sábado, 30 de marzo de 2013

EN LO MEJOR DE LO PEOR. CAPITULO 10

Queridos blogueros/as: Juraría que ya he metido este capítulo hace un rato, pero como no lo encuentro lo vuelvo a publicar y si ya está, pues dos por el mismo precio.
Semana Santa pasada por agua en Cedeira (La Coruña) pero no como casi siempre, no, esta vez ha sido mucho mas.
Hasta la próxima semana que hoy me pilláis agotado, no se si por tanta agua o por los 650 kms que me he metido entre pecho y espalda.
Un beso
Tino Be 

CAPITULO 10.-

El Abuelo que había hecho el mismo recorrido cientos de veces, trataba de hacer de la rutina un momento de diversión y así observaba con atención todos los pequeños movimientos de los gorriones que se alineaban en los cables de la luz como queriendo hacerle un pasillo. El Abuelo sería su rey y ellos sus vasallos. De vez en cuando alguno de ellos, abandonaba la formación y es que tenía ganas de hacer pis y se iba un segundo al servicio, pero enseguida estaba de vuelta. El camino no era muy largo, pero para hacerlo requería un esfuerzo y las consiguientes paradas cada poco para recuperar el resuello. Un ramillete de margaritas parecía querer llamar la atención del Abuelo y así desde un lado del camino, se movían como si estuvieran haciendo la ola. El Abuelo se agachó y tomando una entre sus dedos recordó  sus años mozos cuando ante una chiquilla guapa que como él no tendría mas de doce años la fue deshojando lentamente recitando aquello de si me quiere, no me quiere y al fina como el resultado fue que si le dio un beso en la mejilla y continuó su camino. Un poco mas allá  tuvo necesidad de pararse porque el cansancio comenzaba a hacer mella en su cuerpo y como quiera que ya iba recuperando su optimismo habitual, decidió que la forma de mejorar era hacer inspiraciones profundas llenando el pecho de aire de tal manera que el campo llegara hasta sus pulmones y así se encontraba mucho mejor. Ese era el Abuelo que él quería ser siempre hasta que el que le tenía que llamar al otro mundo lo llamase, pero mientras tanto tenía que ser una persona que contagiase vitalidad, que la sonrisa fuera la expresión permanente de su cara, que supiera valorar las cosas que le rodeaban, que la aparición de un tomate en el dedo gordo de su calcetín fuera un motivo de risa, que vibrase con el cri-cri de los grillos al acercarse la noche o que se emocionase ante el vuelo de una mariposa y para eso tenía que hacer un ejercicio de voluntad todas las mañanas hasta conseguirlo. Simplemente el hecho de abrir la ventana y dejar pasar los rayos del sol debería ser como el comienzo de una nueva vida. Todo lo anterior sería interesante para tener experiencia, eso que siempre se le supone a su edad, pero aunque eso fuera así, él se tenía que dedicar a vivir el día a día apreciando las cosas de hoy, no las de ayer que ya pasaron  ni las de mañana que sabe Dios si llegarían. Mientras caminaba el sol se iba adormeciendo, las luces de su casa se iban aproximando y el Abuelo pensaba

-        Ha pasado un día mas o a lo peor un día menos, pero lo he pasado que es lo importante y encima la caída de mi nieto ha venido a contribuir a que el día hubiera sido diferente ¿se puede pedir mas?

Un poco mas allá, Ana, su mujer, le esperaba intranquila mirándole con reproche

-        Pero ¿dónde te has metido alma de Dios?
-        He estado en el pueblo
-        ¿Has bebido?
-        Como me preguntas eso si sabes que yo no bebo nunca
-        No lo se, pero estaba preocupada. ¿Te has dado cuenta que es la primera vez que te vas de casa estando tus nietos aquí?
-        Si – el Abuelo pasó un brazo por el hombro de su mujer – tienes razón pero me molestó mucho la postura de nuestra nuera, pero ya está, no hay que darle mas vueltas.
-        Venga, anda, déjate de pensar cosas raras y ven a disfrutar de tus nietos que están terminando de cenar y dicen que no se acuestan si no les cuentas un cuento.
-        No se si me apetece mucho – el Abuelo acercó a su mujer apretándola con su brazo
-        ¿Te has enfadado mucho?
-        A ti que te parece
-        Hombre tampoco hay que sacar las cosas de quicio. Es natural que si oye llorar a su hijo salga corriendo para saber lo que ha pasado
-        Si – en la cara del Abuelo volvió a aparecer esa arruga que era el reflejo en la piel de lo que pasaba por su cerebro – pero yo el columpio lo hice con toda la ilusión del mundo para que disfrutaran y parece como si lo hubiera hecho casi para que se cayeran y se mataran.
-        No digas tonterías, Juan. Venga anímate y cuéntales un cuento que si no estos no se duermen y nos vas a dar las tantas.

