domingo, 15 de febrero de 2015

EL TRIO DE DOS: CAPITULO 61


Queridos blogueros/as: El segundo capítulo de la segunda parte ya está aquí y como veis todo se va complicando un poco. Antes que se me olvide quiero decir a mi bloguera número uno que nunca se pregunta por los nombres de los policías llamados secretos, unos días se llaman Miguel, otros no se qué y así cada vez son mas secretos que es de lo que se trata. 
En segundo lugar os voy a contar una historia que nada tiene que ver con esta novela, pero que si tiene que ver con el mundo en que vivimos. Al principio Dios creó al hombre y le puso por nombre Adán y pensó que le tenía que dar una compañera y así apareció Eva. hasta ahí todo muy bien, pero luego fueron apareciendo hijos de ésta pareja, nietos, tribus enteras que andaban dando vueltas buscándose la vida y a cada uno le iban poniendo nombres y nombres ¿me seguís? y seguro que os preguntaréis y todo esto a que viene. Seguir leyendo que como diría D. Mendo, el de la venganza, presto llega el final. El último nombre que se le ocurrió y esto fué  un 14 de Febrero fué el de San Valentín que como estaba enamorado lo nombró patrón de todos aquellos que estaban, estén o estarán en la misma situación, pero llegó el 15 de Febrero y como ya había tenido que inventar tantos nombres y aunque fuera Dios, no se le ocurría ninguno y la aparición de un trueno que hizo retumbar todo el cielo, le vino, por fin, uno que nunca había sido utilizado y que no era otro que Faustino y claro le dió una pareja que podría ser ¿porqué no Santa Teresa Rivero? pero no podía ser porque ya había otras como Santa Teresa la de Avila o Santa Teresa de Calcuta y entonces, aunque pareciera un castigo por lo que El sabía que le iba a venir, le puso Jovita de nombre a la que sería su compañera para todos los calendarios, pero claro, Faustino solo le parecía poco y entonces y eso no viene en ningún calendario, le añadió el Belascoaín para que quedara como mas fino y así se quedó por los siglos de los siglos Amén.
En fin, por hoy ya está bien, pero habréis podido comprobar que la historia se puede escribir como a cada uno le de la gana y a mí, hoy me ha dado por ahí.
Un abrazo y que sigáis siendo felices si es que "podemos"
Tino Belas







