Semana Santa pasada por agua en Cedeira (La Coruña) pero no como casi siempre, no, esta vez ha sido mucho mas.
Hasta la próxima semana que hoy me pilláis agotado, no se si por tanta agua o por los 650 kms que me he metido entre pecho y espalda.
Un beso
Tino Be
CAPITULO
10.-
El
Abuelo que había hecho el mismo recorrido cientos de veces, trataba de hacer de
la rutina un momento de diversión y así observaba con atención todos los
pequeños movimientos de los gorriones que se alineaban en los cables de la luz
como queriendo hacerle un pasillo. El Abuelo sería su rey y ellos sus vasallos.
De vez en cuando alguno de ellos, abandonaba la formación y es que tenía ganas
de hacer pis y se iba un segundo al servicio, pero enseguida estaba de vuelta.
El camino no era muy largo, pero para hacerlo requería un esfuerzo y las
consiguientes paradas cada poco para recuperar el resuello. Un ramillete de
margaritas parecía querer llamar la atención del Abuelo y así desde un lado del
camino, se movían como si estuvieran haciendo la ola. El Abuelo se agachó y
tomando una entre sus dedos recordó sus
años mozos cuando ante una chiquilla guapa que como él no tendría mas de doce
años la fue deshojando lentamente recitando aquello de si me quiere, no me
quiere y al fina como el resultado fue que si le dio un beso en la mejilla y
continuó su camino. Un poco mas allá
tuvo necesidad de pararse porque el cansancio comenzaba a hacer mella en
su cuerpo y como quiera que ya iba recuperando su optimismo habitual, decidió
que la forma de mejorar era hacer inspiraciones profundas llenando el pecho de
aire de tal manera que el campo llegara hasta sus pulmones y así se encontraba
mucho mejor. Ese era el Abuelo que él quería ser siempre hasta que el que le
tenía que llamar al otro mundo lo llamase, pero mientras tanto tenía que ser
una persona que contagiase vitalidad, que la sonrisa fuera la expresión
permanente de su cara, que supiera valorar las cosas que le rodeaban, que la
aparición de un tomate en el dedo gordo de su calcetín fuera un motivo de risa,
que vibrase con el cri-cri de los grillos al acercarse la noche o que se
emocionase ante el vuelo de una mariposa y para eso tenía que hacer un
ejercicio de voluntad todas las mañanas hasta conseguirlo. Simplemente el hecho
de abrir la ventana y dejar pasar los rayos del sol debería ser como el
comienzo de una nueva vida. Todo lo anterior sería interesante para tener
experiencia, eso que siempre se le supone a su edad, pero aunque eso fuera así,
él se tenía que dedicar a vivir el día a día apreciando las cosas de hoy, no
las de ayer que ya pasaron ni las de
mañana que sabe Dios si llegarían. Mientras caminaba el sol se iba
adormeciendo, las luces de su casa se iban aproximando y el Abuelo pensaba
-
Ha pasado un día
mas o a lo peor un día menos, pero lo he pasado que es lo importante y encima
la caída de mi nieto ha venido a contribuir a que el día hubiera sido diferente
¿se puede pedir mas?
Un
poco mas allá, Ana, su mujer, le esperaba intranquila mirándole con reproche
-
Pero ¿dónde te
has metido alma de Dios?
-
He estado en el
pueblo
-
¿Has bebido?
-
Como me preguntas
eso si sabes que yo no bebo nunca
-
No lo se, pero
estaba preocupada. ¿Te has dado cuenta que es la primera vez que te vas de casa
estando tus nietos aquí?
-
Si – el Abuelo
pasó un brazo por el hombro de su mujer – tienes razón pero me molestó mucho la
postura de nuestra nuera, pero ya está, no hay que darle mas vueltas.
-
Venga, anda,
déjate de pensar cosas raras y ven a disfrutar de tus nietos que están
terminando de cenar y dicen que no se acuestan si no les cuentas un cuento.
-
No se si me
apetece mucho – el Abuelo acercó a su mujer apretándola con su brazo
-
¿Te has enfadado
mucho?
-
A ti que te
parece
-
Hombre tampoco
hay que sacar las cosas de quicio. Es natural que si oye llorar a su hijo salga
corriendo para saber lo que ha pasado
-
Si – en la cara
del Abuelo volvió a aparecer esa arruga que era el reflejo en la piel de lo que
pasaba por su cerebro – pero yo el columpio lo hice con toda la ilusión del
mundo para que disfrutaran y parece como si lo hubiera hecho casi para que se
cayeran y se mataran.
-
No digas
tonterías, Juan. Venga anímate y cuéntales un cuento que si no estos no se
duermen y nos vas a dar las tantas.
-
Pues yo pensé que
te habías muerto y no venías porque estabas en el cielo – razonaba el tercero
con su lengua de trapo
-
Si – replicaba el
mayor – tú pareces tonto, se muere y viene aquí ¿no?
