sábado, 15 de noviembre de 2014

EL TRIO DE DOS: CAPITULO 49

 Queridos blogueros/as: Otro capítulo mas y ya vamos por el 49 de esta novela que tiene el nombre perfecto porque efectivamente somos tres, uno la escribe y dos la leen, mejor imposible. Si alguna vez se apunta alguien mas será el cuarteto de tres y ya con mucho optimismo podemos llegar hasta titularla el quinteto de cuatro, pero de momento lo dejamos como está.
Esta historia es de las pocas verdaderas que hay en esta novela, con los nombres cambiados como hacen los grandes escritores pero el resto es "virídico" y el pub que estaba en la ciudad vieja de La Coruña y al que íbamos con cierta frecuencia cuando estábamos estudiando en Santiago, era bastante mas cutre de lo que aparece en la novela. El dueño, yo no se si era hijo de algún antiguo Alcalde de La Coruña, pero si no lo era lo parecía porque conocía a todo el mundo y en los ratos que estaba sobrio, yo nunca lo vi pero supongo que alguna vez lo estaría, te hablaba de unos y otros como si los conociera de toda la vida y según el tenía un pazo en Sada al que no iba porque no quería cruzarse con el antiguo Jefe del Estado porque si se lo encontraba se iban los dos por ahí y terminaban muy tarde. 
En fin, que como podéis apreciar, la novela ha dado un giro y ahora nos vamos un poco de juerga por ahí que nunca viene mal y recordamos aquellos tiempos del cuplé, porque con las bromas de esto que se refleja aquí han pasado nada mas y nada menos que cuarenta y muchos años. Total nada, pero bueno, vamos a intentar ser felices que es lo  importante
Un abrazo
Tino Belascoaín

CAPITULO 49.-

Fernando y Mamen finalizaron su lento recorrido por la ciudad vieja sentados en una especie de “pub a lo gallego” como le gustaba llamarle a su dueño, un tal Toñito de Arousa. No podían más y no encontraron sitio mejor. Sin querer, como suele ocurrir con casi todos los turistas, habían entrado en una de las tascas mas emblemáticas de La Coruña. La pinta era, cuando menos, curiosa. La barra situada a la izquierda de la entrada era larga y absolutamente repleta de productos de la huerta como los definía su dueño y en ella se alineaban desde patatas cocidas, los famosos “cachelos” que despedían un aroma que entraba hambre por todos los poros de la piel, pimientos de Padrón con un pequeño letrero en el que se avisaba, en gallego, “non te lo creas, meu rey que en Padrón xa non hay pimentos nin Cristo que lo fundó”, un cochinillo colgado del rabo con otra inscripción que rezaba: “isto me pasa por no falar galego”, un escudo del Real Madrid con la dedicatoria a Toñito el más madridista de La Coruña, al lado uno del Depor con la dedicatoria de a Toñito el más deportivista De La Coruña y un poco más allá un banderín del Arosa sen el que el propio Toñito había escrito de su puño y letra: “ el futbol me importa un huevo”. Una enorme cazuela de barro se encontraba hasta arriba de callos con garbanzos al mas puro estilo galaico y todo ella rodeada de cientos de cigalas que intentaban abrirse paso en el amplio mostrador luchando denodadamente con unos percebes como “carallos de home” en el ansia de alcanzar las enormes almejas que con su concha a medio abrir parecían querer estar pidiendo guerra a los productos huertanos.
