CAPITULO 15.-
Antonio Cruz se despidió de sus padres, quedaron en que
volvería para comer el Domingo, también se despidió de su
hermana Belén y se comprometió a tomar unos vinos para conocer a sus compañeras
y por último mientras le daba un abrazo a Guadalupe, su madre, le dijo al oído
que en la próxima semana convidaría a comer a su hermano y ya le contaría.
-
Gracias, hijo - le contestó - sé de sobra que
puedo contar contigo, Adiós.
Antonio había
decidido pasar una semana en Mallorca en la Residencia Militar donde había estado
destinado algunos meses y conocía a alguna gente y lo podía pasar bien. En principio,
no pensaba llamar a Glory una inglesa que vivía en una magnífica casa en el
interior y con la que había tenido algo más que una noche de pasión, pero de
eso hacía por lo menos siete años y no había vuelto a saber nada de su vida desde
entonces.
El taxi que había solicitado por teléfono no tardó ni
diez minutos en llegar al domicilio del recién
ascendido Capitán Cruz. Antonio le esperaba en el portal con una pequeña
maleta. Mientras introducía su pequeño equipaje en el maletero del taxi sonó el
teléfono móvil. Era Arturo Ventura Arturo
le preguntó:
-
¿Qué tal?
-
Muy bien, a punto
de coger un avión para irme a Mallorca a pasar unos días
-
Me parece muy
bien, esa juventud hay que explotarla – contestó el Jefe de del Centro Estratégico
de Defensa Nacional – aunque me da la impresión que vas a tener poco tiempo para
disfrutarla
-
¿Ya me tengo que
ir a Bruselas?
-
No – Antonio apreció
la sonrisa que parecía sincera de su jefe a través de móvil – no hombre, todavía
no, pero yo calculo que en una semana estarás por allí ¿te parece bien?
-
Muy bien
-
Pues nada, para
cualquier problema tienes mi móvil a tu disposición, pero espero que no tengas
necesidad de usarlo
-
Eso espero,
gracias
-
De nada
Un click puso final a la conversación dejando a Antonio
con la palabra en la boca y sorprendido de lo importante que debía de ser para
que le llamara directamente el Director de la Defensa Nacional. En el fondo se
consideraba importante y con una sonrisa se introdujo en el taxi indicándole que
lo llevara al aeropuerto.
Se sentó en una silla en la cocina continuó con la
lista iniciada en el salón. Abrió los diferentes armarios y anotó rellenar los
correspondientes botes de café, harina, arroz, azúcar, alguna pasta, sal, y el
tabla superior, algo de bollería, patatas fritas, alguna lata, chocolate, cervezas,
Coca Cola y algún refresco y para la nevera leche, quesitos en porciones, queso
manchego que viene ya cortado, algunos sobres de jamón de york, salchichón,
chorizo, alguna botella de vino para rellenar un botellero que había al lado de
la nevera, vino tinto y blanco y alguna de whisky, ron y ginebra. Se me olvidan
las tónicas y también kepchup ¿algo más? Antonio miraba por los diferentes
estantes y al ver una parrilla pequeña anotó que también le haría falta algo de
carne, pollo y alguna verdura para hacer una guarnición como Dios manda y para aliñarla,
aceite que ya está apuntado y vinagre, ves se me olvidaba. Miró debajo de la
cocina, y comprobó si había jabón de lavadora, jabón para friegaplatos algún artículo de limpieza, crema negra para
los zapatos y jabón de ducha para el cuarto de baño, peine tenía, crema de
afeitar y desodorante tenía y doblando la lista se la guardó en el bolsillo y
pensó: no creo que se me olvide nada, pero si se me olvida algo tengo una ventaja
y es que el super está aquí al lado.
A la vuelta de Mallorca
llamó a su hermano y quedaron para comer a las dos y media en un bar con buena
pinta que conocía Julián cerca de su trabajo con un buen menú del día. Antonio se
compró un periódico, fue en Metro encontró el sitio en el que habían quedado, se
sentó en el bar, pidió una cerveza sin alcohol y tenía por delante cerca de cuarenta
minutos hasta que apareciera su hermano.
Era curiosa la evolución de Julián, en el colegio era
un niño que se integró perfectamente, jugaba muy bien al futbol y eso le abría
muchas puertas, como estudiante era normal, no era el primero de la clase, pero
tampoco era el último y en casa era un poco protestón pero casi siempre se
callaba en cuanto aparecía su padre, aunque últimamente parece ser que la
situación había cambiado. Antonio sabía perfectamente que con su padre había
una serie de temas que no merecía la pena discutirlos porque no los admitía
desde la primera letra. Era un militar de la vieja escuela, muy adicto a las
tesis de Franco, sin querer asumir que Franco se había muerto hacía cincuenta años
y ahora lo que había era diferente y eso que Antonio coincidía en muchas cosas
con él.
