CAPITULO
10.-
Sin darnos cuenta el pub se fue llenando de
gente, la mayoría españoles que se saludaban efusivamente como si no se
hubieran visto en mucho tiempo. El ruido iba en aumento y lo que en principio
parecía un lugar tranquilo se convirtió en pocos segundos en un bar casi
español. Los camareros eran ingleses, de eso no había ninguna duda, pero se
entendían razonablemente con los clientes. Los mas cercanos pedían sus cervezas
con mejor o peor inglés, pero entendible y los mas alejados de la barra se
hacían con la bebida mediante gestos. Eran clientes habituales por lo que en
muchos casos no era necesario ni pedir y todos llegaban con ganas de charlar,
olvidar los problemas diarios y sobre todo hablar y estar entre españoles.
Justo hoy el pub estaba mas lleno porque en un rato televisaban un partido de
futbol de la liga española y el lugar de referencia del barrio para verlo era
exactamente donde nos encontrábamos.
-
Chico, lo siento – Javier se consideraba un
poco culpable – pero no tenía ni idea que hoy hubiera futbol.
-
No te preocupes,
no pasa nada – contesté tratando de quitarle importancia – estas cosas también
pasan en Madrid
-
Ya, pero para ser
tu primera salida no parece ser el sitio mas adecuado.
-
No pasa nada.
-
Bueno – Javier
tenía una carta en la mano - ¿qué quieres cenar?
-
La verdad es que
entre el viaje, dejar a la familia y esas cosas no tengo mucha hambre, pero una
cervecita con un sándwich de vegetales no estaría mal.
-
¿Quieres mirar
alguna otra cosa? – me acercó la carta
-
No, no gracias – puse la carta en un soporte entre
el bote de kechchup y el de la mayonesa.
-
Perdona que me
meta donde no me llaman pero ¿sabes inglés?
-
Yo creía que si,
pero después de los trámites aduaneros y el autobús me parece que se bastante
menos de lo que parece.
-
No te preocupes
porque eso nos pasó a todos – sonrió como recordando sus primeros tiempos en
Inglaterra – bueno a mi todavía peor porque yo no sabía absolutamente nada y
tuve que empezar de cero.
-
Eso es peor.
-
Al final es lo
mismo – Javier se encogió de hombros – los
ingleses son como todos, si quieren te entienden y si no ya puedes
decirles lo que sea con un acento mejor que el de ellos que enseguida te
preguntan ¿español?
-
Me parece que no
eres muy partidario de ellos.
-
Te equivocas, de
verdad, que no es así – levantó la mano y al punto apareció un camarero con una
sonrisa de oreja a oreja, una cerveza que depositó delante de mi compañero de
mesa y apuntó lo que yo quería cenar y desapareció por una puerta lateral – Si
me lo hubieras preguntado cuando llegué te diría que si, pero ahora, piensa que
ya llevo aquí casi cinco años, no son mala gente, de verdad que no. Son
diferentes a nosotros porque eso de venir del sur marca mucho, pero ellos a su
manera son agradables.
-
Ojalá no te equivoques porque aunque espero no estar tantos años
como tú, no lo pasaré muy bien.
-
Hombre, tampoco
yo quiero ser ahora como el experto en emigración, pero si que te aviso que al
principio es muy duro – su cara parecía recordar sus primeros meses – ten en
cuenta que dejas a la familia, los amigos, dejas todo y te vienes para aquí con
lo puesto. Eso si, por lo menos en mi caso, mi maleta venía llena hasta arriba
de ilusiones, pero el resto se quedó en casa y eso se nota – bebió un largo
trago de la cerveza - ¿me dijiste que estabas casado?
-
Si
-
¿Tienes hijos?
-
Si, dos hijas de
trece y once años
-
Ya
-
Mo me mires así
que tampoco soy un chaval.
-
Por eso te miro –
me apretó mi antebrazo derecho con una mano firme – porque sin ánimo de hacer
de pitoniso, tendrás mas o menos mi edad ¿no? Yo tengo, tengo treinta y nueve
pero por mi poco tiempo porque los
cuarenta están al caer
-
Bien, yo te llevo
dos pero para mi razonamiento es lo mismo. Si te hubieras venido con veinte
años, todo se ve de otra manera, las preocupaciones son diferentes, el mundo si
quieres te lo pones por montera, pero con cuarenta supongo que lo que quieres
es traerte a la familia lo antes posible y juntaros todos aunque sea en otro
país ¿me equivoco?
