domingo, 18 de noviembre de 2012

LA ENFERMERA RURAL: CAPITULO 18



Queridos blogueros/as: Este capitulo me parece que es mas interesante que alguno de los anteriores y ya se ve como se mueven los protagonistas y como es capitulo par nos vamos del pueblo y volvemos a la aldea que tampoco está tan mal.

Yo, como diría Alfonso Ussía, esta mañana estoy un poco liado
y como, casi todo el mundo como es Domingo por la mañana, me toca gim, haré un poquito de spinning, si se tercia unos minutos de kim-boxing, algo de running, y terminaré con ejercicios de jumping y después de la ducha en casita que está mucho mejor que la del gim, iremos a Misa que es a lo único que todavía no le hemos cambiado el nombre 
Good bye, blogueros/as
Tino Belas



CAPITULO 18.-

Julio se despidió y salió de la estancia acompañado de su mayordomo Ismael y de Ronaldo que iba hasta el coche para volver con más material. Sofía y David se quedaron solos y se miraron con un gesto como diciendo:”aquí tenemos mucho chollo”  En un perchero había varias batas blancas, se colocaron dos y cuando iban a comenzar la consulta apareció una chica joven que se presentó como Tania, también llevaba una bata blanca y  una lista en la mano derecha

-  ¿La puedo ver? - preguntó David
-  Claro, faltaría mas, pero no va a entender nada
-  ¿Y eso?
-  Porque es una lista que hago yo a mi manera.
-  Bien, bien, no te preocupes - David se dio cuenta que la joven no tenía ningún interés en que nadie se metiera en su terreno - empieza a llamar

La chica abrió la puerta y llamó a Juan “el motores”. A los pocos segundos, entró en la consulta un hombre mayor ayudado con dos muletas. Sofía le indicó que se tumbara en una camilla y procedió a retirarle las vendas mientras David trataba de hacerle una mínima Historia Clínica.

-  ¿Como se llama?
-  Juan Clenga
-  ¿Edad?
-  Treinta y nueve años
-  ¿Cuantos años me ha dicho que tiene?
-  Treinta y nueve

David lo miró de arriba a abajo y hubiera jurado que tendría sesenta años o alguno mas, pero tampoco era cuestión de dedicarse a discutir y menos  con el primer enfermo que veía.

-  ¿Tiene alguna enfermedad importante que sepa?
-  No, bueno si, tengo azúcar en la sangre pero no me molesta.
-  ¿Se hace análisis de sangre regularmente?
-  Si, cuando me citan siempre me la sacan y me la analizan
-  ¿Cada cuanto tiempo viene?
-  Dos veces al año más o menos.

Mientras continuaba el interrogatorio, Sofía terminó de retirarle las vendas y se encontró con unas úlceras tremendas que prácticamente ocupaban toda la parte anterior de ambas piernas. David las observó detenidamente, pidió unas pinzas y una tijera y retiró algunas zonas claramente necrosadas. A continuación le indicó a Sofía que le curara con una crema y le pidió a Tania que pasara al siguiente.

-  Perdone Doctor - Tania depositó los papeles de la lista encima de la mesa de la consulta - ¿le puedo hacer una sugerencia?
-  Faltaría más. Dime
-  El otro Doctor que estuvo antes lo tenía organizado de otra manera y yo creo que mejor
-  ¿Y como lo hacía?
-  Tenía como dos consultas a la vez – Tania se colocó en medio – en ese lado – señaló hacia la camilla – estaban las curas y las consultas que no fueran la primera y en este lado, donde está Usted sentado se veían las primeras consultas.
-  Bueno – David siempre estaba abierto a cualquier sugerencia que le ayudara a  mejorar la atención a los pacientes – me parece buena idea. En el fondo es como hacer dos consultas ¿no?
-  Si, mas o menos
-  ¿Y tú sabes quienes son primeras consultas y quienes no?
-  Claro – Tania contestó con orgullo – para eso me paga su organización.
-  Bien, pues lo hacemos como tú dices, no hay problemas.

