domingo, 25 de marzo de 2012

PASEO POR EL TORRAIBA: CAPITULO 14

Queridos blogueros/as: Con un poco de retraso, un día pero si tenemos en cuenta que estamos de obras en mi casa y lo único que queda sin embalar es el ordenador, no es mucho.
Pasamos a una parte en la que, como parece lógico, me siento muy a gusto escribiendo, incluso, en alguna ocasión se me ha ocurrido escribir una novela basada en la vida de un gran hospital y encima en mi caso trabajé un montón de años en una Unidad de Quemados, ya sabéis que en la Ciudad Sanitaria La Paz que antes era un gran hospital y ahora aunque seguro que lo sigue siendo, al estar rodeada por los cuatro rascacielos construidos recientemente, parece la portería de cualquiera de ellos. En fin, todo se andará porque ahora ando dedicado a otros menesteres
Espero que os guste y esta vez si que puedo decir que se trata de una historia real aunque como siempre y para evitar líos que seguro que no voy a tener pero por si acaso, he cambiado el nombre del paciente, su lugar de procedencia, etc...etc y así nadie se sentirá aludido
Un abrazo para todos, feliz Semana Santa y hasta la próxima entrega que no se si será durante esa semana o me la tomaré de vacaciones
Tino Belas
CAPITULO 14.- ¡QUE SORPRESA TAN AGRADABLE!.-

Lunes por la mañana. Consulta de una Mutua de Accidentes de Trabajo en Madrid.

- Buenos días.

- Buenos días – Alfredo Lopez García , treinta y pocos años, pelo rubio como despeinado, pirsing en la oreja izquierda, jersey azul claro, camisa blanca con cuadros azules, pantalón de pana, mocasines negros, expresión seria, acento andaluz, deprimido y con pinta de haber consumido mucho tiempo en actividades empresariales de importancia.

- ¿Qué le pasa? - El Dr. Belascoaín sesenta y dos años, mucho menos pelo que barriga, corbata verde de lana lisa, pantalones grises, bata blanca de la que del bolsillo superior sobresalían tres bolígrados, una pluma y un pequeño cuaderno de una casa comercial.
- ¿Me reconoce?

El Dr. Belascoain levantó la vista y efectivamente le pareció una cara conocida, pero era muy poco fisonomista y bastante despistado. Si, sabía que lo había visto en algún sitio pero no tenía ni idea de donde.

- Perdóneme, si que me suena su cara pero refrésqueme la memoria porque no lo recuerdo.

- Estoy absolutamente seguro que si le digo el nombre de donde vengo, solo con eso, ya me relaciona ¿se lo digo?

- Bueno, dígamelo pero no hay que ser Sherloc Holmes para saber que usted es andaluz

- Claro, de eso no le hay duda pero ¿le suena ir a ver a un enfermo a Chiclana de la Frontera?

- ¡No me digas que tu eres el andaluz aquel que casi pierde una pierna!

- El mismo que viste y calza. Alfredo Lopez García para servirle.

El Dr. Belascoain se levantó y le dio la mano efusivamente.

- ¡Como no me voy a acordar si me tuviste un mes sin dormir! Pero ¿que te has hecho? ¿has cambiado un montón?

- ¡Ya sabe usted! La gente joven somos así. De vez en cuando hay que cambiar

- ¿Y tu madre que dice?

- ¡Mi madre¡ nada, no dice nada, pobre después de todo lo que ha pasado lo que menos le preocupa es que yo me vista de una manera o de otra o que lleve el pelo amarillo. En el fondo todo le da igual. Ya no tiene ilusión por vivir y eso es lo peor que le puede pasar a una persona.

- ¿Qué le ha pasado?

- Claro, usted no sabe nada, claro, ¡que tonto soy! Es que con las bromas hace ya casi tres años que pasó aquello y ya van a hacer casi seis de mi accidente.

- ¡Seis años! Hay que ver como pasa el tiempo.

- Bueno pues lo que pasó es que en un polígono industrial de esos que se dedicaba a hacer mi madre, decidieron montar una nave para almacenaje de barcos de vela en Rota y cuando la obra estaba prácticamente terminada, varios parientes, conocidos y amigos fueron a visitarla antes de la inauguración y cuando estaban dentro se desplomó

- ¡Que me dices!