Fernando apreció la originalidad del lugar nada mas pasar el primer escalón, pero la voz de Toñito lo atrajo desde el fondo del local donde sentado en una especie de banqueta alta contaba sus peripecias a un numeroso auditorio compuesto sobre todo por gentes de la ciudad, entre los que primaban funcionarios, ayudantes de obras públicas y algún guardia civil de paisano que había sido enviado por el Gobernador Civil para decidir si se clausuraba el local. Numerosas mujeres rodeaban a Toñito quien de Smokin riguroso, iniciaba su habitual “chou” con su primera singladura a América. Las mujeres lo miraban con admiración y algunas bajaban con disimulo sus ojos desde el smokin a la entrepierna. Toñito les advertía que al final del “chou” les haría, si se portaban bien, una demostración de su singular dotación masculina, pero antes las embelesaba con sus historias contadas en un gallego españolizado, como le gustaba decir:
-  Distinjido publico presente y ausente: Aquí me tenéis vestido de Diplomático para una ocasión tan importante como es la de presentarme a todos ustedes para que me conozcan los que no me conocen y me recuerden los que ya han venido más veces. Por favor, caballero, si usted, si, el del fondo – Toñito se levantó un poco y le indicaba a Fernando que a la derecha había sitio – usted me ten pintiña de extranxeiro de  fora ¿me equivoco?
-  No, no te equivocas, venimos de Madrid –contestó Fernando, mientras tomaba del brazo a Mamen y tomó asiento a un lado del pequeño escenario, sin darle opción a ella a protestar, aunque estaba seguro que el sitio no era de su agrado. Eran muchos años de convivencia y sabía que los chistes y los presentadores de medio pelo nunca habían sido santos de la  devoción de su mujer, sin embargo, a él cada vez le gustaban mas los sitios curiosos y desconocidos como aquel con el riesgo de equivocarse, como aquella vez en Londres que se metieron en uno de travestis pensando que la que estaba en el escenario era Rafaela Carrá y  luego resultó que se trataba de un conocido “transformista” y el local estaba hasta los topes de maricas que, en parejas, se morreaban sin ningún pudor. Aquello era demasiado y tuvieron que abandonar el local antes que los confundieran por algo de lo que no eran.
En el pub La Miñoca todos los presentes atendían las explicaciones de Toñito quien haciendo gala de un don de gentes especial, centraba su atención en los que él llamaba “meus amigos de fora de La Coruña” como Fernando y Mamen que atendían con una media sonrisa y con cara de esperar acontecimientos.
-  Xa me parecía a mi. Vosoutros nos os dais de cuenta, pero teneis una pinta de Madrid que se os nota a la legua ¿a que sí?
Todos los espectadores asintieron y unieron sus voces en un coro afirmativo.
-  Lo veis, todo el mundo se ha dado de cuenta, pero no os preocupeis, meus amijos, porque a mí me pasaba igual cuando estaba en el Urujuay y digo Urujuay con jota y digo bien, aunque a muchos les suene mal, porque ellos lo pronuncian así y yo no los voy a cambiar. Por cierto, filliños, ¿alguno conoce el Urujuay? Pues no sabeis lo que es bueno. Todo el que viaja se va a París, a Londres o a Niuyork y nadie va a Montevideu que posiblemente sea la ciudad mas bonita del mundo. Bueno, non se si la más bonita, pero seguro que es la que mas diversiones tiene. Alí, as muyeres te chaman por las calles y te levan al catre sin preguntarte ni o nombre, de verdad.
Desde el fondo de la sala, alguien dijo:
-  Hombre, Toñito, todas todas as muyeres no serán putas
-  Non - respondió o presentador de fábulas – tes razón, mi tía Carmela, a  mujer de o meu padriño, que foi a que me levou para alá, ella non, pero el resto yo me creo que si.   
-  Que exagerado eres, manda carallo – contestó la voz
-  Si, si exagerado, eso es o que te crees ti. Mira – Toñito clavó sus ojos en los de Fernando – este señor vive en Madrid ¿verdad?
-  Verdad – contestó Fernando quien trataba de adivinar por donde le caerían las preguntas.
-  ¿ Y cuantos chalets endosados habrá en Madrid?
-  Chalets ¿cómo?- preguntó Fernando.
-  Si, home, si, casas de esas que la terraza es como la de un piso, pero con un pouquiño de hierba en donde los veciños siempre hacen barbacoas y te llenan la casa de cheiro a sardiñas ¿sabes lo que te digo o todavía te lo tengo que explicar con mas detalle? Porque neno ti me tienes pinta de profesional liberal, pero o muy fácil está iso de estudiar o a ti el título te lo dieron por enchufe, porque si nó, non entendo que no conozcas los chalets.
