viernes, 7 de mayo de 2021

REQUIEM POR UNAS IDEAS.- CAPITULO 15

 

 

 CAPITULO 15.-

 

Antonio Cruz se despidió de sus padres, quedaron en que volvería para   comer el Domingo, también se despidió de su hermana Belén y se comprometió a tomar unos vinos para conocer a sus compañeras y por último mientras le daba un abrazo a Guadalupe, su madre, le dijo al oído que en la próxima semana convidaría a comer a su hermano y ya le contaría.

-        Gracias, hijo - le contestó - sé de sobra que puedo contar contigo, Adiós.

 Antonio había decidido pasar una semana en Mallorca en la Residencia Militar donde había estado destinado algunos meses y conocía a alguna gente y lo podía pasar bien. En principio, no pensaba llamar a Glory una inglesa que vivía en una magnífica casa en el interior y con la que había tenido algo más que una noche de pasión, pero de eso hacía por lo menos siete años y no había vuelto a saber nada de su vida desde entonces.  

El taxi que había solicitado por teléfono no tardó ni diez minutos en llegar  al domicilio del recién ascendido Capitán Cruz. Antonio le esperaba en el portal con una pequeña maleta. Mientras introducía su pequeño equipaje en el maletero del taxi sonó el teléfono móvil.  Era Arturo Ventura Arturo le preguntó:

-       ¿Qué tal?

-      Muy bien, a punto de coger un avión para irme a Mallorca a pasar unos días

-      Me parece muy bien, esa juventud hay que explotarla – contestó el Jefe de del Centro Estratégico de Defensa Nacional – aunque me da la impresión que vas a tener poco tiempo para disfrutarla

-      ¿Ya me tengo que ir a Bruselas?

-      No – Antonio apreció la sonrisa que parecía sincera de su jefe a través de móvil – no hombre, todavía no, pero yo calculo que en una semana estarás por allí ¿te parece bien?

-      Muy bien

-      Pues nada, para cualquier problema tienes mi móvil a tu disposición, pero espero que no tengas necesidad de usarlo

-      Eso espero, gracias

-      De nada

Un click puso final a la conversación dejando a Antonio con la palabra en la boca y sorprendido de lo importante que debía de ser para que le llamara directamente el Director de la Defensa Nacional. En el fondo se consideraba importante y con una sonrisa se introdujo en el taxi indicándole que lo llevara al aeropuerto.

Se sentó en una silla en la cocina continuó con la lista iniciada en el salón. Abrió los diferentes armarios y anotó rellenar los correspondientes botes de café, harina, arroz, azúcar, alguna pasta, sal, y el tabla superior, algo de bollería, patatas fritas, alguna lata, chocolate, cervezas, Coca Cola y algún refresco y para la nevera leche, quesitos en porciones, queso manchego que viene ya cortado, algunos sobres de jamón de york, salchichón, chorizo, alguna botella de vino para rellenar un botellero que había al lado de la nevera, vino tinto y blanco y alguna de whisky, ron y ginebra. Se me olvidan las tónicas y también kepchup ¿algo más? Antonio miraba por los diferentes estantes y al ver una parrilla pequeña anotó que también le haría falta algo de carne, pollo y alguna verdura para hacer una guarnición como Dios manda y para aliñarla, aceite que ya está apuntado y vinagre, ves se me olvidaba. Miró debajo de la cocina, y comprobó si había jabón de lavadora, jabón para friegaplatos  algún artículo de limpieza, crema negra para los zapatos y jabón de ducha para el cuarto de baño, peine tenía, crema de afeitar y desodorante tenía y doblando la lista se la guardó en el bolsillo y pensó: no creo que se me olvide nada, pero si se me olvida algo tengo una ventaja y es que el super está aquí al lado.

 A la vuelta de Mallorca llamó a su hermano y quedaron para comer a las dos y media en un bar con buena pinta que conocía Julián cerca de su trabajo con un buen menú del día. Antonio se compró un periódico, fue en Metro encontró el sitio en el que habían quedado, se sentó en el bar, pidió una cerveza sin alcohol y tenía por delante cerca de cuarenta minutos hasta que apareciera su hermano.

