No tengo ni idea cuantas ecografías faltan, pero no creo que sean muchas y luego pasaremos a otra novela.
De momento hay que esperar
Un abrazo para todos/as
Tino Belas
3º ECOGRAFIA
Rafael y Teresa que estaban
tranquilamente a la puerta de su utercasa intercambiaron una mirada de
sorpresa.
-
¿Se puede saber quien eres?
-
¡Ah! Es verdad, tenéis que perdonarme pero no caí en la
cuenta que vosotros no me conocéis de nada. Perdonarme. Bueno pues yo soy el
abuelo Tino, que estoy casado con la abuela Tere y soy el padre de Teresa
vuestra madre y por eso soy vuestro abuelo ¿os parece bien?
Los “lopitos”que
después de meses habían engordado y ya habían pasado a la categoría de Señores”lopes”,
miraban a su abuelo y no entendían nada. Ellos tenían terminantemente prohibido
salir de su utero-urba y sin embargo allí estaba el abuelo, tan pancho como si
con él no fueran las normas. Teresa fue la primera que rompió el hielo, al fin
y al cabo era su abuelo
-
Abuelo: ¿tú cuando naciste ya eras gordo?
-
Vaya preguntita, pero te voy a contestar – el abuelo
apoyó la mano en la cabeza y se quedó pensativo.
-
Abuelo, Abuelo ¿te pasa algo?- Rafa le tiraba de la
manga – yo creo que se ha quedado dormido, claro viene de tan lejos que estará
cansado
-
¡Tú si que estás cansado! No me pasa nada, lo único es
que estoy pensando de las cosas que me acuerde de cuando era niño y si queréis
que os diga la verdad, no me acuerdo de nada
-
Claro, por eso eres abuelo. Si te acordaras serías niño
como nosotros
-
¿y siempre has sido calvo?
-
La verdad es que no, si que siempre fui de frente
tirando a despejada, pero tan calvo como ahora no – el abuelo se pasó una mano
por la frente y con expresión entre divertida y pensativa preguntó: - pero ¿realmente para que sirve tener pelo?
¿me lo podéis explicar?
Teresa levantó la mano como si
estuviera en el Colegio
-
¡Yo se, abuelo yo lo se!
-
¿Si? Pues venga contesta tú primero
-
Si tienes pelo te puedes coger una coleta o hacerte la
raya al medio y si no lo tienes pues no
-
Muy bien, Has contestado muy bien y tu Rafa que ¿no
dices nada?
-
Es que no se muy bien para que sirve el pelo – guiñó
los ojos como pensando y enseguida supo una respuesta – Ya se , si Ya lo se
-
Bueno me parece muy bien ¿para que crees tú que sirve
tener pelo?
-
Bueno, si todos fuéramos calvos los peluqueros como
dices tú no tendrían trabajo y yo quiero que todo el mundo trabaje para que
tengan su dinero y puedan disfrutarlo con su familia y también estarían en el
paro los que trabajasen en una fábrica de peines o los que hacen el fijador o
los que hacen los cepillos porque el otro día estaba yo en el fetoestilista
-
¿Dónde dices que estabas?
-
En el fetoestilista, abuelo
-
¿Ahora los peluqueros se llaman fetoestilistas?
-
Venga abuelo, no seas antiguo. Pues claro sino ¿cómo se
van a llamar?
-
Pues peluqueros, para eso cortan el pelo
-
Si, pero como lo cortan con estilo y a los fetos como
nosotros pues fetoestilistas
-
Ya, ya bueno, entonces estabas en el fetoestilista y
¿qué pasó?