-
Pues no se muy
bien que contestarte porque no lo tengo claro. Por un lado si que es verdad que
me gustaría estar todos aquí, sería absurdo decir lo contrario, pero si es por
un tiempo corto creo que no merece la pena cambiar todos los hábitos, cambiar a
las niñas de colegio, mi mujer dejar el trabajo y mil cosas mas
-
Pero ¿tú no
vienes con un contrato de trabajo?
-
Si
-
Entonces ya sabes
el tiempo que vienes
-
En principio
vengo con un contrato por un año prorrogable a otro mas, pero ya veremos.
-
Bueno – Javier
levantó su jarra de cerveza brindando – lo que sea será. Lo importante es que
estamos aquí, que vamos a ser compañeros de piso y creo que nos vamos a llevar
bien
-
Seguro que si –
yo también levanté mi jarra en el momento justo en que medio bar brindaba no
por nosotros, eso creía al principio, si no porque el Atlético de Madrid había
metido su primer gol.
Cenamos
tranquilamente, le pregunté al camarero que autobús había para ir a la Clínica
del Dr. Starker y me indicó que el 33 me dejaba en la misma puerta, tomamos un gin tonic y a las nueve estábamos
cada uno en nuestra habitación. Pensé que sería bueno ir al cuarto de estar a
conocer al resto de inquilinos pero me venció la necesidad de hablar con Carmen
y primero sentado ante una mesa y después en la cama, por medio del ordenador y
el mas que socorrido Skype estuve mas de una hora hablando con ella y echándola
de menos.
-
¿Cuántas veces te he dicho que te quiero?
-
Muchas
-
¿Y tú a mi?
-
Sabes que
también, pero hay cosas que no hace falta repetirlas porque se dan por hechas.
-
Ya, pero de vez
en cuando no viene mal decirlo.
-
Venga, Andrés,
sígueme contando la cena
-
Hay muy poco que
contar – me quedé mirando su cara que parecía inmóvil ante la cámara de Skype –
he tomado un sándwich de vegetales y una cerveza.
-
Se nota que estás
en Londres ¿eh? – la risa de Carmen iluminó la pantalla del ordenador – toda la
vida cenando algo de carne y ahora te da por la verdura ¿no te volverás
vegetariano?
-
¡Que va! se llama
vegetal pero lleva de todo, no solamente lechuga.
-
¿Lleva pollo?
-
Si
-
¿Y huevo?
-
También, pero no
como los de ahí que están hechos a la plancha, aquí es un huevo huevo de verdad
y también lleva un tira de bacon, un buen trozo de tomate y una rodaja de
pepino
-
¿Estaba bueno?
-
Buenísimo, pero
tampoco tiene excesivo mérito porque llegué con un hambre que me comería un
pollo entero
-
¿No te dieron
nada en el avión?
-
Como se nota que
hace mucho tiempo que no viajas. En los vuelos baratos que hay ahora no te dan
ni los buenos días, por eso son baratos.
-
Ya y ¿que mas
tienes que contarme?
-
Tengo tantas
cosas que decirte que no se ni por donde
empezar – sin darme cuenta y a pesar de que había decidido que hoy no iba a ser
el día, mis ojos se habían llenado de lágrimas y no me quedó mas remedio que
sacar el pañuelo y separándome un poco de la pantalla me lo pasé por la cara.
Carmen que me conoce como si me hubiera parido, intentó dejarlo para otro día,
pero llegó tarde. Empecé a llorar como un imbécil y no era capaz de articular
palabra.
-
Venga Andrés por
favor, no te pongas así. Venga anímate ya verás como mañana cuando vayas al
Hospital todo mejorará.
-
Ya lo se, Carmen,
ya lo se – me volví a skype tratando de poner buena cara – pero uno es así y no
tengo remedio.
-
Yo creo que lo
mejor es que lo dejemos por hoy y mañana me cuentas mas tranquilo ¿vale?
-
Si, venga, me
parece bien. Hasta mañana. Te quiero
-
Y yo también,
hasta mañana.
Apagué
el ordenador e intenté dormirme con la idea que mañana sería otro día y
empezaría a conocer a mis nuevos compañeros tanto de piso como de hospital,
pero una cosa es lo que planteas y otra como sale porque a las diez y media
llamaron a mi puerta y por allí se asomaron dos personajes que dijeron llamarse
Alvaro Cortés y Angel Lopez que venían de cenar y parece que se habían pasado
en el vino y aunque no estaban completamente borrachos se notaba esa alegría
que solo da el alcohol. Menos mal que ya había terminado de hablar con Carmen y
estaba tranquilo que de lo contrario no se como hubiera reaccionado.