Era curiosa la evolución de Julián, en el colegio era un niño que se integró perfectamente, jugaba muy bien al futbol y eso le abría muchas puertas, como estudiante era normal, no era el primero de la clase, pero tampoco era el último y en casa era un poco protestón pero casi siempre se callaba en cuanto aparecía su padre, aunque últimamente parece ser que la situación había cambiado. Antonio sabía perfectamente que con su padre había una serie de temas que no merecía la pena discutirlos porque no los admitía desde la primera letra. Era un militar de la vieja escuela, muy adicto a las tesis de Franco, sin querer asumir que Franco se había muerto hacía cincuenta años y ahora lo que había era diferente y eso que Antonio coincidía en muchas cosas con él.

Los dos habían recibido una educación militar, al igual que Belén, su hermana, al fin y la cabo su padre era Coronel de la Guardia Civil pero luego Julián decidió hacer Políticas y ahí comenzó el cambio. Desde el primer momento no aceptó el hecho que su padre fuera un destacado militante de la derecha mas extrema y eso le supuso algunos problemas que a Antonio le parecía que había intentado solucionarlos juntándose con lo peor de los de su clase. Se había afiliado a algo parecido al Partido Comunista y eso le había hecho mucho más discutidor que antes y aunque él siempre había vivido fuera, por aquello de los destinos militares, tenía la impresión que su casa ya no era aquella en la que, excepto de política, se podía hablar de casi todo y últimamente hasta le entendió a su madre que Julián tenía una novia y se había ido a vivir con ella. En fin, tiempo tendría para preguntárselo.

La relación entre ellos no había sido maravillosa pero tampoco había sido mala. Se llevaban razonablemente bien teniendo en cuenta los ocho años de diferencia y Antonio se fue a la Academia Militar con diecinueve años, por lo que salió de su casa cuando Julián tenía once o doce años y a lo único que se dedicaba era a darle patadas a un balón.

Dándole vueltas a aquellos recuerdos estaba sentado en aquel bar, cuando notó una palmada en la espalda y a Julián que muy sonriente le saludaba mientras se echaba para atrás el pelo que el casco de la moto lo había dejado como si viniera de hacer el París Dakar

-      ¿Qué tal Antonio? ¿Cómo vas?

Los hermanos se fundieron en un abrazo

-       Con las bromas hace más de un año que no nos vemos

-      Es verdad porque las Navidades pasadas no viniste

-      Para venir estaba yo

-      Ya, ya lo se que estabas en Afganistán

-      Chico – Antonio le dio un toque en un brazo – alguien tiene que defender a los pobres afganos que los tienen metidos en una guerra que nadie sabe por donde van a salir.

-      ¡Que los defiendan los americanos que les encantan las guerras y a nosotros que nos dejen en paz!

-       Eso sería lo ideal y todavía mejor si no hubiera guerras, pero no es así. El ejército americano ya está allí y nosotros vamos como representantes de la ONU, pero bueno, vamos a cambiar de tema ¿quieres una caña?

-      Bueno, me parece bien.

-      Dices que aquí hay un menú del día que está muy bien, ¿te apetece eso?

-      Si, si, ya sabes que como lo que me echen.

-      Muy bien.

Antonio llamó a la camarera, una chica colombiana que los atendió con una sonrisa que llenaba toda su cara. Todo su aspecto era como con ganas de agradar. No era especialmente guapa, pero entre la discreta pintura de sus labios y ojos y un pelo negro recogido en una trenza que le llegaba a mitad de la espalda resultaba atractiva y más si se la conocía porque era una chica, de unos veintidós años que irradiaba “buen rollo,” como dicen los modernos, que la hacía todavía más bonita.

-       ¿Qué vais a tomar chicos? – preguntó con un pequeño cuaderno en su mano izquierda y el interminable bolígrafo en la derecha

-      De primero unos macarrones con queso y de segundo, carne asada ¿te parece bien?

-      Muy bien – contestaron casi a la vez la camarera y Julián

-      ¿Y para beber?

-      Una caña de cerveza y un Rioja

-      Perfecto - la chica después de apuntar la comanda se despidió con un “no se preocupen que en un segundo estoy con ustedes. Espero que disfruten de la comida”

 Antonio la miró mientras se daba la vuelta lentamente con un espero que disfruten de nuestra comida

-      Seguro que si

La chica se fue con su pedido y en minuto volvió con la bebida y una pequeña cesta con pan. Los hermanos se intercambiaban miradas como dando a entender que ya estaban dispuestos para lo que esperaban que fuera una charla amistosa. Antonio, para eso era el mayor, inició un contraste de pareceres que se prolongaría en el tiempo, primero hasta finalizar la comida y posteriormente en una cafetería enfrente donde tomaba café Julián habitualmente

Antonio en la comida fue directamente al grano y disparó primero para saber por donde podía continuar la discusión

-       Julián ¿qué te pasa?, hablé el otro día con Mamá y me dijo que últimamente te ve como muy raro

Julián miró fijamente a su hermano, se puso serio, se alisó el pelo varias veces, bebió un poco de cerveza y

-       En casa no se puede vivir, son una panda de fachas que ni te imaginas y en cuanto dices lo más mínimo te cae una bronca sin venir a cuento.