-
Nada que había un señor que casi no tenía pelo y el
estilista le preguntó si le cepillaba la calva y el señor se levantó muy
enfadado y le contestó algo así como que se cepillara a su señora madre y se
fue
-
Que mal carácter tenía el señor. A mi, mi peluquero
siempre me dice que el flequillo ni tocarlo y a mi me da la risa en lugar de
enfadarme, pero todas las cosas depende como las digas, pero me ha parecido muy
bien que pienses siempre en los demás y ¿sabéis una cosa que debéis aprender
para siempre? Hacer siempre las cosas como si os las hiciesen a vosotros y ya
veréis como en la vida os irá muy bien y seréis muy, muy felices
-
Abuelo, a mi un pajarito me ha dicho que escribes
cuentos ¿es verdad? ¡que guay! Eso si que me gustaría hacerlo a mi
-
Pues no los escribes porque no quieres porque es
superfácil
-
Ya – Rafa puso los ojos en blanco – eso lo dices tú que
eres abuelo pero yo que soy un piojillo como me dice mi seño de la uterguarde
ya me dirás como me imagino las cosas que tú sabes
-
Esos son tonterías, tú no tienes que imaginarte nada.
Lo que hay que hacer es ir por la vida con los ojos bien abiertos y las cosas que vayas viendo las escribes en
un papel o mejor en un cuaderno y las guardas.
-
Abuelo, perdona pero en mi uterguarde no hay cuadernos,
Mi seño un día nos enseñó uno, pero yo nunca he visto ninguno mas.
-
Entonces ¿donde vas a guardar lo que piensas escribir?
-
Pues en mi pen drive
-
¿Dónde has dicho?
-
En mi pen drive, abuelo que no te enteras
-
¡Que susto me habías pegado! te había entendido en el
pene no se qué.
-
¿Tú no tienes tu
pen drive?
-
Pues yo creo que no, a lo mejor tenía pero ahora seguro
que no
-
Bueno pues no te preocupes porque te regalo uno y así
puedes guardar toda la información en la base de datos y cuando quieras le das
a Alt.-control y te sale todo
-
¿Le doy a donde?
-
A las teclas de Alt. y control.
-
Vamos a ver, vamos a ver si ponemos las cartas sobre la
mesa. Vamos a ver. Yo nací en 1945
-
Jopé abuelo ¡que viejo eres!
-
Pues por eso, como soy viejo os tenéis que adaptar a
mis manías y no yo a las vuestras porque
para eso, como muy bien dice Teresita, soy viejo. Entonces si yo hablo de
escribir y guardar las cosas en un cuaderno, vosotros lo que tenéis que hacer
es guardarlas en un cuaderno y dejarme de rollos de penes no se qué y penes no
se cuantos y mucho menos que le de a la tecla
no se cual. Mirar, niños, he tenido cuatro hijos como cuatro soles,
entre ellos vuestra madre que gracias a ella estáis aquí y para teclas estoy yo
ahora. Cuaderno y se acabó.
-
Bueno, bueno, pero no te enfades.
-
Bien, pues como
os iba contando, al principio parece muy difícil escribir lo que ves, pero
luego te sale casi sin querer, por ejemplo, ¿veis esa mosca que va por ahí?
-
Si ¡que pequeñaja!
-
¿Tú crees que vivirá en una utercasa como vosotros?
¿Cómo serán sus padres? ¿gordos? o a lo
mejor el padre es gordo y la madre flaca o en el reino de las moscas ¿habrá
uterguarderías como las vuestras?
-
Yo creo que no porque…. porque……. – Teresa sabía lo que
quería decir pero no le salían las palabras – porque los niños no volamos y si
fuéramos moscas nos pondríamos de pié en el techo y saltaríamos por encima de la Seño y…..y…..y….
-
Bueno, bien – el abuelo no podía dejar de reír – pues
eso, si en vez de decírmelo a mi lo escribes en un papel pues ya habrías
escrito tu primer cuento y mas adelante ya te puedes inventar lo que quieras,
por ejemplo, una mosca con bragas ¡ves que fácil! ¿os imagináis una mosca con
bragas?
-
Tendrían que ser todavía mas pequeñas que las de Teresa
-
Según, porque
también te puedes imaginar una mosca gigante y entonces serían mas grandes que
esta casa
-
Jo abuelo que bien nos lo pasamos contigo ¿te podemos
seguir haciendo preguntas?
-
Bueno, pero que sean rápidas porque me tengo que ir que
enseguida si no, la abuela se preocupa y se cree que, como tengo un poco de
Alzehimer, me he perdido y no se volver a casa
-
¿Qué has dicho? que tienes ¿qué?
