Ese día hay de todas las especies frutales ¡menos manzana!
En fin, no sigo porque escribo otra novela, pero ¿a que es verdad? Pues eso, pero que conste en acta que hoy me he levantado bien.
Ahí os mando el capitulo cuatro del loco, queda uno y ya no me pongo ningún reto como el de la semana pasada, que lo lea el que quiera y el que no, que se fastidie
Un beso para todo de mi parte que ya no se si para estos escritos soy Faustino Belascoaín, El Abuelo Tino, el Tío Tino, Tino o el ..... de la Bernarda, pero como me he levantado de buen humor ¡NO ME PIENSO ENFADAR! CADA UNO QUE ME LLAME COMO LE DE LA GANA
CAPITULO CUATRO
Hacía muchos años que tenía ganas de conocer el País Vasco. Adiós a Andrés Senen y bienvenido Carlos Lopez un turista cualquiera. Sus planes se truncaron nada mas llegar a Bilbao porque mientras caminaba por la orilla derecha de la ría, se encontró, casi sin tiempo para prepararse, a un viejo amigo Telesforo Aristegorriaga Hondarruieta. Se conocían, nada más y nada menos, que de la Escuela de la Policía. A “Teles” diminutivo cariñoso por el que era conocido, lo echaron casi a la vez que a nuestro protagonista que ahora se llamaba Carlos Lopez (le he cambiado tantas veces el nombre que ya no estoy seguro si es ese el nombre actual, aunque en el fondo me da lo mismo). Creía recordar que a Teles lo echaron por motivos políticos. Alguien se dio cuenta de su desmesurado interés por la fabricación de bombas y enseguida, quien fuera, lo relacionó con el entorno de ETA y fue puesto de patitas en la calle al instante. Curiosamente después se supo que no tenía ninguna afiliación política y mucho menos con la banda terrorista, pero para entonces ya estaba en la calle. Intentó volver a ser admitido pero tenía todas las puertas herméticamente cerradas. Se aburrió de llamar hijos de puta a todos los de ETA y al entorno aberzale, pero ni con esas. Para lo único que le valió era para tener que salir de su pueblo acusado de traidor y enrolarse en un mercante con destino a China. Desaparecer por una temporada era una solución temporal pero recomendable. Su vida corría peligro y en un mercante estaría tranquilo.
Cuando volvió a Bilbao después de navegar por el Mar de China, un familiar le avisó que estaba siendo buscado por la Fuerzas y Cuerpos de la Seguridad del Estado por haber asesinado a un Policía Nacional en Amurrío hacía cinco meses. ¡Él en China y acusado de matar a un policía en el País Vasco! A pesar de tener todos lo papeles en regla y demostrar fehacientemente que por aquellas fechas estaba navegando a seis mil millas de Bilbao, fue detenido y gracias a un amigo de la Policía Autónoma logró que lo dejaran en libertad provisional y desde entonces, de aquel incidente habían pasado nada menos que veintidós años, cada vez que atracaban en el puesto de Bilbao, Teles se quedaba en el barco y era visitado por su familia en su camarote.
El encuentro entre los dos viejos amigos fue absolutamente casual. Carlos Lopez, Manuel Senen, el Inspector Fandiño o como coño se llame ahora, se había acercado al puerto de Bilbao para ver la puesta de sol para ver si era cierto lo que todo el mundo decía. Que una puesta de sol desde cualquiera de sus muelles con la música de una habanera de fondo y degustando unas sardinas acompañadas de un vaso de chacolí, no había espectáculo mejor en ningún lugar del mundo y para nuestro ex peregrino, ex inspector, ex mudo y solamente todavía loco así debería de ser. Sin embargo una inoportuna lluvia impidió apreciar el espectáculo.
Un hombre de piel curtida por las muchas horas expuestas al sol, se encontraba acodado a la borda de un barco maderero. De su pipa de marfil lacado salía un hilo de humo que se diluía, como un grano de arena en el desierto, por el cielo contaminado de la capital bilbaína.
Al pasar cabizbajo y meditabundo, Carlos no se percató de la presencia del marino y fue éste el que le saludó
- Buenas noches caballero noctámbulo, si es que se puede decir algo con lo que llueve
Carlos levantó sus ojos y contestó con un buenas noches sin mucha convicción observando a alguien que le resultaba familiar,
- ¿Nos conocemos?
- Seguro que si – el marino se quitó la gorra dejando al aire una calva que se continuaba con un pelo blanco que comenzaba casi en la nuca – lo que no me acuerdo es de que.
- ¿Usted ha viajado mucho? – preguntó Carlos
- Hombre, bastante. Piense que estoy embarcado desde los veintidós años y siempre en la misma compañía
- ¿Y la misma ruta?