-      Y en vista de eso has decidido que te vas a vivir a otro lado

-      ¡Que voy a hacer!

-      No se – Antonio le miró a través de la copa de vino y le pareció tener enfrente a su hermano cuando tenía siete u ocho años cuando no hacía nada más que quejarse a sus padres porque Antonio, según él, le hacía rabiar y no le dejaba jugar con su ordenador. Evidentemente los años habían pasado y aunque seguía con la misma cara de niño de siempre, estaba muy cambiado y no solo en su forma de vestir con su vaquero bastante arrugado y unas botas de esas de montañero, su pelo largo, su mirada directa y profunda si no también en su manera de expresarse, lo recordaba como muy callado y ahora hablaba con mucha soltura – pero a lo mejor podrías hablar con ellos y si te vas de casa, por lo menos que sepan donde vives y cosas por el estilo

-      ¿Tu crees que les importa?

-      Yo creo que si

-      Mira, Antonio, vivo con mi chica en una habitación de un piso de un okupa en Vallecas junto con tres parejas más. Es un bloque entero que algún banco ha comprado y antes o después nos echarán pero allí vivimos cerca de veinte familias y algunas parejas como la nuestra ¿tú crees que puedo llevar a papá allí?

-      Seguro que no, pero si le puedes decir donde es

-      Le importa un huevo no ves que el cree que la gente como yo o mi chica lo que queremos es destruir España y de ahí no hay quien lo saque.

-      ¿Desde cuando eres okupa?

-      Es una historia un poco larga – Julián terminó su plato de macarrones y pasó un trozo de pan por el fondo sin dejar ni un recuerdo del primer plato. Se notaba que tenía hambre y no tenía mayor intención en perder el tiempo mientras hubiera algo que llevarse a la boca – como sabes empecé en la Facultad de Políticas y nada mas llegar, me parece que desde el primer día, me di cuenta que había vivido un mundo que no era el real. Hasta ese momento no conocía lo que había por ahí fuera. Es verdad que oía que alguna gente en barrios periféricos pasaba hambre habitualmente, pero en la primera clase, fíjate que fue el día que llegamos, un profesor nos explicó porqué el capitalismo era lo peor de nuestra sociedad y que estaba bien que algunos ganaran dinero pero no a costa de los trabajadores que se deslomaban en las empresas y cobraban unos sueldos de miseria y que encima no podían protestar porque los ponían en la calle y si te he visto no me acuerdo.

-      Eso fue nada más llegar, el primer día, así por las buenas

-      Si, en la asignatura de Sociales se explicaba todo eso y a mí me abrió los ojos.

-      Ya – Antonio vació su primer vaso de vino

-      Y al día siguiente se organizó un encierro en el Decanato contra esa política y fuimos desalojados como si fuéramos cabestros. Entraron los polis y nos dieron ostias por todas partes

-      ¿Y vosotros no habíais hecho nada?

-      Ocupamos el Decanato pero en defensa de la democracia y de respeto hacia los derechos de los estudiantes

-      ¿Pero no dices que fue al día siguiente de llegar a la Facultad?

-      Si, ese día ya no fuimos a clase

-      Y tú ¿sabías algo de democracia?

-      Yo no, pero iban todos los de mi clase y yo no iba a ser un esquirol

-      Ya y entonces os metisteis en el Decanato y os echaron los guardias

-      Si

-      Y no te parece bien

-      Pues claro que no – Julián iba a encender un cigarrillo y Antonio le señaló un cartel en la pared que ponía con letras grandes Prohibido Fumar con lo que se lo volvió a meter en el bolsillo – lo ves, esta sociedad es una mierda, todo es prohibir y más prohibir, prohibido fumar y si te molesta te aguantas, prohibido pensar, prohibido ocupar un espacio que es nuestro, de los que vamos a la Universidad, el caso es joder a la gente que queremos cambiar este país.