-
Alzehimer – al abuelo le resbaló una lágrima por la
mejilla – es una enfermedad de los viejos y eso quiere decir que mi cabeza
empieza a fallar y me van quedando pocos años de vida
-
Abuelo por eso no se llora – Teresa se sentó en su
rodilla derecha y le dio un beso – porque cada vez que quieras salir nos llamas
a Rafa o a mí y te acompañamos. Venga no llores que si no, nosotros también nos
ponemos tristes
-
Venga abuelo – Rafa también se subió encima – vamos a
seguir jugando a hacerte preguntas y así te olvidas del alze ese como se llame
¿vale?
-
Venga seguimos. ¿Qué más queréis saber?
-
¿Te acuerdas cuando fue la primera vez que te pusiste
zapatos?
-
Me hacéis unas
preguntas tan raras que no se muy bien que contestar ¿Qué cuando fue la
primera vez que me puse zapatos? Pues no tengo ni idea pero supongo que sería
cuando me llevaban a la calle. Hace tanto tiempo de eso que si quieres que te
diga la verdad no me acuerdo muy bien.
-
Oye, abuelo, ¿Tú naciste por el mismo sitio por el que
vamos a nacer nosotros?
-
Pues claro, todo el mundo nace por el mismo sitio
-
Eso no es verdad – Rafa se levantó muy chulito – no es
verdad porque ayer estuvimos Teresa y yo viendo el uternet y decían que algunos
nacían por cesar
-
Tu nunca te fíes de lo que te cuenten el uternet ese
que no dice mas que mentiras, tu fíate de lo que te diga yo y ya verás como no
te engaño. Todos los niños que nacen de parto natural nacen por la vagina de su
madre, pero a los que les provocan el parto porque tengan cualquier tipo de
problema, eso nacen , no por cesar como dices tú, sino por cesárea que es una
operación en la que el ginecólogo le abre la barriga a la madre y el niño sale
por ahí
-
¿Y no nos pinchan a nosotros que estamos dentro?
-
No hombre no ¡cómo os van pinchar! Ni que el ginecólogo
fuera tonto, ellos van abriendo poquito a poco hasta que llegan al tejado del
útero y desde allí empiezan a quitar de teja en teja hasta que aparecéis
vosotros y entonces os sacan y ya está
-
Abuelo ¿y que hacen con las tejas?
-
Las vuelven a poner en su sitio si no, ¿qué hacen con
ellas?
-
Pues ni idea pero como nosotros ya no vamos a utilizar
la utercasa a lo mejor se la podían llevar a otra que tenga el tejado roto y
arreglarlo
-
¿Y dejar la vuestra sin tejado?
-
Total, ya no estamos que mas nos da
-
¿Y si tenéis otro hermanito os gustaría que viviera sin
techo?
-
Oye Abuelo y la
vagina ¿es tan estrecha como dicen?
-
Pero ¿quién os cuenta a vosotros esas cosas? No tengo
ni idea, pero vosotros no estéis preocupados por eso porque a vuestra madre
seguro que le hacen una cesárea y no tendréis que salir por ningún sitio raro.
-
¡Que pena! – Teresa casi se pone a llorar.
-
No entiendo nada – el abuelo se levantó de la silla no
sin cierto esfuerzo – me decís que salir por la vagina es muy complicado porque
el camino es muy estrecho y te da pena ¿Cómo es eso?
-
Mira abuelo, en mi uterguarde hay un tobogán que mi
Seño siempre dice que es como el canal del parto. Entras por un lado y sales
por el otro después de darte unos cuantos coscorrones y a la gente les da miedo
pero yo me lo paso genial ¿sabes?
-
Ya, eso dices tú, pero tu madre seguro que no está muy
de acuerdo y encima con dos porque cada vez que bajas por ese tobogán que
dices, tu madre tiene unos dolores muy grandes y por eso prefiere el parto con
cesárea porque así está dormida y no se entera de nada.
