domingo, 27 de octubre de 2013

EL TRIO DE DOS: CAPITULO 7

Queridos blogueros/as: Hemos estado parte de la tribu de los Belascoaines en Cartagena celebrando los 60 tacos de mi hermano Jesús y por eso escribo hoy Domingo cuando lo normal será hacerlo el sábado o el viernes,, pero estaréis de acuerdo conmigo en que hoy es por causa justificada.
El otro día oyendo el discurso de Antonio Muñoz Molina que pronunció con motivo de serle entregado el Premio Príncipe de Asturias de Literatura comentaba aquello del oficio de escritor y decía que para eso había que dedicarle muchas horas y pensaba yo para mi mismamente, que diría Doña Rogelia, eeso no debo de ser yo porque ni me acuerdo la última vez que escribía algo, menos mal que tengo muchos capítulos anteriores y solo es copiar y pegar porque si no, me pilla el toro igual que si corriera por la calle Estafeta de Pamplona el día de San Fermín.
En fin, ya veremos lo que pasa y mientras tanto ahí os va el capítulo 7 que supongo que estará bien porque yo hace mil años que no lo repaso.
Un abrazo
Tino Belas


CAPITULO 7.-

Fernando Altozano Ortiz de Mendivil pisó el acelerador de su pequeño deportivo dejando atrás la casa donde vivía desde hacía doce años. Antes, su padre D. Antonio Altozano Gil de Viana, tenía su residencia en el tercer piso de la calle de Alcalá 14, justo encima de la Notaría que primero había sido de su abuelo y posteriormente a su nombre, pero con la muerte de su augusta madre le había tocado en herencia una casa cerca de  la calle Arturo Soria en la que, por aquel entonces, era una Urbanización de postín con solo cincuenta chalets.  Por comodidad, al principio, solamente iban los fines de semana, pero a D. Fernando le suponía una salida para disfrutar de los hijos en plena naturaleza y era consciente que el no utilizar el enorme caserón de fines de siglo, lo único que le suponía   eran mas preocupaciones. Su madre, Doña Victoria Ortiz de Mendivil pertenecía de lleno a la alta sociedad madrileña y desde siempre se negó en redondo a vivir “en colonias,” como denominaba a la preciosa Urbanización. Su paseo diario por La Cibeles y el Paseo de Recoletos, acompañada de Elizabeth, institutriz inglesa de sus hijos y las partidas de bridge en los salones de su casa por la tarde, llenaban todas sus horas y el desplazarse hasta Arturo Soria le parecía un auténtico viaje y la imposibilidad de asistir a sus múltiples compromisos sociales.
En esas estaban cuando D. Fernando se enamoró perdidamente de Inesita  de Puértolas, hija del Embajador de Venezuela en España y para evitar los dimes y diretes propios de la ciudad, se inventó una infección pulmonar que le obligaba a respirar diariamente aire puro y a ser posible en las áreas próximas a Arturo Soria por prescripción facultativa de su íntimo amigo el Dr. D. Froilán de Avellaneda del que todo Madrid sabía su afición a las fiestas de sociedad y sus amoríos con jovencitas a las que iniciaba en el arte de amar.
Así fue como Fernando Altozano en compañía de su madre, sus dos hermanos, Elizabeth y dos chicas de servicio, inició una nueva etapa, fuera de la calle de Serrano y aledaños, donde desde hacía unos años había ejercido su bien merecida fama de galán. Era un joven guapo, serio, bien parecido, escrupulosamente vestido y perfectamente aseado, estudiante de Derecho con solo veintitrés años y amigo de sus amigos y de la velocidad.
El hecho de vivir en las afueras y sobre todo el haber descubierto a su padre en manos de Inesita en un hostal próximo a Galapagar, le había reportado un coche de importación, concretamente un MG descapotable que era la envidia de todos sus compañeros de Facultad y un reclamo para sus múltiples admiradoras  que suspiraban porque Fernando las invitase al Pardo a tomar un refresco. Su vida transcurría por las mañanas en la Facultad tomando apuntes no solo de Derecho Penal y otras asignaturas sino también de todas las estudiantes que acudían nuevas a clase, comida en casa con Mamá y Elizabeth, estudio dos o tres horas y a continuación salida diaria hasta las once de la noche en que charlaba un rato con Mamá y descanso hasta el día siguiente. Como se ve, un auténtico “partidazo”, como así se lo hacía ver su madre, Doña Victoria, quien le daba sabios consejos sobre con quien se tenía que codear.