Los dos habían recibido una educación militar, al
igual que Belén, su hermana, al fin y la cabo su padre era Coronel de la Guardia
Civil pero luego Julián decidió hacer Políticas y ahí comenzó el cambio. Desde
el primer momento no aceptó el hecho que su padre fuera un destacado militante
de la derecha mas extrema y eso le supuso algunos problemas que a Antonio le
parecía que había intentado solucionarlos juntándose con lo peor de los de su
clase. Se había afiliado a algo parecido al Partido Comunista y eso le había hecho
mucho más discutidor que antes y aunque él siempre había vivido fuera, por aquello
de los destinos militares, tenía la impresión que su casa ya no era aquella en
la que, excepto de política, se podía hablar de casi todo y últimamente hasta
le entendió a su madre que Julián tenía una novia y se había ido a vivir con
ella. En fin, tiempo tendría para preguntárselo.
La relación entre ellos no había sido maravillosa pero
tampoco había sido mala. Se llevaban razonablemente bien teniendo en cuenta los
ocho años de diferencia y Antonio se fue a la Academia Militar con diecinueve
años, por lo que salió de su casa cuando Julián tenía once o doce años y a lo
único que se dedicaba era a darle patadas a un balón.
Dándole vueltas a aquellos recuerdos estaba sentado en
aquel bar, cuando notó una palmada en la espalda y a Julián que muy sonriente
le saludaba mientras se echaba para atrás el pelo que el casco de la moto lo
había dejado como si viniera de hacer el París Dakar
-
¿Qué tal Antonio?
¿Cómo vas?
Los hermanos se fundieron en un abrazo
-
Con las bromas hace más de un año que no nos vemos
-
Es verdad porque las
Navidades pasadas no viniste
-
Para venir estaba
yo
-
Ya, ya lo se que
estabas en Afganistán
-
Chico – Antonio le
dio un toque en un brazo – alguien tiene que defender a los pobres afganos que
los tienen metidos en una guerra que nadie sabe por donde van a salir.
-
¡Que los defiendan
los americanos que les encantan las guerras y a nosotros que nos dejen en paz!
-
Eso sería lo ideal y todavía mejor si no
hubiera guerras, pero no es así. El ejército americano ya está allí y nosotros
vamos como representantes de la ONU, pero bueno, vamos a cambiar de tema ¿quieres
una caña?
-
Bueno, me parece
bien.
-
Dices que aquí
hay un menú del día que está muy bien, ¿te apetece eso?
-
Si, si, ya sabes que
como lo que me echen.
-
Muy bien.
Antonio llamó a la camarera, una chica colombiana que
los atendió con una sonrisa que llenaba toda su cara. Todo su aspecto era como
con ganas de agradar. No era especialmente guapa, pero entre la discreta
pintura de sus labios y ojos y un pelo negro recogido en una trenza que le llegaba
a mitad de la espalda resultaba atractiva y más si se la conocía porque era una
chica, de unos veintidós años que irradiaba “buen rollo,” como dicen los
modernos, que la hacía todavía más bonita.
-
¿Qué vais a tomar chicos? – preguntó con un
pequeño cuaderno en su mano izquierda y el interminable bolígrafo en la derecha
-
De primero unos
macarrones con queso y de segundo, carne asada ¿te parece bien?
-
Muy bien –
contestaron casi a la vez la camarera y Julián
-
¿Y para beber?
-
Una caña de
cerveza y un Rioja
-
Perfecto - la chica
después de apuntar la comanda se despidió con un “no se preocupen que en un
segundo estoy con ustedes. Espero que disfruten de la comida”
Antonio la miró mientras se daba la vuelta
lentamente con un espero que disfruten de nuestra comida
-
Seguro que si
La chica se fue con su pedido y en minuto volvió con
la bebida y una pequeña cesta con pan. Los hermanos se intercambiaban miradas
como dando a entender que ya estaban dispuestos para lo que esperaban que fuera
una charla amistosa. Antonio, para eso era el mayor, inició un contraste de
pareceres que se prolongaría en el tiempo, primero hasta finalizar la comida y
posteriormente en una cafetería enfrente donde tomaba café Julián habitualmente
Antonio en la comida fue directamente al grano y disparó
primero para saber por donde podía continuar la discusión
-
Julián ¿qué te pasa?, hablé el otro día con
Mamá y me dijo que últimamente te ve como muy raro
Julián miró fijamente a su hermano, se puso serio, se
alisó el pelo varias veces, bebió un poco de cerveza y
-
En casa no se puede vivir, son una panda de
fachas que ni te imaginas y en cuanto dices lo más mínimo te cae una bronca sin
venir a cuento.