- Si, Doctor, si – las lágrimas pugnaban por hacerse un sitio en los ojos de Alfredo - eran doce los visitantes y se murieron todos. En fin, una tragedia y desde entonces mi madre no lo ha superado. No sale de casa, no come prácticamente nada y no quiere oír ni una sola palabra de hacer algún negocio porque cree que eso ha sido la causa de nuestra desgracia

- ¡Vaya palo! ¡me dejas de piedra!

- Pues si, fue una tragedia y muchas veces he estado a punto de llamarle porque yo se que nos aprecia mucho, pero unos días por una cosa y otros por otras, el caso es que no he tenido oportunidad de comentárselo, pero ahora ya lo sabe.

- Chico, me has dejado sin palabras. ¡Vaya tragedia!

- Es la vida, Doctor, a mi aunque parezca una barbaridad tengo que reconocer que me ha venido muy bien porque me ha hecho madurar y ahora desgraciadamente la que tiene las neuras es mi madre y yo me he emancipado y vivo solo en Rota y los fines de semana la voy a ver

- ¡Que barbaridad! ¡que horror! ¡vaya tragedia! ¡como no me has avisado hombre! Me hubiera acercado cualquier día por lo menos para darle el pésame.

- Lo siento porque entonces no caí en la cuenta pero no tenga ningún pesar porque los primeros años estuvo ingresada en un Centro Psiquiátrico y no quería ver a nadie ni que la fueran a visitar. En fin, un desastre que parece que el tiempo lo va suavizando y Usted ¿cómo está? yo le veo bien y parece que por Usted no pasan los años.

- Ya, eso es que me miras con buenos ojos – por la mente del Médico pasaron aquellas imágenes con la pierna para amputar, la decisión de tirar para delante, la realización de un colgajo para cubrir todo aquello que se presentaba como inviable, los días pasados controlando con el Doppler la vascularización de la pierna, las noches de guardia, ¡que hacemos! ¡amputamos o esperamos un poco mas? Por esperar no perdemos nada y para amputar siempre hay tiempo. Parece que hoy está un poquito mejor. ¿perderé la pierna? Creo que no, pero hay que esperar, bueno parece que se va resolviendo todo, ánimo que de esta no la pierdes y por fin llegó el gran día alta por mi parte no son necesarias nuevas revisiones aunque te recuerdo que tienes una promesa pendiente con San Andrés de Teixido y debes de ir en peregrinación hasta su Iglesia – si que pasan los años, si, bastante mas deprisa de lo que parece, pero que le vamos a hacer es ley de vida.

- No, pero de verdad que le veo fenómeno

- Y tu ¿que tal?

- Muy bien, la verdad es que muy bien. Lo que pasa es que hace una semana tuve un golpe sobre un hombro, me vine aquí de urgencias para que me viera el Dr. Gozalo y cual sería mi sorpresa al enterarme que usted estaba aquí.

- Pues si, aquí estoy, me fui de La Paz hace doce años y desde entonces llevo la Unidad de Cirugía Plástica de esta Mutua

- Y ¿Qué tal? ¿Cómo le va la vida? – al andaluz se le notaba que el agradecimiento le atravesaba toda la epidermis y le salía por todos los poros. Muchísimos meses, mas de seis con la incertidumbre de la viabilidad de su pierna, compartiendo alegrías y sinsabores con su Médico, con el que había congeniado desde el primer día, cientos de horas de charla hablando de lo divino y de lo humano que le habían ayudado a superar una profunda depresión que durante años intentó arruinar su vida y de la que afortunadamente salió gracias a la ayuda de un psiquiatra amigo suyo y sobre todo a D. Faustino Belascoain Bastarreche que gastó horas de teléfono, consultas interminables y tiempo, todo el tiempo del mundo para, por fin, llegar a buen puerto con las dos ilusiones cumplidas: primero mantener la pierna y segundo salir de la depresión ¡y de eso hacía ya seis años! Dios mío que deprisa pasa todo.