La Abuela abrió la puerta de la cocina y entraron, Aquello para los niños fue como la llegada de los Reyes Magos. Los niños, los cuatro, se levantaron de sus sillas y se abrazaron al Abuelo que los miraba con lágrimas en los ojos. Uno le decía: que bien que has vuelto porque creíamos que te habías perdido, otro sabía que volvería porque según decía le había visto salir y como iba dejando migas de pan por el camino para saber volver

-        Pues yo pensé que te habías muerto y no venías porque estabas en el cielo – razonaba el tercero con su lengua de trapo
-        Si – replicaba el mayor – tú pareces tonto, se muere y viene aquí ¿no?
-        ¿Por que no? – el otro le sacó la lengua – el niño Jesús cuando fue mayor como el Abuelo también se murió y al tercer día respiró
-        Querrás decir resucitó – terció el Abuelo
-        Bueno pues eso
-        Niños, niños, venga terminar de cenar que si no el Abuelo no os cuenta ningún cuento – intervino la Abuela

Los niños obedecieron, el Cola Cao hacía estragos en los alrededores de sus bocas, las servilletas estaban tan oscuras como la noche que se avecinaba. Poco a poco terminaron con todas las galletas y después de dar un beso de buenas noches a sus padres subieron a la buhardilla donde se alineaban varios colchones sobre el suelo haciendo como si una inmensa cama les esperara.

-        Antes de dormiros hay que hacer algo ¿no?
-        Rezar – respondieron todos a la vez
-        Pues venga, abrir los ojos, juntar las manos y mirar al cielo
-        Yo no veo nada
-        Como vas a ver si está el techo
-        Bueno, bueno, el que no quiera que cierre los ojos y el que no que los tenga bien abiertos – el Abuelo se sentó en una silla – venga juntar las manos y decir conmigo Niño Jesús
-        Niño Jesús – respondieron los cuatro
-        Queremos darte las gracias porque hoy hemos cenado Cola Cao
-        Y croquetas – añadió el tercero
-        Y tu también has tomado tortilla de patata
-        Y tu
-        Bueno, muy bien – el Abuelo hacía las veces de mediador – pues te damos gracias por haber cenado croquetas, tortilla y Cola Cao
-        Yo también he tomado galletas
-        Pues yo no porque no tenía hambre
-        Tendremos que pedir por todos los niños del mundo para que todos, absolutamente todos, tengan cena todos los días ¿os parece?
-        Si y también que tengan una casa
-        Y un colegio
-        Muy bien, pues pedimos por todas esas cosas. Muchas gracias, Amén y ahora toca dormir, o sea que todo el mundo bien tapados y a dormir. Hasta mañana
-        Abuelo cuéntanos el cuento de la rana que quería ser astronauta
-        Eso no que es muy feo, mejor el de la ratita presumida
-        Vaya rollo, a mi me gustó uno que nos contaste un día que era de un niño futbolista que le dio una patada tan fuerte al balón que rebotó en la luna y a la vuelta casi choca con una estrella
-        Pues a mi el que mas me gusta es el de Blanca Nieves y los siete enanitos
-        ¡Otra vez! Ese no que ya nos lo has contado muchas veces
-        Bueno, lo mejor es que nos cuentes el que tú quieras.

El Abuelo se puso de pié y se hizo un gorro con un viejo periódico. Después muy despacio se subió a una bicicleta estática que estaba al fondo y comenzó:

-        Lo primero es que todos tengáis los ojos cerrados y os imaginéis que voy dando pedales y casi me estáis perdiendo de vista porque estoy entrando en una nube muy blanca, muy blanca y me pongo el gorro porque parece que empieza a llover. Sigo dando pedales y cada vez estoy mas lejos, muy lejos, muuuuy lejos…………………………

Juan estaba de pié en la terraza, la noche había pasado sin sobresaltos importantes y los niños habían dormido como auténticos lirones. El fin de semana había pasado y el Abuelo estaba observando como el coche de sus hijos abandonaba el pueblo y se encaminaba a la gran ciudad. Ana hacía ganchillo pacientemente sentada en una butaca de mimbre.

-        Desde luego que verdad es que los nietos dan dos alegrías, una cuando vienen y otra cuando se van

La Abuela levantó los ojos de la aguja y afirmó con la cabeza volviendo a continuación a la tarea de hacer una camiseta y unas braguitas para alguno de los nietos.

-        Lo importante es que lo podamos contar
-        Eso por supuesto y  la verdad es que yo con los niños me lo paso fenómeno
-        Y ellos contigo todavía mejor
-        Me alegro ¿sabes una cosa?
-        Dime
-        Que me al bar
-        Me parece muy bien. Yo termino esta vuelta y también me voy
-        ¿Vas a la compra?
-        Si
-        Entonces te acompaño hasta el pueblo y ya me quedo yo.
-        Muy bien ¿vamos?
-        Vamos

4 comentarios:

  1. El Tío Javier Belas1 de abril de 2013, 0:07

    Yo también de vuelta de la Semana Santa aunque menos mojado que tú. Este verano no te libras de contarle cuentos a mis nietos.
    ¿ Verdad que los nietos es lo mejor que tenemos?
    Un abrazo. Hasta el próximo capítulo

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  2. Hola a todos! Yo también he estado estos días en Cedeira y no puedo estar más de acuerdo, que cantidad de agua!! Fuimos a San Andrés andando y llegamos como si nos hubiésemos metido en la ducha con ropa.

    Yo me acuerdo perfectamente los cuentos que nos contabas en el cuarto de literas de Vilacacín, pero perfectamente! Eran de piratas. Cuantos años tendría ahí?

    Hay que contar más cuentos!

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  3. Hoy toca sentimental...Que escenas más bonitas; entrañables.
    Los cuentos nos gustan a todas las edades; no hay más que ver como nos gustan los cuentos que nos cuentas todas las semanas. Estamos enganchados.
    Bss y hasta la próxima
    (en Madrid también nos hemos mojado)

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  4. Hoy ha tocado capítulo tranquilito.....disfrutando de los nietos...voy a leer el siguiente y me pongo al día. Besos.

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