David se sentó en su mesa y Sofía se acercó una banqueta y también le indicó a Tania que le pasara a su lado a los que les correspondiera

Efectivamente la mejor distribución supuso que en tres horas y pico vieran a los cerca de sesenta pacientes que se apilaban en las proximidades de la consulta. Unos pocos tenían posibilidad de sentarse en el porche, pero la mayoría permanecían sentados en el suelo. Tania les iba preguntando y estableciendo un orden a su manera. Lo primero, como era natural, era lo urgente y esa selección la hacía ella sin encomendarse a Dios ni al Diablo. Unas veces acertaba y otras no, pero los pacientes lo aceptaban porque Tania se encargaba de avisarles que no se preocupasen que al final todos se verían en ese mismo día. Los segundos en entrar a las consultas eran las curas, siempre de mas complicadas a mas simples y por ultimo las revisiones de pacientes que habían sido vistos pocos días antes. Las primeras consultas entraban en una lista distinta y en cuanto se veían todas, entonces la cola, como era lógico, iba mucho más deprisa. Era un buen sistema, bien pensado y aportaba fluidez lo que resultaba muy interesante para disponer de mas tiempo libre para atender a los pacientes domiciliarios que también decidía Tania quienes eran y sobre todo a David y a Sofía le dejaba una mayor libertad de movimientos para planificar visitas a las autoridades locales para tratar de mejorar la calidad de vida de los casi doscientos mil habitantes que atendían en su zona.

Una noche, fueron avisados urgentemente para ver a un paciente que por dos días antes había sido salvajemente agredido en la selva por un animal que por sus indicaciones podía ser un orangután o algo parecido. Cuando llegaron al dispensario, se encontraron con una multitud que esperaba expectante. Cuando David y Sofía llegaron en el jeep, se encontraron en el porche, al Jefe de la Tribu Iomara que se fumaba un enorme puro exhalando un humo que llenaba todos los rincones. A su lado, el que supuso Sofía que sería el hechicero de la aldea por el tipo y calidad de sus pinturas en la cara, trataba de convencer al Jefe para que se llevara de allí al agredido:

-  Yo resolver el problema, Gran Jefe. Darle jarabe de manatuata y emplastes de bibigrasema y no se morirá

El jefe de la Tribu continuaba con el puro entre sus gruesos labios. Sus manos parecían un muestrario de joyería barata mientras en el centro de su tórax una cruz de oro de enormes proporciones le balanceaba. Vestía una especie de pantalones bombachos y unas babuchas como doradas con una punta de unos diez centímetros.

- Has tenido dos días para resolverlo y Mulian cada vez está peor, o sea que cállate
 -  Pero Gran jefe, tu darme oportunidad
-  He dicho que te calles, hechicero, Cállate o te cuelgo de ese cocotero.

El hechicero se retiró protestando entre dientes. El Gran Jefe cerró los ojos y parecía meditar. David y Sofía pasaron por delante de ellos – un momento que vamos a ver al paciente y después les informamos – y sin mediar mas palabras entraron velozmente en el dispensario. Un hombre joven con aspecto hercúleo se debatía entre la vida y la muerte, mientras su cuerpo era como una sola herida. Le faltaba piel por la parte anterior del tórax, el cuello era un enjambre de piel necrosada, sangre y restos de miel que alguien le había extendido por todo el cuerpo. Había perdido parte del pene y un testículo permanecía solitario sin la envoltura correspondiente. Le  faltaba el pie derecho y por el extremo de una especie de vaina en la que venía como envuelta la pierna aparecían claramente los extremos de la tibia y peroné expuestos.  También le faltaban varios dedos de la mano izquierda. Su expresión era de susto, miedo, súplica, terror y hasta de una cierta tranquilidad por estar viendo las puertas de otro mundo que, por muy malo que fuera, siempre sería mejor que el que le había tocado vivir. David preguntó como se llamaba y alguien le contestó que Mulian  y que era el único hijo del Jefe de la Tribu. Sofía le incorporó un poco del lecho de fina hierba donde le habían depositado y observó como los arañazos de la espalda eran mucho mas superficiales. Entre los dos retiraron toda la suciedad, desbridaron las heridas dejándolas limpias, le dieron agua al paciente quien la bebía con auténtica devoción y le recostaron nuevamente:

-  Sofía: cógele la vía más grande que encuentres y comienza a pasarle líquido a chorro y esperemos que lleguemos a tiempo porque está con una deshidratación tremenda. Luego busca algún antibiótico y pónselo también y tú – David se dirigió a una chica que estaba presenciando todo desde la primera fila y que le había llamado la atención por su belleza serena - tienes que ponerle estas compresas con agua fría en la cabeza e írselas cambiando cada media hora.
-  ¿Tú crees que saldrá adelante? – preguntó Sofía.
-  Ya veremos. De momento, no tenemos nada más que hacer si no esperar.