- Afortunadamente si. Es norma de esta compañía que cada dos años todas las tripulaciones cambian de destino. Ahora vuelvo otra vez a China, pero antes si que se puede decir que he estado en todos los puertos importantes del mundo ¿Por qué me lo pregunta?
Carlos dejó volar su imaginación y le contó una historia tierna que sabía le iba a gustar. Procedente de una aldea del interior de Galicia muy pocas veces había tenido oportunidad de ver el mar y por supuesto nunca había estado embarcado. Primero intentó otras profesiones, pero al final y después que su vida fue un constante ir y venir sin rumbo, se embarcó en Vigo como marinero en un barco con destino a Noruega. Posteriormente estudió para Marino Mercante en la Universidad de Bergen, localidad al sur de Noruega y una vez conseguido el título se enroló como Capitán en un barco ballenero que solo navegaba por las proximidades de los fiordos noruegos donde las ballenas acudían a reposar de sus largas singladuras. Ahora tenía dos meses de vacaciones y había decidido conocer el País Vasco y allí estaba
- Estaba pensando que China debe ser apasionante
- No lo piense mas, salimos esta noche y estamos escasos de oficiales. Buen sueldo, poco trabajo, muchos días de navegación y sobre todo tranquilidad a raudales. Si se apunta, dentro de seis meses le dejo en este mismo lugar ¿Qué le parece?
- No se, no se
- ¿Le espera alguien?
- No
- ¿No tiene familia?
- No
- ¿No tiene amigos?
- No – respondió Carlos - tenía uno pero al no regarlo se perdió.
- Tiene razón pero si navega no se puede preocupar de cultivar la amistad con nadie fuera del barco
- Si. - Carlos subió al barco invitado por un amigo del que todavía no era amigo – en eso tiene toda la razón, pero en contra de lo que piensa la mayoría de la gente lo peligroso es no arriesgarse (seguro que ya sabes de donde viene esta frase ¿a que si?)
- ¿Como me has dicho que te llamas?
- Carlos.
- Muy bien, Carlos, Telesforo para servirte, pues como te iba diciendo yo tenía un viejo amigo que siempre decía que lo de menos era el vehículo, que lo mas importante era tener claro a donde ir
- Justo lo contrario que los marinos
- No necesariamente. Un marino también puede querer ir a ningún sitio. Disfrutar de amigos diferentes, como la soledad, una puesta de sol, el sonido del viento entre las olas y muchas amistades mas que, encima, tienen la ventaja que siempre están ahí. Es como una planta, la puedes hablar todo el tiempo que quieras que nunca te lleva la contraria
- Exactamente lo contrario que una mujer – concluyó Carlos
- Bueno, no todas – Teles puso los ojos en blanco – yo estuve enamorado hace muchos años y eso fue lo mejor que me ha pasado en mi vida. Después todo cambia, tienen una novia en cada puerto y si te he visto no me acuerdo.
- No te engañes Telesforo. Si que te acuerdas, claro que te acuerdas. Cuando estás en cubierta en alta mar, en una de esas noches de luna llena, con el mar como un plato y una copita de coñac en la mano, claro que te acuerdas. No intentes negar la realidad.
- Es verdad. Se nota que has navegado y que tienes los mismos sentimientos que todos, pero te tienes que convencer a ti mismo que la soledad es lo mejor del mundo porqué si no, la vida a bordo sería insoportable y si no ¿porqué a veces te levantas por la mañana y para olvidar las penas gritas como un cosaco desde la popa? Porque desafinando es una buena manera de empezar un día en que lo primero que has hecho es apagar el despertador que para eso lo tienes.
Si vivieras en pareja y en un piso de cualquier ciudad, todas esas cosas no las puedes hacer.
- No, si es lo que yo digo – Carlos se ajustó el cuello de la camisa para paliar el frío que con la llegada del verano al llegar la noche, siempre nos encuentran –donde mejor está un marino es navegando
- Seguro que si y eso es lo mismo que digo yo – afirmó Telesforo
- Si, pero tu caso es un poco distinto
- ¿Distinto? ¿Por qué va a ser algo diferente
- Tu sabes por qué y yo también, o sea que no te hagas de nuevas
Telesforo miró de arriba abajo a su eventual contertulio y le preguntó sin miramientos
- ¿Eres Policía?
- No, lo fui igual que tu hasta que me echaron
- ¿En que año?
- En el mismo que a ti
Telesforo abrió los ojos como si estuviera en presencia de un fantasma - ¿no me digas que tu eres el Inspector Fandiño?
- Si señor, el mismo que viste y calza.
Teles le sujetó por los hombros y ambos se fundieron en un abrazo largo, muy largo, como si así, apretados uno contra el otro, el tiempo retrocediera. Se miraron otra vez y por ambas cabezas pasó la misma idea ¡que cambiado estás!