Todavía se acordaba con cierta emoción cuando le comunicó con tacto pero de una manera rotunda que había bastantes posibilidades de perder la pierna
- Eso no puede ser – se acordaba la reacción rabiosa ante una situación que no podía controlar - ¿como voy a perder una pierna a mi edad? Y usted me miraba desde el sillón de la consulta, hasta creo que le daba cierta pena, pero en ningún momento se dejó influir por mis lamentos.

- Alfredo – esta vez su voz era firme – yo no he dicho que vayas a perder la pierna, eso no lo he dicho yo, por lo tanto no interpretes mal mis palabras – El Doctor Belascoaín se levantó y se sentó en el pico de la mesa mientras que a su derecha el padre de Alfredo le miraba con expresión sombría. A la derecha, Dolores la madre, se secaba las lágrimas con un pañuelo – yo lo que he dicho es que estamos ante un caso muy grave y muy difícil y hay que ir paso a paso

- Pero ¿perderé la pierna? –en mi cara iba reflejada toda la angustia desde aquel fatídico ocho de Agosto en que la moto derrapó cerca de la playa grande y salí despedido chocando con un árbol que estaba casi al lado de un pilar de cemento. Todavía tengo grabado en mi mente el asfalto, veo perfectamente el árbol, noté el chasquido de mi pierna derecha y como el pié parecía que salía volando. También noté un latigazo en el cuello, pero mi preocupación era el pié. Intenté levantarme pero me resultó imposible y hasta que vinieron en mi auxilio no me pude mover.

- Te vuelvo a repetir que creo que no, pero es un caso complejo que necesitará varias cirugías y lo vas a pasar mal, pero espero que todo vaya satisfactoriamente y ahora déjame verte la pierna otra vez.

Habían transcurrido unos años desde el accidente y el Dr. Belascoain, al ver de nuevo la pierna se dio cuenta de lo importante que es el tiempo para la evolución de las cicatrices. La masa muscular había recuperado su grosor, la piel se había adelgazado considerablemente y las cicatrices habían pasado a ser unas rayas de color rosado que, eso si, abarcaban casi toda la circunferencia de la extremidad. Recordaba como si lo hubiera operado el día antes que se había visto en la obligación de hacer lo que en Traumatología se conocía con el nombre de “operación de salvamento” para tratar de cubrir, lo antes posible, una úlcera de unos veinte centímetros de longitud y unos quince de ancho que dejaba la descubierto una placa de titanio sobre la tibia.
La noche anterior a la operación el Dr. Belascoaín se despertó a las cuatro de la mañana y estuvo varios minutos pensando en cual sería la mejor técnica para cubrir la úlcera de Alfredo Lopez García y como siempre tenía que considerar diferentes alternativas. Por una parte se podría ser muy conservador, quitamos la escara, limpiamos todo lo que podamos y lo dejamos a base de curas y mas curas hasta que granule y luego le ponemos un injerto ¿y si entre medias se infecta? Entonces, seguro que pierde la pierna. ¿Y si le hacemos un colgajo de la piel de alrededor? Poder se puede hacer, pero no es una buena solución porque esa piel está fatal y en cuanto la toque seguro que tambien se necrosa. No, no es una buena técnica, esto hay que resolverlo de una tacada porque si fracasamos este chaval seguro que se hunde. Yo creo que lo mejor es lo que pensé desde el primer día. Tengo que llevarme toda la piel de la cara posterior de la pierna, hasta la masa muscular de los gemelos y rotarla hasta cubrir todo el defecto. Es un colgajo de “moito carallo” pero a grandes males, grandes remedios. ¿Y si va mal? Espero que no porque entonces si que habría que plantearse la amputación y ¿lo aguantaría?
Alfredo era un tipo peculiar, veintitantos años, andaluz hasta las trancas, hijo único de padres mayores, dinero para aburrir, pocos problemas en la vida hasta que la puñetera moto derrapó, y lo fue a hacer cuando, por fin, se había decidido a montar una empresa con su íntimo amigo Jose María, iba a volar solo, dejaría de trabajar para su padre y tendría mas tiempo para dedicarse a sus dos verdaderas pasiones:. Viajar y las motos.
Tenía todo cuidadosamente planeado, sus padres estaban de acuerdo y parecía que las cosas se iban arreglando cuando la dichosa moto derrapó - - y eso que no iba deprisa que si llego a ir como siempre no estaríamos aquí charlando

- Alfredo no digas eso por Dios – la madre, una gaditana de rompe y rasga, con el pelo corto de peluquería diaria, manos primorosamente cuidadas y cutis en el que se notaba que invertía mucho en cremas. Edad indefinida, alrededor de los cincuenta y ademanes refinados.