-
- Claro, a mí también me parece bien y en los programas
de Uternet ya dicen que eso del parto con dolor es una cosa antigua que ahora
de lo que se trata es de que sea un momento para disfrutar toda la familia
junta.
-
O sea que vosotros con el Uternet o como se llame ¿ya
sabéis todo sobre el parto?
-
Hombre, abuelo, todo, todo no, pero algo si.
-
Así sois de listos los niños de ahora
-
¿Y tú cuando naciste no sabías nada?
-
Pues claro que no o tu te crees que hace sesenta y dos
años había eso de Uternet
-
No se, pero entonces ¿como sabías por donde tenías que
nacer?
-
Nadie lo sabía, pero todo el mundo nacía. Estabas tan
tranquilo y un día notabas como un terremoto y buscabas una salida como fuera y
a base de empujar y empujar, acababas saliendo.
-
Abuelo y ahora que lo pienso – Rafael puso cara de
intelectual - Y tu ¿cómo has entrado si está prohibido?
-
Está prohibido salir, pero ¿dónde has visto la señal de
prohibido entrar? No la has podido ver, entre otras cosas porque nunca has
estado fuera pero además te diré que no la hay. Los magos, y yo tengo poderes
mágicos como si lo fuera , atravesamos las paredes con nuestra imaginación
-
Venga abuelo, no nos cuentes trolas, que somos “lopitos”
pero no tontos.
-
¿No os lo creéis? Entonces si tú Rafael no te lo crees
¿como te explicas que se que tu uterocasa está hecha una porquería? Por
ejemplo, en medio del cuarto de estar te has dejado las zapatillas y debajo de
la camilla hay un calcetín amarillo y ¿qué me dices de los cristales? ¿cuanto
tiempo hace que no les pasas una spontex? Y ya no te quiero contar si te digo
lo que veo en tu habitación Teresita – el abuelo le dio un pequeño capón - eso
ya si que es para castigarte porque ¿te has dado cuenta que tienes
prácticamente todo el armario encima de la cama? ¿y porqué no apagas el
ordenador cuando no estás? ¡que! ¿soy mago o no soy mago?
-
Jopé Abuelo que envidia me das, ojalá yo fuera igual –
Rafael se estiró en su tumbona todo lo largo que era – fíjate si fuera
mago podría verme dentro de treinta
años y
sería, seguro que si, un tío estupendo.
-
Como se nota que no tienes abuela ¿eh?
-
¿Y quien te ha dicho a ti que no tengo abuela? Listilla
que eres una listilla. Tú que no las conoces pero yo como soy mago ya las he
visto y están muy bien ¿lo sabías?
-
Yo no – Teresa pareció que se quedaba como triste -
claro, como no soy maga.
-
Pero yo si y ya te lo estoy contando.
-
Ya, pero yo preferiría verlas
-
Pues no te preocupes porque eso será dentro de poco – terció
el abuelo.
-
¿Si? – tanto Rafael como Teresa se pusieron de pié como
si les hubieran puesto un resorte en sus respectivos culos - ¿mañana?
El abuelo
esbozó una sonrisa
-
No, mañana no, menudo susto se llevarían vuestros
padres si fuera mañana, pero yo creo que para mediados de Diciembre ya estaréis
en vuestra casa de Las Tablas y ahora ¿porqué lloras?
El abuelo
miraba a Teresa que no paraba de llorar como una loca, con unas lágrimas que
parecía que se había iniciado una tormenta que le iba a inundar todo el traje
-
Porque yo no quiero vivir en una casa de tablas – un
hipo le venía y otro se le iba – yo quiero en una de ladrillos porque si no,
vendrá un día de viento y nos volaremos con casa incluida
-
-
¡Tú eres tonta! Para eso está Papá que está muy fuerte
y parará al viento con una mano
-
-
¿Si?
-
Pues claro, no ves que Papá es como Superman
-
¿Si?