-  No, si si que los conozco.
-  Pues entonces contéstame, carallo, que la gente me pierde el hilo ¿comprendes? Bien, entonces en Madrid que habrá ¿diez mil chalets?
-  ¡ Que va! Muchos más, hombre, por lo menos cien mil
-  ¡ Cien mil Ay mamaiña, odemo me coma. Debe facer moito tempo que non vou a la capital porque la vez que estuve, los conté y había, mais o menos, diez mil. Bueno para el caso me es ijual, si hay diez mil, en Montevideu te hay cien mil y si son cien mil, pues entonces te hay un millón, pero muchos mais y en cada uno de ellos vive una familia y en cada familia habrá por lo menos una mujer, o sea que cuenta y ya verás cuantas te salen. Pero si, tienes razón, son muy buena gente, pero pinta de pedir guerra si que tienen y allí que estaba vuestro Toñito, joven como una anguila y mas salido que un  pulpo en Semana Santa y allí empezó miña fama de mujeriego. Fijaros como sería que un día iba por la calle con dos primas mías y va un amigo y me dice:
-  ¡Que, Antoñito, ¿ hoy debutas?
Y yo le tuve que contestar:
-  No, que son mis primas, Fijate como son ¿eh? En todas partes se piensa lo mismo y en mi caso mas que era bastante golferas.
Los parroquianos del pub “la miñoca” comenzaban a saborear los chistes de Antoñito y la cosa no empezaba mal y encima se habían ahorrado el habitual inicio de su correrías por la isla de Arousa, cuando Antoñito se tiraba a la maestra y aquella le aprobaba las matemáticas por aquello de que el chaval tenía una calculadora mejor que las de cualquier otro de la clase y eso que en aquella escuela rural casi todos habían probado las tablas de multiplicar con la famosa Doña Clotilde que, según  decían las malas lenguas fué la pionera de la educación sexual en “a escola” y por esa cátedra habían pasado desde el General Mola hasta el Arzobispo Gelmirez por aquello de unir, en una misma aula, a las fuerzas vivas del Régimen que entonces eran el Ejército y la Santa Madre Iglesia.
Mientras las risas se sucedían por todo el local, Mamen miraba a todas partes en la seguridad que, antes o después, le tocaría a ella. No sabía cuando llegaría ese momento ni como iba a ser, pero estaba segura que le tocaría y lo peor es que estaba al llegar porque Antoñito había recorrido casi todas las mesas y aunque con discreción, de vez en cuando, le lanzaba una mirada en la que se adivinaba que la dejaba para el final.
Justo en la mesa de al lado de la suya, Antoñito se ensañaba con una mujer de hermosisima delantera a la que quería cambiar su mostrador por el del “pub”
-  ¡Que mas te da “mujeriña” tú me las dejas que yo te prometo que no te las toco ¿o.k.?
La mujer se reía como una loca mientras su acompañante, conocido en los ambientes taurinos como “el Niño de Riazor”, se mostraba orgulloso de ser el propietario de tan hermoso ejemplar de mujer. Aficionado desde que hizo el período de Instrucción en Cádiz, había sido el encargado de material de Curro Giraldilla, desconocido torero de la época, al que limpiaba los trajes con primor y le dejaba las manoletinas como los chorros del oro. En una ocasión había saltado al ruedo, pero ya cuando los subalternos habían separado al toro que se ensañaba con el matador y en un descuido el toro lo observó y aquella mirada asesina le bastó al bueno de Argimiro Bandeira, nuestro amigo propietario de la susodicha de tan esplendorosas tetas, que empezó a correr por el ruedo, como poseído por el diablo, hasta que alguien le avisó que el toro estaba como un marmolillo y que no hacía falta que siguiera su desenfrenada carrera. Argimiro se apoyó en el burladero, naturalmente por la parte de dentro y comentó que había corrido más que si se hubiera hecho entera la playa de Riazor y de ahí le vino el apodo y la fama en el mundo de la tauromaquia. Huelga decir que se consideraba experto en cuernos y mas desde aquella vez en que descubrió a su adorada Hermelinda, la de las tetas, haciendo lo que parecía el amor con un conocido camarero del Hotel Riazor y fue muy comentado ese hecho en los ambientes toristas de La Coruña porque Argimiro se quedó encantado con las explicaciones de su santa quien, después de encontrarla en tan peculiar postura justo detrás de la Torre de Hércules, le convenció que le estaba enseñando una cicatriz de una cesárea que le hicieron cuando tenía diecisiete años y y que el camarero del hotel, le estaba dando con un pincel, que salía como de entre las piernas, para mejorar el aspecto de tan desdichada sutura. Incluso, durante meses, Argimiro miraba la cicatriz, las veces que ella se dejaba que no era siempre, y comentaba con orgullo que gracias al pincel del del Riazor, la cicatriz se veía menos. Evidentemente, desde entonces, Hermelinda, la de las tetas, no tenía ningún reparo en hacer el amor en cualquier descampado y si aparecía su marido, el Argimiro, le explicaba que había cambiado de pincel porque necesitaba otro mas consistente y Argimiro seguía igual de tranquilo que en el pub donde su mujer era objeto de la atención de Toñito.