David se lavó las manos, se secó con una toalla seca y salió al porche donde esperaba toda la comitiva. Se fijó especialmente en el Rey que permanecía como dormido en una de los asientos, manteniendo una respiración entrecortada producto a buen seguro de las múltiples hojas de coca de las que disponían y con la que por lo menos, cuando entraban en éxtasis, les hacía olvidarse de sus problemas reales y mediante alucinaciones vivían situaciones extraordinarias. David le dio un pequeño toque en el hombro y el monarca de la selva, se levantó dando un pequeño respingo:

-  Su hijo está bastante mal, pero espero que no se muera. Hay que esperar veinticuatro horas y ver la evolución.

El Rey lo miró de arriba abajo detenidamente, escupió en el suelo y a continuación mirándole fijamente a los ojos le dijo con voz solemne:

-  Mi hijo no se puede morir.

David sin separar su mirada tampoco se dejaba comer el terreno

-  Su hijo se puede morir y eso lo debe saber. Estamos haciendo todo lo posible para que no se produzca ese fatal acontecimiento, pero su hijo está muy mal
-  Tú curar a mi hijo, si no, yo matar a tu compañera.
-  ¿Qué tiene que ver mi compañera en todo esto? Ella también está haciendo lo que puede por él.

El Rey se volvió a todos los de la Tribu que permanecía sentados en el suelo y con voz ronca les comunicó que:

-  El Médico blanco dice que Mulian vivirá.

Toda los de la Tribu alzaron sus brazos al cielo y comenzaron a bailar una extraña danza. Sus cuellos giraban a una velocidad de vértigo, mientras sus ojos permanecían en blanco. Al cabo de unos segundos, se dejaban caer al suelo mientras agitaban las piernas. El Rey observaba aquella danza sin pestañear. No parecía que fuera con él, sin embargo y de una manera muy lenta se unió al ritual. Primero fueron pequeños movimientos de sus piernas, a continuación las caderas y mas adelante el tronco. Todo su cuerpo se movía como si estuvieran pasando por él una corriente de alta tensión. Sus ojos se movían dentro de las órbitas como si fueran dos canicas dentro de una caja circular, la frente se llenaba de gotas de sudor que continuaban su camino por las mejillas hasta concentrarse en los hombros donde formaban un pequeño río que desembocaba en la estera del suelo. En varias ocasiones dejó escapar gritos que parecían lamentos. Aullaba como un lobo y la boca iba adoptando un rictus como de enajenación transitoria.

Por fin, la normalidad volvió a las inmediaciones del Hospital y David los dejó donde estaban y se volvió con la idea de pasar la noche con el paciente. Sofía le estaba dando algo de beber, con pequeño cuenco de madera, ante la mirada suplicante de Mulian. Al poco se quedó profundamente dormido. Sofía aprovechó para dejarle la cabeza apoyada en la hierba que hacía las veces de almohada y se acercó a David quien la rodeó con su brazo derecho

-  ¿Has hablado con su padre?
-  Si – David optó por no decirle la verdad – sabe que su hijo está mal y que tienen que esperar veinticuatro horas y menos mal que lo han traído que si fuera por el hechicero lo deja morir deshidratado.
-  La cultura de esta gente es así. Tienes que partir de la base que ellos creen que su hechicero es un enviado de los dioses.
-  ¡Joder con el enviado de Dios!
-  Sofía, por favor, tienes que aprender a respetarles
-  ¡Pero como voy a respetar a ese animal de bellotas!
-  Podrás estar de acuerdo o no con él, pero ellos le tienen como un curandero maravilloso y a lo mejor es verdad ¡yo que se! Yo conocí a uno que sabía más de plantas que todos los farmacéuticos españoles juntos.