Alvaro
parecía algo mas mayor, aunque evidentemente yo era mucho mas. Tenía unas
facciones agradables, pelo negro repeinado hacia atrás con abundante gomina,
gafas redondas de esas que parecen antiguas, sonrisa a flor de piel y a pesar
de la medio cogorza con ganas de hacerme la vida un poco mas agradable
-
Que tal, compañero ¿molestamos? Seguro que no.
Yo soy Alvaro y tienes una pinta de casado de miedo ¿a que si? Bueno, peor para
ti porque según nos contó Javier eres Médico y vas a un Hospital ¿no?
-
Si – me senté en
la cama dispuesto a hacerles la visita, total me daba igual porque los dos no
estaban dispuestos a irse tan pronto – Hola mi nombre es Andrés Cubiles.
-
Hola, yo soy
Angel ¿has empezado con buen pié?
-
La verdad es que
acabo de llegar. Solo me ha dado tiempo a deshacer la maleta, cenar con
Javier y hablar con mi mujer.
-
Así me gusta -
dijo muy serio Alvaro – lo primero es la familia que para eso se quedan en
España pero no te acostumbres a hablar todos los días con tu santa porque
cualquier día fallas y te llevas una bronca que te cagas.
-
No creo que me
pase a mi lo mismo porque si que pienso llamarla todos los días.
-
Bueno, bueno,
déjalo porque eso mismo dijo el anterior inquilino de esta habitación y ahora
está viviendo con una que trabaja en el mismo periódico que yo, pero bueno allá
cada uno con su vida.
-
¿Tienes hijos?
-
Dos hijas
-
O sea que llevas
un huevo de tiempo casado
-
Un poco menos de
quince años
-
Joder que suerte
– el tal Angel puso cara de envidia – yo estuve dos años casado y casi sin
darme cuenta ya era soltero otra vez y todo por venirme a esta ciudad, si me
llego a quedar en Oviedo seguro que sería un tío casado, con hijos etc…etc,
pero aquí estamos, de pareja con éste – señaló a Alvaro que puso cara de
circunstancias
-
O sea que
vosotros sois………
-
No, ni hablar –
los dos soltaron una carcajada al unísono – eso es lo que tu quisieras para
contarlo en casa, pero no, lo siento,
somos solteros y vivimos juntos, en la misma habitación pero solo porque
nos sale mucho mas barato, pero, a partir de ahí, cada uno tiene sus novias y nuestra propias
vidas, aunque si que es verdad que estamos mucho tiempo juntos. Lo siento, pero
Angel no es mi tipo
-
Ni tu tampoco
eres mi tipo no te hagas ilusiones – bromeó Alvaro.
Para
mí que los acababa de conocer me parecieron una pareja que se llevaban muy
bien, muy alegres y parecía que fáciles de convivir con ellos. El hecho de
presentarse en mi habitación, al menos para mi, era un detalle muy de agradecer
y encima llegaron en el momento justo porque si aparecen cinco minutos antes me
hubieran pillado con lágrimas en los ojos y tampoco era una buena fórmula de
iniciar una relación de compañeros de habitación. En fin, que me vinieron muy
bien para comenzar mi estancia en aquella casa y recién llegado podría decir
que ya había conocido a la mitad de los residentes. Total que entre pitos y
flautas me quedé dormido cerca de de las dos de la mañana con aquello de saber
que al día siguiente iniciaba casi una nueva carrera y ya vería donde acababa
todo.
CAPITULO
11.-
Al
día siguiente temprano, bueno temprano para mí que llevaba una buena temporada
levantándome a la hora que me daba la gana, pero el caso es que casi cuando
salí a la calle, sin desayunar porque no sabía si llegaba en hora o no, aquello
parecía la Puerta del Sol en hora punta. No me costó prácticamente nada
encontrar la parada del autobús 33 y un poco mas me costó subir en él, porque
tardó aproximadamente media hora, pero por fin llegó y como era de dos pisos me
subí al piso superior y desde la primera fila pude observar una parte de
Londres que posteriormente se repetiría diariamente. Estaba amaneciendo, hacía
frío y lo que mas me llamó la atención era que muchos de mis acompañantes en el
autobús llevaban una especie de vasos grandes de papel llenos de un café
humeante del que aspiraban con fruición cada pocos segundos.