-  Bueno mujeriña y ¿cómo me diseches que te chamas? 
-  Herme- contestó ella ruidosamente.
-  Xa, herme – Antoñito se sentó nuevamente en el alto taburete que estaba en el centro del pequeño escenario – Bien, Herme – las notas de una guitarra que le habían acercado a nuestro protagonista trataban de crear un ambiente intimista, una luz potente se centraba en su entrepierna mientras el resto se mantenía bajo una oscuridad casi total y así Antoñito, primero de manera lenta y cadenciosa y después a voz en grito interpretó para Hermelinda la conocida canción asturiana de Herme de subir al árbol, Herme de coger la flor y dársela a mi morena que fue coreada por todos los asistentes. Finalizada su actuación, los aplausos tronaban en la sala y Toñito tuvo que saludar en varias ocasiones al “distinjido auditorio con el que tanto me complace compartir canciones de tanto éxito en el mundo mundial. Moitas gracias y hasta sempre”
Por fin las luces se encendieron y el local sufrió una transformación, las sonrisas de todos los presentes hacían que el ambiente fuera como mas familiar y Fernando y Mamen se disponían a abandonar el local, cuando Antoñito se acercó a su mesa y se sentó con ellos. Había cambiado el elegante Smoking por un vestuario mas acorde para tal ocasión. Camisa blanca con pequeñas rayas en rojo, pantalones grises y mocasines negros relucientes . El cambio había sido en muy pocos minutos y ahora mas parecía un chico bien de La Coruña que el presentador de un espectáculo de dudoso gusto.  Pidió un vaso de agua y con una sonrisa de oreja a oreja intentó entablar una relajada conversación con el matrimonio madrileño.
- ¿Lo habéis pasado bien? – Toñito mostraba unas maneras absolutamente diferentes – espero que por lo menos os sirva para olvidar las penas durante un rato y si lo he conseguido, pues muy bien y si nó, pues no pasa nada, la vida tiene que seguir ¿no es verdad?
Fernando y Mamen asintieron extrañados ante el detalle de Toñito de haber venido a saludarles hasta su mesa
-  Estabas convencida que me iba a meter contigo ¿ a que sí?
-  Pues si – contestó Mamen – la verdad es que si y dos o tres veces le dije a mi marido que nos fuéramos, pero no me hizo ni caso.
Fernando sonreía recordando los apretones de mano que durante toda la actuación le estuvo dando Mamen y las miradas que Toñito le dedicaba solo para ponerla nerviosa. Si por ella fuera, se hubieran salido antes de finalizar, pero cualquiera se atrevía. De esta manera, seguro que algo le diría, pero si se levantaban entonces sí que la armaban. Por eso Fernando, se estuvo haciendo el tonto y disimulando como si no se enterara de lo que quería Mamen, pero le pareció lo más oportuno y la cosa había salido bien
-  Pues aprende una cosa para siempre – Toñito se puso muy serio – los artistas que trabajamos cara al público sabemos muy bien con quien nos podemos meter y con quien no y basta echar una mirada de vez en cuando para darte cuenta que hay gente que lo pasa francamente mal si le dices algo y tu eres una de esas ¿a que sí?