El paciente comenzó a agitarse. Sofía se acercó y le introdujo por la goma que conectaba una vena de la muñeca con el exterior, un medicamento que le hizo volver a estarse quieto. Permaneció uno segundos a su lado y a continuación volvió con David dejando a su hipotética cuidadora cambiándole las compresas frías cada diez minutos para intentar que le bajara la fiebre. David se levantó e invitó a su novia a acompañarle. Atravesaron la multitud que se apiñaba en la entrada del consultorio, caminaron por un pequeño sendero y después de una pequeña subida, se encontraron en lo alto de una roca desde la que se apreciaba la inmensidad de la selva.
Se quedaron como extasiados ante tanta belleza natural. Todo lo que su vista abarcaba era selva profunda. Los árboles parecían estar unidos entre si formando una especie de parra. El silencio era el ruido predominante alterado solamente por la presencia de una especie de cascada que caía sobre un  lago. Allí, casi como en la intimidad del hogar, una pareja de monos se apareaban con tanta saña que parecía la primera vez. Los pájaros de múltiples variedades revoloteaban por todas partes. Algunos en círculos como esperando a alguna presunta víctima mientras otros descansaban sus alas navegando por ese cielo que parecía querer unirse al espectáculo.

Sofía y David permanecían sentados observando, como espectadores de excepción, tantos y tantos movimientos en aquella tierra que parecía no inmutarse. Ninguno de los dos se atrevía a romper el silencio. David trataba de que el hijo del Rey no le interrumpiera en aquel momento maravilloso, pero su cabeza no era capaz de desconectar. Era consciente del peligro que le acechaba, pero no podía hacer nada. Ya le había tratado y lo único era esperar.

Mientras tanto Sofía dejaba volar su imaginación. Se acordaba de su familia, de su padre que a esas horas estaría pasando consulta en la única clínica privada de Soria. Su madre también apareció por su imaginación. No sabía por qué pero eran dos figuras a las que siempre había visto juntas y  no se las podía imaginar de otra manera. Pensó en el tiempo que llevaba en aquella recóndita aldea y como pasaban los días sin apenas tener tiempo ni para pensar. Tenía que reconocer que estaba a gusto. David se había convertido en el hombre de su vida, el compañero ideal para siempre. Era increíble. A pesar de su juventud tenía una madurez impropia de su edad. No tenía claro si sabía mucha o poca Medicina, pero tenía un poder de convicción que era muy difícil que alguien se escapara de su encanto. Cuando te miraba a los ojos te convencía. Era buen profesional, mejor persona y sobre todo nada perezoso. Muchos días se acostaban tarde, por la razón que fuera y si le llamaban para cualquier urgencia se levantaba como si ya hubiera dormido ocho horas. Se enfadaba, claro que se enfadaba como todo el mundo, pero aun en el peor momento era capaz de dominar de tal manera sus sentimientos que te decía las cosas pero siempre sin molestar. Eso si, lo mismo que para él era muy exigente, también lo era con todos los que le rodeaban. Todo tenía que funcionar como un reloj. Su obsesión era la limpieza tanto de los pacientes como de los que les cuidaban y sobre todo de las instalaciones. Tenía la teoría que el paciente sucio por fuera también lo estaría por dentro y por lo tanto para curarle, era necesario limpiarle lo mas posible. Sabía escuchar y si en lo que le sugerías tenías razón, era el primero en animarte para que lo pusieras en marcha. Nunca ponía pegas para cualquier cosa interesante para mejorar la calidad de vida de los nativos. En fin, que tenía que reconocer que había tenido mucha suerte en que se cruzase en su camino.

Tan absortos estaban en sus pensamientos que no advirtieron la llegada del Padre Jesús, un Jesuita que se había hecho cargo de una Misión próxima al Consultorio.

-  ¿Quien dice que el Paraíso no está en la tierra?- preguntó, mientras se acercaba por el sendero.

David y Sofía se volvieron sobresaltados, pero la sola presencia del Misionero les inspiró tanta paz como el paisaje que les rodeaba. El Padre Jesús era un Misionero de libro. Parecía sacado de aquellas estampas de San Francisco Javier. Lo habían conocido a los pocos días de llegar y enseguida se hicieron amigos. Era bastante mas viejo que ellos, andaría alrededor de los cincuenta, con una mata de pelo que no se movía ni aunque lo intentara un huracán, la dentadura blanca increíble que contrastaba con una larga barba negra que casi se continuaba con el crucifijo de plata que permanentemente se mostraba con una poderosa cadena también de plata sobre su pecho. Camisa blanca, pantalón corto beige y unas sandalias de piel eran todo su uniforme.