- ¡Pero como no vamos a estar diferentes si hace de aquello hace nada más y nada menos que cuarenta años!
- Por eso se nota el paso del tiempo, nos ha jodido ¡porque ha pasado! Si no, no se notaría.
- El caso es que yo a ti te hacía en Galicia
- Eso es lo que debería ser pero no fue, me juzgaron por loco, me tuvieron un año de juicios de aquí para allá y al final me internaron en un psiquiátrico con una condena de treinta años y hace poco que salí
- ¿Curado?
- Yo creo que si - Carlos le miró fijamente – estoy curado de la cabeza, eso seguro, pero me he quedado solo en el mundo. Mi mujer murió y como no tenía ni hijos, ni amigos, ni conocidos, me quedé más solo que la una y me he dedicado a andar por ahí.
- ¿Buscando amigos?
- No, no ¡que va! – Manuel se rió abiertamente – nuestro encuentro ha sido pura casualidad
- ¿Seguro? – había creído por un momento que seguías perteneciendo a la Policía y me venías siguiendo
- Muy mal investigador tenía que haber sido si después de veinte años no te hubiese encontrado ¿no crees?
- Si, es posible pero piensa que en todo este tiempo yo no he pisado ni una sola vez territorio español.
- Es igual, si hubiera querido te hubiera encontrado en China.
- ¿Y que vas a hacer? ¿me vas a denunciar?
- No quiero denunciarte, pero aunque quisiera no creo que nadie me hiciera caso ¿no ves que he estado loco?
- Tiene gracia la situación – Teles le pasó la mano por el hombro al que había visto como un posible policía – resulta que tu no me puedes denunciar porque todo el mundo pensaría en mi defensa que estás loco y yo no podría denunciarte a ti porque me meterían en la cárcel a mi por prófugo
- Así es la vida, compañero
- En fin, amigo ha sido un encuentro muy agradable, pero lo mejor es que cada uno siga su camino. Un abrazo
- Hasta siempre
- Hasta siempre.
Estaba seguro que sería la última vez porque estaba cansado de cambiar de personalidad cada pocos años. Y una vez recuperada la cordura, lo mejor era volver a su lugar de procedencia e iniciar una vida normal y corriente, paseando por el parque, viendo caer las hojas en otoño y florecer los campos en primavera, tomar el sol sentado en un banco esperando, esperando ¿a que o a quien? De eso nada, estaba loco, es verdad, mas bien muy loco, pero el tiempo lo cura todo, o sea que soy cuerdo, esto me suena muy mal, mejor diré que estoy cuerdo y si es así, que seguro que es, entonces no puedo ni debo volver a mi pueblo ¿para que voy a volver si no me espera nadie? Si volviera entonces si que pensaría que estoy mal de la cabeza. Nada, nada ¡que no vuelvo!¡que no me da la gana! ¡no vuelvo y no hay mas que hablar!
Estaba parado en la acera de una amplia avenida contemplando el mar. A lo lejos unos botes pequeños faenaban buscando el alimento diario. Mas allá un barco mercante anunciaba su llegada haciendo sonar intermitentemente una potente sirena. Las hojas de un periódico volaban por el paseo como queriendo sumarse a todos aquellos que aquella mañana de Domingo habían decidido salir a dar una vuelta. La racha de viento cesó y una de las hojas cayó a los piés de nuestro loco cuerdo, se agachó lentamente, ¡que malo es esto de hacerse viejo coño! la extendió ante sus ojos y lo primero que vió era un anuncio de un pueblo de la provincia de Valladolid donde solicitaban con urgencia la presencia de un conductor de almas ¡un conductor de almas! ¿Qué será eso? y dejando la hoja del periódico se encamino con andar lento hacia ese punto de España donde seguro encontraría lo que andaba buscando
Soy Merce..
ResponderEliminarQue relato mas curioso y original. Tino, tienes unas dotes para escribir increibles; minucioso, detallista, "enrollao". Genial, me encanta
Vamos a ver como termina esta historia. Seguro que una forma insospechada..
Bueno, a ver si en Valladolid el Loco se acomoda siendo conductor de almas( que sera,sera...) ya lo veremos en el último capitulo.VAYA IMAGINACIÓN!!!!!
ResponderEliminarCada vez me cae mejor Fandiño. Es todo un artista. Muy buena la descripción de un marino: Querer ir a ningún sitio, disfrutar de amigos diferentes, la soledad, puestas de sol, el viento, las olas ...... Y ahora vamonos tierra a dentro. A Valladolid !!!!!
ResponderEliminarÉsto es de LOCOS...Voy a por el siguiente, que entre los días de puente y el trabajo tenía retraso de dos capítulos.
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