos o tres días y tiene unas heridas tremendas.
- ¿Y está para morirse?
- Está mal, pero no creo que se muera.
- Menos mal porque el padre es bastante bruto.
Buena gente, pero bruto.
- Ya he tenido oportunidad de oírle
- Entonces no hace falta que te diga nada
- ¿Vamos?
- Os acompaño y así de paso hablo con Mulian
- ¿Le conoces?
- Querido David, llevo aquí más de treinta
años.
- Pero eso no quiere decir que tengas que
conocer a todo el mundo
- Es mi obligación y en el caso de este chico,
fue monaguillo cuando era niño, pero luego el padre lo mandó a trabajar y ha
venido muy pocas veces por la Misión.
- Pues, venga, vamos para allá, tu hablas con
él, le convences para que no se muera y yo le reviso las heridas.
- Todo está en las manos de Dios, aunque no te
lo creas y tu trabajo se verá recompensado si Dios quiere, aunque ya sabes
aquello de a Dios rogando y con el mazo dando
- Bien, pues entonces tú rezas que es lo tuyo y
del mazo ya me encargo yo.
- Vamos, que eres como Santo Tomás. Tienes que
ver para creer.
A los
pocos minutos llegaron a la aldea y por la alegría que apreciaron en todos los
que permanecían en las proximidades de la Policlínica se había producido el
milagro. Entraron en la sala y allí estaba Mulian, con una sonrisa que le
ocupaba toda la cara, sentado en una silla contándoles historias a otros
pacientes que se arremolinaban a su alrededor. Se quedaron estupefactos ante la
rápida mejoría y el padre Jesús pasó sus brazos por los hombros de Davis y
Sofía y apretándoles contra si les dijo
- Solo en el día de hoy lleváis un montón de
pruebas que Dios existe. Espero que lo penséis y rezaré para que recuperéis la
Fe
Me ha gustado mucho el capítulo. Muy entretenido e interesante. No se si quedarme con el médico del pueblo o con el jefe de la tribu. Menuda pareja de energúmenos. Ahora ya empiezan las elucubraciones filosófica. ¿Existe Dios? Y encima aparece el jesuita. Esto va cada vez mejor. Sigue adelante.
ResponderEliminarAbrazos a todos
Esto empieza a ponerse filosófico. Capítulo muy interesante pero no me explico como en unas horas, con lo mal que estaba Mulian, se puede recuperar. Tiene razón el Misionero: Dios existe y hace milagros de vez en cuando.
ResponderEliminarMuy interesante este capítulo. Que bien escribes Tino !!!!
Bss a tod@s
Muy bueno!!!! me ha gustado mucho este capítulo y como dice Merce ,Dios existe pues sino Mulian estaba en el otro barrio y David y Sofia sabe Dios.... A ver que pasa en el siguiente capítulo. Besos
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