Un abrazo
Tino Belas
CAPITULO 7.- MANOLIÑO DAS PENAS.-
Felipe Duranteiro Ramón, mas conocido por Manoliño das penas era un individuo peculiar. Como de unos treinta años, aspecto cuidado, limpio y aseado, era conocido por todas las gentes del lugar desde que se quedó viudo. Anteriormente había desempeñado trabajos como pocero, marinero de bajura, descargador de hielo en el puerto, repartidos de “pizzas” en el único restaurante italiano de la vila e terra de Cedeira, distribuidor de butano, exportador de marisco e incluso representante de pinturas para fondos de botes de pesca. La muerte de su mujer, Olivenza, cuatro años antes en extrañas circunstancias, le había convertido en un individuo loco, extravagante, inofensivo, andarín impenitente y tocador de gaita casi durante todas las horas del día y algunas veces hasta por las noches en que desgranaba sus notas para que la Santa Compaña tuviera algún motivo de entretenimiento.
Desde el día en que encontraron a su mujer en los bajos de San Andrés ahogada pero sin signos de violencia, se convirtió en un elemento mas del paisaje. Hablaba con todo aquel que invadiera lo que él llamaba sus “territorios territoriales” y siempre comenzaba con un “como está usted meu “brijada” (con “j” que suena mejor) mientras se cuadraba militarmente y comenzaba una larga y repetitiva perorata: “no me dija nada, non fai falta, yo se perfetamente a lo que viene pero ha chejado tarde. Si hubiera venido hace una semana posiblemente hubiera necesitado su ayuda, pero ahora xa non. A miña muller esta subiendo por el acantilado ¿la ve? Por fin ha oído el sonido maravilloso da miña jaita y en breves minutos estaremos xuntiños. La xente dice de Olivenza que está muerta, pero ¿qué saben eles? Yo si que lo se, baixó al acantilado en busca de “unha herba de namorar” nova, unha que solo se encuentra en ese acantilado y se despistó ¿Quen no se ha despistado aljuna vez en a vida? O que esté libre de pecado que tire a primeira pedra, pero nunca hacia alí, oichesme meu brijada, nunca hacía alí porque podes darle un cantazo a minha Olivenza ¿estamos de acordo? Bien, como percibo que entre nosoutros se ha establecido unha corriente de buena relación ¿podes darme un Ducados?
Tino levantó ambas manos dando a entender que no fumaba.
Está ben, está ben, non pasa nada, nunca pasa nada, por isto no vamos a deixar de ser amijos – Felipe Duranteiro sacó un pitillo de un paquete de Ducados del bolsillo superior de la camisa, lo encendió, aspiró profundamente el humo y sin dejar de mirar fijamente a su eventual compañeiro le espetó – y no me dijas que che molesta o humo porque ya sabes que la pasión oculta de los Dioses de Olimpo era precisamente el humo y yo que soy uno de ellos tengo todo el derecho del mundo a que el humo me rodee y date prisa en disfrutar de mi presencia porque – se levantó, se colocó la gaita al hombro y quedándose apoyado sobre una sola pierna continuó – no todo el mundo puede hacerlo y yo que soy como el verdadero Jesucristo, haré como él que ahora me ves pero dentro de un rato ya no me verás porque mi reino no es de este mundo.
Como soplaba la gaita con el humo del cigarrillo, a los pocos segundos las notas salían al aire acompañadas de una intensa humareda que parecía querer contaminar el bosque.
Felipe Duranteiro daba vueltas sobre si mismo, como una peonza, mientras Tino lo observaba entre divertido y extasiado
- Ahora solo hablaré en castellano. Crees que estoy loco ¿verdad?
- Hombre, para que nos vamos a engañar, un poco pirado si que pareces.
- Pues estás equivocado, mi querido amigo, los que estáis locos sois todos los demás. Yo ando por el bosque sin molestar a nadie, toco mis canciones, como lo que encuentro y si no encuentro nada me quedo sin comer y duermo donde puedo, o sea, que realmente puedes considerarme como un pajarillo.