-
Señores”Lopes”, Don Rafael y Doña María Teresa – el
abuelo se puso de pié y casi se dio con la cabeza en el techo de la utercabaña
– están ustedes diciendo un montón de tonterías
porque no van a vivir en una choza de madera ¡que barbaridad! Ni mucho
menos su casa se la va a llevar el viento ¡faltaría mas con el esfuerzo que ha
costado construirla! Vais a vivir en un barrio de Madrid que se llama Las
Tablas ¿entendido? Que es un barrio de gente joven, con muchos niños y seguro
que lo vais a pasar requetebien y vuestros padres ya están preparando todo para
que cuando lleguéis, estéis como dos marquesitos.
-
¿Y nos van a querer mucho?
-
Pues claro – el abuelo los achuchó contra su barriga -
¿no sabéis que sois muy deseados?
-
Ya, pero como somos dos, si nuestros padres nos quieren
así – Rafael abrió los dos brazos - como somos dos, se tendrán que repartir y
entonces nos querrán un poco menos.
-
¡Que va! ¿ves? Esa es otra tontería, os van a querer a
los dos igual, pero también vosotros os tenéis que portar bien
-
Hombre, abuelo, eso está hecho pero ¿seguro, seguro que
nos van a querer igual que si solo fuéramos uno?
-
Segurísimo
– el abuelo se puso muy serio
-
Y estás tan
seguro porque como eres nuestro abuelo conoces muy bien a Teresa nuestra madre
¿verdad?
-
Claro y está deseando veros en vuestro cuarto cada uno
sentado en vuestra silla, con vuestros
faldones nuevos y hechos unos marqueses.
-
¡Que guay! Yo también tengo ganas porque tendremos mas
sitio para correr y montar en bici
-
Y yo para patinar que el lo que mas me puede gustar
-
Podéis hacer una cosa – el abuelo ya quería comenzar a
ser cómplice de las aventuras de sus nietos - como alrededor de vuestra casa hay
un carril bici, tu montas y a Teresa le ponemos una goma y va con los patines
enganchada a tu sillín.
-
¿Y tú también vienes con nosotros?
-
Si, claro, como no voy a ir, pero casi estoy pensando
que os espero en el quiosco de la esquina, sentado tomándome una cervecita y
leyendo el ABC
-
Bueno y cuando volvamos nos convidas a una Coca-Cola y
a patatas fritas
-
Claro, faltaría mas
-
Abuelo, yo prefiero ganchitos – Teresa se expresaba con
cara de pena
-
Me parece bien, cada uno que coma lo que quiera
-
Ya, pero luego llega Papá y dice que las chuches se
hinchan en la barriga y te duele por la noche.
-
Si pero esas son las chuches de los padres, las de los
abuelos son distintas y nunca duelen, por eso no te preocupes y dicho lo cual
el abuelo se va que tiene que dar todavía una vuelta, ir al banco, acompañar a
la abuela al mercado, arreglar unos papeles y escribir mis memorias que todavía
me falta mucho. Hasta dentro de unos días que volveré. ¿Me dais un beso de
despedida?
-
Yo no - Teresa se puso también de pié – yo no te doy
uno, te voy a dar seis uno para Papá, otro para Mamá, otro para la abuelita
Teresa, otro para el abuelo Rafael, otro para la abuela Enriqueta y otro para
ti
-
Pues entonces yo – Rafael no quería ser menos – yo te
voy a dar los mismos que Teresa y otro, para mis tíos y otro mas para mis otros
primos y…….
-
Bueno, bueno dejarme salir que con tanto beso no voy a
llegar a casa nunca. Hasta la próxima. Cerrar los ojos y no los abráis hasta
que yo no salga por la puerta. Adiós.
-
Espera un momento abuelo que quiero hacerte otra
pregunta ¿Cuándo vas a volver?
-
No se – el abuelo sacó una agenda del bolsillo del
pantalón y fue pasando lentamente las hojas – el lunes tengo dentista, el
martes geriatra, el miércoles el de las uñas de los pies, el jueves al otorrino
para que me revise el aparato que no oigo nada,
el viernes tengo que acompañar a la abuela a compraros cosas, el sábado,
el sábado puedo venir si no juega el Madrid, que no lo se ¿Qué tal os viene?