-  Seguro que sí – contestó Mamen.
-  Bueno, - Toñito bebió un sorbo de agua - ¿ y que haceis aquí si se puede saber?
-  Eso me gustaría saberlo a mí –Fernando también bebió un trago de su Ron con naranja – íbamos paseando por esta zona y sin darnos cuenta entramos a echar un vistazo y ya no tuvimos oportunidad de irnos porque nos llamaste y ya no nos podíamos ir
-  Pues vaya faena que os he hecho
- Que va, creí que iba a ser mucho mas aburrido, pero yo por lo menos lo he pasado fenomenal.
-  ¿ Y tú? – Toñito miró de frente a Mamen – critica mi actuación que me interesa saber tu opinión
-  ¿De verdad quieres que te diga lo que he pensado?
-  Si, si, claro que me interesa, de lo contrario no estaría aquí sentado.
-  Bueno, a mi no me importa decírtelo – Mamen se estiró la melena con un gesto que repetía cada minuto – No está mal, tienes una voz muy bonita cuando cantas, cuentas anécdotas divertidas, pero te pasas un montón con las mujeres, sobre todo con esa tal Hermelinda y luego tampoco me gusta esa propaganda pseudoerótica que haces porque al final nada de nada.
-  ¿Eso es todo?
-  ¿Te parece poco?
-  No , no está mal, pero para mí, eso no es ninguna crítica, porque quiere decir que no has entendido absolutamente nada de mi espectáculo y eso si que me preocupa. Mira – Toñito se movió en la pequeña butaca en la que estaba sentado - ¿os molesta que fume? – Sin esperar la respuesta sacó un Ducados y lo encendió con la llama de una pequeña vela que iluminaba una mesa llena de copas con los ceniceros hasta arriba de colillas – aunque me vista de pailán gallego y cuente historias del Urujuay como repito constantemente, intento y está claro que no siempre lo consigo, criticar la sociedad en la que nos ha tocado vivir y así entre chistes y bromas os pongo a parir a la gente guapa como vosotros y realmente debe ser porque es lo que vende, porque en el fondo cuando viene gente bien por aquí a mí me gusta y me gustaría que viniera mucha más, pero ya se sabe que en una ciudad como La Coruña todo se comenta y que el hijo de un ex alcalde de la ciudad cuente chistes en un pub, eso no es tolerable
-  ¿Tu padre fue alcalde?
-  Si, hace ya bastantes años, pero toda mi familia vive aquí y aunque yo desaparecí y anduve dando tumbos por Estados Unidos y mil sitios parecidos, al final la tierra te llama y aquí estoy. Empecé tocando la guitarra y cantando música sudamericana, pero al final lo que a la gente le gusta es que cuentes chistes verdes, que digas cuantas mas barbaridades mejor y cosas por el estilo. Naturalmente que al principio venían mis amigos, pero, poco a poco, el público fue cambiando y ahora ya veis lo que hay.
-  Perdona que te interrumpa – Mamen terció con rapidez – pero no entiendo a que viene todo esto – Si lo que tratas es de justificarte, no tienes porqué hacerlo y mucho menos con nosotros que hoy estamos aquí, pero mañana no nos volvemos a ver.
-  Si, es posible que no sea el momento – Fernando volvió a beber otro pequeño sorbo de agua helada – perdonar, pero hoy para mí ha sido un día especial. Os veía a un lado del escenario y me parecía estar viendo a mi familia y eso me ha dado un poco de pena.
-  Tu familia ¿nunca viene a verte?
-  No, mi padre se murió hace quince años y mi madre es muy mayor y está claro que este no es un sitio para ella, pero alguno de mis hermanos si que podrían, pero no los veo casi nunca. Ellos no vienen aquí y yo naturalmente tampoco voy a sus casas. Por ellos a lo mejor iría, pero a mis cuñadas no las soporto
-  ¿ Y nunca te dio por estudiar?