-
Y en vista de eso
has decidido que te vas a vivir a otro lado
-
¡Que voy a hacer!
-
No se – Antonio le
miró a través de la copa de vino y le pareció tener enfrente a su hermano cuando
tenía siete u ocho años cuando no hacía nada más que quejarse a sus padres porque
Antonio, según él, le hacía rabiar y no le dejaba jugar con su ordenador.
Evidentemente los años habían pasado y aunque seguía con la misma cara de niño
de siempre, estaba muy cambiado y no solo en su forma de vestir con su vaquero
bastante arrugado y unas botas de esas de montañero, su pelo largo, su mirada directa
y profunda si no también en su manera de expresarse, lo recordaba como muy
callado y ahora hablaba con mucha soltura – pero a lo mejor podrías hablar con
ellos y si te vas de casa, por lo menos que sepan donde vives y cosas por el
estilo
-
¿Tu crees que les
importa?
-
Yo creo que si
-
Mira, Antonio,
vivo con mi chica en una habitación de un piso de un okupa en Vallecas junto
con tres parejas más. Es un bloque entero que algún banco ha comprado y antes o
después nos echarán pero allí vivimos cerca de veinte familias y algunas
parejas como la nuestra ¿tú crees que puedo llevar a papá allí?
-
Seguro que no,
pero si le puedes decir donde es
-
Le importa un
huevo no ves que el cree que la gente como yo o mi chica lo que queremos es destruir
España y de ahí no hay quien lo saque.
-
¿Desde cuando
eres okupa?
-
Es una historia
un poco larga – Julián terminó su plato de macarrones y pasó un trozo de pan
por el fondo sin dejar ni un recuerdo del primer plato. Se notaba que tenía hambre
y no tenía mayor intención en perder el tiempo mientras hubiera algo que llevarse
a la boca – como sabes empecé en la Facultad de Políticas y nada mas llegar, me
parece que desde el primer día, me di cuenta que había vivido un mundo que no
era el real. Hasta ese momento no conocía lo que había por ahí fuera. Es verdad
que oía que alguna gente en barrios periféricos pasaba hambre habitualmente,
pero en la primera clase, fíjate que fue el día que llegamos, un profesor nos
explicó porqué el capitalismo era lo peor de nuestra sociedad y que estaba bien
que algunos ganaran dinero pero no a costa de los trabajadores que se
deslomaban en las empresas y cobraban unos sueldos de miseria y que encima no podían
protestar porque los ponían en la calle y si te he visto no me acuerdo.
-
Eso fue nada más
llegar, el primer día, así por las buenas
-
Si, en la asignatura
de Sociales se explicaba todo eso y a mí me abrió los ojos.
-
Ya – Antonio vació
su primer vaso de vino
-
Y al día siguiente
se organizó un encierro en el Decanato contra esa política y fuimos desalojados
como si fuéramos cabestros. Entraron los polis y nos dieron ostias por todas
partes
-
¿Y vosotros no habíais
hecho nada?
-
Ocupamos el
Decanato pero en defensa de la democracia y de respeto hacia los derechos de
los estudiantes
-
¿Pero no dices que
fue al día siguiente de llegar a la Facultad?
-
Si, ese día ya no
fuimos a clase
-
Y tú ¿sabías algo
de democracia?
-
Yo no, pero iban
todos los de mi clase y yo no iba a ser un esquirol
-
Ya y entonces os metisteis
en el Decanato y os echaron los guardias
-
Si
-
Y no te parece
bien
-
Pues claro que no
– Julián iba a encender un cigarrillo y Antonio le señaló un cartel en la pared
que ponía con letras grandes Prohibido Fumar con lo que se lo volvió a meter en
el bolsillo – lo ves, esta sociedad es una mierda, todo es prohibir y más
prohibir, prohibido fumar y si te molesta te aguantas, prohibido pensar,
prohibido ocupar un espacio que es nuestro, de los que vamos a la Universidad, el
caso es joder a la gente que queremos cambiar este país.