- Claro que no, es la verdad. Ya se que nunca os lo habéis creído, pero, lo juro por lo mas sagrado, que iba superdespacio.

El Dr. Belascoaín desde el sillón de su despacho, justo detrás de una mesa de despacho de roble macizo y flanqueado por un marco con la foto de su mujer y sus cuatro hijos a la derecha, otro marco con una foto de su padre a la izquierda, una Virgen del Mar sobre una peana en el frente y al fondo, en la pared, tres fotos del mar cedeirés , observaba la discusión :

- Si les parece luego, cuando termine la consulta se pelean todo lo que quieran.

- No, pero si yo no me peleo, lo que pasa es que…………….

- Déjalo ya, por favor, te estoy diciendo que es un tema que no me interesa - D. Faustino le interrumpió con brusquedad, no dejando ningún resquicio para continuar por ese camino – mirar para atrás no sirve absolutamente para nada y lo que hay es lo que hay. Una pierna francamente mal y eso es lo que tenemos que solucionar. Eso es lo importante y lo demás no me importa absolutamente nada

- Bien – ahora le tocaba el turno al padre de Alfredo que preguntaba – entonces si no le hemos entendido mal lo que va a hacer es tapar la úlcera para evitar infecciones ¿es así?

- Efectivamente eso es lo que vamos a intentar hacer

La madre de Alfredo tambien intervino para aclarar algún punto

- Le operaría el viernes y el sábado si todo va bien se iría para casa ¿es así?

- En principio si, pero ya sabe que en Medicina eso de los plazos es solo orientativo, pero yo creo que si, que si las cosas van bien en un par de días se podría ir porque ¿ustedes me dijeron que tenían casa en Madrid?

- Si, en eso no hay ningún problema. Se está en Madrid el tiempo que haga falta

- Bien, pues entonces yo creo que está todo hablado. Ingresan el miércoles por la mañana y le haran todas las pruebas ese mismo día, el jueves lo ve el anestesista y si no hay ninguna contraindicación el viernes por la tarde le operamos ¿de acuerdo?

El D. Belascoaín se levantó y dio por terminada la consulta advirtiendo como un gesto de complicidad en la cara de Alfredo, ánimo, verás como todo va bien.

Estoy seguro que este chaval y yo nos vamos a entender, pero con los padres va a ser algo mas complicado porque no aceptan todo lo que está pasando y parece que he sido yo el que provocó el accidente del niño. En fin, sacaré la muleta y si se ponen muy pesados faena de aliño hasta que humillen y lo mas gracioso es que en ningún momento han comentado cuanto les va a costar la operación, se conoce que ya vienen acostumbrados a las facturas del Dr. Escudero que no cobra menos de un millón de pesetas ni aunque sea un juanete. En fin, les cobraré bien porque hay que recuperar algo del esfuerzo realizado durante muchos años, pero tampoco hay que volverse un atracador que tampoco es eso.

4 comentarios:

  1. Ainssss, me ha faltado historia. Que entretenido relato; me he quedado en el aire y encima amenazas con darnos vacaciones....
    La de historias como esta que debes tener en tu curriculum...
    Bueno, felices vacaciones para todos...

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  2. El Tío Javier Belas28 de marzo de 2012, 1:16

    Muy entretenido el nuevo tema con el andaluz. Me gusta como describes a las personas, me parece como si estuviese presente en un rincón viendo la escena. Que paseis una feliz Semana Santa.

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  3. Joooe... A mi me ha dado una pena horrible éste capítulo!
    Has vuelto a saber algo más de él??

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  4. Bueno, con mucho retraso pero he vuelto. Yo de esta historia me acuerdo perfectamente.Ya nos contarás si sabes algo de el chico. Besos. Paloma.

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