Ir
mirando el paisaje y observando a los transeúntes me hizo olvidar por momentos
que me estaba acercando al Hospital y casi sin darme cuenta, el revisor me
avisó que tenía que bajarme en la próxima parada y así lo hice. Me ajusté el
cuello del abrigo y con paso decidido avancé por un largo camino de tierra
bordeado por unos enormes árboles que en los días calurosos a buen seguro que
aportarían una sombra mas que necesaria. Al final se adivinaba una especie de
castillo, que suponía que estaría restaurado, porque tenía pinta de ser
bastante viejo. Subí unas escaleras que se abrían como una concha y atravesé
una enorme puerta encontrándome en una zona que parecía un milagro. En
solamente dos o tres metros que era el espacio entre la puerta de cristal y la
recepción parecía que se hubiera producido una transformación realmente
milagrosa. El Hospital era moderno, con una recepción circular y una enorme
lámpara que parecía descender desde el cielo. Un panel iluminado discretamente
indicaba las diferentes especialidades y los jefes de cada una de ellas. El
directorio estaba francamente bien diseñado y a base de cintas de diferentes
colores que se continuaban a lo largo del pasillo, permitía llegar al lugar
deseado sin posibilidad de pérdida, sobre todo los Servicios Centrales y las
consultas que estaban casi en paralelo con la Administración y con la
Recepción. Los ascensores eran de acero inoxidable hasta aproximadamente la
mitad de su altura y el resto un espejo que te hacía mirarte aunque no fueras
presumido.
Lo
que mas me llamó la atención, nada mas poner un pié en aquel hospital fue
además de su extraordinaria limpieza, la sonrisa de sus tres recepcionistas que
parecía modelos mas que otra cosa. Estaban sentadas, rodeadas de pantallas de
ordenadores, con un micrófono mínimo en las proximidades de la boca y con las
manos libres para dar indicaciones a todos los que lo solicitaban. Un uniforme
azul claro con una blusa de un blanco inmaculado realzaba todavía mas su
belleza. Me acerqué tratando de disimular mi preocupación pero enseguida me di
cuenta que, al menos por parte de aquella auténticas preciosidades, mi estancia
allí iba a ser muy agradable.
-
Buenos días ¿en
que podemos ayudarle? – me preguntó una de ellas con una sonrisa absolutamente
sincera.
-
Buenos días –
contesté con un inglés suficiente como para que me entendieran pero siendo
consciente que tenía mucho que mejorar – soy el Dr. Cubiles y tengo una cita
con el Director.
-
¿Usted es el nuevo Doctor español que estamos
esperando?
-
Supongo que si –
contesté sonriendo – no creo que seamos mas de uno.
-
Enseguida le acompaño. El Sr. Director le está
esperando – se levantó de su silla giratoria - ¿quiere venir conmigo, por
favor?
-
Faltaría mas.
No
tengo ni idea si la recepcionista conocía mi situación de soltero en un país
extranjero y menos mal que hacía pocas horas que había llegado porque el
contoneo de sus nalgas invitaba a hacerle proposiciones deshonestas sin esperar
ni un segundo mas. Yo siempre he sido bien pensado y muy poco de andar diciendo
cosas por ahí a las que serían mis nuevas compañeras de trabajo, pero esta
inglesita morena de piernas largas, una coleta que envolvía una hermosa melena
oscura y una sonrisa que no sabía interpretar muy bien invitaba a las
insinuaciones sin perder un minuto, pero
cuando salimos del ascensor y nos
dirigíamos al despacho del Señor Director, solo se me ocurrió decirle que era
una mujer muy atractiva y que esperaba verla en mas ocasiones. Ella me miró,
entre sorprendida y halagada y simplemente me aconsejó que fuera tranquilo a la
entrevista con el Sr. Director porque ella sabía, no me preguntes como pero lo
sabía, que mi solicitud había sido aceptada y que sería la típica charla para
iniciar una buena amistad y explicarme las cosas que tenía que hacer, horario,
retribuciones etc…etc…
-
Me parece bien,
aunque en principio todo eso ya lo se, a no ser que las condiciones sean
diferentes, pero no creo porque el pueblo inglés es un pueblo serio ¿no?
Anna que así se llamaba la recepcionista según
pude apreciar en una chapita que llevaba colocada sobre la solapa del uniforme,
me miró y me contestó con una frase que no fui capaz de interpretar o por lo
menos no entendí lo que me quería decir
-
Españolito, ten cuidado y pisa solamente suelo
firme porque las inglesas algunas veces parecemos lo que no somos y otras somos
lo que no parecemos – dicho lo cual llamó a la puerta de un despacho en el que
destacaba un cartel que ponía solamente la palabra dirección, me indicó que
pasara y después de echarme un vistazo de arriba abajo, se volvió por donde
había venido.