-
Como puedes
suponer yo no estoy de acuerdo con lo que dices porque hay unas leyes que se
deben de cumplir, pero bueno, ya llegaremos a eso, ahora cuéntame como te
metiste de okupa
-
Que querías que
hiciera. Mi intención era y sigue siendo vivir con Dori, pero no teníamos
dinero para alquilar nada y uno de mi Facultad me dijo que podía vivir con
ellos en una habitación por muy poco dinero y ahí nos metimos.
-
¿Cuánto tiempo
llevas ahí?
-
Casi un año.
-
¿Y donde es?
-
¿Te importa de
verdad o vienes de espía de papá y mamá? – preguntó Julián dando a entender que
le molestaba un poco el cariz que tomaba aquella conversación
-
Las dos cosas –
contestó Antonio mientras pedía otro vino - por un lado me gustaría saber algo
de la vida de mi hermano, no te olvides que todavía seguimos siéndolo y por
otro también tus padres tienen derecho a saberlo ¿no crees?
-
No creo que les importe
mucho, sobre todo a papá, pero bueno, vivo en un bloque okupado en el ensanche
de Vallecas.
-
¿Habéis ocupado
todo el bloque?
-
Yo no, pero mis
colegas, claro, ¿Qué iban a hacer? la casa es de un banco y llevaba sin habitar
más de dos años y en algún sitio tenían que vivir
-
¿Ya ti te
alquilan una habitación?
-
Si, y así podemos vivir Dori y yo
-
Ya – Antonio miraba
a su hermano con cierta sorpresa, nunca pensó que llegaría a hacer algo así
-
Y eres militante del Partido Comunista ¿no?
-
Ahora ya no, porque
son igual que los otros, pero bueno, de esos efectivamente hablaremos después –
Julián preguntó a su hermano - ¿tomamos un chupito de hierbas?
-
Bueno, yo no
suelo tomar nada después de comer pero un día es un día – pidieron los dos
chupitos a los que la colombiana contestó que eso corría por cuenta de la casa
y Julián continuó con su discurso mientras Antonio callaba y escuchaba
atentamente
-
Nos hemos
desviado del tema, pero como te decía, okupamos el Decanato, nos sentamos en
los diferentes despachos y decidimos en asamblea que no nos movíamos de allí
hasta que no nos recibiera el Rector para entregarle una carta con nuestras
reivindicaciones
-
¿Y que pedíais?
-
No me acuerdo, pero
el caso es que en lugar de recibirnos entraron un montón de polis y nos hincharon
a porrazos como si fuéramos vulgares chorizos
-
Y en vista de eso
te hiciste comunista
-
No, hombre no,
tampoco soy tan tonto, pero si que fue la primera vez que me vi metido en un
lío y las formas de sacarnos de allí me di cuenta que la gente como yo estorbamos,
pero bueno, sigamos. Nos sacaron ya te digo a puñetazos, porrazos y alguna que
otra patada y nos llevaron detenidos a los calabozos de San Sebastián de los Reyes
en unos furgones blindados
-
¿Os llevaron a
todos los que estabais allí?
-
Al principio si,
pero al llegar allí dejaron marchar a unos quince, eso si, después de identificarlos
anotando sus direcciones
-
¿Y a ti no?
-
No, a mí me metieron
en un calabozo y solo me dijeron que ya hablaríamos
-
¿Y hablaron?
-
Muy poco porque llamaron
a papá y me vino a buscar
-
Pero ¿no te
interrogaron?
-
Bueno si – al cabo
de unas horas entró un tipo con pinta de mafioso que me preguntó si yo era hijo
del Teniente Coronel Cruz y al decirle que si me contestó que de buena me había
librado, que esta vez me dejaban salir pero que me dedicara a otra cosa porque
ya sabían quien era y entonces si que me iba a enterar de lo que vale un peine
¿entendido?
-
Claro – contesté
-
Pues hala – se retiró
un pequeño fragmento de cigarrillo que casi le quema un bigotillo – pide en la
puerta tus pertenencias y lárgate y que está tu padre esperándote en el coche –
Julián se quedó unos segundos pensativo, parecía como si hubiera pasado una
vida desde entonces y no hacía ni dos años – te puedes imaginar como estaba
papá. Me fue poniendo verde hasta llegar a casa y ahí ya empezaron nuestras
líos y mamá en el medio tratando de moderar la situación.