-  No, no, ¡que va! Estuve en Santiago una temporada porque mi padre se sintió en la obligación de enviarme, pero desde el primer día ya sabía que no iba a hacer nada. Estaba deseando que me hiciera Abogado, pero a mí me gustaba la buena vida, viajar y cientos de cosas mas, todas incompatibles con estudiar y así me lució el pelo.
-  ¿Y no hubiera sido mejor que terminaras la carrera? Yo, por ejemplo, soy Abogado y me va muy bien.
-  Pues mejor para ti, pero yo no lo hice entonces y ahora no vale de nada lamentarse. Procuro nunca mirar para atrás porque creo que no merece la pena y soy de los convencidos que la vida solo se vive una vez y no se puede desaprovechar pasando la juventud en la Facultad, pero también es cierto que si estuviera completamente convencido de lo que digo no estaría aquí llorando mis penas.
-  Hombre, cada uno puede justificarse como quiera – Fernando se acordaba de sus años de estudiante y no le parecía que lo hubiese pasado especialmente mal a pesar de pasarse muchas horas delante de los libros – pero yo creo que hay tiempo para todo.
-  ¿Tu crees? Yo creo que no.
-  Si, hombre, si, como que no, seguro que tu conoces gente que en la carrera no ha pegado ni golpe y con mas o menos esfuerzo la ha terminado y están ejerciendo tan ricamente ¿o no?
-  Si, claro que si, pero siempre se me plantea la misma duda. ¿Esa gente es feliz?
Mamen, miró el reloj y exclamó:
-  Las dos y media ¡que barbaridad como pasa el tiempo! ¿no nos deberíamos de ir?
-  Espera un poco Mamen que no tenemos nada que hacer.
-  Bueno, como quieras, pero os estáis metiendo en unos temas que nos podemos estar aquí hasta mañana y no arreglaremos nada.
-  Bueno, pero nos vale para charlar que nunca viene mal.
Toñito les miraba con curiosidad y les preguntaba con indiscreción
-  Por ejemplo : vosotros supongo que sois matrimonio ¿es así?
-  Si
-  ¿Y sois mas felices porque habéis pasado por la vicaría?
-  No se si somos felices, eso lo primero – Mamen miró a Fernando en espera de continuar con su discurso y algo sorprendida porque se sinceraba, o la menos lo parecía, con un desconocido y sin embargo esos temas no se tocaban en la intimidad del hogar – porque ¿qué es ser féliz?
Fernando terció en la conversación con la única idea de ayudar a su mujer a la que cada día encontraba mas lanzada. Si le hubieran dicho hace unos años que iba a estar discutiendo con el dueño de un pub a las dos de la mañana sobre la felicidad hubiera apostado lo que fuera porque esa situación no se iba a producir nunca, pero la realidad era la que mandaba y en esas estaban:
-  La verdad es que contestar a esa pregunta es muy difícil por no decir imposible, pero yo al menos lo tengo claro. Para mí ser feliz es estar a gusto contigo mismo y con los que están a tu alrededor, tratar de hacer la vida fácil a los que trabajan contigo, poder dar un paseo, jugar algún dia a la semana al Golf, tomarte una copa con los amigos y un montón de pequeños detalles más
-  ¿Eso es ser féliz? - Toñito llamó al camarero para que le pusiera otra copa, mientras decía adiós a la Hermelinda que se empeñaba en darle dos besos. Cuando, por fín consiguió liberarse de tan recias ataduras, volvió a la conversación - ¡ Hay que ver que dura es la vida de los artistas ¡ ¿de qué estábamos hablando? Si, ya me acuerdo, o sea que con esos parámetros mucha gente sería mas o menos feliz y sin embargo por lo que se oye por ahí, casi nadie lo es, entonces ¿con qué nos quedamos? Por ejemplo, estar acompañado de una mujer atractiva, o de un hombre atractivo en el caso de una mujer, eso ¿ayuda a la felicidad?