CAPITULO 61.-

María, la madre de Ana Segura, asistía todos los días a Misa de siete en la capilla de las Madres Reparadoras que tenían en el convento situado casi al final de la calle Mayor. Desde su casa era un paseo, en primavera fenomenal para la salud, pero en invierno un auténtico sacrificio. El hecho de tener que atravesar la Plaza Mayor y algunas calles colindantes donde el frío penetraba como si fuera un cuchillo la obligaba a andar deprisa y siempre con un abrigo que le llegaba casi hasta los pies y un sombrero de lana que le cubría toda la cabeza. Las manos enfundadas en guantes también de lana las llevaba siempre en los bolsillos y en su gesto, a pesar del tiempo transcurrido desde la muerte de su marido el Dr. Seguro, se adivinaba una profunda tristeza. Todos los días pedía a Dios, a ese Dios en el que ella creía con una fe nacida de lo mas profundo de su ser, que la ayudara a superar el golpe de perder su marido y Dios parecía alegrarse de su tristeza porque en tantos años se podían contar con los dedos de las manos los días en que había superado aquel estado de ánimo. Ella era consciente que se tenía que apoyar en sus hijos ¿donde mejor? pero a pesar de intentarlo miles y miles de veces no lo conseguía. Solamente con Ana, las pocas veces que se acercaba a verla a Madrid parecía que se encontraba un poco mas animada, pero solo un poco. Sin embargo, una artrosis localizada en su rodilla izquierda la impedía ir a verla tanto como quisiera. Por otra parte, Ana en Madrid, no se cansaba de aconsejarla que se quedara con ella sin darse cuenta que su presencia en Medina del Campo era imprescindible para el resto de sus hijos, sobre todo para Begoña que a pesar de sus treinta y tantos años seguía teniendo una mentalidad de cinco.
El lunes ¿fue el lunes? Si, ayer por la tarde unos minutos antes de salir para Misa, mientras se estaba peinando y arreglándose un poco, sonó el teléfono y Doña María lo descolgó pensando que sería su hija la casada que la llamaba cuando no podía acercarse a verla por alguna razón y sin embargo era una voz masculina, gruesa, como de un hombre de mediana edad que sin mas preámbulos preguntó
-      ¿Podría hablar con la madre de Ana Segura, por favor?
-      Si soy yo – contestó Doña María sintiendo como si fuera a suceder algo sin saber muy bien el qué - ¿con quien hablo?
-      Señora – la voz parece como si temblase un poco – soy el sargento Alvarez de la Policía Nacional de aquí, de Medina del Campo.
-      ¡Que ha pasado! Por favor dígame que no ha ocurrido ninguna desgracia – Doña María casi no tenía ni fuerza para sujetar el teléfono
-      Lo siento – la voz se volvió todavía mas grave – pero tengo una mala noticia que darle.
Doña María se sentó en una silla situada en el cuarto de estar al lado de la mesa donde estaba el teléfono. Estaba segura de lo que le iba a decir su interlocutor, quería oírselo decir ya, pero por otra parte no sabía si podría soportarlo
-      Pero ¿mi hija está bien?
-      Su hija ha sido encontrada muerta en una zona de la sierra de Madrid.
-      No puede ser – Doña María comenzó a llorar y entre lágrimas acertó a decir - ¿está seguro? ¿no puede haber sido una equivocación? Seguro porque mi hija no iba nunca a la sierra, no puede ser.
-      Señora – la voz se mostraba como mas tranquila una vez dada la noticia y al cambiar la entonación parecía como mas próxima – estamos a unos metros de su casa, si nos da su permiso en unos minutos estamos ahí y le podemos dar mas información
-      Está bien, aquí les espero.
No sabía como ni cuando había avisado a su otra hija pero cuando el Sargento Alvarez acompañado de otro miembro de la Policía Nacional llegó a su casa, su hija ya estaba allí y mas o menos había entendido lo que su madre trataba de decirle entre lágrimas.
El sonido del timbre retumbó por el largo pasillo que comunicaba la puerta de entrada de la antigua casa del Dr. Segura con el cuarto de estar. Hasta llegar allí varias puertas daban entradas a la cocina, dos cuartos de baños y cuatro dormitorios. Las puertas estaban cerradas y una bombilla iluminaba el pasillo. La hija de Doña María se levantó y se acercó rápidamente a la puerta de entrada. Miró por la mirilla, como era práctica habitual en aquella casa siguiendo la costumbre de su padre que continuamente les repetía que no deberían abrir sin asegurarse de quien estaba detrás. Dos hombres con uniforme oyeron como los pestillos, dos en total, se iban descorriendo y al abrir vieron a una señora de unos treinta y tantos años con los ojos enrojecidos que los recibía con un “buenas tardes, pasen por favor que mi madre les está esperando” Los policías dejaron las respectivas gorras en un perchero medio vacío y acompañaron a la mujer hasta el cuarto de estar. Era una habitación grande, con un hermoso ventanal por el que la luz en verano debía de entrar a raudales, pero un día como el que les había tocado vivir no era como para que, ni siquiera una lámpara de cristal con seis bombillas, diera suficiente luz. A la izquierda una mesa camilla rodeada por un sillón de dos plazas, dos orejeros y una butaca mas pequeña albergaban a una señora vestida completamente de negro, con el pelo recogido en un moño de cualquier manera. En el centro de la camilla un recipiente con dibujos de diferentes colores, estaba casi tapado por el diario ABC y en el fondo asomaba un libro de crucigramas, un bolígrafo, un bloc de notas y una baraja francesa con las cartas malamente distribuídas.