-      Como puedes suponer yo no estoy de acuerdo con lo que dices porque hay unas leyes que se deben de cumplir, pero bueno, ya llegaremos a eso, ahora cuéntame como te metiste de okupa

-      Que querías que hiciera. Mi intención era y sigue siendo vivir con Dori, pero no teníamos dinero para alquilar nada y uno de mi Facultad me dijo que podía vivir con ellos en una habitación por muy poco dinero y ahí nos metimos.

-      ¿Cuánto tiempo llevas ahí?

-      Casi un año.

-      ¿Y donde es?

-      ¿Te importa de verdad o vienes de espía de papá y mamá? – preguntó Julián dando a entender que le molestaba un poco el cariz que tomaba aquella conversación

-      Las dos cosas – contestó Antonio mientras pedía otro vino - por un lado me gustaría saber algo de la vida de mi hermano, no te olvides que todavía seguimos siéndolo y por otro también tus padres tienen derecho a saberlo ¿no crees?

-      No creo que les importe mucho, sobre todo a papá, pero bueno, vivo en un bloque okupado en el ensanche de Vallecas.

-      ¿Habéis ocupado todo el bloque?

-      Yo no, pero mis colegas, claro, ¿Qué iban a hacer? la casa es de un banco y llevaba sin habitar más de dos años y en algún sitio tenían que vivir

-      ¿Ya ti te alquilan una habitación?

-       Si, y así podemos vivir Dori y yo

-      Ya – Antonio miraba a su hermano con cierta sorpresa, nunca pensó que llegaría a hacer algo así

-       Y eres militante del Partido Comunista ¿no?

-      Ahora ya no, porque son igual que los otros, pero bueno, de esos efectivamente hablaremos después – Julián preguntó a su hermano - ¿tomamos un chupito de hierbas?

-      Bueno, yo no suelo tomar nada después de comer pero un día es un día – pidieron los dos chupitos a los que la colombiana contestó que eso corría por cuenta de la casa y Julián continuó con su discurso mientras Antonio callaba y escuchaba atentamente

-      Nos hemos desviado del tema, pero como te decía, okupamos el Decanato, nos sentamos en los diferentes despachos y decidimos en asamblea que no nos movíamos de allí hasta que no nos recibiera el Rector para entregarle una carta con nuestras reivindicaciones

-      ¿Y que pedíais?

-      No me acuerdo, pero el caso es que en lugar de recibirnos entraron un montón de polis y nos hincharon a porrazos como si fuéramos vulgares chorizos

-      Y en vista de eso te hiciste comunista

-      No, hombre no, tampoco soy tan tonto, pero si que fue la primera vez que me vi metido en un lío y las formas de sacarnos de allí me di cuenta que la gente como yo estorbamos, pero bueno, sigamos. Nos sacaron ya te digo a puñetazos, porrazos y alguna que otra patada y nos llevaron detenidos a los calabozos de San Sebastián de los Reyes en unos furgones blindados

-      ¿Os llevaron a todos los que estabais allí?

-      Al principio si, pero al llegar allí dejaron marchar a unos quince, eso si, después de identificarlos anotando sus direcciones

-      ¿Y a ti no?

-      No, a mí me metieron en un calabozo y solo me dijeron que ya hablaríamos

-      ¿Y hablaron?

-      Muy poco porque llamaron a papá y me vino a buscar

-      Pero ¿no te interrogaron?

-      Bueno si – al cabo de unas horas entró un tipo con pinta de mafioso que me preguntó si yo era hijo del Teniente Coronel Cruz y al decirle que si me contestó que de buena me había librado, que esta vez me dejaban salir pero que me dedicara a otra cosa porque ya sabían quien era y entonces si que me iba a enterar de lo que vale un peine ¿entendido?

-      Claro – contesté

-      Pues hala – se retiró un pequeño fragmento de cigarrillo que casi le quema un bigotillo – pide en la puerta tus pertenencias y lárgate y que está tu padre esperándote en el coche – Julián se quedó unos segundos pensativo, parecía como si hubiera pasado una vida desde entonces y no hacía ni dos años – te puedes imaginar como estaba papá. Me fue poniendo verde hasta llegar a casa y ahí ya empezaron nuestras líos y mamá en el medio tratando de moderar la situación.