Fernando desde muy pequeño era persona muy ordenada y estricta en los horarios y no pasaba ni un solo día, pero ni un solo día, en todo el año en que no se sentase al menos dos horas a estudiar, de tal manera que su base era excepcional y las matrículas se sucedían por doquier. No era el típico empollón pero era, eso sí, muy constante. Tanto o más que su transformación a partir de las siete de la tarde en que se volvía un Don Juan fino y educado pero perseverante hasta la total seducción de la pieza elegida. Había formado parte de una pandilla de niños bien que desde los quince años merodeaban por el Colegio de Jesús María, en la calle Jorge Juan y al que iban las amigas de su hermana y las  hermanas y amigas de todos sus amigos. Naturalmente él y el resto provenían del Colegio del Pilar del que ya eran antiguos alumnos sus padres y en algunos casos, como el de Fernando Altozano, hasta su abuelo. Con el paso de los años todos los componentes habían tomado diferentes caminos, pero siempre confluían en el Colegio los viernes a las seis de la tarde. Excepto dos, todos los demás estaban como clavos en la cafetería a la hora señalada y desde allí, a pesar del paso de los años, se dirigían en pequeños grupos hasta la esquina de siempre a esperar a las niñas. Como el nivel de vida había mejorado y hasta algunos ganaban importantes cantidades de dinero al mes, la tertulia ya no se hacía en la calle sino que se refugiaban en “El Mildford” aquel pub donde desde pequeños veían pasar a los mayores de ambos colegios y los temas también eran diferentes, aunque, en el fondo eran los mismos pero expresados de otra manera. Lo único que estaba desde siempre rigurosamente prohibido eran las parejas y solamente aquellas que se formaban en la misma pandilla eran admitidas aunque con ciertas críticas y tomaduras de pelo por parte de la mayoría, sobre todos por aquellos, como Alberto Castelo, que se mostraban incombustibles ante la simple posibilidad de tener que soportar a una pareja de manera estable (¡que disparate con lo buenísimas que están todas para qué conformarse con una sola!, solía decir poniendo cara de no haber roto un plato en su vida)
Fernando se consideraba de los más resultones y desde siempre había sabido sacarse partido a su atractivo físico; era guapo y además se lo tenía creído. Su sistema era eficaz y consistía en explotar su simpatía personal para empezar y atacar duramente cuando ya tenía confianza. El principio siempre era muy fácil, Fernando era un estudiante maduro, culto, que había viajado bastante y que conocía cientos de anécdotas de los tres países en los que había vivido, Francia dos años, Inglaterra casi uno e Italia nueve meses y medio y era de conversación amena. Sus años en las distintas embajadas, siguiendo los pasos de su padre que aunque Notario de profesión se consideraba Diplomático de vocación y como tal había ejercido hasta casi cumplidos los cincuenta en que se volvió a Madrid, le habían dotado de un importante don de gentes y todo desde los siete años que fue la primera vez que salió de su casa para irse a Roma donde D. Fernando padre había sido designado Embajador Plenipotenciario ante la Santa Sede.

P.D.- Es un capítulo muy corto pero ya nos hacemos una idea de como es el protagonista y eso que es un chavalín, pero todo se andará.



3 comentarios:

  1. Pués si, cortísimo....tengo ganas de leer el siguiente capítulo...a ver por donde sale este Fernando y que pasará con Ana ????
    Besos.

    ResponderEliminar
  2. El Tío Javier Belas29 de octubre de 2013, 15:43

    Capítulo muy corto. Fernando ligón.
    Muy bien el cumple de Jesús en Cartagena.
    Adiós a todos. Hasta la próxima.

    ResponderEliminar
  3. Capitulo corto pero tenemos a Fernando perfectamente situado.
    Que bien está descrito el perfil del pijo típico madrileño......
    Los Belas....lo pasais divinamente. De fiesta en fiesta
    Hasta pronto
    Bss

    ResponderEliminar