Al otro lado de la habitación, una mesa de caoba con diez sillas de respaldos con ornamentos de caza. En el centro una enorme sopera de plata apoyada en un delicado mantel de encaje hacía de base a un gallo con las alas desplegadas como si fuera a salir volando de un momento a otro. Un espejo grande, horizontal con el marco de una madera tallada y pintado de color oro hacía que el cuarto pareciera mas grande de lo era. Una alfombra grande y dos mas pequeñas contribuían a darle calor a un cuarto que derrochaba aires de familia.
Doña María con el pañuelo en la mano y con los ojos casi cerrados de tanta lágrima derramada se levantó lentamente y saludó a los recién llegados mirándolos con un gesto como de incredulidad. Juan María Alvarez, Sargento de la Policía Nacional, le estrechó la mano y lo mismo hizo el número Pedro García.
-      Perdone – el sargento no sabía ni por donde empezar – pero no nos queda mas remedio que darle la noticia que su hija Ana ha sido encontrada muerta en la sierra de Navacerrada muy cerca de Madrid.
-      No puede ser, no puede ser – Doña María movía nerviosamente ambas manos – ¿no puede ser una equivocación?
-      El carnet de identidad que llevaba en el bolso cuando fue encontrada corresponde con la persona fallecida – el Sargento tomó las manos de la señora de la casa entre las suyas y parecía querer ayudarla sin saber como – comprendo que para Ustedes – miró también a la hija – es una noticia terrible y por eso queremos darle nuestro mas sentido pésame.
-      Pero – Doña María no era capaz de asimilar el tremendo golpe psicológico – ¿no puede ser que se estén equivocando? ¿no puede ser?
-      Lo sentimos Señora – El Sargento no sabía como consolarla – pero desgraciadamente el cadáver corresponde a su hija
Ahora le tocaba intervenir a su hija que no había levantado la vista hasta ese momento. Parecía algo mas tranquila que su madre aunque seguro que la procesión iba por dentro
-      ¿Cómo la encontraron?
-      Eso se lo explicarán mejor en Madrid, donde por cierto tienen que acudir para el reconocimiento del cadáver, pero, según nuestras noticias, fue atropellada y apareció en una cuneta.
-      ¿Y sabe si la muerte fue instantánea
-      Lo siento, pero no disponemos de más información - El Sargento Alvarez se puso en pié al mismo tiempo que el guardia que le acompañaba – solo sabemos lo que les hemos contado y venimos para indicarles que tienen que ir al Instituto Anatómico Forense para reconocer el cadáver. Ese es un trámite que tienen que pasar para a continuación le pueda ser realizada la autopsia y si el Señor Juez lo tiene a bien, entonces podrían disponer del cadáver y proceder a su enterramiento.
Doña María no era capaz de pensar en nada y menos en desplazarse hasta Madrid. Prácticamente todas las veces que había ido lo había hecho en tren y su hija la esperaba en la estación de Atocha. No sabía manejarse por la capital, como iba a llegar al sitio ese. Se  tendría que arreglar un poco ¡que desgracia Dios mío! pero ¿se puede saber que he hecho yo para merecerme esto? Primero me quedo viuda y ahora esto. Si por lo menos viviera mi marido, tendría en quien apoyarme.
-      Tengo que ir a Madrid, cas¡ hija mía, llama al Tío Antonio para que me acompañe y díselo a Juan, el vecino para que también lo sepa.
-      Para evitarle mayores molestias – el Sargento Alvarez continuaba de pié – tenemos un coche de la Policía en la puerta que en cuanto usted diga la lleva y por supuesto la trae.
-      Tendrán que esperar un poco, tengo que avisar a mi familia ¡que horror! ¡que horror! mi pobre Ana. Mira que me dijo veces que me quedara con ella a vivir en Madrid, seguro que si estuviera allí esto no hubiera sucedido, seguro que no. Dios mío, ayúdame.
-      Señora, nosotros tenemos que marcharnos – El Sargento saludó respetuosamente con una ligera inclinación de cabeza – nuestro mas sentido pésame y cuando tenga todo preparado, el coche la espera en la puerta

-      Muchas gracias – Doña María les dio la mano y lentamente los acompañó hasta la puerta.

2 comentarios:

  1. Qué fuuuuuerte !!! Por Dios, que vuelco y encima nos dejas en suspenso o ¿se ha cortado el texto? Me parece un capítulo muy corto.
    Me doy por satisfecha con tu respuesta al cambio de nombres. Tienes toda la razón
    Hasta la semana que viene. Besos a todos

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  2. El Tío Javier Belas16 de febrero de 2015, 16:43

    Impresionado. Ana, la de Medina del Campo aparece muerta en una cuneta de Navacerrada. Lo que menos me podía esperar.
    Espero ampliación de la noticia. Esto se pone interesante.
    Un abrazo a todos

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