El
despacho era amplio, muy luminoso con un ventanal a la espalda de la mesa
principal que parecía haberse diseñado tan grande como para albergar todos los
rayos de sol que pasaran por Londres y sus alrededores. Un cuadro tirando como
a moderno con unas rayas de diferentes colores llenaba toda la pared de la
izquierda, una mesa de cristal con cuatro sillas y un frutero a modo de florero
en el centro, completaba la decoración del lado derecho y al frente levantado y
estirando el brazo derecho con la mano extendida hacia mí, el Sr. Director me
miraba fijamente desde la profundidad de sus inquietantes ojos azules, rodeados
de unos párpado algo caídos como consecuencia del paso de los años sobre ellos.
Una pobladas pestañas, un pelo engominado peinado hacia atrás, le daba a este
hombre un aspecto interesante. No me atrevería a decir que era guapo, no,
realmente guapo no era, pero entre su estatura que era bastante mas que la mía,
su traje de riguroso azul marino con camisa azul clara y corbata azul algo mas
suave que el tejido de lana de buena calidad de un traje que le caía como si
hubiera sido hecho sin olvidarse ni una sola medida. Desde siempre he tenido la
manía de observar las manos de los que se sientan cerca de mi y eran manos en
las que se veía a la legua que habían sido tratadas por una profesional,
perfectas, cortadas impecables y con una movilidad de los dedos que demostraban
ser el complemento perfecto para un hombre encargado de llevar todos los
asuntos de una clínica que se mantenía entre las mejores clínicas privadas de
la capital londinense. La mesa era el reflejo de lo que supuse que sería aquel
Director que me miraba con curiosidad. Ni un solo papel sobre la mesa, un
ordenador a su izquierda, un teclado en el centro, una lámpara de pié de madera
como labrada a su derecha con una pantalla blanquecina y un bolígrafo situado
de tal manera que sujetaba cuatro o cinco papeles de mínimo tamaño que podrían
ser útiles para tomar alguna nota. Solamente mi curriculum alteraba el orden de
todo aquello.
-
Muy bien – el Doctor Starker alternaba su
mirada entre los papeles que sostenía en su mano izquierda y mi cara que
permanecía absolutamente seria como si de una estatua de sal se tratara – o sea
que ¿Usted es el Doctor Cubiles?.
-
Si señor –
contesté tratando de darle a mi deficiente inglés un tono agradable.
-
Me alegro mucho
conocerle. Espero que nuestra relación sea perfecta.
-
Yo también lo
espero – contesté.
-
Entre Médicos –
continuó con su breve discurso – es mas fácil entendernos, por lo menos
hablamos el mismo idioma. Por cierto ¿dónde aprendió Usted inglés?
-
He estado en este
país en varias ocasiones y he dado clases en España, pero yo creía que sabía
mas de lo que se, hasta que vine hace dos días.
-
¿Le parece muy
difícil?
-
Ya le digo que
llevo aquí escasas 48 horas y de ese
tiempo mas de la mitad he estado entre españoles, pero ya se que se trata de un
idioma complejo para un latino, pero le puedo asegurar que pondré todo de mi
parte para mejorar lo antes posible.
-
Su actitud me
parece muy positiva, pero le tengo que decir que lo poco que ha hablado hasta
ahora, lo ha hecho francamente bien.
-
Muchas gracias.
-
Ojalá todos los
que vienen y que nosotros recibimos con los brazos abiertos, vinieran con el
mismo nivel de Inglés que Usted porque eso facilita mucho las cosas.
El
Doctor Starker miraba lentamente mi curriculum, no se si era impresión mía pero
me pareció que, de momento, la entrevista estaba siendo de su agrado y que yo
le había caído bien. No se por qué, pero me lo pareció y desde luego él a mi,
seguro que si. Esa intuición que tenemos todos y que a veces nos hace
estrellarnos, me decía que con este tipo iba a tener una buena relación, aunque
siempre en un plano de desigualdad manifiesta, él era el Director de la Clínica
y yo era un colaborador mas y encima extranjero.
-
Doctor Cubiles:
esta clínica privada que fue fundada hace casi cien años, tiene como objetivo
prioritario tratar a los pacientes de una manera distinta al resto y
posiblemente de ahí venga el éxito que hemos tenido desde su inauguración. Es
simple y llanamente conseguir una relación Médico Enfermo como muy personal. De
hecho aquí nunca ha habido clientes. Son Enfermos, con mayúscula y como tal
deben ser tratados.