- ¿Dónde vives?
- Vivo en el mundo – respondió mientras alzaba sus brazos al cielo y daba vueltas sobre una pierna – Soy como una mariposa. Hoy duermo aquí, mañana allí y cambio de hogar como ellas de flor. Soy libre, soy un pájaro con alas que no vuelo porque no me da la gana porque si quisiera en cinco minutos estaría en La Coruña y en dos horas en Nueva York o en el Condado de Watford que es mi lugar preferido. Dicho lo cual te comunico que a partir de este momento dejo de hablar en este idioma extranjero y solo hablaré en mi idioma y si no me entiendes te aguantas – dio una voltereta en el aire y se quedó sentado en el mismo lugar.
- ¿Dónde dices que está el Condado de Watford?
- E A ti que mais che da. Está donde ti queiras. Queres que está lonxe pues lonxe y solo puedo ir cando teño puestas miñas alas de lonxe recorrido e si quiero que está aquí mismiño pois lo dijo y que nadie me discuta porque teño la daga de matar.
- Ya, pero no se porque te pregunto todo esto porque a mi, si quieres que te diga la verdad, me da exactamente igual.
- ¡Como que che da ijual! ¿te da ijual saber donde vive el Gran Manoliño? Si o queres saber, sígueme y che convido a comer la especialida da mina casa que es un plato la mar de sabroso hecho a base de troncos de toxos de San Andrés todo aderezado con pedras do Monte Eixil
- ¿Y eso está bueno?
- Manxar de Dioses pero solo para paladares exquisitos como el mío
- ¿Y crees que a mí me gustará?
- No lo se,¡como lo voy a saber! Los extranxeiros sempre te sois moi raritos ¿sabes? Pero estou pensando que no che vou a convidar porque no te vexo con paladar suficiente o sea que ¿sabes una cousiña?, que adiós meu brijada a e que che vayan dando.
- Adiós Manoliño.
- Adiós extranxeiro de fora. Adiós.
Manoliño dio la vuelta y con paso marcial se alejó del lugar. Tino permaneció sentado mientras el gaiteiro descendió la cuesta en dirección a Punta Candelaria y los sonidos de la gaita de Manoliño se iban haciendo mas distantes.
El silencio volvió a inundar las inmediaciones del Pico Torraiba y aquel agudo sonido de la gaita fue sustituido por una sensación de profundo bienestar. El cielo, entre nubes y claros, un viento razonable, los caballos salvajes a lo largo del camino, San Andrés de Teixido al fondo y Cedeira en la lejanía constituían todos los ingredientes para que la sopa de la felicidad estuviera en su punto.
Que desilusión, pensaba que me había quedado más retrasado. Se acabó, ya no tengo más capítulos que leer y hasta el sábado que viene no tendré más.
ResponderEliminarMe he reído un montón con éste loco, después de toda la presentación que hace el gaitero acaba con un "Bien, como percibo que entre nosoutros se ha establecido unha corriente de buena relación ¿podes darme un Ducados?"
Buenísimo!
Esperaremos hasta la semana que viene...
Merce, Tío Javier, ya estoy al día!
Bienvenido Tito, te echábamos de menos.
ResponderEliminarQue cosas mas raras pasan el el Torroiba. Es muy entretenido seguir el relato. Tino, vete preparando un cuento bonito para cuando venga " La Princesa Rusa ".
Hasta el próximo capítulo.
Adiós meu brijada.
Tito, por fin has vueltooooo !!!!!.
ResponderEliminarTino, nos vas a volver locos de tanto contarnos historias de locos. La verdad es que en Galicia hay mucho "tolo". Reflejas la realidad.
Estoy con Tito, lo del Ducados es insuperable.....y lo de
"....estou pensando que no che vou a convidar porque no te vexo con paladar suficiente.." genial.
Hasta el próximo...
Manoliño me ha recordado a Richini, igual de loco que el,bueno ya solo me queda un capitulo para ponerme al día. Besos.
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