-
¿Por que no? – el
otro le sacó la lengua – el niño Jesús cuando fue mayor como el Abuelo también
se murió y al tercer día respiró
-
Querrás decir
resucitó – terció el Abuelo
-
Bueno pues eso
-
Niños, niños,
venga terminar de cenar que si no el Abuelo no os cuenta ningún cuento –
intervino la Abuela
Los
niños obedecieron, el Cola Cao hacía estragos en los alrededores de sus bocas,
las servilletas estaban tan oscuras como la noche que se avecinaba. Poco a poco
terminaron con todas las galletas y después de dar un beso de buenas noches a
sus padres subieron a la buhardilla donde se alineaban varios colchones sobre
el suelo haciendo como si una inmensa cama les esperara.
-
Antes de dormiros
hay que hacer algo ¿no?
-
Rezar –
respondieron todos a la vez
-
Pues venga, abrir
los ojos, juntar las manos y mirar al cielo
-
Yo no veo nada
-
Como vas a ver si
está el techo
-
Bueno, bueno, el
que no quiera que cierre los ojos y el que no que los tenga bien abiertos – el
Abuelo se sentó en una silla – venga juntar las manos y decir conmigo Niño
Jesús
-
Niño Jesús –
respondieron los cuatro
-
Queremos darte
las gracias porque hoy hemos cenado Cola Cao
-
Y croquetas –
añadió el tercero
-
Y tu también has
tomado tortilla de patata
-
Y tu
-
Bueno, muy bien –
el Abuelo hacía las veces de mediador – pues te damos gracias por haber cenado
croquetas, tortilla y Cola Cao
-
Yo también he
tomado galletas
-
Pues yo no porque
no tenía hambre
-
Tendremos que
pedir por todos los niños del mundo para que todos, absolutamente todos, tengan
cena todos los días ¿os parece?
-
Si y también que
tengan una casa
-
Y un colegio
-
Muy bien, pues
pedimos por todas esas cosas. Muchas gracias, Amén y ahora toca dormir, o sea
que todo el mundo bien tapados y a dormir. Hasta mañana
-
Abuelo cuéntanos
el cuento de la rana que quería ser astronauta
-
Eso no que es muy
feo, mejor el de la ratita presumida
-
Vaya rollo, a mi
me gustó uno que nos contaste un día que era de un niño futbolista que le dio
una patada tan fuerte al balón que rebotó en la luna y a la vuelta casi choca
con una estrella
-
Pues a mi el que
mas me gusta es el de Blanca Nieves y los siete enanitos
-
¡Otra vez! Ese no
que ya nos lo has contado muchas veces
-
Bueno, lo mejor
es que nos cuentes el que tú quieras.
El
Abuelo se puso de pié y se hizo un gorro con un viejo periódico. Después muy
despacio se subió a una bicicleta estática que estaba al fondo y comenzó:
-
Lo primero es que
todos tengáis los ojos cerrados y os imaginéis que voy dando pedales y casi me
estáis perdiendo de vista porque estoy entrando en una nube muy blanca, muy
blanca y me pongo el gorro porque parece que empieza a llover. Sigo dando
pedales y cada vez estoy mas lejos, muy lejos, muuuuy lejos…………………………
Juan
estaba de pié en la terraza, la noche había pasado sin sobresaltos importantes
y los niños habían dormido como auténticos lirones. El fin de semana había
pasado y el Abuelo estaba observando como el coche de sus hijos abandonaba el
pueblo y se encaminaba a la gran ciudad. Ana hacía ganchillo pacientemente
sentada en una butaca de mimbre.
-
Desde luego que
verdad es que los nietos dan dos alegrías, una cuando vienen y otra cuando se
van
-
Lo importante es
que lo podamos contar
-
Eso por supuesto
y la verdad es que yo con los niños me
lo paso fenómeno
-
Y ellos contigo
todavía mejor
-
Me alegro ¿sabes
una cosa?
-
Dime
-
Que me al bar
-
Me parece muy
bien. Yo termino esta vuelta y también me voy
-
¿Vas a la compra?
-
Si
-
Entonces te
acompaño hasta el pueblo y ya me quedo yo.
-
Muy bien ¿vamos?
-
Vamos
Yo también de vuelta de la Semana Santa aunque menos mojado que tú. Este verano no te libras de contarle cuentos a mis nietos.
ResponderEliminar¿ Verdad que los nietos es lo mejor que tenemos?
Un abrazo. Hasta el próximo capítulo
Hola a todos! Yo también he estado estos días en Cedeira y no puedo estar más de acuerdo, que cantidad de agua!! Fuimos a San Andrés andando y llegamos como si nos hubiésemos metido en la ducha con ropa.
ResponderEliminarYo me acuerdo perfectamente los cuentos que nos contabas en el cuarto de literas de Vilacacín, pero perfectamente! Eran de piratas. Cuantos años tendría ahí?
Hay que contar más cuentos!
Hoy toca sentimental...Que escenas más bonitas; entrañables.
ResponderEliminarLos cuentos nos gustan a todas las edades; no hay más que ver como nos gustan los cuentos que nos cuentas todas las semanas. Estamos enganchados.
Bss y hasta la próxima
(en Madrid también nos hemos mojado)
Hoy ha tocado capítulo tranquilito.....disfrutando de los nietos...voy a leer el siguiente y me pongo al día. Besos.
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