Evidentemente que ellos pagan y mucho, pero porque
saben que en esta institución sus problemas son nuestros problemas y por ello
tenemos la obligación de atender a todas sus necesidades sean del tipo que sean
y para ello le hemos contratado. Entendemos que su curriculum es razonablemente
bueno y puede ayudarnos. ¿Está de acuerdo?
-
Por supuesto – contesté interesándome por todo
lo que hasta ahora había dicho, precisamente porque personalmente yo toda la
vida había presumido de tratar muy bien a mis pacientes y sin saberlo había ido
a caer en una clínica donde pensaban igual que yo. Habría que ver si esta
especie de declaración de intenciones se correspondería con la realidad tiempo
al tiempo, pensé.
-
Si quiere que le
sea sincero hay dos problemas que nos preocupan enormemente y es no solo su
edad, estará de acuerdo conmigo en que es un poco mayor para ser Médico de
Guardia, pero, por otro lado, la experiencia en el trato con los Enfermos debe
ser garantía que hemos acertado con la persona adecuada, pero sobre todo lo que
asusta un poco es que Usted sea Cirujano Plástico y como sabe en esta clínica
trabaja el Dr. Taylor y Usted ingresa como Médico de Guardia, en ningún caso
como Especialista porque para eso ya le
digo que tenemos al Dr. Taylor y su equipo . Espero que asuma su lugar en esta
Institución y no nos cause ningún tipo de problemas porque somos conscientes
que el Dr. Taylor es como es – me miró con curiosidad - por cierto ¿le conoce?
-
No – respondí.
-
Bueno, pues es un
hombre digamos que especial, pero posiblemente sea el que mas opera en estos
momentos y naturalmente, a la Clínica y particularmente a mí como Director, nos
resulta un Cirujano muy interesante tanto desde el punto de vista de imagen
como económicamente ¡para que negarlo!
-
No se preocupe
que por mi parte no va a tener ningún problema.
-
Se lo agradezco
porque de lo contrario tendría que tomar medidas y casi siempre, por no decir
siempre, van en perjuicio del mas débil y en éste caso, como parece lógico, el
mas débil es Usted.
-
Le agradezco
mucho que me hable con tanta franqueza y tenga la seguridad que sabré
corresponder a la confianza que Usted deposita en mí – le contesté así porque
estaba convencido que era así. No es que hubiera decidido dejar de lado la
Cirugía Estética, posiblemente con el tiempo lo intentaría de nuevo, pero en el
momento actual no estaba preparado y prefería pasar una temporada dedicándome a
otra cosa, aprendiendo bien inglés y tratando de ganar algo de dinero para
ayudar en mi casa.
-
En cuanto a las
condiciones económicas son las que pactamos con la Srta. Belinda de la Embajada
y supongo que si está aquí es porque le parecen bien.
-
Por supuesto que
si – contesté rápidamente.
-
Tendrá que hacer
bastantes guardias, eso si, pero es ley de vida. Otra cosa es que con el tiempo
– el Sr. Director me volvió a mirar con afecto – se vaya abriendo camino en lo
suyo y pueda ganar mas dinero con menos esfuerzo, pero por ahora eso no va a
ser posible.
-
No hay problemas.
He venido solo y cuantas mas guardias mejor para mi.
-
También es verdad
que, por lo que me cuentan los residentes, no son especialmente duras
porque en esta Clínica solo se atienden
a sus propios socios y por lo tanto es número de urgencias es pequeño, aunque
puede ocurrir que un día se produzca un accidente de tráfico en la puerta y por
supuesto ese día seguro que tiene lío, pero en general, me parece que son
bastante cómodas. Por otra parte, Usted dispone de una habitación si lo desea,
en la que debe permanecer siempre que esté de guardia porque se trata de
guardias de presencia física, no localizado, y por lo tanto tiene que estar las
veinticuatro horas, pero al día siguiente libra y si correspondiera a un sábado
o un Domingo tiene derecho a un día mas de vacaciones que se acumularían para
el verano o en Navidades. ¡Ah! Se me olvidaba. Si lo desea puede vivir aquí,
por nosotros sin problemas, en cuyo caso tendría que abonar las comidas, pero
no se si le va a compensar porque como habrá podido comprobar esta mañana, la
Clínica está bastante alejada del centro de Londres y para salir a cenar o a
tomarse una copa está bastante complicado, piense que el transporte público
deja de funcionar temprano, pero, en cualquier caso es una decisión que debe
tomar Usted.
-
En principio y
gracias a la Srta. de la Embajada estoy viviendo en un piso con varios
españoles y parece lo mas lógico que siga de momento hasta ver un poco como se
van desarrollando las cosas – parece que ese razonamiento le pareció bien por
la expresión de su cara – Perdone ¿cuántas guardias tendría que hacer?