-
A nosotros nos da igual cualquier día
-
Bueno pues el sábado si Dios quiere volveré
-
¿Y si no quiere?
-
Pues entonces, no volveré.
No había
pasado ni un minuto cuando Rafael que se había puesto la mano encima de los
ojos siguiendo las indicaciones de su abuelo, movió los dedos y se dio cuenta
que el abuelo ya no estaba. Había desaparecido. Teresa seguía sentada en el
sillón con los ojos apretados muy fuertes, muy fuertes. Rafael la miró durante
unos segundos y preguntó:
-
Teresa, Teresa ¿se ha ido el abuelo?
-
No lo sé porque dijo que tuviéramos los ojos muy
cerrados y yo los tengo tan cerrados que no veo ni siquiera si es de día.
-
Pues ya los puedes abrir porque se ha ido
-
¿Tú crees que volverá?
-
Seguro que si
porque no ves que no tiene nada que hacer no ves que es abuelo
-
Pues vaya aburrimiento
-
Según lo mires – Teresa le daba vueltas a una idea –
ser Abuelo tiene que estar bien, no digas que no. De entrada y como eres mayor
puedes decir todo lo que se te ocurra y nadie te va a llevar la contraria,
entras en todos los sitios con el carnet de la Tercera Edad y si vas
en autobús siempre te dejan un sitio ¡menudo chollo!
-
Eso lo dices tú que todavía no has nacido pero si eres
viejo también puedes tener alguna enfermedad, lógicamente te cansas, las
piernas ya no tienen casi fuerzas y si no estás en este mundo, todo te parece
mal. Seguro que te molesta la música fuerte, los botellones de la gente joven,
los ruidos ¡yo que se!
-
A lo mejor tienes razón, pero yo creo que lo peor es
ver que te vas haciendo viejo y te quedan montones de cosas para hacer. Supongo
que es cuando te das cuenta de la cantidad de horas perdidas para nada, de lo
mucho que has trabajado y lo poco que te has divertido, de que tienes dinero
pero ya no le ves tanta utilidad como cuando eres joven
Rafael
interrumpió a su hermana:
-
Teresa ¿sabes una cosa? Que nosotros si que parecemos
dos viejos y solo somos dos renacuajos. Hablamos como si estuviéramos en el
Asilo y solo nos queda contarnos batallitas de cuando hicimos la mili y decir
aquello de que eso si que era la
Patria y no lo que hay ahora y – Rafael miró para su hermana
y comprobó que se había quedado profundamente dormida. Desdobló una manta que
tenía en la silla, se la puso por encima y desde la cama, a través de los
cristales de su ventana observaba el uterespacio con su infinidad de luces que
parecía que se apagaban y se encendían como por turnos.
-
En una de esas luces viviremos nosotros – y se quedó
dormido.
Buenísimo!!!!!!!,sigo impresionada con la imaginación que tienes, tienes que guardarlo en un pen drive, para que Teresa y Rafa lo lean cuando sean mayores y se monden de la risa.Deseando leer la siguiente.Besos.
ResponderEliminarOtro capítulo entrañable y tierno. Muy bonito. Una curiosidad: ¿ Por qué antes de cada frase pone, al menos en mi ordenador, "- ." Debe ser que para escribir en las "utercasas" hay que poner esas cosas tan raras para que luego se pueda leer. ¡¡¡¡¡ Hay que ver!!!!! . Que un "uterinformático" me lo explique.
ResponderEliminarTeresa y Rafa se van a partir de risa cuando sean mayores y lean lo que su abuelo imaginaba sobre ellos. Hace falta tener imaginación !!!!!!. Precioso y entrañable.
ResponderEliminarVamos a por la cuarta o, ¿ya toca el parto?
Bss a todos
Jejeje! En esta estoy un poco más despegado porque ya la había leído, pero merece la pena repasarla de vez en cuando. Deberías imprimirla y guardarsela a Rafa y a Teresa hasta que sean mayores. Seguro que les hace ilusión!
ResponderEliminarVoy a ver la 4ª, que me he enganchado!!
Besos!