-
Y tú en lugar de
cambiar seguiste igual
-
No – su hermano
pequeño adoptó una actitud como si él no fuera culpable de nada – me pareció
tan injusta su bronca y además no me dejó ni explicarle lo que había pasado que
decidí que a partir de ese día no volvería a abrir el pico en casa y lógicamente
en la Facultad seguí igual, aunque como había sido detenido y la gente no sabía
que me había sacado papá de la comisaria, fui como un héroe y en nada estaba
sentado en las asambleas en la mesa presidencial con todos los de Podemos y desde allí escuche
una cantidad enorme de situaciones injustas que no había derecho y aunque no me
detuvieron mas veces, yo sabía que me tenían controlado y así estuve durante
ocho o nueve meses, hasta que mi supuesto líder, Pablo Iglesias se compró un
chalet en Galapagar y ahí me di cuenta que era un “jeta” como todos y me borré
del partido y cree el mío que se llama Seccion española de Juventudes Libertarias,
seguimos siendo comunistas pero no estamos de acuerdo con la evolución de Podemos
-
Y que sois ¿un
partido independiente?
-
Más o menos,
pertenecemos al Partido pero somos una sección independiente
-
¿y de qué vivís?
-
No dependemos de
nadie, si es eso lo que me preguntas. Tenemos nuestras cuotas y fundamentalmente
vivimos de nuestros curros. No necesitamos ni admitimos ayudas de nadie, con lo
que decimos y hacemos lo que nos parece más oportuno y todas nuestras
actuaciones se deciden en asamblea.
-
¿Cuántos formáis
esa sección?
-
Hasta ahora mismo
dieciocho, pero cada vez que hacemos un mitin se apuntan dos o tres más
-
¿Y tú eres el encargado
de convencerlos?
-
Un poco si porque
el que habla soy yo
-
Naturalmente
supongo que para vosotros Europa es un estorbo
-
Por supuesto –
Julián tomó carrerilla como si le fuera a dar el mitin a su hermano que le observaba
desde el otro lado de la mesa – esos son unos fachas que se aprovechan de los
pobres de todos los países mientras que sus dirigentes viven como curas en Bruselas.
De vez en cuando para disimular dan una subvención a algún país y a seguir
chupando del bote. Menuda gentuza.
-
¿Y vosotros que
proponéis?
-
Una sociedad
libre, donde todo el mundo viva bien, que no existan ricos y pobres por haber
nacido en un sitio u otro, que cada uno pueda expresar su opinión libremente,
que los jóvenes tengamos trabajos dignos, casas para todos y no tener que vivir
de los padres como hacen la mayoría, que se retiren todas la fronteras y que
cada uno vaya donde quiera, que no dependamos de Estados Unidos para nada, en
definitiva una sociedad justa e igual para todos ¿Qué te parece?
-
¿Quieres que te
diga la verdad? – Antonio miró fijamente a su hermano como si estuviera ante un
personaje absolutamente desconocido para él
-
Claro, eso es lo que
te pregunto – contestó Julián que había hecho la pregunta completamente en
serio
-
Me parece que lo que
pedís es una utopía, que está muy bien que la gente joven, como tú, tenga unos ideales,
pero es imposible que consigáis lo que pedís. El mundo está montado de otra
manera y……
-
Por eso hay que acabar
con este sistema y comenzar desde cero con otro nuevo - le interrumpió Julián
-
Ya – Antonio procuraba
mantener la tranquilidad y no actuar como su padre que es lo que le estaban
entrando ganas - pero estarás conmigo en que el mundo no se puede convertir en
un movimiento asambleario porque entonces si ahora va mal, iría mucho peor
-
Eso lo dices tú
que estás en el sistema que a nosotros no nos gusta, pero no es verdad
-
Bueno, vamos a
pagar y seguimos la charla en esa cafetería de ahí enfrente ¿te parece?
-
Lo siento, pero
yo me tengo que ir que a las cinco empiezo a currar. Lo dejamos para otro día
-
Bien, llámame un
día que tengas tiempo y seguimos charlando ¡hala a currar!
-
Hasta luego
-
Perdona un
segundo Julián – Antonio le interrumpió mientras se colocaba un casco de moto
bastante viejo - ¿me puedes decir de que vives?
-
Trabajo en una
imprenta confeccionando boletines más o menos ilegales, pero estoy contento
-
¿Y Dori?
-
Tiene una tienda
ambulante de zapatillas y vende por los mercadillos de la provincia de Madrid.
-
Ya, bueno, ya
hablaremos otro día
-
Adiós
-
Adiós – Antonio miraba
como su hermano menor se alejaba en un viejo vespino pintado de un azul
brillante con el escudo en el guardabarros posterior de haz el amor y no la guerra,
mientras pensaba ¿Qué hago se lo cuento a mamá o no le digo nada?
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