-
Tenemos que
hablar con sus compañeros, pero en principio yo creo que serían cuatro o cinco
y un fin de semana completo al mes, pero – levantó su dedo índice advirtiéndome
de una norma de obligado cumplimiento – la Clínica no contrata a nadie nuevo
solo para guardias, de tal manera que si alguno de sus compañeros tuvieran
alguna cosa, enfermedad o cualquier otra circunstancia, entre el resto tienen
que suplirlo
-
Faltaría mas, por
mi parte estoy dispuesto a hacer cuantas mas guardias mejor, pero claro,
supongo que mis compañeros estarán en la misma situación.
-
No se crea. Al
principio todos dicen lo mismo, pero enseguida se buscan la vida por ahí,
ayudando a alguien o buscando cualquier otra cosa y a veces tenemos problemas,
que naturalmente arreglan entre ellos, porque esa es la condición principal y
la primera cláusula del contrato.
-
Ya verá como
conmigo no ocurre.
-
Ojala - El
Director pareció que daba la entrevista por terminada. Estaba a punto de
levantarse cuando, mientras introducía mis papeles en un cajón, me preguntó
como quien no quiere la cosa – me gustaría hacerle una pregunta personal y
antes quiero decirle que tiene Usted todo el derecho para no contestarme si lo
considera oportuno.
-
Pregunte,
pregunte lo que estime oportuno - la verdad es que ya sabía por donde iba el
tema porque era lógico, pero me gustó la forma en como quería enterarse del
porqué estaba yo allí dispuesto a hacer de Médico de Guardia sabiendo que tenía
mi título de Especialista en el bolsillo.
-
¿Se puede saber
que hace un Cirujano Plástico como Usted en un sitio como éste.?
-
Eso me gustaría
saberlo también a mi – me reí tratando de liberar tensiones – pero la vida da
muchas vueltas y desgraciadamente me ha tocado a mi. Como sabe, eso no hace
falta que se lo diga porque es de dominio público, mi país está atravesando una
profunda crisis, yo tenía una plaza en la Seguridad Social de la que, por
razones muy complejas de explicar, me pusieron en la calle hace ya casi tres
años, tenía también una consulta privada y por la crisis o sabe Dios porqué,
empezó a ir de mal en peor y casi sin darme cuenta mi vida fue cambiando pero
no de una manera brusca porque afortunadamente disponía de unos ahorros, pero
desgraciadamente en este mundo todo se acaba. Busqué trabajo como Cirujano
Plástico, en plan de ayudantías o lo que fuera,
no encontré nada mas que buenas palabras, después lo intenté como Médico
sin mas, pero tampoco encontré nada. A continuación hice la misma operación por
toda Europa y si quiere que le sea sincero, la oferta de su Clínica es la única
interesante que he recibido y naturalmente que la acepté porque estaba muy desesperado y aunque me
supusiera dejar la familia en Madrid, no me quedaba otro remedio.
-
Bueno – el Dr.
Starker se levantó – como veo que estamos de acuerdo en todo y antes que nos
pongamos tristes los dos por las vicisitudes de la vida que le ha tocado vivir,
si le parece le acompaño a la Administración para que firme el correspondiente
contrato, aunque yo le aconsejo que se lo lea detenidamente y mañana me de la
contestación definitiva
-
Como quiera – le
contesté mientras que yo también me levantaba y me ajustaba el nudo de la
corbata – pero ya le digo que estoy de acuerdo con todo lo que me han
propuesto.
-
Ya pero yo
preferiría que lo leyera tranquilamente y mañana lo trae firmado y ya le
presento a sus compañeros que estarán en una reunión que tenemos todas las
mañanas para comentar las incidencias del día anterior.
-
Muy bien.
La rehabilitación de la Clínica sabe Dios lo que debió
costar pero debo reconocer que debió ser un trabajo concienzudo y de muchos
meses, incluso años, porque transformar un viejo palacete en ese edificio tan
funcional parecía mentira. Con el Director lo recorrimos prácticamente entero y
se notaba que era un camino que debía recorrer muy a menudo porque no se dejaba
un solo detalle. Estuvimos mas de una hora atravesando amplios pasillos en los
que los techos eran, en general, de una altura exagerada, pero sin embargo en
cuanto se entraba en cualquier dependencia la altura disminuía y parecía mas un
edificio recién construido que aquel caserón del siglo XVII. Las habitaciones
eran amplias, se mantenían las ventanas antiguas pero como a unos pocos
centímetros por dentro se había construido un segundo tabique que dejaba ver la
estructura antigua pero ya albergaba materiales mas modernos, cuadros preciosos
de escenas de caza, un par de sillones para los acompañantes, una cama para los
pacientes dotada de un mando que permitía ponerla en cualquier posición, con
sus ruedas de un color gris claro muy discreto, por supuesto todas con su
cuarto de baño independiente, con jacuzzi y una especie de grúa para
introducirlos en la bañera sin necesidad de movimientos que pudieran perjudicar
a los pacientes.