-  Naturalmente – Fernando no dejó pasar la oportunidad – faltaría mas.
-  Ya, pero no si esa mujer es la tuya porque entonces la cosa es diferente
-  Hombre, yo entiendo que cuando haces esa pregunta no te refieres a tu mujer, claro, porque tal y como lo preguntas se nota un cierto aire lividinoso y con tu mujer esas cosas no pasan
-  Pues ahí quería llegar – Toñito de Arousa se bebió casi de un trago la copa que le habían servido – el mundo que nos ha tocado vivir es una mierda y perdón por la expresión, pero es así – Toñito miraba directamente a los atentos ojos de Mamen – resulta que yo por el sitio donde trabajo estoy rodeado de tíos que dejan a sus mujeres para venir a tomarse copas, de tías de todos los colores que se lían entre ellas y eso la sociedad lo ve con una cierta normalidad y sin embargo si la Condesa de Montealto con la que por cierto tuve el placer de compartir algunos meses de mi vida de crápula, se viene aquí a tomar una copa y se agarra una cogorza de padre y muy señor mío, eso la sociedad no lo admite y yo me pregunto ¿es que las borracheras de los ricos son distintas a las de los pobres?
-  A eso te contesto yo – Mamen intervino con determinación – no digas las borracheras de los ricos, dí las borracheras de las ricas porque la sociedad admite sin ningún problema que el marido de esa señora esté para  el arrastre y sin embargo lo de ella lo lleva fatal. En el fondo es un problema de machismo y si no contestarme los dos a una pregunta – Mamen distribuyó su mirada entre su marido y el dueño del pub- ¿porqué todo el mundo habla de las fulanas y nadie de los que se van con ellas, porque cuando una de estas de la vida se acuesta con alguien casi siempre es con un hombre y ese sin embargo si puede presumir que ha estado con una fulana.
-  Me parece muy bien – Toñito seguía despidiendo a algunos de los que habían compartido espectáculo esa noche con un gesto de su mano derecha – perdonarme pero aquella rubia es prima mía y tengo que arreglar unos asuntillos de familia. Espero veros pronto otra vez por aquí
Toñito besó la mano de Mamen con ese estilo con que solo las besan los que lo han mamado desde pequeños, hizo una especie de minicombate de boxeo con Fernando y con un gesto de picardía agarró a la rubia por la cintura y desapareció por el fondo del pub.
-  Vaya cara que tiene el gallego ¿eh?
-  Es verdad – Mamen paseó su mirada por el salón semivacío y por el que comenzaban a encenderse algunas luces – es un fresco, pero a pesar de la pinta, me parece que es bastante mas educado de lo que se lo hace y tiene las ideas bastante claras.
-  Hombre, es hijo de un ex alcalde y sobre todo en las capitales de provincias donde no es alcalde cualquiera y además parece que todo es pose y en el fondo tiene envidia de los de su condición social.
-  Seguro, pero si no quiso estudiar de algo tiene que vivir.
-  Bueno – Fernando se levantó y bebió un último trago – lo importante es que hemos pasado un rato agradable y ahora toca dormir ¿vamos?
-  Vamos.



2 comentarios:

  1. El Tío Javier Belas15 de noviembre de 2014, 18:14

    Sí Señor autor. Un gran capítulo por su extensión, por su descripción del ambiente, del local de los clientes y de su dueño y por las elucubraciones sobre lo que es la felicidad y demás cosas que pasan por la vida.
    Cuando vayamos a Galicia tenemos que ir un día al pub " La Miñoca " a saludar a Toñito y a pasar un buen rato con los parroquianos.
    Un abrazo a todos

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  2. Genial este capítulo; es como se conociera el pub Toñito de toda la vida. Desde luego, cuando vaya a La Coruña me pasaré por allí (si es que existe). Curiosa conversación la que se puede tener a las dos de la mañana entre una pareja convencional y un antisistema (así se le llamaría con el lenguaje de hoy). Me ha gustado y entretenido mucho.
    Hasta la próxima semana con la esperanza de ser alguno más. Bss a todo

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