-  Vaya susto que nos has pegado Jesús – David le mostraba su amistad
-  Eso es señal que estabais disfrutando del paisaje y por lo tanto de Dios

Sofía y David se miraron con expresión entre divertida y ofendida:

-  Se nota a la legua que eres Misionero. Todo lo relacionas con Dios
-  Claro porque gracias a ese Dios en el que vosotros no creéis, aunque ya os convenceré, está todo esto
-  Tampoco exageres
-  ¡Como que exagero! ¿Quien creó el mundo? supongo que estaréis de acuerdo que Dios y si eso es así, que nadie lo pone en duda, entonces toda esta belleza le pertenece. Nos la deja, eso sí, para nuestro gozo y para que seamos un poco mas felices, pero le pertenece y con ella hace lo que quiere porque para eso es suya.
-  Venga, Jesús, no mas discursos, por favor – Sofía se levantó – tenemos que volver a la Clínica.
-  Siempre os inventáis alguna historia para no escuchar la palabra de Dios.
-  Esta vez es cierto – intervino David – tenemos al hijo del Jefe de la Tribu de los Iomara que está francamente mal.
-  ¿Quien, Mulian?
-  Si
-  ¿Qué le ha pasado?
-  Parece ser que ha sido atacado por algún animal salvaje hace dos o tres días y tiene unas heridas tremendas.
-  ¿Y está para morirse?
-  Está mal, pero no creo que se muera.
-  Menos mal porque el padre es bastante bruto. Buena gente, pero bruto.
-  Ya he tenido oportunidad de oírle
-  Entonces no hace falta que te diga nada
-  ¿Vamos?
-  Os acompaño y así de paso hablo con Mulian
-  ¿Le conoces?
-  Querido David, llevo aquí más de treinta años.
-  Pero eso no quiere decir que tengas que conocer a todo el mundo
-  Es mi obligación y en el caso de este chico, fue monaguillo cuando era niño, pero luego el padre lo mandó a trabajar y ha venido muy pocas veces por la Misión.
-  Pues, venga, vamos para allá, tu hablas con él, le convences para que no se muera y yo le reviso las heridas.
-  Todo está en las manos de Dios, aunque no te lo creas y tu trabajo se verá recompensado si Dios quiere, aunque ya sabes aquello de a Dios rogando y con el mazo dando
-  Bien, pues entonces tú rezas que es lo tuyo y del mazo ya me encargo yo.
-  Vamos, que eres como Santo Tomás. Tienes que ver para creer.

A los pocos minutos llegaron a la aldea y por la alegría que apreciaron en todos los que permanecían en las proximidades de la Policlínica se había producido el milagro. Entraron en la sala y allí estaba Mulian, con una sonrisa que le ocupaba toda la cara, sentado en una silla contándoles historias a otros pacientes que se arremolinaban a su alrededor. Se quedaron estupefactos ante la rápida mejoría y el padre Jesús pasó sus brazos por los hombros de Davis y Sofía y apretándoles contra si les dijo

-  Solo en el día de hoy lleváis un montón de pruebas que Dios existe. Espero que lo penséis y rezaré para que recuperéis la Fe


3 comentarios:

  1. El Tío Javier Belas19 de noviembre de 2012, 0:13

    Me ha gustado mucho el capítulo. Muy entretenido e interesante. No se si quedarme con el médico del pueblo o con el jefe de la tribu. Menuda pareja de energúmenos. Ahora ya empiezan las elucubraciones filosófica. ¿Existe Dios? Y encima aparece el jesuita. Esto va cada vez mejor. Sigue adelante.
    Abrazos a todos

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  2. Esto empieza a ponerse filosófico. Capítulo muy interesante pero no me explico como en unas horas, con lo mal que estaba Mulian, se puede recuperar. Tiene razón el Misionero: Dios existe y hace milagros de vez en cuando.
    Muy interesante este capítulo. Que bien escribes Tino !!!!
    Bss a tod@s

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  3. Muy bueno!!!! me ha gustado mucho este capítulo y como dice Merce ,Dios existe pues sino Mulian estaba en el otro barrio y David y Sofia sabe Dios.... A ver que pasa en el siguiente capítulo. Besos

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