El Dr. Starker se entretuvo unos segundos manejando la
grúa que, con un pequeño motor, se acercaba a la cama del paciente, introducía
una camilla por debajo del mismo y lo desplazaba lentamente hasta la bañera,
previa comprobación de la temperatura del agua siempre a gusto del consumidor.
A continuación las burbujas jabonosas daban un baño con masaje e inmediatamente
para evitar cambios bruscos de temperatura, unos chorros de agua caliente
procedían al secado del paciente y con un mecanismo inverso lo desplazaban
hasta su cama. Y eso en cada una de las cerca de cien habitaciones de las que
disponía la clínica distribuidas en cuatro plantas. El Director también se detuvo algunos minutos
en enseñarme uno de los controles de enfermería donde el personal estaba
realizando su correspondiente turno. Parecía mas una cabina de un avión que un
control de enfermería. Desde allí y con diferentes cámaras distribuidas
estratégicamente, las Enfermeras controlaban a todos y a cada uno de los
pacientes, tenían en la pantalla correspondiente tanto un electrocardiograma en
tiempo real como todas las constantes vitales reflejadas en un lado del monitor
y a un solo golpe de tecla la historia completa del paciente, incluyendo todo
tipo de pruebas complementarias. El Dr. Starker me miraba para comprobar si me parecía un
sistema novedoso, pero yo ya lo conocía por lo que no me sorprendió en
absoluto.
-
Dr. Cubiles: todo
este sistema informático está diseñado para que todos trabajemos lo mas cómodo
posible y naturalmente tendrá que aprenderlo, pero no se asuste porque le
pondremos durante el tiempo que estime oportuno a un técnico informático que le
enseñará todo lo necesario para que Usted navegue sin dificultad. ¿Qué tal con
la informática?
-
Muy bien y seguro que éste sistema lo
aprenderé rápido porque es muy parecido, por no decir igual, al que teníamos en
la Seguridad Social.
-
Como puede
apreciar nosotros no utilizamos papel de ningún tipo – contestó como
sorprendido que en la España que él creía que conocía tuviéramos implantados ya
esos sistemas que para él eran una novedad en el mercado.
-
Si, ya veo y no
creo que sea difícil ponerme al día. Seguro que no.
La
visita continuó por la cafetería, la capilla, el laboratorio de análisis
clínicos, el área de radiodiagnóstico, la cocina, los distintos almacenes, la
biblioteca que era la única zona de todo el edificio que no había variado
absolutamente nada desde el siglo XVII con una vistosas estanterías de caoba
que albergaban cientos y cientos de
libros de todos las especialidades médicas de las que disponía la clínica y desembocó finalmente en la Administración
donde el Dr. Starker me presentó al Administrador, un hombre joven que no me
pareció que tuviera mas de veinticinco años, casado con una española que hablaba
perfectamente mi idioma y que después de entregarme el contrato para que se lo
llevara firmado al día siguiente, se ofreció para ayudarme ante cualquier
problema que me pudiera surgir, sobre todo al principio.
Una
vez finalizadas las diferentes presentaciones, el Director me acompañó hasta la
puerta de la Clínica y se despidió cariñosamente hasta el día siguiente a las
ocho en punto.
-
Muchas gracias
por su amabilidad y espero responder adecuadamente a la confianza que Usted
deposita en mi.
-
Estoy convencido
que así será. Hasta mañana.
-
Hasta mañana
Buen comienzo en Londres. Parece que a Andrés se le va arreglando la vida.
ResponderEliminarLo peor es que ahora otra semana esperando los capítulos.
Un abrazo y hasta pronto. Enseguida en Cedeira.
Bueno Andrés parece que empieza con buen pie....ya veremos.
ResponderEliminarTino, se nota que te has dedicado a la medicina por lo bien que conoces y describes los entresijos de un hospital. Enhorabuena.
ResponderEliminarMe gusta,es verdad a medida q van pasando los capítulos, te metes de lleno en la novela lo describes muy bien. Esperando los siguientes.👌
ResponderEliminar