-      Y tú en lugar de cambiar seguiste igual

-      No – su hermano pequeño adoptó una actitud como si él no fuera culpable de nada – me pareció tan injusta su bronca y además no me dejó ni explicarle lo que había pasado que decidí que a partir de ese día no volvería a abrir el pico en casa y lógicamente en la Facultad seguí igual, aunque como había sido detenido y la gente no sabía que me había sacado papá de la comisaria, fui como un héroe y en nada estaba sentado en las asambleas en la mesa presidencial  con todos los de Podemos y desde allí escuche una cantidad enorme de situaciones injustas que no había derecho y aunque no me detuvieron mas veces, yo sabía que me tenían controlado y así estuve durante ocho o nueve meses, hasta que mi supuesto líder, Pablo Iglesias se compró un chalet en Galapagar y ahí me di cuenta que era un “jeta” como todos y me borré del partido y cree el mío que se llama Seccion española de Juventudes Libertarias, seguimos siendo comunistas pero no estamos de acuerdo con la evolución de Podemos

-      Y que sois ¿un partido independiente?

-      Más o menos, pertenecemos al Partido pero somos una sección independiente

-      ¿y de qué vivís?

-      No dependemos de nadie, si es eso lo que me preguntas. Tenemos nuestras cuotas y fundamentalmente vivimos de nuestros curros. No necesitamos ni admitimos ayudas de nadie, con lo que decimos y hacemos lo que nos parece más oportuno y todas nuestras actuaciones se deciden en asamblea.

-      ¿Cuántos formáis esa sección?

-      Hasta ahora mismo dieciocho, pero cada vez que hacemos un mitin se apuntan dos o tres más

-      ¿Y tú eres el encargado de convencerlos?

-      Un poco si porque el que habla soy yo

-      Naturalmente supongo que para vosotros Europa es un estorbo

-      Por supuesto – Julián tomó carrerilla como si le fuera a dar el mitin a su hermano que le observaba desde el otro lado de la mesa – esos son unos fachas que se aprovechan de los pobres de todos los países mientras que sus dirigentes viven como curas en Bruselas. De vez en cuando para disimular dan una subvención a algún país y a seguir chupando del bote. Menuda gentuza.

-      ¿Y vosotros que proponéis?

-      Una sociedad libre, donde todo el mundo viva bien, que no existan ricos y pobres por haber nacido en un sitio u otro, que cada uno pueda expresar su opinión libremente, que los jóvenes tengamos trabajos dignos, casas para todos y no tener que vivir de los padres como hacen la mayoría, que se retiren todas la fronteras y que cada uno vaya donde quiera, que no dependamos de Estados Unidos para nada, en definitiva una sociedad justa e igual para todos ¿Qué te parece?

-      ¿Quieres que te diga la verdad? – Antonio miró fijamente a su hermano como si estuviera ante un personaje absolutamente desconocido para él

-      Claro, eso es lo que te pregunto – contestó Julián que había hecho la pregunta completamente en serio

-      Me parece que lo que pedís es una utopía, que está muy bien que la gente joven, como tú, tenga unos ideales, pero es imposible que consigáis lo que pedís. El mundo está montado de otra manera y……

-      Por eso hay que acabar con este sistema y comenzar desde cero con otro nuevo - le interrumpió Julián

-      Ya – Antonio procuraba mantener la tranquilidad y no actuar como su padre que es lo que le estaban entrando ganas - pero estarás conmigo en que el mundo no se puede convertir en un movimiento asambleario porque entonces si ahora va mal, iría mucho peor

-      Eso lo dices tú que estás en el sistema que a nosotros no nos gusta, pero no es verdad

-      Bueno, vamos a pagar y seguimos la charla en esa cafetería de ahí enfrente ¿te parece?

-      Lo siento, pero yo me tengo que ir que a las cinco empiezo a currar. Lo dejamos para otro día

-      Bien, llámame un día que tengas tiempo y seguimos charlando ¡hala a currar!

-      Hasta luego

-      Perdona un segundo Julián – Antonio le interrumpió mientras se colocaba un casco de moto bastante viejo - ¿me puedes decir de que  vives?

-      Trabajo en una imprenta confeccionando boletines más o menos ilegales, pero estoy contento

-      ¿Y Dori?

-      Tiene una tienda ambulante de zapatillas y vende por los mercadillos de la provincia de Madrid.

-      Ya, bueno, ya hablaremos otro día

-      Adiós

-      Adiós – Antonio miraba como su hermano menor se alejaba en un viejo vespino pintado de un azul brillante con el escudo en el guardabarros posterior de haz el amor y no la guerra, mientras pensaba ¿Qué hago se lo cuento a mamá o no le digo nada?

 

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